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⋆ Chocolate Paradise ⋆ (MM B: 112207)


Valeskya Granger
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¿Alegría? ¿Enojo? ¿Amor? ¿Amistad? Cualquier sentimiento viene acompañado de un delicioso chocolate. Choco Paradise abre sus puertas para todo aquel conocedor que gusta disfrutar de lo más selecto que es preparado con cacao; para los tradicionalistas, para los exigentes, para los que gustan probar cosas nuevas, contamos con diferentes tipos de postres preparados con nuestra base de chocolate, la receta exclusiva de los ancestros Granger. Ubicada en uno de los lugares más exclusivos, el Callejón Diagon, este nuevo local está dispuesto a hacer feliz a todo aquel amante del chocolate.

 

El local cuenta con una amplia puerta de cristal, los ventanales también se encuentran elaborados del mismo material. El escaparate muestra diversas cantidades de chocolate, mostrado en diferentes presentaciones; de la vista nace el amor y es por eso que nos hemos preocupado por darle el mejor aspecto posible a nuestros postres. La base de todo es el cacao, cuidadosamente selecto, para mejor satisfacción de nuestros visitantes. Entrar al lugar te llevará a tus más gratos recuerdos con solo percibir el aroma del dulce preferido por la mayoría.

 

Dentro del negocio existen distintos escaparates de cristal, la mayoría son muestras para que nuestros clientes puedan degustar y tratar de decidirse solo por uno. El color del chocolate se encuentra impregnado hasta en las paredes del negocio, el cual también se encuentra iluminado por diversas luces que se encuentran flotando en el techo. La propietaria, en compañía de un par de elfos, se encuentran atendiendo este dulce lugar.

 

¿Quieres hacer un delicioso regalo chocolatoso de forma anónima? Contamos con servicio a domicilio, cerciorándonos de que tu entrega llegará a las manos de esa persona especial. ¿Quieres quedarte a disfrutar de nuestra amplia gama de postres? También contamos con una pequeña sección de cafetería, para los que prefieran estar degustando de nuestra mercancía al alcance de su mano. Contamos también con nuestras más divertidas presentaciones para niños y en caso de tener algún evento, podemos realizar su cotización para ofrecer a sus invitados de los mejores chocolates con los que cuenta el mundo mágico.

Menú [está de sobra decir que la base de todo esto es el chocolate]:

Calderos. Trufas en forma de caldero y rellenas de whisky de fuego.

Chocolate caliente. Tradicional, mezclado con leche, igual que como lo disfrutan los muggles.

Helado: No puede faltar, solo o mezclado con menta, fresa, coco, vainilla ¡Disfrútalo!

Pastel tradicional. Relleno con chocolate derretido o polvo de cacao.

Pastel 4 chocolates. Compuesto de las cuatro marcas más finas y selectas, un manjar que puede tener en sus mejores eventos.

Ranas de chocolate. Incluye cromos de brujas y magos famosos de esta época.

Trufas de todos los sabores. Al igual que las grageas de Bertie Bott, contamos con la versión de chocolate, mezclado con los sabores más exóticos que puedas imaginar.

Varitas. Dulces en forma de varita, con un encantamiento que hace que saquen chispas de sabor.

Licor. Con el sabor de chocolate, exquisito y delicado.

Trufas 24K. Las tradicional obra de arte chocolatosa por experiencia, cubierta de oro comestible. Solo para paladares exigentes.

 

Trufas champagne. ¿Hace falta más explicación?

Si no encuentras lo que buscas en este menú, pueden acercarse a preguntar y los atenderemos sin ningún compromiso.

 

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Editado por Valeskya Granger

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Que suerte la de mi hermana y que mentalidad empresarial la de abrir una boutique de chocolate en aquella altura del año en la que personas como yo, que si bien no compraba chocolate para consumo personal, lo compraría como detalles por estas fiestas navideñas. Era de buen empresario tener detalles con los proveedores y los clientes habituales, lo había aprendido desde que había iniciado mis actividades empresariales propias. También era de buen hermano desembolsillar unos cuantos galeones en los locales de mi hermana. Más vale ella que otros.

 

 

Por eso es que aquel día había decidido terminar mis pendientes de forma veloz, para quedar libre antes de que la tienda cerrara y poder quitarme también aquella obligación de arriba. Caminaba tranquilo pero constante por el callejón, con mi traje chaleco gris, sin embargo mi gabardina era beige y mis zapatos de punta fina color café, así no tenía un aspecto completamente sobrio, pero tampoco llamativo; mas no dejaba de reconocer, que por aquellas épocas en que todo estaba decorado con luces de colores y el verde, rojo, blanco y dorado, me sentía tentado a elegir otros colores.

 

 

Sumido en mis más superficiales pensamientos, llegué a un local con puertas y ventanales de cristal, que daban una visión a un exquisito paraíso de chocolate, ya que como había podido captar, incluso las paredes eran de aquel marrón. Antes de entrar me permití tomarme unos momentos para ver lo que exhibían, pasteles, trufas, bombones con varios tipos de rellenos o sin relleno, los que a mi parecer eran mucho menos apetitosos, también habían cuestiones más divertidas, y en ese momento me vinieron a la mente mis hijos, ambos amantes del chocolate.

 

 

Con Helena era más fácil, estaba de viaje con su madre, bastaba con enviarle una caja, con la promesa de que próximamente la traería al local de su tía a quien dudaba que conociera, sin embargo, con el perspicaz Seishiro la cosa era bastante más complicada. Si el niño de ojos dorados descubría que había ido a una dulcería sin él, y que esa tienda de puro chocolate era de su tía favorita, lo que para él era sinónimo de chocolate gratis al borde del descontrol, seguramente tendría que atravesar una rabieta. Aquello requería una táctica delicada que planearía en su debido momento. Pero al entrar me di cuenta que bajo ningún concepto podría dejar que Valeskya lo trajera sin mi supervisión, o al menos con suficiente medicina para el estómago.

 

 

-Buenassss. -Saludé alegremente, mientras miraba los escaparates de cristal, y levantaba la vista al menú. La variedad era abrumadora.- Todo se ve tan delicioso... seguro Valeskya pueda aconsejarme -comenté casi en un susurro, más para mí que para nadie.

 

 

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Caminaba por el callejón absorta en mis pensamientos, planteándome todos los problemas que tenia y que no dejaría de tener si seguía huyendo así. Era urgente que volviese a encontrar un empleo, o mi estadía en aquel país se terminaría prolongando mas de lo deseado. Fui una ingenua al pensar que las cosas serian fáciles, el haber vivido tantos años de manera acomodada bajo las alas de mis padres habían hecho que no fuese consciente de la locura que seria lanzarme al mundo por mi propia cuenta.

 

Inconscientemente me detuve, mis pies habían dejado de reaccionar. Levanté la mirada extrañada para prestar atención al negocio que tenia ante mi, su escaparate cristalino me dejó ver que se trataba de alguna tienda dedicada al chocolate. Mi estomago rugió recordándome que habían pasado horas desde mi ultimo bocado, sin embargo no me encontraba en situación de tirar mi dinero en bombones lujosos. Ese detalle me hizo darme cuenta de que el local parecía ser nuevo, por consiguiente tal vez estuviesen buscando empleados, aunque no hubiese ningún letrero que lo anunciase.

 

Entré no muy convencida, maldiciendo a los negocios que utilizaban como empleados a est****os elfos domésticos y esperando que este no fuese uno de ellos. Mis ojos observaron los productos que habían expuestos y como en todos existía la posibilidad de probarlos, sin embargo la visión de los elfos me echó para atrás, a pesar de que mi estomago seguía indicándome que tomase algún bombón.

 

Dejé de pensar en el chocolate y me dispuse a buscar al dueño del local, aunque de primeras solo pude ver la presencia de un cliente elegantemente vestido conversando con alguien. Con cautela decidí acercarme mientras pensaba en lo desubicada que siempre quedaba con mi vestimenta tan casual, de un jersey oversize y unos jeans. Todos esas tonterías quedaron atrás cuando fui consciente de la persona que se encontraba a escasos pasos de mi.

 

Maldije mi suerte, estar alli era como vivir en un pañuelo, ¿Donde habían quedado las atestadas calles de mi ciudad natal? Por lo visto en Ottery pateabas una piedra y te encontrabas a alguien conocido, y no a cualquiera, sino al mismísimo vampiro que había intentado matarme, junto a su hermana, la bruja de llamativos ojos violetas. Ya era tarde para dar marcha atrás, así que intenté comportarme de manera normal.

 

-Vaya, esto si que es una “agradable sorpresa”- gesticulé de manera forzada.

 

Recordaba la ultima vez que les vi, fue en aquel parque de atracciones. En esa ocasión me había visto envuelta en todo aquello sin quererlo, y escapé sin esperar a comprobar cual serian las consecuencias de haber raptado al pequeño de cabellos de oro. Ahora el miedo me había embargado de nuevo, pensando si aun guardaría rencor por lo sucedido, a pesar de que las intenciones de su hermana no habían sido malas.

 

-Será mejor que vuelva en otra ocasión... quizás.- volví a comentar mientras daba un paso atrás.

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Vaya uno a saber donde estaría Valeskya, o con quien, que todavía no había aparecido a saludar a su hermano favorito que dejaría unos cuantos galeones para su disfrute personal. Sin embargo los elfos estaban versados en el arte de la venta y estaban otorgando una asesoría por lo menos decente, aunque no dejaba de pensar que la Granger de cabello negro y ojos violetas necesitaría un refinado paladar humano que conociera de chocolate para hacer más confiable la elección. Sin dudas se lo sugeriría en cuanto hiciera acto de presencia.

 

No pude resistirme a probar las trufas champagne y las 24 K, había cosas de humanos a las que no me resistía, ni quería hacerlo, y esas eran el champagne y el oro. Si bien el oro comestible era una simple fruslería sin sabor, las trufas rellenas de aquel vino gasificado eran toda otra historia. Las burbujas daban una textura aireada a la densa masa y las hacían ligeras, por lo que uno podría ser víctima de la gula y comer una tras otra hasta darse cuenta que pararse nunca había sido tan difícil y que un mareo al estar de pie, o trastabillar era algo que podía esperarse. Pero no yo, así que comí otra.

 

-Entonces, quiero treinta cajas, todas variadas, ya sabes que tengan un poco de todo ¿me estás escuchando? -pregunté a la criatura que asintió frenéticamente- bueno, presta atención. Quiero que veinte sean grandes, y que en la caja aparezca el logo de mi local "Ollivander's"; las otras diez, que sean pequeñas y no tienen que tener ninguna distinción especial. ¡Ah! Y prepara también quince botellas de licor como las cajas grandes y otras cinco como las cajas pequeñas -di un vistazo a la elfina, que sabiamente había optado por tomar nota- Eso es todo. Avisaré cuando quiera algo más, y si tu ama está por ahí, dile que estoy aquí.

 

Mientras miraba en los escaparates algo para mis niños, y también para los hijos de Zahil, y en mi mente evaluaba la posibilidad de llevar un pastel para que los menores que estuvieran en Londres compartieran, tomé una copa de agua gasificada para limpiar los restos de chocolate que pudieran pegarse en mis blancos dientes. No había decidido cuando sentí una amistosa palmada en el hombro y al darme vuelta, resultó ser uno de los empleados del Ministerio que se encargaban de la correspondencia. Como empleado, me relacionaba con los escalafones más bajos.

 

Charlamos cordialmente y más que nada nos quejamos de lo pesado que se vuelve el trabajo en aquellas épocas decembrinas, cuando no creyendo lo que veía, una rígida jovenzuela de cabello y ojos negros como la noche, se dirigió a mí con palabras forzadas. El poco agraciado hombre se despidió y continuó con lo suyo tras un deseo de felices fiestas, y yo me concentré en la joven. Hacía un tiempo quería verla y aquella tarde en la que creí que tendría que encargarme de aburridos recados, la encontraba en aquel local de mi hermana. ¿Habría sido una colaboración de mi hermana? Ella conocía mis planes...

 

-Puedo decir lo mismo, señorita Liu. Bienvenida al local de Valeskya -dije con una sonrisa.

 

Sin embargo la muchacha no estaba nada feliz con mi presencia. No la culpaba. Era una presa a quien había pensado en liberar, y se había visto envuelta en un complicado malentendido gracias a la metiche de mi hermana. ¡Pero claro, yo era el malo! Aunque si debía reconocer que me habían hecho perder los estribos y tal vez me había excedido un poquito. Era extraño y fascinante a la vez ver como la joven que había huido de nosotros sin pensarlo dos veces, aún rondara las calles que eran tan conocidas para mí y mi familia. Yo hasta diría que era algo est****o huir para quedarse en la jaula de los leones.

 

-Espera, Li -dije dejando la copa sobre el aparador- Hace un tiempo llevo pensando en lo que pasaría si te volvería a ver. Tengo una propuesta interesante para ti ¿Aceptas una taza de chocolate caliente en la cafetería, mientras te cuento los detalles? Yo pago, por supuesto. -Aquello quizás le generaría una especie de deja vú nada agradable- prometo no usar mis poderes para influenciarte -finalicé, levantando mi palma de manera solemne.

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Las temporadas decembrinas podían resultar caóticas: regalos, fiestas por todos lados, más trabajo para algunos, entre otras cosas. En el caso de Valeskya, resultaba ser algo similar: entre los negocios, el trabajo, el bando, la familia y todo lo demás, se había visto envuelta en un caos y poco a poco estaba tratando de retomar el control de lo que tenía por hacer. Chocolate Paradise era el nuevo negocio que estaba a su disposición. A pesar del transcurso de los años, el chocolate era algo de lo que siempre había disfrutado y sobretodo aquellas muestras que eran acompañadas con alcohol en el interior, pues de cierta forma podía percibir aun más su delicioso sabor.

 

Para fortuna de ella, su elfina Breena la había ayudado muchísimo al estar pendiente del local mientras ella había estado ausente. En ese momento la ojivioleta se encontraba en la planta alta del negocio: era una habitación, amplia, elegante, con un enorme ventanal que daba una vista hacia el concurrido callejón Diagon. Si alguna vez deseaba estar sola, podía quedarse allí sin problema alguno, la habitación era muy similar a la que tenía en la mansión Granger, con la diferencia que en el local, reinaba un agradable aroma dulce, provocado por la transformación del cacao en diferentes cosas que eran un gusto para el paladar.

 

Ese día había llegado sumamente temprano y se encontraba en una mesa, revisando con cuidado el menú: ”Se pueden meter más cosas”, pensó con seguridad la pelinegra, aunque para ir comenzando, no era lo correcto querer abarcar todo para que más adelante no pudiera, así que había decidido quedarse un tiempo con el menú de inicio y más adelante vería la posibilidad de un cambio. Escuchó unas voces provenientes de la planta baja y decidió que era el momento de comenzar a atender.

 

Peinó rápidamente su negra cabellera, al tiempo que acomodaba con rapidez todos los papeles que tenía esparcidos por la mesa. Ese día había elegido llevar jeans y una playera de color rojo, aspiró profundamente para dejar que el embriagante aroma del dulce invadiera su ser [?]. Y fue directo hacia la puerta: se podía ver un velo de magia que daba lugar a las escaleras que llevaban a la planta baja; se trataba de un encantamiento que hacía invisible la entrada a la habitación, y quien se asomara, simplemente pudiera ver una bodega llena de cajas. Quizás se trataban de medidas extremas, pero solamente estaba buscando un poco de privacidad.

 

Cuando atravesó el portal invisible, vio un par de personas: a Joaquín, que a pesar de que no lo esperaba, sabía que en algún momento volvería a aparecer y a Li Xue ¿Qué hacía ella ahí? A Valeskya le pareció que la vio un poco más demacrada que la última vez que la había visto alejándose de ellos en el parque Bioestrella. ¿Dónde se había metido desde entonces? Y la otra pregunta ¿Qué hacía ahí? Sin duda era la pareja que menos esperaba ver.

 

- ¡Hooolaaa! – El tono de su voz sonó entre sorpresa y cierto sarcasmo para ambos. - Ustedes sí que saben cómo sorprender a la gente. Les preguntaría qué hacen aquí, pero bueno, sería bastante est****o. ¿Han visto todo lo que hay para ofrecer? Por ser primeros clientes, sin problemas podía darles una muestra y bueno… - Escaneó a la chica asiática de pies a cabeza. - Hay comida también, no todo es dulce, aunque claro, solo es para pasar un buen rato aquí ¿qué les parece? – Finalizó.

Editado por Valeskya Granger

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  • 2 semanas más tarde...

Estaba allí sin poder creer todavía en mi suerte, definitivamente mi madre debía haberme lanzado algún tipo de maldición cuando se enteró de mi desaparición, curiosa forma de castigar a una hija. Mantuve una sonrisa forzada mientras me contenía para no lanzar una sarta de improperios al vampiro ¿Acaso pensaba que caería en su trampa otra vez? Sería est****a si decidiese quedarme a solas con ese hombre.

 

-Gracias, pero no estoy interesada en ningun tipo de “propuesta"- respondí dando a entender lo sospechoso que sonaron sus palabras.

 

El joven no tuvo tiempo de reprochar, ya que de la nada apareció su hermana, la bruja de hermosos ojos violetas. La susodicha nos saludó efusivamente como si obviase el ambiente tenso que se habia formado hacia un instante y se quedó mirándome de manera nada sutil, mientras comentaba que no solo había chocolate en aquel establecimiento.

 

Mi estomago volvió a rugir y recé para que no lo hubiesen escuchado, aunque las palabras de la Granger me hicieron creer que ya había notado el hambre que me devoraba por dentro. Me encantaría rechazar la comida, de hecho es lo que el protocolo dictaba a hacer, pero cada vez que pensaba en ello mas ganas de comer sentía.

 

-Bueno, si tienes algo que no sea dulce, puede que me quede un rato...- respondí aun con una sonrisa fingida, mientras miraba de manera burlona al joven a mi lado- Aunque espero que puedas controlar a tu hermano, ya anda comportándose extraño.

 

No sabia si había sido el hambre o la insensatez quienes habían dictado las palabras que surgieron de mi boca. Provocar al vampiro no era la jugada mas acertada, pero admitía que me divertía cuando me encontraba en medio de los dos hermanos (aunque también pasase miedo). Observé por un silencioso instante las diferencias entre ambos, y concluí que me seria mas fácil entender el tono desenfadado de Valeskya, antes que al estilo estirado de Joaquín, de hecho este ultimo me hacia recordar a mi familia y borraba de mi rostro todo rastro de simpatía.

 

 

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-Sup... -comencé a acepta sonriendo con cierta resignación-

 

Me vi interrumpido por una dueña del local de lo más animosa, que no ocultaba su sarcasmo. Levanté una ceja un tanto incrédulo por su actitud pero al final terminé aceptando que quizás había tenido alguna sobredosis de chocolate con licor y aquello la tendría tan feliz, no podía dejar de recordar aquella extraña noche en el que acaparamos el escenario en el karaoke de nuestra prima y acabamos botella tras botella, de champagne, teniendo como resultado una noche de distendida convivencia fraternal como hacía años no teníamos.

 

-Te llevo ventaja, hermanita -dije acercándome para darle un abrazo y susurrar en su oído:- ¿Tú la trajiste? -y continuar con tono normal al soltarla- acabo de hacer un pedido grande. Ya sabes formalidades y atenciones para mis proveedores, clientes y amigos. Espero que tu elfina se esté ocupando. ¡Ah! felicidades por el negocio, creo que ha sido una excelente idea -sonreí amablemente.

 

Que Li Xue aceptara la invitación para comer de Valeskya fue toda una sorpresa. No terminaba de entender por qué la asiática se sentía tan segura en presencia de ella, como si yo me controlara o le tuviera que rendir cuentas, o me castigara si yo me malportaba. Ignoré su comentario sobre controlarme, si de verdad quería que escuchara mi propuesta debía comportarme, y mi hermana sería posiblemente la única persona que lograra de una forma más o menos imparcial, que la chica escuchara mis palabras. Al fin y al cabo, a la Granger ya le había contado mis intenciones.

 

Supuse que nos guiaría al área de la cafetería, por mucho que nos conociera de ambientes no comerciales, había que reconocer que un local en el que había clientes llamaba a más clientes, y no me opondría a ello. Además estaba seguro que la de ojos negros no se sentiría segura si no había un enorme ventanal que daba a la calle, por si alguno de los dos nos tentábamos con su cuello, que hubiera testigos que al pasar por allí casualmente vieran la sangre. Era una tontería pensar que en cualquier caso aquello la salvaría, pero todo fuera por la paz.

 

Al llegar a la mesa que ocuparíamos para aquella informal e improvisada comida, dejando mi gabardina y mi saco en el respaldo de la silla, justo en el momento en que la criatura que había despachado con mi orden, volvía con una montaña de cajas. Observé que estuvieran tal cual las solicité, con el logo y con todo el atrevimiento del mundo, dictaminé que las enviara a Ollivander's y que dijera a los elfos de allí que se encargaran de su correcta conservación. El pago ya lo arreglaría con Valeskya al rato, pero seguro sería un pagaré por orden y cuenta del local, la especie de cheque que usábamos los magos y brujas. y las que fueran de mi uso personal las pagaría allí mismo.

 

-Mientras Valeskya decide con qué va a agasajarnos -dije, volviéndome a las jóvenes, en especial a la asiática- y sin dar lugar a que cometas la descortesía de no escuchar, mejor te digo mi propuesta de una vez y ya: Te propongo una solución a tus problemas de prófuga de familia: Propongo utilizar mis poderes en tus padres, en tu prometido, y en cualquier persona que consideres necesaria, para romper definitivamente y sin rencores el matrimonio arreglado que te ata. En otras palabras, te propongo la libertad completa y absoluta para que recorras lo ancho y largo de este mundo, sin rendir cuentas ni vivir escondida. Es mi forma de redimirme por el mal rato que pasaste en la mansión. Piénsalo, no voy a presionarte. -Naturalmente, no le diría lo que pensaba sobre ella en realidad.

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- Ay hermanito, siempre anticipándote a todo, aunque esta vez creo que te has equivocado.- Exclamó la ojivioleta al tiempo que les dirigía una breve sonrisa a ambos ; se acaba de separar del abrazo de su hermano y sin dar tiempo a responder a la pregunta que le había hecho, continuó. - Puedo encargarme de hacer llegar el chocolate a todos los que pretendas, solo tienes que anotarme a quién y qué tipo presentación quieres que se les entregue. Obviamente solo tú te encargarías de dejar los galeones por adelantado. –

 

Valeskya se quedó pensativa, ella había tenido la certeza de que Li Xue no había llegado en compañía del Granger, sin duda todo había sido una extraña y quizás para la chica asiática, una horrible casualidad. Se produjo un silencio incómodo entre los tres, mientras la ojivioleta esperaba que casi se desatara la batalla campal entre su hermano y la chica de cabello negro, pues no existía ningún antecedente que indicara que las cosas terminarían bien. Aunque la última vez que había hablado con el ojiazul, le había dejado claro que sus intenciones no eran malas, al menos en ese momento.

 

- Quién diría que el destino se encargaría de poner las cosas en su lugar, justo para ver si somos capaces de cumplir nuestras promesas ¿eh Joaquín? – Aparentemente sin sentido, pero estaba segura que su hermano captaría muy bien la esencia del mensaje. - A veces la gente no logra darse cuenta que el destino es muy caprichoso y se encarga de tener todo listo para nosotros. No solo se trata de un hilo rojo, el cual nos une al gran amor de nuestras vidas, sino que también hay cosas que están predestinadas para nosotros, como Li Xue… que está en este momento con nosotros aceptando una invitación a comer. –

 

Con un ademán, los guió hacia la parte de la cafetería, que estaba justo al lado, con un gran ventanal de cristal. Lo importante ahora era que la chica de ojos negros lograra comer, ya que la notaba con cierta desgana y no sabía si se debía al hambre o simplemente no le apetecía discutir. La ojivioleta estaba segura que había algo más que la chica ocultaba, sabía que tenía un carácter muy fuerte y ese día no se le veía tan enérgica como otras veces.

 

La cafetería parecía un lugar aislado, porque aunque se lograba percibir el aroma dulce del chocolate, era de una forma ligera, sin contar que había una mezcla con el olor del café; la bruja tenía que reconocer que era una agradable combinación. Guió a los invitados a la mesa que estaba más cercana a la calle y haciéndole un gesto para que se acercara, le susurró a su elfina que hiciera algo de comida, aunque no dijo con exactitud qué era lo que debía prepararle a la china. Supuso que Breena asaría algo de carne y verduras; mientras le indicaba a otro elfo que preparara una taza de humeante chocolate, solo para que sus invitados pudieran degustar una parte de los servicios que ofrecían.

 

- Al final hiciste lo que quisiste, Granger. – Dijo la bruja al tiempo que se sentaba con ellos, al ver que las cajas ya estaban listas, con el contenido que había solicitado. - Debiste esperar un poco a que yo apareciera, para hacer algo más formal y mucho más elaborado, que un montón de cajas. Podíamos adornarlas de manera especial o cosas así. – La joven alzó la mirada, mientras veía las luces que flotaban en el techo.

 

Sonrió brevemente en señal de agradecimiento mientras que el elfo llegaba con dos tazas de chocolate humeante y algo de té helado para Li Xue; no pasó por alto el hecho de que el elfo optara por dejar la parte dulce para el postre de la chica asiática. Valeskya miraba hacia la calle mientras escuchaba la propuesta que su hermano tenía que hacer y tuvo que disimular una sonrisa de burla al ver la forma en que el ojiazul expresaba las cosas: sin duda había una diferencia abismal entre lo planeado y lo real.

 

- Esas palabras tuyas suenan casi amenazantes hermanito… - Susurró con desgana la joven. - Parece todo, menos una disculpa.- Observó a la chica y trató de buscar la palabras adecuadas, aunque no le agradaba tener que funcionar como intermediaria entre ambos. - Lo que quiere decir Joaquín, es que ese ofrecimiento que te ha hecho es su forma de disculparse ante lo ocurrido anteriormente. Se trata de hacer desistir a tus padres de esas ideas, aunque francamente tengo mis dudas de que funcione, ya que no sabemos qué tipo de personas son tus padres… es decir, tú lograste resistir su hipnosis, así que… - No terminó la frase, se quedó callada para que la asiática pudiera reflexionar sus palabras y así pudiera tomar una decisión.

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Me mantenía en silencio mientras observaba a ambos hermanos.. Me gustaba estudiar sus movimientos, sus palabras, observar como solían hablar entre ellos de manera ambigua, sobre temas que yo no entendía, pero seguramente ellos conocerían muy bien. Aun seguía sin entender que clase de relación había entre los dos, pero era claro que en el fondo debían de llevarse relativamente bien, ya que siempre terminaba encontrándoles juntos.

 

Procuraba mostrarme neutral sin mayor expresividad, manteniendo en mi interior cualquier sentimiento o pensamiento, pero al final no pude evitar fruncir el ceño ante las palabras de la joven Valeskya. No tenia ni idea a que había venido todo eso sobre hilos rojos y el destino, sobretodo porque era claro que estaba hablando de mi, cosa que me ponía sumamente incomoda.

 

Contuve mis interrogantes mientras me sentaba en una de las sillas disponibles y observaba como una fea criatura traía una serie de cajas producto de un pedido efectuado por el hermano Granger. Desvíe la mirada cuando ambos comenzaron a hablar sobre negocios, al mismo tiempo acomodé mis cabellos negros de manera que no me entorpeciesen la visión. Contuve un suspiro mientras pensaba en el destino que me aguardaba cuando volviese a China, los asuntos de negocios me parecían algo sumamente aburrido.

 

Tardé en darme cuenta que el joven de ojos azules había cambiado de tema y ahora parecía estar hablando de otro muy distinto. Aunque el joven intentó mostrarse sereno, no me era difícil ver que su idea parecía emocionarle mas a él que a mi. De hecho sus palabras me asustaron, sobretodo porque no conseguía entender como sabia tantas cosas sobre mi ¿En que momento le había contado todo sobre mi vida? Sabía que había lagunas en mi memoria y ahora comprendía parte del porqué.

 

La respuesta se quedó entre mis labios, cuando Valeskya salió a rescatar a su hermano. Quitandole hierro al asunto intentó explicar el plan con otras palabras. No obstante era evidente que ella no parecía estar tan segura del plan del pelinegro y no tuvo reparos en dejarlo claro, de hecho parecía tener intenciones de seguirme sonsacando datos, como si ya no supiesen demasiado sobre mi. Mientras escuchaba podía sentir como mis uñas intentaban arañar la superficie del frio vaso.

 

-Eres muy amable...- respondí fríamente mientras mis ojos pasaban de la joven a su hermano -Tienes el descaro de haberme sacado información mientras estaba bajo tu control, y ahora pretendes que te permita llegar hasta mi familia- solté una risita, luego intenté calmarme -Si, es cierto que estoy en una situación familiar delicada, puede que incluso mi madre me haya lanzado alguna maldición- volví a reírme -Pero no pienso dejar que les hagas nada, sea lo que sea que tuvieses pensado.

 

Di un sorbo lento al frio té, mientras reflexionaba. Tenia intenciones de volver a mi país, aunque no sabia que sucedería cuando mi madre volviese a verme, pero fuese lo que fuese, seria yo misma quien pusiera fin al asunto, ante todo estaba el honor familiar y no dejaría que otro hiciese el trabajo sucio. Nunca pensé que tuviese que llegar a un punto tan extremo, mi ideas consistían en montar mi propio negocio o volver con un esposo extranjero solo por fastidiar.

 

-No entiendo tu idea de redención- comenté de manera pausada dejando el vaso sobre la mesa -Piensas hacer algo que te dará disfrute... eso no es redimirse- terminé mientras le miraba con desprecio.

 

Me quedé en silencio, mirando el té que aun quedaba en el vaso, lo único bueno que estaba sacando de aquella conversación era haber conseguido que mi estomago dejara de rugir.

 

 

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-Denme un poco de crédito -dije bajando la cabeza cansinamente- no es que haga esto seguido...

 

No recordaba, o no quería recordar quizás, cuando había sido la última vez que había ofrecido mis dones para ayudar a otra persona. Habían pasado muchos años desde aquel entonces, quizás medio siglo, tal vez más... La gente que a mis ojos resultara merecedora de mi ayuda por libre voluntad, no era gente que se presentara ante mí habitualmente. Mucho menos recordaba de alguien que rechazara de plano semejante propuesta. Aquella chica sí que era una caja de sorpresas. En su afán de ser independiente solamente lograba complicarse la vida.

 

-En mi defensa, si no hubiera llegado la familia en ese momento, te hubiera borrado la memoria y no tendrías ni marcas ni recuerdos de lo sucedido -alegué a la joven asiática,- con tu familia, tu prometido, y la familia de él estoy dispuesto a hipnotizarlos para que se olviden del compromiso. Puedo hacer que tu madre sea más... dócil y no, no les tocaría ni un pelo. Sería natural para ellos. Tu solo piénsalo, no voy a obligarte.

 

Por mucho que ella no quisiera escucharlo, igual había explicado vagamente el procedimiento, no tanto para que ella cambiara de opinión sino en un intento de que vieran de que mis intenciones eran no dañar a nadie, pero parecía que no sería fácil borrar mi imagen del pasado; por ahí en uno de mis tantos viajes a lo largo del mundo, en algún lugar perdido, había escuchado un dicho popular que rezaba «Crea fama y acuéstate a dormir» y aquella era la insufrible representación práctica. Di un sorbo a la taza de chocolate y pensando en lo delicioso que estaba aquello, dejé de prestar atención a la joven de cabello y ojos negros para dirigirme a la dueña del local. Ni siquiera le había felicitado.

 

-Respecto a los chocolates... siempre hago lo que quiero -reí consciente de que era una vil mentira- por cierto, ¡Felicidades por el local! -alcé la taza a falta de una copa con alcohol- ¡Mucha prosperidad para la caja y la bóveda del local! -le guiñé un ojo.- Lo cierto es que las más importantes las que compré a nombre del local tienen el logo de la tienda, es solo un detalle formal, las que compré por móviles personales son comunes, pero es una buena publicidad. Si quieres date gusto y las decoras en casa -me encogí de hombros- pero llevaré algo para Helena, y un pastel o chocolate para Seishiro y los hijos de Za, puedes ayudarme a elegir -di otro sorbo a la taza- Y no te preocupes por el pago, los personales los pago acá, y los de la tienda te emitiré un vale para que lo cobres en el banco.

 

-Claro, como si yo no tuviera nada mejor que hacer como para ir a la maldita China a hipnotizar a unos desconocidos que me son indiferentes -dije aquello con el más puro sarcasmo pero con el ceño fruncido- disfrute me daría devorarlos, y ya dije que no les tocaría -ahora con un tono más serio.- Si no quieres aceptarlo, tampoco es que vaya a dejar de dormir plácidamente. Disculparme, redimirme no es algo que atormente, cuando se tienen otras posibilidades. Deberías tener eso en cuenta todo esto antes de acusarme de que me ofrezco por diversión, que si fuera así, ya te habría sacado la información deseada. -Aclaré un poco indignado.

 

-A todo esto ¿Qué tienes planeado para salir de tu situación? -di un sorbo a la taza. Había evitado mencionar que lo que la convertía en alguien interesante era que había resistido a mi hipnosis, con la esperanza de que el comentario de Valeskya pasara desapercibido.

 

 

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