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Runas Antiguas - Idiomas


Orión Yaxley
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¿Alguna vez vieron a un oso tomar té? Estoy seguro que ninguno de los Yaxleys, aparte de él, lo habían hecho. Porque, justamente, el animago prefería hacerlo en soledad. Existía todavía algo incómodo dentro suyo que no lo dejaba transformarse o destransformarse frente de la gente, inclusive de los cercanos suyo. Por eso estaba aprovechando esos últimos minutos de aquella fría tarde de invierno en una casita rústica en los límites del terreno de la Manor.

 

Dejó la tacita de porcelana que parecía diminuta en su garra y soltó un bufido animal. Se envolvió en remolinos que dejaron a un Orión desnudo sentado con las piernas cruzadas. El frio hizo estremecer su espalda. Buscó la ropa que había dejado anteriormente y se vistió. Pantuflas, salida de baño gris que ya le quedaba un poco chica, unos pantalones de yoga, se puso el periódico debajo del brazo y con la muñeca hizo que el set de té lo acompañara en su andar.

 

Se dirigió a la Manor. Con sus familiares prefería hacer las clases allí, donde podía estar como quería. Donde no tenía vergüenza de usar lentes para leer.

 

Se limpió la tierra de las pantuflas en la puerta trasera de la Manor, para entrar a la sala, justo al lado de la escalera. Les había enviado una lechuza tanto a Evedhiel como a Luisitha para verlas allí luego de su té de la tarde. Mientras se dirigía a la chimenea, iba soltado entre sus labios una cancioncilla pegajosa. Puso el diario en la mesa ratona y se puso a armar el fuego con sus dos manos.

 

- ¡Ah! No entiendo como no cuidan el fuego. Supongo que soy el único que le gusta pasar tiempo en esta vieja casa.

 

Puso los brazos en jarra, satisfecho.

 

- ¿No es así vieja amiga?

 

Podemos decir que estaba un poquito loco. Había empezado a hablar con objetos inanimados.

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Idiomas

 

 

Por alguna extraña razón la Black se encontraba tranquila. Sentada sobre el escritorio como de costumbre miraba la puerta impaciente, tenía mas del año sin verle y, a pesar de ser antisocial, los encuentros con sus antiguos compañeros le emocionaban; tal vez eran aquellos pequeños momentos de tiempo que había compartido que les sentía como "íntimos", o tal vez que pocas personas se quedaban en su mente.

 

Había mandado una lechuza temprano a lo que suponía que había tiempo de sobra para que el chico llegara cuando le pareciera conveniente, sobretodo siendo él el único inscrito en la clase.

 

A pesar de saber que estaban en buen momento la impaciencia comenzaba a dominarla, desvió la mirada a la ventana y calmó su ansiedad, era temprano y era todo lo que importaba.

 

Sobre el pizarrón la clásica pregunta de siempre "¿Qué es un lenguaje?" y sobre su mente el conteo del reloj.

 

Su mano acomodó el mechón rebelde detrás de su oreja y sus cabellos terminaron por acomodarse sobre su lado derecho, no tenía mucho pensado, pero como siempre, las cosas salían sobre la marcha, sobretodo conociendo al chico. Regresó su mirada al aula, el frío en el ambiente le estaba haciendo dudar en salir a tomar un poco de sol pero se mantenía aferrada a la orilla del escritorio haciendo mover sus pies en el aire, infantil como siempre.

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EL Ravenclaw la verdad no creía que estuviera por tomar la clase de Idiomas. Era de los conocimientos que menos le llamaba la atención, pero por otro lado, sabía que era de los que más le serviría al ser parte de la Logia Eligentium. Precisamente por eso, el vampiro había decidido matricularse en aquella asignatura, aunque la verdad no iba como que con demasiada emoción, aún y cuando la profesora era una compañera de bando a la cual le tenía aprecio, el problema no era ella, sino su disciplina.

 

Para cuando la lechuza de la clase llegó, el italiano la miró con desgano, y sin demasiadas expectativas, pero ya había pagado la inscripción y tenía que ir, era un reto. Sin más, tomó un fajo de pergaminos sujetos por un sujetapapeles, los metió en uno de los bolsillos de su túnica así como su pluma a vuelapluma, y desapareció de los terrenos del Castillo Ravenclaw en pos del Aula de Idiomas. A los pocos segundos, el vampiro se vio a si mismo de nuevo en la Universidad, y sería raro, aquel mes él también dictaría una clase, aunque lo haría más tarde, habiendo subsanado el lío con el cual se había metido.

 

Cuando llegó a aquella aula, tocó suavemente a la puerta antes de entrar, y al hacerlo, notó a Gabrielle sentada allí esperando la llegada de su pupilo. Él se fijó en un su reloj, pero incluso había llegado con unos minutos de antelación, por lo que supuso que la mujer debió de haber llegado desde hacía un rato. Suspiró, no le gustaba que la gente esperara por él, pero en fin. Una rápida mirada al lugar le hizo percatarse que en la pizarra ya había un cuestionamiento, pero no sería tan arrogante como para contestarla sin antes esperar la indicación de la profesora Black.

 

—Buenos días, profesora Black. Creo que llego a tiempo, pero me parece que la hice esperar un poco, lo lamento —Saludó mientras se disculpaba y tomó asiento en uno de los pupitres más cercanos a las profesora.

 

 

@@Gabrielle Delacour

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-Ya, Ya!!!- Gritó dejando en el suelo una canasta llena de víveres y alguno que otro contrabando, liberando sus ocupadas manos para recibir una carta de mala gana. Llevaba al rededor de 10 minutos siendo picoteada por una testaruda lechuza por toda la plaza de mercado, llamando la atención de más de un transeúnte que quizá no hubiese visto un animal de estos en su vida.

 

-En serio no entiendo cómo es que el ministerio permite esta desfachatez y está en contra de cosas menos ridículas...-exclamó abriendo el sobre por temor a seguir siendo picoteada.

 

Era una carta de nada más y nada menos que su hermano. ¡UNA PERSONA QUE VIVÍA EN SU MISMO HOGAR!. Tenía ganas de trocear el pergamino y morderlo hasta que no quedara más que un engrudo pastoso de saliva y fibra. ¿por esta tontería había aguantado a esa est*pida avesucha? Tenía entendido que estaba ciego, no que era un mudo que no había podido hablarle en la mañana, o incluso dejarle el mensaje en casa.

 

Pero de nada servía llorar sobre la poción derramada, así era su hermano, un loco excéntrico con una noción muy extraña de la vida. Vio con alivio como el ave se alejaba, arreglándose un par de mechones de cabello que se habían desprendido de los picotazos, sacudió su vestido y finalmente volvió a tomar sus pesadas posesiones,dirigiéndose al lugar más cercano con una chimenea para hacer uso de la red flú.

 

Apareció en su chimenea tras una cortina de llamaradas verdes para encontrarse de frente a frente con una versión muy... Inusual de su hermano. Estaba allí, con una tetera en las manos y algo de tizón, un atuendo que asemejaba más a un pijama que a cualquier otra cosa y unas pantuflas...

 

-¿Quieres que te deje un momento a solas con tu tetera?- Su mirada estaba fija en él, con una ceja levantada y una mueca en la boca que entre otras cosas era una risa contenida muy difícil de evitar.

 

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Creo que está de más eso de las presentaciones y disculpas, querido... Y me alegra verte de nuevo - dijo sonriendo a fin de cuentas ya estaba en clase y era todo lo que le importaba.– Así que empezaremos de golpe, así sin algo que resbale...

 

Sonrió con picardía y soltó un poco más el cuerpo; el conocerle, así fuera de bastante tiempo atrás, le daba seguridad no tanto en las palabras si no en lo que su cuerpo expresaba.

 

Eran pocas las veces que la Black dejaba en blanco la pizarra, el tener un lienzo libre le provocaba tener que hacer algo que le arruinara, pero esta vez dejó que su boca fuera la que completara el vacío y no el gis.

 

En tus palabras ¿Qué es un lenguaje? ¿Por qué crees que es fundamental? ¿Crees que las plantas tienen el suyo?

 

Comenzaba, su mente ya había trazado los posibles caminos que el Ravenclaw tomaría y con ello los retos que, según su respuesta le haría pasar a diferencia de sus demás estudiantes. Tal vez eran demasiadas preguntas y sabía que la última le podría sacar de la comodidad pero ¿Qué acaso no se necesitan ideas diferentes para despertar la mente?

 

 

@@Keaton Ravenclaw

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A veces se preguntaba si los planetas habían decidido alinearse y turnado uno o uno para evitar que Evedhiel, cansada de esperar respuesta sobre su clase de runas, perdiese todas las posibles oportunidades para preguntarle a Luisitha, con quien sabía que la iba compartirlas, que tipo de preparación estaba haciendo antes de empezarlas.

 

La confianza de Evedhiel en las runas había mermado un poco desde la ultima vez que había estado frente a ellas y la ambigüedad de las respuestas la había dejado la sensación de estar perdida en un mar de conjeturas. Al menos hasta halloween.

 

Evedhiel no estaba orgullosa de su propio comportamiento en la posada Yaxley. Pero por otro lado, el vodka de fuego había hecho estragos en su memoria y apenas recordaba más allá de la tercera copa que compartió con Zoella.

 

No todas las memorias habían sido borradas, sin embargo.

 

Orión parecia haber decidido dar toda su atención a cierta tetera que humeaba emitiendo el olor típico del té recién hecho. Frente a ella Luisitha había llegado ya a la improvisada clase, y como Evedhiel parecía encontrar raro incluso divertido el comportamiento de Orión.

 

Orión padre de Evedhiel. Orión con el que sin embargo había construido un muro de cristal y no había cruzado media palabra desde descubrir su parentesco. El mismo Orión que tendría que decidir si aprobaba o suspendía aquella clase.

 

Evedhiel dió un golpe de varita e hizo aparecer dos puffs de terciopelo rojo se acomodó en uno de ellos y le dedicó una sonrisa taciturna a su compañera invitándola a que se adueñase del Segundo.

 

Iba a ser una clase larga. En tiempo real y Oriónico.

 

Que mínimo que se pusiesen cómodas.

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Cuando la Black soltó así como así la pregunta, Keaton no estaba preparado para que de inmediato lo abordaran con preguntas de la clase, esperaba al menos un cafecito, un té o así, pero no, la profesora de lleno había entrado en la temática. Sonrió, porque bueno, no era una clase, no una reunión social. Se quedó pensando por unos momentos. Hacía algunos ayeres había visto una película en aquello que los muggles llamaban cine, acerca de un lenguaje que las plantas tenían entre ellas para propagar una sustancia que mataba a los seres humanos...

 

—Bueno, un lenguaje sería básicamente aquello que sirva para comunicarnos. Señas, sonidos, hasta movimientos corporales —Comenzó —Y en lo referente a las plantas, la verdad es que creo que si, es posible. Siento que de alguna manera se comunican para poderse reproducir y así —Añadió —La verdad es que sobre este conocimiento desconozco absolutamente todo. Lo siento si me equivoco —Finalizó y esperó los comentarios de Gabrielle.

 

Como él si quería algo de tomar, agitó a Santa Teresa, su varita mágica de cerezo, y apareció una taza de té de jazmín y una pedacillo pequeño de pan. No le había dado tiempo de desayunar muy bien.

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Sonrió y miró hacia el suelo por debajo de su venda. Les indicó con la mano que se acercaran y dejen el palabrerío que no aportaba nada. Así las dos alumnas se acomodaron en los asientos improvisados de Evedhiel. Se podía ver cómo comenzó a nevar nuevamente, siendo sólo el chispeo ocasional de la madera en el hogar, el único ruido que rompía la monotonía.

 

Sacó de su monedero Mocke una tela azabache y su bolsita de runas. Acomodó el retazo sobre una pequeña mesa ratona que separaba a las dos Yaxleys del viejo ciego. Puso sus dos manos, palmas abajo y murmuró un par de cosas en un lenguaje ancestral. Estaba cargando de magia el lugar. Capaz a las dos brujas un poco más contemporáneas podía parecerle algo innecesario. Pero, el viejo Yaxley, conocía los caminos de la magia antigua.

 

- Estoy conectado el espacio donde caerán las Runas con la Manor. Trabajaremos donde nos quedamos, Evedhiel. Siempre dije que el mejor aprendizaje es la práctica misma.

 

Tanteó un poco consiguiendo tomar la bolsita de runas y la dejó encima de la tela.

 

- Las Runas son un lenguaje mágico. Cada una de ellas representan un concepto. Cuando uno realiza una tirada, está conectándose a otro nivel, con una magia antigua, más pura. Imagen esto como una tabla de la ouija… Pero menos “tenebroso”.

 

Pasó la palma sobre la bolsilla y sacó todas las runas, las cuales flotaron frente a las dos.

 

- Se concentran en una pregunta y lanzan tres runas. Dependiendo de si están boca abajo y de su posición en relación entre ellas es que se realiza la interpretación.

 

Chasqueó los dedos y todas las piedritas fueron directo a la bolsita nuevamente.

 

- ¿Qué van a preguntar? Hagan una de prueba. Algo sencillo.

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Orión se había acercado a las brujas y por alguna razón el rincón de la Yaxley donde habían decido llevar acabo aquella clase pareció hacerse mas hogareño, más cercano, mas silencioso y sobre todo más intimo. El mago saco de sus ropajes el bolsito de cuero que contenía las runas. Evedhiel lo reconoció instantáneamente y un nudo se poso en su garganta, nerviosa por lo que le deparaban aquellos dados.

 

Las ordenes del mago fueron precisas y claras y la chica creyó oportuno empezar. Tomo los objetos con sus manos y la extraña sensación de pertenecer la inundó en cada palmo de su piel, como si las runas la hubiesen echado de menos. Las paso de una a otra de sus manos visualizándolas aunque mantenía sus ojos cerrados, focalizando su mente en todas las carillas que bailaban entre sus palmas indecisas, vibrantes.

 

No necesitó formular la pregunta. Evedhiel sintió que las propias runas habían decidido por ella y cuando el momento exacto llegó a su mente, abrió los ojos como en un trance y dejó caer tres de las runas sobre un cojin con un tapete rojizo.

 

-Isa,pertho, Algiz.- leyó la bruja. Suspiró profundamente y después de un segundo se dirigió a Orión: hielo, misterio, escudo. Me están advirtiendo de algo... malo?- Dijo sorprendida... pero contrariada.

 

Posó su mirada de nuevo en las runas intentando contestarse a si misma. Cuando pensó que Orión finalmente iba a responderle añadió, cortante:

 

-No.- hizo una pausa leve y agarró de nuevo las runas en sus manos apretandolas un poco más fuerte en sus manos-Me están describiendo.

 

No esperó que su maestro la guiase en aquella ocasión. Sentía la necesidad de tirar otra vez, necesitaba canalizar el poder que se acumulaba en sus manos, No era ella quien hacía las preguntas, no en aquella ocasion: Las runas simplemente le estaban dando respuestas y ella era quien tenía que identificar a cuales de las preguntas de su mente:

 

-Berkana, Laguz...- Una de las runas se desplazó lateralmente y de manera sutil hacia la posición de Orión reteniendose por un momento entre dos de sus aristas, entre dos posibilidades hasta finalmente caer mostrando a Gebo.

 

Agarró las runas, taciturna y con las defensas algo mas bajas y se las entregó a Orión.

 

Tenía una leve idea de que querían decirle, pero no lo expresó.

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Chasqueó la lengua con su paladar y se sentó en el cómodo asiento que su sobrina le había brindado. La verdad era que amaba a su hermano pero cada vez lo sentía más distante de ella, y mucho más extraño de lo que recordaba. Pero así era en las familias, o al menos así esperaba que fuese. El silenció los innundó y pudo sentir como el fuego, el viento y la nieve y unos murmullos inteligibles inundaban el ambiente, sólo hasta que él comenzó a invocar cierta magia antigua ¿Acaso su hermano estaba haciendo algo para acallarlos? Definitivamente necesitaba aprender de todo ello. Esas voces parecían torturarla cuando el implacable silencio de la noche llegaba, y podría asegurarse a si misma que cada día se ponía más loca gracias a ellos...

 

Le tomó un tiempo formular su pregunta, para cuando pudo pensar en una que tuviese algo de lógica Evedhiel ya estaba en medio de una lectura. A decir verdad no entendió muy bien el por qué tomó otras runas pero tampoco le importó mucho. Quizá la respuesta no era de su agrado, o tenía más de una sola pregunta.

 

Pero la mujer de cabellos azules sólo tenía una única pregunta. Una que no había podido solucionar, un problema que se le salió de las manos de tal forma que cargar su varita le parecía una carga, no un apoyo. Un problema mayor que sus pesadillas nocturnas, que aquellas voces que sentía que la llamaban, un tormento que hasta el momento no sabía como solucionar, ni quería compartir con nadie más porque le hacía sentir insegura, desprotegida y algo tonta.

 

"¿Qué pasa con mi magia?" se preguntó e intentó concentrarse relajando cada una de sus respiraciones.

 

Tomó las tres runas sin pensarlo mucho. Una especie de palito(Isa), una raya extraña con un triangulo en el medio(Thurisaz) y algo así como un pescadito(Othala). las dejó frente a ella y levantó la mirada hacia su hermano sin tener mucha idea de qué significaba o qué tenía que hacer...

 

-¿eeeehhh y ahora qué? ¿que hago?¿esto no viene con un manual o un traductor o algo así? ¿tengo que sentir algo?-

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