Prueba del Libro de La Fortaleza XXV

[Alegna Black]

-Morphos- el árbol más cercano de unos dos metros se transformó en una pitón, adueñándose al instante del cuerpo de Dánae, asfixiándola, cada centímetro de su cuerpo no se distinguía del de la pitón que retorcía mas su cuerpo apretando más a la mujer, en unos segundos un crac se escucharía, de los huesos de la chica que cederían ante tanta fuerza. Un estrepito se sintió en el bosque, un furiosos Erumpent salió al ataque de la Black, que con agilidad lo sorteo como un torero a un toro, pues la bestia se había aparecido de la nada.

 

-Diablos, pensé que estas cosas no existían más que en África- algo debía haber molestado de sobre manera a la bestia que solo atacaba, cuando se la molestaba pero muy fuertemente. Otra arremetida y el largo cuerno que sobresalía de su hocico, le alcanzo el hombro desecho quebrándoselo, el sonido no se escuchó a causa de la estocada del animal, pero el calor que le invadió en el cuerpo fue superior al que alguna vez haya sentido, un grito salió de sus labios, pero no se escuchó.

 

Curación pensó mientras se enfocaba en su hombro y poco a poco su dolor menguo, ahora debía pensar cómo evitar que la bestia siguiera acosándola, un orbis no serviría, aun no tenía el poder necesario, y menos así un Opugno. Salvaguardia Mágica volvió a pensar mientras sentía que la bestia la traspasaba, y aunque no le pudiera hacer daño, sintió un horrible cosquilleo atravesarla. Camino unos pasos aprovechando el desconcierto del animal. Saco su anillo de amistad con bestias y se lo coloco en su anular al tiempo que la salvaguardia perdía efecto, otra envestida del animal y la Black cerro los ojos pensando en lo peor, el tiempo paso y nada ocurría, solo el viento que de a poco le movía los cabellos violáceos.

 

El Erumpent estaba a escasos centímetros de ella respirando tranquilamente, sus ojos oscuros clavados en la cara de la chica, esta con timidez ante el imperioso volumen del animal dio dos pasos hacia atrás extendió su mano y con cuidado acaricio el morro de la bestia. Lo que parecía un ronroneo le llego a los tímpanos, el anillo había cumplido su objetivo, aunque Alegna nunca pensaría hacerse la valiente con un mounstro así.