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Encantamientos


Apolo Granger
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Lo primero que sintió Apolo cuando abrió los ojos, fue un dolor horrible en el costado de la cara. Por alguna extraña razón, había terminado desmayado en el suelo de un bosque. Y solo cuando había intentado acomodarse, se había dado cuenta de que le dolía todo el cuerpo: Como si le hubieran dado un montón de golpes por todos lados. A su lado podía escuchar algunos quejidos, y aunque su primera reacción hubiera sido ver de quien se trataba, un movimiento brusco de su parte le hizo darse cuenta que no era buena idea apresurarse.


Alarmado, intento recordar lo último que había pasado. Le costaba visualizar su camino hasta allí, y se dio cuenta que lo mas cercano que tenia en mente fue el ultimo vistazo que dio en el espejo en la Mansión Granger. Su pelo azul, bastante corto, era lo mas destacable de Apolo, ya que solía llevar ropa nomag bastante sobria cuando iba a algún lado. Su polera negra estaba llena de tierra, y el frió del ambiente invernal le hizo preguntarse por que no llevaba algo más cómodo para la estación en la que se encontraba.


Lo peor de todo era que no podía recordar que es lo que estaba haciendo ahí, o por qué se encontraba desmayado. Había salido esa mañana por alguna razón, pero no tenía ninguna pista más que sus dos acompañantes, a quienes logro ver en el momento que se puso de pie. A una de las jóvenes no la reconoció de nada, alarmado por no saber quien era. Pero el color morado del cabello de la segunda chica era indiscutiblemente de Gatiux, la esposa de Orión. Si ella estaba aquí Orión no podía estar lejos, y se pregunto de forma dudosa si acaso el hubiese tenido algo que ver.


—¿Están bien? — pregunto Apolo preocupado, acercándose a la primera chica para ayudarla a ponerse de pie. — Perdonen, estoy muy desorientado. ¿Qué…?


Ellas no se veían mejor que él, pensó Apolo tanteando en busca de su varita. La encontró en el suelo un poco alejado de él, y se apresuro a recogerla mientras ambas chicas compartían impresiones de la situación. No parecía que iban a sacar nada en claro, pero le asustaba la idea de haber perdido el conocimiento durante tanto tiempo. ¿O había sido poco? El sol apenas si estaba comenzando a ponerse en el horizonte, y por un segundo Apolo se preguntó si no habría dormido ahí. Se sentía como si lo hubiese hecho, claramente.


— Mi nombre es Apolo — le mención a la joven desconocida temblando ligeramente por el frió, antes de desesperarse y perder la calma—¿Alguna recuerda algo antes de despertar? ¿Lo que sea?


Lo poco que le quedaba claro era que lo mejor era irse de allí. Lo primero que pensó en hacer fue dirigirse a casa y asegurarse de que estaba todo bien con él, pero antes de que pudiese lanzar la idea a sus compañeras un sonido bastante peculiar lo detuvo a media palabra. Alguien mas se encontraba en el bosque, y aunque su voz era familiar no lograba ubicar donde la había escuchado antes.


Afirmándose a su varita, miro preocupado a Gatiux y a Dorothy y se movió con cautela entre los árboles, para descubrir de donde venia la voz. Trato de hacer el menor ruido posible, pero era bastante difícil pisando ramas y hojas secas, por mucho cuidado que tuviese. Al parecer no eran la única persona que se encontraban en el bosque, pero era difícil distinguir lo que decían. Eso hasta que se acerco a un arbusto lo suficientemente alto para taparlos a los tres, y que les permitía ver que tanto ocurría.


Si la vista no le fallaba (y estaba claro por qué podía asumir eso) efectivamente había tres personas en el claro del bosque. Y una de ellas era el mismo.


— Espero que no tuvieran problemas para encontrar el lugar. Mi nombre es Apolo Granger. Bienvenidas ambas a su clase de Encantamientos. Se que deberíamos comenzar cuanto antes, pero me gustaría que se presentaran primero. Lo que puedan decir de ustedes esta bien.


Apolo desde la distancia escucho a su otro yo hablar alegremente a sus dos alumnas, que luego de cerciorarse con otro vistazo a sus acompañantes le dejo claro que eran las mismas que también se encontraban en el claro, mucho mas arregladas claro. Escucho a las otras Gatiux y Dorothy presentarse mientras las originales se reunían junto a él tras el arbusto igual de sorprendidas y asustadas como lo podía estar él mismo. No podía recordarlo, pero estaba claro que estaba impartiendo una clase de Encantamientos. Y de alguna forma extraña, estaban en dos lugares al mismo tiempo, eso si las tres personas del claro eran impostores.


Porque él era él mismo… ¿cierto?

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Por el momento todo se trataba de una tonalidad difusa de colores oscuros que se mezclaban para dar paso a otros más cálidos. Podía ver un círculo rojo que se iba expandiendo hasta ocupar todo el espacio; entonces, lentamente, fue abriendo sus parpados y la cortina candente que se imponía ante su vista subió para dar paso al verde del pasto y a las siluetas difuminadas de los árboles. Tuvo que abrir y cerrar los ojos varias veces para enfocar su entorno. Estaba en un bosque, o mejor dicho: estaban en un bosque.

 

Se tomó un tiempo para analizar la situación sin siquiera moverse. Había un sujeto con cabellera azul moviéndose no muy lejos de ella, ¿era él el responsable de que estuviesen ahí? Lo miró con discreción, no estaba armado, así que se decidió sentarse y delató su estado de consciencia. A su lado se encontraba también una joven de cabellos violeta, luego observó nuevamente al sujeto de cabellera azul, y por primera vez en sus más de veinte años se sintió extrañada por tener un tono de cabello tan común como lo era el castaño.

 

El joven preguntó si se encontraba bien y aprovechó la ocasión para ayudar a Dorothy a colocarse de pie. Al principio le causó cierta desconfianza lo inmundo de su aspecto, pero en cuanto se dio cuenta del estado de sus pantalones de mezclilla y la maraña que representaba su pelo sintió una vergüenza que le invadió todo el cuerpo. Sacudió sus manos para quitar la tierra adherida, pero de igual forma quedaron sucias.

 

—Estoy bien… —comentó dudosa y fijándose en su compañera.

 

¿Y qué era estar bien? Estaba ahí, con dos completos desconocidos que no parecían tener ni la más mínima idea de lo que ocurría. Físicamente no existía ninguna molestia, sin embargo su mente estaba a punto de estallar imaginando cualquier tipo de motivo, o razón que los hubiese llevado hasta allí. Es más: ni siquiera podía afirmar que no los conocía, ¿cómo iba a hacerlo sino recordaba nada? Puso muchas cosas en duda.

 

—¿Han establecido contacto con algún desconocido o ingerido algo de extraña procedencia?

Se encogió de hombros, no sabía que otra explicación darle a tan desconcertante situación. Había escuchado de casos curiosos, de personas que despertaba sin recordar nada y que era víctimas de actos mal intencionados, o que consumían ciertas sustancias o pociones que les hacía cuestionar su realidad. ¿Era ese el caso de aquellos tres?

 

—Mi nombre es Dorothy —''encantada'' pensó en decir. Pero no, no estaba encantada, sino más bien angustiada. Ellos tampoco recordaban nada. —. Solo recuerdo haber salido de mi casa, iba a… —y cerró los ojos tratando de ordenar las ideas —no recuerdo mucho.

 

De pronto se escucharon unas voces a lo lejos. Los tres estuvieron en silencio, intrigados, hasta que Apolo tomó la iniciativa de ir a investigar. Lo siguieron. Se escondieron tras unos arbustos y lo que vio después la dejó helada. Tres figuras: una bruja de cabellos morados, otro mago de pelo azul y por último, una joven de melena castaña. ¡Pero si era ella! No, no, ¡eran los tres! Apolo —o la segunda versión de Apolo—, hablaba con ánimos, y aparentemente daba la introducción a una clase.

 

También escuchó su voz, se presentaba con el mismo nombre de ella. Tenía un tono agudo y quisquilloso, que por alguna razón le desagradó, ¿era su voz así todo el tiempo? No dijo nada, pero se aclaró la garganta. Los rostros de la Gatiux y el Apolo que la acompañaban lucían igual de contrariados que el de ella. No podía entender como habían dos personas iguales. Se preguntó si compartía la misma historia, la misma manera de pensar, y poco a poco se empezó a sentir menos ella, menos autentica. ¿Habría una tercera Dorothy vagando por el mundo? Le costaba admitirlo, pero era demasiado egoísta como para alegrarse con la idea de compartir su esencia con seres iguales.

 

—¿Alguna vez has dado clases de Encantamientos? Es decir, me refiero a ti —y lo tocó con la punta de su dedo índice, comprobando que era real —, ¿sabes lo que sucede después? —luego miró a Gatiux —, ¿y tú?, ¿has estado alguna vez en una clase así? —también la tocó con su dedo. Era de carne y hueso —, ¿creen que puedan vernos así como nosotros los vemos a ellos?

 

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- M-mi cabeza.

 

Gatiux se llevó una mano a la frente, y atrajo consigo un poco de tierra y ramitas. Miró con extrañeza la mano y lo que le rodeaba antes de levantarse de sopetón. Sentía todas las extremidades, llevaba ropa encima, estaba en un bosque que no parecía muy peligroso. Podría ser peor. Podría haberse despertado rodeada de humo y fuego mientras la gente grita desesperada por salvar su vida.

 

(Bueno, ni tan mal, te has despertado en peores situaciones. )

 

Se sentó con las piernas cruzadas mientras limpiaba las manos en la parte baja del abrigo gris claro, limpiando el pelo de ramitas y pequeñas piedras que se habían adherido a su melena violeta. El resto de la ropa, el pantalón y el jersey negro, o los botines habían vivido mejores tiempos, estaba llena de tierra, y lo de la rodilla izquierda era un agujero por el que cabía un dedo. Parpadeó algo confusa cuando sus ojos amarillos encontraron a Apolo junto a otra chica. Los tres estaban en la misma situación, se miraban unos a otros sin entender muy bien qué los había llevado a juntarse allí.

 

Apolo preguntó si estaban bien. La otra chica asintió y miró a Gatiux.

 

- Estamos vivos... y me puedo mover perfectamente.

 

Se levantó del suelo, sacudiéndose sin mucho éxito. El abrigo y la ropa estaban para quemar, o lo que hicieran los elfos con la ropa sucia, pero no tenía otra muda a mano para cambiarse. Tendría que servir hasta que pudiera irse a casa. Por lo menos recordaba lo esencial, el nombre, donde vivía, las relaciones familiares, lo único que no recordaba era cómo había llegado hasta allí, pero eso no era nada fuera de lo común, solía suceder cuando bebía demasiado, aparecer con una cabra robada o una piña encima de la mesita de noche sin acordarse de donde la había sacado. Lo que pasa es que ahora no olía a alcohol de la noche anterior.

 

- Mi nombre es Gatiux. -le respondió a Dorothy- Al parecer la fiesta se puso buena ayer.

 

Sonrió con cierta satisfacción. Era emocionante atar los hilos de una borrachera épica. Mientras no le hubiera prometido amor eterno a alguien disfrazado de Elvis en las Vegas todo estaba bien.

 

Unas voces alertaron a Apolo y a las otras dos mujeres. El primero fue a seguirlas. Gatiux frunció el ceño al reconocer desde lejos su propia voz. Era el tipo de detalles que reconoce un Metamorfomago, el timbre vocal de uno mismo. Sabía como sonaba exactamente porque había tenido que volver a él en infinidad de ocasiones tras cambiarlo por uno más grave, o una voz más neutra.

 

Se agacharon tras unos arbustos para descubrirse a ellos mismos con la ropa más limpia y completamente peinados.

 

- Hola... Pues, mi nombre es Gatiux Malfoy -decía la otra Gatiux- Vivo en el Manor Yaxley y tengo un Cancerbero que se llama Trasto.

 

Aguantó una risa al escuchar su propia presentación. No le gustaba aquella situación que se repetía cada cierto tiempo, le hacía recordar a los niños pequeños, por lo que solía dar datos aleatorios de su persona. A veces era su color favorito, otras la constelación que más le gustaba en esa época del año, otras la comida preferida. Casi todo el mundo en el pueblo sabía quien era ella, y lo de presentarse nunca se le había dado del todo bien.

 

- Como estoy segura de que yo soy yo y que esa de ahí también soy yo... ¡Estamos en una alteración del espacio-tiempo! -exclamó en bajito, visiblemente entusiasmada- ¿Creéis que alguno de vosotros se volverá loco si salgo de los arbustos?

 

Era como si hubiera llegado la Navidad. A ella le encantaba experimentar. Fue a levantarse pero el firme agarre de Apolo sobre su brazo la detuvo. Ella como Metamorfomaga estaba acostumbrada a habitar otras pieles, estaba mentalmente preparada para encontrarse de cara con alguien idéntico a ella. Lo había hecho con otros del pueblo y el espectro de sentimientos iba desde el asombro hasta el enfado, sólo que esta vez no era alguien que se parecía a tí, era tu yo del futuro.

 

Aunque también estaba el problema de la temporalidad. Si se descubrían y le alertaban a su "otros ellos" sobre su existencias, tal vez cambiasen el devenir de su pasado inmediato, por lo que nunca les llevaría allí y nunca vivirían aquella experiencia maravillosa de saber que te estás viendo a tí mismo tal y como eres, no una copia que gesticula igual que tu. Y tampoco sabrían si los actuales habrían ayudado a sus pasados y encaminado hasta aquel punto.

 

- Yo he estado en todo tipo de situaciones Dorothy. -respondió Gatiux, mientras la chica les tocaba para comprobar que fueran reales- Esto no me sorprende tanto y me parece bastante divertido.

 

Palpó sus propios bolsillos. No había ningún objeto por allí.

 

- Deberíais mirar en vuestros bolsillos. Un giratiempos explicaría por qué nos estamos viendo a nosotros mismos en este preciso instante...

«I'm a villain, and villains don't get happy endings.»
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Dorothy y Gatiux parecían estar al mismo nivel de conocimiento que él en la situación. Si algo había ocurrido, estaba ocurriendo, o iba a ocurrir (y le empezaba a doler la cabeza de solo pensarlo) no estaba siguiendo el hilo del problema en que se encontraba, o si había uno realmente. Pero que hubiese un doble de ellos no era normal. La idea de Dorothy de que un agente externo había causado toda esa situación tenían sentido, aunque no les ayudaba mucho a esclarecer la situación.
— Si, yo doy Encantamientos, ya lo escuchaste — aclaró sintiendo la presión que ejerció Dorothy cuando lo toco. — O a mí, o a lo que sea que sea esto...
Le hecho un vistazo al claro, mientras Gatiux (la otra) se presentaba a la clase.
— ...pero no recuerdo haber dado esta clase, y puedo recordar perfectamente la ultima que dí.
O porque había elegido un bosque para una clase, cuando normalmente las solía dar en la playa. Era la única diferencia que había logrado encontrar con su doble, ¿pero era tan difícil imaginarse un cambio de escenario? No reconocía donde estaban, y las preguntas de una de sus alumnas (al menos, así asumía por la situación) no parecían tener respuesta. Fue la intervención de Gatiux, que parecía extremadamente divertida con la situación, lo que realmente alarmo al Granger.
La Gatiux junto a él hubiese hecho su aparición triunfal en el claro de no ser por que Apolo agarro su brazo asustado intentando impedírselo. No parecía tan contrariada con la idea de un viaje en el tiempo, que hizo que el poco color en la cara de Apolo desapareciera. Si habían tocado la delgada fibra espacio temporal tenia que haber sido con magia muy poderosa, y una gira tiempo tenía bastante sentido.
— Si fue eso, entonces con mayor razón no deberíamos dejar que nos vieran. — soltó Apolo en un susurro molesto mientras tanteaba sus bolsillos, no tenía nada más que su varita. — Tal vez a todos nos sorprenda un poco y luego tendríamos seis personas confundidas en vez de tres, O PODRÍAMOS TERMINAR MATÁNDONOS.
Se agarro la boca justo a tiempo al ver que lo ultimo lo había soltado elevando la voz, lo suficiente para que las voces del claro se acallaran un momento. Se molesto consigo mismo mientras una Dorothy preocupada y Gatiux divertida le devolvían la mirada esperando, al mismo tiempo que el otro Apolo estornudaba levemente.
— ...que me alegra tenerlas a ambas, y es un gusto. Gracias por sus presentaciones y vamos a lo que nos convoca.
Apolo escucho a su otro yo y se acomodo mejor para verlo (o verse dar clases). Si habían viajado en el tiempo, como había dicho Gatiux, entonces en algún momento ocurriría algo que lo desencadenaría. Y para restablecer el orden natural, cuando eso ocurriera la línea temporal se repararía cuando sus dos acompañantes y el tomaran el lugar de la gente del claro.
— Encantamientos es una de las ramas de la magia más útiles con la que cuentan los magos. Esta fuertemente ligado al uso de las varitas mágicas, que como saben canalizan nuestro poder de mucho mejor que cualquier otro instrumento mágico.
¿Siempre era tan pomposo para hablar? Mientras Apolo dos comenzaba su clase, el Apolo original compartió sus deducciones con Gatiux y Dorothy con la esperanza de que se adecuaran a su plan. El único problema de la situación realmente era que no conocía a ninguna de las dos, no al menos para esperar que siguieran su idea a costa de tener una mejor ellas. Aunque si incluía lanzarse al claro y anunciar que habían viajado en el tiempo…
— Lo importante que debemos saber sobre los encantamientos es que a diferencia de otro tipo de hechizos, lo que nosotros realizamos en imbuir con nuestra propia magia a objetos y seres por igual, agregando propiedades o cambiándolas, pero sin modificar su esencia como ocurre con las Transformaciones. Podemos cambiar de color un objeto, pero lo que hacemos realmente es cambiar como percibimos la luz sobre él. Podemos hacer que una silla baile y mueva las piernas, pero segui…
—… y por eso recomiendo que nos acomodemos y esperemos a que la clase acabe, y veamos que causo todo esto— finalizo Apolo, sin estar seguro de si lo estaban escuchado mas a él o al Apolo en el claro, que seguía dando su clase.
A pesar de la locación, su estructura de la clase no parecía haber cambiado, y sabia perfectamente que luego de su explicación realizaría una muestra de su propio poder mágico. Con algo de vergüenza se vio a si mismo creando una corriente de aire que levanto todas las hojas secas del suelo haciéndolas bailar, y agitando los arbustos en los que se encontraban. Le gustaba mucho lucir su magia, y muchos de sus hechizos tenían esa cualidad. Casi como que hablase de él sin tener que expresarlo.
— ¿Ninguna recuerda nada de esto cierto? — musitó el Apolo original viendo como el Apolo de la clase les pedía realizar un encantamiento al azar de su propio arsenal de hechizos.
Apolo solía pedir eso a sus alumnos por que sabia que realmente una presentación no servia de mucho. Donde realmente podía ver como era alguien era por el tipo de magia que realizaban. A pesar de sus interacciones con Gatiux la conocía tanto como a Dorothy, que era casi nada. Por lo que aprovecharía la instancia para ver a sus dobles hacer la presentación real por ellas.
Y es que no había dejado de pensar, desde que vio la situación en la que se encontraban, que una de ellas tenia la culpa.

@@Dorothy Anne @Gatiux

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Habían muchas preguntas volando en su mente. La primera: si todo era producto de un giratiempo, ¿entonces por qué no recordaban nada?. La segunda: en caso de haber retrocedido el tiempo, ¿cuál era su móvil?, ¿qué misión debían cumplir?. Y la tercera: ¿por qué demonios estaban tan reprochablemente sucios? Era todo como un rompecabezas blanco con piezas pérdidas.

 

Gatiux se mostraba muy emocionada e incluso optimista, tanto así que por poco no los delata a los tres. Por suerte Apolo supo reaccionar a tiempo. Por otra parte ella estaba pálida, sentía que el corazón se le saldría por la boca y sus manos temblaban con disimulo. Miró a la Dorothy que estaba a unos cuantos metros, y se dijo a si misma que aquella joven era incapaz de matar a alguien, por más aterrada que estuviese.

 

El otro Apolo seguía explicando la clase, completamente ajeno a su realidad. Dorothy se distrajo por unos segundos y prestó atención, sintiéndose cautivada por la fusión de movimientos rítmicos entre las hojas que flotaban y los arbustos. La otra Dorothy también sonreía.

 

Después se vio a si misma sacando su varita y apuntar sobre dos flores, que se levantaron débilmente y volvieron a caer sobre el suelo. Luego volvió intentarlo, esta vez levitaron y empezaron a girar sobre su propio eje. Las flores se acercaban entre ellas, se rozaban con la punta de los pétalos y se volvían a alejar, haciendo alusión a una pareja bailando el vals.

 

—¿Entonces si convierto esta rama —empezó a cuestionar, mientras tomaba del suelo una rama— en un tenedor, ya no sería un encantamiento sino una transformación?

 

Era difícil para ella escuchar su voz sin reírse. ¡Sonaba tan quisquillosa! Por otra parte se sentía muy orgullosa de haber hecho a las hojas danzar, aunque bueno, no sabía si debía atribuirse el mérito. Dejó de prestar atención para responderle al mago que tenía cerca.

 

—No recuerdo nada —corroboró—. Y no tiene sentido, deberíamos recordar

 

Entonces recordó al sugerencia de Gatiux de buscar en sus bolsillos. Revisó en el izquierdo, distraída. No había nada. Pero el sumergir sus manos en el derecho quedó completamente helada y los latidos de su corazón se detuvieron por unos segundos. Incluso podía jurar que sudaba frío. Lentamente fue sacando el fino objeto, un giratiempo. Miró a sus dos compañeros, se sentía muy avergonzada, especialmente porque no podía dar ningún tipo de razón. No recordaba nada.

 

—Acabo de encontrar esto en mi bolsillo.... —sus palabras apenas fueron audibles. Estaba apenada, y no dejaba de sentirse culpable.

 

En ese momento se escucharon unos gritos que provenían del interior del bosque. Se produjo un silencio en el grupo de magos que participaban en la clase. Un relámpago retumbó desde el cielo, avisando la llegada de una lluvia torrencial, que explicaría después el mugre aspecto de tenían en aquel momento los tres. Vio a la otra Dorothy caminar intrigada hacia el sitio donde provenían los gritos, sus compañeros la seguían. Se dirigían al mismo lugar en donde habían despertado.

 

—Hay que tener cuidado, no nos deben ver —les recordó con un susurro, llevándose el dedo índice a los labios en señal de silencio.

 

@@Apolo Granger @Gatiux

 

 

 

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Mientras que Apolo se alteraba con la sola idea de encontrarse de frente consigo mismo porque podrían intentar matarse unos a otros, Gatiux se reía como si la idea le resultara fascinante. ¿Se enfrentaría cada uno a su otra versión? Eso podría dejar en tablas todo el asunto. Lo mejor sería medirse a otros que no fueran ellos mismos. Eso sí que podría ser interesante. La sensación de adrenalina, con el corazón acelerado, era la droga ideal para Gatiux. Poder morir en cualquier momento lo hacía todo mucho más interesante, pero al parecer sus acompañantes no pensaban en absoluto como ella.

 

Gatiux del futuro adoptó la misma expresión que Gatiux del pasado cuando Apolo empezó con la palabrería de lo que eran los Encantamientos y todo eso. Sabía que era un trámite necesario para todos aquellos profesores que impartían diferentes materias en la Universidad, pero había llegado hasta aquella etapa de su vida adulta sin sacarse un ojo con la varita, por lo que su interés fue disminuyendo a medida que aumentaba su cara de aburrimiento.

 

Apolo les pedía a ambas mujeres una prueba de que hicieran una muestra de poder mágico. Dorothy por su parte encantó un par de flores que bailaban en armonía un vals silencioso. Gatiux (la del pasado) tomó uno de los múltiples anillos con los que cargaba y lo lanzó al aire. Mientras caía el anillo, con la ayuda de la varita, se transformó en la silueta de una mariposa de fuego. Fue volando hasta donde las flores bailaban el vals y se posó primero en una y después en la otra, calcinando a las dos florecillas hasta convertirlas en polvo. Luego flotó hasta donde se encontraba Gatiux que deshizo el hechizo y ésta recuperó su anillo.

 

- Bueno, ya hemos comprobado que todos sabemos usar el palito ese que llevamos a todas partes. ¿Vamos a hacer algo más interesante?

 

La Malfoy que se hallaba en los arbustos se mordió el labio inferior para no soltar una carcajada. Al menos estaba siendo divertido el poder observarse a sí misma en tercera persona. Disfrutaba mucho con esa parte sarcástica de sí misma, tanto como para invitarse a una copa. Tal vez luego lo hiciera, cuando no estuviera dividida en dos.

 

En realidad, Gatiux tenía una forma de salir del claro frente a sus personas pasadas sin asustarlas. Ella podía habitar otras pieles, adoptar un rostro desconocido, o uno conocido sólo por ella misma para lanzarse a sí misma una advertencia sin palabras, pero no realizaría esa magia delante de alguien que no fuera su círculo más íntimo. Poca gente sabía de la condición de metamorfomaga de la Malfoy.

 

- No recuerdo nada de esto -le respondió a Apolo en tono susurrante, encogiéndose de hombros- Pero eso tampoco es una novedad. Si juntas las sustancias indicadas puedes "viajar" y luego no recordar nada.

 

Le dedicó un guiño a Dorothy, que parecía extrañada por no poder recordar o por verse envuelta en una situación así. Debía vivir en una familia tranquila, de esas en la que lo más extraño que pasa es que haya un pelo en la sopa, sin embargo Gatiux había vivido mucho, quizás demasiado, lo cual le daba al grupo un hermoso contraste. No pudo evitar la risa cuando la muchacha sacó apenada un giratiempos de su bolsillo.

 

- Premio para la señorita. -dijo Gatiux- Al menos no se nos ha caído por ahí y se nos ha roto.

 

Suspiró. Seguirse a sí misma estaba comenzando a aburrirla, ella quería accionar las cosas para hacerlas más interesantes. Como si la vida no tuviera suficientes baches, a ella le gustaba poner unos pocos más. Ella era impaciente.

 

- Si tu yo del pasado empieza a dar otro discurso sobre la magia me largo. -le dijo a Apolo- Aunque supongo que algo interesante sí pasa al final de la historia que nos obliga a viajar al pasado para impedir que lleguemos a ese punto... Quizás fui yo.

 

Sonrió con malicia ante la idea.

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Parecía que ambos Apolos estaban en sincronía por primera vez, ya que ambos -el que dictaba la clase en el bosque y el que se encontraba detrás de los arbustos- se encontraban atentos a lo que harían sus alumnas.


Dorothy fue la primera en intentarlo, aunque el Apolo en los arbustos no logro ver lo que había hecho hasta su segundo intento. Al parecer había ido por lo seguro con un encantamiento levitatorio, pero el Granger supo apreciar el detalle de lo que estaba haciendo. Tal parecía que usaba su magia con cautela; no la dejaba salir con fuerza, pero si con precisión.


Aunque había casos raros, le alegraba que aun existieran alumnos interesantes, aunque se encontraran en una situación tan extraña. Y entonces sucedió la segunda cosa que lo preocupo: cuando fue el turno de Gatiux utilizo una variante del encantamiento calcinador, estaba claro que ella si sabía lo que hacía, y un dominio de la magia elemental que se dejaba ver desde cualquier posición.


Lo que le preocupo de la situación fue como frunció el ceño ligeramente cuando vio que la mariposa quemaba las flores de Dorothy, mientras que el Apolo del claro parecía bastante contento por su desplante. ¿Por qué había pasado? Fue solo un lapso momentáneo, antes de que él otro Apolo siguiera hablando para responderle a Dorothy como si nada hubiera pasado. Y ya de por si la situación seguía siendo extraña como para agregar otra pregunta más al problema.


— Las transformaciones son mas complejas que los encantamientos por esa misma razón. Convertir cosas no es cosa de apuntar y decir palabras, también trata sobre un dominio de la mente que…


— ¿Así que fue un giratiempo? — preguntó Apolo mirando el reloj que sostenía Dorothy. — Que extraño, ¿me permites?


— …por lo que debemos detenernos a pensar: que tipo de forma queremos crear, de que material. Los encantamientos responden a una parte de nosotros más interna aun, compartimos nuestra magia con algo externo. Hay una teoría sobre la magia que dice que…


Apolo examino el giratiempo de Dorothy por encima. Nunca había visto uno realmente, hasta donde sabia eran extremadamente raros. No vio rasguños ni nada que pudiese decirle que estaba roto, pero él no era ningún experto en objetos mágicos. Se lo devolvió mientras una Gatiux harta de escuchar a su otro yo proponía la idea de que quizá había sido su culpa. Y Apolo ya no sabía que pensar. Solo que la idea del giratiempo roto no le terminaba de calzar, y no sabia por que.


— Por favor, que no nos vean — exclamó preocupado empezando a sentir la lluvia en su cara.


Se puso de pie de un salto apenas había escuchado los gritos, y fue una suerte que sus dobles voltearan al escucharlos también o pudieron haberlo visto. No se había percatado del clima, al menos no lo suficiente hasta que el trueno impulso la cortina de agua que amenazaba con mojarlos. Se apresuraron a seguir a sus otros yo y protegerse de la lluvia en el bosque, con Apolo igual de preocupado que al principio. Por fin iba a saber que había ocurrido.


Aunque no estaban muy seguros de por donde iban, el grito mas o menos se había escuchado al interior del bosque, así que sin seguir una ruta especifica empezaron a moverse entre las raíces. Pero un fogonazo de luz los detuvo en seco, enceguecidos por un momento. Casi se hubiese imaginado que podría ser otro rayo, pero el color era bastante cálido para serlo. Retomaron la marcha con mucha más rapidez, apresurándose a lo que parecía ser otro claro.


Pero cuando salieron de la espesura del bosque, se encontraron con el mismo claro del que se habían ido, y ya no había lluvia. Ahora estaba… ¿soleado? Estaba seguro de ambas cosas, solo al ver las quemaduras pequeñas que habían quedado del hechizo de Gatiux. Pero no tenía sentido, estaba seguro de que se habían movido a otra parte del bosque. ¿Se habían perdido de alguna forma? Era difícil de suponer si habían avanzado en línea recta en todo momento.


— ¿Qué clase de magia es esta? — preguntó Apolo sacando su varita, solo para recibir un enorme siseo con forma de rugido como respuesta.


Lo que parecía ser una serpiente de musgo y plantas se alzó no muy lejos de donde se encontraban, y una enorme llamarada irrumpió de la nada solo unos segundos después. Ya no tenia dudas, esa era la magia de Gatiux, pero no de la Gatiux junto a él igual de confundida, por lo que solo podía ser la otra Gatiux. Y una ráfaga de hielo le hizo confirmar lo que pensaba. Era el tipo de magia que usaría él.


— Somos nosotros, estamos luchando contra esa cosa. ¡Y en la lluvia!


Lo ultimo no tenia sentido, pero nada de la situación lo tenía. Aunque en el claro parecía que el sol había empezado a salir en el bosque seguía lloviendo. Eso no era tan raro realmente, muchos encantamientos meteorológicos podían dividir el clima en dos, aunque eran muy complicados. Tomaban tiempo, y no era que ni a su grupo ni al otro le sobrara. O tal vez sí…


— No viajamos en el tiempo, estamos en él. — soltó Apolo moviéndose un poco en dirección a la criatura, sin salir del claro.


La criatura se había vuelto a sumergir en la espesura del bosque mientras el resplandor de distintos hechizos podía observarse desde donde estaban. Sus otros yo estaban luchando con todo lo que tenían, por la cantidad de poder mágico que parecía emanar de entre los árboles.


— No fue el giratiempo, es el bosque — mustió dando otro paso. — Cuando luchábamos contra esa cosa estaba lloviendo, pero cuando nos desmayemos y pase el tiempo saldrá el sol.


Levanto el dedo al aire, mientras intentaba ayudarse a hilar las ideas. Entonces algo extraño ocurrió, la misma llamarada parecía venir de dos lugares distintos. Y toda la magia era distinta, pero el fuego que lanzaron contra la criatura parecía provenir de dos lugares distintos, a pesar de ser idéntico. Era lo que necesitaba para confirmar lo que había venido pensando.


— Las personas que gritaron, fuimos nosotros mismos. Nosotros mismos pedimos ayuda y nos estamos ayudando en este momento.


Era difícil mantener la calma, pero estaba seguro que el grito que había escuchado había sido su propia voz. No había querido decirlo en voz alta pero ahora estaba claro que no se lo había imaginado. No sabia donde estaba o por que estaban ocurriendo esas cosas, pero la pregunta salto de sus labios sin siquiera pensarlo.


— ¿Nos ayudamos?


Miro alternativamente a Gatiux y a Dorothy. En solo una clase (o dos… o tres) podía ver claramente que pasaba por sus mentes. Si de Gatiux dependiera saltaría a la acción para combatir a la bestia y Dorothy, gracias a los Dioses, elegiría ser más prudente y racional con la situación.


La forma de ser de Apolo iba más con la de Dorothy, tomarse el tiempo de analizar las cosas. Pero le preocupaba que apoyar a la persona equivocada condujera a algún error, y escucharse a sí mismo y a otras personas en peligro activaba otra parte de él. Una que le pedía hacer algo para solucionar el problema. Algo malo estaba ocurriendo en ese bosque, y necesitaban resolverlo… pero ¿cómo?




@Gatiux


Tal vez la forma de ver de Gatiux diera con la respuesta. Si entraba en batalla y Apolo la ayudaba también lo haría Dorothy. Y ya no habría seis personas luchando contra la bestia, si no nueve. Podrían ganar, pero ¿sería la cantidad de gente que se necesitaba? ¿Y si ya habían tomado esta decisión, y perder les había costado todo ese problema?


Tal vez la criatura los había vencido cuando solo eran tres, así que ahora había seis de ellos luchando contra ella. Si se sumaban ellos tres y perdían, habría nueve versiones en distintas etapas temporales deambulando por el bosque. Lo que significaba que quedarían atrapados… para siempre. Cuando lo pensaba así, la única alternativa era esperar, ¿pero sería capaz Gatiux de simplemente observar y no resolver la situación ella misma?






Tal vez la forma de ver de Dorothy diera con la respuesta. Si entre los dos persuadían a Gatiux de mantenerse en el claro lejos de la batalla podrían mantener el hilo temporal que parecía estarse tejiendo, y al encontrar una salida de la situación sus otras versiones también lo harían a su debido tiempo. Porque estaba claro que lanzarse a pelear no parecía haber funcionado las primeras dos veces.


Tenían que enfocar sus energías en resolver la situación, pero quizá la mejor forma era derrotando a la criatura que parecía estar controlando el tiempo. Si no se les ocurría otra respuesta a lo que estaba pasando no les quedaría otra que enfrentar a la bestia y ver como les iba desde ahí, pero, ¿sería capaz Dorothy de encontrar una mejor alternativa a lo que estaba ocurriendo?

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Los ojos amarillos de Gatiux se alzaron hacia el cielo cuando una gota de lluvia cayó sobre la punta de su nariz. Parpadeó un par de veces mientras observaba el resto de nubes que les rodeaban. El cielo ennegrecido presagiaba una buena tormenta en un futuro no muy lejano. Y ella no había traído un buen paraguas que la resguardase, o sí, solía llevar de todo en su ¿bolso?

 

Se llevó una mano a la cadera y lo encontró casi hacia la espalda. Su bolso mágico. Tenía que haberlo recordado, o al menos haber observado que la otra Gatiux lo llevaba consigo mientras atendía a medias lo que decía Apolo. Cuando las charlas entraban en demasiado detalle solía perder el interés sobre lo que le estaban intentando enseñar. Los profesores entraban en teorías complicadas para demostrar su conocimiento en la materia y ella desconectaba. Podría ser peor, por lo menos se abstenía de bostezar.

 

Siguió a la carrera a sus otras versiones, y a los otros dos que estaban tan sucios como ella. No hablaba demasiado porque sabía que ella misma podía volverse en cualquier momento, tenía el oído tan fino como un gato, probablemente les había escuchado con tanto aspaviento de Apolo y estaba atenta con cierta cautela, sin fiarse del todo de sus sentidos, sin alarmar el resto. Sí, ella actuaría de ese modo.

 

Sin embargo su cabeza no dejaba de darle vueltas al mismo tema. El tema del tiempo era algo complejo, por eso se habían destruído tantos giratiempos, convirtiéndolos en artefactos raros y únicos. La gente podía quedar atrapada consigo misma en un bucle temporal, o volverse loca y matarse entre ellos mismos si veían a sus dobles, todo ese tema estaba escrito en muchos libros en los que describían el uso de giratiempos sin control en una época donde las leyes eran mucho más laxas.

 

Apolo les preguntaba si debían ayudarse a ellos mismos para vencer a la enorme serpiente de musgo contra las que luchaban ellos mismos. Gatiux había decidido atacarla con fuego, estaba en su interior destructivo. Lo arrasaría todo mientras miraba con un halo de superioridad cómo calcinaba el bosque entero. Sin un parpadeo.

 

- ¿No lo entiendes? Ya ha pasado. Da igual lo que hagamos para ayudar a los otros, porque eso causará el salto al pasado. -le dijo a Apolo- Tanto si lo haces para impedir que pase como si actuas. Estamos atrapados en un bucle. A menos que te impidas a ti mismo o a ella saltar al pasado cuando tengais la idea.

 

No parecía muy propio de ella arreglar las cosas volviendo hacia atrás para impedirse actuar. Ella era más de arreglar desde el punto donde todo estaba roto. Así que supuso que serían Apolo o Dorothy los de la idea de saltar hacia atrás para impedir "algo", no sabía todavía el qué.

 

Se oyó a si misma gritar. Qué sentimiento extraño es el verte a ti misma mientras eres atacada por algo de poder incierto. Se debatía entre actuar con cabeza o por instinto, o quizás un poco de ambas. Sí, tal vez una combinación era mejor opción. Gatiux sabía que a ella misma no le volaría la cabeza si se encontraba a sí misma, pero tal vez a los otros dos sí, por lo que no podía aparecer con su aspecto habitual. Miró a sus acompañantes con cierto nerviosismo.

 

- Tengo algo de multijugos en el bolso. -dijo- Sólo para emergencias.

 

Sacó un frasco opaco metálico de entre las cosas del bolso. Se lo tomó y volvió a guardar en el bolso la botellita. Hizo una mueca mientras tragaba la desagradable sustancia mientras se encogía sobre sí misma. Tenía la varita en la mano y su ropa cambió a algo muy holgado. Después comenzó a cambiar todo sus facciones, incluso la complexión. Ya no era aquella bella banshee de exóticos colores y bellas curvas. Se estaba transformando en un hombre corpulento, fuerte, con barba de cabello cobrizo y ojos azules. Una copia perfecta de Orión Yaxley. Le sonrió a los otros dos levemente mientras los miraba desde arriba. Comenzaba la nueva función.

 

Salió de entre los arbustos, jadeando como si hubiera corrido una maratón.

 

- ¡Gatiux! -se llamó a sí misma con la voz grave de Orión- ¡Te he estado buscando por todas partes!

 

Corrió hacia donde estaba ella misma, confundida y al mismo tiempo aliviada por ver a su prometido. No importaba la situación, siempre sonreía como una i.diota al ver al hombre. Le causó gracia en su interior verse a sí misma sonreir de aquel modo.

 

(Así que este es el aspecto que tengo cuando le miro...)

 

- ¿Orión? ¿Qué haces aquí? Bueno, supongo que luego me lo contarás. -miró a Dorothy y a Apolo, luego bajó la voz- ¿Crees que puedes echarnos una mano? Supongo que esto te gustará, vas a poder quemar cosas.

 

Juntos comenzaron a quemar a la serpiente de musgo. Las llamaradas arrasaban con todo. Era un poder de fuego impresionante, qie también comenzó a llevarse el bosque que le rodeaba, poco a poco las llamas tomarían el control de todo, y arderían hectareas de árboles antes de que la lluvia pudiera apagar todo aquello. Una columna de humo negro empezó a subir. La serpiente gimió mientras se consumía...

«I'm a villain, and villains don't get happy endings.»
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Dorothy miraba de reojo cada cierto tiempo a Gatiux. Su último comentario la había dejado alarmada y le había hecho preguntarse si era ella la causa del problema. Desde pequeña había aprendido que los problemas se arrancaban desde la raíz, porque si no se repetían, una y otra vez… Acarició el giratiempo en su bolsillo, consolándose con la idea de que quizás todo eso no era su culpa.

 

Mientras tanto los tres seguían en su misión de seguir a las otras tres identidades falsas —o no tan falsas—. Era difícil distinguir a los figuras bajo el manto de la lluvia; le piso cada vez se volvía más lo lodosos, y sus ropas se iban pegando a la piel. A Dorothy le molestaba aquella sensación.

 

Estaban cada vez más sumergidos en el interior del bosque, pero de pronto algo extraño sucedió: un rayo de luz clara los deslumbró a los tres y, aunque siguieron su camino, fueron a dar en el mismo claro en donde habían despertado. Lo más extraño de todo era que ya no llovía, todo lo contrario, el sol brillaba desde lo más alto, incluso parecía sonreírles. Dorothy resopló para sus adentros a causa de la ironía del sol.

 

—Fue ese rayo blanco que vimos…,¿de dónde ha venido? —respondió ante la pregunta de Apolo, haciendo grandes esfuerzos para ocultar su ansiedad.

 

Una serpiente con una textura que parecida a la de musgo se elevó no muy lejos de ellos. La criatura se movía de forma zigzagueante, y emitía los mismos sonidos que una serpiente real. Dorothy se tomó unos segundos para admirar la anomalía de la bestia que amenazaba, luego se asustó. En el claro hacia sol, fuera de él llovía.

 

Le costó mucho entender la explicación que daba el mago, en su mente solo reinaban las palabras de que no había sido el giratiempo. Veía varios rayos de distintos colores ir y venir desde el interior del bosque, eran de ellos, así como los gritos y todo lo demás. Volvió a observar a Gatiux, ¿cómo no podía estar preocupada? Un instante después se sorprendió al oírla hablar. Era cierto lo que decía, no había ningún sentido en ayudar

 

—Estaríamos corriendo en círculos y sería un eterno retorno. Tenemos que pensar: ¿qué otra cosa haríamos? Ayudarnos es parte de nuestro instinto, pero si vamos más allá…

 

Y empezó a reflexionar en cómo los humanos tropezaban una y otra vez con los mismos problemas, tal-vez siempre había sido más fácil actuar antes de pensar. Eran todos, incluyéndose, esclavos de sus impulsos. Y se vio a sí misma y a sus dos compañeros dejando pasar los días, semanas y meses en la misma situación. Convirtiendo su agonía en vicio y delatándose con la seguridad de la incertidumbre que llegaría.

 

Gatiux sacó una poción multijugos que tenía en su bolso y se escondió tras los arbustos. Minutos después vio salir a un hombre alto, de ojos claros y gran musculatura. Se trataba de la pareja de Gatiux. Tanto Gatiux con la figura de hombre como la otra Gatiux empezaron a incendiar a la serpiente de musgo y pronto todos los árboles y arbustos a su alrededor se empezaron a incendiar. Habían hecho algo distinto, le habían dado otro giro al círculo en el cual se encontraban inmersos. Solo que ahora sí morirían…

 

—¿Recuerdan el rayo blanco que vimos justo antes de volver al claro? Quizás esa será la clave… Hay que correr hasta ese punto donde lo vimos e impedir que la persona o cosa que lo lanzó lo haga otra vez—sus palabras salían entrecortadas.

 

El humo le entraba a los pulmones y le hacía toser. Quizás con algunos hechizos podrían controlar el fuego, pero debían apresurarse y terminar con todo aquello de una vez por todas.

 

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