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Prueba del Libro de las Auras.


Runihura
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Se había tardado, sí, quizás porque intentaba prepara el camino lo mejor que podía para que la siguiente en superar la prueba de vinculación con el libro no pasase ningún inconveniente. Quizás, simplemente, porque se entretuvo un poco con las panteras que tenía como mascotas, amigas y guardianas. Ambas estaban a los costados de la guerrera, con la vista fiera al frente, a la espera de la aparición de la muchacha que tenía que estar por llegar.

 

— Ah, espero que no sea mucho inconveniente el favorcito que me estoy cobrando.

 

Bisbiseó cuando vio aparecer a Badru, su compañero Uzza. No era totalmente cierto que éste le debiese un favor, lo más probable es que se lo estuviese inventando, pero el guerrero no podría estar totalmente seguro de la afirmación de Runihura. No. Además, tenía que hacer eco de aquella tradicional lucha de egos que compartían las tribus.

 

Habiendo hecho acto de presencia el guerrero, restaba esperar a la Rambaldi. @

 

 

********************

 

  • El duelo tendrá una duración de una semana, cerrando el día 26/03/2019.
  • Pasadas 24 horas sin respuesta del contrincante, los ataques se considerarán impactados.
  • Pasadas 48 horas sin respuesta del contrincante, se considerará abandono y, en caso de ser el alumno, reprobará.
  • Los hechizos permitidos son los de la lista de neutrales, neutrales graduados y los libros de hechizos hasta el libro de las Auras.
  • Nos guiaremos por las reglas de Duelos y Asaltos.
  • Por ésta prueba, se podrán realizar un aura en un duelo individual, recordando que éstas están permitidas únicamente en duelos grupales.
  • Por esta prueba, la duración de las Auras serán de un turno.
  • Dudas en el tópico correspondiente.
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Por fin había conseguido más o menos, liberar al pueblo. Había costado pero no por menos era gratificante, después de darme las gracias y de darme un poco de comida y bebida, me despedí de la gente con una sonrisa. Esperaba que la mujer Uzza tuviera a bien presente el decirme qué hacer. Habían pasado algunas horas, y tras pedir ayuda a uno de los empleados de la Universidad, me había dado un baño reconfortante. Eso me espabilaría y me ayudaría para la siguiente fase, lo necesitaba y tenía que estar despejada para cuando tocase.

 

Me había puesto otra vez las ropas cómodas con las que había ido a aprender el libro de las Auras. Me puse el traje de lino, el pantalón, la camisa y la chaqueta, además de las sandalias romanas, atadas hasta los tobillos. Me até el pelo en una cola de caballo alta y en cuánto salí al exterior del recinto educativo, sentí cómo el calor iba secando mi cuerpo, además de mi pelo... Había ido de nuevo, con paso lento y seguro, hasta la vivienda de la tutora de la clase. Con la varita en mano estaba atenta a lo que pudiera pasar. Aunque la Universidad fuese segura, siempre tenía ese toque de desconfianza... Una nunca sabía lo que podía pasar.

 

En cuánto llegué a la altura de Runihura me di cuenta que había alguien más he hice un gesto burlón. Estaba también otro maestro Uzza; lo conocía lo suficiente y era Badru. Supuse que lo había llamado para ayudarla en lo que estuviese por venir y no me extrañaría nada que fuese para el duelo, algo que agradecía y además, esperaba tener la suficiente habilidad para enlazarme con el Libro de las Auras. Un libro de mucho poder y que, en las batallas futuras podía ser bastante importante en el desarrollo de las mismas.

 

- Hola profesores - dije con una sonrisa y un cabeceo en forma de saludo.

 

El sol caía aún a plomo dentro de los terrenos universitarios así que, esperaba que no fuese demasiado "cruel" a la hora de desarrollar el duelo, así que, tomando la varita en ristre, dije:

 

- Aura de la Inmunidad - de mi varita, surgió un aura de luz iridiscente con forma de sirena que entona un cántico protector. Sabía que estaría a salvo, de momento con ella. Ésta tenía la particularidad de que, no se podría invocar el resto de auras para aumentar el poder, disminuírlo o otras cosas y, de momento, no quería que eso pasara... Cuando pasara su momento, ya podría usar las siguientes que tuviesen mucha más fuerza. ¿Quién sería el ganador? Esperaba eso sí, no salir demasiado perjudicada en la prueba del duelo.

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El guerrero Uzza, había permanecido mucho tiempo fuera del radar, casi como si quisiera no ser hallado. Y no se le podía culpar, pues hasta el momento la dirección de la Universidad no le había pedido impartir clase. No, hasta ese momento. El portal creado gracias al Fulgura Nox, su especialidad, se abrió en las inmediaciones del campus, particularmente en aquel espacio donde se dictaba la clase.

 

Digamos que estamos a mano. respondió a Runihura, la guerrera encargada de transmitir los conocimientos del Libro de las Auras. Me convendría que fuera una deuda, pero, ya que esté fue un pedido expreso de los directivos.

 

Hizo una mueca de fastidio, invisible a las presentes gracias a que su rostro estaba cubierto por un pañuelo amarillo que sólo dejaba sus ojos a la intemperie. Con aquella majestuosa vestimenta de la que hacía gala durante sus enfrentamientos, el peto que cubría su torso hasta las costillas y las grebas que le llegaban a la cintura, saludó a la Rambaldi con una suave inclinación de cabeza. Recordaba haberle enseñado los poderes del Druida, pero de eso ya había pasado tiempo. No cedería por el mero hecho de tener conocimiento de su contrincante.

 

A la par de la puesta de sol, sostuvo su varita mágica de la empuñadura de turquesa, dejando que el mineral proyectara los colores hacia distintas direcciones. Suponiendo que tenía luz verde por parte de la figura pequeña que los acompañaba, encaró a Helike con el pedazo de madera azabache.

 

Ojalá esto sea entretenido. Detestaría haber interrumpido mis asuntos para nada... sonrió de forma irónica, una vez más, oculto tras la vestimenta. Expavescerent.

 

Pronunció su jugada después de que la alumna, con aspecto de romana, hiciera lo propio, invocando el aura de la inmunidad. De su instrumento mágico, surgió una pequeña chispa que causó la anulación de dicha aura. Se trataba de uno de los poderes que enseñaba su pueblo, pero que habían sido mantenidos en secreto para los estudiantes del Ateneo. Dicho esto, el Aura de la Inmunidad y sus efectos serían inutilizables por Helike, aunque también evitaba su uso por el poco honrado Uzza.

 

Bien, ¿qué debería hacer, cuál será mi siguiente jugada?

 

Lanzó la pregunta retórica, como si estuviese hablando consigo mismo en voz alta. Adoptó una postura de desenfado, como si el implacable sol no estuviese rostizando su cuerpo al toque. Rió por lo bajo, listo para atestar con el siguiente golpe, que seguramente sería un tanto problemático, dependiendo de cómo lo manejara la vampira.

 

Cinaede.

 

En cuanto siseó la última silaba, un gas invisible se formó alrededor de Helike. Ella no lo vería venir, pero seguramente conocía de sus efectos. Se adentraría en sus vías respiratorias, realizando un par de cortes, para después instalarse en la sangre, como un veneno que no podía verse. Así que, de esa forma, la mujer debía actuar pronto para salvar su vida, o moriría, cosa que a Badru no le molestaría del todo porque, no era su alumna.

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No sabía cuánto tiempo había pasado pero, agradecía que el sol se fuera poniendo en el horizonte. Aguantaba más el frío que el calor. Y la verdad para el duelo esperaba que no fuese muy adentrada la noche. Al menos, había avisado mi pareja y así, no se preocuparía demasiado. Pero a pesar de ello el calor abrasador parecía que levantaba el polvo del lugar. Era bastante molesto y no me gustaba para nada. Aún prefiría continuar en la selva, pero demasiada humedad, tampoco era buena, ni para mí ni para ningún ser vivo que estuviese acostumbrada a ella...

 

Había lanzado el primer hechizo... Aunque bien es cierto, que no tuve en cuenta que el profesor era de un nivel más alto de magia que yo y no pude evitar soltar un:

 

- Hijo de... -lo susurré lo más bajito que pude para que no se ofendiera. Era cierto que le tenía respeto a los profesores Uzza, pero no miedo. Controlaban unos poderes que, gracias a sus enseñanzas en la Universidad, los demás magos, éramos unos novatos. Aunque contáramos con los enlaces a los libros, no dejaba de ser imponente el uso de esas artes. Debí preverlo, aunque era bien cierto que, esa magia usada estaba por el momento, fuera de nuestro nivel... ¿Quizás no se atrevieran a seguir enseñando los altos niveles por miedo? No lo sabía, pero lo que sí podía ver, es que ese conjuro era un hechizo muy útil...

 

Había escuchado su siguiente hechizo y me apuré:

 

- silencius - el efecto del conjuro tenía por consiguiente, silenciar a Badru y que no dijera la palabra completa, eso me evitaría tener que curarme de las posibles secuelas de ese gas venenoso e invisible muy tóxico sino se remediaba lo antes posible. El hechizo cinaede no había salido y sólo pude notar como movía los labios sin pronunciarlo. Sonreí de lado, sin poder evitarlo... Ahora sí, recordando el resto de hechizos con una rapidez más soprendente de lo habitual puse la varita en vertical y conjuré el siguiente movimiento:

 

- vara de cristal sectusempra - al decir éstas palabras mi varita se transformó en una vara larga casi tan grande como yo. Pero en su parte superior, tenía la forma de un buitre marrón oscuro, y el resto de color negro con ribetes rojos. Sonreí de nuevo. Sabía porqué se formaba así, una por la animagia, la otra parte, porque caundo salía a buscar fenixianos era el color característico de la careta mortífaga que llevaba, cuando salía de caza, aunque eso, no lo sabía nadie, salvo mis antiguos compañeros. En éste caso, el poder de la vara era que, al decir ese conjuro, se le abriesen heridas al guerrero tan sangrantes que, de no curarse moriría desangrándose con dolor. Tenía cierta particularidad de que no saldría el rayo, sino que se convertiría en efecto. ¿Cómo se desvolvería el maestro Uzza?

 

- seguro que sí que será entretenido, profesor - asentí con la cabeza y sin poder evitarlo nuevamente, esbocé una mueca burlona. Aunque no me sorprendería nada, que me devolviese el golpe en el momento menos pensado.

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Planeaba hacer una pequeña acotación respecto a la expresión que Helike había utilizado, cuando fue silenciado sin remedio alguno. Muy lista, pensó Badru, cesando así su intento por atacarle usando el ya conocido veneno silencioso. ¡Sí tan sólo el hechizo pudiera invocarse de forma no verbal! Aunque, eso ya no importaba.

 

Durante sus reflexiones personales a mitad de la batalla, se permitió ser alcanzado por un Sectusempra en forma de efecto, causando que aparecieran algunas heridas en su torso, manchando así su vestimenta con la sangre guerrera. Aquello no hizo más que molestarlo más de lo que ya estaba. Contempló el aspecto que tenía la varita mágica de Heliké en su modo vara de cristal, y no pudo evitar pensar que los extranjeros al Pueblo Uzza a veces eran un tanto extravagantes.

 

En fin, ¿qué se le iba a hacer?

 

Primero lo primero, sus heridas. Pensó en un Curación de forma no verbal, cumpliendo así con el tratamiento de emergencia del Sectusempra. Y, aprovechando que para realizar tal efecto no había consumido acción, recitó en su mente, sin mover los labios, un Episkey para compensar totalmente los daños por el ataque sanguinario.

 

Vamos, que esto apenas inicia. Yo sólo soy el intermediario, cualquier herida que poseas previa al duelo, y que quizá llegues a obtener a raíz de este, será responsabilidad de ella. señaló con la cabeza a Runihura, quién se mantenía al margen del encuentro, evaluando. Aura de Confusión.

 

De la varita de Badru, cuya gema preciosa seguía deslumbrando, salió una especie de neblina grisácea, con el fin de aturdir a Heliké. Al no haber compañeros a los que atacar, ella tendría que infligirse daño a sí misma, de acuerdo a la orden que le daría el Uzza que hiciera. Le pareció justo, devolverle el favor con cierto hechizo generador de heridas varias.

 

Debido a esta aura, tendrás que seguir mi orden. Quiero que te lances a ti misma el hechizo Sectusempra.

 

Concluida su orden, por los siguientes instantes, Heliké se sometería a una especie de imposición, similar a la que sufría una persona bajo los efectos de la maldición imperius. Sólo que, sin el plus de diversión que esto último conllevaba.

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En principio, me había salido bien la jugada pero sabía que no tenía que confiarme con semejante sujeto. Estaba demostrando el poder que tenía y tampoco podía dejarme amilanar a las primeras de cambio. Gruñí por lo bajo al ver que hacía lo propio y bufé... Debía actuar lo suficientemente rápido o podría tener consecuencias nefastas y lo sabía. Cómo también sabía que no podía confiar en Badru y que fuese "compasivo". Así que, inmediatamente, pensé en la invocación: kasho en mi mano izquierda apareció una poderosa daga de un acero, con una empuñadura de plata con orfebrería en oros blancos y dorados, diamantes y esmeraldas. Absorvía la magia de los enemigos. Y eso mismo hice. No tardó en decir esas palabras que mi daga absorvió el poder de esa aura de la confusión. Aún la tenía en mi mano, cuando les dije:

 

- Lo entenderé perfectamente, espero que el pueblo Uzza pague de mis cuidados si así lo necesite - dije con una mueca que intentaba ser una sonrisa. Pero a decir verdad, estaba bastante cabreada. Pero sabía que debía mantener el temple y no dejarme llevar por la ira. Debía ser inteligente e ir sacando los poderes de todos los libros poco a poco, para demostrarles que era digna de usarlos y que los manejaba bien... Por el momento.

 

El sol ya se había puesto y las primeras estrellas empezaron a asomar lentamente por el horizonte había refrescado bastante, en comparación con el resto del día pero lo agradecía. Demasiado calor no me gustaba y siempre terminaba por pensar en el clima de Londres, mucho más benigno y en el cuál estaba más acostumbrada a sobrellevarlo.

 

- Arena de Hechicero - pensé en esos instantes el efecto era que esparcía los restos de los huesos cristalizados de los magos muertos lanzándola al aire en dirección a los ojos de Badru, tenía por consiguiente el cegarlo e impedirle que apuntara bien la próxima vez. ¿Cómo lo repelería? Estaba segura de que tenía muchas opciones a su alcance.

 

- Espero no aburrirlo por el momento y, dígame... ¿la universidad aprobaría que usase maldiciones imperdonables? - dije ahora con una mueca y mirada siniestra- lo digo, porque la verdad sería divertido ver cómo se defiende ante esa magia poderosa. Sinceramente, no sé si el pueblo Uzza estaría preparado ante semejante ataque si se produjera - y lancé una risilla por lo bajo, fría y con la mirada puesta en el oponente que tenía en ese momento. Aunque no sabía si Runihura se molestaría en actuar, de momento, estaba dejando que nosotros dos actuásemos. ¿Cómo lo estaba haciendo? En mi defensa, hacía mucho tiempo que no hacía duelos de éste calibre.

 

@Badru

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Impresionante. sentenció el guerrero Uzza. Muy impresionante.

 

Badru casi realiza el ademán que indicaba que planeaba dar un aplauso. La Rambaldi le había absorbido el Aura de Confusión con la espada Kansho, un movimiento desesperado. Más aún, parecía estar bastante tranquila. Para el oponente que ella tenía, la tranquilidad era fundamental en batalla. Pero no quería confundir lo tranquilo con lo que estaba en reposo.

 

La Universidad, en todo caso, se responsabiliza de ustedes.

 

Negó con la cabeza, poniendo claro quiénes tenían la preocupación de velar por el bien de sus estudiantes. Habiendo quedado cegado por la Arena del Hechicero, poco podía hacer. ¿O sí? Había entrenado en las más imperdonables dunas del mundo conocido y desconocido, por no mencionar las guerras en las que había participado. Para ello, sólo había una solución.

 

Cantar de Eleboro.

 

Una vibración musical emanó de su varita, siendo apenas audible para el agudo sentido del Uzza. Recuperó su vista, previamente herida por el polvo de hueso, además de recibir inmunidad para sus sentidos ante cualquier ataque enemigo. Estaba cubierto, por el momento, ya que su vista volvía a ser tan nítida como de costumbre.

 

Claramente, la mención a la magia que ellos llamaban imperdonables, le pareció graciosa.

 

¿En serio crees que esos tres hechizos son tan poderosos? bufó, indignado, ante lo mundano que le parecían, aún siendo experto en las artes oscuras. Hay mejores formas de infligir daño, muchas de ellas, sin causar heridas físicas. Pero...Eso ya deberías saberlo.

 

Aún con varita en mano, recitó de forma no verbal la Salvaguarda Mágica, que lo volvió intangible, como si fuera un fantasma. De esa forma, se protegería de, prácticamente, cualquier ataque, pues lo atravesarían como si fuese humo.

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No sabía si lo decía de broma, o si se estaba riendo de mí. Levanté una ceja...

 

- Psé, no es para tanto, es más, seguro que ha visto magos más habilidosos que yo con la varita... así que, haga el favor y no se burle -negué con la cabeza y con una sonrisa burlona. No podía confiarme del todo, aún tenía varios ases en la manga y quizá pudiese usarlos a mi favor... No sabía qué le pasaba, pero a cada ataque se iba defendiendo. ¿Quizá esperaría a una mayor oportunidad para rematarme? Todo podía ser...

 

- jajaja muy agudo por su parte, evadirse de las responsabilidades... Los profesores tienen que cuidar a sus alumnos, que para eso les pagan, ¿no le parece? - no pude evitar el alzar la voz. ¿Qué se creía ese tío? Mi cabeza me decía "tranquila, tranquila, ten calma..." debía hacerle caso. No podía desestabilizarme al menos, no más aún de lo que estaba. Es cierto que había invocado la daga y había retenido ese aura... Sonreí de medio lado. pero también era cierto que podía tener más opciones...

 

- oppugno - apunté con la varita hacia la primera pantera de la guerrero Runihura que se había lanzado sobre mí- lo lamento pero pronto volverán a ser sus custodia, guerrera- le dije con una sonrisa- espero que no le incomode ésto...

 

- por supuesto que lo sé, no soy ninguna i****** - le respondí de malos modos. Había un montón de conjuros a los que podía seguir usando, pero tampoco debía perder mi oportunidad.

 

<< atacalo>> le envié la orden mentalmente, tal y cómo lo habría hecho si estuviese mi marido por ahí cerca. Ambos teníamos esa conexión especial telepática. Una, en la que usábamos nosotros dos y, por supuesto, aprovecharía la ocasión para lanzarle la fiera de la profesora al guerrero. No sabía lo que podría ocurrir pero...

 

- y es más... por el momento cuando llegué estaba intacta. Por suerte aún podré defenderme como es debido -sonreí con una mueca... Y mientras él se volvía intangible yo aproveché la ocasión para mi propia defensa. Viniendo de él, me podría esperar cualquier cosa - Aura de Inmunidad -es cierto que, quizás debiese no usar éste tipo de aura, pero si yo no podría, él tampoco. Y también podría usar el mismo hechizo que había suprimido esa energía. Quizá fuese un poco arriesgado, pero debía intentarlo. La pantera que tenía en mi poder había conseguido hacerle varios arañazos en brazos, piernas y alguna en el pecho, algunas eran profundas, pero en las zonas vitales, apenas eran unos simples rasguños. No le producirian la muerte inmediata, pero sí que le dejarían bastante débil...

 

Ordené nuevamente el ataque, pero, cuando la pantera quiso morderle otra vez, sólo traspasó un cuerpo intangible. Chasqueé la lengua, fastidiada...

 

- Bueno, será a la próxima, supongo - negué con la cabeza, mientras esperaba que Badru, hiciera sus siguientes movimientos.

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