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Herbología & Conocimiento de Maldiciones


Anne Gaunt M.
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El aviso le había llegado tarde, pero no lo suficiente como para que la Gaunt no reaccionara con la prontitud necesaria para llegar a clase a su hora. O quizás un poco más tarde de la cuenta, pero nada demasiado preocupante. Lo único que no había podido hacer era vestirse adecuadamente para la ocasión, por lo que caminaba por los terrenos del Ateneo de conocimientos con un short vaquero y una camisa de cuadros en distintos tonos de rojo abierta bajo la que llevaba un top negro ceñido y escotado, que dejaba entrever sus curvas femeninas y la palidez de su piel.

 

Conforme caminaba, su cabello se acortó hasta quedar prácticamente a ras del cráneo salvo en la parte frontal, donde quedó un poco más largo y le cayó sobre una parte de la frente y un lado de la cara, todo de un color gris plateado que parecía más bien blanco brillante bajo la luz del sol.

 

Agradeció la sombra del edificio en cuanto la alcanzó, y se detuvo un momento para revisar una copia exacta de la nota que le había hecho llegar a su alumno de Herbología, que sería la materia que cubriría y la cual impartía su hermano Emmet. Sí, lo había citado en su aula de Historia. ¡En qué estaría pensando cuando redactó la nota!

 

Bueno, la esperaré allí y luego iremos al invernadero juntos. O a cualquier patio, dependiendo de lo que decidamos estudiar en el día de hoy —murmuró para sí misma. Con aquel pensamiento, dirigió sus pasos hacia el aula que siempre utilizaba para Historia de la Magia, la materia de la que ella era titular, y nada más abrir la puerta se sintió observada por las decenas de cuadros que albergaban a un montón de magos y brujas famosos de la historia.

 

¡Buenos días, profesora Gaunt! Pensé que hoy no dabas clase —la saludó una bruja del medievo, que llevaba un sencillo vestido de color beige.

 

Y así es, Hilda. Supliré a mi hermano en Herbología, pero me equivoqué de lugar y cité al alumno aquí. La costumbre, ya sabes.

 

La mujer comentó algo sobre su respuesta pero Anne no le prestó atención, sino que se sentó en una de las mesas destinadas a los alumnos para esperar al alumno. Esperaba que no tardase mucho en llegar para poder comenzar cuanto antes.

Editado por Pik Macnair

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CONOCIMIENTO DE MALDICIONES

 

Esa ocasión, es la primera en la que se atreve a citar a un alumno fuera de la Universidad Mágica o de Hogwarts. Está sentada en una de las bancas de la plaza, repasando un libro de artes oscuras para aprovechar aquel rato; espera con paciencia, tal y como lo prometió en la lechuza que envió a su estudiante, Hannity Jane. Aunque le resulta abrumador dictar una curso que tuvo que preparar con mucha prisa, está emocionada y feliz por lo mucho que le fascina aquella rama de la magia. Tiene altas expectativas no sólo de sí misma, sino de lo educativa que sería la visita que organizó. Aún así, se esfuerza para no dejarse llevar y, por el contrario, estudia algunos conceptos básicos en su libro, pues no quiere equivocarse ni siquiera en los detalles pequeños.

 

A esa altura del día, la luz del sol comienza a menguar y el cielo se llena de tonos pasteles, que le hace pensar en acuarelas coloreando un lienzo; el aire es frío y el paisaje se empalidece. Las calles de Ottery St. Catchpole están concurridas por las personas que caminan regreso al hogar. Afortunadamente, Astrid Bellamy vive en una zona poco concurrida del pueblo. Ellie leyó acerca de ella en antiguos ejemplares de El Profeta, meses atrás. Desde entonces, no ha parado de buscar en todo tipo de libros y registros la maldición que padece, esperando así encontrar el contrahechizo que la rompa definitivamente. No conoce su historia, sólo su sufrimiento. Lo cierto es que, aunque a Ellie le gustaría poder ayudarla, su interés es principalmente por lo intrigante y difìcil del caso. El ser la profesora suplente de ese curso, fue lo que la empujó a escribirle a Astrid y concertar esa reunión.

 

Luego de un rato, quizás unos quince o veinte minutos, alguien se acerca a ella y Ellie levanta la vista. Reconoce a Hannity, pues asistió a su fiesta de graduación. Espera que, el hecho de que sea conocidas, le haga sentir cómoda; probablemente, ese sea su primer curso postgrado.

 

Hiya —saluda, con su característico tono escocés, para entonces cerrar el libro y ponerse de pie. Como es usual, está vestida con una simple túnica negra y botas de charol, y su cabello rubio pálido está tejido en una trenza que cae sobre uno de sus hombros—. Bueno, normalmente enseño pociones, pero en esta ocasión seré tu profesora de Conocimiento de Maldiciones. Ya es un poco tarde, así que será mejor que nos pongamos a caminar —dice, al darse cuenta de que en poco tiempo habrá oscurecido por completo.

 

»Y, dime —musita, mientras caminan por una calle poco concurrida—, ¿por qué estás tomando este curso? Es decir, obviamente quieres aprender del tema, supongo, pero ¿qué esperas lograr con ese conocimiento?

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Había llegado una lechuza muy temprano, la razón era que sus clases de conocimiento de maldiciones en la universidad iba a comenzar aquel día, lo interesante era el horario y el lugar, no era en la universidad y la hora, bueno, era cuando iba a anochecer. No había mayor problema en eso, al contrario, parecía especial el horario, la rubia sonrió al ver quién sería su profesora, sería un miembro de la familia Ollivander y aunque la única ocasión que la había tratado era en la fiesta por si graduación estaba agradecida de que fuera ella.

 

Sin más, antes de salir al lugar donde la esperaban tomó su capa de viaje, aquella que tenía capucha y rozaba el suelo generando un murmullo al caminar, la cual cubría su atuendo casual de jeans oscuros, blusa sin mangas y sus queridas botas.

 

Ahora que podía aparecerse donde ella quisiera, por desagradable que fuera la sensación, era más rápido que ir a pie, así que miró su reloj y llegaba justamente díez minutos antes de la hora en la que le había dicho su nueva maestra.

 

-Buenas noches profesora Moody- dijo en voz un poco alta para hacerse notar sobre el viento que comenzaba a soplar.

 

La profesora saluda en el tono escosés que parece ser habitual en ella puesto que ya la había escuchado en la ocasión anterior y le habla acerca de que ella da clases de pociones -Es bueno saber que también dá clases de pociones, probablemente ese sea el siguiente conocimiento que curse.

 

Caminaron un poco y la Moody le preguntaba la razón por la que quería estudiar aquel curso -En realidad me interesa bastante el tema de las maldiciones y aprovecho la oportunidad ya que estoy en el departamento de Misterios y quiero ser de más ayuda a mis jefes, especializarme más en ésta área

 

Siempre le había llamado la atención el tema, suponía que su creciente interés había llegado después de la muerte de su madre adoptiva, además de ser útil al departamento y al ministerio mismo.

 

-Usted me inspira mucha confianza y espero aprender mucho acerca de lo que sabe usted relacionado a éste tema

 

La ojiverde sonrió y dejó que la Moody la guiará en aquella nueva aventura.

 

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Ellie está bien —le responde de inmediato a Hannity, cuando la llama "profesora Moody". Aunque la joven no se tratara de una familiar, el trato sería el mismo; a todos sus estudiantes, los haya conocido anteriormente o no, los anima a llamarla por su nombre de pila—. Espero verte en el ateneo... —responde, aunque no es momento para hablar sobre pociones. Mientras caminan, Ellie escucha atentamente la respuesta de la muchacha a su pregunta referente a la clase. Le alegra mucho no sólo notar su emoción por el curso, sino escuchar que se trata de una empleada del Departamento de Misterios, al cual la propia Ellie le dedicó meses de trabajo; aprendió muchas cosas allí, y espera haber sido de utilidad.

 

»Te entiendo perfectamente —le responde Ellie. Ya han llegado al lugar indicado: están frente a una sencilla casa de dos pisos, con un cuidado jardín, aunque un poco solitaria por estar al final de la calle, alejada de los demás hogares de esa zona del pueblo mágico—. Yo también era Inefable... me retiré temporalmente, pero tengo pensado regresar. Créeme, nunca vas a dejar de aprender cosas nuevas.

 

Finalmente, sonríe con cierta timidez ante las últimas palabras de Hannity, abochornada y abrumada, sin atreverse a comentar nada al respecto. Esa es su reacción habitual ante cualquier cumplido, incluso si viene de alguien cercano a ella.

 

—Hoy aprenderemos de Astrid Bellamy —musita Ellie, luego de tocar tres veces la puerta principal. Aunque parecería que está a punto de explicar el asunto, se queda en silencio hasta que la puerta se abre.

 

—Buenas noches —Astrid es una mujer joven, de unos veintitantos. Tiene la piel clara y radiante, el cabello de un rubio dorado que parece irreal y los ojos de un brillante verde. Ellie sabe que esa belleza no es humana, no por completo; ella es la descendiente de una veela, un dato que la mujer no compartió con ella sino que lo descubrió en su investigación previa—. Eileen Moody, ¿correcto?

 

—Sí, me alegra conocerla en persona —dice con la voz algo nerviosa—. Y ésta es la estudiante de la que le hablé, Hannity Jane.

 

Luego de las respectivas presentaciones y saludos, la mujer las invita a entrar. La sala está acomodada y un olor a café recién colado llena el lugar y parece otorgarle un aura reconfortante. A pesar de todo, y a pesar de su belleza, el rostro de Astrid luce apesadumbrado. Ellie se pregunta si Hannity lo habrá notado, pero no comenta nada al respecto, pues no quiere ser insensible.

 

—Hace varios meses, dejé de buscar ayuda —comienza a hablar Astrid, sin que Ellie diga nada. Parece tener bien en claro el propósito de la visita, de modo que va al grano—. A diferencia de mi madre, sé muy bien que es prácticamente imposible encontrar el contrahechizo específico, si es que existe.

 

»Verán, mi madre no sabía que mi padre tenía otra familia —suspira, luego de tardar unos momentos en decidirse cómo contar su historia—. No estaban casados ni vivían juntos, pero, se veían... Cuando la esposa de mi padre lo descubrió, fue a la casa de mis abuelos, donde mi madre todavía vivía, y estaba tan enojada que la maldijo con todas sus fuerzas; le dijo que, como ella lo hizo, sufriría. Más tarde mi familia se enteró de que ella había asesinado a mi padre. Todavía está en Azkabán, así que, para la ley, se hizo justicia. Sin embargo, mi madre fue condenada.Como lo habrán adivinado, sí. Mi madre no sabía que estaba embarazada. La maldición pasó a mi... y, si tuviera hijos, pasaría a ellos.

 

—¿Puedo preguntar qué hace la maldición, exactamente...? —se atreve a preguntar Ellie, con un hilo de voz.

 

—Pierdo a la persona de la que me enamoro —suspira Astrid, luego de dirigirle una mirada de dolor que hace sentir a Ellie culpable—. Y, por si te lo preguntas, sí. Lo he comprobado. Yo no sabía que estaba maldita, hasta que sucedió la primera vez. Fue entonces cuando mi madre me contó la historia. Yo tenía dieciséis años.

 

Ellie no pretende seguir pidiéndole detalles a Astrid. Ya es suficiente. Cuando la mujer se levanta para servir el café, aprovecha de explicarle a Hannity por qué están allí.

 

—Una maldición es una de las herramientas de las Artes Oscuras —le explica en voz baja—. Es el peor tipo de magia oscura. Suelen tener la intención de hacer daño, controlar e incluso matar a la víctima. Seguramente, lo primero que piensas es en las maldiciones imperdonables: la maldición asesina, la maldición cruciatus y la maldición imperius. Son consideradas las más terribles. Pero eso no significa que sean las únicas. Quizás conoces otra, y ni siquiera sabes que es una maldición: el maleficio sectumsempra. Y hay muchas más que no conoces, como la que sufre la señorita Astrid Bellamy. Según mis investigaciones, podría tratarse de la maldición de la viuda negra: la mujer que, sin quererlo, provoca la muerte de la persona que ama románticamente. No estamos aquí sólo para conversar.

 

»Toda maldición puede ser rota, siempre que tengas el contrahechizo. Una persona fuerte podría resistirse al control de la maldición imperius, incluso resistir el dolor de la maldición cruciatus —también existe un contrahechizo contra el avada kedavra, y probablemente Hannity, siendo una Inefable, lo sepa. Ellie, sin embargo, no puede compartir ese conocimiento en voz alta, de modo que no menciona nada al respecto—. Si estoy en lo correcto, podríamos ayudar a esta mujer. Pero no quiero mencionar nada, pues no quiero darle falsas esperanzas.

 

»¿Algunas vez has escuchado hablar de esa maldición? —le pregunta— Si crees que tengo razón y vale la pena intentarlo, podríamos ir a la Biblioteca de Alejandría. Si existe un contrahechizo, creo que ése es el lugar donde podríamos encontrarlo.

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  • 2 semanas más tarde...

Hannity asintió con la cabeza después de que Ellie le dijera que esperaba verla en el ateneo, sin duda alguna así sería, el próximo conocimiento que cursaría sería el de pociones y más sabiendo que la profesora sería ella, a pesar de que Hann no la conocía muy bien o de más tiempo le parecía buena persona y maestra también.

 

-Estaremos encantados de recibirte en el departamento, siempre es bueno tener conocidos en el mismo lugar de trabajo - comentó la rubia cuando su profesora le decía que quería unirse nuevamente al departamento donde ahora ella trabajaba.

 

Llegamos a una casa muy linda, rodeada de un hermoso y bien cuidado jardín, la profesora Moody llamó a la puerta sin antes explicarle brevemente a la rubia la razón por la cual se encontraban allí, una chica rubia de belleza sobrenatural las recibía y saludaba, a la profesora y ésta hacia las presentaciones correspondientes, a lo que la rubia, después de notar el aspecto triste de la mujer saludó -Un gusto conocerla señorita Bellamy.

 

Posteriormente entraron en la casa que tenía un agradable aroma a café y la joven Bellamy comenzaba a relatar lo que decía acerca de la maldición que le habían lanzado a su familia, estaba atenta ante ese relato, pues Hannity no sabía si encontrarían el contrahechizo, a decir verdad no sabía mucho de maldiciones, así que solo escuchaba lo que la profesora y la joven hablaban.

 

Al escuchar de lo que trataba la maldición y sus efectos sintió un poco de pena, además de que, como Hannity era muy sensible al estar cerca de las personas y en cierta forma sentir las mismas emociones, sintió tristeza al imaginar el dolor que tendría si por un motivo como ese perdiera al Black, trato de evitar ese sentimiento y concentrarse en alguna solución, o en la búsqueda de aquel contrahechizo para ayudar a Bellamy.

 

Después de que la joven se levanta para ir a servir el café y ese tiempo lo ocupan Moody y Jane para intercambiar opiniones e información Hannity asiente cuando la profesora le habla de lo que son las maldiciones y en efecto, sus pensamientos viajan directamente a las maldiciones imperdonables, el seguir escuchando a su profesora le hace pensar en que no tiene la menor idea del terreno del que hablan.

 

-Creo que podemos ayudarla y confío en que tú tienes una idea de la maldición que se trata- se quedó callada un momento -Cuenta conmigo para ayudar a la señorita Bellamy, estoy dispuesta a ayudar en lo que haga falta.

 

Instantes después aparece la joven con una charola con una jarra y juegos de tazas de porcelana para ella y sus invitadas.

 

 

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Cuando Hannity Jane y Ellie Moody caminan por el campus de la Universidad, la noche ya está bien asentada en el firmamento oscuro y el frío aire. A pesar de que el café y las galletas de pasta seca que les convidó Astrid Bellamy estuvieron deliciosos, Ellie siente un gusto amargo en la garganta. La plática con la semiveela, aunque luego de las explicaciones iniciales no ahondó mucho en el tema de la maldición, de todas formas le resultó triste, simplemente por la atmósfera que se había instalado en el salón de estar. Al despedirse, por el efecto de las palabras de su estudiante, estaba convencida de que podían encontrar la forma de romper esa maldición. Cuando entran a la Biblioteca de Alejandría y leen el llamativo mensaje de bienvenida (la búsqueda del conocimiento no es fácil, pero su recompensa será el mayor tesoro encontrado), todavía siente esa seguridad. Espera estar en lo correcto. ¿De qué sirve el conocimiento, los estudios, si no pueden ayudar a las personas?

 

El camino a biblioteca fue silencioso. A decir verdad, Ellie esperaba que Hannity hablara más sobre el tema, no sólo sobre el caso de Astrid Bellamy sino también de la materia; sin embargo, decide atribuir su silencio a la tensión de la situación. No es un asunto fácil de digerir, las atrocidades que pueden hacerse con la magia...

 

—Entonces, sobre lo que te hablé hace rato de las maldiciones —dice, mientras se adentran en el lugar. A pesar de la hora, las lámparas flotantes están encendidas y no hay un sólo rincón del lugar que parezca cerrado al público—. ¿No te ha servido para notar que, hechizos que creías inocentes o simplemente normales, son maldiciones? —decide ser más explícita, esperando que Hannity reflexione en lo que ella espera.

 

Mientras hablan, Ellie conduce a la estudiante, aunque sin decírselo todavía, a la zona más restringida de la biblioteca, accesible únicamente para los estudiantes de la Universidad Mágica —y, por supuesto, los profesores—. Allí hay libros muchos más avanzados, especializados en cada uno de las materias que se imparten en la institución. Por eso, además de no tener acceso a los tomos del Departamento de Misterios, le pareció que allí podrían encontrar información sobre la maldición. Tras caminar un rato, dejando atrás los pasillos dedicados a otros conocimientos y habilidades mágicos, por fin llegan a donde están los libros sobre maldiciones. Ellie busca los tomos dedicados a recopilar las más extrañas y antiguas maldiciones, algunas incluso sin nombre, pero con claras descripciones. Sin embargo, al recordar que Hannity debe instruirse sobre el tema, se obliga a contener la emoción.

 

—Bueno... ¿por qué no eliges un libro? Puedes buscar la maldición que te comenté, pero tampoco podemos asumir que se trata de esa; así que intenta buscar otra maldición que coincida con el caso de Astrid Bellamy. Al saber con certeza de qué maldición se trata, podemos intentar buscar un contrahechizo.

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