Castillo Snegovik (MM B: 111885)

[Jank Dayne]

Marie

 

Resulta imposible mantener la boca cerrada. Tanto así, que tiene que cubrirla al cabo de unos segundos. Está impactada; aun más, deleitada. La libertad creativa que caracterizaba el salón de fiesta seguramente es la muestra de las tantísimas posibilidades artísticas que ofrece el Castillo, así que da rienda suelta a su imaginación y diseña cientos de talleres en su mente. Se muerde el labio, de nuevo. Tal vez podría tomarse un año sabático. Está segura que sus amigos la olvidarán de una forma u otra con el tiempo.

 

- Nunca he tenido un taller. Lo más cercano fueron cuatro paredes y una máquina de coser antigua, así que... Sería el mejor regalo del mundo, Leah.

 

Asiente con la cabeza, en señal de agradecimiento. En Italia se suele abrazar a la persona que te regala cosas o tiene detalles contigo, pero decide ahorrar el gesto para el futuro. Después de todo, sabe de antemano el estereotipo frío que antecede la personalidad de los rusos. Ella tampoco es muy dada a ese tipo de exaltaciones, a decir verdad. Capaz se termine acostumbrado a lo ceremonial. Son su nueva familia después de todo, o al menos eso quiere creer.

 

Sabe cuando sobra y se separa del grupo. No lo dice, pero piensa que o ella es muy joven o los demás muy viejos. Como siempre, termina sintiéndose excluida. Es por eso que se acerca de nuevo a las mesas. Se decanta por una bandeja flotante al fondo, la que al tronar sus dedos se dirige hacia ella lentamente. Sobre ésta yacen varios caramelos brillantes, especialmente luminosos. La curiosidad la vence y se mete a la boca los verdes. Puede saborear el limón, sí, pero también alcachofa. Decide borrar el sabor tomando vodka; Sorokina, su amiga, la envidiaría, pues sus padres no la dejan tomar licor. Ventajas de ser huérfana, supone.

 

Da media vuelta y se recuesta del borde de la mesa. La máscara empieza a flotar sobre su rostro, ya que se cansa de tener el cilindro que la sujeta alzado. Suelta un suspiro cuando reconoce la canción que suena. Es la que colocan cuando interpretan la escena del baile en Anna Karenina. De repente, se proyecta bailando con el Conde Alexis. Oh, ahora empieza a extrañar a Fabio.

Editado 20 de Octubre del 2018 por Jank Dayne

[Emmet Haughton Gaunt]

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- Muy agobiante la verdad pero me ha permitido tener varias cosas que siempre quise.

 

Le sonrió vaciando el contenido de lo que le quedaba a su vaso. Ser Director de uno de los departamentos más importantes del Ministerio de Magia le había permitido darse ciertos lujos que antes no podía tener o, simplemente, ostentar como sus nuevas criaturas mágicas: el Unicornio y el Ave del Trueno.

 

Miró a su alrededor y el salón comenzaba a llenarse cada vez más. El vampiro se preguntaba a cuanta gente le habían enviado la invitación y quiénes serían.

 

- ¡Claro que lo conozco! Casi un experto en reconocer especímenes venenosos - sonrió.

 

Dijo al ver al marido de Leah aparecer por detrás de ella. Sísifo había sido alumnos de él en la clase de Herbología que dictaba el vampiro en el Ateneo de Conocimientos.

 

Luego, había llegado una de las hijas de Leah, Kamra, a la cuál no había tenido la posibilidad de conocer hasta ese momento en que la bruja se la presentó.

 

- Un placer conocerte Kamra. ¿Que tal va la nueva familia?

 

Sus ojos se desviaron a la chica que ya se había distraído con la multitud de gente que comenzaba a copar el lugar. Emmet aprovechó a volver a Leah para retomar donde había quedado su conversación. Había mencionado de presentarle a un Squib pero el vampiro no podía rebajarse tanto por más sed que tuviera:

 

- Creo que conoces mis gustos, mi querida Leah - revoleó sus ojos - sacando algunos hombres que se han cruzado en mi camino - sonrió recordando cada una de sus aventuras - Esperaré a que algún invitado, emmmm ... interesante llegue.

 

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[Leah Snegovik]

-El placer es nuestro -respondió a la pareja que acababan de conocer-. Nos apetecía dar una fiesta, nos dio la impresión de que era la forma más adecuada de darnos a conocer como familia. Pueden servirse lo que quieran, están en su casa.

Su hija se retiró y la siguió con la mirada, se iba a reunir con una chica que no conocía. En el proceso vio a Oniria, lo que la hizo regresar la cabeza abruptamente hacia Emmet. Tembló apenas, aún sostenida por Sísifo. El director del Concilio tenía una facilidad innata para atraer su atención, tal vez porque su charla se mantenía entorno a temas de su agrado. Sísifo, el Concilio, acompañantes. Sonrió.

-No ha parado se hablar de venenos. Tengo la certeza que de eso no me voy a morir -le acarició el rostro a Sísifo y continuó-. ¿No has invitado a nadie esta noche? Me sorprende, siempre tienes algún pretendiente.

Movió la copa entre sus dedos con cierta parsimonia. Estaba bebiendo por nerviosismo y cuando bebía de esa manera, corría el riesgo de meter la pata. Dio un sorbo, todavía evitando ver a Sísifo o a Oniria a la cara. Mientras no lo hiciera, podía mantener la compostura. Se encontró entonces con Emilia, acercándose a la pista de baile con Baleiro. Alzó las cejas. El niño estaba encantado con su hermana, se le notaba en la cara, en la forma en que reía ocasionalmente. También vio a Marie, alejándose hacia una mesa donde no había nadie. Se había olvidado de llevarle la f***** bebida sin alcohol, pero la vio beber vodka. Los malos hábitos definitivamente eran cosa de familia. Ámbar fue hasta ella, parecía interesada en el vestido que llevaba. Los iguales se juntan.

@ @@Dennis Delacour @@Oniria @@Emmet Haughton Gaunt @@Emilia Malraux @ @ @@Jank Dayne @@Arya Macnair

[Oniria]

Sísifo:

 

 

 

 

Suspiré. Me aparté un segundo de Leah para servirme una copa. Yo también me estaba poniendo nervioso, me entristecía toda aquella situación. Oniria se había perdido con Insomnia, seguramente estaría en alguna habitación del castillo jugando con ella, evadiéndose. Baleiro tocaba la cara de Emilia con ambas manos, la palpaba como si fuera un tesoro, como si sólo a través de la piel fuese capaz de comunicarse.

 

Esperé hasta que Leah dejó de hablar con Emmet, para no interrumpir, y me acerqué a ella de nuevo. Quise enfrentarme a sus ojos, pero rehuía mi mirada. Acaricié su mejilla con delicadeza.

 

––¿Quieres enseñarme a bailar? ––Susurré, para que sólo ella pudiese escucharme. Sonreí con ternura y la abracé, incapaz de resistirme.

 

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[Jank Dayne]

Marie

 

Cuando va por el cuarto trago, la cabeza empieza a doler. Trata de caminar para despejarse, pero todo da vueltas. Vuelve a recostarse contra la mesa y cierra los ojos. ¿Cuándo fue la última vez que bebió? No lo puede recordar; tampoco quiere forzar demasiado sus pensamientos, pues incrementa la molestia. De lo que sí está segura es que debe detenerse sino quiere cerrar la noche con broche de oro. Si tiene suerte sabe que se le pasará, aunque de igual forma nadie lo notaría.

 

De repente, mientras aguanta la respiración, siente jalones en su vestido. Marie baja la vista y se topa con una melena rojiza espectacular. Se la acaricia para sentir la suavidad de los mechones, el olor tan puro que desprende. La niña le sonríe y ella hace lo mismo. Está exenta de preocupaciones, vanidades, deseos culposos. Qué envidia le da. Aún así, disfruta de su compañía.

 

- ¿No estás muy pequeña para seguir despierta a estas horas? - no espera respuesta, ya que cualquiera de los demás brujos en la sala podrían preguntarle lo mismo. Al contrario, arranca una de las esquirlas de hielo que cuelgan de su ornamento de madera y, en un chasquido, la moldea en forma de flor. Está diseñada, además, para que los pétalos giren tan rápido que pueda volar a su alrededor. Aprendió ese truco durante el segundo año en Koldovstoretz, y todavía lo considera una de las magias más bellas. Se lo entrega a la infante, albergando la esperanza de que no la arroje en unos minutos.

Editado 21 de Octubre del 2018 por Jank Dayne

[Dennis Delacour]

Prestó atención diligentemente a las palabras de la dueña de casa, muy amables y con un tono bastante agradable a lo cual no pudo evitar sonreír. La verdad es que la rubia no era muy asidua a fiestas pero había querido salir de la rutina y distraerse, razón por la cual había decidió hacer caso a la incitación que le había llegado a la mansión, pero en ese momento sentía que había sido la decisión correcta, no sabía el porque pero se sentía a gusto entre ese grupo de personas allí reunidas. — Muchas gracias, así lo haremos — le dijo con una sonrisa por la formidable atención.

 

De pronto la joven que estaba segura de que era Kamra a pesar de la mascara se alejo del grupo manteniendo la mirada de Leah sobre ella para luego seguir conversando con un caballero presente junto a ella, pero la joven mantuvo la mirada fija en ella para darse cuenta de que se había alejado para encontrarse con alguien, y si su buena vista no le fallaba aún a pesar de la distancia estaba segura de que era Alessandra, nadie mas tenía la capacidad de dejar a Kam en un estado hipnótico con solo hacer acto de presencia.

 

De pronto no pudo evitar oír algo de la conversación de los presentes, venenos y herbología, lo que hizo que dedicara un poco mas de tiempo en mirar disimuladamente al mago de cabello azul, entonces la sensación que le era un poco familiar le hizo que recordara haberlo visto en el ateneo de la universidad cuando ella fue a tomar su clase de primeros auxilios, e incluso allí había visto a Sisifo aunque solo fuera por un par de minutos y no cruzaran palabra alguna. Por lo visto Ottery era un lugar mas pequeño del que creía.

 

Se giro entonces para prestarle atención a Garry quien se había quedado un poco callado luego de las presentaciones, — Y entonces mi querido amigo quieres otra bebida o le perderás el miedo a la pista de baile — dijo con tono divertido y esperaba que esas palabras no hicieran al mago salir huyendo.

 

@ @ @ @ @Oniria

[Leah Snegovik]

Cerró los ojos ante el contacto de Sísifo. Le transmitía calor, seguridad. Incluso en ese momento, se sentía tranquila cuando la tocaba. Su proposición le habría fascinado hacía unos minutos atrás, cuando lo único en lo que pensaba era en la felicidad que compartían. Todavía entonces logró activar su corazón otra vez, casi podía oír sus latidos otra vez, desbocados por él. Sonrió con un dejo de tristeza, desde su hombro.

-Me encantaría, mi amor.

Se quedó abrazada a él por un momento algo largo, hasta que recordó que tenían público. Realizó una pequeña reverencia para su amigo y le dio una palmadita en el hombro.

-No te preocupes, te encontraremos a alguien. ¿Me disculpas un momento?

Le encantaba la pieza musical que resonaba en el salón. Anna Karerina, extraordinario. Mazurka, era un baile difícil pero había una ventaja entre ellos dos, se conocían demasiado bien como para no lograrlo. Alzó las cejas.

-No dejes de mirarme -pidió, lo miró a él por primera vez en varios minutos. Estaba triste.

Empezó a moverse. Como con Oniria, sus pensamientos iban de la mano, al igual que sus cuerpos. Cuando giraba, él lo hacía, cuando se juntaban, iban al mismo sitio. Lo que empezó con torpeza pronto cobró forma de baile. Amaba a Sísifo, tanto que se le estrujaba el corazón al verlo con esa expresión de concentración. Habían construido ese lugar para los tres, para sus hijos. Se sintió repentinamente vacía. Oniria no estaba en el salón y era su culpa. Por fin la lágrima que venía conteniendo se le escapó. Dejó de mirarlo.

@@Oniria

[Oniria]

Sísifo:

 

 

 

 

Bailamos por unos minutos. Al principio yo era algo torpe, casi tropezaba, perdía el ritmo. Pero pronto me adapté a los pasos de Leah y adopté la fluidez del agua. Detectaba la tristeza en su mirada, pero no quería preguntar. Prefería que fuese ella quien lo exteriorizase. Cuando observé aquella lágrima diminuta descender por su mejilla, detuve mis movimientos y cubrí su rostro con las manos.

 

––No tienes que esconderte de mí ––murmuré–– sé que estás triste, y sé por qué. Llevas apartándome la mirada desde hace rato.

 

La estreché contra mí. Su cuerpo me pareció extremadamente pequeño entonces.

 

––Sé que esto es difícil para ti. No tienes que sentirte culpable.

 

La miré fijamente, en silencio, afligido. Me sentía imponente, ¿cómo era posible que no existiera un hechizo para erradicar el dolor? La magia, como todo en el mundo, era injusta con el corazón.

 

@

[Leah Snegovik]

Con el rostro encerrado, no podía evitar mirarlo. Sus ojos grises veían en su interior, la leían. Sísifo la conocía tanto que la volvía vulnerable. Se sintió tan pequeña como él la percibía, inofensiva entre sus largos dedos. Otra lágrima bajó por donde se había escurrido la primera pero no llegó a sentirla, de pronto tenía la nariz contra su pecho.

-Es culpa mía -asintió-. La veo sufrir, no puedo hacer nada para hacerla sentir mejor, ni siquiera puedo tragar a Arya. Se supone que iba a ser nuestra noche.

Cedió al abrazo. Le rodeó la cintura y se quedó pegada a él. De lejos daba la impresión de que bailaban, que era solo un momento romántico en medio del cambio de música.

-No voy a poder arreglarlo, al final la hice elegir -murmuró.

Iban a llamar la atención, lo sabía, así que buscó su boca para disimularlo. Fue un beso humedecido por el par de lágrimas que se había permitido llorar. Su fiesta, el maravilloso momento de los tres, se había esfumado con una sola presencia.

@@Oniria

[Hessenordwood Crouch]

Las presentaciones habian sido más cortas de lo esperado, cordiales por supuesto, demasiado estándar según Grell, pero tampoco sorprendían ni ofendían al muchacho, es entendible, con tantos invitados, con tantas personas llenando el salón, los anfitriones tenían algo más que contar. Asi que solo puede asentir una vez más cuando Dennis agradece la invitación de la señora Snegovik de disfrutar el evento. Ollivander necesita solo ver a la pequeña mujer volver a la pista de baile en compañía de Sísifo para comenzar a entender que nada más podría importarle ahora a ella.

 

En realidad, hasta ahora, lo que ha comenzado a inquietarle es el pronunciado silencio que se ha hecho entre Dennis y él una vez que Leah se ha marchado. De reojo puede ver a la muchachita rubia distraída, aparentemente tratando de encontrar, en las caras enmascaradas, algún rostro que le resulte familiar. Garry se pregunta si ella ya ha sido capaz de encontrar a alguien conocido, porque él ni siquiera ha hecho el intento, a pesar de que algunas voces ahí cerca le resultan familiares de más, pero poco se inmuta siquiera y permanece junto a Delacour, haciendo un esfuerzo para no decir algo que fastidie la noche de ella.

 

Dennis le habla nuevamente después de un rato, él apenas puede atender sus palabras con un gesto confundido, pero que no deja de parecer divertido. Con cuidado en una mesa cercana ha dejado la copa vacía y tantea cuidadosamente sus palabras con apenas una sonrisa dibujada en el rostro habitualmente desabrido. ―Creo que me gustaría un par más de estas antes de intentar cualquier otra cosa-, su mirada se desvía apenas hasta los grupos de invitados que se forman por el salón, ―Pero creo que usted se ha confundido, Dennis…-, su rostro es serio y la pista de baile finalmente se centra en su mirada. ―Yo siempre he sido muy bueno para el baile-, soltó con fingida pretensión.

 

@@Dennis Delacour