Runas Antiguas - Idiomas

[Oriánthi]

Se concentro un segundo en ver como la bruja daba pequeños besos a su café en manera de sorbos, una respiración corta y fugaz seguida de una sonrisa fue todo lo que sucedió luego de las palabras de su profesora. Estaba un poco tentada a seguir con su pequeño juego de palabras, pero no buscaba tampoco que se encontrara en una situación incomoda, tal vez eso no le importaría.

-- No solamente con la lengua, ¿Caliente? eso que no me has dejado prender fuego nada. -- Le guiño un ojo.

El glamour, la exquisita y reconocida gastronomía y el romanticismo que envuelve a Francia es demasiado agobiante para la demonio, unos cuantos pensamientos cruzaron por su mente y seria feliz con el solo hecho de poder sembrar algo de caos... Después de todo no siempre podía tener la oportunidad de viajar hasta Francia y presenciar tantos muggles juntos.

Estaban festejando algo que llamaban Festividad de la Asunción, o al menos eso lograba entender entre las palabras que los residentes gritaban, revoleo sus ojos y bufo, ellos y sus dioses muggles eran algo que aborrecía; pero aun así ahí estaba.

-- ¿Una argolla? -- la miro mientras apoyaba su café a un costado.

Se quito la blusa blanca que traía puesta en ese momento, dejando al aire sus firmes pechos, ya que no utilizaba brazier en ninguna oportunidad, poco le importo los presentes, algunos la miraban con algo de emoción, sin embargo para ella era normal estar semi desnuda en la vía publica y se lanzo al rió. Un cardumen de peses salieron disparados por doquier en cuanto Dánae se adentro al rió, una floritura de su varita y un casco burbuja se formo en su cabeza para permitirle respirar en su travesía del princeso, sireno Marcus.

-- ¡MARCUS! ¡MARCUS! -- Gritaba debajo del agua, como si alguien fuera a oírla. -- Marcuuus -- Canto desatinadamente. (?)

Sus sentidos se habían alertado y sentía bajo presión. Una pequeña sombra se acercaba hacia ella, a medida que mas estaba cerca, mas se agrandaba y ¡PUM! para su sorpresa, la criatura mitad humana se había presentado frente a ella, con un tridente y una cara muy poco amigable, la Triviani frunció el ceño y se abrumo. No le gustaba que la recibieran así, y se ponía caprichosa en esos momentos...

-- Vengo por una concha, una argolla... Necesito que me la entregues... -- Pidió amablemente.

A lo que él había mostrado un poco de resistencia y desacuerdo, preguntas que buscaban indagar en quien había enviado a la demonio hasta las profundidades del rió y en busca de aquel objeto, que aun ella no sabia que importancia tenia.. Se inmuto y por su poca paciencia se lanzo sobre el dándole golpes en la cabeza como una demente y gritándole que le entregara su concha.

Hasta que obtuvo lo que buscaba y le lanzo un sectusempra con sus labios fruncidos, volviendo a la superficie para encontrarse con Gabrielle... Saco la cabeza fuera del agua y ahí estaba ella, con su mirada seria, tomando café mirando que clase de desmadre hacia mientras Dánae buscaba su argolla. -- Aquí la tengo, solo debes agarrarla. (?) -- subió hasta el puente, busco la mano de Gabrielle y se la puso sobre ella.

@@Gabrielle Delacour

[Mael Blackfyre]

Tomé el saquito que había volado algunos metros entre Orión y yo. Sonreí ante aquel gesto. ¿Ninguna explicación teórica antes? Eso me agradaba. Hacía años que había intentado dejar de ser un profesor aburrido. Y me agradaba encontrarme con algunos que pensaban igual. Leí de nuevo, aquellas palabras que estaban marcadas en el pizarrón.

 

— No estoy muy seguro si sirven realmente para todo. Estoy seguro que tiene más que ver con las situaciones. Con la energía o no, que uno tiene que ponerle a las decisiones —expresé las primeras palabras que salían por mi boca. Estábamos tranquilos, ya que las dos chicas se habían marchado de allí. Giré mis dedos, jugueteando con el saquito con runas mientras caminaba algunos pasos. Me detuve. Tomé una o dos runas para ver que el profesor tenía razón—. Se me ocurren situaciones cotidianas. Pero que a la vez tienen que ver con decisiones importantes que pueden cambiar el rumbo de tu vida…

 

»Abrir un negocio en el callejón Diagon. Conseguir un nuevo empleo en el Ministerio de Magia. ¿Abandonar algo que amas?« comenté aquellas tres cosas. Las dos primeras eran algo que me estaba sucediendo en el presente. Estaba seguro que Fabricantes de Mentiras podría tener éxito. O sería un absoluto fracaso, pero todas las decisiones que iba tomando, iban acompañadas de un aura que ayudaba o me retrasaba. Y la última situación tenía que ver con algo que venía girando alrededor de mis pensamientos hacía tiempo. Pero para incluso no pensar más, me había encargado de ocultarlo bajo la Oclumancia.

 

— ¿Tiene que ver con eso? Tomar una decisión y que las runas te guíen en cuanto a “luz” o “oscuridad”. Saber cuan limpio o peligroso es el camino que vas a tomar. Aunque uno mismo tiene que decidir qué hacer mientras tanto. ¿No? —le pregunté, esperando que me respondiera aquellas dudas. Y que me mostrara como se lanzaban aquellas runas. ¿Las pondría en práctica? Esperaba que si, porque iba a tener que comprarme un juego para mí.

 

@@Orión Yaxley

Editado 18 de Septiembre del 2018 por Elvis F. Gryffindor

[Gabrielle Delacour]

-He de admitir que pensé que no llegarías... O sobrevivirías.

 

Dio el último bocado a su pastelillo y extendió la mano al ver que la Lestrange daba a l anillo que le había mandado localizar. Le observó en su mano y sonrío a la chica.

 

El idioma debajo del mar pensaba que le sería de dificultad a la joven pero pareciera que solo quedo en el pensamiento.

 

Guardo el anillo en uno de sus bolsillos y su mirada se clavó en su alumna, un buen reto y había sido más que sencillo para ella.

 

- Pues no queda más que decirte que estás aprobada... Fue un placer, ahora a cambiarte a tu casa antes de que agarres algo más que un resfriado.

[Mael Blackfyre]

Me quedé esperando a que Orión Yaxley me respondiera a la pregunta que estaba realizando. O mejor dicho, que me confirmara las palabras que estaba tratando de deducir dentro de mi cabeza. Las runas eran un elemento que permanecía en el mundo mágico desde que tenía noción. Los hechizos estaban representados bajo éstos símbolos, al igual que la historia, que los mapas, que todo lo que tuviera que ver con la magia. Inclusive lo usaban los muggles.

Pero un detalle me llamó la atención. Y dejé de prestarle atención al profesor, para enfocarme en una runa que había cambiado de forma. ¡Estaba seguro que había cambiado de forma!

Si había algo de lo que estaba seguro, era de la percepción que tenía con la magia que rodeaba el lugar. Era hábil en distinguir si había rastros de magia y allí se había alborotado el aire y había sucedido algo. No estaba seguro de qué, pero había ocurrido algo. Me acerqué al pizarrón y con la varita, porque claramente la supervivencia básica te enseñaba a no tocar nada con la mano directamente, toqué una de las runas, leyéndolas en voz alta.

— Mae hud yn bwer. Ut in quolibet de cordibus vestris.

¿Qué estaba diciendo? Parecía que por cada letra que iba diciendo, iba uniéndose a la siguiente e iba adoptando todo el sentido del mundo. Parecía que iba entendiendo a qué hacía hincapié. Volví a leer la frase. Un poco más rápido. Hubo una diminuta alteración en el aire a mi alrededor. Ésta vez si usé mi mano para rozar aquellos trazos, los cuales, no parecían garabatos en la madera más que en tiza.

Una de las runas, una extraña Q, empezó a emitir un resplandor dorado. Se movió ligeramente e hizo estremecer a las de alrededor. Todo el salón desapareció. No escuchaba ni veía nada, solamente podía sentir que flotaba en el aire. Algunas runas más aparecieron. Podía recordar algunas de ellas, pero estaba seguro que otras no tanto. Mis pies se volvieron más pesados.

Toqué tierra firme y todo empezó a dejar de girar. Los manchones de colores empezaron a quedarse más estáticos y pude darme cuenta de dónde me encontraba. Una gran figura se me acercaba de a poco.