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→~*Mansión Delacour*~← (MM B: 94786)


Lisa Weasley Delacour
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El viento golpeaba violentamente su rostro, la capucha de su capa negra cayo liberando sus cabellos platinados, maldiciendo en voz baja, pues lo que menos deseaba era llamar la atención tan pronto, volvió a colocar la capucha en su lugar cubriendo una vez mas su rostro.

 

Siguió su camino cuidando que nadie la hubiera notado, llevaba años fuera. Años atrás había tenido un ataque de rebeldía que terminó llevado lejos de sus padres y su familia por años regresando por cortos periodos de tiempo pero evitando aparecer frente los conocidos, a aquellas alturas apenas recordaba la razón tonta por la que actuó así, prefirió atribuirlo a su inmadurez no queriendo indagar demasiado en las razones oscuras que poseía en su alma.

 

Desde la distancia observó la hermosa mansión, trayéndole recuerdos de su infancia. No tardo mucho en llegar a las puertas de entrada.

 

Golpeo la puerta y aguardo con una sonrisa, la oveja negra había vuelto a casa.

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Los elfos de Alessandra estában acomodando los muebles a los costados de la pared para la fiesta de aniversario de Kamra y Alessandra.

 

Una gran mesa estaba colocada de forma estrategica como de un triangulo contra dos paredes y el techo flotaban rosas de todos los colores a su vez guirnaldas de tulipanes estaban puestas en las paredes.

 

Un equipo de música muggle estaba sobre una gran jaula para evitar que se tropezaran cuando estuvieran bailando en la pista de baile que pusieron y una gran pantalla estaba al costado del equipo.

 

-Creo que hay está- dijo Mar.

 

La elfina vio a todos los elfos dejando vasos, copas bandejas y fuentes para cuando empezaran a llegar los invitados harian aparecer la comida y la bebida.

 

La puerta sono y Mar se dijo que aun era temprano para que comenzaran a llegar pero fue y la abrio de un tiron, frente suyo estaba una de las hijas de los amos Mei y Luca.

 

-Ama @ que sorpresa- exclamo Mar y se hizo a un costado -pase, desea algo?-

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Las puertas se abrieron minutos después de su llegada, bajó la mirada encontrando una criatura de grandes ojos observándola, una elfina, quien la recibió educadamente, sin duda reconociéndola.

 

Estudio a la criatura durante algunos segundos hasta recordar de quien se trataba, era la elfina de su sobrina.

 

-Hola Mar, gracias -Saludo ingresando al interior. -Decidí regresar.

 

Observo a su alrededor notando los muebles fuera de su lugar habitual y las preciosas decoraciones en la habitación, sin mencionar a los elfos pasando a su lado con las manos llenas de objetos. Por unos segundo se pregunto que evento habría en la mansión hasta que recordó la carta de su amiga, por supuesto era el aniversario de su sobrina Alessandra y su mejor amiga Kamra.

 

Vaya momento para aparecer se dijo a si misma, no había traído un obsequio pero quizás tendría tiempo de comprar algo para ambas.

 

-Mar ¿Sabes si mis padres o alguien de la familia esta en la mansión? Me gustaría verlos -sonrió con nostalgia.

 

 

 

 

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Mar miro a Aleksandra alarmada, ¿acaso no se había enterado de lo que sucedió? Se preguntó y si asi fuera no le quedaba de otra que informarle el desafortunado incidente con los demás patriarcas de la familia.

 

-Ama Aleksandra, verá- no sabía como explicarle nada estaba nerviosa por como se lo tomaría.

 

-Aún no han llegado los demás miembros- empezó por lo más fácil al menos para ella -en cuanto a sus padres...- miró a su alrededor hasta dónde estaban los esponjosos sillones.

 

-Ama porque no toma asiento?- le pidió llevándola de la mano a dónde estaban los muebles -sus padres desaparecieron- le explicó.

 

-Hace un tiempo atrás pasaron cosas, no se los hechos sólo las consecuencias- le explicó -que ha llevado a la desaparición de la Orden y como sabra su madre, la ama Mei, era una de las líderes, despues de eso ella con el amo Luca y sus hijos Henry y Luna desaparecieron de la noche a la mañana- suspiro.

 

-Nisiquiera sus elfos quieren decirnos dónde estan- esperaba que la bruja tomará aquélla noticia con calma o al menos pudiera conseguir más informacion de la que ellos tenían.

 

Nisiquiera su ama Alessandra pudo saber dónde estaba Mei cuando estuvo en el profeta ya que nadie sabía que pasó con ambas ex líderes.

 

 

 

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Aquella noticia fue peor que una patada en el estomago, la elfina había intentado suavizarlo pero podía sentir un remolino de emociones dentro de si misma.

 

Quedando mas tiesa que una piedra, su mirada en un punto fijo sin notar que sucedía a su alrededor, tanto tiempo fuera... sin ver a sus padres aquellos que la había acogido con tanto cariño a pesar de no llevar su sangre y ella inconsciente y de manera cruel desapareciendo sin dejar rastro alguno... encontrar que nadie sabia donde estaban la había dejado en completo shock.

 

Se dijo a si misma, o mejor dicho intento convencerse, que sus padres estarían bien su desaparición no podía significarse que algo malo les sucedió.

 

Cerrando los ojos aspiro profundamente en un intento por tranquilizarse a si misma y a aquel ser que vivía en su interior no podía permitirse perder el control y dejar que ella tomara el control, soltó el aire contenido y miro a Mar fijamente, sus ojos probablemente se había oscurecido volviéndose de un color plata.

 

-Te agradezco que me dijeras la verdad, ahora ¿Podrías acompañarme a mi habitación? quisiera refrescarme -comentó con una expresión neutra -Mi elfina Venus traerá mis cosas si puedes guiarla te lo agradeceré mucho Mar.

 

Se levanto del sillón al cual fue llevada a la espera de que la elfina la acompañara a su cuarto. Conteniéndose de mostrar algún sentimiento, era demasiado cerrada y desconfiada, ya tendría tiempo de hablar con su familia para informarse sobre como ayudar con la búsqueda.

 

 

 

 

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Mar estaba hecha un manojo de nervios, quizas habia sido mejor esperar a que algun miembro de la familia se lo explicara mejor, Mar llevaba mucho tiempo sirviendo a Alessandra a su vez habia servido a su padre y a la madre de este por lo que tenia ya una forma de manejar y tratar las noticias fuertes por aquel lado de la familia.

 

En cambio con Aleksandra no sabía como tratarla, su ama había trabajado mucho tiempo en San Mungo con los de Psiquiatría y Psicología que quizas hubiera sido mejor a la hora de dar la notícia, incluso si estaba ahí su ama podría revisar a la muchacha y ver que tenía al estar tiesa como una pared.

 

-Cid, trae un té de tilo- le pidió a su compañero que al ver que Mar estaba con un familiar salió corriendo.

 

Aleksandra le sorprendió a Mar, su actitud fría y neutra la hizo temblar ligeramente pero no dijo nada solo asintió a lo que le decían para tomar la mano de peliblanca y desaparecer y aprecer en su cuarto de la mansion.

 

Siempre mantenían los cuartos de los miembros listos por si se decidían volver, asi que al llegar al piso y habitación de Aleksandra, estaba todo impecable.

 

-Le traeré toallas limpias y una bata- le dijo corriendo al baño y llenando la tina con agua tibia -le traerán un té de tilo para que se relaje mientras ayudare a Venus a acomodar sus cosas- le explicó.

 

Cuando terminó dejo que la Delacour de desvistiera y fuera a bañarse mientras que ella conseguía unas toallas limpias.

 

 

 

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  • 2 semanas más tarde...

Flashback

 

No uno..sino cinco. Tenía a todos sus hermosos bebés junto a ella. Con sus ojos curiosos, impacientes por descubrir nuevas cosas, sus manitas alzadas hacia el cielo que les pertenecía, porque todo lo que ellos quisieran sería suyo...Kamra les daría el mundo entero.

 

Las lágrimas que recorrían sus mejillas no eran más que de pura felicidad. La embargaban sentimientos de euforia y triunfo después de meses esperando ese momento, haciendo casi imposible que su pulso se normalizara. Besó cada una de sus cabecillas, susurrando sus nombres en la soledad de su habitación...la única otra persona que la ocupaba era su amada esposa Alessandra.

 

Alzó la vista para conectar con esa hermosa mirada color cielo, y sin poder contener una carcajada de pura felicidades - después de lo que pareció una eternidad de sentirse insegura - sonrió.

 

Fin flashback

 

- Tacones, cuánto eché de menos usarlos - se dijo a si misma mientras recorría la distancia desde la habitación de sus hijos hasta su tocador.

 

Había extrañado salir del Castillo, ver más que las aburridas paredes de su habitación y las salas de estar...caminar más de 5 inútiles metros, y que mejor que asistir a una fiesta - su fiesta - para reintegrarse a la sociedad. Kamra miró hacia la cuna de sus pequeños angelitos y sintió como su corazón se hinchaba en su pecho.

 

Tenía cierta resistencia a dejarlos solos, pero su esposa había insistido en que saliera, que sus elfos eran más que capaces de cuidarlos mientras se ausentaba unas horas.

 

Así que después de ponerse un vestido rojo ajustado que se ceñía a la perfección a cada suave curva de su cuerpo, con su melena blanca cayendo libre por su espalda y portando en sus labios una sonrisa cincelada en rojo carmín, desapareció para encontrarse instantes después en la mansión Delacour.

 

Saludó con un ademán a los elfos, dando indicaciones vagas en la decoración y se dirigió sin más preámbulos a la habitación que ocupaban en la residencia fenixiana. Pero antes de que abriera las puertas de la alcoba, un aroma conocido llegó a ella, seguido de los pasos apurados de un elfo que parecía estar vagamente aterrado.

 

- Mar - dijo obstruyendo el camino de la pequeña elfina de Alessandra - ¿Porqué tan asustada? ¿Quien ha llegado a la mansión? - sin darle tiempo a responder y sientiendo que la pequeña criatura la seguía, rastreó aquel aroma. Dando con la habitación más alejada del pasillo.

 

Antes de abrir la puerta sonrió.

 

- Miren quien decidió aparecer - ronroneó hacia Aleksandra mientras se recargaba contra el marco de la puerta.

 

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Flashback

 

Alessandra lloraba sin detenerse en silencio, sus hijos habían nacido salvos y sanos. Habían tardado horas para que se dilatara el centro de su esposa, sin mencionar los gritos que desprendía la peliblanca a causa del dolor y varias maldiciones contra su persona pero habian merecido la pena al verlos dormir cómodos en sus cunas.

 

Alessandra tenía experiencia en traer a sus hijos al mundo y debía admitir que le causó cierta gracia todo el parto, ella no gritaba tanto cuando nacían pero no negaba que siempre insultaba a todas las personas que se les cruzaba.

 

La Delacour al levantar el rostro se topó con los grandes y expresivos ojos de su esposa -tranquila con el tiempo y un par de hijos más te acostumbras- sonrió medio con una mueca a causa de que seguía llorando.

 

-Te amo, gracias por darme esto- le dijo de todo corazón.

 

Fin flashback

 

Después de varias noches en vela, estar con los pañales y estar completamente vocadas a los quintillizos, Alessandra se encargó de planear la fiesta de aniversario que se habían perdido festejar a causa del nacimiento de sus hijos.

 

-Lupita, está todo no?- le preguntó a su elfina.

 

-Si ama- le dijo la criatura mientras acomodaba el vestido azul oscuro de lentejuelas en la cama.

 

Alessandra acaba de darse una ducha para despejarse un poco y sacar el olor a leche y otras cosas de sus hijos. Su cuerpo se había relajado para poder festejar junto a su familia y amigos su aniversario.

 

-Gracias- le dijo Alessandra a la elfina.

 

Lupita asintió y se marchó a la cocina donde estaban los demás preparando la comida.

 

La Nigromante se quitó la toalla que envolvía su cuerpo para ponerse su ropa interior y el vestido a mitad del muslo, iba sin brasier para estar más cómoda además no quería que se vieran los breteles. Se colocó los tacones negros y decidió hacer un pequeño cambio a su cabello, en vez de rubio completamente uso su Metamorfomagia y cambió varios mechones de color rosado de varios tonos tanto oscuro como un rosado más claro.

 

Una vez lista se maquilló los labios con un lápiz labial rosado y le puso brillo ensima para resaltarlo y se puso un delineador azul para resaltar sus ojos, una vez lista bajo al hall a esperar a su esposa que debía estar por llegar.

 

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Luna Cristal Gryffindor Dumbledore

 

 

Gracias a mi queridìsima madre estaba ahora caminando hacia una Mansión que me era totalmente desconocida, nadie en esa casa me era familiar y en serio me molestaba tanto tener que aguantar tanta presión.

 

No era una persona sociable, todas las personas a las que había conocido no tenían la cultura para estar a mi altura, esperaba en esta casa hubiera alguien que me diera la talla para hablar de arte, no era fácil estar sola.

 

el vestido rosa que llevaba al menos era lindo, corto y elegante, amaba que mi madre tuviera tanta facilidad para la moda, porque mi tía Elizabeth no lo era en absoluto, era lo poco que aguantaba de mi madre.

 

Mi madre eso si era muy detallista y demasiado generosa con las personas, cosa que era bueno y malo a la vez, yo por el contrario solo procuraba mi bienestar, la elfina que iba tras de mi apenas podía caminar con el peso del cofre de cedro y brocados de oro que llevaba en sus brazos, la veía sufrir llevando aquel regalo que mi madre me había mandado a llevar como regalo de aniversario a la hija de su sobrina Laimi y su pareja por su segundo aniversario.

 

En fin ya estaba aquí solo era tocar, bueno no había de otra, toque tres veces en la puerta para que me abrieran y poder entregar el regalo,dos collares de esmeralda con sus iniciales entrecruzadas incrustadas en un diamante.

 

Acomode mi cabello rubio y aclare la voz para verme tan formal como mama me lo había ordenado

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Ministre de la Magie Français // 🌙 dulce asesina by Mael

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Habían sido días largos y no muy felices, debía reconocer. Mi vida se había convertido en una montaña rusa de emociones en cuestión de días y había sido tanto que simplemente me había dedicado a llorar en mi habitación. Lloraba, contemplaba el horizonte recortado por la ventana cuando amanecía, y regresaba a la cama a contemplar la pared, el techo, la araña de cristal que se posaba encima de mi cabeza, la biblioteca llena de libros que ya había leído y releído... Todo a mi alrededor me parecía extraño, se me hacía melancólico y me tenía con la mente completamente en blanco, intentando no pensar. Había quitado el anillo de mi dedo anular. ¿Había sido lo mejor? No lo sabía, y no estaba segura de saberlo alguna vez. Pero la pieza había sido devuelta a su dueño y ahora mi mano izquierda se sentía liviana, desnuda, vacía. No había quedado marca (gracias a la bendición de ser un vampiro y no broncearme), pero no podía evitar notar su ausencia.

 

¿Cuántos días habían pasado? ¿Veinte? Quizás ya un mes. No lo sabía. No había abandonado mi habitación en tanto tiempo que no tenía idea de lo que había sucedido en Ottery, ni en Londres, ni en ningún sitio. Tenía cartas de mis padres sin abrir y sin leer, porque sencillamente no encontraba las fuerzas ni las ganas de leerlas; ni siquiera quería abrirlas y tener que aparentar que estaba bien cuando en realidad no era así. Sin embargo, ese día se respiraba un ambiente festivo en la casa. Desde la llegada de los quintillizos la vida familiar en la casa había estado volcada a ellos. Yo los adoraba, eran mis hermanos y como a todos los quería muchísimo. Pero tampoco había querido molestar demasiado a las nuevas madres, y no me sentía de humor para hacerlo. Al principio, cuando aún salía de mi habitación, iba a verlos varias veces por día y a ayudar; dos manos no venían mal cuando hablamos de cinco bebés que por norma general suelen llorar a la vez; pero últimamente las visitas se habían hecho más y más esporádicas. Sabía que había suficientes manos disponibles para ayudar en caso de necesidad, pero aún así me sentía culpable por no poder salir de la cama y dar una mano.

 

Levanté la cabeza de la almohada, con los ojos hinchados y círculos oscuros debajo de ellos, profundamente marcados en la palidez de mi rostro. Observé el calendario encantado que reposaba sobre mi escritorio. La página había cambiado cada día; era mi manera de mantener la percepción del tiempo y no enloquecer. Sabía que había llegado el otoño no sólo por la fecha sino por el delicioso aroma a comida otoñal que entraba por las rendijas cada día. Había podido apreciar la transición de las hojas de los árboles, del verde del verano a los amarillos, rojos, beiges y marrones del otoño, y podía notar que las horas de luz eran menos ya que la distancia entre la hora del amanecer y la de atardecer era cada vez menor.

 

Pero ese día en particular había algo muy importante en la casa: el aniversario de Memi y Kam. No iba a dejar que la depresión me ganara, así que me levanté pesadamente de la cama que ya prácticamente tenía la forma de mi cuerpo marcada y me miré al espejo. Enfundada en un corto camisón de satén con encaje y con el pelo revuelto, la chica que me devolvió la mirada no parecía nada feliz. Era como si la vida hubiese sido drenada de ella; los ojos azules ahora se encontraban sobre un fondo rojo e hinchado de llorar. El pelo, alguna vez rubio platinado, se veía oscuro y apagado, enredado, triste. Me dirigí al closet y elegí un vestido rojo asimétrico, que quedaba por el primer tercio de los muslos delante pero caía hasta los tobillos detrás. Era de seda, y la parte superior, cuyo escote se encontraba a la altura de los hombros y resaltaba perfectamente mis clavículas aún más marcadas de lo normal, ajustaba perfectamente en las zonas correctas. La espalda era transparente, dejando ver piel hasta un lugar que rozaba la indecencia pero sin mostrar demasiado. Me lo probé; hacía meses que no lo usaba y no estaba segura de cómo me quedaría. Había perdido peso, eso era notorio, aunque aún conservaba parte de la figura que siempre había poseído. Ajustaba bien y no se me veía mal, así que lo lancé para la cama y me dediqué a buscar zapatos. Unos tacones negros, sin punta y con pulsera al tobillo me parecieron la combinación perfecta para el vestido así que los coloqué junto a la cama y me metí corriendo a la ducha.

 

Al salir, me sentía renovada. No feliz, pero renovada. Me sequé el cabello y lo ricé con cuidado. Siempre había preferido el método muggle a pesar de poder usar la magia, pero debía tener cuidado para no quemarme. Me maquillé, resaltando mis ojos con un delineado negro y aplicando un labial rosa muy claro, apenas perceptible, en los labios. Tuve que recurrir al rubor ya que me veía más pálida y sin vida de lo normal, y aplicarlo cambió radicalmente mis rasgos y cómo me veía. Me coloqué el vestido, sin necesidad de un sostén, y me calcé los tacones. Una última mirada al espejo me devolvió una muchacha completamente distinta a la que había visto sólo minutos antes, pero a la que fui capaz de sonreirle. -Puedes hacer esto. Tú eres más que esto, Mía.- le dije a mi reflejo, tomé el regalo que había comprado con meses de antelación y salí de la habitación, cerrando la puerta detrás.

 

Al bajar la escalera pude ver a mi madre esperando, a Luna a quien hacía tiempo no veía, y podía sentir el delicioso aroma a la comida que estaba siendo preparada en la cocina. Me acerqué a mi madre y le di un fuerte abrazo. -¡Felicidades! ¿Cómo estás? ¿Cómo están los quintillizos?- le pregunté, aún sin salir del abrazo. Esperaba que no notara que había llorado, aunque las madres siempre saben esas cosas. Me separé de ella y me volteé hacia Luna. -¿Qué tal?- le pregunté con una media sonrisa. ¿Estaba incómoda? Bastante. ¿Iba a dejar que eso arruinara la noche? Para nada.

 

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