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Leyes Mágicas


Marabella Rambaldi G.
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Un mes mas habia comenzado y con ello otra clase que impartir. Era curioso como la demonio habia adaptado tan facilmente su papel de docente, sobre todo teniendo en cuenta que odiaba estar con gente que no conocia. Quizas de apoco la vida de la Rambaldi era mas facil de asimilar que cualquier otra...mal que mal era dos en una y ambas compartian mucho mas que un simple cuerpo. Marabella camino por los pasillos de la universidad buscando el aula de Leyes Mágicas - aquella que tenia tanto significado para ella como para Kyttara - era un nuevo comienzo, una nueva vida y un nuevo desafío que comenzaba con el mejor de los augurios.
—Es hora de otro dia de trabajo, ojala nos toque un grupo bueno— dijo la demonio mientras llegaba al aula 105 en el cual esperaria a sus dos invitados. Si bien sabía que estaba bajo su criterio los recursos que usaria en su clase no estaba tan segura si lo que haria en estos momentos se consideraba como algo legal no haria mal a nadie y los implicados habian dado si autorización como fines académicos mas de alguno lo mal interpretaría.
—wou que milagro que ambos llegaran a la hora — comentó mientras llegaba al aula y observaba a las dos personas que estaban a su espera — Bien entremos , deben tomar la poción y debemos irnos al atrio, a la sala que ambiente — comento la demonio mientras abria el aula y dejaba las cosas en uno de los pupitres para poder sacar de su bolso dos petacas que contenian las pociones.
— Tu primero Annabella , ya sabes representaras a Mei Black Delacour , por el amor a Merlin hazlo bien — dijo la pelirroja mientras le entregaba a la Viglietti la petaca .
— ¿Para que me pides ayudas si no confías en mi? — le cuestionó la joven pelirroja mientras se tomaba la poción y comenzaba a tener los efecto .
—Por que no me quedaba de otra— le respondio la demonio mientras le pasaba la petaca a la joven que las miraba mientras ellas hablaban — Ya sabes nieto , tu conoces a quien representarás. Aries es un mago bastante conocido y necesito que lo interpretes correctamente si todo sale bien , hoy mis alumnos estarán confundidos al final de la clase — le dijo al joven Alec Malfoy uno de los hijos mayores de Alessandra .
—Bueno kyttara , solo espero que esto no me traiga consecuencias, solo lo hago por ti — le comento mientras tomaba la petaca que la deminio le entragaba tomando de una vez su contenido .
Ambos jovenes ya estaba listos , cualquiera que los viera a simple vista verian a una joven mujer de pelo negro de mirada cálida y un joven de tez blanca y cabello rubio .
— Bien es hora de que los deje en el atrio , mis alumnos llegarán en una hora más y debo alistar el aula — le dijo a ambos jovenes quienes desaparecieron junto a ella para aparecer segundos después en el atrio — Deben tener cuidado que nadie los vea hasta que yo llegue , recuerden de tomar un sorbo de pocion en su petaca para que el efecto de la poción dure — le dijo a los jovenes mientras caminaban a la sala donde se efectuaban los juicios — entren a esta sala y quedense aquí. Nadie vendra ya que solicité esta sala para fines académicos y que nadie nos moleste , si escuchan a alguien que no sea yo ya saben que hacer, ahora me voy a la universidad — terminó la demonio mientras desaparecía.
Al aparecer nuevamente en el aula comenzo a arreglar los pupitres. En cada uno de ellos dejo una balanza pequeña que en el mundo Muggle era el símbolo de la justicia, al lado un pergamino junto a una pluma. Antes de llevarlos al juicio, comenzaría con preguntas de rutina, para ver los conocimientos previos de sus alumnos.
Una vez todo listo, se arregló un poco el vestido azul marino de encaje de manga tres cuarto. Éste le llegaba hasta la rodilla, junto con su capa negra que le hacia juego con los tacones negros .Se ajustó el cabello que lo llevaba suelto en una cola de caballo dejando al descubierto su tatuaje de infinito que tenia detrás de la nuca. Una vez que terminó, se sentó en su escritorio de profesora a la espera de sus estudiantes que en pocos minutos llegarían. El día anterio les había mandado una lechuza donde indicaba el aula 105 y la hora exacta que serian las ocho en punto .

@Kritzai @Orión Yaxley @@GoshI @Joaquín Granger

 

Editado por Kytta Gryffindor Rambaldi

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El reloj de la Universidad marcaba las ocho menos diez. Apenas entré al edificio corrí la capucha de mi cara y me quité el sobretodo, dejándolo colgar de mi antebrazo izquierdo. Una camisa blanca de seda impecable cubría mi torso, era de manga tres cuartos y su largo llegaba hasta un poco por debajo de la cadera. Debajo de la camisa, el jean negro que siempre acostumbraba, con bolsillos a los costados, y en los pies unos borcegos atados hasta la mitad de la pantorrilla por encima del pantalón. Llevaba una pequeña mochila de cuero a mis espaldas, donde guardaba un cuaderno y mi vuelapluma, y mi cabello negro, lacio y suelto hasta por debajo de los hombros.

 

Al llegar a la mitad del pasillo saqué de mi bolsillo un pequeño pergamino. Me había llegado por lechuza al castillo hacía unos días y lo conservaba siempre conmigo por miedo a perderlo. Lo extendí entre mis manos y lo leí en voz baja:

 

"Los espero en el Aula 105 de la Universidad, el horario de comienzo de clases será a las ocho en punto."

 

Hice una mueca y volví a guardar el papel. No reconocía el nombre de la profesora y había conocido a muy pocos miembros de su familia, entre ellos un viejo colega del Profeta.

 

Miré a mi alrededor y empecé a avanzar. El resto de las aulas estaban vacías, algunas incluso emanaban un hedor a humedad inexplicablemente asqueroso. El picor en la nariz hizo que me cubriera con el mismo tapado la cara hasta llegar a la siguiente puerta.

 

Luego de varios intentos fallidos, pude encontrar el aula que me correspondía.

 

- Aula 105, es aquí...

 

Golpeé dos veces, esperé un segundo a que hubiera del otro lado una respuesta, y me animé a abrirla, entornando hasta asomar mi cabeza. Al espiar vi un aula repleta de pupitres, cuatro de los cuales llevaban de adorno una pequeña balanza. Eso despertó un poco mi curiosidad. Frente a lo que sería la clase, se hallaba sentada en el escritorio una hechicera esbelta de tacones altos y una cola de caballo sumamente prolija. Apenas emití un sonido su rostro se giró hacia mí y eso me hizo estallar de vergüenza por dentro.

 

- Con permiso... - Sonreí tímidamente.- Mi nombre es Goshi Black, vengo por la clase de Leyes Mágicas, ¿usted es la profesora?

 

Al terminar la frase, me animé a abrir la puerta por completo y dejé pasar el resto de mi cuerpo al interior del aula.

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Nuevamente había llegado el momento de que Joaquín Granger expandiera sus conocimientos. Tenía bien sujeto sobre los pergaminos que llevaba entre los brazos, la nota que había recibido el día anterior con las indicaciones de la hora y y el lugar donde se impartiría la clase. Llevaba pluma para tomar apuntes taquigráficos de lo que la profesora tuviera que decirnos acerca de las leyes que reinaban el mundo mágico que por momentos tanto distaba del muggle y por momentos tanto se llegaban a parecer. Al fin y al cabo las leyes tenían un punto en común: Orden.

 

Esbocé una sonrisa confiada, lo era que mis conocimientos fueran especialmente nulos, aunque prefería las áreas del Derecho Privado, más específicamente la contractual, en donde podía depositar por escrito mi más desquiciada desconfianza, no negaba que era bueno conocer cómo funcionaban los juicios, o bueno... como deberían ser los juicios. Siempre había sostenido que la dama de la justicia hacía trampa y miraba por debajo de la venda que le cubría los ojos, así como que su balanza no estaba del todo equilibrada. ¿Quién podía culparme de mi falta de fe si había pasado gran parte de la vida sintiéndome por encima de la ley?

 

Pero según mi reloj aquel momento, y a cinco minutos para las ocho de la mañana, debía dejar las ínfulas de grandeza y buscar el aula; gracias por haber recibido aquel don que me permitía grandes distancias en tiempos increíbles, porque en cuanto emprendí la marcha y quizás por mi propia arrogancia que no me permitía preguntarle a nadie por donde era mejor acceder al aula que seguro estaba en el primer piso de aquel antiguo edificio, incluso me había perdido un par de veces, pero al final había dado con la dichosa aula 105.

 

Me detuve frente a la puerta, consciente de aquel dicho «A tiempo es tarde» pero aun así me tomé unos momentos para observar mi atuendo aquel día: un traje chaleco de raya diplomática color gris oscuro, y tanto la corbata como los zapatos de punta cuadrada eran negros. Sobrio, quizás demasiado y hasta anticuado, pero ¿qué más daba? aquello me resultaba cómodo, no iba a ningún desfile de modas de la última colección otoño-invierno. Además en mi opinión algo muy llamativo desentonaría con la clase y me postura al respecto. Esbocé una confiada sonrisa, pasé la mano por mi cabello, y entré.

 

-Buenos días -dije a la mujer tras el escritorio y a la otra joven vestida un tanto más informal que ocupaba un pupitre.- Mi nombre es Joaquín Granger, y si no me equivoco esta es la clase de Leyes mágicas -sonreí al ver las pequeñas balanzas en algunos pupitres y ocupé uno de estos. Entrelacé mis dedos y los puse sobre la madera a la espera de instrucciones.

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Las túnicas estaban demasiado dañadas como para usarlas en público. Es más, había tomado la leve decisión de convertirlas todas en ropa de casa, por lo que sus prendas se habían reducido a sólo sacos largos, camisas y pantalones rectos. Sin embargo, no había encontrado nada limpio para su clase de Leyes. Refunfuñó un poco porque sabía qué tan estirados podían ser los magos y brujas de la ley.

 

Pero lo tenía que hacer. Si no era ese mes, básicamente nunca la terminaría. Ah, qué fatalista. Así de procrastinada era su actitud.

 

Con ojeras, el cabello a medio arreglar y una cara de pocos amigos buscó el aula 105 de la Universidad. Golpeó un poco la puerta y entró. Había llega a las ocho y algo. Hizo un ademán con la cabeza de forma de saludo y buscó un pupitre vacío. Se percató de la balanza y el pergamino. Menos mal había traído la varita, no iba a tocar una pluma más que para dibujar obscenidades o cosas así. O antorchas.

 

- ¡Buenos días! Supongo que todos estamos acá felices de hacer la clase. Pensando en voz alta, claro ¿presenciaremos una quema pública de brujas? ¿Alguna otra ejecución?

 

Estiró sus extremidades mientras juntaba las manos en su nuca.

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Habia pasado algunos minutos cuando la deminio sintio el sonido de la puerta abrirse , giro su cabeza levemente en dirección a la puerta para poder observar quien habia llegado, como era de esperarse sus alumunos comenzaban a llegar para su clase , la primera en llegar como era de esperarse fue la unica mujer del grupo y la puntualidad de aquella joven era un punto extra para Marabella quien ciertamente aun tenia aquellos valores y modsles del siglo pasado .

La demonio escucho a la joven presentarse mientras miraba al rededor del salon esperando que los demas llegaran a tiempo.

—Bienvenida señorita Black ,si soy la profesora Rambaldi , pase y tome asiento mientras esperamos a los demas , me da gusto que los valores y la puntualidad de las personas sigan vigente— comento mientras tomaba la lista de los alumnos y le hacis tick al nombre de la joven bruja.

No habia pasado ni dos minutos cuando un joven entraba por la puerta presentándose mientras se sentaba en uno de los pupitres — Bienvenido joven Granger , si esta es la clase de Leyes Mágicas ¿ Es por casualidad pariente de Zahil Granger? — la pelirroja no pudo evitar preguntar sobre el parentesco , a pesar que ya no frecuentaba la familia Gryffindor sabia muy bien que los Granger tenian parentesco lejanos con ellos y era rara vez que se encontraban .

Antes que el joven pudiese contestarle ls pelirroja tomo nuevamente su pergamino para hacerle el tick al apellido de Granger , si bien edtsbs un poco justo con la hora esperaría un poco mas para los otros dos alumnos que aun no llegaban , ciertamente la impuntualidad era algo que no soportaba de nadie y ciertamente aauellos jovenes verian su desagrado.

Justo cuando iba a comenzar la clase un joven bastante mal educando entro al aula y se sento en un pupitre sin siquiera presentarse y comenzo a preguntar cosas que ciertamente en la epoca ya no se practicaba.

— En primer caballero , cuando se llega a un lugar se saluda y se presenta, ya que ninguno de los que estamos aca lo conocemos , en segundo la puntualidad es primordial y ciertamente usted no tiene aquello y en tercer lugar señor , las ejecuciones públicas y quemas ya no se usan colo forma de castigo— dijo la demonio con un tono de voz molesto y de desagrado — por favor , levantese y se presenta — le dijo al mago que estaba sentado atras de sus compañeros con un gesto de molestia.

Una de las cosas que más odiaba Marabella era la impuntualidad y la mala educación , la demonio se habia criado en un epoca donde los caballeros era puntuales , educados y muy amables sobre todo con las mujeres , por lo que ella siempre agradecia que algunos en esta epoca tenian aquellos modales , la pelirroja espero pacientemente a aue el último mago se dignara a pararse y presentarse como era debido , se paro en frente de su escritorio , se sento levemente encima de el y espero mientras los dos jóvenes que habian llegado antes miraban en dirección al mago que habia llegado tarde.

 

@Orión Yaxley @GoshI @Joaquín Granger

 

Off

 

Antes que nada , chicos mil disculpas por la demora , tuve algunos inconvenientes Muggle , por lo que nos queda pocos días para seguir la clase .

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-Así es -confirmé, bajando la cabeza para ocultar una sonrisa- es mi prima. Toda un personaje ¿no cree? -no pude evitar ese comentario ni una risita; Za era una de las personas más divertidas que había conocido, aunque no tuviéramos tan estrecha relación.

 

No me había parecido oportuno preguntar de dónde se conocían, aquello tampoco era el té de la cinco de la tarde para hablar de la familia y viejas amistades, aunque no negaba que tenía curiosidad, una que saciaría en cuanto volviera a la mansión, y con el entusiasmo de un chiquillo en su primer día de escuela, comentara a la familia lo que había sido mi primer día. Al menos esa era la ilusión. Siendo bastante más realista, con lo dispersa que era la familia, seguro llegaría y no se sentiría ni un alma en aquella mansión. Así había sido desde siempre y no tendría por qué cambiar aquel día.

 

Pensaba en que a pesar de llevar varios años en aquel lugar, conocía muy poca gente, pero a nadie debía extrañar, sin esfuerzo alguno era una persona retraída y reservada. Pero cómo solía ocurrir cada vez que pensaba aquello apareció el primer rostro conocido, y posiblemente el único, del día. Nada más y nada menos que mi jefe había irrumpido en la clase y sin decoro alguno comenzó a soltar sus pensamientos mientras se acomodaba como si fuera un chiquillo rebelde y no un director de un departamento tan importante como el que estaba en sus manos.

 

Cuando aquellas consideraciones llegaron a mi mente no pude menos que fruncir el ceño. Entendía que la prole común no tuviera que tener mayor conocimiento más que leer, escribir y un raciocinio mínimo para clasificar y archivar montañas de papeles, pero... ¿El Director del Departamento de Cooperación Mágica Internacional no sabía de Leyes Mágicas? ¡Aquello sí que era una sorpresa! Cualquiera hubiera dicho que aquel hombre tendría que estar versado no solo en la legislación interna, sino también en los tratados internacionales, además de un conocimiento sólido de la legislación de los países vecinos y con los que tuviéramos más contacto.

 

Pero no me correspondía a mí juzgarlo, eso era cosa del Ministerio que lo había aceptado en su puesto, además bien sabía yo que no tener un certificado no significaba no tener conocimientos. Considerando aquello al tiempo que convertía bolitas de pergamino en pesas para jugar con la minúscula balanza que tenía en el pupitre, me di cuenta que tampoco era el empleado ejemplar y solía procrastinar mis tareas, pero nadie me había llamado la atención. Lo mejor era tener un bajo perfil allí para no refrescar memorias.

 

Comencé a jugar con el equiliebrio esperando a que la profesora reclamara nuestra atención para empezar la clase.

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- Muchas gracias, profesora.

 

Ser la primera alumna en llegar me quitó una pequeña sonrisa de orgullo y me permitió escoger dónde ubicarme. Elegí una butaca de la primera fila que se encontraba en diagonal al escritorio de la profesora, en el cual colgué el morral y tomé asiento. Me quedé mirando hacia el frente con las manos entrelazadas encima de la mesa esperando la llegada del resto de los alumnos. Con uno de mis dedos índices empujé los platillos de la balanza, para asegurarme que fueran reales, luego traté de volverlos a su lugar original y peso cero original.

 

Pasados apenas unos minutos, la puerta volvió a abrirse. Mi entrecejo se frunció un poco al notar la impoluta presencia de mi compañero, demasiado elegante para mi gusto. Su sonrisa me generaba cierta incomodidad, por lo que desvié la mirada de forma inmediata. Mi rostro solía dar demasiada información, y para las leyes eso era un pecado más grande que ante cualquier partida de póker.

 

Asentí con la cabeza y sonreí de lado respondiendo a su saludo, sin emitir una sola palabra.

 

Mientras los dos magos mantenían una corta conversación sobre conocidos en común, la puerta volvió a dar paso a un tercer alumno, pero esta vez de aspecto mucho más desprolijo que el mío incluso. Lo miré de reojo, y luego volví a girar para mirarlo, hasta que logré reconocerlo. Se me dibujó en el rostro una sonrisa pícara.

 

- ¿Orión?

 

Me cubrí disimuladamente la boca para evitar reírme ante su cara de pocos amigos y el regaño de la profesora. Volví a girarme hacia el frente, y cuando la profesora se distrajo me volví a dirigir al Yaxley.

 

- Qué bueno tener a alguien conocido en esta clase... - Susurré.- Odio las leyes.

 

Volví hacia el frente y sonreí de oreja a oreja, esperando las instrucciones de la Rambaldi.

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Bueno, en sus años como miembro activo de la comunidad británica… no lo habían regañado así. Negó con la cabeza. Pensaba, muy dentro suyo, que esa necesidad de autoridad era por una carencia de la misma, ya saben el dicho “si necesitas decir que eres rey, es porque realmente no lo eres”. Le dedicó una mirada cómplice a Goshi. Le guiñó el ojo tras el comentario de odio a las leyes. Él mismo compartía un poco esa perspectiva.

 

Ya saben, delincuente, mortífago, delictivo, traficante, un largo etc.

 

Entrecerró los ojos. Tampoco iba a iniciar un juego de la gallina para ver quién aguantaba más. Después de todo era la clase de Marbella.

 

- Orión Yaxley, profesora, y descuide que Joaquín y Goshi me conocen. No sacaré mi cargo Ministerial porque no viene al caso. Si no me conoce, no me conoce y ya. Tampoco es tanto problema ¿verdad? ¿Qué diferencia podría haber?

 

Miró las balanzas y el pergamino. Tomó la pluma y escribió los nombres: Marabella, Goshi y Joaquín.

 

- Bueno, ya anoté hasta ahora la información de la clase ¿me estoy olvidando de algo?

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La pelirroja escucho al joven que con un tono claramente de arrogancia se presentó, como era de esperarse por lo que la demonio poco interes le prestó , sinceramente ante ese tipo de personas Marabella optaba por no darle mayor credito de lo que realmente merecían.

— Se bien quien es y que cargo tiene señor Yaxley , que le pidiera que se presentará es simplemente para mostrarle que los modales aún exienten y usted teniendo aquel cargo de uno de los departamentos mas importante del ministerio no los tenga, deja muy mal visto — concluyó por decir la pelirroja mientras se volvia a su escritorio .

— bueno sin perder mas tiempo , me gustaria saber que conocimientos basicos tiene de leyes - dijo la demonio mirando a sus alumnos — aun cuando la materis es extensa , no todo se aprende en una sala , ahy leyes basicas que nos enseñan desde pequeños o cuando asistimos a Hogwarts , me gustaria saber que es lo que ustedes saben y luego que me comenten les pediré que tomen la balanza que tinen en su escritorio — dijo sonriendo .

Si bien sabia que lo que estaba por hacer en cierto punto no estaba del todo aprobado , tenía muy claro que ninguno de sus alumnos notaría la diferencia entre lo real y la ilusión , la jiven mijer habia preparado aquella clase con mucho cuidado, le habia pedido ayuda a gente muy poderosa y con amplios conocimientos para poder recrear todo el ataque y que se viera como un recuerdo real, no podía esperar menos de aquellas personas que eran oarte de su familia y aun sin estar del todo desacuerdo la ayudaron a hacer aquella falsa , claro que estaba autorizada por las partes implicadas en aquella falsa y eso era lo mas importante.

La Rambaldi espero paciente que cada uno de los presente le comentará a todos en el salon sus conocimientos previos , deacuedo a las respuesta ella podria sacar conclusiones y modificar cada paso que daria después de aquello , no podia dejar nada al azar. Para muchos Leyes mágicas era una clases aburrida y solo asistian cómo un trámite odiosa que debian hacer , pero ella queria demostrar que no era asi , si se trabajaba de una forma distinta a la tradicional se veria que no todo lo aburrido debe ser asi .

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El rumor de una conversación se perdía por las amplias paredes del Ateneo de Conocimientos. Las dos mujeres de las cuales procedía el intercambio de palabras mantenían un tono de voz normal, despreocupado. Podrían estar hablando del clima o de la bonita elección de colores del uniforme de los Warlocks, pero lo cierto era que había una solicitud por parte de la Directora de la Universidad y una aceptación por parte de su compañera. La explicación, rápida, logró que la comisura de los labios de la rubia se torciera en una ligera sonrisa.

 

—Entiendo —asintió una vez ante las palabras de Candela y desvió la mirada a su muñeca, al reloj. Era tarde, bastante tarde, de hecho—. Iré entonces, te haré saber cuando termine la clase.

 

Le restó importancia al agradecimiento con un ademán y se retiró, tomando uno de los atajos que había aprendido en sus días de dirección. Por suerte, el aula asignada no estaba lejos y no tardó en arrastrar su túnica hasta la puerta, irrumpiendo en la clase que ahora le tocaba impartir. Estiró la mano hacia la educadora presente en la sala y le entregó un trozo de pergamino, un triángulo perfecto con el brillante emblema de la universidad en él. Mientras la mujer leía, miró a sus nuevos estudiantes. A los tres los conocía, aunque no recordaba de dónde recordaba al último muchacho.

 

—Muchas gracias, profesora Rambaldi. Seguiré desde aquí.

 

Ensanchó una sonrisa un poco cuestionable, puesto si era difícil saber si era amable o no, y esperó hasta que la mujer se retiró para tomar la palabra.

 

—Bien. Mi nombre es Leah Snegovik y, como habrán notado, soy la sustituta de su profesora titular —tomó asiento en el borde del escritorio, cruzándose de brazos—. Conversemos, pues, sobre las leyes. Los tres saben qué son las leyes. No porque las hayan estudiado, porque están aquí por una razón, sino porque el entendimiento de las leyes forma parte de nosotros desde el momento en que nuestra madre dice "No" y acatamos. Por supuesto, de no hacerlo, habría consecuencias. Así que las leyes, en pocas palabras, son un conjunto de normas que regulan el comportamiento humano y, como buenas limitaciones, están sujetas a sanciones.

 

»El concepto Muggle no varía del concepto mágico, de hecho, es el mismo. Lo que cambia, en sí, son las leyes y cómo éstas son aplicadas o sancionadas. Como sabrán, el órgano que redacta las Leyes Mágicas es el Ministerio de Magia y, en el caso de Gran Bretaña, es el Tribunal del Wizengamot quien se encarga de hacer cumplir dichas leyes y en casos extraordinarios, el Concejo de Warlocks.

 

Mientras hablaba, sus ojos iban pasando de un rostro a otro. Pero al llegar al de Orión, se fijó en la balanza que estaba en su pupitre. Enarcó una ceja, pensando que tal vez era excesivamente Muggle para una clase mágica, así que chasqueó los dedos e hizo desaparecer los tres juegos que estaban dispuestos para los estudiantes.

 

—Las leyes son teoría, interpretación y práctica. Ustedes representan cada uno de estos elementos. Señorita Black —se separó del escritorio con la desenvoltura de una bailarina y se acercó a su pupitre—. Asumiendo que conoce el Estatuto Internacional del Secreto Mágico, cosa que no pongo en duda, le hago una pregunta. ¿En qué consiste?

 

Le indicó que esperara y se aproximó a Joaquín.

 

—En el caso de que un mago rompiese dicho estatuto, ¿sabe usted cuáles serían las medidas tomadas por el Tribunal del Wizengamot, señor Granger?

 

Finalmente, se colocó delante de Orión.

 

—Me interesa saber, señor Yaxley, su postura respecto a este mismo tema, pero saliendo de las fronteras de lo conocido, yendo hacia el norte, en otro continente. ¿Qué opina al sistema procesal del MACUSA? ¿Lo compararía usted con algún proceso británico? —se retiró de nuevo al escritorio y se acomodó, esperando.

 

 

@@GoshI @Orión Yaxley @Joaquín Granger

Editado por Leah Snegovik

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