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Astronomía - Maestría con Escobas


Kahlan Blackthorn
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Su fascinación por el universo era infinita tanto o más como lo era por los sistemas de planetas, galaxias, constelaciones y agujeros negros que componían todo ese mundo de cuerpos celestes. Sus libros sobre dicho tema siempre estaban abiertos sobre su escritorio, así como sus telescopios dirigidos a un sitio en particular. De momento sólo estudiaba lo que pudo recopilar en su último viaje, fotografías y notas de coordenadas pertenecientes al reciente eclipse que cautivo a los muggles. Seres que conocían poco o nada de las maravillas que se escondían en el cielo que les servía como techo, ahí radicaba el trabajo de diversos astrónomos y el suyo propio. Para Malfoy, iba más allá de admirar estrellas que destellaban todas las noches en el oscuro firmamento, ella ansiaba llegar a lo más profundo y entrañable de los secretos que albergaba en universo.


—Se han registrado cambios significativos en los hombres lobo y otras especies, debido a este fenómeno cósmico—sentenció rebuscando la foto que pudo captar de la luna, cuando estaba en el momento clímax del eclipse. El sol estaba cubriéndola con su imponente cuerpo, dejando solo un halo dorado a la vista de todos los presentes, pero ella pudo ver algo más que los ojos comunes y corrientes, jamás serían capaces de percibir. Dentro de ese halo existían pequeños fragmentos que podían ser catalogados como duendecillos o hombrecillos microscópicos, destacando en ellos las garras que brotaban de sus dedos. Tal vez una nueva generación de hombres lobo de estaba gestando, pero como llegaron al espacio. Aquella teoría le resultaba francamente descabellada sin lugar a dudas, para ella todo era ciencia cuando se ponía en plan de astrónoma.


La clase con Mia estaba a nada de comenzar, dejaría sus análisis para otro momento. Necesitaba enfocarse en los temas que trataría dentro del sitio que eligió para impartir la clase. Invitarla a un sitio plagado de actividad planetaria, no era para nada una mala idea, pero optar por un observatorio, ya le resultaba francamente trillado. El Gran Cañón era un paraje atractivo a los ojos de la Nigromante, colocar telescopios y armar cartas astrales sería una experiencia enriquecedora para ambas sin lugar a dudas. Decantándose por ese lugar, comenzó a preparar todo lo necesario, desde una casa de campaña hasta lo que comerían al llegar al recinto rocoso. Acomodando todo en una pequeña mochila, revisaba de nueva cuenta cada uno de los elementos que ambos necesitarían, cartas astrales, telescopio, varita mágica, pluma y ante todo ansias por indagar más allá de lo que les permitieran sus limites personales.


—Creo que todo esta listo, solo resta enviarle la misiva y que se dirigía al sitio pactado. No tengo la menor duda de que lo pasaremos de lo mejor—esbozando en sus labios una lóbrega y enigmática sonrisa, alcanzando con ese gesto tan peculiar sus gemas lapislázulis arañando la poca razón que le quedaba intacta. Dudaba que eso aún residiera en ella, pero al ser una profesora de Ateneo era mejor mantener las apariencias, aunque teniendo a la Black Lestrange a su lado, aquello resultaba ser prácticamente imposible sin lugar a dudas. Desviando su atención a la osa mayor que reposaba sobre una repisa, hechizaba está para enviarla a Mia y le usará como un traslador. Era una forma vagamente incomoda de viajar, pero ese era el reto mayor, buscar la forma de sentirse absorbida por un inmenso agujero negro y no morir dentro del mismo.


Estaba lista pata partir hacia el Gran Cañón, tal vez la idea de perderse en medio de ese inmenso mar de rocas, iría adquiriendo tintes mucho más extremos y arriesgados para ambas. Pero ante todo de enfocaría en que la Black Lestrange, aprendiera de pe a pa todo lo referente a los campos que estudiaba la astronomía y como se diferenciaba de la astrología. Porque no eran la misma cosa y mucho menos podían ser catalogadas dentro de la misma rama científica, no ante los ojos de los que se tomaron años y años de su vida para marcar una distancia abismal entre ambas.



Editado por Juv Malfoy Croft

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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Descansan, sobre la mesa, un montón de escobas que son incapaces de mantenerse en vuelo. La que más tiempo logra mantenerse en vuelo es la saeta de fuego. Es capaz de volar unos cinco minuto, aveces más y aveces menos, antes de que comience a tambalear y perder altura sin ningún control y a toda velocidad. Por eso es que Hobb tiene la ropa llena de tierra y algunas rapaduras en los brazos, pues aunque espera la caída aveces es complicado desaparecer en el momento exacto para no hacer daño. No es de andar con todas las baratijas Uzza por lo que la caída es imposible de frenar por otros medios.

 

Lleva varios días investigando las escobas, desmontándolas y montándolas una y otra vez en busca de algún error que pudo pasar por alto. Su conclusión luego del análisis exhaustivo de todo aquello que sabe que puede fallar es que hay algún tipo de magia exterior interfiriendo con la propia magia de la escoba. Y es precisamente ese el problema que no logra resolver. No es un trabajo de alguien experto en escobas (si es que se lo puede llamar experto), sino más bien de alguien capaz de encontrar y deshacer la maldición que está afectando a la escoba.

 

Recuerda haber enviado las lechuzas avisando del lugar exacto en dónde se desarrolla la clase. Cita a los dos en el estadio de Quidditch de Hogwarts. Espera que lleguen a tiempo, tiene muchas cosas que hacer y quiere despacharlos pronto para resolverlas. Tiene una idea de como, más o menos, se desarrollará la clase. Al ser su primer clase prefiere enseñar a fabricar una escoba antes que a repararla, le parece mucho más sencillo de esa forma. Además, todas las escobas de las que dispone (excepto las suyas personales) están dañadas por asunto ajenos y desconocidos a un experto en escobas voladoras.

 

Prefiere trabajar en Hogwarts por un solo motivo: no tiene que preocuparse de hechizos anti muggle, ni tiene que tener cuidado respecto hacia dónde vuela. Los otros otros estadios a los que tiene acceso, si bien son seguro, registran en su historia accidentes con muggles. Más de uno en el pasado ha llegado a ellos, a más de uno se le ha tenido que modificar los recuerdo. Es algo por lo que no quiere pasar, un riesgo que prefiere no tomar.

Editado por Hobbamock Graves

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Estiró sus brazos para desperezarse. Sabía que era hora de levantarse y dirigirse a la Universidad para tomar clases. Tenía sentimientos encontrados al recordar que su profesor era su compañero de negocios, pero luego de unos segundos de reflexión decidió alejar sus pensamientos contradictorios ya que su objetivo era solo uno: obtener más conocimientos y habilidades ¿a quién le importaba de dónde venía dicho conocimiento?

Sopesó por unos instantes el llevar su propia escoba mágica a la clase pero desechó tal pensamiento al no querer arriesgarse con arruinar su escoba en los intentos prácticos... era mucho mejor arruinar las escobas que la universidad pusieran a disposición si es que fuesen necesarios ¡no tenía dinero para andar malgastando comprando escobas nuevas! Además podría darse la oportunidad de crear una escoba desde cero y, en última instancia, sería culpa del profesor por no recordarle que debían llevar sus propios elementos.

Llevaba los instrumentos mágicos que solía llevar para aquellas ocasiones - aunque había pasado tiempo desde la última vez - entre ellos se podrían mencionar los distintos amuletos Uzzas y un sinfín de artículos resguardados en su monedero de piel de Moke. Obviamente, su varita iba en el bolsillo interno de su túnica.

Golpeó suavemente sus talones en el torso de su hipogrifo para anunciar su intención de marchar. No había pasado mucho tiempo en vuelo -o al menos eso le pareció- cuando de pronto vislumbra el lugar de reunión: el estadio de Quidditch de Hogwarts. Aquel escenario le daba una leve sensación de nostalgia pero no profundizó demasiado en aquellos sentimientos antes de indicarle a su montura que redujera su altura de vuelo para aterrizar no muy lejos de quién actuaría como su profesor.

¡Hola Hobb! ¿cómo estás?

No eran necesarias las presentaciones, aunque no poseyeran una relación que se pudiera describir como muy cercana, al menos se conocían y trabajaban juntos. Era solo cuestión de tiempo antes de afianzar lazos. Por suerte, quien acompañaría la clase era su sobrina; la cual también era parte de la Agencia de Servicios Profesionales así que el ambiente en la clase debería ser bastante agradable -aunque no por eso poco serio- lo cual creía ayudaría al aprendizaje.

¿Emily todavía no llega?

No pone demasiada atención a su alrededor pues se concentra en las raspaduras en los brazos de su profesor además de la tierra que cubre su ropa. Sin embargo, prefiere omitir comentarios y no preguntar algo que podría resultar en algo irrespetuoso, ya Hobb decidiría si comentar sus circunstancias o evitaría tocar el tema.

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«¿Por qué en Occidente no se adoptó la alfombra, tan apreciada por nuestros hermanos de Oriente? ¿Por qué no elegimos hacer toneles voladores, sillones voladores, bañeras voladoras? ¿Por qué escobas?»

 

Cierto, piensa Emily, mientras lee aquella frase en la introducción del ejemplar de Quidditch a través de los tiempos que ha tomado de la biblioteca de Hogwarts. Ella misma siempre quizo tener una alfombra voladora, mucho más cómoda y espaciosa que una escoba, aunque también mucho menos práctica y discreta. Y si bien las motos habían tenido un repunte en sus ventas en los últimos años, seguían siendo menos habituales que las escobas.

 

Ese mismo día empezaban sus clases de maestría en escobas y, honestamente, ella sabía algo muy básico al respecto, todo adquirido por observación en sus trabajos previos en el ministerio de transportes, aunque su especialidad siempre habían sido las desapariciones y departiciones. Obviamente, en la inmensidad de la biblioteca pudo haber encontrado libros mejores, tal vez más técnicos, pero poco o nada habían llamado su atención.

 

Toma el último sorbo de café y revisa la hora, casi atragantándose al saber que tenía unos cuantos minutos para llegar a tiempo. No le gusta estar tarde cuando sabe que ha invertido galeones, pero afortunadamente Hobb, su profesor, había separado el estadio de quidditch del colegio, lo cual suponía una ventaja para Emily que prácticamente pasaba allí la mayor parte del tiempo.

 

Deja el ejemplar que no terminó de leer a un lado y desaparece la taza vacía, mientras se levanta a buscar su abrigo, pues decide ir caminando hacia el estado y cada vez toleraba menos el frío los últimos meses del año. Pone las manos dentro de los bolsillos, pensando en que tal vez debió llevar su propia escoba para no dañar las del colegio, aunque seguramente Hobbamock habría pensado en ello. Cuando llega se alegra al ver que Goderic ya se encuentra allí.

 

— Hola — saluda escuetamente mirando primero a Hobb y luego a su tío —¿como están? ¿esperamos a alguien más?

 

 

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—Los estaba esperando

 

En parte es verdad y en parte no. Los esperaba, si. Sin embargo, él quería que no se presentaran. Le daba exactamente igual, le pagarían el sueldo por solo planificar la clase, por invertir tiempo en preparar los materiales y en tener todo listo para ese día. Mientras los saluda, y escucha lo que tienen que decir, no deja de examinar las escobas. Quizá ellos, ladrones como él, tengan alguna idea de como solucionar el problema. No tiene idea si los dos siguieron indagando luego de que se reunieran en su oficina.

 

—¿Recuerdan las escobas averiadas? La mayoría de estas escobas no pueden elevarse más de un metro, otras lo hacen pero no pueden sostenerse más de unos minutos. Aunque es probable que funcionen mal por alguna maldición, intentaremos arreglarlas como si fuésemos mecánicos.

 

Mueve la varita mágica apuntando a varios lugares del estadio para invocar una carpa por si llueve o el sol llega a quemar mucho. Supone que estarán varias horas trabajando. Por lo que también, sobre la mesa, aparecen tres vasos que se llenan automáticamente de agua fría.

 

—Lo más importante a tener en cuenta cuando se desmonta una escoba es que debe estar sobre una superficie sólida y estable. Así la escoba sabe que no está volando, que no pone en riesgo a nadie si se le aplican hechizos. Deben aplicar varios hechizos finite: en la cola, en el mango y en punta. Luego intenten sacar las partes sin destruirlas. Cuando esté todo desmontado, busquen irregularidades: ramas torcidas en la cola, daños en la madera del mango o en la punta.

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Tenía ciertas expectativas con la clase de ese mes, porque confiaba que a lado de Juv podría tener un aprendizaje divertido y de alta calidad. Todo lo contrario, al intento de clase que intentaron venderle el mes pasado en la Universidad, el cual le había molestado sobre manera, porque por si fuera poco, habían tenido el descaro de girar su orden de pago. Negando lentamente, y borrando de su mente esa pésima experiencia, se concentró en lo que estaba por venir.

 

Motivo por el cual, en cuanto recibió la misiva, supo que el Gran Cañón, era el sitio elegido. Meditando un momento, sobre las posibilidades de enfrentarse a un clima completamente diferente al acostumbrado, supo que la elección de unos ceñidos jeans, botas color café y una blusa un poco escotada de color blanco y el recogido de su rubia cabellera, era perfecto. Por lo, que deseando poder usar otro medio de transporte, tomó entre sus manos la osa mayor, dejando que esta hiciera su trabajo.

 

Apareciendo en el relieve de diversos tonos cafés y rojizos, esbozó una media sonrisa, podía sentir como el clima era caliente a pesar de no ser tan temprano o ¿tarde? Según se mirara, era diferente, eso por el cambio de horario, que estaba sintiendo en esos momentos y porque, a decir verdad, poco le importó el avance del día en ese momento. Lo único que deseaba, era aprender de una de las mejores y eso era la Malfoy para ella.

 

—Hola. —la saludó con tranquilidad en cuanto divisó su figura, acercándose le regaló un beso en la mejilla, y la miró a los ojos— No tienes idea, de lo que me alegró saber que eres mi profesora.

 

Reveló con tranquilidad, puesto que eran más que amigas desde hacía algún tiempo. Esperando, las siguientes indicaciones, prestó atención.

 

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Uno a uno los planetas se alinearon en una pequeña recreación invocada por Malfoy, sintiéndose satisfecha por su trabajo—Has llegado, no esperaba menos de vos—sonrió al sentir el beso de la Black Lestrange en su mejilla. Ambas se conocían a la perfección, ya que habían compartido infinidad de experiencias dentro y fuera del bando al que pertenecían—Veremos la luna nueva, pero si te apetece podríamos desviar la vista hacia la siguiente alineación de planetas. Investigue y ambos fenómenos ocurrirán con un día de diferencia. Me entusiasma la idea de poder captarlos casi a la par, pero si te decantas por la luna nueva, dejaremos lo otro para mañana—chasqueando sus dedos armó sin demasiada dificultad su telescopio y además de eso extendió las cartas astrales sobre una mesa improvisada.
—Es sencillo estudiarlas, pero no del todo claro al primer intento—enfatizó su explicación desviando su vista hacia el oscuro cielo. Ante sus ojos ya no reinaba, ni un solo rayo del astro rey sobre ese manto oscuro plagado de pequeñas luciérnagas—¿Deseas algo de beber o comer?—preguntaba dejando que el viento acompañará sus palabras—La diferencia entre astronomía y astrología es muy sencilla, la primera estudia a los planetas, constelaciones, agujeros negros, asteroides, estrellas, galaxias y todo lo que compone lo que conocemos como sistema solar. Se enfoca en saber como afectan los fenómenos astronómicos a nuestro entorno social y personal, si habrá daños colaterales o cambios radicales—explicaba caminando muy cerca del borde de uno de los cañones que conformaban esa maravilla de roca rojiza.
—Una alineación de planetas, puede desencadenar cambios en el comportamiento de algunas criaturas o seres que suelen verse afectados por esa clase de fenómenos naturales. Los licans al estar delante de la luna llena, mutan su forma humana por una animal, perdiendo todo control sobre su razón y atacan a quien se les cruza por delante—agregaba recordando vagamente un atentando que tuvo como protagonista a un ser de esa raza—Igual los cambios no siempre son del todo malos, ya sabes lo que dicen. Todo cambio casi siempre traer consigo algo nuevo y renovador—terciando una lóbrega sonrisa en sus labios se deslizaba hacia donde estaba el telescopio.
—Ven observa como poco a poco, va apareciendo la luna y nos engalana con su presencia—continuando con su perorata—En cambio la astrología es más de dominio popular y se emplea para estudiar el movimiento de los astros y la posición de todos y cada uno de ellos. Los cuales se destacan por estar separados en 12, conocidos como los que rigen la vida de las personas, desde el aspecto estelar. Su suerte con el dinero, el amor, el trabajo y las relaciones con quienes los rodean, pero no siempre suelen ser del todo exactos todos esos vaticinios—terminaba su extenso relato.
Apoyando todo su peso sobre su pierna izquierda, sentía como poco a poco el ambiente cambiaba de nueva cuenta. La temperatura descendió de forma considerable, agradeciendo el llevar un par de abrigos para hacer más llevadera la helada velada que les esperaba—Tenes alguna duda hasta el momento, puedes expresarlas con toda la confianza del mundo. Cada una de ellas será aclarada con la exactitud y precisión que cada una requiera—cuando se trataba de dar clase se entregaba por completo a su labor dentro del área donde se estaba desarrollando su cátedra.

 

 

 

@@Mia Black Lestrange

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Rodó los ojos al notar que Hobb ignora sus esfuerzos por mantener un saludo normal, y no un cortante <<los estaba esperando>> ¿no podría fingir un poco de cordialidad al menos? Sin embargo, no le molesta del todo ya que ya está acostumbrado. No era la primera vez, ni probablemente la última, en que recibía una bienvenida tan fría. Recuerda que incluso durante su clase de legeremancia ni siquiera dió su nombre, así que no le preocupaba que ignorara tantos sus preguntas como las de su sobrina que había llegado no mucho tiempo después.

¡Cómo no recordarlo!— murmura entre dientes sin ímpetu de interrumpir.

No había pasado mucho desde que era empleado de Transportes y sucedió aquel extraño caso de las escobas que seguían sin resolver. Ahora ya no era empleado, pero seguía averiguando desde las sombras y con mayor libertad seguía sospechando de algunos grupos en particular pero ahora sin las restricciones inherentes del ministerio de magia, podía iniciar una investigación más profunda sin escrúpulos.

Estaba lejos de ser un desconocido de las tecnologías y cultura muggle por lo que visualizó con facilidad lo que se refería el mago con el término mecánico. Sacó la varita de su bolsillo y con un movimiento ágil pero natural de manos pensó Finite Incantatem, Finite Incantatem, Finite Incantatem mientras apuntaba los 3 lugares señalados: la cola, el mango y la punta.

Dobló levemente su espalda para estar a una altura más cercana a la mesa donde se apoyaba su escoba. Al ser un antiguo jugador de Quidditch - y haber tenido un negocio dedicado al mundo del Quidditch- no le resultaba completamente ajeno las partes más críticas de las escobas, si bien nunca había reparado o creado una si había hecho mantención bastantes veces aunque claramente era sólo superficial.

Tocó su escoba con cuidado, dedicando completamente sus sentidos en la tarea de reconocer su material. Las probabilidades de que el material estuviese causando los daños eran bajos, pero se le ocurrió la teoría de que la diferencia entre los síntomas hallados en las escobas podría deberse tanto en su material como en su confección. Luego de unos minutos al fin decidió su composición: era de roble español mientras que las ramas de la cola era de un ciprés.

Luego de obtener dicha información, decidió enfocar sus esfuerzos en la cola de la escoba. Observó cuidadosamente cada rama, fijándose en cada detalle que pudiera afectar la funcionalidad de la escoba pero, aparentemente, se encontraban en buen estado. Aparte de unas ramas un poco dañadas, probablemente debido a un golpe durante la caída, no era probable que ese tipo de daño afectase gravemente al funcionamiento de la escoba.

¿Has encontrado algo Emily?

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Está a punto de preguntar qué hace exactamente un mecánico pero no quiere interrumpir la explicación, además está más interesada en conocer si en el concilio pudieron averiguar más sobre las escobas averiadas o si determinaron algún sospechoso que pudiera servir a la investigación paralela que estaba realizando.

 

Agradece la carpa y se queda de pie en silencio, mientras observa primero lo que hace Goderic, intentando memorizar los pasos que realiza. Emily siempre había visto a las escobas como un todo y no como el conjunto de partes que en realidad es, así que encuentra algo difícil desmontar una escoba.

 

Cuando cree saber qué hacer, hace aparecer un taburete y se sienta frente a una de las escobas, que reconoce como una cometa. Mueve la varita mágica y conjura finite incantatem, primero apuntando a la cola, luego en la punta y finalmente en el mango, cuyo color luce algo deteriorado, cosa que mantiene en mente aunque duda que sea relevante.

 

-Primero quito esto -murmura, mientras desenrosca una de las piezas más pequeñas que mantiene unidas las ramas en la cola, con la cara casi pegada a la mesa para poder ver mejor.

 

Una vez desmontada la parte de la cola pasa al mango, que tiene algunos detalles decorativos para hacer la escoba más atractiva. Justo cuando va a retirar la última de las piezas y dejar el mango limpio, se sobresalta al escuchar su nombre, sintiendo un pinchazo en la palma de la mano.

 

-Ay... no -responde algo irritada por el dolor, quitando la mano con rapidez, sin embargo, no hay nada que pueda haberla lastimado -tal vez, ven a ver, esto no debería lastimar.

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—Claro, siempre acudiré a tus llamados. —respondió con una sonrisa sincera, para después prestar toda su atención a la explicación que la Malfoy le daría sobre los fenómenos que podrían estudiar en las próximas horas.

Eran interesantes los dos, así que no podía decantarse por uno solo. Así que guardo silencio, dejando en claro que estaba de acuerdo con la idea de observar los dos fenómenos y en el orden en que estaba proponiendo. Sabía que entender la ciencia de la astronomía, no sería sencillo por más que lo pareciese, el conocer el nombre y posición de cada una de las constelaciones era algo difícil de aprender de la noche a la mañana, así que no había escatimado en las posibilidades de su aprendizaje puesto que con ella un par de libros viajaron.

—Entiendo, hace tiempo estudié la astrología y la adivinación para poder comprender las diferencias que tenían con la videncia —otorgó con tranquilidad, acercándose un poco al telescopio—. Por lo que puedo comprender que el estudio de la astronomía es mucho más profundo y se requiere de un método más científico porque los planetas, constelaciones y galaxias han logrado comprobar su existencia con el paso de los años.

Miró a través del telescopio, detallando mentalmente cada uno de los rasgos que este mostraba amplificados de la luna, la cual se encontraba en la fase de luna nueva, aquella que poco o nada permitía que el sol le diese mucha luz, proyectando de tal manera una sola sombra a la tierra. Era algo sorprendente, de eso no tenía duda, pero le agradaba porque de esa manera podían prestar atención a todas las demás estrellas que la rodeaban y que brillaban con intensidad y que incluso eran observables sin el instrumento de amplificación.

Abriendo uno de los libros que había traído consigo, esbozó una media sonrisa. Era uno referente a los mapas de estrellas, así que sin duda podían tener alguna charla informativa y práctica sobre ese tema, conociendo y guiándose por lo poco que sabía. Por lo que ante de preguntar, notó como el frío la rodeaba y aceptó el abrigo que la rubia le tendió, y tomó un sobro del café, que las acompañaba, siendo eso lo único que necesitaba de momento, para poder conservar el calor y su atención se centrará únicamente en el cielo estrellado.

— ¿Cómo puedo ubicar cada una de las estrellas? Entiendo, que existen algunas populares como la osa mayor, pero ¿cuál es ella? Tengo entendido que es la que más brilla, pero de ahí me siento un poco perdida. —aceptó con un poco de vergüenza porque pocas veces, se había topado con ese tipo de problemáticas y confusión.

Mientras ajustaba el telescopio, a la única estrella que siempre había logrado ubicar, esperó la respuesta de su en esos momentos, profesora.


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Editado por Mia Black Lestrange
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