Hogsmeade.

[David Augustus Lestrange]

(Reciclado. Vs Samantha.)

¿Era Hogsmeade? Podía ser. Llevaba tanto tiempo lejos de Reino Unido que algunas poblaciones que antaño le resultaban familiares y que conocía mejor que su propia mano hoy le parecían desconocidas. Era de madrugada, el cielo estaba despejado y hacía frío pero esa circunstancia nunca le había causado problemas, todo lo contrario. Era una persona que prefería los climas fríos, sentir como el aire frío golpeaba su agraciado rostro era una sensación que le hacía sentirse vivo. Sus pasos resonaban por la amplia calle por la que avanzaba sin prisa pero sin pausa. No se escuchaba prácticamente nada, de vez en cuando sí que podía oír el ruido de algún animal pero no le daba la impresión de que estuvieran muy cerca.

La calle se extendía a lo lejos, no podía ver el final de la misma y tampoco veía a nadie más por allí. La iluminación no era muy buena, había unas cuantas farolas pero no daban la suficiente luz como para poder ver cualquier movimiento que pudiese ocurrir a su alrededor, y eso que la Luna Llena que había en el cielo ayudaba. Suspiró. Se sentía extraño por estar en aquella población después de tanto tiempo. Estaba contento de tener la oportunidad de volver a ver a las personas que había dejado en el país antes de su marcha, pero también intrigado. Desconocía si sus relaciones sociales se mantendrían igual que antaño o el paso del tiempo y la distancia habían provocado que estas cambiasen o directamente desapareciesen.

Un ruido a lo lejos le hizo volver a la realidad y olvidar sus pensamientos. ¿Había alguien más allí o se había imaginado el ruido? Estaba en modo alerta. En un movimiento rápido sacó su varita del pantalón vaquero que llevaba. Estaba utilizando ropa muggle, unos jeans, un jersey y unos zapatos. Tenía que acordarse de comprar pronto una túnica, las pocas que tenía las tuvo que tirar porque estaban hechas una pena. Con la varita en alto miró a su alrededor dándose cuenta de que estaba aproximadamente en el centro de la calle. Se dio la vuelta, le había parecido que el ruido venía de detrás pero no estaba seguro. Miró a su derecha y vio que aproximadamente a unos siete metros de distancia había un par de cubos de basura, al lado de los mismos había algunos objetos que parecía rotos, como una silla sin una pata o una lámpara partida en dos. Además un par de gatos buscaban cerca de la basura, imaginaba que en busca de comida...

A su izquierda, a aproximadamente otros siete metros se encontraba una par de bancos para sentarse. No había nadie, sobre ellos parecía haber un par de periódicos abandonados que se movían levemente debido a la brisa que soplaba. Sobre uno de los bancos estaba posada tranquilamente una paloma picoteando algo, no sabía el qué... No muy lejos otra paloma se acercaba seguramente para querer comer de lo mismo que estaba comiendo la primera. Detrás no había nada que estuviera en un radio inferior a quince metros y enfrente suya... ¡Sí! Vio una sombra, estaba a unos ocho metros más o menos, parecía un ser humano pero no era capaz de distinguir su rostro. No sabía quién era, qué hacía o qué quería pero ante la duda... Apuntó con su varita a su pecho y después de una elegante floritura...

—Sectusempra

Un rayo de luz salió de su varita en dirección al pecho del desconocido sin que nadie o nada pudiera impedirlo. En caso de impactarle su vida correría grave peligro, el rayo le causaría heridas por todo su cuerpo que necesitarían de una pronta y eficaz curación.

[Samantha Sokal]

Samantha había tenido un muy mal día. Su vida en la comunidad mágica estaba siendo mucho más difícil de lo que ella, en un principio, había esperado. Había pasado toda la tarde considerando volver al hospital muggle en donde tantos años había trabajado y olvidarse, una vez más, de que era una bruja. Sin embargo, no podía evitar pensar en el hecho de que, si tomaba esta decisión, se arriesgaba a que en algún momento, volviese a ocurrir lo que había ocurrido en Dublín.

 

Tenía mucho en que pensar y decidió que un paseo a la madrugada por la vieja Hogsmeade de sus tiempos de colegio tal vez la hiciera recapacitar o, al menos, le trajera los buenos recuerdos de una época tan pasada que parecía de otra vida.

Se puso una túnica verde oscura y se miró al espejo. Era la primera vez que se vestía de bruja en más de 15 años. Aun así, no dejo las botas de cuero y tacón ancho y medianamente alto. Y así se fue, apareciéndose en una desolada calle de Hogsmeade.

 

Comenzó a caminar, la brisa le daba en la cara. Hacía frío. Y eso le gustaba, respiró profundo. No parecía haber nadie a su alrededor, más que un par de gatos que husmeaban en un basural y un par de palomas hambrientas a las que poco a poco se le iban sumando compañeras en busca de sobrevivir con la poca comida que solía haber con ese clima.

 

Con la varita dando vuelta entre sus dedos, más por nerviosismo que por otra cosa, levantó la vista. Alguien estaba a lo lejos. La brisa a favor le permitió escuchar que quienquiera que fuese había dicho algo, sin embargo no sabía que. Y tampoco tenía tiempo para pensar. Vio un rayo dirigirse hacia ella.

- ¡Protego! –dijo en voz alta, creando con su varita un escudo que la envolvía y hacía que el rayo rebotase en el. ¿Por qué la habían atacado? No creía tener enemigos, aunque claro, nunca se sabía.

La figura parecía la de un hombre, no tenía la menor idea de quien sería pero si la atacaban, ella no se iba a quedar de brazos cruzados.

- ¡Petrificus totalus! –dijo apuntando a su agresor. Un rayo salió de la punta de Tyr en dirección al cuerpo del individuo que la había atacado con la intención de inmovilizarlo totalmente. No quería matarlo sin saber primero quien era. Aunque la intención de él había sido evidente.

 

 

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[David Augustus Lestrange]

El rayo enviado no logró impactar en su objetivo, la persona desconocida había logrado defenderse con habilidad y sin mayores complicaciones del rayo del joven. No tenía ni la menor idea de quién podía tratarse, pero de lo que estaba prácticamente seguro era de que se trataba de una mujer. Seguía sin saber las intenciones que podría tener, pero no quería arriesgarse a preguntar, despistarse y acabar recibiendo un ataque inesperado. Era posible que ambas personas solamente se hubiesen encontrado de casualidad y que empezasen un duelo sin motivo, pero esa clase de enfrentamientos siempre eran una buena forma de pasar la noche y evitar el aburrimiento. Nunca le había dicho que no a un combate mágico y esta ocasión no iba a ser una excepción.

 

—Sectusempra

 

No lo había logrado a la primera pero no había motivo para pensar que no podría lograrlo a la segunda. Justo después de que la desconocida se defendiese sin apuros, el joven volvió a lanzar un rayo que salió de su varita volando directamente hasta el pecho de esa mujer. Fue una grata sorpresa para el estudiante de Gryffindor en sus tiempos de Hogwarts que dicho rayo diese de lleno en el pecho de su objetivo. Ella no había querido o podido defenderse y el rayo le había impactado causando heridas graves en su cuerpo que necesitarían de una pronta, rápida y eficaz curación. Y no solamente eso, una curación no bastaría. Si se curaba ahora y sobrevivía, en un periodo de tiempo no muy grande tendría que volver a hacerlo para estar completamente sana a no ser que quisiese morir.

 

La que portaba una túnica verde oscura en vez de defenderse había optado por atacar. El joven visualizó como un rayo viajaba directamente hacía él, intentó hacer una floritura rápida con su varita, pero no logró defenderse y este le impactó de lleno. De pronto sintió como todo su cuerpo se paralizaba, no podía mover los brazos, no podía mover las piernas, no podía mover absolutamente nada. Pasaron unos cuantos segundos hasta que empezó a notar de nuevo que podía moverse. Suspiró aliviado. Al parecer ella no había tenido intención de dañarle, pero se había equivocado al dar a esas facilidades a un completo desconocido y era posible que esa piedad que parecía tener la pagase caro tarde o temprano.

 

—¿Quién eres? ¿Qué quieres? ¿Qué haces aquí?

 

Preguntó esperando sus respuestas, aunque imaginaba que no se las daría muy rápido porque antes aún tenía que curarse de las graves heridas que la hacían perder tanta sangre de una forma tan veloz.

 

 

 

 

@@Samantha Sokal

[Samantha Sokal]

A Samantha nunca le habían disparado. No sabía lo que era un hechizo, ni una herida de bala, ni siquiera un cuchillo clavado. Nunca había tenido un accidente y ni siquiera había sido operada en su vida. Por eso cuando vio el rayo dar en medio de su cuerpo no midió los riesgos que esto implicaba. Pero el dolor llegó, no tan fuerte como se lo hubiera imaginado pero ahí estaba, y la sangre brotaba tiñendo su túnica verde de un bordó amarronado húmedo y pegajoso.

- Episkey –pensó apuntándose a sí misma con la varita. Agradeció a quien había inventado ese hechizo no verbal. No tenía idea de si habría sido capaz de articular palabra.
Aun con el episkey se sintió débil. No estaba curada del todo. Sin embargo no iba a dejar que la mataran así como así. Sabía que corría en desventaja, no era buena con los hechizos, pero tampoco era de las que se dan por vencidas antes de estar muerta y enterrada.

 

Miro a su oponente. Apunto a Tyr hacia los pantalones jeans del hombre y no dudó.

- ¡Morphos! –dijo con toda la energía de la que era capaz. Los pantalones del hombre se transformaron en una avispa marina que al solo roce con la piel del rival lo envenenaría produciéndole la muerte en pocos segundos.

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[David Augustus Lestrange]

Por desgracia sabía curarse, si ella no hubiese sabido estaría muerta. El duelo tenía que continuar, no había de otra. Le había hecho un par de preguntas, unas preguntas que no obtuvieron respuesta por su parte. ¿Por qué se negaba a responder? Si lo hacía era posible que todo se terminase y que saliese viva de allí, pero si prefería no contestar a las cuestiones lo más posible es que acabase pagándolo. El joven no se andaba con tonterías, si por su propia seguridad debía de acabar con una completa desconocida lo haría sin ninguna clase de problema.

 

—Silencius.

 

Viendo que no quería responder, ahora no respondería porque no podría. La acababa de silenciar. Segundos después de pronunciar ese hechizo apuntando para ella vio como movía los labios, pero no salía palabra alguna. Había logrado silenciarla con éxito y a la vez había logrado impedir que hiciese un hechizo porque cuando ella movió los labios parecía apuntar al joven dispuesta a atacarla. Sin embargo, silenciarla era demasiado aburrido, quería atacarla, quería que todo aquello terminase rápido a no ser que de una vez contestase.

 

Le había enviado dos rayos anteriormente, dos rayos completamente iguales. Uno había impactado y el otro no, era hora de cambiar de estrategia y probar algo diferente. Sabía que podía tener la victoria en su mano, solamente tenía que atacarla sin descanso y evitar que se curase del todo, tarde o temprano acabaría muriendo. Pensó en hacerle un hechizo que le pudiese quitar la varita, pero al final se decantó por un ataque que no solía utilizar casi nunca. Pensó en un Seccionatus.

 

En el momento en el que pensó en ello doce medias lunas salieron de su varita volando directamente al cuerpo de la mujer. Era un ataque que casi nunca realizaba, pero le gustaba cambiar y probar nuevas cosas. ¿Le funcionaría? Pronto lo descubriría. Las doce medias lunas iban en su dirección y si le impactaban provocarían cortes en los lugares donde le impactasen.

[Samantha Sokal]

Samantha aun estaba herida, sin embargo no iba a dejarse vencer así como así. Miró su cuerpo y vio que las lesiones aun sangraban un poco pero levantó su varita y apunto a su rival.

 

- Sectusempra -dijo en voz alta y un rayo salió de Tyr. Un rayo que provocaría en su oponente lesiones en todo el pecho.

 

Pero apenas salió el rayo de su varita la bruja danesa sintió una punzada en las heridas que ya tenía. Una docena de mediaslunas se clavaron sobre su ya magullado cuerpo. Por suerte, esas medialunas no eran mortales y se todas incrustaron en las heridas que ella ya tenía desde antes.

 

Vio como el rayo de su último hechizo impactaba en su rival y suspiró. Dirigió su varita hacia si misma y pensó -Episkey. Al instante sus heridas se cerraron. Había tenido suerte en que las medialunas dieran en donde ya tenía la piel cortada y en que ninguno de estos lugares era un lugar vital. Se palpó el cuerpo, no, ya no tenía ninguna herida en ningún lado. Estaba sana.