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Aritmancia & Astronomía


Mery Gaunt Karkarov
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La Gaunt caminó rápida hasta llegar al aula de Aritmancia de la Universidad. En la puerta había un pequeño letrero donde varios números se movían en un gracioso movimiento al rededor del nombre de Mery. Sonrió con felicidad, extrañaba ver aquel cartel con su nombre.

 

Empujó la puerta con delicadeza, por fin comenzaban a verse los modales que había adquirido en Marruecos, y observó con detalle cada pupitre, libro, estantería y ventana. Con un leve suspiro decidió entrar y volver a hacer de aquella habitación su sitio favorito. Alzó la mano con la varita y las cortinas empezaron a recogerse a los lados, los pupitres a apilarse en una esquina dejando solo las sillas formando un circulo y su pupitre justo delante de un gran pizarrón de tono verde oscuro, en el cual una tiza comenzó a escribir:

 

 

1-A,J,S

2-B,K,T

3-C,L,U

4-D,M,V

5-E,N,W

6-F,O,X

7-G,P,Y

8-H,Q,Z

9-I,R

- Volvemos a la carga -dijo mientras se sentaba encima de su mesa y dejaba un par de libros que sabía que no iba a utilizar para la case pero que si servían para poder hacer llegar a su alumna hasta allí.

 

Arrancó una hoja del libro de los significados de los números y poniendo claramente el nombre de la alumna, lo hizo desaparecer de entre sus dedos. Adoraba hacer aparecer a sus alumnos sin que casi se lo esperaban, vamos a admitirlo, no había mejor manera de conocer a una persona que viendo que hace en sus ratos libres, ¿verdad? Ya había visto a gente desnuda, vestidos de maneras más que vergonzosas, envueltos en toallas de baños... Un sin fin de atuendos que demostraban más que cualquier número enlazado a la persona.

 

Y allí quedó, sentada mirando al fondo del aula esperando que apareciera alguien para amenizar su día.

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Aristóteles y Copérnico se dedicaron a estudiar el espacio, aquel mundo externo que alberga al mundo donde la humanidad habitaba. Era complicado entender los movimientos de los planetas o los cambios dentro de las galaxias, ya fuera la muerte de una estrella o el nacimiento de otra. Asuntos relacionados con el tema del espacio, agujeros negros y los cambios que todo eso generaba dentro de la vida de los magos y brujas. No desechaba la idea de que los muggles contarán dentro de esos estudios, pero ella prefería pasar de ellos a toda costa. Sus estudios estaban centrados específicamente en la luna de sangre, aquel fenómeno astronómico que lograba despertar el interés de propios y extraños.


Era un espectácu.lo digno de admirar con un telescopio adecuado, porque el ojo humano no era capaz de captar detalles específicos de dicho suceso. Candela era su alumna en esa ocasión, si que se estaba metiendo en camisa de once varas y daría una clase digna de la directora de la Universidad. La fecha y hora eran un detalle primordial, pero no algo que le sacara el sueño de momento. El sistema solar a escala que estaba dentro de su oficina, comenzó a rotar sin razón aparente—La señal que estaba esperando —su mente se vio protegida por una pared oscura como el ala de un cuervo—Nada de intromisiones, no pienso permitirlo —ladeando su cabeza volvía a centrar su atención en la carta astral que estaba por terminar.


Andrómeda y la Osa Mayor, acompañada por la Osa Menor. Uno a uno sus recuerdos se apilaron como bloques de acero reforzado, adheriendose uno a otro con fuerza y dureza. Su nueva habilidad estaba dándole gratas satisfacciones, nigromante, oclumante, vidente y animaga. Plutón regía algunos de los aspectos de la vida de la Black Lestrange, aunque Marte trastocaba otros y le causaba expectativa descubrir todo lo que enfrentaría en compañía de la Triviani. Libros, libros y más libros rodeaban a la rubia de orbes lapislázulis—Es momento de terminar con esto —cerrando sus ojos visualizaba un pasaje de antaño. Estaba dentro de un aula en Hogwarts o eso parecía, no era del todo nítido o claro su nexo con la escuela de magia. Sus conexiones con el mundo de la astronomía eran mucho más detalladas, apareciendo delante de ella un puñado innumerable de galaxias y constelaciones.


—Ahora lo entiendo, ya todo es mucho más certero y definitivo —abriendo sus ojos invocaba su gromorio. Dentro de ese mítico libro estaba el cántico ideal para abrir el agujero negro que estaba sellado en los terrenos de la Universidad, quizás ni Báleyr tenía conocimiento de este y prefería guardarse esa información para ella. Si el resto de los profesores de conocimientos se enteraban de su reciente hallazgo, no tardarían en correr la voz y el ministerio de magia buscaría meter sus manos en todo aquello. Un sonido le sacaba de golpe de su ensimismamiento—Espectro, Satellitae, Orbis, Oscurus, Planetae, Vita, Portalis —siseaba apareciendo en sus labios una lóbrega sonrisa. Sus ojos destellaron con malicia, ahora con la luna de su lado y el agujero negro a nada de hacer acto de presencia dentro del sótano construido por la vampira, recibiría como era debido a su única aprendiz. Enviando un pequeño sistema solar del tamaño de una pelota de béisbol, aquel era un traslador que llevaría a Candela a donde estaba esperándola Juv.



Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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Era un día realmente tranquilo para Afrodita, esa mañana se encontraba sentada en el sofá de su departamento en Francia leyendo, se encontraba bastante aislada y cómoda, era el pequeño rincón donde nadie entraba y cada cuanto cuanto se escapaba para un poco de tranquilidad. Últimamente se andaba moviendo cada vez más seguido a Londres y como que estaba pensado si realmente regresar de un todo o volver a desaparecer, las cosas se veían turbias.

 

Pasando las páginas de libro de pociones que tenía en la mano, se detuvo por un momento para levantar la manga de su túnica azul y observar el tatuaje que cubría todo su antebrazo izquierdo, una calavera que de la boca le salía una serpiente. Llevaba mucho tiempo que no lo detallaba y había dejado de sentir el choque eléctrico que sentía cada vez que era llamada desde que dejó el bando, pero esa vez, lo sentía muerto.

 

-mmm.... Que habrá pasado... -

 

En ese preciso instante fue que la Banshee sintió como algo la absorbía y dejaba de estar en el lobby de su casa privada para aparecer de repente en una habitación que ni conocía. Observó con detalle hasta que cayó en cuenta que se encontraba en un salón de clase bastante particular, ahí fue que se dio cuenta que acaba de ser llamada a la clase de Aritmancia a la fuerza.

 

-A veces... Solo a veces se le avisa a los estudiantes el inicio de las clases sin necesidad de usar la fuerza -Dijo la Banshee, cerrando el libro que tenía en la mano para fijarse en la persona que tenía en frente, estaba segura que la conocía... Y entonces recordó de quien se trataba y una sonrisa se formó en su labios.

 

-Buen día, profesora Mery - Dijo la Malfoy.

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No, no es normal. ―se escuchó decir dentro de la habitación de la Triviani.

 

Mantenía un debate, un poco ridículo, con uno de los elfos de la familia. Por supuesto que Candela creía que no era normal que, siendo sirvientes 'leales' de los italianos, se sublevasen sin más, sólo porque a alguien se ocurrió ensuciar los pisos recién limpiados. O porque a una de las matriarcas le falló la puntería y terminó por destruir las cañerías, provocando una inundación en el castillo. No, nada de eso era lógico, ni normal.

 

Claro que al elfo, con el que mantenía la charla, se le había dado permiso de rebatir todos los argumentos de la bruja. Algo de lo que ya se estaba arrepintiendo ella, no porque sus argumentos no fuesen válidos sino porque Chuck insistía en una sola excusa y, francamente, Candela ya estaba aburrida. Mas no era una discusión de la que podría librarse tan fácilmente, necesitaría una buena razón.

 

― ¡Ah, mira lo que tenemos aquí! ―exclamó, justo cuando Chuck estuvo a punto de hablar.

 

Una lechuza de plumaje negro como la noche, hacía su entrada por la ventana de la cocina. Lo que sí era normal, era que la ojigris olvidase, todos los meses, que se había inscrito a alguna clase. Ya, siempre llegaba tarde, no era novedad para nadie. Pero al menos llegaba, y esperaba poder hacerlo para Astronomía. Su elfo hizo una mueca, enfurruñado, sabiendo que su queja había quedado atorada en su garganta.

 

Prometo seguir la charla cuando vuelva, si es que lo hago. ―se apresuró a agregar luego de ver la mirada ilusionada de Chuck.― Ya sabes que no siempre vengo ilesa de la Universidad, vaya uno a saber por qué.

 

Dicho esto, se fijó en el objeto que portaba la lechuza. El tamaño era pequeño, parecido al de una pelota de béisbol que, al ser dejado sobre la mesa, comenzó a emitir una luz titilante. Candela supo, al instante, que se trataba de un traslador, no podía ser otra cosa. Así que lo tomó sin muchos miramientos y desapareció de allí.

 

Al aparecer nuevamente en el aula en el que se encontraba quien sería su profesora, cayó de bruces en el piso. No, tampoco era normal que sus apariciones -especialmente con traslador- sean del tipo decente y bien hechas, no. Casi, casi que sus pies desnudos y sus brazos estaban acostumbrados -al punto de caer preparada- a ese tipo de golpes. Se puso de pie en un salto, obvio, y sacudió la tela del desgastado vestido.

 

― Buenas, ¿cómo estás, Juv? ―saludó, con una calma impropia de alguien que acababa de hacer una aparición un poco vergonzosa. Es que Candela no conocía la vergüenza. Examinó los libros, y los distintos elementos, con la mirada mercurio y luego fijó los ojos en su profesora.― Cuando quieras.

 

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~ Mosquito ~          Ianello 

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—Estoy bien, vaya forma tan peculiar de aparecer dentro de un aula de clase —sabía a la perfección con quien estaba tratando. Pero no por eso permitiría esa clase de acciones y comportamiento dentro de su lugar de trabajo. Sus orbes lapislázulis destellaron con malicia, quizás ya estaba maquinando alguna clase de travesía intrincada, porque no le sería para nada sencillo a la Triviani salir bien librada de todo aquello—Hoy vamos a observar una luna de sangre, algunos la consideran un fenómeno por demás especial y peculiar —explicaba tomando una esfera a escala que representaba a dicho astro.
—Pero otros más la catalogan como un vaticino de que algo desastroso o catastrófico, está por azotar al mundo mágico, yo me decantó por la parte de la ciencia. No suelo dejarme llevar por el fanatismo que generan las masas con su ignorancia y falta de información. Siempre he dicho que leer, no es una costumbre insana y menos que debe tomarse tan a la ligera —señalaba una torre de libros, alargando la mano para dejar levitando a la esfera sobre un tomo de tapa oscura y bordes platinados.
—La luna del lobo o luna roja sangrienta, como muchos la denominan. Fue admirada por
las culturas antiguas entre ellos los Mayas e Incas. Para los mayas la Luna de sangre evidenciaba la lucha entre los dioses, enfrentamiento que los obligaba a lanzar petardos o hacer ruido golpeando pucheros de hierro o barro, causando un sonido estridente que distraía al sol, para que este no se comiera a la Luna y la hiciera sangrar —recordar esa clase de relatos, siempre despertaba en ella su ojo interior—En caso contrario los Incas, pensaban que la Luna estaba siendo atacada por un jaguar. Ambas culturas tenían diversas creencias, que daban puntos de vista diferentes con respecto a la presencia del color rojizo en la luna y que lo generaba realmente —esbozaba una gélida sonrisa en sus labios.
—Pero si no hablamos de la parte no científica, suelen desatar el temor con teorías que amenazan a la humanidad con el inminente fin del mundo. Nadie puede saber con exactitud que esconde el universo y mucho menos las reacciones de los planetas, constelaciones, galaxias y estrellas. Todo eso es un misterio que poco a poco, nosotros los astrónomos, vamos desenmarañando poco a poco. Sencillo es leer en un libro un puñado de palabras, pero lo verdaderamente complicado es darle un significado lógico a todo eso. Te invitaré a un sitio donde podremos verla en todo su esplendor, no será en el mismo cielo, pero si muy cercano a el —indicó apareciendo en su mano un pequeño globo aerostático—Espero que no le temas a las alturas, porque será un viaje que nos alejará varios metros por encima del suelo —encaminándose hacia la salida del aula, soplaba sobre el pequeño globo y este aumento su tamaño para poder servir como transporte para ambas brujas.

 

@@Candela Triviani

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- Buen día, profesora Mery.

 

- ¡¿Profesora Mery?!

 

La pequeña de cabellos rosados se levantó de su asiento, sacó una piedra de su bolsillo y la estrelló en el suelo. Una nube gris oscuro la rodeó en segundos, apartando el escritorio y las cosas que había traído consigo. Pasaron unos pocos segundos de silencio y una voz mucho más gruesa comenzó a toser de esa nube. Una manotaza que obviamente no era la de la Gaunt buscó disipar un poco lo que lo rodeaba.

 

- Cofcof, maldito humo instantáneo barato. No vuelvo a comprar en ese mendigo Magic Mall.

 

Poco a poco lo que había sido invocado perdió su fuerza, dejando ver a un señor llegando a sus cuarenta. Cabello cobrizo, canas a los costados, mechones azules como a él le gustaba llevar. Una barba leve. Ojos azules. Alto, ancho, con una camisa manchada de té, unos pantalones un poco ajustados para su edad y unos borcegos negros.

 

Parpadeó varias veces hasta que se percató que estaba frente de su “alumna”. Estiró los brazos como tal como un mago tras su grandioso truco de magia.

 

- ¡Ta-da! Soy Orión, el profesor que mer-y-eces

 

Clavó su mirada intentando contener la risa. Oh, los juegos de palabras eran su debilidad, aunque apestara en ellos.

 

- Senti, Afro, ¿me recuerdas verdad? Está bien que, a mí, los años me pegan un poco más, pero, sigo siendo el mismo Orión de siempre. O bueno, no. Pero es que, le he pedido a Candela un favor, era la única forma de contactarte ¿sabes? Long story short, la Marca Tenebrosa no existe más. Nos estamos reagrupando, de todas maneras. Necesito tu ayuda.

 

Se apoyó en el borde del escritorio y miró al pizarrón.

 

- Todas las palabras, nombres y objetos tienen números. Las ruedas de una carroza pueden tener 5 rayos, por ejemplo. O una mesa con seis patas. O un escritorio de nueve cajones. Esto es importante, mira, porque estas cosas adquieren propiedades mágicas que se pueden explotar a partir de los números, de ahí que existe la Aritmancia. Fijate si puedes sacar el número de “L-A M-A-R-C-A T-E-N-E-B-R-O-S-A”. Para hacerlo, hay que usar la tabla del pizarrón. Cada letra le corresponde un número. Sumas los números de la palabra. Si te da un número de más de dos cifras, los vuelves a sumar hasta llegar a un solo número. Sumas los números de las tres palabras y tendrás la respuesta.

 

Se llevó la mano al mentón.

 

- Por ejemplo, A-F-R-O-D-I-T-A sería. (A)1+(F)6+®9+(O)6+(D)4+(I)9+(T)2+(A)1 = 35. Y, 3+5 es igual a 8- El número de tu nombre es 8.

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De repente en la aula de Aritmancia había sucedido un cambio que después de muchos años admitía Afrodita que causó sorpresa en su rostro. Mery había desaparecido de repente, para luego aparecer un profesor completamente distinto, una persona que conocía perfectamente.

 

-Esto es una broma -Pensó Afrodita mirando como Orión hablaba rápidamente y diciendo algo sobre la marca. Se mordió el labio preguntándose si era una trampa y querían capturarla por todos los crímenes que había cometido, era un buen lugar a la final, era últimamente la Universidad el único sitio por donde estaba pasado... Aunque era Orión y era una clase donde estaban solos ellos dos, así que había más libertad.

 

-¿Reagruparse al mando de quién?-Preguntó, la Malfoy no pudo evitar levantar la ceja. Aunque luego siguió escuchando la explicación del Yaxley y la tarea que le había colocado.

 

-¿Y que significaría que mi nombre sea el número 8? -Preguntó con curiosidad. Aunque de igual forma se dirigió a la pizarra y comenzó a escribir.

 

L(3)-A(1) =4

M(4)-A(1)-R(9)-C(3)-A(1)= 18

T-(2)E(5)-N(5)-E(5)-B(2)-R(9)-O(6)-S(1)-A(1) =36

 

4+18+36=58

 

5+8 = 13

 

1+3= 4

 

-Que curioso número -Dijo la Malfoy, después de alejarse de la pizarra para mirar el resultado que le había salido.

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Sí, podría decir que 'peculiar' era parte de su nombre. En otros idiomas, claro. Idiomas, quizás fuese otro de los conocimientos que necesitaría. No porque no supiese de otras lenguas, sino porque siempre era bueno tenerlo certificado. Aunque antes tendría que revisar la cantidad de alumnos inscritos, ya que no le gustaba mucho las clases en masa. Llámenla egoísta, rara, idi***... Pero no le gustaba compartir la atención de sus profesores.

 

Como sea, se encontró con las palabras de Juv acerca de la luna de sangre. Mencionó a los Mayas y a los Incas. A las vagas creencias sobre animales o, incluso, el sol comiéndose a la Luna. Le hizo gracia, sí, por lo que esbozó una mueca de lado, parecida a una sonrisa.

 

― Difiero en restarle importancia a los vaticinios calamitosos, Juv. Mi experiencia me dice que, esos temas, no hay que tomárselos muy a la ligera. ―se encogió de hombros― Pero soy partidaria de las explicaciones lógicas, así que no me molestaría dar un pequeño paseíto.

 

Siguió de cerca a la bruja, estirando de tanto el cuello para ver mejor lo que llevaba en la mano. Quedó fascinada al ver el globo aerostático aumentar su tamaño, y largó una risilla encantada por lo que acababa de presenciar. Justo cuando creía que no podían sorprenderla, aparecía Juve. Bueno, no es que Candela fuese muy difícil de impresionar, de hecho, era lo más fácil del mundo. Aunque en la mayoría de ocasiones, ella no lo demostrara.

 

La Triviani se apresuró a subir al globo, se acomodó los pelos, de modo que no se despeinen más de lo que ya estaban, y aguardó a que su profesora dirigiera la excursión. Recordaba haberse subido a uno cuando era chica, pero ya muchos años desde entonces, olvidaba la sensación de libertad.

 

― No te preocupes por mí, en caso de que me de vértigo, podría recurrir a mis alas. ―bromeó. No le temía a las alturas, pero sería una buena excusa para aletear un poco como murciélago.

 

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~ Mosquito ~          Ianello 

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- Excelente Afro.

 

Suspiró ante sus preguntas. Es cierto, todos pedían respuesta a preguntas difíciles y, lo más importante, las merecían. No le iba a pedir a Afrodita que se pusiera a mover cuerdas cuando no sabía específicamente a qué se estaba enfrentando. Así que intentó reacomodar todas sus ideas y se acercó a los cálculos que estaba haciendo. Era fácil el siguiente paso y, al menos para él, el más interesante.

 

- Al mando de nadie. Por lo menos por ahora. Verás, está todo muy errático. Muchas personas se separaron inclusive de los ideales que nosotros teníamos al momento de entrar y así es como… llegamos a esta altura. Tampoco te pido que vayas a la reunión, ni que le otorgues más energía de la necesaria. Pero, ya sabes, quería que supieras. Y necesitaba una mano.

 

Con un chasquido la tiza comenzó a escribir en la pizarra. Anotó grande los números del 1 al 9 y remarcó con un círculo el 4, del que íbamos a hablar en ese momento.

 

- Cada nombre y objeto tiene un número mágico. De alguna manera se pueden estudiar las propiedades mágicas de los números que se representan. Es lo que Descartes quiso hacer con su filosofía racionalista. ¿Podrías buscar en el libro de significados qué es lo que representa el número 4?

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Afrodita miró a Orión con interés mientras hablaba de lo que pasaba, no estaba muy segura si era buena idea escucharlo de todo, pero sentía que algo importante se movía en el mundo mágico y por eso era que había regresado a Londres. Un suspiro salió de sus labios y miro su antebrazo izquierdo, levantó la manga y acarició el tatuaje que tenía ahí, le tenía mucho cariño, demasiado cariño; pero negó con la cabeza y su acción inmediata fue bajar la manga.

 

-Orión, diría que cuentes conmigo, pero no sé quienes están involucrados y así no me gustan las cosas... -Comentó Afrodita con tranquilidad - Si las filas no están organizadas, hay que organizarlas y reagruparse, pero eso solo... y solo se hará realidad cuando muchos cambien de pensamiento; para que todo vuelva a ser una causa común. Mi mano no creo que sea la que necesitas en este momento - Anexó con una sonrisa en el rostro y llena de tranquilidad.

 

Después de esa ligera conversación que se desvió un poco de la clase, fue cuando Orión le dio una tarea más, ahí fue que la Malfoy recordó un poco de las clases de la vieja escuela, cuando estudio la electiva hace tantos años atrás. El nombre de Descartes también le sonaba mucho, así que simplemente se dirigió a las estanterías y buscó en varios libros que sabía que iba a estar la información que necesitaba.

 

-Aquí está... - Y en ese momento Afrodita comenzó a citar lo que decía el libro en voz alta.

 

Causa cuarta. El cuatro es símbolo de estabilidad y equilibrio. Surge de la noción de transformar y estabilizar la creación del número 3 por medio de la lógica.

Ente del amor: se rigen por la seguridad y manifiestan convicción y firmeza.
Ente de la mente: capacidad extraordinaria de lógica y razón
Ente de la voluntad: sus objetivos se ven marcados por la superación a uno mismo.
Ente del tiempo: sus innovaciones son poco a poco, necesarias para asimilarlo e integrarlo.
Ente del destino: destinados a transformar su entorno a mejor .
Ente de la Muerte: el exceso de individualidad puede llevar al fracaso.
Ente de la Fuerza de la Naturaleza: siempre se les tiene en cuenta.

 

 

-Equilibrio... De eso se trata - Como una mesa que reposa firmemente sobre sus cuatro patas -Agregó.

 

 

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