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Libro de la Sangre XXXI


Sagitas E. Potter Blue
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Eso ha llamado mi atención... ¿Como morirían exactamente? comento mientras se frotaba la barbilla.

Casi automáticamente su mente se enfoco en el pensamiento de <curación>, mientras sentía como nuevamente sus tejidos se entrelazaban, cicatrizando la herida de su muñeca. Habia que agradecerle al amuleto que llevaba encima todo el tiempo, pues era realmente útil para casos como aquel. Luego, su rostro pinto una sonrisa hacia la mujer de pelo violeta, y se movió hacia un costado para esperar al siguiente y ver como las cosas surgían. Esperaba que no se la profesora no notara que se había sanado, quizás no era parte de la clase el hacerlo.

Sabia perfectamente la condición de su hermano, la sangre podría causar un gran descontrol... Aun recordaba cuando Patricia humedeció sus labios con la misma sangre y beso los labios carmín del Triviani, junto a las escaleras negras de marmol perfectamente cortado en el salón del Castillo. A veces temía pensar que Patricia estuviera enamorada del rubio... Anne, su cuñada lo mataría sin dudarlo. -suspiro- de todos modos sera divertido ver como se descontrola... Matthew sonrió desde la tenue sombra donde estaba parado, a pocos metros de la profesora.

Su mirada verdosa se poso sobre su tía, cuando termino Jeremy de hacer su juramento él se acerco hacia ellos y guardo silencio un minuto, para que pesaran en las implicaciones, riesgos, pro y contras de seguir adelante. Observo el cuelo tiempo suficiente como para ver que el sol se posaba en el punto exacto y se abría aquel extraño lugar.

Nadie morirá hoy, al menos eso nos hace creer la profesora... ¿Confían en ella? murmuro La verdad, creo que nos dara de ofrenda a los dragones, que su cara bonita no los engañe. añadió.

Se había hecho toda una conspiración en su mente, pero a decir verdad, no sabían con exactitud cual era el beneficio de ver a los dragones, la mutilación de su propio cuerpo y la sangre... Si, le gustaban esas cosas y eran combinaciones perfectas para él. Pero no sabia si quería ser devorado por uno.

Luego de unos pocos minutos de caminata, después del traslador, claro, habían llegado a el área de la reserva donde se encontraban las míticas criaturas... Se detuvo un momento y observo a su alrededor algo sorprendido; era espectacular como podían burlar a los funcionarios del departamento de criaturas, nadie estaba controlando... Y, a decir verdad, una de sus "hermanas", hizo una seña con sus manos y las palabras en su mente, para recalcarse lo ridículo que parecía. Era la directora...

Triviani levanto la mano Conozco los poderes que el libro nos ofrece... Pero... dudo ¿El hechizo no hace que la suerte del otro sea nefasta? ¿Como ayudaría una maldición a que todos pasemos...? agrego.

Lo pensó por un momento, y apretó a Frida con fuerza... ¿Y si utilizaban al hombre de sombrero amarillo? sacrificar a uno por el bien mayor... No espero respuesta de su profesora, quizás desaprobara la opción, pero eran dos personas que para el gitano significaban mucho; aun que no lo demostrara y muchas veces quisiera matar a su hermano. Demostró su verdadera naturaleza y tomo al hombre del sombrero del cuello, haciendo que el mismo cayera al suelo y se llenara de lodo, Matthew arrugo la boca y apunto pensando en <Maldición>

La maldición que el mago acababa de lanzar haría que cualquier cosa que estuviera pensando le saliera en su totalidad mal, Bayzard lo lanzo a los dragones y espero que corriera como una distracción o aun mejor, lo mataran para darles tiempo a ellos de poder seguir con la clase, sin complicaciones, por ahora.

Si le dicen a alguien que les dije que los quiero, los matare. amenazo.
Nunca había dicho que los quería Bueno, ahora lo saben. se puso entre medio de ambos y los tomo del brazo, como si estuviera buscando refugio en ellos...

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Entre la multitud, abarrotada de turistas y gente que tenía como objetivo pasar un día de entretenimiento y esparcimiento, la morocha pudo divisar a la persona que los había reunido allí. Tenía un extraño color de cabello, de tonos violáceos que Avril había visto solo en una persona y agitaba un pañuelo para que vayamos a ella ¿No estaba siendo demasiado obvia?

 

Sin embargo la Malfoy se acercó al grupo que comenzaba a congregarse y pudo escucharlos charlar entre sí. Levantó la mano haciéndole una especie de saludo a una joven, que había sido la única en reparar en que ella tenía el ridículo pañuelo amarillo en la cabeza. Con la misma mano con la que saludó se apresuró a quitárselo, ya que tendría que haber sido correctamente divisada.

 

Se ubicó última, mientras la profesora hablaba. Asintió cuando preguntó si habían leído el libro mintiendo, la verdad era que no había tenido el tiempo de ojearlo, ya que apenas lo compró la convocaron para la clase del mismo, pero lo que realmente la desconcertó fue que la mujer les pidió hacer. Un juramento de sangre.

 

La morena se pasó una mano por el cabello acomodándolo como hacía cada vez que se ponía un tanto nerviosa. ¿Por qué debían de comprometerse de tal manera? ¿Qué era lo que habrían de hacer que no podían contar? Vio que todos lo hacían, sin reticencia. Sería parte de la clase, supuso. De cualquier manera levantó ambos hombros, y aún en silencio, tomó la daga y se rasgó medio centímetro de piel, en su muñeca.

 

-Prometo eh…no decir nada a nadie de esta clase. Estem…nunca. Ni por voluntad propia ni obligada…ajam.- le pareció súper extraño pero de cualquier manera, estaba allí para aprender.

 

Aparte hablaban de dragones. Eso era suficiente para convencer a Avril de todo.

 

Luego, y con mucho más sentido, explicó los efectos de la daga y del pequeño ritual que habían realizado, contó como la misma los conectaría unos con otros y si, la estrategia era buena.

 

Sin embargo, la dama de negro entendía cada vez menos el objetivo de la profesora. Sus compañeros parecían muy apegados unos a otros, esa sería una ventaja para el grupo entero pero…aún no comprendía cómo aprenderían a usar los hechizos del libro si no podían atacarse los unos con los otros, es decir ¿Cómo practicarían hechizos?

 

Uno de ellos arremetió contra el otro…-Pero…- murmuró la pelinegra sin que nadie pudiera escucharla. – Si todos estamos conectados, correremos todos su misma suerte ¿O no?- dejó la pregunta en el aire dudosa de todo. Al menos ya estaban allí, nada le impediría escapar en el peor de los casos, si es que no aclaraban los tantos.

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Aunque su ataque de sed estaba bajo control, Jeremy no podía dejar de mirar las heridas en las manos con evidente avidez. Eran un imán para sus sentidos. Matthew había hecho bien en curarse, lo que llevó al mago a imitar a su hermano pero usando un “Episkey” mental para cerrar el leve daño que le habían hecho con la daga. Era algo tan sencillo que ahora los unía a la misma suerte. Buena y mala.

 

-Nadie morirá, Maida. De otra forma nos enterraran a todos juntos si algo ocurriera -Comentó a la chica tomando su mano de improvisto y dándole un apretón tranquilizador.

 

El Triviani soltó a la Yaxley y se dispuso a escuchar las palabras de Sagitas con mucha atención. No quería perderse ni una sola lección de cómo utilizar el poder que encerraba aquel conjunto de páginas que conformaban ese libro. A simple vista ya le parecía muy beneficioso para utilizarlo en ocasiones personales.

 

-¿Hasta qué grado estamos conectados? ¿Solo mediante el dolor en defensa o ataque? ¿O se pueden compartir otros sentimientos como el placer, la furia o la sed de venganza? -Preguntó a su vez, detrás de Matthew, mientras llegaban a la parte que debian de ingresar a los prohibidos terrenos de los dragones.

 

Mientras otra pregunta flotaba en la clase, el vampiro se guardó el libro en el monedero de Moke dentro del bolsillo de sus jogging y se preparó para la acción. Que el hombre de sombrero amarillo no supiera la respuesta le trajo nuevamente una mala espina. ¿No había tenido ni la decencia de ojear el libro?

 

-Ese hechizo hace que a tu oponente le salga mal cualquier hechizo verbal que quiera lanzarte -Respondió con voz queda. ¿Era realmente así? ¿O debería volver a cursar Duelo Básico? Cosa también bastante probable. Los duelos y él solían llevarse muy mal.

 

La declaración de cariño de su hermano, le provocó una carcajada que no se guardó. ¿Sería real? Matthew no era de decir esas cosas a menos que le conviniera. ¿Se había enterado del nuevo nombramiento a patriarcado en la familia? Era lo único que el vampiro podía pensar que justificara tremenda confesión en público.

 

-También te quiero Matt, ¿Nos damos un abrazo para sellar nuestro amor fraternal? -Le preguntó con una sonrisa de burla. Aunque Jeremy realmente quería a ese ser con dos personalidades. Cuando sintió que le tomaba el brazo, se tomó un segundo en darle una palmada en la espalda. No lo abandonaría, estaba claro.

 

Si debían morir, lo harían todos. Cruzó el límite del enorme sector de los dragones y ayudó a pasar a los demás. No es que fuera muy amable, sino que si los ayudaba a pasar, seguramente caminarían delante de él como un pequeño muro protector. Todo pintaba como que el mago de sombrero amarillo, sería el primero en provocarles dolor a todos.

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Tenía prisa, por supuesto. Estábamos en una zona restringida y, aunque yo había practicado varias veces la excusa que había preparado por si nos pillaban, sobre la clase de la Universidad y que no sabía que teníamos que tener un permiso expreso para visitar esa zona, era muy consciente que no iba a cuajar. Pero nada que una sonrisa amable no pueda diblar...

-- ¿Cómo moriría quién...? -- respondí con una pregunta a la misma que había formulado uno de los alumnos. Estaba tan ida mirando a los lados que no había prestado mucha atención. Mala profa, sin duda... Aunque él no ayudaba, parecía más dedicado a hablar con los otros que atenderme. Hice un leve movimiento de hombros y murmuré un "Allá él... Si prefiere que los dragones se lo zampen..."

La otra muchacha hizo una pregunta interesante sobre la daga y sonreí.

-- Interesante pregunta, señorita... -- Apelé a mi memoria y fruncí un poco el ceño antes de recordar su nombre. Una Malfoy. -- Avril. Han de ser muy precisos en lo que juran o en lo que hacen jurar. Es importante pensar bien en la frase que utilicen para ello. La Daga tiene dos formas de acción, como dije antes, Proteger o Dañar. Si usas la frase "Immolo ad Protegendum" significa que el dueño de la daga se sacrifica para proteger a alguien; si usa el "Immolo oppugnare" el dueño se sacrifica para agredir. ¿Sufrirá el mismo daño? Pues sí, pero podemos curarnos y, tal vez, el agredido no pueda hacerlo, así que algo ganamos, ¿no?

Jeremy también hizo una pregunta interesante, a la que respondí rápidamente. A lo lejos, varias sombras de dragones sobrevolaban nuestro espacio. Esperaba que no nos confundieran con borregitos y quisieras comernos. Me alejé unos pasos de ellos para otear el horizonte. Desde allá veía el nido de huevos que habían dejado en el centro de aquella especie de pradera. Era algo irregular, más larga que ancha (unos 100 metros X 55 metros), con la cesta en el medio justo, al lado de un pequeño montícul0 de rocas de tamaño medio. El suelo estaba plagado de hierba y matojos que impedían un movimiento rápido. Se había de tener cuidado con los animales que ocultaban y que podían ser más molestos que peligrosos, impidiendo el avance. No había árboles. Allá, la vista de los dragones permitía verles a todos sin encontrar un lugar donde esconderse. Malamente...

-- Se comparte el dolor y el sufrimiento. El resto de sentimientos no se pegan con el uso de la Daga. Y sí, la Maldición atrae mala suerte a quien la diriges y hará que el siguiente hechizo o invocación que haga no pueda ser bien pronunciado, con lo que no tendrá ningún efecto.

Uno de los dragones se lanzó en picado, mandando un chorro de fuego hacia nosotros. Hice un hechizo de un libro superior que me rodeó e impidió que me achicharrara.

-- Bien, ahora la parte práctica divertida. En grupo de dos, os dejo elegir entre vosotros. Tenéis tiempo delimitado para enfrentaros usando los hechizos del libro, aunque también podéis usar los de graduados y los libros hasta el presente. Sólo uno de cada grupo puede ganar, que será el que me traiga uno de los huevos. Hay que tener cuidado con los dragones porque los defienden con mucho ahínco. Quién me traiga un huevo de dragón, ganará mi amor eterno y el aprobado del Libro.


Normas de los duelos:

  • Serán dos contrincantes, a vuestra elección, ( @Matthew Triviani, @Jeremy Askar Triviani, @Avril Malfoy y @Maida I. Yaxley ).
  • Tenéis 48 horas para empezar el duelo con la pareja elegida, que debe estar bien señalada en el texto. Leer bien los roles de vuestros compañeros porque seréis cuatro a la vez en el mismo topic.
  • A las 24 horas sin respuesta, se considerará impactado el ataque del contrario.
  • A las 48 horas sin respuesta, se considerará abandono y reprobación de la prueba.
  • Habrá el comodín del HombreDelGorroAmarillo para que todos puedan duelear si no hubiera contestación del otro miembro.
  • Cada cuatro turnos os atacará un dragón con fuego que deberéis evitar o estaréis heridos y tendréis que curaros de alguna manera, consumiendo una acción. Atención, defenderse del dragón no consume acción; no defenderse obligará a un hechizo de sanación que SÍ consumirá acción.
  • Los duelos se harán en este topic, siguiendo la línea de rol marcada. Se cerrará el topic dentro de una semana.
  • Lamento la segunda notificación pero quería matizar algo, por lo que edito: ganar el duelo no es lo importante, sino saber usar los hechizos y seguir el rol de que buscáis los huevos. Ganar o perder no es importante, lo será para aprobar el saber seguir el rol dentro del duelo y saber aplicar la teoría de los hechizos del libro dentro del duelo.
Editado por Sagitas E. Potter Blue

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¿Estas preparada? pregunto Matthew, a la mujer de rostro porcelana, Maida.

 

 

La mujer que posaba a un costado a él, de cabello castaño y estatura promedio, ojos profundamente azules con una tez de color palida con un leve enrojecimiento en sus mejillas. Sus delgados labios siempre mantenían una seriedad que era difícil de descifrar, incluso en momentos como este.

 

Triviani movió su capa con la mano, dando unos cuantos pasos hacia el costado, alejándose de los brazos que afectuosamente él estaba arraigado y se paro más o menos a unos cuatro metros de distancia, y a escasos metros también de donde los dragones estaban. Las indicaciones de la profesora habían sido claras, debían rescatar el huevo de un dragón y por lo pronto, parecía que eso no estaba muy lejos de suceder, claro, de pelear con un dragón... Estaban invadiendo su habitad, lo poco que podría pasar es que una de esas bestias los quemara vivos.

 

Hubiera preferido que las cosas fueran diferentes, enfrentándose a otra persona, pero estaba claro que aquello iba a ser un enfrentamiento entre familiares, quizá para mayor disfrute de los espectadores, pero siempre es más interesante ver a gente cercana teniendo que luchar entre sí. Mientras Maida terminaba de colocarse en su posición, el atardecer se hacia presente. El sol entonaba colores desde el dorado hasta el naranja, haciéndose presente con una pequeña penumbra, haciéndose presente tras el claro día. Las vayas de madera cobraron estos mismos colores al reflejarse la luz sobre la luz de las maderas marrones, como si de un espejo se tratara.

 

Dibujo una sonrisa torcida bajo la indiferente mirada de los demás, como era de esperar ella también parecía ser hábil con la varita, y la verdad es que no esperaba menos de ella. De pronto el parecía ser como si la reserva cobrara vida, los arboles empezaron a sacudirse y los pájaros volaron de la copa de ellos, como si un viento los azotara o peor, algo los hubiera espantado.

 

La daga se invoco, en la mano izquierda del gitano, levanto la varita y solamente pensó; Maldición. Mantuvo su frenética sonrisa previa al inicio. Aquel ataque produciría que el próximo hechizo de la Búlgara sufriera un efecto de mala suerte, siendo la versión más ridícula, que lo que fuera que estuviera por lanzarle.

 

Froto sus dedos con Frida en mano, todos los amuletos del libro anterior se hicieron visibles a los ojos de todos los presentes, y eso le daba un poco más de seguridad al gitano, al menos un poco, los dragones seguían dejando inquieto al muchacho y sabia que pronto lo peor estaba por venir...

 

 

 

 

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El vampiro esperaba que nadie se quedara sin trabajo por la ilegalidad que estaban cometiendo al pasar a una zona restringida. En realidad no es que le preocupara mucho su puesto laboral porque no era la gran cosa, pero si le importaba el riesgo al cual estaba poniendo a su vida. Aún no había hecho todo lo que quería en aquella existencia. Y era mucho. Muchísimo.

 

-Fue un gusto ser tu alumno, Sagitas. Intenta consolar a Anne si me matan o si sirvo de alimento para un dragón ¿Vale? -Le dijo a la profesora con un movimiento de cabeza a modo de saludo, mientras caminaba para tomar su puesto, cinco metros delante de donde Avril se colocó para el duelo.

 

No conocía a su oponente de ningún lado. Jamás se la había cruzado por ninguno de los sitios de Diagon, ni en alguna de las reuniones de mortios. Aunque debía confesar que tampoco conocía a todos sus compañeros de bando. Ex compañeros, ahora. Se intentó concentrar en el enfrentamiento, recordando todo los hechizos y los poderes que había adquirido con los tres libros que ya tenía. Esperaba que le fuera bien.

 

Observó la figura de Avril envuelta en pantalones y musculosa negra. Era bastante alta. No podía determinar la edad que tenía la mujer, notaba la condición vampírica que compartían, la cual podía ampliar su edad de 30 a más de mil. Sin embargo no se desanimó. Eso no precisamente significaba que tuviera más experiencia que él en duelos. ¿No?

 

La daga del sacrificio apareció en la mano opuesta a la que sostenía la varita. Tenía que recordar que aquel duelo no era a muerte, sino para probar las lecciones adquiridas minutos antes, por lo que junto valor.

 

-¡Immolo Opugnare! -Grito cortando su cuello de forma salvaje seccionando al paso del filo piel, carne y venas principales.

 

La sangre no tardó ni dos segundos en brotar de su garganta para mancharle el pecho como un río desbordado. Pudo ver el corte perfecto y profundo como el que tenía el Triviani, en el cuello de la Malfoy. La sangre que escapaba de las venas cortadas en el cuerpo de la mujer, empaparon el arenoso suelo. ¿Eso atraería a los dragones? Sus cuerpos estaban desangrándose y la sed de sangre empezó a renacer dentro del dañado cuerpo.

 

El vampiro apretó el corte antes de pensar “Curación” y empezar a sentir que sanaba la mortal herida. Si hubiera tardado unos minutos más, hubiera estado en serios problemas.

 

@@Avril Malfoy

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El aire creaba pequeños remolinos con las partículas de tierra del suelo, iban y venían, su capa negra azabache sondeaba al ritmo de el también, su castaño cabello se alborotaba un poco por los costados dejando sueltos aquellos cabellos rebeldes sobre su frente, que le daban algún toque más radical a su apariencia. Matt solamente dio un soplido para quitarlos de ahí, le molestaban.

No hizo más que mover la mano resignado, aquella con cual sostenía la Daga con un mango de cuero perfectamente ajustado a la mano de Triviani, conocía aquella parte del plan como la palma de su mano, ahora cada uno debía tomar una decisión difícil, pero no mortal, al menos eso creía... Esperaba que luego de hacer esto ella pudiera curar y que su padre no lo regañara por la tentativa de homicidio hacia su tía favorita.

No había despegado su mirada de Maida en ningún momento, sus ojos azules se mantenían con la misma calma que siempre, parecía ser un pequeño muggle listo para ser la cena de Aragog, la gélida mirada del gitano era cada vez más apagada, no sabia si disfrutaría al máximo hacer eso con ella, después de todo el cariño que tenia para con ella era demasiado fuerte...

Immolo oppugnare dijo con voz clara levantando el mentón, mientras su carótida era abierta con un perfecto y limpio corte de su daga, un chorro de sangre salio disparado hasta los pies de la Búlgara, y segundos después, la misma herida se abrió en su cuello haciendo que comenzara a desangrarse y tuviera que curarse con raudo.

La visión de Matthew había comenzado a verse algo distorsionada por la reciente cantidad de sangre perdida, logro ver hacia un costado una cabellera rubia, parecía ser su hermano pero aun no estaba seguro... Penso en un Curación, aquel hechizo que había aprendido con el Libro de la Fortaleza y su cuello comenzó a sanar, pero la perdida de sangre fue algo que lo dejo un poco exhausto, pero no por eso bajo su guardia.



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La verdad es que a pesar de los años, y sobretodo de las circunstancias, la esencia de la Yaxley no cambiaba del todo. Sabía que la intención de Jeremy había sido cambiarla y conociendo de antemano que era pareja de la querida Anne, no podía sino pensar positivamente acerca del otrora mortífago, pero aquel toque la había paralizado. Bien sabía ella porque había vuelto la antigua fobia masculina que la aquejaba, sin embargo, estando cerca de su sobrino, no pensó que sentirse tan paralizada, como sucedió. Carraspeó unos segundos dándose cuenta que había sido básicamente arrastrada por dónde iban todos, agradeció en la interna que finalmente se quedara sola con Matthew, aunque eso significara enfrentarse a él.

 

Se resignó, esas cosas siempre terminaban igual, parecía haber cierta manía con los profesores de contrastar los beneficios del Libro, con los deseos y más íntimos secretos. No iba a intentar matar a su sobrino, antes, prefería quedarse a solas con cualquier completo desconocido y sin varita. Además, estaban en un reserva mágica que parecía estar cuidada por el aire, o por agentes demasiado distraídos, seguramente las posibilidades de morir se ampliarían más en cualquier momento.

 

¿Preparada? —casi se rió a carcajadas, si tan sólo él pudiera ver su mente, volvió a aclararse la garganta— Si, si claro.

 

Vamos a decir que el ojo izquierdo miraba a su alrededor y con el derecho miraba al hijo de su primo. Pensó en un Salvaguarda mágica, así al menos estaría a resguardo de aquello que quisiera atacarla al comienzo. Aunque para ser honestos, algo sintió ella que iba mal y tuvo que tambalearse un poco, reconociendo más el sonido de sus cadenas y anillos chocando entre sí que la seguridad que solía darle el hechizo de protección. Chasqueó la lengua intentando averiguar el motivo.

 

Volvió a conjurar su dada del sacrificio y contrario a lo que pudiera pensarse en una situación así sonreía mientras se cortó el brazo derecho.

 

Immolo ad protegendum —dijo en voz alta, pero rápidamente, y apretando los dientes.

 

Conociendo sus habilidades con la varita, era lo máximo que podía hacer por proteger a su sobrino ante el posible ataque de algún animal mágico o cualquier situación.

 

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Matthew abrió los ojos como un plato, estaba realmente sorprendido por el actuar de la Yaxley, las nubes empezaron a tornarse de colores oscuros de gris, azul y negro... Amenazaba con una pequeña tormenta. Revoleo los ojos al imaginar lo que seria enfrentarse a un dragón con una tormenta en el medio. ¿Dragón? si, había observado segundos antes con el rabillo del ojo a la profesora, quien se había cubierto con algún hechizo de las llamas de aquel prominente ser que bajaba por las colinas en su dirección.

 

No tenia muchas opciones, las palabras de la Búlgara hicieron que se quedara sin habla por uno segundos, se había sacrificado para protegerlo, a ser sinceros nunca pensó que una persona podría hacer eso por él... Sabia que estaban en un duelo de por medio, pero a su vez prefirió tener una pequeña ventaja y aceptar la ayuda que ella le había ofrecido. Seguramente la terminaría utilizando para su beneficio, la quería, pero su manera de ver las cosas era totalmente retorcida y extraña.

 

De su capa negra azabache, pequeñas plumas empezaron a aparecer como por arte de magia (?) y se volvieron rozadas, por lo que ladeo su cabeza y miro a su hermano; ¿Recuerdas este hermoso tapado? al que tu maldita gallina esquelética ataco. gruño como un ornitorrinco.

 

Devolvió sus gélidos ojos a Maida, mayormente conocida como La Muchacha de Porcelana, según el. Aun cargaba con la daga del sacrificio en su mano izquierda, levanto el brazo derecho con Frida en la palma de su mano, y recito un pequeño fragmento de algo que había recordado... Me sacrifico para dañar Immolo oppugnare generando un pequeño corte limpio, un poco superficial a decir verdad, sobre su brazo derecho, haciendo que a Maida le sucediera lo mismo y ligándola a él. Lo sacudió un poco y lamió la herida para probar que tan amarga podría llegar a ser su sangre y sonrió con los labios manchados de aquel liquido escarlata.

 

Sabes que te quiero... Quizás luego podamos utilizar el dragón y quemar todo este lugar. le guiño.

 

Sectusempra vocifero Triviani, elevando su varita dando un latigazo con la diestra. Brotando de la punta de su varita un rayo color escarlata, aquel que recorrió la distancia de cuatro metros que lo separaban de Maida, buscando causarle varios cortes en a zona del pecho, surcos que expulsarían una cantidad considerable de sangre que de no evitarlo podría terminar con su vida.

 

La daga estaba inmóvil en su mano izquierda, esperando el momento justo para ser usada por el castaño contra su rival. No era el momento ideal para eso, justo porque no solo ella era su preocupación, si no el dragón que estaba cada vez mas serca, mazando entre sus dientes el fuego y venia directamente asi él.

 

 

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La danza de los dragones en el aire me estaba poniendo nerviosa, cada vez estaban más cerca y cada vez sus giros eran más agresivos. Creo que notaban que éramos extraños, seguramente no estaban acostumbrados a tener humanos cerca. Allá pocos se movían libremente, tal vez sólo uno o dos de los funcionarios de Criaturas se pasaba por allá y les dejaban volar en libertad, mientras no pasaran de su habitat e intentaran llegar a otros lugares de la Reserva.

 

Aquellos aleteos me ponían nerviosa y tenía un ojo arriba y otro abajo, media bizca, comprobando la evolución de mis alumnos. Ahora ya no me parecía tan buena idea haber hecho la clase allá aunque aún seguía pensando en aquellos magníficos huevos que se hallaban en el medio del campo. Tal vez yo... Si me decidiera... Un movimiento leve atrajo mi atención. Matthew y Maida parecían activos cuando vi que un dragón volaba más bajo de lo normal. ¡Seguro que les atacaba! Olisqueé el aire. ¡Demonios desdentados! El olor de sangre les atraía. ¡Aggg! ¿Cómo no había pensado en que el Libro de la Sangre tenía un ingrediente básico, la Sangre, algo no muy práctico en una zona llena de dragones asesinos?

 

Lo vi todo negro durante un instante hasta que me di cuenta que era un cambio climático habitual en aquella isla: del día soleado habíamos pasado a una tarde de tormenta, nubes grises casi negras invadieron el paisaje. Gruñí, eso haría que los dragones estarían mucho más nerviosos y que atacaran de un momento a otro.

 

-- Debo parar esto -- le dije al hombre del Gorro Amarillo, quien había permanecido a mi lado, sin luchar. Aún así, no me decidía... ¿Parar las prácticas de la clase? No sé... ¿Dejar allá los huevos sin llevarme ni uno siquiera...? ¡Impensable! -- ¡Oh, demonios! ¿Qué le pasó a Avril...?

 

Miré a Jeremy para que me explicará qué demonios había hecho.

 

-- ¿Es que os dije que os matarais? Ahora tendré que esconder su cuerpo para que Candela no se enfade.

 

Bueno, aquello fue lo que me impulsó a avanzar para ayudar a Avril a salir del campo de duelo y ayudar a Jeremy a sobrevivir. Cuando me había dicho que intentara consolar a Anne si él moría, no me imaginaba que fuera tan bobo de cortarse el cuello en el primer tiempo del duelo con su contrincante, cuando sólo puedes usar un hechizo al abrirlo. Corrí hacia ambos y apliqué mi Amuleto de Curación para sanar al muchacho; menos mal que lo llevaba en el cuello pues normalmente no era de muchas joyas. Pero apreté el topacio y recé unas palabras para apoyar el beneficio de aquel objeto. Después, reprimí el deseo de darle un zape por darme el susto. Los dragones estaban volando cada vez en círculos más cercanos. Estaba a un paso de la cesta de huevos. ¿Y si robaba uno y huía, dejando allá a la muchacha?

 

Un relámpago demasiado luminoso me asustó y lo tomé como un aviso.

 

-- Está bien, está bien... Me la llevo a ella...

 

Moví la varita y alcé el cuerpo de la muchacha para sacarla del campo de duelo elegido. Jeremy se quedaba allá solo. Fruncí el ceño.

 

-- Quédate tú, señor Gorro-Amarillo. Duelea con él mientras evacuo a mi alumna. Es mejor que la devuelva sana y salva a la Universidad o...

 

Me alejé cargando con ella. Gorro-Amarillo parecía algo inquieto y miraba su varita con recelo. Aún seguía sin decidirse a usarla cuando llegué a las verjas altas que separaban el terreno de la Reserva dedicada a estas criaturas voladoras. Le chillé:

 

-- ¡Por Merlín! !Lanza cualquier hechizo, lo que sea, con tal de que empiece el duelo de una vez!

 

Vale, me hizo caso.

 

-- Defodio (?)

 

¡Demonios, me hizo caso! Lanzó sin pensar un hechizo que causó una depresión en la roca central en la que estaba situada la cesta de los huevos de dragón. Me puse a gritar como una energúmena.

 

-- ¡¡Será bobo babuino!! ¡Cómo rompas un huevo...! ¡¡Te mato!!

 

¿Pero qué clase de alumnos me había tocado? ¿Éste había pasado el libro anterior...?

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