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Maestría en Escobas + Runas antiguas


Sagitas E. Potter Blue
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Aquel maldito calzado no entraba. Empujé con fuerza y gruñí. Desde mi última vez como profa sustituta de "Maestría de Escobas" que no los había puesto y seguro que habían encogido. Harpo entró en la habitación y me dejó también el equipo de amazona. Vi el gorro de copa y gruñí.

-- Se me cae cada vez que me lo pongo, Harpo, ¿no puedo ir sin él?

Y, como siempre, mi elfo gana, así que así me vestí, de Amazona pensando que, tal vez, esta vez sí podría volar con un aethonat, no con una maldita escoba. Porque las escobas no me gustaban nada. Pero ya que los Directores me habían pedido que hiciera la clase pues lo haría, pues intentaría que no se notaba mucho mis escasos conocimientos de vuelo. Rectifico, mis muchos conocimientos de vuelo y lo poco que sabía aplicarlos. Suspiré un poco afectada por el apretón del calzado. Después, me puse a escribir un pergamino que iría a la casa de mi alumno, para indicarle que empezaba la clase y que acudiera temprano:


 

Situación: Estadio New Trafford, a las 11 horas, en la puerta de la Sala de Mantenimiento de Escobas

Profesor: Sagitas E. Potter Blue

Alumno: @

Traiga su propia escoba y ropa adecuada para el vuelo

 



-- Tráeme una escoba.

-- ¿Cuál de ellas?

-- Pues... la mejor, supongo. La que mejor barra, ¿no? Porque no pienso volar para nada, que para eso soy la profa, que vuele el alumno.

Harpo volvió enseguida con una escoba, Sinforosa, mi linda y antigua escoba a quien tanto quería. Estaba algo tocada pero me era fiel. Me puse de pie, algo cojeando porque me apretaban las botas, y tomé la escoba por el mango y fui arrastrándola hasta la puerta de salida de la Potter Black.

-- No protestes, Harpo, encima que te barro el suelo...

Con una sonrisa, salí para acudir a la cita que tenía. No quería llegar tarde a la primera clase.

Editado por Sagitas E. Potter Blue

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Resulta que cuando a Orión le llegó la carta de su alumna tuvo una idea particular. El sol brillaba con gran intensidad sobre el campo viejo de la Manor. Un cielo claro, azul y refrescante mantenía todas las tonalidades de un verano tardío. El bosque se mantenía sereno, frente a la leve brisa que pasaba por ese día. Ese mismo día llegaría Evedhiel por la verja de entrada, con la nota que le indicaba encontrarse con él en la fuente del ciervo.

 

Así, el Nigromante estaba al borde de la fuente, aún sin agua, pateando un poco las piedritas que tenía cerca de sus botas. Llevaba la izquierda metida en el bolsillo y en la derecha, un paraguas negro. Cada tanto levantaba la vista hacia los perímetros de la Yaxley. Curioso, porque sabía cuándo llegaría.

 

Llevaba una camisa blanca que caía holgadamente de sus anchos hombros. Estaba metida en el pantalón, resaltando la hebilla de plata en el cinturón azabache. Los pantalones eran de vestir, del tipo que usaba en su empleo Ministerial. Tenía la barba cobriza recortada, de algunos pocos días y su cabello, que ya comenzaba a ser largo, que caía, por un lado. Las puntas azules resaltaban sus ojos.

 

- ¿Hermoso día no es así?

 

Evedhiel se había aparecido en la verja y Orión abrió su paraguas. Se aseguró de cubrirla en un primer momento. Un gran vendaval se alzó por el este, trayendo consigo una gruesa capa de nubes oscuras. Fueron pequeños segundos los que necesitó la tormenta para desplegarse con toda su intensidad. Lo había previsto, el profesor, así entraron a la Manor relativamente secos.

 

Dejó el paraguas en el, valga la redundancia, portaparaguas. Caminó hacia la mesita ratona y el sillón de la sala principal.

 

- Las runas son un tema sencillo Evedhiel y creo que encontré la oportunidad perfecta para aprenderlas. Las runas antiguas tienen tres propósitos. EL primero es el lenguaje. El segundo para potenciar ciertos hechizos con magia antigua. El tercero, es el de la consulta. Personalmente es el que me parece más interesante.

 

Sacó de su bolsillo un pequeño sachet negro. Agitó la varita que llevaba en la derecha y sacó todas las runas.

 

- Usarás mi set en esta práctica.

 

Carraspeó un poco.

 

- Los consultores de runa usamos el Elther Fulthark, que contiene 24 piezas, más una vacía, formando un set de 25. Piensa que cada una tiene su propio concepto. El significado de la consulta es la relación que se establecen entre ellas. Para eso, tienes que prepararte mentalmente, sobre todo. Coger tres y lanzarlas a un paño negro. Luego, interpretas lo que dice.

 

Alzó los ojos y los clavó en el árbol.

 

- Ahora, siento que tu llegada a la familia no fue casualidad. Vamos, que no es la de ninguno. Las runas no te darán una respuesta, pero sí un camino de pensamiento, ¿por qué no desciframos de dónde vienes?

 

Suspiró y se giró en los talones para ver la escalera. Zoella estaba sentada observando todo.

 

- Si realmente quieres profundizar un poco, acércate.

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Le encanta volar desde aquel primer día que se subió en una escoba. Desde entonces puede presumir de haber volado sobre el lomo de varias criaturas mágicas a las que ha cuidado. Así, desde que vive en Gran Bretaña, es propietario de una moto voladora y de varias escobas voladoras. Y es precisamente la magia relacionada con las escobas lo que le interesa. Sabe como controlar una, sabe que aveces se vuelven locas y es complicado mantenerse en el aire. Pero no tiene idea de como es que funcionan por dentro. Por ello es que espera poder entender como es que funcionan, como es que logran volar.

 

Se rasca la cabeza pues no tiene idea de lo que puede necesitar en la clase ¿Quizá llevar tenazas o tijeras? ¿Unas cuentas ramas por si tiene que reemplazar alguna que esté rota? Espera que todo eso esté incluido en el pago realizado pues decide llevar solamente sus escobas. Aunque aún le cuesta acostumbrarse al nuevo sitio en donde vive, ya tiene en la habitación todas sus cosas. Por lo que luego de vestirse y ponerse los guantes de piel de dragón sale volando por la ventana en su nimbus 3000 con rumbo al Estadio de Quidditch que es dónde debe encontrarse con la profesora. Por su puesto lleva gafas protectoras para poder viajar a toda velocidad sin andar entrecerrando los ojos por el viento o por cosas peores como los insectos.

 

Vuela por varias horas, por lo que en silencio agradece haber salido muy temprano, ya que se pierde en medio camino y tiene que usar la varita para orientarse. Antes de llegar, luego de batallar mucho para encontrar el camino correcto y de casi hacer que en dos ocasiones la Nimbus 2001 y la saeta de fuego, sabe que está cerca porque ahora si puede ver la inmensidad que representa un estadio de Quidditch. De nuevo en el estadio se pierde ¿Cómo alguien puede encontrar una sala de mantenimiento de escobas si nunca antes la ha visitado?

 

Decide esperar en la entrada esperando que la profesora aún no llegue y al verlo le enseñe el camino.

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Me encantaba volar. En Aethonan. La escoba Sinforosa iba enganchada al arnés con el que me sujetaba al caballo alado. Aquella no era una opción. Sabía lo que era volar en una escoba y, aunque los últimos modelos eran maravillosamente cómodos, nada como la grupa de un animal, más ancho que el trasero que sostiene. Yo no iba a cambiar nunca tener una criatura así con la que hablar y conectar mientras agitaba las alas y veías alejarse las nubes mientras surcabas el cielo. Nunca sería algo tan maravilloso, no entendía cómo los jugadores de Quidditch preferían el zumbido de la escoba al relinchar de los caballitos.

 

Así, llegué al Estadio y entré por la puerta de reparto, suficientemente amplia como para que el animal entrara volando y me dejara en un gran almacén de carga y descarga. Descabalgué con estilo, me quité los guantes y después el sombrero de copa, metiéndolos dentro para no perderlos, algo que solía hacer muy a menudo. Un elfo del Estadio corrió a recoger las bridas del Aethonan y le sonreí.

 

-- Llévalo al césped, para que trote un rato. ¿Ha llegado un alumno para Maestría de Escobas?

 

El elfo negó con la cabeza y se disculpó. Miré mi reloj de bolsillo, que venía incluido en el traje de Amazona. Era la hora del desayuno de Ithilion y la de atender el jardín en la Potter Black. La información era muy precisa aunque poco útil en el Estadio.

 

-- Son las once, ¿verdad? Pues llegará en cualquier momento. Por favor, en cuanto llegue, acompañarlo a la Sala de Mantenimiento y decirle que la Warlock Potter Blue le espera para empezar su clase de Maestría. -- Sabía que el título sería más que suficiente para que el elfo no me preguntara por los papeles para entrar en el lugar sin más. Intuía que los Directores debían haber informado del cambio de profesor del Ateneo a los responsables del Estadio pero tampoco tenía ganas de comprobarlo. La burocracia es un asco, a veces.

 

Caminé erguida y despacio por el camino que llevaba a la Sala de Mantenimiento, en el área -2 del Estadio, donde los pasillos eran sombríos y las luces exteriores escasas, pues las ventanillas eras meros agujeros entre los sillares que llevaban al centro. No me molestaba la oscuridad y hasta prefería la luz de las velas cuando estaba en los talleres. Era como más natural trabajar así, medio a escondidas. Los secretos de la creación y mantenimientos de las escobas no era aptos para todos.

 

Llegué a la Sala y abrí la puerta sin necesidad de tocar el pomo. El interior era... Pues como es todo Taller de Reparaciones. Muchas estanterías repletas de componentes de todo tipo, algunos que se escapaban a mi reconocimiento. Enarqué una ceja y me pregunté si tendría tiempo de chafardear algún contenido cuando un elfo llegó con Sinforosa en la mano.

 

-- Su alumno llegó, enseguida le indicamos el camino hasta aquí.

 

Asentí y tomé mi escoba. Decidí que ya metería mis narices en cajas ajenas en otro momento. Caminé un trecho hasta el área de Restauración de Escobas, dejando de lado zonas mucho más interesantes. Aquel era un espacio íntimo, varias mesas de madera muy usadas, con signos de llevar allá mucho tiempo; pedazos de escobas rotas durante algún partido, cestas de hebras, maderas limpias preparadas para los cambios de mangos, algunas tratadas y otras sin tratar, herramientas para desmenuzarlas en partes... Suspiré, agradecida que hubiera trabajo por hacer. Sería mucho más fácil así la clase.

 

-- Bueno, Sagitas. Esto fuera... -- me dije.

 

Y por ésto me refería a la ropa de Amazona. Ya había sido bastante teatro de parecer una persona digna y elegante. Para trabajar en la restauración de escobas nada mejor que un Mono de Trabajo para poder ensuciarse sin preocuparse de cómo sacar las manchas. Por supuesto, yo cogí el amarillo porque era llamativo y se me vería con facilidad, algo que resultaría útil si hubiera algún accidente (que no tenía porqué pero...) Entré en el lavabo, pequeño y sencillo, de la Sala de Mantenimiento para cambiarme. Esperaba que mi alumno hubiera llegado para cuando saliera.

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No espera por mucho tiempo. Aunque espera ser recibido por la profesora no es eso lo que sucede. Se acerca a él un elfo. Hobbamock frunce la nariz y arruga el entrecejo. No le molestan como tal los elfos, son seres muy listos y habilidosos. Le molesta la esclavitud a la que se ven forzados a estar por culpa de una magia que pocos comprenden del todo como funciona. Y he ahí el problema de una esclavitud condenada a sobrevivir en el tiempo. Quizá la historia real, no aquella escrita por magos, cuente como los los primeros elfos que fueron esclavizados odiaban la magia que los ataba a familias de magos y brujas. Quizá esa historia sin escribir es testigo de como generación a generación, años de golpes y castigos, le enseñaron a los elfos a que ser esclavos estaba bien. Quizá todos esos años les enseñaron a amar sus ataduras y a sentirse mal cuando se liberan de ellas.

 

—La señora Warlock Potter Blue está esperando en el taller de mantenimiento —chilla una criatura más pequeña que un niño de diez años.

 

Hobb sufre ver a una criatura en esa situación, víctima de sus costumbres y condenada a ser siempre algo menos que un humano. Incluso algo menos que una criatura que escapa por instinto cuando la hacen daño. Por un momento piensa en darse vuelta e irse ofendido por la situación. No le ofrece una prenda al elfo porque eso podría ser ofensivo, incluso parecer un insulto. Quizá, piensa, algún todos serán libres. Incluso ellos, magos, libres de aquellos que buscan gobernar usando las artes oscuras para mostrar su poder.

 

—¿Me enseñas el camino, por favor? —pregunta, con tono amable. Irse no cambiará nada, la criatura seguirá siendo esclava. Sin embargo tratarla bien si que podría ayudar en algo, si que lo hace. Le muestra al elfo que hay otras formas de tratarlo, que no hace falta mandar ni gritar. Que se puede pedir amablemente, que se pueden decir las cosas y darle la oportunidad de negarse.

 

—Por ahí —refunfuña, parece molesto. Quizá lo está, quizá Hobb es demasiado amable. Pero no se arrepiente, no piensa actuar de una forma ajena a sus principios.

 

El elfo desaparece. Sin embargo el lugar de reunión ya no es desconocido, está a pocos metros de dónde él está de pie. Le toma un par de minutos llegar, pues camina con sus tres escobas bajo los brazos. Hobbamock no conoce de nada a Sagitas Potter Blue, la profesora, porque si lo hiciera probablemente estuviese huyendo muy lejos del estadio. Si la conociera sabría de las explosiones, de ella montando una acromántula cuando directora del Departamento de Accidentes Mágicos. Pero no la conoce.

 

—¿Profesora? Un gusto conocerla, soy Hobbamock Graves ¿Qué haremos en la clase?

 

Coloca las tres escobas arrimadas en la pared, aunque está decidido a no tocar la Nimbus 3000 porque es su escoba más nueva: la más veloz y más fácil de controlar en el aire. Perfecta para jugar Quidditch y para hacer acrobacias en el aire. No, esa es solamente su escoba de vuelo. Son las otras dos las que serán "abiertas" de ser necesario.

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Silbaba una melodía de moda que salía a menudo en la radio que ponían los elfos en la cocina de la "Ojo Loco"; o al menos eso pensaba. Yo no escuchaba música así que presuponía que lo que ellos escuchaban sería lo más reciente en el panorama musical actual. Tal vez tarareaba un bodrio de canción sin saberlo. Pero se me había metido en la cabeza y a mí me gustaba.

 

Salí del cuarto con el mono de trabajo amarillo y los guantes puestos. Me sorprendió ver que el alumno ya había llegado y el reconocerlo me hizo arquear una ceja. No sabía que era él y menos entendí que no me reconociera.

 

-- ¡Demonios, el indio! -- exclamé en voz alta. Supuse al instante que se podía considerar un poco feo esa exclamación y sonreí. -- ¡Hoby...! ¡Hobbe...! ¡Ay, Dioses, perdona! Los nombres extranjeros me cuestan un poco. Hob...ba.... Sr. Graves...

 

Le tendí la mano para saludarle. Era extraño que me saludara con tanta frialdad como si fuera una desconocida. ¡Si habíamos compartido una aventura con cierto horrocrux en el negocio de la Orden! Seguro que le afectó mucho lo sucedido en aquella ocasión o que era una persona que sabía disimular muy bien, para no dar muestras de reconocer mi pelo violeta, lo más significativo de mi persona a simple vista. Como yo le recordaba, no iba a dudar en tutearle.

 

-- Pues pretendo enseñarte que las escobas actuales son complejas y contienen un montón de hechizos complementarios. Veo que has traído tus escobas. ¿Me dejas que desmontemos una durante la clase? Deberías tener fe en tus propias habilidades de aprendizaje para que sea como antes o, incluso, mejorada. ¿Te atreves? Si no confías en ti... O no confías en que yo te dé una clase memorable... Pues entonces elije cualquiera de las que hay aquí. Pertenecen al estadio y los chicos de mantenimiento las usan como objetos de pruebas o para reponer partes de las que tienen los miembros oficiales del Equipo de Quidditch.

 

Volví a silbar, flojito... Aquella maldita canción no se iba de mi cabeza. Me puse delante de la mesa en la que había maderas sueltas, sin trabajar, restos de hebras de escoba, alguna escoba a medio montar... Me puse delante de esta última.

 

-- En la clase de Maestría se debe aprender cosas básicas como los componentes de una escoba y la mejor manera es creando una. Recuerdo mi clase en la que el profesor nos obligó a retroceder todos los hechizos y acabamos con una explosión en... Bueno, eso fue hace mucho tiempo, ahora ya sé desmontar una escoba sin tantos problemas. En fin... Que la Maestría de Escobas pretende el conocimiento de todos los componentes de una escoba y como interacciones para conseguir su máximo rendimiento en el vuelo. Este lugar es como uno de esos Boxes de Fórmula 1 donde se estudian las mejoras de los vehícul0s muggles para conseguir más estabilidad, más aceleración, menos riesgo... ¿Tienes Estudios Muggles, por cierto? Seguro que te gustaría...

 

Señalé una rama que había en el techo de la sala, allá colgada a modo de adorno. Seguro que pocos se preguntaban qué hacía allá aquel trozo de árbol.

 

-- Empezaremos con un poco de historia, algo que me encanta. Así eran las primeras escobas en los tiempos primigenios, una fuerte rama de árbol de roble, madera con gran capacidad mágica. En las zonas que no se encuentran estos tipos de árboles, también se usaban los pinos o el roble. La madera es muy importante en la confección de una escoba, no todas sirven porque se necesitan una serie de propiedades innatas para su manipulación. Ha de soportar la presión del aire, la aceleración súbita, los choques voluntarios o involuntarios a toda velocidad de los montadores... Pero antiguamente esas cosas no se tenían en cuenta, sobre todo cuando aún no existía el Quidditch como deporte y el uso de las escobas era exclusivamente para desplamamientos en trayectos cortos o medios por su incomodidad.

 

Tomé la escoba que estaba en la mesa y le di varias vueltas en las manos, pensativa. Aquello era un trabajo de profesionales, de gente que amaba el trabajo de la madera y aplicaban sus conocimientos de forma artesanal en cada una de ellas. Gracias a los Dioses, la mecanización no había alcanzado aquella rama del trabajo de carpintería mágica aplicada. La acaricié con cierta ternura, notando cada uno de los nudos de la madera de origen, que habían sido trabajados por unas manos humanas.

 

-- Supongo que tienes la Licencia de Vuelo, ¿verdad? ¿Lo sacaste aquí o en tu...país de origen? Bueno, las tres partes fundamentales de una escoba son: mango, cola y asiento. Las dos primeras son visibles, la tercera no, excepto en casos excepcionales como la escoba de "Ojo Loco" Moody. ¿Sabías que mi familia heredó su mansión y que en el desván conservo aún parte de sus pertenencias? Bueno, no es el caso. Alastor Moody se hizo instalar un asiento adecuado para el tamaño de su pandero de manera que estabilizara el peso y la maniobrabilidad de la escoba, entre otras mejoras particulares. Algún día debiera donarla a un Museo de Escobas. Debería preguntar en Deportes si tienen un apartado de esos.

 

Carraspeé, siempre me iba por las ramas y me olvidaba de lo concreto de la clase.

 

-- El Mango es el trocito de palo inicial de la escoba. Parece sencillo y, sin embargo, contiene un montón de magia aplicada al tallado y pulido para evitar, entre otras cosas, que se caliente con la fricción del aire, que se astille por alguna veta invisible Hay hechizos de enfriamiento de la punta del mango, la primera zona de roce durante los vuelos, hechizos de compactación de la madera y algo tan básico como el barniz de protección que da suavidad en el agarre y un hechizo abrillantador antideslizante. La cola...

 

Agarré un manojita de hebras que descansaban sobre la mesa y los esparcí por el aire. Flotaron unos instantes y después cayeron con suavidad sobre la misma, como si de plumas se trataran.

 

-- La creación de la cola es un auténtico arte en mi opinión. Hay auténticas maravillas de escobas en las que las hebras se han insertado una a una. Tienen la función de timón, como la cola de las aves, favoreciendo la maniobrabilidad y la estabilidad en el aire. Y, por último, el asiento. Como he dicho antes, no es visible. Se trata de una magia aplicada, el Conjuro Almohadón, para asentar el trasero y soportar horas de vuelo sin pensar que te han pateado el mismo. Es, a mi parecer, el mejor hechizo de todos, sobre todo porque no uso la escoba para juegos sino para ligeros desplazamientos aéreos, sobre todo en momentos en que quiero pensar. Sin este hechizo, sería muy desagradable estar encima de un mango más de cinco minutos.

 

Ahora miré a mi alumno y sonreí. Aquella era la fase inicial, esperaba que fuera clara para poder pasar a la siguiente.

 

-- Bueno, tu misión ahora es desmontar las tres partes de una escoba, la que elijas. ¿Alguna duda? Aunque yo tengo una... ¿Y por qué tienes ese color de ojos tan... interesante?

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Anota mentalmente la explicación que le da la bruja sobre las escobas, sobre sus partes y también sobre la historia. Es mucha información por asimilar, sin embargo en ningún momento se pierde o deja alguna de las preguntas sin respuesta, contesta todo en su tiempo intentando que estas respuestas sean lo más acertadas posible. En algunas ocasiones, de forma involuntaria, emite un sonoro chasquido con la lengua.

 

—Si claro, por eso traje mi vieja Nimbus 2001. Creo que es perfecta para la práctica, desde hace un tiempo la dirección va mal. Hay que tomarla fuerte o gira a la derecha e incluso pierde el control. Me gustaría poder arreglarla, o que me ayude a hacerlo.

 

Solo entonces, luego de que aquel cabello le resulte tan familiar, es que recuerda quién está parada delante de él. Sigue sin saber del pasado de la bruja, sigue sin saber todos los accidentes mágicos que ella y su equipo arreglaron luego de causarlos; sigue sin saber que su seguridad personal le agradecería bastante salir corriendo (o, en su defecto, volando). Lo que si sabe es que Sagitas es de la Orden del Fénix, como él, y que además conoce mucho sobre los no-majs.

 

—Es interesante y, en caso de emergencia ¿Qué tan complicado es hacer una escoba rudimentaria? ¿Cómo debería comenzar a desmontar la escoba?

 

No le gusta hablar de sus ojos, por lo que con aquellas dos preguntas evita dar una respuesta.

 

—Tengo estudios no-majs, que viene a ser lo mismo.

 

Prefiere no responder las preguntas referentes a Ojo Loco porque, aunque debería, no conoce mucho sobre aquel mago. Solamente sabe que fue primordial en el traslado de Potter aquella trágica noche en dónde el ex-auror murió y uno de los gemelos Weasley perdió su oreja. Él, desde que está en Inglaterra, estudia el levantamiento de Voldemort desde otra perspectiva. Estudia como funcionaba y como funcionan las esferas de poder, los gobiernos instaurados.

 

—No pensé que una escoba fuera algo tan complicado ¿Cómo debería comenzar a desmontarla? ¿Es complicado hacer una escoba rudimentaria de la nada, en una emergencia?

Editado por Hobbamock Graves

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¡Qué monooooo! Aquel muchacho chasqueaba la lengua como un tic involuntario, a saber si porque algo de lo que le dije no le había gustado, no le había sentado bien o, sencillamente porque le picara el paladar, uno de los síntomas de esos molestos parásitos intestinales que sólo se podían eliminar con una poción vomitiva que contuviera ruda o rábano picante con semillas de papaya.

 

No dejaba de sonreír ante su explícita comunicación no-verbal ya que parecía ser bastante escueto en cuanto a palabras, algo que chocaba mucho con mi locuacidad. Era algo a lo que estaba acostumbrada; pocos podían seguir mi ritmo de actividad frenética tanto en palabras como en acciones. Mientras hablaba con él, yo ya iba sobando, literalmente, el mango de la Barredora que tenía en las manos, buscando arañazos, fisuras o algún indicio de lo que le había pasado para estar encima de la mesa de Mantenimiento. Por supuesto, para eso me había quitado uno de los guantes. A pesar de ser más que necesarios, los dedos directos eran la mejor herramienta para detectar fallas en la madera.

 

-- ¿En serio preguntas cómo desmontar una escoba? -- Dejé de mirar la escoba para volver a concentrarme en esos extraños ojos y después me encogí de hombros, volviendo a la que iba a trabajar. Atraje un taburete con un hechizo sencillo y devolví la varita a la mesa. Me puse cómoda y, ahora con los guantes puestos, me puse manos a la obra. -- En mis clases, yo no pregunté como separar una escoba. Hice un Bombarda, que no funcionó, algunos hechizos explosivos y un Incendio cuando me cabreé porque no funcionaba nada. Después, mi profesor me explicó que lo más sencillo es lo más eficiente. Las escobas llevan protecciones contra posibles maldiciones del contrario que sólo pueden ser retiradas cuando no están montadas y en los talleres adecuados. Como estamos en uno, menciona un Finite y será más que suficiente, al menos para eliminar los hechizos no visibles.

 

Moví la varita para dar ejemplo. Al principio no hubo un cambio radical en el escoba, tal vez un leve color menos brillante, como si el barniz estuviera muy usado. Empecé a tararear mientras repasaba el mango otra vez con la mano. Las fluctuaciones en la madera eran más palpables ahora, como si los golpes acontecidos hubieran hecho una mella invisible en la madera y hubieran salido de golpe, al arrastrar la protección fuera de ella. Palpé con cuidado hasta encontrar la unión de la cola y el mango, ahora libre del hechizo del Cojín Almohadón. Lo quité. Hice un Evanesco a la juntura de cola, concentrándome para que no desapareciera nada más que fuera vital a la escoba y, acabando la canción, estiré en direcciones contrarias, quedándome en cada mano con una parte de la Escoba.

 

-- No sé el título de la canción, si se lo pregunta, Sr. Graves. Para casos de emergencia cualquier cosa te podría ayudar. Si usas un Locomotor a una mesa y te montas, ya tienes un medio de transporte improvisado, ¿no crees? Pero siendo estricta con tu pregunta, sí, te puedo enseñar a improvisar una escoba. Al fin y al cabo, es un hechizo que deberás conocer en Maestría, el "Victus Andes", ¿lo conocías? Aparece en el libro básico de la asignatura: "Escobas de Carreras: Armado, reparación y desmantelación", de F. Snape. Fue mi profesor, un gran maestro, por cierto.

 

Me levanté del taburete para buscar una pluma en alguno de los potes. No tardé en encontrar varias y le lancé una al indio mientras yo observaba la mía, algo sucia y obturada; no serviría para escribir pero para ser ejemplo de vuelo, funcionaría a las mil maravillas.

 

-- Es un encantamiento de velocidad muy simple que permite que el objeto se deslice a una velocidad constante sin variaciones ni movimientos de ascenso o descenso ni virajes. Es el más sencillo y se frena con la misma mano. Creo que fue inventado por el S. IX para hacer trampas con los dardos y alguien le vio un uso apropiado para aplicarlo a las primeras escobas. Así que ni siquiera se inventó para ellas, ya ves, pero revolucionó su uso. Prueba con la pluma, anda.

 

Dejé la mía en la mesa y murmuré el "Victus Andes". La pluma se estremeció levemente y se puso en movimiento. La elevé un palmo en el aire con la mano para que no chocara con los utensilios que había en ella y la contemplé moverse en un movimiento rectilíneo que seguí caminando hasta que decidí pararla con la mano. Sentí un leve aleteo en mi piel y después se quedó quieta.

 

-- Si aplicas ese encantamiento a un mango, ya tienes tu primera escoba rudimentaria. Ya depende del tiempo y la emergencia que tengas que puedes ponerle hechizos adicionales para favorecer el vuelo. Venga, venga, separa tu escoba como te mandé antes, hombre, sin miedo... Después te hago una lista de hechizos añadidos que hacen la diferencia entre una sencilla escoba y una gran escoba de deporte.

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-Es que quiero hacerlo bien, no quiero que la escoba me rebote el hechizo.

 

Entonces, cuando escucha la explicación de la profesora, entiende que sus divagaciones iban por buen camino. Él conoce que su escoba tiene hechizos reforzados por el propio Erik y habría resultado en un destrozo de proporciones bíblicas. Quizá exagera, pero más vale prevenir que curar.

 

-Manos a la obra -dice luego de colocar la nimbus 2001 sobre la mesa de trabajo.

 

Cierra los ojos por un momento y se concentra. Siente el cambio recorrer cada célula de su cuerpo. Necesita concentrarse mucho para cambiar el color de sus ojos, no le agrada que le pregunten sobre ellos ni tampoco entrar en detalles. Cuando vuelve a abrirlos ya son de un color negro "normal".

 

Pasa el dedo índice, de la mano izquierda, por todo el largo de la escoba. Inspecciona así cada parte de la nimbus intentando descubrir algo en lo que antes no se concentró. Piensa en un finite y toca la escoba con la varita.

 

Entonces las uniones son más claras, se notan incluso los lugares en dónde la madera tenia los nudos. Separa la cola del mango haciendo un poco de fuerza y par de hechizos para ayudar a separarlos.

 

-¿Así está bien? -pregunta, con una parte de la varita en cada mano.

 

Por un momento se siente mal por su escoba hasta que recuerda las otras dos qué son mucho más nuevas, rápidas y seguras. Coloca las partes de la escoba en la mesa de trabajo y toma la pluma.

 

-Nunca he escuchado sobre ese hechizo, seré sincero. Sin embargo espero poder aprenderlo enseguida.

 

Lanza la pluma al aire y con un soplido la eleva un poco más al aire. Apunta con la varita mágica y repite el hechizo qué antes le enseñó Sagitas.

 

-Victus Andes

 

No pasa nada, la pluma cae al suelo. Sin embargo no se rinde, vuelve a lanzar la plumas aire y repite el hechizo.

 

-Victus andes

 

Ahora si funciona, la pluma queda suspendida en el aire en lugar de caer al suelo víctima de la gravedad. Con la mano hace movimientos circulares para que la pluma se mueva en una órbita imaginaria.

Editado por Hobbamock Graves

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El vapor de la ducha caliente envolvió los pulmones de la chica . Evedhiel alargó su suspiro un par de segundo mas de los necesarios y cerró los ojos como intentando borrar todos los pensamientos de su cabeza, con una mezcla entre desahogo y tensión.

 

La chica no estaba segura de su decisión de abandonar la quietud del baño aquel despacho del ministerio pero el augurio del fin de la jornada laborar la hizo girar la balanza de manera disimulada y acabó vistiendose y saliendo del mismo dispuesta a embaucarse en su la soledad de su habitacion en la yaxley.

Unos ojos gélidos y cansados le devolvieron la mirada desde el espejo justo frente a su mesa de cerezo. El día parecia tener toda la energía que le faltaba a la chica, asi que su aspecto informal en vaqueros tipo boyfriend y camiseta con un hombro caido no parecia desentonar.

 

Como esperando a ser encontrada, y con la ingenuidad de quien mira un tesoro, Evedhiel descubrió la taza humeante en uno de los bordes de la mesa donde hasta hacía 3 horas había estado revolviendo pergaminos. El dulce aroma a canela de su té favorito la hizo sentir en casa, y bajo a este un trozo rasgado de pergamino con una letra enmarañada la invitaban a volver a casa para su primera tutoria de runas.

 

Evedhiel dedicó una última mirada a sus pecas de panecillo integral en el espejo, y pellizcó sus mejillas en un intento vano de darles algo de color. Se dió por vencida y dejó la habitación en silencio solitario que siguió a su desaparición.

 

Orión la recibió sincero, como si su llegada hubiese dado sentido a su espera. Como si no estuviese allī porque debía sino porque lo necesitaba y a modo de saludo la salvaguardó de las primeras gotas simbolo de una tormenta cercana.

 

 

- ¿Hermoso día no es así?- Preguntó . La chica lo miró como intentando adivinar si lo decia de manera irónica o real

 

-Casi tanto como esta taza de te- respondió alzando la taza que había transportado con ella- Gracias- dijo de manera sincera, y con el segundo sorbo y la fragancia a hogar de la Yaxley el humor de Evedhiel pareció amansarse y la tension de la nuca de la chica desapareció.

 

 

 

- Las runas son un tema sencillo Evedhiel y creo que encontré la oportunidad perfecta para aprenderlas. Las runas antiguas tienen tres propósitos. EL primero es el lenguaje. El segundo para potenciar ciertos hechizos con magia antigua. El tercero, es el de la consulta. Personalmente es el que me parece más interesante.- dijo y con una floritura hizo aparecer una pequeña bolsita - Usarás mi set en esta práctica.

 

 

Los ojos de Evedhiel se llenaron de curiosidad y se sentó de manera desenfadada en uno de los sofas estilo chester de la sala donde habían decidido empezar la clase. Tomó la bolsita y abrió el contenido a medida que Orión explicaba el numero de piezas del set y el uso. Los simbolos tallados en lo que parecía nacar y madera eran desconocidos para ella pero aún asi se sentian dociles y familiars en sus manos.

 

Movió tres de ellas entre sus dedos tentada a lanzarlas sobre el pequeño paño que Orión habīa dispuesto en la mesa, pero se paró a si misma, esperando la señal del mago. Al fin y al cabo no sabía que hacer con ellas.

 

 

- Ahora, siento que tu llegada a la familia no fue casualidad. Vamos, que no es la de ninguno. Las runas no te darán una respuesta, pero sí un camino de pensamiento, ¿por qué no desciframos de dónde vienes?- dijo Orión, interrumpiendo la linea de pensamientos de la chica.

 

El cuello de Evedhiel volvió a tensarse. Su procedencia era un tema tabú en su mente, y el hecho de que jamas hubiese descubierto de ello mas que leves pistas la ponía de mal humor. Decidió darlo por zanjado hacīa varios años.

 

La dextresidad de movimientos de su mano izquierda mientras agitaba levemente las runas y las dejaba caer sobre el tapete le demonstró lo contrario.

 

 

En las runas, 3 caras rugosas le devolvieron la tirade: Una Estrella de 11 puntas, dos lineas paralelas sobre un circulo y dos simples puntos rodeados por unas lineas discontinues que aparecian y desaparecían.

 

Evedhiel miró a Orión expectante, esperando su discurso sobre el significado de aquellos simbolos.

 

 

 

@Orión

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