En el campo

[Hannity Ollivander Evans]

Era una mañana fresca, nublada y con un poco de viento, probablemente se acercaría una tormenta en las próximas horas, pero, estaba segura de que era el lugar y el momento adecuado para aquella práctica, sin lugar a dudas ese escenario era el favorito de la rubia, un lugar desolado y con una calma extraordinaria donde sólo se escuchaba el sonido del viento al soplar.

 

Lo único que rodeaba a aquel lugar era tres árboles frondosos y una cerca que dividía un terreno del otro y algunas piedras de diferentes tamaños.

 

La ojiverde ese día llevaba puesto unos jeans entallados a su esbelta y moldeada figura, una blusa blanca con escote y tennis con plataforma, al parecer, para ella, era el atuendo adecuado, había dejado de lado por primera vez los vestidos elegantes, se sentía extraña, pero cómoda y sabía que le daría la libertad para moverse durante los ataques.

 

No tardó mucho en llegar la persona a quién la rubia esperaba, ella tomando su varita con firmeza le hizo una leve reverencia para después -Buen día señor Ragnarok, es un gusto verle.

 

Sin perder tiempo la rubia lanzó su primer hechizo -Sectumsempra

 

Si tenía un poco de suerte el hechizo impactará en su pecho y en los próximos minutos el Ragnarok estaría desangrándose.

[Hades Ragnarok]

No sabía cómo habían logrado sacarlo de su retiro. El cainita en sus buenos tiempos era uno de los mejores duelista, tanto así que era el único que podía pelear de tú a tú con su mortal enemiga Leafa y salir vivo o en cualquier caso matarla. Dibujo una mueca. Aquellos habían sido buenos tiempos definitivamente, pero ahora se encontraba allí, caminando por aquel paraje desolado en busca de alguien que deseaba tener un duelo de práctica con él.

 

Llevaba una camiseta sin mangas negra donde se podía ver el tatuaje de un dragón colacuerno húngaro en su brazo. Unos jeans negros y unos tenis negros también los cuales se habían quitado para estar mas cómodo, luego, ya regresaría a buscarlos, por lo que en el momento del duelo estaría descalzo. No llevaba nada más, ni relojes, ni correa, ni anillos, nada más, solo su instrumento mágico, su varita.

 

Observo el cielo y suspiro. Había paz, tranquilidad, ¿Por qué tener un duelo cuando el día era perfecto? Negó con la cabeza una vez que vio su objetivo. Le hizo una pequeña reverencia a la rubia quien con sus ojos verdes lo observaba. Dibujo una mueca divertida, aquello sería interesante, esperaba que divertido, pero estaba demasiado oxidado y sus ánimos de sangre o su sed de sangre estaba saciada, al menos por el momento.

 

-Buen día Hanny –dijo sonriéndole- el gusto es mío

 

Observo lo que le rodeaba y se coloco a aproximadamente a unos 7 u 8 metros de la rubia y a 4 metros de cualquier cosa que pudiera ser morpheada o transformada que pudiera hacerle daño. Aquello ya era costumbre de él, lo hacía de manera inconsciente ya que había aprendido por las malas a no confiarse. Observo que cerca de la chica habían varias rocas pequeñas y medianas pero mayormente era hierba y pasto, y algún que otro escorpión o serpiente venenosa que se escondían por allí. Las alimañas al parecer solo salían de noche.

 

-Protego –dijo el vampiro rápidamente después del primer ataque de la joven para que aquel escudo mágico absorbiera el sectusempra que ella había lanzado

 

-vale, supongo que quiere jugar antes de ponernos a conversar y tomar unan taza de alguna bebida caliente –sonrió divertido- a menso que le apetezca una bebida fría en el callejón Diagon –aquello era una invitación la cual él no sabía si al chica aceptaría, total, jamás se sabía con Hanny, a veces parecía odiarlo, a veces parecía agradarle.