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Exposición: "Las pinturas negras de Goya"


Sagitas E. Potter Blue
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Darla río con la respuesta de Seba mientras él comía de la manzana que le había convidado. Minutos después estaba con el marcador en la mano, remarcando el corto recorrido que habían hecho, en punteado lo que habían caminado y en línea entera el recorrido en el metro. Cuando terminó Seba pidió a un turista que pasaba les hiciera el favor de tomarles una foto, se abrazaron y sonrieron, felices, para la fotografía.

 

—Esperemos nos dejen amor, me encantaría guardar recuerdos de nuestra visita ¿habrá souvenirs?

 

—Hola Sagitas, un par ehmm… es el amor—intentó recordar si cuando iban a Hogwarts tenía el cabello tan revuelto pero por algún motivo su recuerdo recurrente era Sagitas en un vestido de globos de colores.

 

—Realmente listos, a nosotros también nos gusta —respondió la pelirroja tras su novio y posó inclinándose hacia Sagitas para que les tomara una fotografía.

 

—Elevar, flotar, monos, dioses —repetía Darla mientras tomaba notas —precolombinos, montes, Olimpo, ramas —ahhh no, eso no, pensó mientras tachaba las ramas.

 

Darla iba junto a Seba casi rozándolo, pero como tomaba notas no había podido tomarle la mano. Mientras subían Sagitas seguía comentando sobre los edificios públicos, escalinatas, escaleritas y no pudo evitar una risita disimulada con lo del gliseo.

 

—¿Varitas? No, pero ¿no habías dicho? —se quedó callada y miró a Seba —¿nos hizo trampa? —pero antes que Seba le respondiera Sagitas comentó algo —gracias —comentó al escuchar sobre lo bien que se habían integrado.

 

—¿Libras? Si… —comenzó a decir cuando Sagitas ya se alejaba —folletos, cola, aburridos —repitió mientras se acercaba al puesto de los folletos —si amor, busco los folletos, no me pierdo —respondió a su novio que le pedía esperase, pidió un par de guías, las cuales le salieron varias libras que intentó no refunfuñar al pagarlas, al menos el plano del museo le salió sin cargo. Volvió a la fila justo a tiempo cuando regresaba Seba de darle las libras para las entradas a Sagitas.

 

—Trece libras cada guía —sí, no se había aguantado refunfuñar —el plano fue sin costo —mostró a su novio sus adquisiciones.

 

—¿Y Sagitas? ¿Pasó tan rápido? —la bruja ya estaba de regreso a su lado —oohhh, gracias —dijo mientras tomaba su entrada y avanzaba junto a los que estaban delante de ellos —¿a dónde vamos primero? Las audioguías eran caras —se disculpó con la pelivioleta —pero a cinco libras nos podemos llevar una réplica de alguno de los cuadros, hay unos de girasoles muy bonitos —y desplegando el plano mostró los lugares —¿barroco, rococó, renacimiento temprano o clásico? Creo que hay que seguir subiendo —comentó algo desorientada mientras observaba el ticket que le habían dado, el mapa no era gratis, le había costado una libra, volvió a refunfuñar. Si lo hubiera impreso desde un "webo" no tenía cargo, aunque eso no lo entendía.

 

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—¿Muggles? —inquirió agitando la copa que sujetaba con su surda, poco o nada faltó para que el bourbon se desparramará y manchará la alfombra. Le exasperaba la idea de tener contacto con esos seres, pero ahí estaba el costo por su necedad y empecinamiento de cursar estudios muggles, dentro del Ateneo de Conocimientos. Mover los hilos de esa clase de marionetas, no le sería para nada complicado y mucho menos, le costaría un quebradero de cabeza. La nota era lo suficientemente explicita, no llevar varita mágica y menos implementos que estuvieran relacionados con la magia. Habilidades no eran lo mismo que conocimientos mágicos, pero era mejor no sacarle la quinta pata al gato o podría costarle una fuerte reprimenda por parte de la catedrática que impartía esa clase.


—Navian, prepara mi Aston Martin Vantage GT12 —le ordenaba al elfo, bebiéndose lo que quedaba de licor dentro del cuerpo de cristal. Unos jeans negros y una remera corta eran su vestimenta, casual y sin llamar demasiado la atención. Unos cómodos tenis vans, le permitirían andar a sus anchas por la exposición, camuflajeándose a la perfección con el entorno. Su varita se quedaría en su mesa de noche, acompañada por su grimorio y los anillos que contenían el poder que le otorgarán las cuatro habilidades que curso y aprobó satisfactoriamente dentro de la Universidad. Desprenderse de la magia era como abandonar una vena cálida y atiborrada de sangre, negarse ese placer le estaba pesando demasiado a la Black Lestrange.


—Aquí tiene las llaves, ama —agitaba sus enormes orejas, imaginando vagamente la travesía que le esperaba fuera de la mansión a la rubia. Calzándose una chamarra negra de piel, ahora si parecía toda una pandillera muggle. Cualquiera que le mirará saldría huyendo despavorido, pero al ver el auto que portaba no sería nada complicado catalogarle como la hija de un poderoso y prominente hombre de negocios, que dominaba parte del mundo no mágico. Saliendo por la puerta, no le quedaba más que actuar de la forma más natural y despreocupada posible, ya tenía en mente toda la escena armada y no tardaría demasiado en ponerla en marcha. Las rejas de la mansión se abrieron de par en par, adentrándose en el carro de un salto arrancó con precaución, evitando llevarse entre las ruedas algún mago o bruja que estuviera cruzando la calle descuidadamente.


El viento agitaba su dorada cabellera, aligerando un poco el paso de su auto, no dudo en detenerse frente a un puesto de periódicos. Era una idea excelente ponerse al tanto de las noticias del mundo, aunque ninguna de ellas estuviera ligada algún ataque por parte de alguna facción descontenta del mundo mágico, siempre había personas que estaban en contra del sistema y eso le ponía la sal y la pimienta a cuestiones como esas. Sacando un par de libras, pagaba el importe del newspaper. Le intrigaba la forna en que las personas comunes y corrientes, iban y venían con las preocupaciones de todos los días, pagar las cuentas e ir y venir sin sentir más presión que la necesaria en determinado momento. El recuerdo de Allen se colaba en sus pensamientos, no había duda de que le echaba en falta, pero ahora debía centrarse en aprobar la clase o se iría a pique sin remedio.


Arrancando de nuevo su transporte, aparcó cerca de la entrada del museo. Ahí estaba esperando con una sonrisa divertida y afable un valet parking, extendiéndole un ticket se dispuso a comprar una cámara desechable y lanzarse a sacar algunas fotos, todo lo que le rodeaba era más que inquietante y emocionante. Las personas paseando en grupos y algunos más en parejas, riendo e intercambiando momentos inolvidables, quizás ahí radicaba la verdadera magia en ellos. Vivir al máximo la visita algún museo y gozarse como nada el poder pasear en compañía de la persona amada o los buenos amigos. Un kiosko, le recordó que debía comprar una guía para moverse con mayor facilidad por el sitio, volviendo a desembolsar algunas libras más compraba lo necesario.


La cola para entrar al museo, ya era más que larga y eso le sacaba un poco de balance, formarse e ir en busca de Sagitas, Darla y Seba. El tiempo apremiaba, buscándoles con la mirada, decidió antes por su entrada y luego seguirles la pista, ya sabía el espacio que ellos ocupaban dentro de la fila y no les perdería de nueva cuenta—Una entrada para la exposición de “Las Pinturas Negras de Goya” —indicó dejando el costo del ticket sobre la taquilla, apresurando el paso saludó con una leve inclinación de cabeza a sus compañeros y profesora—Lamento la demora, espero no llegar demasiado tarde —acomodaba su dorada cabellera sobre su hombro izquierdo.

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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¡Vaya...! Que no me esperaba que Seba me pagara el precio de la entrada. Miré los billetes de 100 libras y escondí el desconcierto con una sonrisa... No estaba segura de cuánto me había costado a mí pero juraría que en la taquilla, me habían dado el cambio de menos dinero. ¡Vaya profesora estaba hecha cuando no estaba segura del valor de la moneda muggle! Pero bueno, si pagábamos y nos daban cambio, es que todo iba bien.

 

-- Hem... No hacía falta, Seba. Después de la exposición te lo devuelvo y nos invitas a una pizza doble de queso, ¿te parece?

 

No es el comentario más apropiado en una cola para entrar en el museo pero bueno, de todo hay que hablar, supongo...

 

-- He venido varias veces, me gusta visitar museos. -- Casi verdad. -- ¿Te cobraron tanto por las guías? Demonios... Creo que te timaron. Pero no puedes lanzarle ningún rictusempra, que no se te pase por la cabeza.

 

Sabía que ella era capaz de algo más efectivo que eso pero no quería darle ideas. Además, no habían traído la varita, si les creía... Me rasqué tras la oreja, algo indecisa. El Museo estaba a punto de abrir.

 

-- ¿El cuadro de los girasoles? Sí, hay uno bonito. ¿Seguro que se puede llevar uno sin más? Me suena que hay un grupo de miembros de la Seguridad del Museo que no estará de acuerdo... ¡Ah, espera! Una réplica, sí, sí, eso sí que entra.

 

Soplé un poco el susto que me había llevado, imaginando a Seba y Darla corriendo con el cuadro ese de Vangó bajo el brazo...

 

-- Ocho, siete, seis... -- Me puse a contar hacia atrás, señalando el reloj de agujas del edificio de al lado. -- A las diez en punto abren... -- Tres...

 

Me detuve en seco. Una rubia doradaa quien conocía nos hablaba. Guardé silencio, esperando una. Arrugué un poco el morro al oír que lamentaba llegar tarde pero no más. El reloj dio las diez en campanadas y me relajé.

 

-- Bienvenida, señorita Malfoy, a mi clase. Por dos segundos... Si llega a sonar antes, estaba fuera. Espero que no se distraiga en el Museo porque seré muy exigente. Y espero que me traiga el resumen que pedí en mi comunicación... Bien... La cola se mueve... ¡Empieza la aventura! Lo primero, entregar la entrada y dirigirse hacia la zona de las pinturas del siglo XVIII, Si no recuerdo mal, a la derecha en la primera ala que encontremos. Venga...

 

Como si fuera mamá oca que lleva detrás a sus pequeñuelo, encabecé la cola que atravesó el control y pasé al interior del Museo. Intenté no lanzar muchos "aaaah" ni "oooooh"'s pero es que me sentía así cada vez que entraba en ese edificio. Me encantaba perderme en aquella arquitectura. Pero como no podía olvidar que estaba en clase, suspiré y volví hacia mi grupo de tres que me veía mover los ojos por todas partes.

 

-- Bien, echar un vistazo a vuestro alrededor. Quiero que me digáis 5 hechizos mágicos que suplen los muggles con su tecnología inteligente. Hay que serlo mucho para transformar objetos cotidianos y conseguir lo mismo que nosotros conseguimos con la magia. Por ejemplo, y no sirve, esas escaleras mecánicas que llevan a lo largo de esa ala para los discapacitados. Como no saben Aparecerse, las usas para trasladarse.

 

Y esperé su capacidad de observación antes de ir hacia el ala donde se exponían las pinturas que quería mostrarles.

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Escuche en silencio lo que Darla me comentaba si Sagitas nos había hecho trampas, creo que de esa parte no me había percatado del todo, observé los folletos que me enseñaba y el comentarios de las libras gastadas, creo que le daría algo por los costos de todo, pero así era la vida muggle, nada de sencilla como la mágica, aun así me gustaba.


Sagitas ya estaba de regreso y podíamos comenzar con el ingreso, -No te preocupes Sagitas, no debes devolverme nada, yo las invito, y también la pizza si gustan- respondí a las chicas mientras veía como unos niños se empujaban para ver quien ingresaba primero.


Una nueva compañera llegaba a la experiencia de la clase, me giré un poco para saludar a Juve, la verdad hacía mucho tiempo que había compartido un par de veces en la antigua mansión que había compartido con mi hermano, y luego solo la había dejado de ver -Del museo no te has perdido nada, de los datos históricos de Sagitas, si- le comenté a la bruja.


Deje que las brujas que me acompañaban pasarán primero luego entregue mi ticket si doble hacía el lado que Sagitas nos indicaba, fui observando el resto de la exhibición mientras nos dirigíamos al ala donde ocurría la clase, esperaba luego tener tiempo para recorrer el resto del museo.


-¿Encantamiento atmosférico?, aquí en el museo sería el clima que le dan para que las pinturas y lo demás en exposición no sufran con el calor o el frió, así no se deterioran mas-


-Aguamenti, aunque supongo solo en algunas partes están los rociadores de agua, en otras como donde están las pinturas deben usar otros métodos para apagar el fuego en caso de un incendio- me encogí de hombro y esperé las respuestas de las chicas o si estaba bien o no.

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Seba la miraba como si sintiera que ella estaba como loca al no entender los precios del mundo muggle y ella se calló justo cuando regresaba Sagitas. Sonrió, parecía que comerían otra vez pizza, la idea no le disgustaba, y se preguntó si los muggles sabrían hacerla tan rica como Christine, la elfina de su cuñada.

 

Levantó las manos con gesto de inocencia mientras murmuraba --sería incapaz --aparte de que no tenía la varita y estaba conteniéndose de usar sus poderes vampíricos, a excepción del anillo que su madre le diera para ser diurna. Y de nuevo en líos...

 

--No, no --comenzó a decir, pero parecía que la pelivioleta había entendido que no se quería llevar el cuadro original.

 

Sagitas ya se ponía ansiosa para ingresar y justo llegó una nueva compañera. Juv, no había esperado que ella tomara esa clase, ante su sorpresa ya Seba y la Potter Blue le daban la bienvenida y Seba le explicaba lo que había ocurrido hasta ahora.

 

--Hola Juv, que bueno verte --comentó mientras admiraba el look de la Black Lestrange, siempre había sido algo que le había llamado la atención, por decirlo de algún modo.

 

Cuando al fin la cola avanzó lo hizo junto a Seba, quién luego les cedió el paso cómo buen caballero, pero ella se mantuvo a su lado durante el recorrido hacia donde Sagitas decía. Luego de admirar algunos cuadros comenzó la clase en sí. El primero en responder fue Seba, ella seguía con la mirada sus comentarios. Cuando pareció que él terminaba, comentó ella, extrañando ir de su mano, el intentar ser serios en la clase llevaba a eso.

 

--Lumos y nox supongo, ellos tienen luces especiales que iluminan no solo las habitaciones sino también los cuadros o estatuas --se quedó pensativa unos segundos volviendo a mirar a su alrededor --pensando en lo que dijiste de la seguridad, parece tienen unas pulseras que les ponen a los ladrones en lugar de nuestro incarcerus --miró a Sagitas y luego a Juv esperando su respuesta y aprovecho para acurrucarse a Seba y tomar su mano.

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Su retraso casi le cuesta formar parte de la clase, pero siempre encontraba el modo de salir bien librada de situaciones como esas. Sus orbes lapislázulis delinearon con sumo cuidado todo lo que le rodeaba, piezas invaluables que le costarían la vida a los encargados de aquel sitio. Si alguna de ellas se viera comprometida o dañada de alguna forma, el arte debía ser preservado a cualquier costo, no importaba si en el proceso se cortaban algunas cabezas o se perdían millones de libras. Para ella el arte y la perfección, no siempre estaban reflejadas en una puesta de sol o una noche estrellada, sino que iba más allá de lo que el ojo humano era capaz de captar a simple vista.


—¡¡¡ Expectro Patronun !!!— exclamó curvándose en sus labios una sonrisa. A pesar de eso su tono de voz había sido bastante moderado, captando la atención de su grupo de acompañantes.—Los magos lo usamos para repeler a los dementores, pero los muggles lo reemplazan con las alarmas. Ellas han sido creadas para alertar de la presencia de personas no autorizadas dentro del museo o posibles ladrones de arte —agregó recorriendo la sala. Una a una las pinturas le hacían imaginarse viejas escenas del pasado, fragmentos de una vida que quizás nunca quiso vivir o la misma se le escapó de las manos sin percatarse de eso.


—Incárcerus, este puede compararse con las pistolas de choques eléctricos que suelen poseer algunos guardias de seguridad. Tal vez no ate de pies y manos al sujeto en cuestión, pero si lo deja tendido en el suelo tieso como tabla y creo que eso es equiparable sin lugar a dudas —explicó extrayendo de la bolsa de su chamarra un pequeño cuaderno. Instintivamente se lanzó a dibujar o al menos intentarlo, ya que hacía tiempo que no tomaba un trozo de papel y un lápiz para plasmar algún paisaje o suceso que fuera digno de ello.


—También pueden usarse el Petrrificus Totalus, creo que es otra clase de control que pueden ejercer. Este sería un poco más efectivo que el anterior, puedo afirmar sin lugar a dudas que este si lo dejaría como sedita sobre el suelo —continuaba con sus trazos y retomaba su perorata. Analizando si cada una de sus respuestas era acertada, estar sin la magia era como flotar sin necesitar la fuerza de gravedad para mantenerse levitando o con los pies bien plantados en el suelo. Avanzaba por la sala, intentando no mirar a la feliz pareja, ya que ella no estaba para esa clase de cosas. El recordar los grandes amores del pasado, no siempre le sacaba una sonrisa de satisfacción, salvo en el caso de aquel Malfoy que compartió momentos invaluables con la Black Lestrange.


Volviendo a la clase, movía con fuerza su dorada cabellera—Reparo, puede servir para restaurar un objeto mágico. En el caso de los muggles podría decirse que ellos usan elementos como la resina, yeso y diversas clases de pegamentos. No todas las piezas pueden ser tratadas con el mismo proceso de restauración o renovación —recordó todo aquello tras haber leído un libro de curadores de obras de arte. Era experta en diversos temas, pero no estaba ahí para impresionar a su profesora, sino para aprender de ella e intentar sobrellevar de la mejor manera como relacionarse con los muggles.


—Silencius, no necesita pedirse con la voz que se guarde silencio. He notado que los muggles son expertos en colocar señales. Ya sea para ceder o prohibir el paso, además de indicar donde se puede comer o no. Hay sitios donde se esta estrictamente prohibido entrar con alguna clase de bebida o alimento. Creo que las galerías entran en ese rubro y me parece una excelente medida a decir verdad —meciendo el lápiz en su mano golpeaba con suavidad su barbilla con la goma. Perdiéndose de nueva cuenta entre las pinturas, analizando con sumo detalle cada trazo y pincelada. Le encantaba el arte en todas sus expresiones posibles, pero Goya desenterraba viejos pasatiempos y eso le inquietaba a la Nigromante.

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La conversación entre Sagitas y Darla me había perdido un poco, no sabía de que hablaban realmente de los cuadros, sabía que Darla quería llevar una replica pero creo que solo ahí había quedado, o en ese momento se había enredado toda la conversación.


Lo bueno que luego había seguido la clase o cada una de las chicas había empezado a enunciar los hechizos que creímos eran usados en cierto modo en el mundo muggle pero de otra forma, creo que por donde miráramos habían muchos mas pero en esos momentos solo recordaba algunos.


Mientras escuchaba a Darla primero y luego a Juve, iba pensando en lo que redactaría de la otra parte de la tarea para Sagitas, la forma en la que habíamos llegado aquel lugar, el corto paseo pues eso me había parecido, el encuentro con el exterior del museo, la gente que rodeaba todo, hasta la entrada al lugar, con las filas que solían hacer los muggles cada que querían entrar a un lugar, ademas de las medidas de seguridad.


Tomé la mano de Darla mientras la guiaba por la misma inercia a mirar un cuadro que me había llamado la atención, parecía ser una cabeza de perro, pero no estaba seguro, me gustaban esas mascotas, aunque también podía ser un lobo, eso hace un tiempo no me gustaban la verdad.


Pese a eso no estaba seguro, parecía que el animal tenía la cabeza sobre un madero ¿o era algo mas? los trazos de la pintura eran un poco confusos, intente buscar el nombre del cuadro pero el inglés me seguía fallando mucho.

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Escuchar a Juve le trajo viejos recuerdos, ya que la bruja, al igual que Seba lo había hecho antes, parecía más consciente y versada sobre lo que los muggles utilizaban en lugar de sus hechizos. De hecho a ella se le ocurría más bien hechizoa como el episkey que no siempre eran bien reemplazados por las sanaciones muggles y menos las pociones o hechizos para revivir.

 

Caminó de la mano de su novio hacia el cuadro que él observaba. Una angustia se apoderó de ella al observarla, el perro parecía necesitar ayuda, y ella sentía que no podía dársela. Por poco extendió su mano libre para rescatarle.

 

Lanzó un suspiro mientras estrechaba más la mano de Seba, la expresión del perro viendo hacia arriba, esa madera, base o lo que fuere más oscuro, mordió su labio. Amaba los animales, no tenían perros puros, solo mágicos, quizás pudieran ir luego a un refugio. Sabía que los muggles guardaban allí a los que no tenían dueño, quizás podrían adoptar lo que ellos llamaban un perro callejero, o dos, claro que iban a necesitar adiestrarlo para que no se asustara con sus mascotas mágicas.

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No tuve que esperar nada. Más bien al contrario, ellos tuvieron que esperar por mí. Mientras ellos miraban alrededor y me contestaban con certeza sobre hechizos que nos hacen la vida fácil, yo me demoré en ver una papelera automática que había a la puerta de entrada de la sala, que requería volver a enseñar la entrada y que el conserje cortara una esquinita. Me agaché hasta quedar casi sentada en el suelo y contemplaba cómo, cada vez que recortaba, apretaba un pedal con el pie y la papelera engullía aquel sobrante y lo escondía de la vista del usuario.

 

-- ¡Demonios, casi parece que se desvanezca! -- grité a los muchachos, ya con la idea fija de investigar más ese objeto para comercializarlo en Ottery. Seguro que muchos magos interesados en rarezas muggles estarían interesados.

 

Pero como no estaba para hacerme rica sino que la finalidad de estar allá era enseñarle las pinturas al grupo, me levanté de repente, y casi pegué mi cara a la del conserje, ni un palmo nos separaba.

 

-- Mi entrada, mire, mi entrada. -- Seguí con la mirada como caía el trocito y después avancé al interior. Allá era donde estaban las pinturas elegidas para la exposición. Les hice una seña al trío y desaparecí prácticamente entre un grupo de visitantes que seguía a la guía del Museo.

 

Les tenía que felicitar por su grado de observación de los detalles del intelecto muggle para paliar la falta de magia.Todos los ejemplos habían sido acertados y, shhh, alguno no los hubiera pensado así. Me colé en el hueco que habían dejado los turistas que seguían a la guía y les escuché a tiempo. Hablaban del Cuadro del Aquelarre.

 

Se conoce como pinturas negras a la serie de obras murales realizadas por Francisco de Goya entre los años 1819 y 1823. Se trata de pinturas al óleo sobre una superficie de revoco ubicada en su palacete la Quinta del Sordo. Los murales se trasladaron al lienzo...

Francisco de Goya y Lucientes es una de las cumbres del arte universal y sus pinturas negras constituyen una excepcional genialidad de catorce composiciones realizadas con brío y expresadas con una característica tonalidad que encandila a cualquier espectador que se acerque a ellas. El ambiente lúgubre característico de esta serie impacta en la sensibilidad del espectador principalmente por las temáticas reflejadas y el cromatismo empleado.

En estas composiciones, Goya se aleja de las pautas académicas, a pesar de la fuerza del academicismo neoclásico, y opta por una pincela suelta. Las figuras humanas tienen por lo general los rostros distorsionados pintados con enérgicos brochazos con los que creó caras espantadas, gestos torcidos y actitudes expresivas. Destacan los acentuados contrastes cromáticos de blancos, negros, grises y ocres. Se pueden observar destellos de luz en cuerpos iluminados con fuertes contrastes, profundidades y relieves, y arriesgados planos que se aproximan y se alejan.

Bostecé, cuando un guía toma carrerilla, no para.. Me alejé un poco y les hice una seña para que me siguieran.

 

-- Bueno, este es el cuadro "Aquelarre", es la imagen de nosotros con unos tópicos muy típicos. Describir como nos ven los muggles y si creéis que esta visión ha cambiado a lo largo de los casi dos siglos que nos separan...

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Miré de reojo al sentir el suspiro que salía de los labios de Darla cuando veía al animal en el cuadro, apreté mas su mano con ternura para que no se sintiera mal, -Anda veamos otra cosa, no te pongas triste- susurré a la chica, cuando girábamos para ir por otro cuadro las señales de Sagitas aparecieron entre varias personas.


-Creo que quiere la sigamos- dije bromeando a la Potter Black tratando que olvidara el cuadro que la veía puesto triste.


-Juve nos llaman- hable no muy alto a la rubia que estaba admirando otras cosas, no quería molestar al resto del publico que disfrutaba también de la muestra.


Caminé de la mano junto a Darla, hasta alcanzar a Sagitas que parecía seguir a alguien mas, tuve que pedir permiso y un par de perdón a la gente que se me cruzaba y chocaba por que mas bien ellos no miraban por donde andaban.


-¿Que dijo la guía?- pregunté muy despacito a Sagitas que mas bien parecía bostezar, -Así de entretenido estaba- guardé silencio para que la bruja nos indicará el cuadro que quería viéramos.


-Creo que nos ven bastantes feos no creen- intentaba poner un poco de humor, muchas de las personas que daban vueltas por aquella sala mas bien parecían muy serias.

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