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⋆ Chocolate Paradise ⋆ (MM B: 112207)


Valeskya Granger
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Valeskya parecía tener la mirada ausente mientras esperaba que la chica asiática tomara una decisión con respecto a la propuesta que su hermano acababa de hacer. Sin embargo, de reojo estaba pendiente de la actitud que la chica pudiera tomar al respecto; le resultaba curioso su comportamiento, era bastante reacia a recibir ayuda, eso había quedado claro otras veces y ahora se encontraba reafirmándolo nuevamente. Tenía que reconocer que le agradaba esa parte del carácter que tenía Li Xue, aunque tenía la impresión de que no lo enfocaba de la forma correcta.

 

De cierta forma, era algo que la Granger tenía en común con ella: siempre intentaba proteger a su familia, sin importar las diferencias que podían tener. Aunque por lo que se había enterado, sin duda la situación de Li Xue era bastante delicada en comparación y Joaquín le había propuesto algo interesante, pero poco usual. No sabía qué tan trágico podía ser, ya que tenía serias dudas de que una familia completa no opusiera resistencia; y aunque fuera un vampiro, no lo hacía completamente invencible, aunque su hermano se olvidara muchas veces de eso.

 

- Calma niños, no peleen. – Dijo con cierto aburrimiento, mientras veía a uno de los elfos llegar con un plato que contenía carne y algo de verduras. Por un breve instante, lamentó no haber pedido que le prepararan algo más adecuado a su lugar de origen. - Disculpa, no se me ocurrió pedir que te prepararan algún platillo que extrañaras de tu lugar de origen. –

 

- Por otro lado… - Dijo pensativa, al tiempo que su mirada violácea pasaba de su hermano a la chica de ojos negros. - Creo que la idea de la hipnosis ha quedado más que desechada, no es una buena opción y fin del tema. – Dijo de forma tajante. - Joaquín, podemos dejar los negocios para más tarde… hay una serie de envoltorios bastante llamativos, que son elegantes y que con eso quizás podrías sorprender a tus clientes… por ahí hay un catálogo y de igual forma si hay algo que quieras de forma más personalizada, podríamos trabajar en eso sin problemas.-

 

- Y sí, a mi también me provoca cierta curiosidad el hecho de que aún sigas deambulando por aquí…- Se dirigió a la joven asiática, en apoyo al comentario de su hermano. - Más que nada, el saber dónde te habías metido, porque la razón por la cual no volviste con nosotros la tengo bastante clara. – Rió burlonamente y casi al instante volvió la seriedad a su rostro. - El punto es que quizás Joaquín y yo podamos ayudarte de alguna forma, él en parte para redimirse de una forma correcta y yo por intentar sellar esa redención de una buena vez.-

 

- Es como un tratado de paz para ambos y yo puedo fungir como intermediaria. Creo que será divertido, además de que puedes confiar en mi buen juicio y en el de las cartas.- Se refería al tarot, aunque dudaba mucho que la joven que se encontraba frente a ella tuviera idea de lo que ella estaba hablando. - Es un buen comienzo para todos ¿no lo creen así? - Se inclinó de hombros, al tiempo que bebía un sorbo de chocolate.

 

 

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Lamentaba mucho el haberse perdido la apertura del nuevo local de su prima. Por meses Valeskya estuvo preparando todo para abrir el que parecía ser un sueño, un lugar con chocolates de casi todo tipo. No se sentía muy a gusto de solo llegar sin avisar, así que decidió mandarle un pequeño regalo de bienvenida con su elfo Wormy.

 

El pequeño elfo entró al lugar y observó a su alrededor. La vampira se encontrabaen una conversación con otros miembros de la familia. Fiel a su educación, el elfo no los interrumpió, solo se dirigió hacia donde podría dejar la canasta con objetos de Catemaco's Magic y un gran arreglo de globos.

 

La canasta era ya conocida por Valeskya, la entregaban como regalo a los negocios de Ottery, era una manera sencilla de darse a conocer entre toda la comunidad. Contenía un muñeco vudú para hacerle cosquillas, un amuleto para atraer la suerte que contenía una fina selección de hierbas con un aroma algo picante, uno de sus famosos atrapasueños, una planta de albahaca, dos velas aromáticas y unas varitas de incienso de sándalo. Para rematar, una inscripción aparecía y desaparecía
"Los esperamos en Catemaco's Magic".
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El elfo se retiró y volvió junto a su ama, quien esperaba justo afuera del local.

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Como era costumbre, tras mis ultimas palabras guardé silencio expectante por observar el comportamiento de mis acompañantes. La mala reacción del vampiro no se hizo esperar, aunque no me quedaba claro cual era el motivo de su enfado, aunque era claro que no le había hecho ni pizca de gracia que rechazase de aquella manera su proposición. ¿Como podía esperar que confiase en el hombre que intentó lanzarme desde el techo de su mansión?

 

Hasta entonces no había vuelto a hablar, me limité a probar la comida mientras saciaba el voraz apetito que me apremiaba. No tenia problema en probar nuevos platos, de hecho encontraba que la la comida occidental carecía de originalidad, pero no pensaba reprochar eso ahora, debía ser agradecida con la hospitalidad de la joven de ojos violetas. Actitud que seguía sin comprender, su cortesía hacia que desconfiase, aunque llegado a este punto no existía nadie en quien confiase.

 

Mi mirada se desvió por un momento al captar fugazmente la llegada de un elfo con una cesta llena de globos, fruncí el ceño ante esa visión y dejé mis cubiertos sobre el plato. A continuación preste atención nuevamente a ambos hermanos, los cuales se habían quedado en silencio esperando una respuesta a sus incógnitas. Francamente no me hacia mucha gracia tener que hablar con ellos sobre mis planes, porque tampoco es que tuviera nada seriamente planeado. De hecho mi futuro era totalmente incierto.

 

-La razón de que aun resida por aquí, es simplemente monetaria- comenté tranquilamente -Lo único que quiero es la total independencia de mi familia y solo la lograré si les demuestro que poseo capital suficiente para no necesitar seguir la linea familiar.- Posé de nuevo mi mirada en el joven -Aunque es tentador tu propuesta, prefiero ser yo misma quien les de una lección a ellos, si no nunca me ganaré su respeto (o su odio).- Con una leve sonrisa volví a guardar silencio.

 

Me quedé por un momento reflexionando las ultimas palabras de la ojivioleta, me preguntaba si la actitud de ambos al final era solo cuestión de mera diversión. Estaba claro que ella disfrutaba con la frustración de su hermano y este también buscaba divertirse a mi costa, sus acciones no eran por mero altruismo, eso era evidente. Sin embargo eso daba lugar a que pudiésemos llegar a un punto en que todos nos beneficiáramos y utilizáramos mutuamente. La cuestión era como conseguir el favor del joven sin dejarle pasarse de la raya.

 

-En fin, solo necesito un trabajo, un lugar donde dormir- que no estuviera cerca de su hermano -y abrir un negocio en China.-miré a la joven, admiraba su emprendimiento empresarial, aunque me molestaba su afán de diversión -Francamente no me resulta entretenido todo esto, y ni creo que mis padres den el visto bueno a nada de lo que haga.- Concluí encogiéndome de hombros.

 

Has la fecha nunca me había planteado que haría en el futuro, y el que ahora se me presentaba no llamaba mi atención especialmente. Mi única motivación a lo largo de mi vida había sido hacerle la vida imposible a mis padres, llevarles la contraria y demostrarles que el desprecio era algo mutuo. Hasta el momento todas mis acciones habían conllevado entretenimiento para mi, pero ahora eso había acabado. En el fondo no me hacia especial ilusión sentar cabeza y llevar una vida normal.

Editado por Li Xue Liu

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  • 2 semanas más tarde...

Contaba con que su hermano pudiera aceptar parte del acuerdo que había propuesto, era una parte de mantener a Li Xue cerca de ellos; era extraño que de cierta manera su hospitalidad saliera a relucir siempre que conocían a alguien. De una forma u otra, al final predominaba la idea de que los demás vieran que ellos como familia tenían algo fuerte que proyectar: unidad, fortaleza, hospitalidad y otras cosas más. A pesar de que por dentro solían tener fuertes diferencias, pero nada que perjudicara la imagen de los Granger.

 

Valeskya se quedó pensativa ante eso último, nunca se había puesto a reflexionar sobre lo que el resto de Ottery podrían pensar de ellos como familia. No es que le preocupara, pero sin duda, su forma de vivir o quizás el carácter que tenía cada uno de ellos, hacía que más de uno se formara una mala imagen de lo que podían ser, por eso solía apreciar más a quienes se atrevían a traspasar ese muro invisible, formado por prejuicios y rumores para poder conocer cómo eran ellos realmente. Aunque el caso de la chica de ojos negros era algo totalmente diferente.

 

Si bien al inicio había sido parte de la diversión personal de la ojivioleta ver a su hermano alterándose solo por la simple presencia de aquella joven, las cosas se habían agravado aún mucho más cuando había existido un intento de hacerle daño o de darle un susto. Ahora gracias al Granger, Li xue seguramente tendría el peor de los conceptos y podía considerar algo perfectamente normal el hecho de que la ayuda que se le estaba ofreciendo, bien podía ser alguna trampa. La entrada de un elfo, fue algo que hizo que la joven saliera de sus pensamientos y al ver de qué se trataba, no pudo evitar sonreír.

 

Ya conocía el origen de aquella canasta: era parte de Catemaco’s Magic, el otro negocio del cual ella también formaba parte. Supuso que podría utilizar al muñeco vudú como parte de la decoración del local, verlo retorcerse mientras le hacían cosquillas, seguramente sería algo que entretendría a más de un cliente y sin duda llamaría la atención para ir a ver el lugar en dónde los vendían. Quiso levantarse para ir a explorar, pero la respuesta tan decidida de la joven asiática a la propuesta hizo que se quedara a prestarle atención.

 

Independencia, era un concepto bastante interesante que Li Xue estaba buscando; no pudo evitar compadecerla al respecto, pues al parecer desde su llegada, todo lo que le había ocurrido parecía ser bastante accidentado. A pesar de esa forma tan particular de rechazar las cosas y estar constantemente a la defensiva, veía algo más que simple rebeldía: las ganas de seguir adelante a pesar de todo lo que le estaba ocurriendo. Un destello en los ojos de Valeskya, fue la respuesta a las últimas palabras de la joven de cabello negro que parecía comer con desgana en la misma mesa.

 

- Interesante… interesante…- Murmuró la bruja como respuesta. - Entiendo que estés tan renuente con respecto a todo lo que está relacionado con nosotros. – Lanzó una mirada furtiva al ojiazul. - Sin embargo, creo que con todo este asunto de los negocios, es probable que no pueda estar tan pendiente de este lugar… bueno, al menos no tanto como a mi me gustaría. –

 

Le resultaba molesto tener que reconocer abiertamente que se estaba excediendo con eso del mundo de los negocios. A pesar de tener un exceso de tiempo libre, tanto de día y más tratándose de la noche, lo cierto es que con tres lugares diferentes que atender y aparte la familia, en algún momento no se podría dar a basto para atender todo.

 

- En la parte de arriba hay una habitación donde podrías quedarte y… tiene un encantamiento especial, en donde nadie te molestaría, salvo yo… - Volvió a mirar descaradamente a su hermano. - No es necesario que me des una respuesta en este momento, solo piénsalo.- Finalizó.

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Escuché en silencio pero atentamente la respuesta de la joven de cabello y ojos negros. De cierta manera su deseo de independencia me recordó a mí mismo hace ya muchísimos años, y la tranquilidad con la que hablaba al respecto también me lo recordó, sin embargo yo me podía dar aquel lujo porque sabía que era fácil solucionar los problemas con mi condición, pero ella... solo era un ferviente deseo, testarudez y decisión de demostrar su valía por ella misma, y aquello, aquello era sumamente respetable. La jovencita no hacía más que ganarse una secreta admiración.

 

 

Di un sorbo a la taza que recientemente había rellenado con aquel espeso líquido. Tenía que admitir que aquello no sería nada fácil, incluso si lo pensaba fríamente, con la regulación que pesaba sobre las criaturas mágicas últimamente, ni yo mismo podría lograr lo que logré por aquellos años, y seguramente seguiría atado a la mujer que me había convertido, con quien si bien no había tenido una mala relación, y le debía la vida, literalmente, había pagado con creces su regalo, sus afectos y sus enseñanzas. Tenía que escribirle a Madeimoselle Gabrielle.

 

 

Valeskya intervenía, haciendo de mediadora pero sin dejar de echar gasolina al fuego, con sus comentarios. Yo, en tanto me obligaba a mantener la calma mientras pensaba que decir, aunque no pude dejar de esbozar una pequeña sonrisa y una mirada divertida a mi hermana cuando mencionó lo del Tarot. Aquella noche que se había alargado más de lo previsto, había sido advertido de alianzas internacionales de ayuda mutua. Tanto Valeskya como yo pensamos en aquella joven que compartía la mesa con nosotros, y el destino se las había apañado para hacernos coincidir.

 

 

-Siguiendo la idea de mi hermana -dije mirándola levemente- y respetando tu decisión de hacer las cosas por ti misma -acepté asintiendo una vez, dando a entender que no insistiría con mis dones personales- puedo ofrecerte el dinero que necesites para abrir tu negocio en China, naturalmente como un préstamo que pagarías según tu cómodas posibilidades, ya que no lo aceptarás como un obsequio. Piénsalo cuanto haga falta. -di otro sorbo a la bebida- y si me permites el consejo: Escandalízalos triunfando en lo que ellos jamás de los jamases te lo permitirían, o por el contrario, en lo que ellos mismos son buenos...

 

 

Valeskya sumó ayudando a la joven ofreciéndole un lugar donde dormir allí, y donde poder trabajar y desarrollarse. No me opuse, al fin y al cabo era cierto que Valeskya tenía tres locales de los que ocuparse y Li Xue parecía tener la disciplina suficiente como para ocuparse de aquel lugar, además, aunque aceptara mi oferta monetaria, un negocio no se levantaba de la noche a la mañana, necesitaba una delicada planificación, porque si bien podía sostener un negocio con pérdidas, dudaba que la menor de aquella mesa se prestara a locas pasiones comerciales.

 

 

-¿Me vas a vetar del local? -reí divertido y sacudí la cabeza fingiendo indignación. Lo cierto es que la creía capaz de hacerlo y me dirigí a Li- El gimnasio es un negocio familiar, pero podemos ofrecerte una membresía honoraria, para que tengas algo en que ocupar tu tiempo libre... y si te interesa el arte de la fabricación de varitas, mi socia se ha marchado y con el trabajo en el Ministerio, el gimnasio y la familia, casi no tengo tiempo de ocuparme de todo, no me vendría mal una mano -no creía que fuera a aceptar, pero yo cumplía con ofrecer todas mis posibilidades.

 

 

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Valeskya soltó una carcajada, divertida ante el comentario de su hermano con respecto a salir vetado del local si Li Xue aceptaba quedarse a trabajar en la chocolatería. Le resultaba divertido imaginarse que era algo que podía convertirse en realidad, planteándose toda la escena y haciendo escándalo en esa parte del callejón. Lo único malo que tenía todo eso, era que quizás podía haber vidrios rotos y mercancía desperdiciada en caso de que el escándalo pasara a mayores. Aún tenía serias dudas con respecto a la hospitalidad de su hermano, pero si hacía un comentario al respecto, seguro se ofendería, pero qué podía hacer, si él tenía la culpa de todo [?].

 

- Esta chica no puede quejarse… ahora tiene trabajo de dónde escoger. Aunque debería añadir que acá no tendría que hacer nada, más que poner su mejor cara al cliente y quizás hasta podría probar los chocolates. – El tono de voz con que lo dijo, no daba lugar a desconfianzas, pues estaba segura que a todos le gustaba el aroma y el sabor a chocolate, y que era la mejor oferta que podía recibir.

 

- De todas formas, no me molestaría que eligieras cualquier cosa que te sintiera cómoda, pero la realidad es que tengo mis dudas de que puedas sentirte a gusto con el que intentó hacerte una broma inocente al querer lanzarte del techo de la mansión. – Exclamó mordazmente mientras le lanzaba una risita a su hermano. - Bueno… basta, quizás lo más adecuado sería dejar que la invitada termine de comer y que luego nos alcance.- El tono de voz era una clara intención de no dejar que su hermano iniciara una pelea.

 

- ¿Te gustaría probar las trufas de 24k? – La ojivioleta se dirigió a su hermano mientras se ponía de pie. -Hay de diferentes rellenos: dulce de leche, puede ser incluso con chocolate blanco, alguna especie de alcohol o fruta. – Lo tomó del brazo, con una amabilidad y delicadeza que rayaban en lo excesivo. - Podemos hacer negocios y quizás quieras conquistar a alguien, hacer un pedido completamente a tu gusto. Incluso mezclar diferentes clases de chocolate: blanco, amargo, semi amargo, entre otros. ¿Qué opinas? –

 

- También habría que añadir el hecho de que, como aparece en el menú, viene con cubierta de oro comestible ¿has escuchado sobre él? Dudo que haya alguna chica que se te resista después de dar un detalle como ese… le añades unas flores exóticas y ¡paf! Se casa contigo en ese momento…- ¿En qué momento había cambiado la conversación hasta el punto de intentar venderle chocolates a su hermano para poder conquistar a alguien? - Es demasiada sofisticación en un detalle, tienes que aceptarlo, hermanito. –

 

- Incluso para Seishiro, aunque no sé si a él le agrade el chocolate... Se podrían hacer en forma de dragones o cualquier animal que le guste. - No reparó en el detalle de que había nombrado al niño por su nombre, cosa que evitaba hacer siempre. - Con un sencillo encantamiento, creo que hasta podrían moverse...- Aguardó la respuesta de su hermano.

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  • 4 meses más tarde...

Caminar por el callejón Diagon había casi perdido la gracia después de un tiempo demasiado largo de haber trabajado inspeccionando negocios para el ministerio de magia, afortunadamente, él solo ha necesitado un largo viaje de un par de meses lejos del Ottery, del ministerio de magia y de todo eso que se había vuelto suficientemente cotidiano en su vida, para que volviera a recuperar el genuino interés por la variedad de negocios en Diagon.

 

Volver a instalarse en el viejo Ottery entonces esta vez habría sido mas 9fácil que cualquiera de la ultima vez que abandonó todo y había regresado un par de años después. Resultaba curioso, en cierto modo, ya que en realidad la última vez había alguien que aun lo esperaba en casa, extrañamente a pesar de todo, esta vez no era así, pero no por eso se sentía ahora más extraño que aquella vez.

 

Titubeó en la puerta antes de entrar, puede sentir un calor ligero que sale del interior del local, es un calor inusual con aroma a…chocolate sin duda, Garry no es una persona de gestos, pero puede sentir que el puente de su nariz se arruga automáticamente cuando el aroma dulce golpea con mas intensidad su gusto cuando finalmente abre la puerta y se adentra al negocio y a pesar de que es ridiculo sorprenderse por eso, lo hace igual luego de ver las cantidades de chocolate por todas partes.

 

Era casi como estar en un sueño incomodo.

 

Él no puede decir que ODIA el chocolate en si (y si alguna vez lo ha dicho en voz alta seguramente solo ha sido para fastidiar) lo ha probado algunas veces otras, pero ni siquiera cuando era un crio lo prefería, los panes dulces rellenos de melaza y crema era sus favoritos entonces, ahora Garry no seria para nada alguien que frecuente negocios como este, tan dulces. No, él no pierde la calma por todo ese montón de chocolate acomodado vistosamente en los aparadores.

 

Así que no parece el mas entusiasmado por estar ahí ese día, aunque ciertamente Garry raras veces parece entusiasmado, aun cuando realmente lo esta. Lentamente se abre paso por el lugar, es una norme figura gris que se mueve erráticamente hacia el mostrador, si hay mas gente ahí que lo vea extraño él no se da cuenta de eso, tampoco es como si fuera importante.

-Ahm ¿buen día?-, su voz es extraña, como todo él, seguramente por la falta de uso, así que antes de intentar de nuevo se aclara la voz ruidosamente, tal vez para que eso sea suficiente para llamar la atención de alguien el mostrador principal no hay nadie por ahora, pero sospecha que los trabajadores ahí deben estar ocupados atendiendo gente o preparando mas chocolate en las cocinas, algo como eso. -N-necesito algo de ayuda.

 

 

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Los días transcurrían lentamente y la bruja observaba cómo las cosas parecían transcurrir sin sentido alguno para ella: los días iguales, la gente yendo y viniendo por los diversos locales del Callejón, aunque con menos frecuencia de la habitual. No sabía si se trataban de vacaciones, o simplemente era la percepción de ella, de la desgana que sentía por todo. Quizás necesitaba un cambio de aires o un poco más de actividad de la que tenía en ese momento. Permanecía en la planta alta de la chocolatería, pensando en qué podía hacer para poder hacer que el negocio prosperara un poco más.


Pensó enseguida en la extraña conversación que había tenido meses antes. “La chica asiática ¿qué habrá sido de ella?”, se preguntó a sí misma; le costaba imaginársela enfrascada en una situación tan… muggle. ¿Huir de un matrimonio arreglado? Sin duda era un buen motivo para burlarse, era demasiado arcaico pensar de esa manera en los tiempos en los que se encontraban. Bodas y divorcios ¿qué más daba eso? Al final de cuentas, la misma sociedad era la que imponía las cosas y a la vez servía para juzgar a todo aquel que fuera contra todas aquellas leyes y creencias.


Suspiró. Otra cosa más en qué pensar. No, definitivamente no era como dejaría pasar otro día más. Para su fortuna o desgracia, su elfina doméstica siempre estaba allí, pendiente de todo lo que pudiera pasar en el negocio; si la memoria de Valeskya no fallaba, parecía que días atrás le había hablado algo acerca de un “paraíso de chocolate”, o al menos así le había entendido ella, quien solo se había limitado a asentir con la cabeza mientras estaba acostada, con los brazos extendidos y mirando hacia el techo.


- Breena ¿De qué va exactamente el “paraíso de chocolate que me decías? –


Habló en voz alta, mientras veía que la elfina la observaba con los ojos entrecerrados, esperando a que la ojivioleta se dignara a hacer algo más que quedarse acostada. Había aprendido a no debatir acerca de ese tema, ya que solo eran por temporadas, aunque en esta ocasión la Granger ya estaba extendiéndose más de la cuenta. Los ojos de la bruja se posaron el a criatura y le sonrió amablemente, como pocas veces; finalmente se sentó y aguardó una respuesta.


- Es simple – Contestó la elfina con una voz aguda. - Es hacer un escaparate especial, para los chicos se encuentran de vacaciones. Es representar una playa, sol, palmeras y unas personas… todo hecho con chocolate, claro ¿qué le parece? – Preguntó, expectante a lo que la joven tenía que decir.


- ¿No estarán esperando a que yo apruebe algo así verdad? – Arqueó una ceja. - Es excelente ¡Me encanta! Lo suficiente como para que yo baje a revisar si podemos hacer espacio.-


Sin decir más, se levantó de un brinco y llevó las manos a su cintura: andaba con jeans, tenis y una playera en color rojo. Acomodó su cabello en una coleta y con un ademán apresuró a su elfina para que bajara y fue tras ella. Al traspasar la barrera que dividía a ambas plantas del local, pudo distinguir a una persona que parecía buscar algo, o bien, que parecía estar perdido. Antes de que pudiera acercarse a preguntar si se le ofrecía algo, la ojivioleta arqueó una ceja al ver de quién se trataba.


- De todos los lugares, este sin duda es el lugar más extraño para encontrar a Ollivander deambulando por aquí. – Dijo a manera de saludo. - No pensé que gustaras del chocolate… ¿Cómo has estado? – Contuvo las ganas de comentarle que en realidad dudara que pudiera gustarle algo, aunque recordó que todavía no lo conocía para afirmar o negar algo. Tomó una de las cajas que estaba detrás del cristal y se la ofreció, aunque tenía ciertas dudas de que accediera.


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-Ah, Valeskya Granger, que gusto me da vela-, casi suspiró el saludo, como alguien conforme por el encuentro. Él quiere decirle que tampoco esperaba encontrarse a alguien como ella en un negocio tan empalagoso(?) como ese, pero debe ser, a pesar del tiempo fuera que se ha tomado del Ottery, la familiaridad que encuentra cada vez mas en el rostro de Granger que no le resulta del todo una sorpresas encontrarse con Valeskya. -La...la verdad es que me…-, el brujo parecía distraído, errático tal vez, un poco mas extraño de lo normal. -…me sacaron de Honeydukes así que...este lugar me pareció bueno, mejor, quiero decir, para lo que estoy buscando-, terminó su explicación sin conseguir mantener la mirada quieta en un solo lugar, sin embargo él no le miente, aun cuando parece lo contrario.


Se removió sobre si mismo, no incomodo, pero tampoco parecía un movimiento casual cuando deshizo los pliegues de la túnica vieja desteñida que lleva puesta por encima de su ropa de apariencia mas muggle, pantalón y camisa de vestir, monotemático como casi siempre desde luego, aun así, de no ser por la túnica desgastada, él parece haber puesto mas empeño en su apariencia el día de hoy, al menos su cabello no es un desastre para variar.


-Estoy bastante bien, bien, gracias por preguntar-, contestó atropelladamente, se ha hecho algo torpe para los saludos de conversaciones ortodoxas. -Apenas regresaba del sur, me he ido por tan solo un par de días y termine varado allá casi dos meses-, explicó con mas frescura, entretenido en observar mejor la caja con chocolates que ella le ofrece. -P-prefiero…no gracias-, su mano titubeó en si debia tomarla o no. -Quisiera intentar con algo más cómo…cómo con algo que no sea para mí-, intentó una sonrisa, pero las cicatrices viejas en su rostro jamás lo ayudan en eso.


Por situaciones así es que lamenta también que Bernadette, al igual que Yanna, hubieran dejado la casa de Ollivander, siempre les podía pedir el favor de hacer las compras difíciles(?).


-Yo no sé si le parezca molesto que pregunté, Valeskya-, se había alejado apenas del mostrador para ver otros chocolates en la vitrina de junto, ahí creyó haber visto algo que podría serle útil. -¿Usted como ha estado?-, el tono de su voz era cada vez mas calmado y silencioso. -¿Pudieron hacer algo con lo que quedó de la mansión?-, finalmente los pálidos ojos del brujo se detuvieron en Valeskya, aparentemente interesado de verdad por ese tema, la última vez que había visto; el hogar de los Granger se habría venido abajo sobre ellos, el como salieron de ahí con vida aun seguía siendo un misterio. -Uhm, ¿ese dulce de ahí tiene algo adentro?-, le señaló distraído un chocolate en forma de un cerdo pequeño con un listón alrededor de su barriga que parecía estar hecho de caramelo.


Él no entiende como alguien puede comer todo eso y no morir.



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Valeskya ya estaba acostumbrándose a los saludos por parte de Ollivander, el tono con el que solía decirlo siempre le daba la impresión de que parecía estar agobiado por algo desconocido, aunque con el tiempo se dio cuenta de que era parte de su curiosa personalidad. Varios encuentros con él y aún sentía que apenas lo conocía, tenía la impresión de que solamente había visto la punta del iceberg [?] en cuanto a su personalidad se refería. De alguna extraña forma, él le simpatizaba, como pocas personas y se sentía cómoda con su compañía, más de lo que podía aceptar.


De todas formas, estaba segura que la presencia de alguien como él en un local de dulces, no era el más adecuado. Evitó reírse burlonamente al ver que él era el tipo de mago que no encajaba en cualquier lado y esta vez no era la excepción. Incluso la forma en la que hablaba, daba la impresión de que siempre parecía llegar a cualquier lugar por accidente; escuchó con paciencia lo que Garry tenía que decir acerca de su presencia, lo cual era bastante entretenido para la ojivioleta, ya que incluso unas cuantas palabras le daban la impresión que parecía salir con bastante esfuerzo de sus labios.


- Bien – Exclamó mientras hacía a un lado los chocolates que le había ofrecido. - La verdad es que parecen ser los tiempos en que todo el mundo se va a algún lado. Debe ser la temporada… supongo. – Se encogió de hombros, haciendo a alusión de que ella también se había marchado por algún tiempo. - Y la mansión eh… no sé, francamente no he ido a ver cómo están las cosas. Incluso si me preguntas por mi familia, ahora mismo no sabría cómo responder.-


En otra situación, pudo haber sentido algo de vergüenza por esa confesión, sin embargo, también sabía que si algo malo hubiese ocurrido, seguramente tendría noticias, o eso era lo que esperaba al menos. Cuando decían que los Granger eran unidos, no precisamente requerían estar juntos para poder llevarse bien, era una relación algo extraña, pero que de cierta forma a todos les caía bien y lo aceptaban sin más.


- Es extraño debo decirte, que después de tus andanzas por el sur, hayas decidido visitar Honeydukes y después venir acá… aunque francamente puedo darme una idea del porqué. – Esta vez fue inevitable reír al ver cómo había rechazado el chocolate y pensar en la cantidad de veces que debió rechazar ofrecimientos en aquella otra tienda. - Si me preguntas, el chocolate blanco es mi favorito, es dulce pero no tan empalagoso… aunque creo que será un caso especial contigo… por cierto, ese cerdo viene con más chocolate de relleno.- Le indicó a Ollivander.


- ¿Has probado el chocolate oscuro? Es más amargo que el habitual y si viene relleno con algo como alcohol o cerezas, quizás puedas tolerarlo. – Intentaba no reír descaradamente, mientras trataba de esconder la cara en la repisa de cristal con numerosas formas, colores y sabores. Eligió un par de piezas: una era un chocolate en forma ovalada y la otra era un cuadrado pequeño, ambos hechos de chocolate amargo. - Toma, intenta probar con esto y me dices qué tal. – Aguardó expectante, aunque ya esperaba un inminente rechazo de su parte.


- Volviendo al tema de la mansión, quizás sea momento de regresar a ver qué podemos hacer. Aunque por fortuna, nadie querrá meterse en un montón de escombros para robar ¿cierto? – Pronunciar esas últimas palabras, era como tener que aceptar una horrible realidad, una que le provocaba cierto malestar. Prefirió cambiar el tema bruscamente, otra vez. - Por cierto, me da curiosidad saber por qué de repente hay tanto interés de tu parte por un dulce. ¿Es para un regalo? – Lo miró a los ojos y esperó respuesta.



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