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Exposición: "Las pinturas negras de Goya"


Sagitas E. Potter Blue
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Darla Potter Black


Queridos alumnos:

La clase de "Estudios Muggles" será impartida este mes en la Galería Nacional de Londres. Mañana abre una exposición itinerante del gran pintor español Francisco de Goya y Lucientes, de su etapa oscura dedicada a la brujería. Creo que será muy interesante estar entre muggles en contacto directo, viendo una versión particular sobre el mundo de la Magia, conviviendo con ellos durante la visita al Museo. La pintura es una muestra importante de la cultura y su estudio nos puede ayudar mucho a entender la sociedad muggle con la que convivimos. El estudio del Arte es el estudio de la Sociedad, aprenderemos muchos factores de cómo nos ven los no-mágicos. Además, aprenderemos a interrelacionarnos con ellos sin usar la magia, dentro de su mundo, así como a valorar su capacidad de adaptación al medio que le rodea sólo con la versatilidad de sus inventos.

Todos sin varita. Quien lleve la varita, será inmediatamente suspendido y denunciado ante la Dirección por aparecer con un instrumento mágico ante los muggles.

Empezaremos la ruta mañana 01/02/2019 a las 10.00 h de la mañana. Ser puntuales. Además de la buena disposición durante el desarrollo de la visita, se valorará para aprobar la asignatura el llevar un ropaje adecuado para camuflarse entre ellos, así como el uso de medios de transportes urbanos para llegar hasta la entrada del Museo. Se valorará especialmente la adquisición de mapas de la ciudad donde señalarán la ruta o rutas disponibles desde la mansión de origen (o el Ateneo) hasta el centro de Londres y su explicación en una redacción de no menos de 15 líneas en un medio de papel y escrito con medios de escritura exclusivamente muggle, sobre la hazaña de llegar al punto de encuentro sin magia, objetos mágicos o sin que nadie mágico os traiga al lugar.

Os espero a todos en la "Galería" Nacional, Trafalgar Square, Westminster. Ser puntuales.

Sagitas E. Potter Blue
Profesora de Estudios Muggles.

PD: Os lo recuerdo, nada de varita.

PD2: Nada de vuela-plumas

PD3: Ni el uso de pociones ni hechizos de transformaciones ilícitas ante muggle. Os haré pasar por una línea de Finite Incantatem así que no traigáis nada mágico que pueda desaparecer.

PD4: ¿Ha quedado claro que no se puede hacer ni traer nada que implique magia al Museo?

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En House of Books... casi saliendo...


El mes en la parte académica había terminado bien, pese que que Bel se había tenido que ausentar y no haber podido terminar la clase como nuestra profesora de criaturas mágicas aun así habíamos podido pasar la clase sin problemas, con lo que habíamos investigado en las reservas y el reemplazo que habían enviado de profesor.


El aviso a la nueva clase que iba a ser impartida por Sagitas había llegado la noche anterior, así que aquella mañana había que levantarse temprano pues teníamos que comportarnos como simples muggles, la verdad que eso no me molestaba del todo, pero si debíamos calcular bien los tiempos para llegar al lugar que se nos había citado, ademas que la nota venia con algunas reglas que había que cumplir.


Lo mejor era madrugar, hacia tanto que no andaba en los transportes muggle que no recordaba mucho el tiempo que necesitábamos, así me di un baño rápido para dejar luego el baño a Darla, lo mejor era no bañarnos juntos sino seguro tardaríamos mas.


La vestimenta no era problema, solía siempre andar mas que nada como muggle a como un mago con aquellas capas que muchos usaban, desde la academia que no me habían gustado así que no las había usado. Ese día un pantalon verde musgo, ademas de unas zapatillas negras, camisa manga largas y una chaqueta de mezclilla seria mi atuendo.


Salí a la cocina por una te y algo para Darla mientras ella se vestía, ademas puse un par de cuadernos, ademas de lapiceras y algunas botellas de agua, dinero muggle para pagar el transporte y comprar los mapas que seguro en alguna tiempo camino a la galería podíamos encontrar.


-Cuando estés lista- dije a Darla unos minutos después mientras le daba una taza de café y una dona, no quería que saliera sin comer. Mire una vez mas el reloj, y me asegure que todo estuviera en la mochila.

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En House of Books...

 

La carta de Sagitas era extremadamente clara, sin magia, ella había pensado que quizás podía utilizar algunos de los anillos o medallones de los libros, pero su intento de evadir la no utilización de varitas había sido fallido con tanta post data. Le daba pena dejar a su Edelweiss, pero Seba tenía razón, sería más que bueno una experiencia natural, como dos simples seres humanos, una pareja de paseo por Londres. Así que se había decidido, guardó su varita y sus chiches en la bolsa de piel de moke, la única joyería sería su anillo de compromiso y más nada.

 

Seba intercambió un tierno beso mientras le cedía el baño, ya ella le había robado un par en la cama, y puchereando se metió al baño, tenía razón, llegarían tarde sino. La ducha fue gratificante y secó su cabello al estilo clásico… volviendo a sacar la varita y aplicando tergeo, su novio no querría que se agarre una gripe, aunque no creía que eso fuera posible, no costaba nada prevenir.

 

Del guardarropa eligió algo clásico, ella también vestía demasiado muggle habitualmente, un jean azul oscuro, una camisa mangas largas blanca y un suéter escote redondo también azul, medias y borcegos. Nada más clásicamente muggle en realidad, muchas siempre la habían criticado por su estilo de vestir.

 

—Gracias mi amor —dijo mientras le daba un nuevo beso y tomaba el desayuno que él le había preparado —creo que lo mejor es salir por Caldero Chorreante, creo que en Trafalgar Square hay una estación de subterráneo —dijo de dar una mordida a su dona y un trago a su café, estaba en el punto justo.

 

—Lista —dijo terminado el desayuno y mientras Seba cargaba con la mochila ella sacó del armario de la planta baja un par de abrigos para ambos, no tenían que caminar mucho por el Callejón Diagón hasta el Caldero Chorreante.

 

Camino a la Estación...

 

Se despidieron de sus elfos y un cinco minutos después estaban en el Caldero, ingresaron a él, saludando a sus dueños y salieron a Charing Cross ante la mirada indiferente de los transeúntes de la mañana, gente que iba a sus trabajos. No les llevó casi nada llegar hasta la plaza en que estaba la estación de Underground o Tube como le llamaban. Descendieron y a unos pocos metros encontraron un puesto en el cual vendían unas tarjetas para viajar y mapas con horarios de las diversas líneas de subterráneos. Además en el reverso había indicaciones por si el pasajero quería ir caminando y esto le pudiera resultar más rápido.

 

—Mira amor —comentó señalando el mapa —,tenemos un tren cada ocho minutos, faltan tres para que llegue el próximo y en dos minutos estaremos en Charing Cross, de allí son tres minutos caminando o… ¿puedes creer que no alquilan bicis allí? —protestó la pelirroja mientras llegaban a donde vendían los pasajes — si vamos a pie nos llevará siete minutos, es lo mismo, pero el viaje en metro será más interesante para contarle a Sagitas —dijo mientras llegaban a la boletería, Darla miró el cartel y se le escapó un chillido.

 

—¿En serio sale el doble si pagamos en efectivo? —el cartel indicaba que eran cuatro libras con noventa en efectivo y con tarjetas sin contacto o tarjetas Ostra salían solo dos libras con cuarenta, lanzó un suspiro y asintió mientras su prometido la calmaba y decidieron comprar una Ostra con ocho viajes, dos de ida, dos de vuelta y unos extras por si a Sagitas se le ocurría ir a otra parte, igual les salía más barato que pagar cada viaje.

 

Ahora restaba esperar el tren, que ya estaba al llegar por lo que habían demorado comprando los pasajes, o mejor dicho la tarjeta con pasajes y luego de eso serían dos minutos hasta la estación y tres hasta el lugar de encuentro, nada mal.

 

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Tome los abrigos que Darla había sacado y ayude para que se lo pusiera, luego me puse el mío para salir a la calle. Entrelace la mano de Darla al salir al callejón, el camino hacía el caldero no era largo, y el llegar a la calle el frió de Londres se hacía sentir, acomode la solapa del abrigo.


El recorrido hacía la estación de tren había sido corto, la verdad es que a veces me gustaría que fueran mas largas, me gustaba caminar junto a Darla y conocer o reconocer partes de Londres, la mayor parte del tiempo estábamos inmersos en el mundo mágico y extrañaba lo simple de la vida.


Miré el mapa que me enseñaba Darla, y los puntos que señalaba, -Creo que prefiero caminar el resto del camino, si te parece amor.-


-Respira amor- susurré a Darla cuando se enfrascaba a discutirle al chico de la boletería, si me parecía un disparate los cobros pero que le íbamos hacer.


-Míralo por el lado bueno, si Sagitas no nos hace viajar mas, pos podemos usarlo para viajar los dos, me gustaría recorrer la ciudad contigo- señale sonriendo a mi chica mientras esperábamos el tren.


Como había señalado Darla el tren estaba en el horario indicado frente a nosotros, en cuanto se detuvo las puertas se habían abierto y podíamos ingresar a el, vi un par de asientos y guié a Darla a ellos, aunque no era mucho el tiempo que no estaríamos sentados.


-Creo que tendremos que hacer un viaje en tren, o mas bien otro- señala bromeando a Darla cuando el tren ya estaba en nuestra parada, cogí la mochila una vez mas del compartimiento en el que la había depositado, y busque la salida, mirando hacía atrás para ver si mi novia me seguía.


Tendí mi mano a la Potter Black luego de poner ambos pies en el anden, -¿Ahora hacía que lado amor?- me giré para quitara el mapa de la mochila donde lo habíamos guardado al tomar el tren.


Caminamos hacía la dirección que mi prometida indicaba, el edificio se podía ver a lo lejos, ademas que tenía unas largas escaleras que permitían subir hacía aquella edificación, me gustaban la arquitectura antigua con esos grandes pilares como la antigua Roma.


-¿Habías venido antes?- pregunté una vez mas, creo que por la hora había llegado mucho antes así que nos tocaría esperar un poco.


-¿Quieres comer algo?- señale el carrito de maní confitado, aunque creo que vendían algo mas.

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La mujer de la tienda los observó con detenimiento antes de venderles las guías del metro. No es que hubiera nada en especial en ellos pero algo no le cuadraba. De todas maneras, poco quedó en su recuerdo, tal vez porque a esas horas el metro iba muy concurrido y la gente se amontonaba en las salidas o, tal vez porque una viejecita con pelos canos alborotados y una fea verruga en la mejilla le amenazó con su paraguas. Nadie oyó el "Obliviate" que murmuró antes de seguir caminando hasta los andenes. Esperó la llegada del tren sin mirar a nadie y, en cuanto se abrió la puerta, buscó asientos en los que sentarse. Sin embargo, aquellos dos muchachos llegaron antes y se los quitaron.

 

La viejecita refunfuñó y les siguió en cuanto bajaron. Tuvo que disimular varias veces haciendo ver que tiraba comida a las palomas cada vez que se detenían para consultar el mapa. ¡Pero si era muy fácil moverse por aquella céntrica zona! Avanzó despacio y tropezó con el muchacho.

 

-- Perdona usted a esta viejita... Mis ojos ya no ven tan bien como antes...

 

La viejita les dejó de lado y caminó por la plaza hasta perderse de vista. Sólo después, entró en un bar y fue directa a los lavabos. Allá, en aquel refugio improvisado (y oloroso, ¿es qué no limpian en aquel lugar?) los pelos blancos (alborotados) se transformaron en una melena violeta (de pelos alborotados, eso no cambió) mientras que la nariz se hacía menos aguileña y la verruga desaparecía. Se peinó un poco ante el espejo y después salió del mismo para sentarse en una mesa junto a la ventana. Desde allá se veía toda la plaza y la entrada al museo y, por supuesto, las dos figuras paradas delante de un puesto de maíz y otros chuches dulces.

 

Se puso a escribir:

 

-- S y D han llegado sin problemas. No ha habido conflictos en el trayecto, excepto ese leve comentario sobre el precio del transporte. Se notaba que no lo usan a diario. Sin noticias del resto, esperaré un poco hasta que abran el Museo, aún queda un rato.

 

Cerró el diario y mordisqueó el lápiz que usaba. Ay... A veces echaba de menos su vuelapluma pero un lápiz era más apropiado para pasar desapercibida en el mundo muggle.

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Una sonrisa se dibujó en sus labios al escuchar la propuesta de Seba de salir a pasear en los subterráneos, pensó en los de Buenos Aires, cuando niña su padre de crianza la había llevado por ellos y en verdad le encantaban. Y era verdad, el paseo de ahora era como que casi era un sentarse e irse.

 

—Tienes razón mi amor, a mí también me encantaría que lo hiciéramos, creo que debemos darnos el gusto de recorrer las calles de Londres, no solo Diagón y Ottery —eso le recordó algo que había oído sobre las calles de Ottery y le trajo una idea a la mente para el futuro.

 

El tren llegó unos segundos después mientras charlaban, esperaron en el lugar indicado y en cuanto las puertas se abrieron y algunos pasajeros se apearon, Seba le cedió el paso para que subiera, permaneciendo él pegado a ella. Enseguida vio unos asientos y tuvieron suerte, bueno, no tanto que la necesitaran, pasarían más tiempo caminando luego que ahora sentados en el metro.

 

Miró con curiosidad los carteles que había en el interior, los pasamanos, personas con cables que salían de sus orejas y pequeños objetos oscuros en sus manos. Demoró en caer en la cuenta de qué podrían ser, eran como pequeñas pantallas animadas y luego reconoció lo que podían ser. Quizás por estar observando eso y concentrada en la charla con su novio no notó nada raro en la viejecita que había entrado tras ellos, aunque debería.

 

Cuando bajaron fue tras Seba, riendo y tras revisar por las dudas el mapa, tomaron el que parecía ser el camino más corto. Los edificios tenían una arquitectura que hacía que ambos se la pasaran señalando los detalles. Pero Trafalgar Square era otra cosa.

 

—Nunca, la verdad ¿y tú? —murmuró mientras miraba anonadada una estatua con un gallo azul, claro que no era la única, incluso parecía haber estatuas humanas y Darla señalaba a Seba cada una de ellas, con una mezcla de asombro infantil.

 

El carrito ante el que se detuvieron parecía lo más normal del lugar, aunque a mitad de camino la extraña viejecita del tren le resultó extraño, sobre todo porque había algo en ella que le resultó familiar, aunque hubiera sido más fácil si hubiera podido utilizar un revelio. Sin embargo la esencia en el aire parecía alterada, como para que no la reconocieran. Pero Seba solo le había dicho que no era nada y habían seguido hacia el carrito de compras.

 

—Claro, una manzana acaramelada con pororó —dijo señalándola —podemos ir a sentarnos en la fuente mientras llegan los demás —comentó señalando a la estructura en donde algunas personas se tomaban fotografías, tiraban monedas y había estatuas de lo que le parecieron peces y sirenas.

 

Esperó a que Seba terminara de comprar, le dieron la manzana clavad en un palito de madera y metida de cabeza dentro de una bolsa blanca de papel que contenía más pororó.

 

—Gracias —murmuró mientras caminaban hacia la fuente para sentarse a esperar en su borde —¿para qué tira la gente monedas? —preguntó la bruja para darle luego un mordisco a su manzana mientras observaba todos los pequeños objetos brillantes en el fondo de la fuente.

 

—Que hermosa arquitectura —comentó varias mordidas de manzana después —¿cómo se llamaban esas columnas? Nunca recuerdo si son jónicas o dóricas —frunció un poquito el ceño mientras buscaba algunos pororós.

 

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Compre la manzana que Darla me había pedido y un paquete de almendras confitadas para mi, mientras veía a la abuelita que Darla me señalaba, la verdad es que no recordaba haberla visto, estaba mas pendiente de la Potter Black en el tren, que de los mismos pasajeros.


Camine junto a ella hacia la fuente, la cual de vez en cuando salpicaba un poco de agua hacia donde estábamos pero no me parecía malo, seguro que en tiempo de verano era aun mas placentero, mire las monedas del agua, -La gente tiene la creencia que si tira monedas en las fuentes se te pueden cumplir deseos, al menos he sabido de otras fuentes que si lo hacen, o la gente cree que ella tuvieron que ver, es como algunos pozos- relate un poco a Darla, la verdad es que antes pasaba mas por el mundo muggle y gustaba de escapar a el por un tiempo.


-Si es todo hermoso, no se como se llamaran realmente, les llamo pilares romanos, pero ni idea- señale hacia las escaleras mientras me echaba un par de almendras a la boca, -Te imaginas subir esas escaleras muchas veces al día- bromee un poco.


Recordaba lo cómodo que eran algunos magos, la verdad es que pese a trabajar en el mundo y ser uno de ellos no me creí un mago del todo, no me molestaría vivir alejado de la magia por un tiempo, por lo mismo la idea de Sagitas no me había parecido nada de mala.


Busque en la mochila una cámara muggle que hacia muchos años había adquirido en un viaje, me aleje algunos metros de Darla y tome una foto a ella en la fuente mientras disfrutaba de su manzana, luego saque una al hombre en el caballo, una de las tantas estatuas que habían en la plaza.


-¿Sabes si tendremos mas compañeros?- me senté junto a la Potter Black de nuevo, guardando la cámara y luego sacando un par de cuadernos y lapices, -La redacción era al entrar? o al terminar el curso?- pregunte.

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—¿De verdad las fuentes les cumplen los deseos? —preguntó sorprendida la Potter Black y observó las monedas en la fuente ¿qué había dicho Seba? Que la gente cree eso, como en algunos pozos.

 

Escuchó a Seba y asintió, sí, ella también las llamaba así, pero recordaba que en la primaria había hecho un trabajo sobre ello, cuando aún iba a escuelas muggles. Se quedó pensativa, de verdad le gustaba aquello. Río.

 

—Creo que más de uno termina con una crisis nerviosa, eso sí, las piernas las tendrían fantásticas, cansadas, pero resistentes —recordó cuando había sido el ataque muggle al mundo mágico, los que habían quedado sin magia habían sido más que torpes. Ella hubiera podido defenderse si no perdía sus poderes de vampiro y como mujer muggle, sonrió, pegaba como niña, pero pegaba.

 

Seba dejó a su lado la mochila tras retirarse con una cámara que había sacado, no le pareció que fuera cámara mágica. Eso era hacer trampa, bueno, no, a ella, no le había avisado que le sacaría una foto.

 

Mientras él sacaba fotos a las estatuas tomó una moneda de las que les habían dado de vuelto en el kiosco y la arrojó a la fuente cerrando los ojos mientras pensaba que Seba y yo podamos ser felices juntos para siempre. Cuando el mago se sentó a su lado le sonrió y le ofreció de su manzana.

 

—Déjame ver la nota —dijo mientras rebuscaba en el bolsillo de su abrigo donde había puesto la de ella, y empezó a leer por arriba —aquí, señalar rutas en los mapas, préstame uno de los lápices para marcarlo amor, redacción, no menos de quince líneas —frunció el ceño —sobre la hazaña de llegar al punto de encuentro sin magia —volvió a fruncir el ceño —no dice nada de cuándo se lo debemos entregar ni de si hay otros compañeros, es en plural, queridos alumnos, pero somos dos, así que eso no es pista amor —comentó la pelirroja sin saber cuántos serían en la clase en realidad, miró para todos lados, como buscando a ver de encontrar algún otro rostro conocido o la pinta de algún mago que no se hubiera camuflado bien.

 

 

—Por cierto, ¿no quieres que nos saquemos una foto juntos? —preguntó girando su rostro de regreso hacia Seba y viéndolo con un gesto medio de puchero.

 

 

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Sorbí con fuerza el refresco burbujeante. Me acababa de dar cuenta que faltaban 3 minutos para las diez, hora en que había quedado con los chicos. Era un decir, no sabía la edad que tenía Seba pero Darla era una vampiro cuando yo era una chiquita con coletas, aunque nunca le había preguntado los años que tenía estaba segura que eran muchos.

 

Pero ahora eran mis chicos, en el concepto de que eran los alumnos de mi clase. Sólo dos de los cuatro apuntados se habían presentado pero no podía esperar más. La exposición guiada no esperaba y teníamos que sacar aún las entradas. Cuando llegaran los otros, pues se unirían, si nos encontraban...

 

Dejé un billete de 100 libras y salí del bar. Mientras caminaba hacia Darla y Seba me pregunté si dominaba el tema de los cambios en moneda muggle. Creo que 100 era mucho aunque... Bueno, si quería dejar propia, era mi problema. Gruñí y me acerqué a ellos, me encantaba que estuvieran viendo la arquitectura de la plaza y que convivieran con los muggles que ya empezaban a llenar Trafalgar Square.

 

-- ¡Pareceis una dulce parejita enamorada? ¿Os habéis hecho fotos? ¡Qué dominio! -- recordé tarde que no me había peinado y, aunque mi capacidad de la metamorfomagia me hacía parecer cualquier persona completamente diferente, nunca había aprendido a peinarme con propiedad y mi pelo lucía alborotado, como si me hubiera quitado una gorra y se me hubiera enredado el pelo. ¡Maldita sea! Necesitaba una peluquería urgentemente. -- Bueno, ¿listos para la exposición? Promete ser muy interesante. Me encanta el arte...

 

Miré hacia las escaleras y gruñó por lo bajini, demasiado largas.

 

-- ¿Qué manía tienen los muggles por elevar los edificios en interminables escalinatas para dar la sensación de que flotan? Tomar nota, cuantas más escaleras, más importancia le dan al edificio. Todas las grandes construcciones tienen mil escalones que hay que trepar, ni que fuéramos monos, demonios... Los primeros ejemplos fueron los templos, hogar de los Dioses, por eso los levantaban a un nivel que rozaban el cielo. Es un decir... Aunque ciertas culturas precolombinas literalmente hacían los templos rozando el cielo... Por eso siempre se situaban en lo alto de las más altas montañas. Y de ahí que los griegos decían que los Dioses vivían en el Olimpo... En fin, creo que me voy por las ramas... Que subamos y vayamos a buscar las entradas.

 

Menos mal que hacía gimnasia todos los días en el Circo porque subir aquellas escaleras era machacante. Les adelanté unos cuantos peldaños.

 

-- Después, los reyes, emperadores y demás jefazos de los pueblos consideraron que si ellos eran los descendientes de los Dioses, también necesitaban escalinatas, así que sus casas, sus palacios mejor dicho, también se elevaban. Y después, los edificios públicos los imitaron y de ahí, los Parlamentos, los Congresos de Diputados, el Senado o cualquier otra manifestación pública de poder, con sus escaleritas dichosas. Teatros, cines, lo que sea que quieran dar un aire regio y de importancia, con escaleritas. Demonios, me entran ganas de hacer un glisseo y que se resbalen todos hacia el suelo, hum... Por cierto, ¿habéis traído las varitas?

 

Pregunta trampa. Seguí subiendo.

 

-- Os he visto desenvolveros muy bien por la plaza. Parecías dos muggles más entre ellos. Muy bien, eso me ha gustado. Después me dais vuestros apuntes sobre el transporte público que habéis usado y les echaré un vistazo. ¿Tenéis libras? Las entradas no se pagan con galeones. Bueno, es igual, las pago yo y presentaré la factura al Ateneo, como gastos de clase. Tomar unos cuantos folletos sobre la exposición e ir a la cola. Quedan apenas unos segundos para que se abran las puertas. Recordar, los muggles ingleses guardan parsimonia y control en las colas, no corren, ni gritan, ni saltan ni se hacen notar. Son unos aburridos.

 

Y corrí hacia la ventanilla a sacar tres entradas. Curiosamente, los muggles que estaban delante de mí me dejaron pasar de forma generosa. Juro que no usé la magia para nada. Ellos, que son buenos y notaron mis prisas y que me toqueteaba el palito con el que me recogía de prisa y corriendo los pelos para hacerme un moñito que no me estorbara. Ejem... No tardé nada en recogerlas, aunque creo que también dejé propina a la muchacha, y me personé en la cola con ellos dos.

 

-- ¿A qué es emocionante? -- les dije, mientras les daba a cada uno un ticket para pasar por el control de la puerta.

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-Pos al menos eso creen ellos, la gente la verdad que cuando quiere creer lo hará o se aferrara a todo- miré la fuente y el montón de monedas en su fondo, -Es como cuando encuentras una moneda en la calle, una la recoge por que cree que le dará algo de suerte- la fe podía mover montañas, todo tipo de fe.


- O mas bien con un infarto, cualquiera de las cosas- bromee un poco, luego comí de la manzana que me ofrecía y pensaba en lo que podía haber pedido de deseo cuando arrojo la moneda.


Escuche lo que decía Darla de la tarea y pase un marcador para que rallara el mapa, vi como señalaba el camino que habíamos seguido, sonreí ante la pregunta.


Me levante de nuevo de la fuente y le pedí a un señor que también andaba por lo visto en plan de turista que nos sacara una foto, él asintió que si y me senté al lado de mi novia para abrazarla y nos fotografiaran para el recuerdo.


-Muchas gracias- dije al caballero, y este siguió su camino.


-Espero dentro también nos dejen sacar fotos-comenté a Darla cuando junto en esos momentos llegaba Sagitas, observé un poco su cabello pero creo que no sería buena idea reír, -¿Estas bien? - pregunté un poco bromeando.


-¿Parecemos? lo somos, si nos sacamos. ¿Quieres que les tome una?- dije a ambas chicas, mientras observaba frente a ellas que las puertas del museo se comenzaban abrir.


Luego de algunas fotos guarde la cámara de nuevo y caminamos junto a Sagitas hacía el museo, fui escuchando todo lo que decía de los edificios, y de las largas escaleras que solían tener estas.


Intente que se me grabara todo lo que nos decía, demonios, parlamentos, teatros, iba repasando todo en la cabeza, si había que hacer la redacción eso lo haría ya en el interior del museo.


Si que estaba acelerada para ingresar al lugar, -Espérame- dije a Darla mientras alcanzaba a Sagitas en la fila y le pasaba un par de billetes de 100, en realidad no sabia cuanto costaban las entradas. -Luego me dices si te falta- la deje esperando por las entradas y regrese con Darla que ya se hacía de algunos folletos.



-Si lo es, ¿cuantas veces has venido?- tomé el ticket que nos daba, acomodé mejor la mochila en mi espalda y luego tome la mano de Darla.


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