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→~*Mansión Delacour*~← (MM B: 94786)


Lisa Weasley Delacour
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La joven Delacour contemplaba el jardín de la mansión sentada en el alféizar de la ventana de su habitación. La luz de la luna le confería una hermosura sin igual al paisaje nevado y le recordaba vagamente a todas las postales con motivos navideños que solían enviarse en esas fechas. Se ciñó un poco más el abrigo para protegerse de una ráfaga de viento helado, ya sentía la punta de la nariz fría y los dedos ligeramente entumecidos, seguramente también tenía la cara roja por el frio. Llevaba un largo rato allí y había visto cómo los elfos domésticos se esmeraban en colocar el hechizo atmosférico y, poco tiempo después, a su tía llegar a la mansión.

 

En cuanto ella cruzó la puerta principal, miro el reloj que colgaba de la pared. Las manecillas le indicaban que ya era hora de alistarse, dentro de poco tendría lugar la cena familiar, no quería tentar a la suerte y llegar tarde aunque se llevara a cabo en su propio hogar. Además era mejor que se diera un baño caliente o pronto se resfriaría y sinceramente no le apetecía estar enferma para las festividades. No de nuevo.

 

Con cuidado bajó de la ventana, estirando lentamente los músculos agarrotados a causa de su inmovilidad prolongada y la baja temperatura, y la cerró para evitar que el frio siguiera colándose por aquella abertura. Morrigan lo agradeció con un graznido, el cuervo le miraba desde lo alto del perchero con sus ojos como piedras pulidas y agitaba ligeramente sus alas. Antes de entrar al cuarto de baño acarició suavemente las plumas, recibiendo a cambio un picoteo cariñoso en los dedos.

 

Luego de asearse, la castaña apenas se dio un vistazo rápido en el espejo para asegurarse de que su vestimenta estuviera en orden. No había ni una arruga en su camisa azul, ni tampoco en sus pantalones negros, y sus zapatos estaban completamente limpios. Se colocó una chaqueta y salió de su habitación para reunirse con sus familiares.

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¿Una mordida puede combinarse con el vestuario para que quede bien? No sabía eso, evidentemente hay muchas cosas que debo aprender del mundo de los vampiros.

 

Luego de decir aquello, Luca se encargó de acelerar el proceso de curación que normalmente le tomaría a la herida de la mordida, lo cual internamente agradeció. Para cuando terminó, la notoria marca se había ido, en su lugar se veían algunos piquecitos que indicaba el área donde los colmillos habían presionado, pero era algo sutil que no sería notado a menos que alguien se pusiera a verla con detenimiento.

 

Vamos, antes de que se haga más tarde ―coincidió, girándose y tomando del brazo a su esposo para así salir juntos.

 

Hacía mucho tiempo no pasaba un rato con su familia, y nada mejor que esas fechas para aprovecharlo. Ambos bajaron a la planta baja, donde se encontró con Dennis, quien se encontraba con los gemelos.

 

¡Denden! ―gritaban ambos a cada rato, tratando de llamar la atención de su hermana, sobre todo el pequeño Henry, a quien curiosamente Mei se había percatado que siempre que podía quería estar junto a ella.

 

Hola, Den ―la saludó Mei, acercándose a abrazar a la muchacha―. ¿Dónde están todos? Creí que seríamos los últimos en llegar.

 

En cuanto terminó de decir aquello, notó que alguien más bajaba por las escaleras a su encuentro, a quien vagamente reconoció. Sí, era la muchacha que ya había visto anteriormente, hacía un tiempo atrás, se trataba de Wendolyn, si su memoria no le fallaba, y a lo cual debía agradecerle a Mugetsu por siempre mantenerla al tanto de las noticias de la familia, que inesperadamente iba poblándose cada vez más.

 

 

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La felicidad existía y Luca lo comprobó cuando vio brollar los ojos de Mei al presenciar aquella estampa familiar entre sus hijos. Su corazón vibra al compás de sus sentimientos por aquella guerrera que en tan poco tiempo tanto le regalo; una familia, seguridad, cariño y amor sin mentiras ni falsedades. Sonrió al ver como sus dos cachorros molestaban y exigían la aconteció de aquella muchacha rubia que con orgullo el hombre reconocía como miembro de sus ahora Hunters - Oye – Llamo la atención de los presentes - ¿Y para mi no hay abrazos o que? - La pequeña de cuatro años se lanzo a sus brazos mientra observaba negar con la cabeza a la paladín cercana a su cuerpo. Era un celoso sin remedio, lo tenia que admitir.

 

- Tengo suerte – Musito al tiempo que mordía suavemente la mejilla de la niña que ahora entre sus brazos jugueteaba con aquel colgante en forma de escudo que portaba - ¿Todo bien Dennis? - Hacia poco mas de dos días que no se veían. Habían estado juntos en Transilvania y habían podido hablar y solucionar varios temas que a la joven le preocupaban - ¿Vendrá a cenar? - No quería ser demasiado abierto preguntándole acerca de su novia, por si Mei no sabia aquello No pondría a su la templario en un aprieto, no por el momento al menos – Porque tengo hambre y me comeré todo lo que hayan preparado – El hombre rudo y fiero dejaba ver ese lado terno y gracioso que solo sus mas cercanos veían.

 

Sus instintos se tensaron unos segundos para después relajarse al completo al sentir la presencia de su reina, mejor amiga, prima y compañera de locuras. Lisa había llegado a la mansión. Tal vez Mei la hubiese sentido, pero estaba seguro que los demás se llevarían una grata sorpresa al verla de nuevo, pues la dignataria ahora ya no pasaba tanto tiempo en Londres como en verdad le gustaría - ¿Chicos? - Pregunto - ¿Quien es vuestra tía favorita? - Ambos paladines en miniatura gritaron el nombre de la Weasley segundo después, haciendo que el hall de la casona se convirtiese en un caos total – Pues, la hija prodiga vuelve a casa por Navidad – La de ojos claros y aspecto serio ingreso por la puerta principal con varios regalos entre las manos.

 

- Alteza – Le regalo una reverencia el chico

- Vete al cuerno primito – Fue la respuesta de la Demon Hunter - Cari, sigue en pie la oferta de quedarte conmigo y no con él

 

La ineracción de ambos era digna de llamarse espectáculo.

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Luna y Henry cada día estaban más grandes a su parecer y eran mucho más listos, aparte de que tenían esa alegría que los caracterizaba siempre que llenaba a toda la familia de ternura, aunque era de admitir que los pequeños le llevaban años luz en cuanto a energía cuando decidían jugar, podían estar horas sin cansarse mientras ella siempre se agotaba antes de tiempo, aun con todos sus entrenamientos los pequeños Delacour siempre le ganaban.

 

Era divertido escuchar como le decían Denden, era algo que había surgido en una de los pocos momentos que habían podido compartir todos juntos y se les había quedado bien grabado en la memoria. Seguía jugando con ellos y prestandoles atención ya que prácticamente la exigian de maneras muy divertidas haciendo caras o pucheros cuando sus padres se hicieron presentes.

 

Respondió al abrazo de la matriarca con mucha alegría ya que era maravilloso poder contar con su presencia ya que sus labores siempre la mantienen bastante alejada de la mansión aunque no fuera lo que ella quisiera. — Creo que en esta ocasión a todos los demás se les ha pasado la hora — dijo sonriente mientras que veía llegar a la planta baja también a su sobrina Wen.

 

Su padre por otro lado se le veía inmensamente feliz por tener a la familia reunida, le alegraba verlo y más desde que había afianzado más sus lazos con su última conversación que les había servido para conocer más de lo que pensaba cada uno en diferentes temas. Luna se abalanzó a los brazos del Van Halen quien la consintió con ahínco mientras se dirigía a la rubia. — Todo de maravilla — respondió con una sonrisa — Lamentablemente no lo creo, está fuera de Londres y no alcanza a llegar — habían estado enviandose lechuzas seguido y aún guardaba la esperanza de que llegara pero sus labores estaban aún muy complicadas en el extranjero y eso casi imposible que eso pasara. Miro de reojo a su madre, aún no había tocado el tema con ella y de Zoe haber estado en esa ocasión se la habría presentado a la familia.

 

Cuando su padre le preguntó a los pequeños quien era su tía favorita no pudo evitar sonreír ante la efusividad de ellos al mencionar la Weasley quien en cuestión de segundos se hizo presente saludando muy cariñosamente a su primo. Al ver ese lindo cariño que se profesaban no pudo evitar que se le escapara una pequeña carcajada, y luego observando a su Tía Lisa le hizo una suave reverencia para después saludar — Bienvenida Tía, un gusto que pudieras venir esta noche — Si todos los demás miembros de la familia se hacían presentes sería una hermosa velada. Ojala y hasta quien estaba lejos pudiera llegar.

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Al aproximarse cada vez más al hall de la entrada, Wen escuchaba con mayor claridad la alegre conversación entre varias personas y los chillidos inconfundibles de un par de infantes al estar mortalmente emocionados. Aquello servía para prevenirla de lo que seguramente encontraría al bajar, aunque no hizo falta terminar de llegar. Desde lo alto de la escalera pudo observar a dos mujeres, un hombre y un par de niños desbordando felicidad.

 

Reconoció a su tía Dennis, parecía estar divirtiéndose con un pequeño que la miraba con ojitos de cordero y demandaba no tan sutilmente su atención. Así mismo pudo reconocer a la matriarca Delacour, Mei, debido a un encuentro breve encuentro anterior. Al hombre por el contrario, por más que trataba de buscarlo en su memoria no recordaba haberlo visto alguna vez, mucho menos a los dos pequeñines.

 

- Buenas noches - saludó a los presentes con una ligera inclinación de la cabeza. Todos eran su familia pero la joven no se sentía en confianza con ninguno de ellos como para llegar repartiendo abrazos llenos de efusividad. Excepto tal vez con Dennis, aun así se quedó al pie de la escalera.

 

- Soy Wendolyn, un gusto señor y señorita… – se presentó la joven ante el hombre con la niña en brazos, dirigiéndole una pequeña sonrisa tras su vacilación al no saber sus nombres.

 

En pocos segundos la puerta se abrió, dejando pasar a una mujer cargada de regalos y con ella un caos orquestado por los pequeños al ser sorprendidos por la Weasley. Definitivamente –pensó la castaña con diversión- aquella cena sería de todo menos tranquila.

 

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Buenas noches, Wendolyn, me alegra que te nos unas a la cena ―le dijo en cuanto la muchacha se unió al grupo.

 

En cuanto terminó de saludarla, Mei observó de forma alternativa tanto a Luca como a Dennis. Allí había una complicidad de la cual definitivamente no estaba enterada y la cual hacía que se perdiera de varias cosas, como esos mensajes en código que se dirigían, sabiendo que probablemente nadie más entendería.

 

Le habría gustado preguntar, pero justo en ese momento el Van Halen habló, produciendo que los gemelos inmediatamente se escandalizaran ante la pregunta hecha, gritando el nombre de Lisa a la vez que se dirigieron corriendo hacia la persona que acababa de entrar, cargada de regalos que no tenían pinta de ser baratos. Como siempre, Weasley no escatimaba en gastos gracias a su posición, como así también lo hacía su primo y Primer Ministro de Rumania.

 

Sonrió en cuanto la vio llegar, para luego reír al ver cómo Henry y Luna saltaban alrededor de ella, con la clara intención de poder tomar alguno de los regalos.

 

Cuando tenga ganas de probar algo nuevo y me canse de él, te avisaré ―le respondió a su amiga, sonriendo con cierta picardía, observando a Luca, pero antes de que éste dijera algo se acercó y le rodeó el brazo―. Pero por el momento hace muy bien su trabajo como esposo.

 

Luego se giró y miró por las escaleras, notando que nadie más venía, por lo que volvió a hablar y se dirigió a todos.

 

¿Les parece si vamos a sentarnos a la mesa? Podemos esperar un poco más allí, y si no, mejor, más comida para nosotros.

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Lisa

 

No podía perderme una navidad en familia, menos cuando los echaba tanto de menos. Llevaba semanas sin verlos y aunque la soledad era necesaria a veces, la sensación de plenitud estando cerca de aquellos que se habían ganado mi amor era única e inigualable. Rumania estaba a salvo y tranquila, bien podía aguantar una noche sin su reina. Ademas confiaba ciegamente en Dimitri y en la guardia. En cuanto abrí la puerta, dos pequeños paladines se lanzaron a mis brazos, demostrándome así su cariño infinito. En mi rostro sereno podía verse una gran sonrisa. Cuando estaba con Luna y Henry volvía a ser una niña, quitándome esa seriedad que por mi cargo y rango debía portar a todas horas. La indirecta hacia Mei tampoco podía faltar.

 

Logre avanzar sin que ninguno de los regalos que llevaba se me cayese al suelo. Los deje, regañando con la mirada hacia la pequeña castaña que ya tenia las manos sobre uno, encima del diván mas cercano y tome en brazos a mi ojito derecho. El infante me abrazo como solo un ser de luz puede hacerlo – Te echaba de menos enano – Susurre al tiempo que repetía la acción con la primogénita de la Delacour. Eran mis sobrinos, si, pero los quería como si fuesen mis propios vástagos. La unión y conexión que poseía con ellos era imposible de romper desde el segundo cero en el que nuestros ojos se encontraron – Ven aquí princesa – Mi mejor amiga se vio envuelta entre mis brazos instantes después.

 

- Cada día estas mas guapa bombón – Piropearla, tirarle los trastos y verla sonrojarse era un hobbie para mi, mucho mas desde que Luca entro en la ecuación. Tuve que soltarla cuando el dhampir, por medio de su fuerza como medio vampiro, me arrastro hacia el comedor en un intento patético de que me alejase del esbelto cuerpo de su mujer – Eres un niño celoso primitivo, ¿que imagen estas dándole a Den Den? - Haciendo una llave de artes marciales básica me solté y me dirigí hacia la templario de la familia - ¿Todo bien, enana? - Aquella chica de cabellera rubia y simpático semblante era digna de que la llamase Hunter. Estabas mas que orgullosa de sus avances - ¿Cenamos ya? Wendolyn tiene hambre – Mentira, era yo la que estaba famélica.

 

Los ojos del guerrero me observaban intentando aguantar una carcajada, pero ninguno de los dos se pudo contener – Eres imposible Lis – Argumento un moreno feliz, agarrando por la cintura a esposa - ¿Me has traído eso que te pedí? - Me pregunto justo en el momento en el que Dobby me hacia entrega de una taza con chocolate caliente - ¿El que? - Hacerme la desentendida para ver su reacción me pareció un plan excelente - ¿Tu sabes de que habla Luna? - La cría de cuatro años levanto los hombros haciendo un puchero, negando con la cabeza – Lo siento Luca cariño, no se de que me estas hablando – Gracias a mis reflejos me aparte en el momento justo en el que una bola de nieve iba a impactar con mi cabeza – Molesto, si que lo tengo ahí.

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Castillo Triviani

 

Me encontraba duchándome velozmente, terminando de sacar los rastros de sangre de mi cuerpo, y lavando los mechones de llenos de tierra de la negra peluca que usaba. Iba tarde a la cena navideña de mi novia, Dennis. ¿Podría ya decir que era mi novia? Habíamos salidos unas cuantas veces, y me había escabullido otras pocas en su habitación por las noches, a verla dormir. Quería creer que ya eramos pareja, pero debería saber que opinaba ella, si deseaba ser mía, o al menos por una parte.

 

El agua caída coloreada de rojo por mi cuerpo, limpiando todo rastro de aquel ataque donde había estado. Sí, le mentí a mi rubia de hermosos ojos azules, pero esas son cosas que por amor se hacen para proteger a los inocentes. Los delitos que a diario cometía dentro de mi bando, era algo que ni por error debía de confesarle a la Delacour, la ignorancia de donde me encontraba metida era mejor por su seguridad.

 

Con movimientos veloces me vestí y calcé, para tomar dije que había mandado a tallar, con forma de hadas y meterlo en una pequeña caja. Cuando la viera se lo entregaría, simbolizando el lindo momento juntas en su fiesta.

 

Mansión Delacour

En segundos me aparecí frente a las rejas del hogar de ella, donde sus perros ladraban anunciando mi legada. Caminé hasta la puerta y observando que esta vez nadie me estuviera vigiando toqué el timbre. Rezando para que me abrieran rápidamente y no ser vista entrando por algún mortífago quisquilloso.

 

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-¿Por qué no puedo combinar la parte de arriba de este con la falda de este otro?- suspiré mientras me colocaba por encima por enésima vez los dos vestidos entre los que tenía que decidir para la cena. Ambos eran vestidos de invierno, a la rodilla, pero el escote de uno y la caída en la falda del otro hacían el vestido perfecto. Suspiré y opté por el de la falda que me gustaba, volviendo a guardar el otro en el guardarropa. Medias de invierno y borcegos acompañaban al vestido color ciruela que había sido el ganador de la ardua batalla que se había llevado a cabo frente al espejo de cuerpo completo que ocupaba un rincón en mi habitación de la mansión. Le sonreí a mi reflejo mientras me movía para ver cómo se comportaba el vestido y comencé a escuchar ruido escaleras abajo.

 

Alisé la falda con las dos manos y me dirigí hacia el Hall, escuchando cada vez más cerca las conversaciones, las risas y los chillidos de los niños de la familia. Adoraba las cenas familiares y no se daban todo lo seguido que me gustaría, por eso intentaba aprovecharlas al máximo cada vez que ocurría alguna. A medida que me aproximaba más y más distinguía mejor a quién pertenecía cada voz. Identifiqué a mi madre, a mi tía Dennis, a mi hermana Wendolyn... Pero había muchas otras personas que aún no tenía muy claro quiénes eran.

 

Llegué a donde todos se encontraban y comencé a saludar uno por uno. Primero me dirigí hacia mi madre, a quien abracé con fuerza y planté un beso en su mejilla. Me detuve a observarla un momento; aún no me acostumbraba a lo parecidas que éramos físicamente. Era innegable el parentesco; siempre había sido así. Luego me acerqué a mi hermana, a quien también abracé con fuerza. Por último me dirigí donde mi tía, tomándola por la espalda y plantando un beso en su mejilla. Extendí luego un saludo general a los demás.

 

En ese momento, llamaron al comedor para sentarnos en la mesa, a lo que me dirigí hacia allá. Se sentía genial estar rodeada de familia; era una época del año que me encantaba. Lancé una mirada a una de las ventanas y vi que afuera nevaba. Suspiré. Era hermoso estar en casa.

 

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Percy

 

Toda la familia estaba reunida en el salón principal y en cualquier momento pasarían al comedor para la cena de navidad, por lo que Percy estaba pendiente de cualquier cosa que se fuera a necesitar por parte de sus amos. En ese momento la puerta principal sonó por lo que el pequeño elfo fue de inmediato a atender a la persona que tocaba.

 

Abrió la puerta para ver a una hermosa joven a la cual había visto ya en uno de los retratos de la señorita Dennis en su habitación. Era alguien que ella quería mucho porque siempre hablaba de la bruja, por eso no dudo en hacerla pasar — Buena noche y bienvenida señorita Triviani — dijo el elfo que ya conocía el nombre de la joven de la gran cantidad de veces que lo había escuchado, le indico el camino hacía el salón y la escolto hasta llegar allí.

 

Dennis Delacour

 

El ver a los miembros de su familia reunidos hacía a la rubia inmensamente feliz. Su sobrina Wen se les había unido, ella siempre tan tímida pero tenía un gran corazón. Al igual que el resto de sus familiares, todos tenían formas de ser muy diferentes pero en el fondo su corazón era inmenso y lleno de amor por su familia y dedicado a hacer el bien.

 

Era divertido ver la interacción entre sus padres y su tia Lisa, hasta los gemelos se reían bastante al verlos bromear y jugar así ya fueran grandes. Su sobrina Mia hizo acto de presencia con su particular alegría saludando a todos los presentes, la ojiazul respondió a su abrazo feliz de que hubiese podido venir esa noche. Ya iban a pasar a la mesa cuando alguien toco a la puerta y pudo ver de reojo que Percy iba a abrir con premura. La noche iba de maravilla, solo algo faltaba para que fuera una velada perfecta.

 

Y de pronto como si alguien hubiese escuchado su pedido especial vio aparecer en el salón a Zoe, tan hermosa y radiante como siempre, fue tal su emoción que no pudo contenerse y con el corazón latiendo a mil por hora corrió en dirección de la ojigris para colgarse de su cuello y darle un fuerte abrazo, el cual termino con un pequeño beso — Te extrañe demasiado, que alegría que hayas podido llegar — dijo cuando se separo de los labios de la Triviani, no podía evitar perderse en su mirada.

 

De pronto recordó que no estaban solas y que su familia estaría algo sorprendida, pero la emoción de ver llegar a la bruja que tanto había empezado a querer le había hecho olvidar lo demás, soltó del abrazo a Zoe para girarse y tomando de la mano a la ojigris habló a la familia — Familia hermosa, aprovechando que estamos reunidos, tengo el gusto de presentarles a alguien muy especial y que siginifica mucho para mi. Ella es Zoe y estamos saliendo — dijo con una sonrisa tan amplia que casi no le cabía en el rostro, ahora si su noche era simplemente perfecta.

Editado por Dennis Delacour

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