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Artes Oscuras + DCAO.


Emmet Haughton Gaunt
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Las ruinas de Hogwarts aún seguían intactas. El sueño de todo estudiante se había visto reducido a cenizas por un largo tiempo luego de la Segunda Guerra mágica que había desatado Lord Voldemort contra la gran construcción. Profesores, fantasmas, estudiantes y criaturas defendieron el castillo con uñas y dientes aguantando lo más que pudieron para darle tiempo a Harry de conseguir uno de los últimos Horrocruxes.

 

Emmet estaba en el patio central donde todos los estudiantes iabn arribando para ingresar por las puertas principales. Con el silencio que allí había, casi se podían sentir las risas, murmullos, voces, de todos los que - una vez - pisaron el lugar. Voces acalladas por aquellos ataques que redujeron todo a cenizas y roca.

 

Su cigarro se estaba consumiendo lentamente. Disfrutaba de un momento a solas, en silencio y, mucho más, cuando cruzaba portales a otros tiempos. El vampiro poseía el control del Libro del Druía lo que le permitía abrir portales a otras dimensiones pero, combinado con el conocimiento de Historia de la Magia que también estaba en su haber, podía abrirlos al pasado.

 

Esperaría a su alumno. La carta había sido enviada con la ubicación del portal para que llegara hacia el patio central. El lugar era el aula noventa del Ateneo de Conocimientos y solo debía traer consigo su varita.

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Profesor: Jeremy Askar Triviani.

Alumna: Dennis Delacour.

Oyentes: Matthew Triviani, Zoella Triviani Yaxley y Anne Gaunt.

 

 

 

El vampiro llevaba toda la semana casi sin pegar ojo. Se podía notar a simple vista que algo lo tenía de mal humor. Hasta no había podido disfrutar el tiempo a solas con su mujer, porque habían peleado por el último trago de una solitaria botella de whisky. No es que Jeremy fuera alcohólico, ni que Anne lo fuera tampoco, pero el arrastre de su mal genio había desembocado en gritos como “¡Todo siempre lo quieres tú!” “En un matrimonio se comparten hasta las medias” y termino hiriendo los sentimientos de la Gaunt con un “Amas más a la botella que a mí”. Una discusión sin pies ni cabeza. Todo por el simple hecho de que su madre, la directora de la Universidad Mágica, le había informado que su alumna de ese mes sería nada más ni nada menos que…Dennis Delacour.

 

La mismísima enemiga publica del Askar. Por lo menos así lo pensaba él, que aún no podía tragarla de ninguna forma. La veía paseándose de la mano con Zoella y ya su juicio se nublaba por completo. Quería matarla, revivirla y volverla a matar. Pero no era posible en aquellos momentos. Su hermana se había encariñado mucho con la bruja. Y lo peor era que… parecía que no iba a pasársele tan rápido aquel sentimiento y cada vez iban a por más, prometiéndose amor eterno.

 

-Como si fuera a permitirlo…-Masculló, mientras se ponía la túnica negra de seda con la estrella de Ishtar bordada en hilo dorado sobre el pecho. Simbolizando el emblema de la familia Askar.

 

Ya se sentía más civilizado minutos más tarde cuando apareció a orillas de un rio tranquilo. Llevaba en su mano un bolso con variados materiales de trabajo. Prefería dar esa clase, donde no hubiera muchos testigos de la magia negra que invocarían. Si sus planes salían bien, Dennis dejaría en paz a su familia luego de ver la oscuridad a la que se enfrentaba. Contaba con que apareciera Matthew, su hermano loco, para que pudiera ayudarlo a terminar el trabajo.

 

Sacando su varita del bolsillo se puso manos a la obra. Con una par de movimientos feroces. En el amplio espacio de tierra, se formó un circulo blanco hecho con sal gruesa junto con runas antiguas escritas en él. La esfera rodeaba una fogata encendida. Lo que despejaba la oscuridad de la noche. Delante de ella apareció el cadáver de un hombre desnudo y putrefacto. Su olor a descomposición avanzada, era muy difícil de disimular. Lo que hizo que el vampiro sonriera, por primera vez en la noche.

 

Puso velas rojas en tres puntos del círculo que formarían un triángulo a la vista, y puso tres más de color negro, donde se vería un triángulo invertido. Solo faltaban las piedras, pero eso sería mucho más tarde. Se fijó en tener colocado sus anillos y amuletos de los libros que había cursado, antes de cruzarse de brazos y esperar.

 

En el aula donde daba sus clases de Artes Oscuras en la Universidad. Había sobre el escritorio, una antigua Hacha vikinga con mango de cuero y una hoja tan pulida que podría usarse de espejo para afeitarse. Tenía rastros de tierra en su superficie, como si hubiera sido desenterrada hace poco tiempo. Lo rodeaba un halo azul que brillaba en la negrura del aula. El significado del traslador era más que evidente.

 

Sus otros invitados, recibirían un pergamino enrollado con el escudo de los Triviani en su sello de cera. Allí estaban escritas las coordenadas para acceder al lugar. Iba a ser divertido. Jeremy empezó a impacientarse.

Editado por Jeremy Askar Triviani

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La Delacour había pasado todo el día encerrada en la oficina del saw tratando de dar por terminada una pila completa de pergaminos con tramites pendientes que se habían acumulado por meses de ausencias de algunos de los compañeros de su departamento. Desde que había llegado a trabajar a aquella área se había tenido que enfrentar a una cantidad excesiva de trabajo estancado que poco a poco había ido dándole solución sin dejar que interfiriera con sus otras actividades tanto familiares, de bando o incluso con su novia ya que siempre tenía el tiempo para dedicarle, sin contar que Zoe era una visitante asidua a la oficina de la Jefa del Saw prácticamente todos los días, con excepción de aquel que habían quedado de verse más tarde ya que asistirían juntas a una clase.

 

Había optado por inscribirse a la clase de Artes Oscuras de la Universidad ya que asistir a cursos de conocimientos se había convertido en una afición, en esa ocasión le había costado decidirse por el que tomaría ya que varios le llamaban la atención pero había escogido aquel ya que consideraba que era bueno que conociera algo referente a la magia oscura ya que normalmente era algo a lo que solía combatir pero nunca había estado desde el lado en el que la manejara.

 

Miró la hora y ya estaba por caer la tarde así que se marchó del ministerio rumbo a la mansión Delacour, por alguna razón en especial su profesor había escogido la noche para dictar su clase y bueno con ese profesor nada le sorprendía, ya después de que su inscripción había sido procesada se había enterado que la clase la dictaba el hermano de su novia y no el que le agradaba para su mala suerte ya que había tratado con Matthew y le había caído bien, lamentablemente era con el pedante rubio de Jeremy pero igual no iba a dejar que eso le afectara.

 

Después de darse una ducha se vistió con un pantalón negro de jean, tenis del mismo color y un buzo gris oscuro con capucha, sobre su ropa una túnica negra donde guardo su varita. Consigo siempre llevaba los anillos y amuletos de cada uno de los libros que había estudiado y con los cuales se había vinculado exitosamente, era mejor estar preparada para evitar sorpresas esa noche. Antes de salir tomo un pergamino y escribió un mensaje a su hermosa novia, < Amor me hiciste mucha falta el día de hoy, estoy ansiosa por verte en la clase, por favor espero no tardes mucho. Firma tu adorada novia > con una floritura de su varita el pergamino doblado salió en dirección de la Triviani.

 

Por medio de la aparición llego a los terrenos de la universidad y dirigió su rumbo hacia el aula de su clase, cuando llego encontró el salón totalmente vació y sobre el escritorio un hacha vikinga cuyo brillo le mostraba que estaba esperando por ella, sabía que Zoe llegaría apenas tuviera oportunidad pero ella no podía demorarse demasiado ya que no le iba a dar al rubio razones para que se quejara de ella. Tomó el hacha y de inmediato esa horrible sensación que se presentaba con los trasladores apareció llevándola junto a la orilla de un rió.

 

Una fogata encendida en aquel lugar iluminaba la negra noche y lo otro que la golpeo apenas puso sus pies en el terreno fue un espantoso olor, supongo que venia de Jeremy y su envidia, sin embargo apenas lo vio ubicado junto a lo que parecía una especie de altar por los símbolos y las velas dispuestas alrededor no pudo más que dirigirle una expresión tranquila y relajada, ya vería más adelante que traería esa clase. — Buena noche — saludo con una sonrisa, — Lindo lugar — termino diciendo mientras recorría el sitio con su mirada para hacerse a la idea de todo lo que estaba en aquel lugar, tenía que estar preparada ante cualquier cosa que el mago guardara para ella.

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-Det er sent, er sent, de ter sent- Repetía para sí mismo el joven Rexdemort en su natal danés, mientras caminaba con prisa por el Ateneo de Conocimientos. – Klasseværels halvfems. – suspiró al mismo tiempo en el que el tatuado observaba aula por aula buscando el número que decía en aquella carta.

 

Axel no había olvidado la clase, simplemente había tardado un poco más de lo previsto en llegar al lugar acordado y eso lo atormentaba al mismo tiempo que observaba repetidamente el reloj en su brazo.

 

-Aquí es- Pensó el mago, sintiéndose aliviado por un segundo, al ver el numero noventa encima de la puerta, Axel confirmó rápidamente si no apestaba a sudor, pues había estado corriendo un poco y no quería dar una mala impresión (considerando que el mismo ya no detectaba ese penetrante aroma a tabaco que desprendía toda su ropa)

 

Se acercó a la puerta para dar dos pequeños golpes, y después entrar lentamente a la habitación. – Hej – Fue lo primero que dijo al entrar al lugar y ver que solo había una persona en el lugar.

-Hej. – Repitió el hombre, viendo una silueta que le pareció familiar por un segundo. – Emmet? – Preguntó confundido al ver al vampiro en el lugar y una sonrisa se dibujó bajo aquella sutil y tenue barba.

 

-Ja no sabía que seríamos compañeros. - Dijo alegrándose por volver a ver a aquel hombre en el aula, notando que el lugar se encontraba completamente solo. Poniéndose enfrente de el para ofrecerle aquella tatuada mano derecha en señal de saludo y observar las facciones del chico.

 

-Aunque es raro mmmh… - Dijo con ese marcado acento nórdico sobre sus palabras. – Pensé que era un poco tarde, estaba seguro que la profesora ya se encontraría aquí. – Pasando su mano sobre su cabello negro, algo confundido sin dejar de sonreír al vampiro.

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Había decido esperar a su alumno en el aula, pensó que quizás sería mucho mejor hacerlo así ya que se había leído el nombre de quién era el que iba a tomar la clase; no iba a negar que sus ojos brillaron al leer ese nombre.

 

<< Compostura, por favor >>

 

El portal aún seguí abierto listo para llevarlos al pasado y, cuando se había dispuesto a vaciar el aula para hacer más espacio, la puerta se abrió y aquél muchacho apareció. Pronunciaba algunas palabras raras de las que tenía un leve recuerdo pero todo se redujo a aquél apretón de manos que Emmet le dio para responder a la tendida de su brazo.

 

Intentó no reír cuando dijo que se imaginaba que la "profesora" estaría en el aula esperándolos. No sabía que el Rexdemort era algo despistado. Claramente había que serlo para no leer el nombre del profesor al recibir la carta.

 

- Axel, un placer verte de nuevo - lo saludó nuevamente - Temo decirte que la "profesora" no llegará y que estás enfrente de quien te enseñará Defensa en el día de hoy - soltó sin más esperando ver la reacción del chico. ¿Cómo puede ser alguien tan despistado?

 

- ¿Acaso no leíste mi nombre en la carta que te envié? - soltó una risa mientras que con su varita hacía lugar en el medio del aula.

 

Había escogido una de las más espaciosas. En el centro de la misma, había una figura metálica con la que se practicaban los hechizos y conjuros. Podían verse los impactos sobre la superficie corroída de la misma.

 

- Bueno, mi querido, después de esta presentación algo confusa, comenzaremos con la clase - sentenció - Antes del acto principal, quiero que me des tu mejor ataque - hizo una pausa analizando sus palabras - Mejor dicho, dale tu mejor ataque a nuestro amigo metálico ... quiero ver de lo que estás hecho, Rexdemort - dijo con picardía.

 

- Un pequeño detalle: te devolverá el mismo ataque por lo que tendrás que preparar tu mejor defensa - aclaró.

 

@@Axel Rexdemort

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Necesitó unos segundos para recuperar la orientación antes de intentar incorporarse. La boca le sabía a whisky. O quizás era ginebra. No estaba segura, parecía que todo se había mezclado y ahora solo sentía una inestable sensación de desasosiego. No estaba segura de cómo había aguantado las ganas de reventarle la cabeza al Askar cuando habían empezado a discutir sin sentido. Ni siquiera recordaba cómo había empezado la disputa, pero sí que había terminado con el ruso abandonando la habitación tras reprocharle que lo amara menos que al alcohol. Aquello había hecho enarcar una ceja a la Gaunt. ¿Tan fría le parecía?

 

No estaba segura de si era por el efecto del alcohol o porque prefería serenarse antes de perder los estribos del todo, pero el caso es que le había dejado marchar con la última palabra. Se había dejado ganar la discusión.

 

«Estás fastidiada, Gaunt. Te tiene contra las cuerdas», se dijo, antes de entregarse al potente sabor de la ginebra. Había perdido la cuenta de las copas que había bebido. Pero, como resultado, ahora tenía un hermoso dolor de cabeza y una molestia en el estómago que la hacía pensar que estaba ardiendo por dentro. «*****, no voy a madurar nunca», pensó, suspirando.

 

Reunió valor suficiente como para ponerse en pie. Debía salir del castillo antes de que alguien pudiera verla. Supuestamente, había perdido la costumbre de beber hasta caer en la inconsciencia y no podía permitirse el lujo de que vieran que había recaído en el vicio. Aunque no tan a menudo como en su juventud. «¿Adónde habrá ido Jeremy? Ah, a trabajar... tenía clases», recordó de repente, y una suave sonrisa se instaló en sus labios. ¿Y si iba a visitarle en una de sus clases? Había oído que tenía buena reputación como profesor de Artes Oscuras y, aunque jamás se lo había dicho en voz alta, eso la hacía sentirse muy orgullosa de él. Además, amaba la materia de la que él era experto.

 

Decidida a hacerle aquella visita, cambió su ropa por un sencillo vestido largo y ancho que ajustó a su cintura con un cinturón de cuero granate y se colocó unas deportivas del mismo color. Alcanzó a dar un par de pasos antes de tambalearse. «Menudo mareo... a saber dónde tengo ahora pociones para la resaca», pensó, confusa, mientras se agarraba al escritorio que había en la habitación. Al hacerlo, se fijó en un pergamino que captó su atención enseguida. Tenía unas coordenadas. La clase no sería en el Ateneo, sino al aire libre. Sonriente, la Gaunt se acercó a la ventana y miró hacia el exterior. Hacía buena temperatura a pesar de ser de noche, ideal para entregarse a los brazos del viento. Se subió al alfeizar y luego, sin pensarlo, se tiró al vacío.

 

La sensación de cambio fue inmediata y en el momento en que sus brazos, que tenía extendidos, se alargaron y cubrieron por completo de plumas, sintió cómo cargaban con todo el peso de su ahora muy distinto cuerpo y la ayudaban a planear para recuperar el vuelo. Anne era animaga y tenía la habilidad de transformarse en un águila marina de Steller, uno de los ejemplares más grandes de aquella especie. Solo necesitó una batida de alas para aumentar la altura y pronto aprovechó una corriente de aire para plegarlas ligeramente y dejarse llevar. Disfrutaba muchísimo la sensación desde que había adquirido la habilidad, aunque aquel día se sentía distinta: era como si el paisaje que había bajo sus alas girase. «¿Las águilas también pueden tener resaca?», pensó, y aquella idea le hizo tanta gracia que quiso reírse. Pero en aquel cuerpo no podía hacerlo, así que soltó una especie de grito que resonó por el cielo haciendo que otras aves menores cambiaran el rumbo de sus vuelos.

 

Alcanzó el lugar que había leído al cabo de un rato gracias a su aguda vista, y descendió el vuelo cuidadosamente para posarse con delicadeza en la superficie en la que vio velas encendidas y dos figuras ya presentes. O al menos es lo que intentó, porque terminó rodando hacia el círculo que su prometido había trazado con sal gruesa. Frenó según avanzaba, y cambió su cuerpo para volver a ser humana. Una despeinada y con el vestido ligeramente desgarrado en algunos puntos.

 

— Uy, aterrizaje forzoso —exclamó, intentando ponerse de pie con toda la dignidad que pudo reunir. No fue mucha, pues el mareo volvió a hacer que se tambaleara. Se recolocó un poco el pelo, que llevaba corto y plateado como siempre, y luego se alisó el vestido con torpeza—. Perdón por la intrusión, quería asistir como oyente a su clase, profesor Askar —añadió, dirigiéndose ahora hacia el hombre que llevaba la clase. Miró de soslayo a la alumna, que reconoció vagamente de haberla visto alguna vez por el Ministerio—. Hola, soy... soy... hola —decidió dejarlo estar, con un poco de suerte no sabría quién era. Luego miró a Jeremy, intentando disimular su estado de ebriedad—. ¿Puedo quedarme o todavía estás demasiado enfadado, моя любовь? —le dijo, intentando que su ruso sonara lo más decente posible. Se planteó durante un instante si debía besarlo o no; al fin y al cabo, estaban en una clase. Pero sus sentidos estaban embotados a causa del alcohol, así que su percepción del bien y el mal estaba igualmente alterada. Lo besó en los labios durante un par de segundos y luego se separó, mirándose los desperfectos del vestido—. Demonios, no estoy nada presentable. ¡Reparo! —y la tela se recolocó como si acabase de sacar el vestido del armario.

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Aún el Askar no respondía a su saludo por lo que no sabía que pensar de la actitud del mago, si de esa manera iba a ser la clase de seguro que tendrían más de un roce y sospechaba que eso iría en aumento cuando Zoe pudiera dejar sus labores en el concilio y presentarse, ya que el rubio le había dejado bien en claro que no quería que estuviera cerca de su hermana lo cual se le hacía un tanto exagerado el hecho de que quisiera sobre protegerla, ah no ser que simplemente fuera porque la Delacour no le agradaba en absoluto y no era porque Zoella tuviera a alguien sino porque era ella, pero muy a su pesar tendría que aguantarse y soportarlo porque no iría a ningún lado lejos de la bruja.

 

De pronto un águila de gran tamaño intento aterrizar en el lugar y terminó rodando sobre parte del circulo de sal que había dibujado el mago en el suelo de aquel sitio y para su sorpresa terminar transformada en una bruja que parecía algo desorientada cuando menciono que había sido un aterrizaje forzoso, y si que lo había sido. Cuando se puso en pie habló al mago acerca de que seria su oyente así como luego intento presentarse pero no terminó su frase, la rubia solo dedico un asentimiento de cabeza a modo de saludo dado que le había parecido algo confuso que no dijera su nombre cuando al parecer lo iba a hacer.

 

Y las sorpresas continuaron al ver como la recién llegada se acercaba al mago para besarlo, por lo visto la oyente de aquella clase era ni más ni menos que la novia del Askar, algo que hizo que en su rostro se dibujara una media sonrisa, tal vez la presencia de la bruja evitara que el mago se comportara tan celoso y posesivo con su hermana si llegaba como lo había sido en cada oportunidad en la cual se habían cruzado, definitivamente podría ser algo divertida esa situación en la clase.

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El olor particular a cable quemado que producían los trasladores, le hizo dar cuenta al vampiro de la llegada de Dennis al lugar, mucho antes de verla y de que sus palabras le llegaran al fino oído. Inclinó apenas la cabeza como saludo, antes de acercarse más al centro para que la fogata pudiera iluminarlo por completo.

 

-Buenas noches, Dennis -La saludó sonriendo como si se tratara de una buena amiga- Que bueno que te guste el lugar. Lo elegí justamente para ti. Este de aquí... -Señaló con la varita al cuerpo en descomposición - Es buddy y nos ayudará en nuestra clase.

 

No era del todo cierto, pero la bruja no tenía por qué saberlo. Solo utilizarían pocas partes del cadáver y ninguna de ellas eran las superficiales. Guardándose ese dato de momento, extrajo de uno de sus bolsillos una gema negra del tamaño de una bola de béisbol. Cubría casi toda la palma de su mano.

 

-No sé qué exactamente sabes de las Artes Oscuras, aunque llegado al caso, tampoco me importa mucho. -Sé sincero manteniendo la mirada clavada en la Delacour- Te contaré que es… la magia negra nace junto al mismo momento que la blanca. Es lo mismo solo que en vez de ayudar y hacer el bien, sirve para maldecir y hacer daño a las personas. Es un Arte, porque se necesita muchas dosis de coraje para aplicarlas, y las ganas de pagar el precio que demanda, que muchas veces suele ser caro.

 

¿Quería asustarla? Pues no. El vampiro ya había descubierto que la mujer estaba más allá del simple susto. Más si estaba pensando pasar el resto de sus días con una Triviani. Lo que a su apreciación personal, tampoco era algo seguro. Conocía a Zoella y en el fondo de su alma, esperaba que aquel “capricho” de salir con una Delacour se termine de una vez por todas, para beneficio de todos. Bueno, no de todos, sino más bien de él.

 

-Haremos un hechizo sencillo pero bastante desgastante físicamente. Esta piedra que ves en mi mano -La hizo girar para que pudiera apreciarla. Apenas distaba de las demás piedras dejadas en el suelo al azar- tiene encerrado dentro de él con un encantamiento el alma de un cuerpo...- No le diría que aquel cuerpo era de una mujer con problemas psicológicos que habían intentado tratar en el CRAA. Su loquero mágico.

 

-Lo que haremos será meter esta alma dentro del cadáver para que… -Intentó continuar hablando pero no terminó la explicación, un ave se estrelló en el medio del círculo levantando una fina capa de polvo del suelo. Al ver mejor noto que no era un pájaro cualquiera, sino su mujer - Gaunt.

 

¿Porque no podían ser normales? Esa pregunta se le formuló en la mente al escuchar el tono de arrastre en las palabras de su prometida. Se sentía el alcohol en sus labios cuando lo beso y él respondió el saludo con entusiasmo. La atrajo hacia su cuerpo rodeando su cintura, un segundo antes de terminarlo. Ese pequeño contacto activo las ganas de desaparecer con la bruja hacia un lugar más íntimo.

 

-Puedes quedarte -Asintió con la cabeza para dar énfasis a sus palabras. Evito decir que su enojo se había evaporado un poco al verla aparecer - Estaba diciendo a Dennis que iba a tener que meter el alma que lleva esta piedra en el cadáver de Buddy -Señaló una vez más al cadáver del anciano en descomposición -Jugaremos un rato -Prometió con la ambigüedad que daba esa frase. ¿Jugarían contra Dennis hasta matarla? ¿O junto a Dennis enseñándole lo que debía saber?

 

El vampiro con un movimiento de varita, volvió a colocar en su lugar los granos de sal que conformaban el círculo. Luego se distanció apenas un poco de Anne para volver a tomarle la mano y darle un beso en ella.

 

-Cuando el alma salga de la piedra con la palabra “Osvobozhdat” no sabrá dónde ir, y querrá meterse en tu cuerpo, por lo que empezarás a recordar cosas horribles… -Casi sonrió al dar aquella noticia - debes de enseñarle el camino al cuerpo, por lo que en medio de malos recuerdos, deberás abrir la caja torácica de Buddy y sacar su corazón un segundo repitiendo “Anima mortuus est in corpore sano”, antes de volverlo a meter. Si funciona te sentirás bien y el cuerpo abrira los ojos, y si no lo hace, sentirás dentro tuyo que empiezas a arder. Será el espíritu tratando de matar tu alma, para reemplazarla.

 

El vampiro le lanzó la gema grande a Dennis, antes de moverse para salir del círculo de sal, llevando a Anne de la mano. Era la única barrera que los protegería contra el espíritu suelto que Dennis iba a liberar. Activo de forma manual el anillo de escucha para oídos indiscretos para hablar con su mujer sin ser escuchado.

 

-Quiero matar a Dennis pero Zoe no me deja -Le comentó -¿Vas a ayudarla si algo sale mal?

 

Jeremy sabía que la respuesta de Anne sería más que afirmativa. Pero aun así, espero que responda. La Gaunt con alcohol encima era una persona distinta. No pudo evitar mirarla y sentirse enamorado. ¿Había algo más perfecto? Sonrío a la bruja con picardía acariciando con su mano el costado de su cuerpo hasta el pelo, el cual tocó con delicadeza, antes de volverla a besar.

 

@@Dennis Delacour @ PD: Agregue unos detalles que me faltaron. Gracias, Den.

Editado por Jeremy Askar Triviani

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La Delacour escuchó atenta las palabras del mago, se le notaba el tono sarcástico de su saludo por más que quisiera disfrazarlo con una fingida amabilidad hacía ella cuando sabía que el rubio no la toleraba ni un poco, pero ella también podía jugar a ese juego por lo que en su rostro simplemente trató de mantener una expresión impasible y calmada para no mostrarle que no le agradaba nada estar en su compañía, pero era el hermano de su novia y por muy molesto que fuera trataría de llevar las cosas en paz, al menos por ahora.

 

Observó aquel cuerpo putrefacto que yacía en el piso cuando el Askar lo indico, sintió pena por quien haya sido ese pobre hombre y más porque aún jugaran de esa forma con su cuerpo disponiendo de el como si fuera un juguete cualquiera, algo que le dio mucha rabia pero no lo demostró. Seguía cada una de las palabras que el mago pronunciaba, si bien era cierto que ella luchaba en contra de todo lo que significaba la magia oscura cada día de su vida también necesitaba saber de ella y entenderla para poder combatirla, por esa razón había tomado aquella clase, no había sido por que considerara ese tipo de magia como algo que quisiera poner en practica.

 

La verdad nada de lo que le había indicado le llamaba la atención llevar a cabo, cada una de esas cosas iban en contra de sus ideales de servir y proteger y de sus principios, pero la rubia suponía que de no hacerlo iba a reprobar aquella clase y parecer una cobarde ante aquel mago y eso no iba a suceder, además que tal vez si lograba llevar a cabo esa tarea pudiera más adelante lograr que aquella pobre alma y ese cuerpo que usaban a su antojo tuvieran el descanso y sepultura digna que merecían.

 

El Askar se alejo saliendo del circulo hacía donde estaba la bruja que era su novia mientras le lanzaba la gema que gracias a sus reflejos logró atrapar antes de que cayera al suelo, susurraban algo que no era posible entender a pesar de portar su anillo de escucha. De pronto la piedra de la que el mago le había hablado y que poseía el alma que debía insertar en el cuerpo comenzó a generar un brillo potente lo cual le indicaba que estaba por ser liberada para dar inicio a aquella prueba. Dijo la palabra que el mago le había indicado "Osvobozhdat” y de un momento a otro emitió un brillo tan fuerte que la cegó por unos segundos a la vez que sentía como si un enorme peso estuviera sobre su cuerpo, su cabeza comenzó a doler como si tuviera una lucha interna.

 

Era tanto el dolor que cayo un momento rodilla al piso tratando de encontrar la manera de hacer lo que debía, guiar el alma de camino al cuerpo, era lo que el Askar le había dicho, pero era como si alguien gritara desesperada en su cabeza y no le dejaba casi ni pensar, como podía hacer aquello. Como pudo se puso en pie y se encamino a aquel cuerpo cuyo olor inundo sus fosas nasales de inmediato al acercarse, sentía nauseas y punzadas profundas en su cabeza y en su pecho, era como si algo dentro de si estuviera tan mal que no dejara que la rubia se manejara con el aplomo de siempre.

 

Al llegar junto al cuerpo se arrodillo junto a el, lo que seguía a continuación la tenía bastante mal, como pudo invoco la daga del sacrificio ya que no llevaba nada cortante a la mano, levantó la daga clavandola a la altura del esternón, su potente filo le permitió hacer un corte limpio que incluso llegaba hasta los huesos, cuando la piel cedió el olor se hizo más potente y tuvo que contenerse para no vomitar sobre el cuerpo aunque de seguro la palidez de su rostro mostraba como estaba internamente.

 

Malos recuerdos debía evocar para continuar, pero en su cabeza aquella voz que gritaba no la dejaba pensar bien, a su mente lo único que vinieron fueron los recuerdos de su niñez llorando por las noches mientras estaba lejos de su madre y el resto de su familia por su protección, pero aparte de eso no podía decir que había tenido una niñez desventurada. Luego a su mente llegó la imagen de un majestuoso Fénix que se quemaba en medio de la oscuridad para reducirse a cenizas sin volver a resurgir.

 

La sensación de vació inundo su alma, la perdida que había sufrido hace un par de meses seguía latente en su interior, a su mente vino aquel incendio que tuvieron que iniciar en el callejón Diagon para enterrar lo poco que quedaba a su mano del bando, entre lagrimas quemó cada resquicio de la Orden en el CCU para proteger sus secretos. Introdujo sus manos en aquel cuerpo removiendo carne, tejido podrido y huesos buscando el corazón. Recordó su iniciación en la orden y la felicidad de aquel día y luego todo se sumió en una oscuridad que destruyo todo por cuanto había luchado y protegido incluso haciendo que su madre tuviera que alejarse de la vida de toda su familia por eso tal vez para siempre. Su vida había sido algo tranquila pero perder el bando era el peor recuerdo que podía tener, haber despertado aquel día y no encontrar nada de lo que tuvieron una vez, perdiendo hasta siglos de historia de la Orden sin saber el porque, terminar con las manos vacías y sentir todo perdido sin poder evitarlo.

 

Cuando sintió el corazón lo tomó sacándolo del cuerpo, evocar aquellos recuerdos le habían llenado de dolor y rabia dándole esa sensación de que algo estaba roto para siempre, sosteniendo en alto aquel órgano pronunció con una nota de amargura en su voz "Anima mortuus est in corpore sano” para luego volver a introducir el corazón profundamente en aquel cuerpo en el lugar que le correspondía estar.

 

Por un momento sintió que la rabia y la pena en su corazón y en su mente aumentaban provocandole una fuerte punzada de dolor, hasta que una energía le recorrió todo el cuerpo tratando de expulsar esos sentimientos, la pequeña marca bajo su clavícula comenzó a arder así como el dije que portaba bajo su ropa con el símbolo del Fénix también lo hizo, los ideales que siempre había llevado y la energía que había aprendido a manejar dentro del bando trataban de sacar cualquier remanente del alma que la había poseído de su cuerpo dejándola solo a ella en su interior, ese desgaste hizo que cayera sentada hacia atrás mientras el cuerpo frente a ella abría los ojos con la mirada perdida hacia el cielo negro de esa noche.

 

Se sentía cansada y con un poco de abatimiento, pero cuando había dejado salir aquella alma de su ser también se había ido con ella la rabia dejando su alma un poco más renovada y tranquila. Debía recuperarse pronto pues no sabía que más le tenía preparado el mago para hacerle la vida imposible.

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Axel abrió como platos los ojos al escuchar al vampiro mientras inclinaba un poco la cabeza hacia la derecha, mientras soltaba la fría mano de Emmet.

 

Y casi inmediatamente llevó su mano derecha a la parte trasera de sus pantalones de mezclilla, sacando un trozo de papel doblado. Con presura lo extendió y lo leyó nuevamente.

 

El joven Rexdemort solo se encogió de hombros y levantó el rostro con una sonrisa un poco pueril. -No me había fijado. – Riendo un poco, para volver a doblar el papel y guardarlo. -A veces estoy algo desorientado. – Llevando una vez más su mano sobre su cabello para despeinarlo.

 

Axel dio un paso para atrás cuando noto que Emmet preparaba algo y saco su varita desde su chaqueta.

 

Guardo silencio mientras el profesor daba sus instrucciones y paseaba su varita sobre sus dedos observando con atención la estructura de metal.

 

-Mi mejor ataque? - Repitió casi instantáneamente, clavando sus ojos en aquella figura y después en los ojos del que sería su tutor.

 

Axel se quedó en silencio un momento, intentando reflexionar sobre lo que tenía que hacer, pues Axel conocía varios hechizos, incluso muchos sobre clima que había aprendido en Durmstrang y eran desconocidos por muchos magos británicos.

 

El mago, se alejó un par de pasos para quitarse su chaqueta, mostrando sus brazos tatuados y la tiro al piso, mientras se ponía en cuclillas para arremangar su pantalón. – Haber si funciona- Sonrió después de decir eso en voz baja, moviendo su varita en una floritura simple después de ponerse de pie.

 

La chaqueta en el suelo, empezó a transmutar, apareciéndole escamas negras y brillantes, tomando una forma alargada y retorcida, Axel sonrió,

 

Axel balbuceó algo que esta vez no parecía ser danés, dándole una orden clara a la criatura que había invocado, una serpiente se había alzado enfrente del mago tatuado.

 

El ofidio se lanzó con determinación hacia la estructura de metal, Axel sujetó con fuerza su varita sobre sus dedos, cuando el ataque comenzó. El reptil rodeo con su cuerpo de al menos 70 cm la estructura usando todos sus músculos para someterlo, fue cuando el mago notó el contra ataque del cual Emmet le había comentado minutos antes.

 

Ni siquiera pudo notar que había pasado, pero ahora sentía su cuerpo oprimido por la fuerza del reptil, bajó la mirada y pudo ver el mismo reptil que el mismo había invocado, una serpiente intentaba asfixiarlo con toda su fuerza.

 

Axel sintió su pesado cuerpo sobre sus brazos desnudos y como el animal apretaba cada vez más y más fuerte y podía sentir como perdía el aliento paulatinamente, sin mucho éxito intento deshacer el encantamiento, pero la serpiente seguía apretando.

 

-Lort.- Pensó el mago, si seguía así en cualquier momento su varita se le caería de los dedos y caer ante eso sería una pésima primera impresión con su profesor. -Oppungo.- dijo no muy claramente, intentando agitar su varita, pero la presión del cuerpo del animal era bastante fuerte.

 

Axel repitió lo mismo un par de veces, cada vez con la voz más entrecortada. Ni siquiera se dio cuenta el número de veces que lo hizo hasta que finalmente sintió sus brazos caer. El animal cayó al suelo, esperando un orden.

 

El joven Rexdemort, tosió un poco mientras llevaba sus manos sobre su garganta la cual sentía un poco cerrada. – Vipera Evanesca. – susurró desapareciendo al animal, para volver a ver los ojos de Emmet con una sonrisa.

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