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Libro De La Sangre XXVII


Hades Ragnarok
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Se encontraba en un lugar solitario, pacifico, sin mucho que hacer. Sus orbes negros observaban el juguetear de la brisa en aquel lago mientras dejaba aquella paz invadirle. Era sabido que últimamente estaba acumulando mucho caos y que lo estaba guardando para algo especial. Cada recuerdo, cada herida, cada cicatriz, podía sentir la ponzoña recorrer su boca. Lo que más deseaba en aquel momento era simplemente cortar cabezas, pertenecieran a quienes pertenecieran.

 

Tenia sed, hambre, tristeza acumulada, ira contenida, un cóctel con una combinación explosiva. Todavía no había planeado que sucedería a continuación o una vez que sus nuevas aprendices aparecieran en el lugar. ¿Lo dejaría a la suerte?, ¿dejaría que los Uzzas fueran quienes terminaran controlando aquella clase?. Dibujo una mueca malvada y desafiante mientras pasaba la lengua por los filosos y ponzoñosos colmillos vampíricos.

 

Se volteo una vez que escucho como alguien aparecía para observar a quienes tenia frente a él. Entrecerró los ojos una vez que reconoció a una de sus alumnas, a la otra era quizás la primera vez que se cruzaba con ella, aunque su memoria era realmente mala y todos lo sabían. “respiró” profundamente mientras aparecía la daga del sacrificio entre sus níveos dedos. La había invocado de una vez, quería comenzar a derramar sangre. A su vez y con un rápido movimiento tomó la varita, su instrumento mágico y jugueteo con ella entre los dedos. Estudio a ambas chicas, quería descifrar ¿hasta dónde? O ¿hasta qué punto? Llegarían sin salir corriendo o entrar en shock.

 

-Tenemos carne fresca y carne vieja –fijo en tono de broma- solo quiero advertirles una cosa, este es el libro más oscuro que verán, aquí harán los peores sacrificios, con la sangre no se debería jugar y justo ahora vienen a mí para que me alimente de sus almas –dijo en tono serio- aun están a tiempo de irse, ya que, una vez que comencemos cualquier cosa podría pasar –las observo a los ojos- si llegaron hasta aquí es porque son lo suficientemente inteligentes y listas como para sobrevivir, podrán usar todos sus conocimientos así que espero estén preparadas, ya que, no me quedare esperando a que hagan alguna cosa, este libro las probara

 

Sin decir más el hijo de la noche se volteó y comenzó a caminar.

 

-si tienen alguna duda, pueden preguntarme lo que deseen sobre el libro, es mejor que lo aprendan por las buenas, aunque para mi seria más divertido obligarlas a hacerlo por las malas –comento como quien no quería la cosa y un brillo de intensa maldad aparecía entre sus ornes negros.

 

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La sangre era un liquido vital y sagrado para Malfoy, no se imaginaba derramando este por una causa perdida o sólo porque si. Era demasiado meticulosa cuando de sangre se hablaba, valorándola como nada dentro del mundo mágico y muggle, para ella era parte de su sustento y alimento primordial. Pero si lo pensaba desde otra perspectiva, no era tan mala idea derramar la sangre de sus enemigos y empapar sus plantas con ella, le fascinaba la idea de verlos retorcerse del dolor y pedir clemencia a una persona que jamás se las daría por mucho que patalearán sobre el suelo. La vida era demasiado quisquillosa en algunos casos, orillando a los que la vivan al máximo que eran merecedores de ese privilegio.


La Nigromante era una mujer practica en varios aspectos de su vida, pero ante todo bastante lapidaría a la hora de juzgar quien si merecía o no vivir dentro del mundo que ella habitaba. No era una clase de deidad reencarnada o nada por el estilo, pero si la clase de ser que se toma demasiado, en serio el valorar las cosas que uno posee ante poniendo todo lo demás a su bienestar. Se las gastaba de ser un alma despiadada y cada una de sus acciones lo respaldaban con creces, no por nada la reputación que le precedía era demasiado codiciada por quienes le envidiaban sin lugar a dudas.


—Una daga que te da el poder de sacrificarte o sacrificar, vaya que es interesante la forma en que este libro probará de lo que soy capaz—su voz se perdía en el silencio que reinaba dentro de la Torre Negra. Aquel sitio que era su recinto personal, no se veía fuera de este a menos que fuera estrictamente necesario abandonarlo y el libro de la sangre, le resultaba un motivo de peso para abandonar el bastión tenebroso. Cubriendo su cuerpo con una capa de viaje negra como el ala de un cuervo, afianzaba con firmeza con su surda el libro de la sangre y todos los elementos que le acompañaban. Su mayor fascinación estaba centrada en la daga, el poder causar daño con ella le provocaba una satisfacción que no sabría como expresar con palabras.


—Tal vez, porque la sangre hablará por mi—mirando su oficina abrazada por las penumbras desapareció, al verse abrazada por un puñado de manos que expulsaban vapores negraceos que poco a poco hicieron desaparecer su anatomía de la habitación. Su destino ya estaba trazado desde que tomo la decisión de inscribirse para aprender los secretos y conocimientos que poseía aquel libro tan misterioso o atrayente a la vez. Su curiosidad aumentaba más y más, tras aparecer en el sitio elegido por el profesor Hades. El destino era demasiado caprichoso a veces, siempre le colocaba dentro de la misma senda que el vampiro, ya no le extrañaba que como era su costumbre deseará ponerle el pie, para impedir que saliera bien airada de esa clase.


Las mejores pruebas iban de la mano con los mayores retos, no por nada su paso por el libro de la fortaleza había sido más que enriquecedor sin lugar a dudas. La Daga apareció en su mano, al escuchar las palabras del vampiro, le agradaba sobremanera el jueguito de palabras, que solía emplear en cada clase que impartía, no por nada le conocía bien y el a ella o eso les gustaba creer o aparentar. Jamás se acababa de conocer del todo a las personas y Malfoy era la prueba viviente de ello, nadie sabía como era realmente la Vidente y eso le daba un tramo bastante amplio de ventaja por encima de sus enemigos. Porque a sus amigos pocas veces les permitía indagar más allá de lo debido en su vida, pero eso era harina de otro costal.


—La experiencia siempre va a superar a la juventud, no lo olvides, Ragnarok—asintió realizando un corte en su brazo diciendo con parsimonia—Immolo oppugnare—desviando su vista hacia Fiamma. La situación sería de lo más entretenida para la neozelandesa, no por nada el aroma de su propia sangre despertó en el acto sus más bajos instintos asesinos contra la mujer que seria su compañera de clase. Realizando un segundo corte en su abdomen uno similar apareció en el de la otra fémina causándole un dolor que le hizo soltar un quejido—Amuleto de curación—sentenció emanando del ópalo que pendía de su cuello una oleada de destello de colores que rodearon su cuerpo sanando el daño que se causo con la daga en el abdomen, el del brazo la sanaría de otro modo—Episkey—pensó cerrando poco a poco la primera herida que le causará la daga.



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El Ragnarok dibujo una mueca ante la respuesta de Juve a su comentario. Aquel era un chiste interno que obviamente solo podría entender la Malfoy. Suspiro mientras las volvió a estudiar con la mirada, por el momento Juve parcia segura de sí misma, pero Fiamma parecía otra cosa, la verdad el hijo de la noche esperaba equivocarse (aunque era poco probable) pero parecía que una de ellas estaba por abandonar.

 

-<<Bueno, al menos parece que alguien leyó el libro>> -pensó en tono divertido al ver como la Malfoy Croft comenzaba de una vez a utilizar aquellos poderes y sobre todo la daga del sacrificio en su compañera- <<Juve si que no quiere aprender los oscuros secretos de la sangre por las malas, capaz sabía lo que le esperaba de ser de otra forma>>

 

Después de aquello no perdió mucho tiempo por lo que se volteo y comenzó a caminar. A cada paso que daban, con cada metro recorrido en aquel extraño sitio que había elegido el Ragnarok el ambiente, lo que les rodeaba iba cambiando. Dibujo una mueca malvada una vez que vislumbro lo que tenia adelante. Una bifurcación, solo habían 2 opciones ir por la derecha y la otra era ir por la izquierda. En aquel camino, en aquel sitio al menos para las jóvenes aprendices no había atajos, era uno o el otro. En el camino del lado derecho encontrarían una manada de criaturas putrefactas parecidas a lobos con colmillos y garras extremadamente filosos, el otro camino les llevaría hasta un lago donde tendrían que enfrentarse a algunos inferís que buscarían llevarles hasta su tumba de agua, claro estaba después de desgarrarles el pecho.

 

Se volteo y un brillo de intensa maldad apareció en los orbes oscuros como el abismo del vampiro. Ladeo la cabeza y las miro seriamente quizás buscando la mejor forma de decir aquello o simplemente con curiosidad de saber que elección tomarían ambas chicas, ya que si existía una tercera opción o camino, regresar a tras sus pasos e irse de allí, aunque en aquello había una pequeña trampa, el lugar estaba protegido mágicamente para evitar que pudieran escapar, por lo que si decidían irse volverían a aquel mismo punto, era como si tuvieran que caminar en circulo para llegar al mismo destino, al menso, hasta que el cainita decidiera que era suficiente y decidiera dejarles escapar.

 

-<<o por las buenas o por las malas>> -pensó.

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—La mayoría no puede con la presión, no todos pueden cruzar el velo que separa la oscuridad de la luz. Justamente por eso me fascina la idea de que este libro trate de la sangre, porque estoy decidida a derramar cada gota de la que posee mi compañera de clase—sentenció curvándose en sus labios una lóbrega sonrisa. Era capaz de arrancarle la cabeza a Fiamma sin demasiado esfuerzo, justamente era la clase de persona que iba por el mundo decapitando a los que no le agradaban a diestra y siniestra—No me agrada las cosas peladitas y en la boca, porque el mayor triunfo radica en lo que te cuesta obtener con sangre y sudor—la sonrisa permanecía inamovible en sus labios acentuándose un poco más en los bordes. Sus orbes lapislázulis destellaron con malicia, dando muestra de que era capaz de todo, no perdería la oportunidad de hacerse con todos los conocimientos que otorgaba el libro de la sangre.


—Yo iré a donde están los pequeños lobitos o lo que simulan serlo, no está mal darles de comer un poco y tal vez, ganarme su afecto—bromeó endureciendo las facciones de su marmóreo y angelical faz. Aferrando con fuerza la daga del sacrificio con su surda su diestra, ya tenía la varita lista para ser usada en caso de ser necesario. Una gélida ventisca soplaba con fuerza agitando la parte baja de su dorada cabellera, sintiendo como el viento ascendía por su columna vertebral provocando que la arqueara un poco de forma involuntaria—Parece que estamos los dos solos y creo que eso le dará un toque mucho más siniestro a todo esto, ¿no lo crees?—se conocían a la perfección. Sabían o creían saber las debilidades que cada uno poseía y ante todo, donde se encontraba su talón de Aquiles. Malfoy era demasiado astuta a la hora de obtener todo lo que deseaba, jamás perdía y eso era una máxima que regia su vida.


—Tengo con que dominarlos, sólo espero no dejarlos demasiado mal parados y tengas que rematarlos—dejando escapar una sonora carcajada encaminó sus pasos hacia el camino que estaba del lado derecho. Sus pasos le llevaron por una senda en linea recta, no existía nada que le impidiera el libre acceso, salvo por un tronco que se atravesó en su camino de un momento a otro. La magia de ese sitio estaba confabulándose contra la vampiro, pero eso no le restaría ni un solo ápice a sus ganas por tener el control de todos y cada uno se los secretos que se encontraban dentro del libro de la sangre—Immolo Oppugnare—parafraseó divertida—Me encanta sacrificarme para agredir, no hay nada mejor que darme el poder para causar más daño del que estoy acostumbrada—asintiendo categóricamente continuo su andar. Aspirando el aroma a muerte que rodeaba toda esa zona, infestarse con esos aromas, no le causaba el mayor malestar a Malfoy.


Siempre le gustó derramar la sangre de seres inocentes, seres desvalidos que siempre terminaban perdiendo la batalla contra la rubia—Salvaguarda Magica—sintiéndose un poco más cómoda con ese accionar. Aunque las bestias, no contaban con un raciocinio que la Malfoy. Simplemente se dejaban llevar por su instinto asesino, el más básico y elemental de todos, arrastrados por su sed de comer y desgarrar todo lo que se les cruzará por delante—Nos mataremos entre todos, no les temo y se que ustedes a mi tampoco—atando su rubio cabello en una coleta alta sólo con pensarlo dejaba su rostro libre de toda dificultad para poder enfocar y detectar con claridad donde se encontraba sus enemigos en ese preciso instante—Episkeypensó sanando la herida que se había infringido nuevamente con la daga.


Avanzaba con pasos sigilosos y calculados, evitando pisar alguna rama que les diera aviso de su presencia dentro de la zona. Hades era especialista en causar terror en sus estudiantes, pero con Malfoy, la cosa no le iba a resultar tan a pedir de boca. Era cuestión de enfoques y la Nigromante era experta en salirse con la suya, no por nada siempre llevaba con ella el grimorio que le obsequiará el arcano Báleyr—Jugaremos a tu modo, pero con mis reglas—admirando la daga sintió la necesidad de clavarla en alguno de esas bestias. Su coraje, su odio y su rabia estaban a todo lo que daban, ya no tenía dominio sobre ellos y era cuestión de tiempo para que la bomba estallará y arrasará con todo a su paso.


@[Hades Ragnarok

Editado por Juv Malfoy Croft

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Interesante –dijo el hijo de la noche mientras aparecía un brillo de intensa maldad en sus orbes tan oscuros como el abismo más profundo- veremos cuanto tiempo podrás sostener lo que dices – dijo mientras escuchaba las palabras de Juve referente a sus intenciones y a lo que quería llegar.

 

El vampiro había usado el fulgura nox para llegar al siguiente punto mientras de una forma u otra sabia por lo que estaban pasando sus aprendices. Fianmma al parecer había quedado en shock desde un principio o más bien, una vez que Juve había usado la daga del sacrificio contra ella. Dibujo una mueca, esperaba que la chica pudiera soportar la sangre o el precio que tendrían que pagar por la sangre, pero lastimosamente no era así. Mientras que la Malfoy no había perdido oportunidad para intentar vincularse con aquella magia tan oscura y poderosa.

 

Sin embargo, conocía perfectamente a su compañera de bando por lo que no se sorprendió cuando hizo aquella elección de camino. No había dudas de que la chica se estaba divirtiendo, al parecer la Malfoy se había aburrido mucho desde que no habían ido por allí de cacería y ahora ella intentaba sin piedad sacar a su propio señor del caos, solo que aun la Croft no estaba preparada para ello, pero cuando sucediera, sería muy divertido de ver. Suspiro una vez que la chica llego hasta el punto donde se encontraba él. Rio al ver los ojos de esta y s encogió de hombros.

 

-al parecer fue muy fácil, bueno, so pasa con al edad, al menos no hay dolor de la vejez –bromeo divertido para luego ponerse serio- muy bien, hasta ahora lo has hecho bien, supongo que podemos seguir adelante, no creo que a nadie más se le ocurra la maravillosa idea de acompañarnos –dijo tocando el hombro de Juve y luego caminando de manera rápida para evitar volver a tener ningún contacto con ella ya que este le había colocado una marca de sangre a la mujer- por cierto –se volteo para ver a la chica de manera desafiante- lamento que no puedas usar rayos –dijo observando un punto frente a ellos.

 

Sin saber de dónde una serie de sombras comenzaron a apaercer viniendo por todos los lados, algunos centauros, acromantulas, basiliscos e hipogrifos venían para atacarlos y causarles el mayor daño posible quizás hasta matarlos

 

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—Tal y como lo dije, vamos a jugar tu juego, pero no será con tus reglas—terciando una media sonrisa, poco o nada el importaba tener esa clase de hechizos mermados por un breve lapso de tiempo. Hades y ella se conocían perfectamente dentro del campo de batalla, no por nada compartieron incontables contiendas que les ayudaron a comprender con más claridad como pensaba cada uno de ellos—Maldición—pensó desatando de esa forma una pequeña calamidad en contra de su profesor. Su siguiente hechizo o acción, no resultaría como el lo esperaba dándole un poco de ventaja a Malfoy. Buscaría el modo de mantenerse siempre un paso adelante, no importaba lo que tuviera que perder o sacrificar en el proceso.


Orbis Bestiarumsoltó apareciendo un aro dorado en el cuello de uno de los lobos o lo que semejaba ser un lobo o intentaba serlo. Más bien parecía ser, porque se remedaba a un vitae creado al tanteo. No estaba ahí para juzgar los métodos del vampiro, pero si para demostrarle que no sería para nada sencillo poner el dedo sobre la llaga y causarle más daño del debido a la Nigromante. Sus habilidades con los hechizos eran envidiables, pero al verse dentro de un terreno desconocido, no le quedaba nada más que irse con tiento y sigilo ante todo.


La bestia quedaba irremediable bajo sus ordenes, haciendo que está, le protegiera contra cualquier daño físico que Hades, deseará infligir en ella directamente. Sus orbes lapislázulis destellaron con malicia, dando de ese modo el aviso de que las cosas darían un vuelco por demás interesante dentro de esos terrenos—Juramento de Sangre—pronunció con claridad detectando que Hades, no estaba tan lejos de su ubicación le cortaba el hombro con malicia deslizando el filo de su daga por la piel de su profesor—Tienes la prohibición de lanzar efectos en mi contra—apareciendo una sonrisa en sus labios, sólo restaba que el hombre dijera sin miramientos “Yo juro” y el ataque de Malfoy sería por demás certero y divertido.


Ella era amante de derramar la sangre de sus enemigos o de los seres que consideraba inferiores a ella, no por nada al verla teñir el suelo con su carmesí tintura disfrutaba como nada dicho suceso. Aunque a veces la bebía a destajo, saciando un poco su sed, aquel liquido vital era una fuente de deseos insanos y mal entrañados que sabía resguardar perfectamente en lo más oscuro y profundo de su ser. No por nada siempre se mostraba como un ser puramente despiadado y desalmado, pero en algunas ocasiones, no estaba del todo mal jugar un poco al lobo que se disfraza de oveja y sorprende a su victima con una muerte por demás sanguinaria y en extremo dolorosa.


—No pienso ceder, no me iré de este sitio sin hacerme con todos los conocimientos que posee el libro de la sangre. No creas que temo a tus métodos, porque si lo habías pensado, lamento sacarte del error en el que estabas tan abruptamente—esbozando en sus labios una lóbrega sonrisa estaba lista para el siguiente golpe que le lanzaría el Ragnarok, porque era bien sabido que los juegos que empleaba dentro de sus clases, no siempre eran del todo tranquilos y mesurados.



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El carácter amable y alegre que la caracterizaba había desaparecido hace días. Hacía mucho tiempo que no le sucedía algo así, no le gustaba sentirse enojada y en su afán de evitarlo, había aprendido a controlar las emociones y recuerdos de quienes la acompañaban. Sin embargo, un detonante en su vida había traído de vuelta a Faith, esa chica eternamente enojada que solo pensaba en si misma. Mas no había tiempo para lamentarse, su próximo curso estaba por empezar y no le quedaba mas que presentarse donde se le había indicado. Repasó una vez mas los puntos mas importantes del libro, tomó aquellos objetos que creyó útiles y agarró fuertemente su rojiza varita para desaparecer y aparecer a las afueras de un lúgubre lugar.


Se respiraba calma y soledad, pero al mismo tiempo se sentía la tensión. No era un lugar para descansar, era un lugar donde uno va a saciar sus mas bajos instintos. Seguramente ese lago guardaba muchos secretos en lo mas profundo. Fiamma no sentía miedo, al estar Faith dominando sus instintos, lo único que quería era causar daño, en especial a si misma. No por nada la pelirroja terminó suicidándose al no poder controlar su deseo de autodestruirse.


Poco sabía del instructor y de su compañera de curso, de oídos nadamás. Lo mas relevante era que ambos eran vampiros, algo sin importancia para ella que vivía con puros seres de la misma raza. Reconoció la daga del sacrificio entre los dedos del profesor y se imaginó el filo sobre su piel, causándole dolor, haciéndole sentir algo, sacándole del entumecimiento y la insensibilidad en que estaba sumergida. A las palabras Hades, ella se mantuvo callada, no estaba ahí para socializar.


Pronto comprobó que su compañera tampoco, un hilo de sangre recorría su brazo, dejándole un cosquilleo en la piel. Después, una vieja y agradable sensación se posó en su vientre, dolor. Fiamma gimió, no de dolor, sino del placer que le provocaba. “Gracias”, pensó y con pesar se curó. Primero posó sus manos sobre su vientre, para disfrutar unos últimos momentos el dolor y después hacer uso de sus conocimientos de primeros auxilios y del amuleto de curación. Curada ya la primera herida, un sencillo hechizo curaría la herida del brazo, “Episkey”, pensó mientras dirigía su varita a la abertura en su piel.


Siguió tras los pasos del instructor, llegaron a una bifurcación, tenían que decidir hacia dónde continuar. Pero no estaba claro qué había de cada lado ni si esperaba que fueran juntas. Así que al ver que la bruja que les acompañaba tomaba el camino de la derecha, la Granger se enfiló hacia la izquierda.


Su caminar la condujo por un angosto camino, al final de éste podía verse superficie de un oscuro y calmado lago. Sabía que era un engaño, tenía suficiente experiencia para saber mas o menos con qué iba a lidiar. Avanzó con paso firme hacia el agua, su fiel varita en una mano y la daga del sacrifico en la otra. Una línea de rocas en el agua formaban un camino hacia un islote, supuso que hacia allí se tenía que dirigir. Tan pronto como se enfiló hacia dichas piedras, las aguas comenzaron a agitarse a los costados. Guardó silencio y observó como una blanca extremidad emergía de entre las oscuras profundidades justo frente a ella, capturando su atención. En su descuido, una helada mano y de fuerza sobrenatural le la tomó del tobillo consiguiendo que la bruja cayera de bruces, medio cuerpo sobre la piedra y medio cuerpo en el agua. Sintió como era arrastrada hacia el agua y como otros seres se acercaban a ella. Tenía que pensar en algo y de inmediato.


Rápidamente se abalanzó sobre el inferí a su derecha y puso su mano sobre el brazo del inferí, dejando en él una brillante marca de sangre. -Obedire- dijo, ahora el inferí estaba preso de sus decisiones y a través de la mente le ordenó que la protegiera y atacara a los otros inferis que se acercaban. Aprovechó el momento para salir del agua y avanzar hacia el islote, por pura precaución invocó la Salvagurada Mágica, para que así ya no la volvieran a tomar desprevenida. Al llegar la islote, solo quedaba en pie el inferí con la marca de sangre. Pensó en usar la daga, pero no supo qué parte de su propio cuerpo dañar que le ayudara a deshacerse del inferí. Mas de inmediato recordó que por el momento el inferí no la atacaría. Así que aprovechó el momento y con ayuda de una barca que encontró, se dispuso a llegar a la orilla del lago.

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Aquello era una gran sorpresa para el vampiro, había puesto toda su atención en Juve que no se había dado cuenta del momento en que @ se había dignado a moverse y a salir del shock inicial en el que se encontraba. Dibujo una mueca divertida y malvada esperando ver que haría cuando llegara a aquel punto donde se encontraba la Malfoy peleando con todos aquellos animales y criaturas mágicas que servían de comité de bienvenida para los intrusos y que se podía notar que estaban hambrientas

 

No se sorprendió cuando Juve hizo aquel movimiento contra él solo que ya estaba acostumbrado, había pasado mucho tiempo, muchos alumnos, aprendices, intentos de ser quienes no lograrían ser o vincularse a aquel libro como para no estar preparado para aquella situación, sin embargo, la malfoy se tendría que encargar sola de todas aquellas bestias y criaturas mientras el cainita simplemente observaba. Se había retirado lo suficiente como para no tener que intervenir, seria la Croft quien debía demostrar lo que valía, no él por lo que se propuso simplemente observar y estudiar cada uno de sus movimientos, le interesaba ver como saldría de aquello sin tener que usar rayos.

 

-jamás pensé que pudieras ceder –dijo encogiéndose de hombros- pero tanto tu como yo sabemos que hoy, en este instante, justo en este minuto estas en la finísima línea entre la vida y la muerte –rio divertido- como dicen por allí… “Mas su joven corazón no puede más; en sus venas la sangre se detiene y se hiela y el ánimo perdido con la fe se abraza sintiéndose caer al beso de la muerte” –la observó mientras junto a aquellas criaturas aparecían también algunos dementores- cuidado et dan un besito.

 

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Cuando Fiamma se encontraba ya en la orilla del lago, observó que se encontraba de nuevo ante la misma bifurcación anterior. Pronto pudo ver que realmente nunca había tenido opción, de una manera u otra, el profesor las haría pasar por las mismas pruebas. Así que esta vez tomó el camino del lado contrario al que la dirigió al lago en un principio. Se adentró en un oscuro bosque, varita en su mano derecho y lista para atacar a quien fuera o a lo que fuera que se atravesara en su camino.


Un fuerte grito se escuchó. No supo de quién provenía, pero lo cierto fue que tras el chillido reaccionó, volviendo la vista al pasillo. Media docena de extraños lobos corrían en su dirección de los magos a toda velocidad, desde la distancia eran solo sombras, pero el sonido que producían contra el suelo era estremecedor. Se alistó y exclamó: -¡Sectusempra!- iluminando el pasillo con una luz verdosa. El rayo recorrió la distancia que la separaba con uno de los lobos y este cayó, dejando a los demás confundidos.


Recordó que debía de utilizar hechizos principalmente de los libros que ya poseía y de aquel que estaba cursando en el momento. Pensó: “Orbis Bestiarum” y un anillo dorado envolvió al lobo más alejado de la manada. De acuerdo a las órdenes enviadas por Fiamma, se abalanzó sobre los 4 restantes lobos, atacándolos y poniéndolos fuera de combate. El tiempo que estuvo bajo el control de la bruja, fue suficiente para acabar con los cuatro. Al terminar el influjo del hechizo sobre este, volvió a su competido principal de atacar a la Phoenix. Esta decidió usar la daga para acabar con él.


-Immolo oppugnare- dijo una vez y se hizo un corte en el brazo. Sintió el dolor y la sangre empezando a correr, casi al instante sintió el poder mágico actuar y correr por todo su cuerpo. El lobo se detuvo en seco y cayó a sus pies. El corte de la daga había sido suficiente para vencerlo. Ya libre de todo peligro susurró -Episkey- y la herida en su brazo se curó.


Pero las cosas aún estaban lejos de acabar. El mismo Anillo Detector de Enemigos que en el curso pasado le había avisado de la presencia de un centauro, lo volvía a hacer. Para su sorpresa, era la misma criatura otra vez. En esta ocasión, con más hechizos en su poder, sería más fácil deshacerse de él. Maldijo al centauro, conjurando la “Maldición”, el hechizo que causaría que todo le saliera mal al centauro, tuviera pequeños accidentes, no atinara en sus ataques a la bruja y tuviera toda clase de obstáculos al acercarse a Fiamma. Mientras tanto, ella aprovecharía la oportunidad de alejarse de ahí.


Más complicaciones aparecerían en su camino, primero una acromántula que logró esquivar solo para ir a dar con basilisco. Afortunadamente se encontraba detrás de la gran serpiente, que con sus 15 metros de longitud enroscados, no vio de inmediato a la bruja. Para cuando la bestia reaccionó, la pelinegra ya le había hecho una marca de sangre, dándole la orden de dirigirse hacia la acromántula. Era bien sabido el miedo que estas le tienen al basilisco, así que de esa manera pudo deshacerse de la enorme araña. Al final solo tuvo que aplicarle Morphos a una roca para convertirla en un gallo y así lograr que el basilisco huyera lejos de ella.


-¿Qué sorpresa seguirá?- Secándose el sudor del rostro, solo quedaba esperar el siguiente obstáculo en su camino.

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—Obedire— pronunciaba tajante. Cada una de las palabras de Hades, no fueron más que una bruma que se dispersó ante los ojos maravillados de Malfoy. No estaba ahí para escuchar lecciones de vida o frases que le intentarán calar psicológicamente. Uno de los dementores que venía contra ella fue alcanzado por la surda de la vampiro, justo por la parte baja de la túnica que este portada. Era demasiado cómico ver como las cosas giraban a su favor y pocas veces en su contra, pero el destino la mayor parte del tiempo era demasiado egoísta y caprichoso—No puedes atacarme o atacarte y tampoco nos vamos a herir, al menos dentro de un rato—siseó tal y como lo hacen las serpientes, altivas y traicioneras.


No le gustaba guiarse por esa vía, pero si para matar a toda esa sarta demoníaca de alimañas debía hacerlo. Pues que fuera de ese modo, jugándosela a todo por el todo, lanzándose de boca contra el vació—¡¡¡ Expecto Patromun !!!—exclamó expulsando de la punta de su varita un haz, que aumento poco a poco su tamaño. Era semejante al destello que emana de un astro o estrella, brillando con intensidad creaba un escudo que le impedía a los dementores darle alcance a Malfoy. Su cuerpo estaba abrazado por una coraza impenetrable de adrenalina, preso de las ganas por estallar y arrasar con todo lo que estaba a su paso.


—Immolo Oppugnare—sentenció cortando de nueva cuenta su brazo, no le importaba cuantas cicatrices o marcas le pudieran quedar en el cuerpo. Ya se encargaría de resarcir cada una de ellas con la ayuda de la Nigromancia, pero de momento era mejor centrarse en sus pequeños enemigos. Que de pequeños no tenían nada y eso era por demás evidente, dando un pequeño respingo al sentir la sangre correr por su blanquecina piel, volvía a lanzar otro ataque contra un lobo o lo que era el remedo de uno—Incárcerus—le apareció una sonrisa lóbrega en los labios tras proferir aquel conjuro. De la punta de su varita tres gruesas cuerda salieron disparadas contra el animal, la primera de ella ató fuertemente sus patas traseras, la segunda las delanteras y la tercera fue a pegar directo en su cuello. La presión de está última lo hizo retorcerse sobre el suelo, aullando y lanzando quejidos de dolor—Muérete de una vez—le ordenaba quedándose con esa mueca para su bitácora personal.


La sangre que le corría por las venas era tan tóxica y nociva que era capaz de causar dolor a quien tuviera contacto con ella. El nacer de la más profunda oscuridad, no hizo más que dotarla de un odio y resentimiento inmenso, porque ser una persona compasiva. ¿Para que lamentarse por las vidas que arrancaba y consideraba un trofeo bien ganado?. La Nigromante no era nada más que una mujer fría, calculadora, despiadada y sumamente elitista. Justamente por eso tener a esa horda de seres mal nacidos cerca de ella, no hizo más que avivar sus ganas por arrancarles las cabezas una a una—Episkey—se curaba la herida del brazo cerrando poco a poco el surco que dejará la daga del sacrificio. Indudablemente le tomo gusto a la misma y cuando la tuviera por completo en su poder, no dudaba que seria el complemento ideal para su preciado grimorio.


—Oppugno—el siguiente conjuro puso bajo su control a otra de las criaturas, aquella que abría sus fauces amenazadoramente. La pericia de Malfoy se vio reflejada en la rapidez para lanzar aquel ataque, le gustaba emplearlo y el gritarlo por todo lo alto, casi siempre era una sensación por demás catártica y divertida para la rubia—Ataca al lobo que estás detrás de ti, mátalo sin miramiento alguno—la masacre estaba dando un giro inesperado y bastante favorecedor para la Vidente. El ver lo que se acercaba a cada instante era una nueva oleada de adrenalina que la alteraba, pero para bien. Era como detonar la misma bomba más de una vez, obteniendo el mismo resultado una catas frote de proporciones épicas—Anillo detector de Enemigos—el llevarlo le daba una franca ventaja para lanzar su siguiente ataque—Seccionatus—pensó emanando de la punta de su varita oscura como el ala de un cuervo una docena de medias lunas, sólo seis de las doce impactaron en el pecho del lobo clavándose con fuerza, arrancando de esa zona pequeños hilillos carmesí que empaparon su pelaje—Otro a la lista y los que faltan—los dementores continuaban a raya de momento, pero ya se haría cargo de ellos por completo.

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