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Libro del Equilibrio


Jank Dayne
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Las altas tierras escocesas nunca se calientan. Jank lo ha comprobado ahora que está allí, meditando encima de una colina, abriendo los ojos para hallar la paz que solo el basto verde y la brisa helada puede proporcionarle. Es muy distinto a Noruega, sin embargo, donde su conexión resulta mucho más personal e imperfecta. Aquí por el contrario siente que la magia impera, que la naturaleza y la energía son una, y que él es solo un observador afortunado, pero que debe pagar su estadía con silencio y serenidad. Tan claras fueron sus intenciones que al cabo de unos días parecía mimetizarse con el aire. Sus pensamientos, su esencia, su espíritu. Todo, de repente, parece efímero...

 

.. Hasta que el aleteo lejano de una lechuza destruye el ambiente. Jank comienza a descender lentamente mientras el animal recorre los cielos. Lo ha detectado antes gracias a que lleva puesto el Anillo de Escucha, el cual termina siendo especialmente efectivo dentro de zonas tan pacíficas como aquella. La conexión fue tan fuerte mediante la meditación que ha sido capaz de elevarse inconscientemente al menos ocho metros, una cifra que supera por mucho los tres que había logrado con anterioridad, durante uno de sus viajes a las ruinas de Campoestrella, el asentamiento de su familia ya extinta. Se pregunta si sus enriquecedoras lecturas de textos Mayas, Uzzas y japoneses, sumada a la poca interacción humana que ha tenido con el pasar de los meses, ha influido a que su mente se encuentre tan liberada como para jactarse de realizar tal hazaña. Con un poco de suerte, tendrá la suficiente astucia para transmitirlo a su alumna.

 

El mensaje del emisario volador lleva escrito el nombre de su alumna. A ella le llegaría un pergamino similar, solo que además de la identificación del profesor, llevaría el listado de anillos que debía llevar consigo, el recordatorio del libro a estudiar y una nota remarcada que recomienda el uso de ropas abrigadas o, en caso de preferir usar indumentarias livianas, pociones o hechizos calefactores. A Jank se le encontraría allí, parado al borde un abismo de una colina lisa, rozando con los dedos un colgante azul, acompañado por dos anillos que flotan uno a su derecha y el otro a la izquierda, junto a unos pétalos, también flotantes, que forman una especie de corona al rededor de su cabeza.

 

El traslador la transportaría a unos cuantos metros de él. El que lo siguiera, dependería de ella.

 

 

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Casita Snape. Ottery.

Un suspiro se dejó escuchar en la bruja rubia y jóven que se colocó los puños en la cintura, mirando en dirección de la sala.

-Al menos podrías dejar un rato ese caldero y ese libro y cuidar de tu hermana en su habitación, no?... ha dicho que no quiere beber más de esa infusión de escamas de salamandra que le has puesto...

En el sillón más cercano al fuego de la chimenea donde chisporroteaba un caldero rezumando en líquidos en tonos rosas, con las piernas a modo de mariposa mientras sostenía a un bebé de pocos meses y cabello negro que veía tan serio y concentrado como su madre un enorme libro nuevo donde esta hundía el rostro y murmuraba, la vampiro de cabellos rojos apenas y movió la cabeza al atender las palabras de su novia que dejó salir un gruñido.

-Aham...

-Oh Merlín... -Lisette suspiró y alzó la mirada buscando paciencia- desde que te llegó ese nuevo libro no lo has soltado... Severus no va a decir "mamá" como primera palabra, seguramente será cualquiera de las cosas de ese libro...

-Eso espero -replicó de forma distraída la vampiro, pasando una nueva hoja- Y yo que pensaba que el libro de la Sangre era interesante, este tiene un tratado sobre pociones!! ya lo amo y aún no me examino...

-No me extrañaría que te casaras con el libro antes que conmigo -no pudo evitar sonreír la rubia hasta que de pronto, el augurey de la dueña de aquel hogar que dormitaba con la cabeza oscura metida bajo una de sus alas levantó la cabeza y dejó escapar una nota trémula y lastimera, haciendo parpadear a la Ryddleturn- oh! va a llover?

-Lechuza

Replicó escuetamente la Snape volviendo a hojear el libro mientras todavía sostenía a su hijo recargado contra su pecho y la rubia dejó escapar un suspiro, volviendo a alzar la mirada para luego salir de la habitación para recibir al ave mensajera personalmente; ya debería de acostumbrarse al hecho de que su novia en cuanto se metía en cualquier tomo que tratara de pociones, no la sacaría de este hasta que se lo supiera de memoria.

Unos momentos después regreso sosteniendo un pergamino sellado y lo hizo flotar en dirección de la mujer que finalmente, levantó la vista con un gesto atento a lo que se acercaba.

-Al parecer, ya han abierto tu clase -informó la campirana con un cierto alivio al saber que finalmente, la pelirroja saldría de su sofá. Podía verle las ojeras, las dos habían estado cuidando de Ashley por un par de meses desde que pillase esa extraña viruela de dragón así que no habían sido sus mejores días pero ninguna se quejaba al respecto; pero no podían dejar de lado ciertas obligaciones y trabajo, así que intentaban turnarse.

Y en esa ocasión, sería el turno de Lisette puesto que Hayame tenía un deber que cumplir.

-Puedes cuidar de Ash y de Severus?

Pidió rápidamente la vampiro poniéndose de pie mientras el libro parecía empequeñecer y meterse en el bolsillo de la capa de la mujer, donde solía tener el resto de compendios. Lisette asintió y recibió al pequeño Severus en brazos antes de ver como la Snape abría bien el pergamino de su maestro y repetía rapidamente y en un susurro todas las indicaciones, asintiendo y leyendo el nombre de quien sería su encargado.

-Perfecto

Dijo asintiendo una vez.

-Esto será bastante divertido -sonrió un poco para luego, darle un beso en la mejilla a su novia que cerró los ojos para luego, sacudirle el cabello negro a su bebé que le gruñó- regresaré en un par de semanas espero... te encargo de Ash...

-Por supuesto- la mujer joven asintió con una sonrisa y luego, desde los pisos superiores se escuchó un quejido adolorido y un grito.

-Ojalá te mueras!

-Yo también te quiero, boba! -replicó Hayame esta vez soltando una carcajada para después, salir de la casa de forma que pudiera estar más segura utilizando el traslador de su maestro.

No iba a estar más lista que en esos momentos pero de todas formas, le dió un pequeño trago a una de sus pociones revitalizantes para tener un poco más de energías y se aseguró de llevar puestos tanto el collar al cuello como los pétalos bien sostenidos en un pequeño morral, junto con unos cuantos concentrados de perfume y unas veladoras que ahora se sentía entusiasmada de mostrarle a su nuevo maestro.

Un susurro fué el reflejo de su desaparición aferrando con fuerza aquel traslador.

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Borde de la Colina.

Aún no se acostumbraba de todo a la aparición por trasladores pero logró mantenerse en pie mientras que se aclimataba al cambio de ambiente y posición, muy diferentes de las amplias tieras de cesped sobre las cuáles se encontraba la diminuta casita muggle que había pertenecido a Severus Snape.

Y el abismo a un lado tampoco le hacía mucho favor a su mareo... pero como vampiro (y a riesgo de que Heliké se enterase y se riese de ella por el resto de la eternidad), retuvo un movimiento de desbalanceo y se acercó a la única figura humana que existía en aquel lugar, para luego, inclinar suavemente la cabeza a modo de saludo.

-Un placer de verle

Dijo solo cerrando los ojos unos momentos para después, enderezarse y dar un vistazo a sus alrededores con el largo cabello rojo alborotándose un poco con el viento.

-Debo de decir que es un cambio agradable... mi primer estudio con uno de los Libros fué entre la nieve, así que este lugar es precioso debo de decir -comentó para después, sacar de entre los plieges de su capa el Libro del Equilibrio- me ha encantado, no sabía que iba a poder seguir aprendiendo sobre más pociones y el efecto de envenenamiento según concentración es fantastico... riesgoso, pero vale la pena...

Sus ojos brillaron al observar los petalos flotando alrededor de su maestro.

-Siempre flotan?

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- El placer es mío, Hayame - dice, imitando el ladeo de cabeza. Señala los pétalos - No, solo que perdí el recipiente donde los puse - se encoje de hombros -. Y sí, para el ojo humano no hay belleza más pura que aquella que está intacta desde nacimiento. Por eso elegí este sitio - respira hondo, echando una mirada corta al horizonte. Después la vuelve a ver, haciéndole un gesto para que se acerque, con la diestra, mientras que su izquierda señala el amuleto volador - ¿Me sigues?

 

Jank da cuatro pasos. Al tercero, cae por el precipicio. Pasan cinco, seis, siete segundos.. Y es entonces cuando activa el poder del amuleto. Emite un sonido parecido al de las alas de un hipogrifo cuando se abren. Mientras está en el aire gira su cuerpo entero para observar a Hayame, intencionado a darle confianza. Extiende sus brazos hacia los lados y planea a unos diez metros del suelo. El aire gélido refresca sus pensamientos, apaga la hoguera que han encendido sus demonios internos y lo libra de preocupaciones. Lo que más desea, por supuesto, es que su alumna pase por una experiencia similar, a su propio modo.

 

Cuando sus pies tocan tierra espera a que la bruja lo alcance para abrir la boca de nuevo.

 

- Te preguntarás por qué he iniciado nuestra travesía de esta forma. Sino es así, mejor, porque significa que lo has disfrutado - sonríe, continuando en el camino, ahora delimitado por un sendero de árboles frondosos, rebeldes al frío -. El Libro del Equilibrio, tal y como el resto de los escalones que este tipo de magia posee, representa el balance que existe y debe prevalecer en el mundo. A medida que te vayas adentrando en su esencia, descubrirás que cada truco que te regala puede afectar tanto positiva como negativamente en la materia y en lo que afectará tanto a ti como a los demás. Dependiendo de tus percepciones acerca del bien y el mal, claro - se calla unos segundos hasta que, entre los árboles, se empieza a divisar la orilla del río - Por ejemplo. Podrías congelar una zona de estas aguas para cruzar al otro lado. Te ayudarías a ti y a otra persona a continuar con su camino. Pero, si quisieras, podrías empujarme y congelarme dentro. ¿Comprendes mi punto?

 

Avanzan hasta los rápidos, donde el canal acuático se expande y resulta más complicado llegar observar el otro extremo del terreno seco. Su mente lo remonta, sin poder controlarlo, a unos doce años atrás, cuando por primera vez visitó Reino Unido. El recuerdo es ácido, sin embargo; fue la estocada final que terminó por sentenciar la muerte de su padre, tan solo unos cuatro años posteriores a ese fatídico encuentro. De no haber sido por el sonido de la corriente chocar contra las rocas podría haberse evitado el mar sabor de boca que ahora deberá disimular. Por suerte, la clase promete.

 

Después de caminar unas cuantas leguas Jank se detiene. Frente a ellos, en el río, se pueden apreciar al menos una docena de rocas grandes, humeantes, que sobresalen de las aguas. Están en línea recta hasta llegar al otro lado del camino. Toma el colgante de cristal que lleva colgado al cuello y, al mismo tiempo, usa su otra mano para sacar su varita directamente desde el compartimiento oculto que hay en su tobillo.

 

- Para tu primera lección deberás idear la mejor manera de cruzar el río, ya que para continuar necesitamos llegar a ese lado. Eso sí, deberás hacerlo usando el poder del hielo, por lo que tendrás dos opciones - alza sus manos. En una lleva su varita y en el otro, el colgante transparente lleno de líquido azulado -. Las rocas humeantes parecen la mejor opción, pero no te dejes engañar; se dice que la razón por la cual humean es porque son los caparazones de cangrejos de fuego prehistóricos, el doble de ardientes y letales que los que conocemos. Si saltas sobre éstos, deberás apresurarte a congelarlos con el rayo pertinente, porque de otra forma tus pies quedarán calcinados.

 

Se rasca la mandíbula. No permitiría que nada atentara contra la integridad física de su alumna, pero a veces hacía falta exponer los escenarios reales para incentivarlos. Al final, cuando ya no esté su profesor para protegerla, Jank tendrá la seguridad de que Hayame podrá enfrentarse a obstácul0s similares durante sus aventuras.

 

- La segunda opción es la que te ofrece el colgante. Podrás congelar la superficie de una porción de las aguas y crear un camino que conecte con la otra orilla. Sin embargo, esta zona del río es particularmente agresiva, así que correrás el riesgo de que la presión que se cree abajo rompa el hielo. Eso no debería ocurrir si te apresuras, claro, pero cuidado con resbalarte; un pie en falso y podrías hundirte tan fácil como un yunque. ¡Es tu decisión!

Editado por Jank Dayne

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La bruja parecía algo anonadada observando lo que se encontraba haciendo su maestro en aquellos momentos... qué estaba utilizando para flotar de aquella manera, que tenía a su lado???

Los vampiros por naturaleza podían volar y transformarse de distintas maneras de forma que la habilidad de vuelo no les era vetada, por mucho que a la Snape le diese vertigo el hacerlo, pero sus ojos rojizos siguieron el movimiento corporal de su maestro que parecía bastante feliz con ello; tardó un par de segundos en entender que aquel objeto no era el perteneciente al libro que estaban estudiando sino a uno que hacia tiempo que utilizaba como parte de los adornos de su cabello:

Aún recordaba una discusión acerca de ello con otro maestro, ya que las personas tendían a utilizar los colgantes de diferentes maneras y en su caso, a menos que los libros especifícasen "al cuello" aprovechaba su magia de una forma un poco más conveniente para su persona.

Dejó escapar un suspiro y terminó por sonreír asintiendo una vez.

-Por un segundo había olvidado a ese pequeño... -admitió dejando escapar unas risas muy pequeñas para luego, dejarse caer justo en el punto donde le habían enseñado

Vértigo.

Era como esos sueños en los que uno se suelta en el vacío y solo siente el brinco en el interior del estómago al dejar de sentir el suelo pero no era algo que gustase de mostrar; no quiso abrir los ojos sino que decidió guiarse por la energía que despedía el cuerpo de su maestro en aquellos momentos, so riesgo de dejar ver algo del mareo que sentía por las sensaciones. Podía ignorarlas en el trabajo pero estando en un sitio donde todo era tranquilidad, bueno...

Era algo imposible de ignorar.

Cuando finalmente regresó al borde del precipicio (un ligero tambaleo al volver a poner fuerza en las piernas le hizo fruncir el ceño en molestia consigo misma) le dirigió una mirada inquieta a su profesor.

-Bueno... -se detuvo de expresar un "si... me gustaría preguntar acerca de esto" pero tragó esa duda ante la frase completa de su profesor al no querer quedar como una boba con aquello

Solo le faltaría decepcionarlo a pesar de que no había más alumnos delante de los cuáles pudiera exhibirse si hacía el ridículo; se guardó un ligero rubor de verguenza y se cubrió el cuerpo con la capa negra sobre los hombros y procedió a seguir a su maestro según le iba guiando, asintiendo de vez en vez a sus palabras a pesar de que cada ciertos momentos fruncía nuevamente el ceño y perdía los ojos en el camino que tomaban, dominada por sus pensamientos.

Finalmente, decidió hablar. No perdía nada y a final de cuentas, deseaba aprender y aquello sería imposible si no expresaba lo que le inquietaba.

-Y como puede encontrar el equilibrio alguien tan vieja como yo y que ha sido dominada la mayor parte de su vida por el caos?

Inquirió.

Sonrió un poco ante la idea que le proyectaba su maestro sobre empujar y congelar a alguien, más por diversión que por maldad.

-Algo muy Slytherin -dijo en reflejo de lo que ella representaba- si quisiera cruzar, probablemente lo haría sobre alguien más aunque por supuesto... a los de mi casa nos viene la conveniencia, por lo que dependiendo de la persona probablemente razonaríamos acerca de qué tan bien nos ayudaría el ayudar o no a otros...

Por supuesto que eso no era un comentario agradable pero como bien había apuntado, era algo propio de su Casa.

Tampoco era como que la manera de pensar de las serpientes fuese un secreto universal.

Cuando finalmente llegaron a la primer parte donde tendría que poner en uso algo de lo que venía en el libro, titubeó levemente analizando la situación. Cualquiera de las dos opciones era peligrosa, era entre quemarse los pies con aquellas posibles caparazones... o darse un chapuzón en las aguas debajo, donde con los tacones que utilizaba y a pesar de la costumbre de utilizarlos en todo terreno seguramente se iba a dar un buen golpe como se resbalase. Y si se quitaba las botas, lo que se iba a quemar iba a ser los pies pero por el congelamiento y tampoco le hacía demasiada gracia.

Tenía que pensar porque ningun amuleto realmente la iba a ayudar y como volviera a usar el de volar, probablemente se desmayaria a mitad del planeo y un vampiro inconsciente y ahogandose en el rio seguramente que no le haría gracia a su maestro.

Así que solo le quedaba...

Dió un vistazo a las rocas que humeaban y un tic brotó en una de sus cejas.

Equilibrio sus tacones, eso le iba a doler pero en esos momentos no tenía muchas ocurrencias para cruzar ese rio que no fuesen derrumbar un arbol por encima o hacer estallar esos caparazones que, o no iban a estallar o los lelnaríana ellos dos de un monton de piedras que seguramente los llenarían de agujeros; se pasó una mano por el cabello y suspiró antes de inclinarse para retirarse las largas botas de las piernas y luego, guardarlas en uno de los bolsillos del forro interno de su capa.

-Bien... no podrá decir que no lo intenté... -comentó en un tono bajo y que evidenciaba en su rostro que no entusiasta acerca de lo que pasaría

Sacó la varita en un movimiento del estuche en su muslo y un fuerte tic volvió a aparecer sobre sus ojos, contando en un movimiento silencioso de los labios la cantidad de rocas que había para cruzar y lo que tendría que hacer; literalmente, se iba a dejar mucha piel en ello lo cuál le fastidiaba de pensarlo y ahora comenzaba a pensar que no tendría nada de malo en... tomar una clase extra en cuanto tuviese el espacio para hacerlo.

Ya le urgía.

Porque el resto de libros que tenía, solamente uno tenía una diminuta ayuda que iba a requerir sí o sí.

Corrió y dió los primeros saltos.

A final de cuentas había terminado usando otra vez el efecto del amuleto volador pero solo para no tener que tocar del todo aquellas rocas pero podía sentir el momento en que la piel de sus pies se arrugaba y ennegrecía por el contacto con aquella superficie y maldijo mordiéndose la lengua; en verdad que estaba escasa de ideas y no quería utilizar sus pocos hechizos gastándolos de aquella forma.

Sacudió la varita y un par de peces saltaron del agua, chirriando en cuanto tocaron las rocas pero la mujer simplemente se dejó caer sobre estos, esforzándose por resbalar hacia delante.

Ya cuando estaba por caer al agua, volvió a agitar la varita.

-Aqua Inclinatur!

Fue lo mejor que se le había ocurrido.

El agua saltó por un instante formando lo que parecía un arco inclinado hacia la orilla contraria, solo dandole tiempo de agitar la varita una vez más ya que por lo mismo de la corriente esta no se había alzado de la forma en que a ella le hubiese gustado.

El rayo de las semillas de hielo consiguió endurecer el líquido que había brincado pero pudo escucharle crujir ante el golpeteo continuo de aquel que todavía avanzaba de manera violenta por debajo; la bruja simplemente se lanzó ante aquel tobogan repentino y sintió ceder en parte lo que se había creado pero la capa en su espalda ayudó en mucho a que terminara de deslizarse. Conforme su cuerpo avanzaba sentía como la tela se desgarraba y los cortes en la piel por los cantos afilados de hielo que sobresalían pero solo le interesaba llegar al otro lado.

El agua salpicó ante la caída del tobogan pero Hayame se aferraba a la otra orilla con gesto de estarselo pasando fatal.

-Sabía que los libros mientras avanzaban eran más difíciles... -farfulló dejando caer los parpados a la mitad mientras que se aferraba a la tierra del otro lado- pero creía que el del equilibrio no iba a ser tan agresivo. Creo que no me llevo tan bien con este libro, como me pasó con el de la Fortaleza. Tidavía es fecha que me gruñe cuando lo saco para consultar algo.

Comentó y emitió un gruñido adolorido, volteando a verse los ennegrecidos pies.

-Fabuloso... no creo que esto sea algo que curen unos cuantos episkeys- dijo haciendo una mueca mientras utilizaba una vez el efecto de Curación del Libro de la Fortaleza para sanarse en lo posible el pie derecho; volvió a hacer una mueca adolorida y observó el resultado antes de empezar a agitar la varita para hacer lo posible y curarse el otro pie y el resto del cuerpo- había una manera más sencilla para cruzar el rio que no tuviese que ver con derrumbar árboles en el agua o matar a todos los peces o resbalarme en el hielo de por medio?

Inquirió mirando con curiosidad a su profesor.

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Jank se rasca la nuca, sonriente, aunque confundido. Es la primera vez que presencia la creación de un tobogán como alternativa de cruce, y en lugar de causarle dudas por lo aparatoso del proceso, logra cautivarlo. De hecho, imita el proceso de su alumna, solo que en el camino evita pisar los caparazones ardientes. Su mente vuelve a llevarlo a Noruega, solo por breves instantes, a los tiempos en los que su padre los enviaba a pescar por días. A sus hermanas les funcionaban mejor los cebos y las redes encantadas, pero tanto Leonard como Jank preferían congelar los canales para atraparlos por bloques. Ahora de adulto se arrepiente enormemente.

 

- Eso fue interesante. ¿Te duele mucho? - dice al llegar a la orilla, agachándose para observar sus pies. Jank extrae una venda blanca de su bolsillo, la rompe por la mitad y se las entrega -. Cúbrelas con esto si lo ves necesario. Estarán calientes al principio, luego tan frías que querrás quitarlas y, al final, olvidarás que están allí. Yo las usé para esto - se señala la oreja, esa que le falta un pedazo -. ¿Seguimos?

 

El camino que se abre ante los magos es mucho más amigable. Pasan por un camino empedrado que conduce a un puente que atraviesa un acantilado prominente. Es tan alto que se pueden ver las aves revoloteando por debajo de ellos, llevando alimento los nidos que han creado adentro de los agujeros de piedra y tierra húmeda. Pero a pesar de parecer el perfecto escenario para una lección a prueba de vértigo, Jank se detiene cuando están al final de un bosque repleto de árboles secos. Se gira al tocar el tronco del más largo, al que extrañamente le cuelgan siete frutas brillantes, como si acabaran de nacer de la primavera.

 

- Hermosas, ¿cierto? - sonríe, mientras arranca la manzana y le da un mordisco. Jank la alienta a que tome otra, como el durazno o la pera. Espera unos segundos a que tome una decisión y continúa -. Todas están envenenadas. Siempre que tengas el anillo contigo, ningún veneno común te hará daño, a excepción de los mágicos, como el que produce el Cinaede o los basiliscos. A éstos últimos se les puede lanzar un gallo y ya está - se encoje de hombros -. Yo siempre lo llevo puesto, pues nunca sabrás cuándo te entregarán una copa especial.

 

La insinuación le haría más gracia si no se percatara del sonido alarmante que siente a sus espaldas. A unos cuantos metros, dos lobos los empiezan a rodear. Jank hace un ademán para que Hayame saque su varita, pese a que la situación no está precisamente prevista. Él señala el de la izquierda, dando a entender que se encargará de ese y que, por ende, a ella le toca el restante. Una chispa de adrenalina enciende su cuerpo; se siente en su elemento nuevamente.

- Entonces... ¿Preparada para usar las semillas para salir de esta?

 

<< Y ojalá que así sea >>

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La bruja de principio lucía completamente confundida ante la reacción amable y hasta entretenida de su instructor que lejos de reñirle por una actuación poco menos que patética (cosa que calificaba en sí misma puesto que realmente odiaba hacer las cosas de forma tan torpe), parecía animarla a que continuase tratando de ir solucionando las situaciones con imaginación o de la forma más ingeniosa que encontrase.

No se imaginaba lo mucho que parecía adecuar su imitación a la de un pescado por la manera en la que abría y cerraba los labios de manera continua aunque no grande.

Terminó por sacudir la cabeza y mientras que su maestro se adelantaba, ella se aseguraba de vendarse lo mejor posible el desastre en el que había convertido sus pies y comenzaba a calarse las botas nuevamente; finalmente se puso de pie y se sacudió los jirones de ropa conforme con un estruendo de resquebrajo, lo que había sido su tobogan de hielo se destruía completamente ante la presión del agua y se llevaba sus restos para disolverlos con el líquido.

Los ojos rojos de la vampiro siguieron aquelo durante un segundo antes de sacar la varita y sacudirla un par de veces.

-Reparo...

Farfulló en varias ocasiones para que su ropa fuese arreglando los estropijos que era por los filos de hielo hasta que pudo dar alcance a su maestro, sin quejarse de dolores puesto que tampoco quería que la creyese una persona débil. Ella era curiosa, a veces como una niña pequeña pero definitivamente ni cobarde ni débil:

Era algo que la vida en medio de todos aquellos magos le había enseñado y lo de sus pies, no era nada en comparación a otras situaciones.

-Nada de castigos, un latigo, grilletes, gritos... un vicoferador?

Finalmente le preguntó a su maestro con los ojos rojos muy abiertos pero ante su aura alegre y animada, la bruja ya no quiso cuestionarle más y simplemente se dedicó a parpadear observando el suelo como si lo encontrase nuevo e interesante; suponía, que eso era parte de lo que debía de ser un maestro en el Libro del Equilibrio, un reflejo de esto incluso en ocasiones en las que alguien podría sacarles del entendimiento o la paciencia.

Se rascó la mejilla con un dedo, realmente que esas lecciones le iban a servir bastante puesto que su naturaleza era demasiado impulsiva incluso para ser sana.

Cuando llegaron al puente la bruja alzó la barbilla y se dedicó a observar los cielos, escuchando el chillido de los pájaros e intentando una estrategia distinta para no terminar corriendo y lanzarse al vacío solo por efecto del mareo; si estuviese con su familia, seguramente actuaría de forma distinta pero dado que estaba con su maestro y ya había demostrado tener una paciencia que superaba con creces la comprensión de la Snape, no le incordiaba el dejar ver que no a todos los vampiros les gustaba el hacerse una nube voladora.

A menos que no hubiese más opciones...

Cuando llegaron a aquel arbol de frutas, uno de los anillos que llevaba consigo le envió una fuerte punzada, cambiando una de sus gemas a un tono rojizo como si estuviese enfadada de que siquiera hubiese acercado una mano a una de aquellas frutas; obviamente habiendo visto a su maestro, había sentido el impulso de tomar la fruta pero el Anillo Detector de Enemigos, tan emotivo desde que viniese justamente del unico libro que hasta ese momento, le tenía tanta tirria a la vampiro como ella a este, parecía no haber pillado una buena vibración del maestro.

No había mordido la fruta y en cuanto le dijo que estaba envenenada, el mejor impulso que había tenido había sido el de arrojar aquella cosa a un lado para luego, sacar de su capa un pequeño vial y bebérselo de un trago.

-Por si acaso...

Dijo frunciendo el ceño para luego, expresar aún mayor confusión

-De qué anillo me está hablando???... creo que me han vendido incompleto mi libro porque aparte de un montón de pétalos en frasco con la etiqueta de que podían intentar escaparse, un montón de arena de huesos que ya alguien una vez me intentó meter por los ojos, otro dije para collar en caso de que alguien me mate y un montón de semillas... nadie me dió ningún anillo!! No venía con el paquete!!

Chilló al momento de ver a los lobos que se acercaban, volviendose sus ojos un par de medias lunas blancas al pensar en la forma en que destazaría al vendedor de Libros Mágicos que seguro se había rateado ese anillo para venenos y apareciendole unas cuantas lineas azules a un lado del rostro por el enfrentamiento que ahora tendrían por delante.

Un grupo de triangulos amarillos saltaron de su cabeza (nadie había contado con que la Snape se tenía una auto maldición de efectos especiales muggles).

-Las semillas... otra vez??

Inquirió tragando un poco, ya había gastado parte de su magia en aquel tobogan y al parecer tendría que hacer algo de aquello nuevamente; su cerebro intentaba trabajar al mil por hora, intentando averiguar la mejor manera en la que saldría de aquello sin decepcionar demasiado a su profesor o sin entrar en tanto panico que empezara a avadear todo lo que se moviera cerca.

A donde se había ido el tan lucido auto control del que se sentía tan orgullosa?

-Muy bien... muy bien...

Gruñó en dirección del lobo mientras que se inclinaba, pensando en una forma de poder hacer aquello sin entrar en demasiados aprietos... aquello podría ser considerado quizas como crueldad animal, pero...

Hizo una mueca.

No quería ni pensar en como querría el profesor que se libraran (esperaba que no volando, eso era definitivo) y esperaba que aquello no fuera a quitarle demasiados puntos, pero...

Si, supervivencia iba primero.

Corrió hacia el lobo y lo mismo hizo este, recordandole por un instante a la extraña criatura que le había atacado en su casa durante un evento muy extraño con criaturas no totalmente vivas; mostró los dientes, sintiendo desde antes el dolor de lo que pasaría y al instante de que aquella bestia se lanzó encima suyo, la bruja hizo lo mismo golpeando el pecho del canino con la mano abierta no con la intención de detenerle sino...

-OBEDIRE!! -exclamó con fuerza, percibiendo el poder otorgado por el libro que hasta ese momento mejor se le daba y el cambio en el tono en los ojos de aquella bestia; movió el brazo para señalar al segundo lobo- ATACA A LA COLA! -ordenó con firmeza esperando a que aquella criatura obedeciese.

Estaba esperando a que aquel lobo atacase al otro, a sabiendas de que los caninos no soportaban un mordisco en sus colas... y agitando la varita en un veloz latigazo de forma que pudiese usar el rayo de las Semillas de Hielo, para congelar el hocico de aquel al que le había dado la orden de forma que no pudiese retirarlo de su compañero y que estos se quedasen tratando de librarse el uno del otro.

Si tenían suerte, entonces tanto maestro como alumna podrían salir del sitio, dejando a los dos animales a solas...

Bueno, eso si el maestro no le pedía otra alternativa a ello...

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@@Jank Dayne me estoy divirtiendo muchísimo con esto, me has hecho revisar los libros de hechizos una y otra vez y me encanta porque puedo rolear situaciones como esta a mi personaje, de forma que no sea lo normal en los roles. La verdad, esto es un respiro bastante genial. Mil gracias.

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Jank deja escapar una carcajada tan fuerte que debe llevarse la mano al estómago. No recuerda la última vez que alguien lo haya sorprendido de esa manera... Si es que alguna vez ha ocurrido.

 

- ¿Cómo se te ocurrió eso, Hayame? ¡Me encanta! - dice, acercándose hacia los lobos y regresando la varita a su tobillo, pues es evidente que ya no la necesita.

 

Achina los ojos para percatarse por completo de la maniobra de su alumna. Tenía en mente la más común de las decisiones: un soplido helado que congelara por completo a la criatura, teniendo él mismo que encargarse de la restante. En el mejor de los casos, la bruja esperaría que ambos lobos se abalanzaran sobre ella y los congelaría a los dos mientras estaban en el aire, como había visto hacer a otros. Sin embargo, ninguna de esas opciones se acerca siquiera al ingenio de la bruja. Todavía cuesta creérselo, incluso cuando le hace un gesto para que se retiren. No quiere estar allí cuando en el hocico del animal se derrita.

 

- Me has sorprendido. Empiezo a temer que el resto te parezca aburrido - dice, encogiéndose de hombros. Todavía le causa gracia la escena de los canes corriendo en círculos intentando liberarse -. Estoy seguro que esa creatividad te sacará de apuros. Apuesto a que ya lo ha hecho.

 

El camino empedrado los conduce a una cabaña aparentemente abandonada. Jank conoce al dueño, un viejo criador de caballos que pasa la mayoría del tiempo durmiendo. Lo primero que se topan al adentrarse es una nota de él, escrita en tinta roja sobre un pergamino que reposa sobre el comedor, donde también se halla una vela apagada. El escrito explica el motivo de su ausencia y la invitación a Dayne de quedarse cuanto guste, siempre y cuando alimentara a sus yeguas.

 

Jank chasquea los dedos y, al instante, los pétalos del pensamiento rodean su cabeza nuevamente. Usa el dedo para señalarlos.

 

- Puedes crear fragancias espectaculares con ellos. En una oportunidad los usé para crear un perfume que hiciera recordar momentos felices, por lo que fue especialmente popular para los que encontraban dificultad invocando el Expecto Patronum - de repente, la mecha de la vela se prende -. Aun así, si propagas su potencial con fuego, crearás una serie de alucinaciones en tu víctima tan reales que morirán antes de percatarse de que han sido envenenados. El Cinaede, por ejemplo, es un hechizo que se crea a partir de éstos. Oh, espera, creo que el Sr. Luther tiene un diario que lo explica mejor.

 

Jank se adelanta para acceder a la habitación que conduce a una biblioteca modesta, a unos cuantos pasos del comedor. Pero apenas gira el picaporte, un gas invisible sale disparado saliendo directo desde la boca de un Wampus de madera con ojos prendidos en llamas incrustado en el techo. Probablemente se trate de una defensa del viejo Luther, pues las ocasiones en las que Jank ha entrado, él se encarga de abrir las puertas. Por suerte, el hombre detecta el olor y la esencia.

 

- Es un Cinaede, justamente. Es bastante útil, porque viene de la nada y hace mucho daño - dice, jadeante, llevándose las manos al cuello -. También te llegará ti. Por suerte el señor Luther es bastante humilde y no nos matará tan fácil su poder... ¡Anapeo!

 

Siente como si le quitaran el corazón y se lo reinstalaran. Ahora espera que, por los dioses, Hayame tenga una iniciativa parecida.

 

@@Hayame Snape Potter Black

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De principio la bruja se había ruborizado fuertemente ante la risa y los cumplidos por parte de su maestro que nuevamente, parecía encontrar las ideas extrañas y excéntricas de la Snape como algo que se debía de alentar en lugar de contener; no estaba acostumbrada a ese tipo de situaciones pero para ser honesta, se sentía mucho más cómoda y libre de lo que se había sentido en muchas otras clases.

Estaba más que feliz y dispuesta a explorar toda la magia que pudiese del libro con el apoyo de quien la iba guiando y sus temores iniciales ante el conflicto que habría entre el caos en su corazón y el equilibrio y balance que se le exigía a su magia y a su poder, se iban desvaneciendo junto con la brisa que los acariciaba.

 

-Dudo que me parezca aburrido, adoro cuando se presentan retos que me hacen tener que pensar... solo me pasó por la cabeza que si podíamos deshacernos de ambos a la vez, tendría que ser con algo que los dejara muy molestos y por bastante rato, entre ellos -se rió con pena- y... recordé la camisa de "compartir" que los padres muggles ponen en los hermanos.

Confesó a su maestro al escucharle, sorprendida de que creyese que podría encontrar una aventura como aquella siquiera un poco aburrida.

-Sobre lo otro, creo... no se equivoca... -musitó con algo de pena, rascandose la mejilla- ya me he metido en lios antes así que me las he tenido que ver y arreglar para salir rápido del apuro, aunque...

Si, aunque.

Todavía recordaba el boquete que le había abierto a Sagitas en los pies solo por librarse de sus maldiciones esa vez que le hubiera llenado el vestido de gala de agujeros, en la antigua mansión Ryddleturn original; o cuando en una iglesia vieja y en pleno aprendizaje de duelos, se la hubiera pasado usando el yeso en su brazo para que Neter River que era su maestra, no la dejara como jirones.

O cuando...

Oh, porqué tenía que acordarse justo de Juve haciendole reventar árboles a diestra y siniestra para sacarse de encima sus maldiciones y luego cubriendola de ardillas???

Suponía que a veces los métodos poco ortodoxos no eran tan malos...

Pero eso tampoco los hacía eternamente efectivos.

Abrió un poco los ojos.

-Un equilibrio entre las reglas a seguir dictadas por los libros y la mente humana para reaccionar a aquello que no está escrito? -le preguntó a su maestro conforme continuaban caminando- de eso tratan también estas lecciones y por eso me esta permitiendo la libertad de hacer?

Sonrió un poco y continuó andando por detrás de su maestro, con la varita aún en mano por la costumbre de la adrenalina pero se cubrió completamente en la capa que la rodeaba, sintiendose todavía más animada si se podía; esperaba que los lobos la fueran a perdonar algún dia, seguramente que los pobres no iban ni a entender que había pasado, bueno, eso si no se mataban en medio del pleito.

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Estando en la cabaña, la bruja escuchaba con animos y atención a su maestro, pero...

De poco en poco, algo no estaba bien.

La vela no estaba bien.

Su maestro explicandole aquello, los pétalos rodeandole... y las avecillas que cambiaban de color en cuanto murmuraban y se mezclaban entre sí, no estaban bien.

Maldijo en voz baja y levantó un brazo para colocarlo delante de la nariz, bastante mareada.

Nuevamente el anillo detector había estado quemando pero lo había querido ignorar por a veces ser voluble mas que efectivo... y ahi estaba su error: demasiada confianza era peligrosa y recordó que nada de los anti-venenos que hubiera tomado antes la iban a librar de sus efectos; acaso Jank a propósito habia encendido la vela para demostrar el efecto de la esencia de los venenos del pétalo en conjunto con el efecto de aquel humo?

Se estaba ahogando.

Podía ser todo lo vampiro que quisiera el mundo pero igual podía quedar inconsciente y sentir el desespero del irse ahogando con algo tan terrible como era aquella sustancia; era justo lo que amaba de las pociones pero al mismo tiempo, lo que provocaba el peligro de aquella profesión: ni siquiera los maestros en estas se encontraban inmunes a un efecto si este se concentraba demasiado.

Tosió ahogadamente y retrocedió tambaleandose hasta que su espalda dió contra una de las paredes.

No recordaba...

Qué tenía que utilizar para librarse de aquella cosa???

Cerró los ojos y sintió que se deslizaba al suelo de la cabaña. Esta vez no lo habría logrado. Apenas y podía sostener la varita y era más pesado el simplemente hacer el movimiento sinuoso del hechizo con una lentitud que rayaba en lo ridículo y que ni siquiera estaba segura de haber realizado, ante la visión de varias brujas y magos que se acercaban y se reían de una vampiro más joven, que actuaba por más impulso que por pensamiento.

Y su padre... su padre humano y biológico que se acercaba con esa antorcha, dispuesto a convertirla en cenizas enfrente de su maestro...

-A...nap...ne............o......

Ni siquiera sabía si lo había dicho. Todo estaba tan oscuro que solamente le quedó preguntarse si en realidad no estaría despertando debajo de las cobijas de su cama en la mansión Potter Black, esperando a escuchar la voz de Harpo recriminándole por permanecer en cama en un día tan bonito y que su hermana la estaba esperando para desayunar...

Si era un sueño o estaba muriendo en verdad...ya no lo sabía...

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@@Jank Dayne

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  • 5 semanas más tarde...

- ¿Hayame?

 

Cuando la bruja abre los ojos, Jank suelta un suspiro de alivio y le tiende la mano para levantarse. Tiene el corazón marchando al cien por ciento y el sudor le corre por detrás de las orejas. Hace mucho tiempo recuerda haber vivido una situación peligrosamente parecida, durante sus primeras clases de duelo. Uno de sus alumnos había conjurado un hechizo más poderoso de lo esperado, y su compañero no pudo crear una defensa apropiada. Todavía puede oír el sonido de su pecho comprimiéndose y los gritos silenciosos repletos de terror. Por suerte, y nada más que suerte, Jank pudo salvarlo, pero el trauma fue suficiente para prometerse que jamás pondría en riesgo a sus alumnos de esa manera nuevamente. Aun así, no está seguro de haber fallado completamente su promesa.

 

- Lo siento mucho, enserio - señala la vela ahora apagada con el índice, y sin poder controlarlo, suelta una carcajada nerviosa -. Las ilusiones pueden ser más letales de lo que pensaba. Un par de minutos más y el sueño nos habría hecho olvidar respirar - tose -. Sígueme.

 

Caminan por un pasillo repleto de cuadros que los saludan al pasar. Jank le señala a Hayame uno que contiene el de una anciana dormida, meciéndose sobre una silla de mimbre frente al dibujo de la misma casa donde están ahora, explicándole que se trata de la esposa del cuidador de caballos, cuyo espíritu está destinada a protegerlo hasta que se le una. Más adelante, cuando el cruce se vuelve más angosto, las paredes están adornadas por hermosos tapices que parecen, a medida que avanzan, contar la historia de una vieja batalla mágica. Jank los roza con la yema de los dedos, camina más lento por si su alumna está interesada en los telares y continúa hasta una desgastada puerta de madera desencajada. Tras ésta, se muestra el mismo acantilado donde empezaron su travesía.

 

- Ha llegado la hora de tu última prueba, Hayame.

 

El hombre realiza un movimiento rápido por encima de su cabeza y hace que de su varita mágica salgan disparados dos rayos dorados. El primero abre un baúl que lleva dentro una alfombra blanca, la cual levita y cubre la grama, creando una línea recta cerrada de ambos lados por dos marcas plateadas, donde se supone que vayan los pies. El segundo choca contra un punto invisible en el aire y hace aparecer El Libro del Equilibrio, el suyo, que se abre y delimita la mitad de la alfombra flotando sobre ellos. Jank se dirige hacia uno de los puntos y realiza una reverencia. Al cabo de unos segundos hace un gesto para restarle importancia.

 

- No será un duelo a muerte ni nada por el estilo. Solo quiero asegurarme de que si te encuentras en peligro algún día le saques el máximo provecho a estos hechizos - se coloca en posición de combate - ¿Estás lista?

 

@@Hayame Snape Potter Black

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La bruja tardó unos momentos en recobrarse de lo que había sucedido pero por un segundo, pareció sorprenderse al ver el rostro de su profesor que parecía bastante preocupado por aquel asunto.

Un fuerte rubor cubrió las mejillas de la bruja y bajó la mirada con una expresión de brutal molestia y verguenza.

-No tiene porqué disculparse... -murmuró todavía muerta de verguenza mientras que comienza a enderezar su cuerpo y le da una mirada irritada a la inocente vela que ahora descansaba apagada de su llama sobre aquella mesa- yo debí de haber sido más precavida, habiendo leído el libro de antemano... como maestra en pociones debería de estar más al pendiente en cuanto detecto un aroma que no es el normal en el medio ambiente

Cerró los ojos con hastío pero su maestro aún seguía preocupado y a pesar de todo, la animó a ponerse de pie y a seguirlo.

Nuevamente, aquella facilidad que tenía el Dayne para sacarla de lo acostumbrado era pasmosa y se reflejaba en los ojos muy abiertos de la vampiro, que continuaba incrédula ante lo que estaba ocurriendo; asintió lentamente y se puso de pie antes de proceder a seguir a su maestro, no sin volver a dirigirle una mirada desconfiada a aquella vela apagada, porque...

Que no le decía que aquellos momentos eran también parte de las ilusiones que estaban siendo provocadas por los efectos secundarios del envenenamiento con los pétalos?

Y que le decía que no era su mente, intentando hacerla defenderse y resistir a la muerte, lo que producía las imagenes de su maestro de Libro para que reaccionara y despertase, encontrando una manera diferente para deshacerse del veneno que circulaba por su sangre? porque estaba segura de que este, debía de seguir en movimiento, dudaba que fuera tan fácil salir de los efectos de este...

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El pasillo que transitaban realmente parecía parte de un sueño, ese sueño de muerte que a la vampiro le parecía indicar que no estaba realmente consciente.

Desde la anciana hasta los tapices... todo, todo lucía como esos escenarios donde uno se va moviendo paso a paso y donde al momento de tener que correr, iba a quedarse a medio congelar; se frotó los brazos al sentir como si la mirada de la anciana dormida de repente la siguiese discretamente, casi vislumbrando alguna sonrisa que a su pensamiento lucía macabra.

Los telares parecían querer mostrarse tal cuál su maestro los indicaba pero desde su punto de vista... solo le producían escalofríos.

Si en verdad aquello era parte del sueño efecto del envenenamiento, solo deseaba despertar.

Tragó un poco mientras que se obligaba a admirar las telas y tratar de no dejar volar demasiado la imaginación al respecto, cuando por su distracción casi golpea la espalda de su maestro cuando este le indicó que había llegado la hora de su prueba final.

-Qué?... ahora, tan pronto??

Farfulló con algo de temor en la voz. No se sentía lista... para nada!!

-Pero aún no sé mucho acerca del Equilibrio o-o-o-o cómo controlarlo! -exclamó moviendo las manos como parte del reflejo de su voz- soy un vampiro, soy mucho caos y no logro controlarme del todo cuando una situación me pide que tenga la vista en el objetivo y lo equilibre con una estancia calmada!

Gimió

Pero el mago ya había cruzado aquella puerta y, con el temor de quedarse atrás en el interior de aquella casa decidió apretar el paso y seguirle hasta que pudieron salir nuevamente justo hacia el sitio donde habían comenzado con todo.

Justo donde le había hecho enfrentar de golpe su temor a las alturas.

Cerró los ojos un segundo cuando salieron los dos rayos... pero su sorpresa fué todavía mayor al ver como el encargado de mostrarle el uso de aquel Libro y su correcta conexión con este, preparaba un espacio especial para que dos magos pudiesen llevar a cabo un duelo propio como tal... en este caso... el de ellos dos.

Maestro y alumna.

Le miró con incredulidad al tiempo que se colocaba levemente de lado y sacaba la varita negra con los símbolos plateados en forma de serpiente, observando con cuidado al Dayne... pero entonces, moviendo cuidadosamente su vista hacia atrás puesto que le parecía, que la puerta de aquella casa interconectada entre el tiempo y el espacio aún no se cerraba del todo, como si estuviese esperando el momento de reclamarlos a uno de los dos.

Como si aún no estuviese dispuesta a dejarlos ir...

Como si...

-Lamento interrumpir el exámen pero... no le parece como que esa anciana esta algo muy ansiosa de compañía en el interior de ese cuadro?

Intentó decir con un tono de voz ligero y confiado a pesar del frío que sentía recorrer su espalda

Libro del Equilibrio, Libro del Equilibrio... había algo en ese libro que pudiese liberarlos a los dos no solo en un duelo sino en caso de ser perseguidos por un ente?

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Off.- WIIIII Bienvenido al exámen-clase Jank!! No sabes la alegría que me has dado al leerte hoy, me sentía tranquila cuando te veía conectarte pero me ha salido la sonrisa al ver tu posteo aquí. En serio, no te apures si nos tardamos, me puso nerviosa ver que abrieron otra clase porque en verdad quería terminar esta contigo pero ya cuando he visto que te has pasado es como que "Yeiiii me la van a dejar terminar con Jank!" así que MIL gracias por regalarme del poquito tiempo que tienes para esto. No hay prisas conmigo, insisto, se que la situación allá todavía no es como que esté totalmente afianzada con los horarios que les han puesto para la electricidad (facepalm), así que pasito a pasito vaya saliendo esto, yo estoy más que feliz. Un enorme abrazo y todas las porras del mundo para ti y nuevamente, mil, MIL gracias. ♥

@@Jank Dayne

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