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Prueba del Libro de La Fortaleza XXIX


Dennis Delacour
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La Delacour estaba disfrutando aquel paisaje ante sus ojos, quién no sería feliz en una paradisiaca playa aunque reconocía que tal vez el hecho de que estuviera llena de criaturas tratando de atacarlos a cada momento no era la idea de un día tranquilo para sus pupilos pero esa era la manera en la que se podía aprender a usar los hechizos de un libro, con la práctica y llevando a veces a las personas a sus límites para que sepan cómo reaccionar. Incluso podía decirse que la rubia había sido suave teniendo en cuenta como ella había afrontado el aprendizaje de aquel mismo libro, recordaba que Garry y ella habían tenido que luchar por sobrevivir a muchas más cosas que sus pupilos y lo habían conseguido con éxito.

 

Ahora se encontraba junto con sus alumnos caminando hacía el centro de aquella isla plagada de sorpresas en cada lugar a donde miraran por lo cual no era bueno que bajaran la guardia pero al menos tendrían un respiro al llegar al centro de la misma. Cuando por fin salieron de entre palmeras y demás vegetación estuvieron frente a un claro de arena de playa que formaba un cuadrado de unos 15 metros de diámetro, era una zona despejada bordeada por árboles, rocas y plantas pero al menos tendrían un poco más de seguridad allí.

 

— Han avanzado en su aprendizaje conforme se esperaba y han ido aclarando dudas que fueron surgiendo en medio de los obstáculos. En este sitio podrán llevar a cabo la parte final de su curso a salvo de las criaturas que habitan la isla — al menos de la gran mayoría pensó, ya que esa zona contaba con un hechizo que repelía cualquier criatura mágica o no mágica que quisiera acercarse al lugar a menos que se le permitiera el ingreso por medio de la magia.

 

— Yo se que ustedes son capaces de lograr su objetivo y lograr vincularse con el libro de La Fortaleza, aquí no importa si ganan o pierden sino como usan lo que saben. Espero poder ver en acción lo que han aprendido — dijo a sus pupilos haciéndose hacía un lado para observar aquella prueba final del libro. Esperaba que tuvieran la confianza suficiente para enfrentar lo que debían hacer, igual ella estaría al pendiente por si su intervención era requerida.

 

*****************************************

@@Xell Vladimir Potter Black Vs @@Apolo Granger

Reglas:

 

  • Las Reglas son las mismas que para duelos
  • Pueden emplear todos los hechizos que deseen (Esto es Neutrales, Neutrales Graduados, los del Libro del Aprendiz de Brujo y los del Libro de la Fortaleza, con énfasis en este último)
  • Pasadas 24 horas, si su rival no responde, pueden crear una bestia mediante Morphos para atacarle, y los hechizos se considerarán impactados. Después de 48 horas sin respuesta se considera abandono y habrán reprobado.
  • En el tercer posteo de cada uno, van a ser atacados por un Basilisco. Deberán sortearlo rolisticamente, no se considerará como acción dentro del duelo su defensa, ni afectará los tiempos del duelo.
  • Hechizos resaltados con negritas y/o cursivas. De no hacerlo, la acción será inválida.
  • La prueba durará desde 24/04/2019 hasta el 29/04/2019. Por favor se agradece la constancia.
  • No se permiten los OFF ni tampoco la edición de posteos. Cualquier duda en el topic de consultas. Link

Editado para corregir fechas.

Editado por Dennis Delacour

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Apolo estaba aprendiendo bastante del libro, empezando por todas las amenazas que parecían salir de la nada. Casi podía apostar que las estaba realizando Dennis, pero no podía culparla. El mismo en sus clases generaba amenazas para probar a sus estudiantes, pero siempre lo había hecho en ambientes controlados y con instrucciones claras sobre que debían hacer.

El sentido auto exploratorio de la clase le hizo pensar que quizá no le estaba dando demasiado crédito a sus alumnos, ya que parecía que la clase estaba resultando bastante bien. Llevaba el libro de la fortaleza en su mano libre, mientras la otra empuñaba la varita con la que intentaba repeler cualquier próxima amenaza. Siguiendo a Dennis, escucho sus instrucciones. Aunque no lo hizo explcito, sabia que debia realizar un duelo. Conocía por los Grangers las habilidades de duelos de la Delacour, así que agradecía que su oponente fuera otra persona.

El no era muy bueno en duelos, prefería zafarse de las confrontaciones, pero estaba seguro que podría batirse por propósitos académicos. Podía usar la magia del libro para defenderse si era necesario, pero no buscaba hacerle daño a su oponente. Podía ver el escenario del duelo como un claro tranquilo en medio de un bosque playero, con suficiente espacio para maniobrar ya que no había nada más que pasto llano y arena.

Se encontraba al menos a 8 metros de su oponente, lo que debía ser suficiente para mantenerse a salvo, por lo que procuraría mantener esa distancia cada vez que pudiese. Apolo se apresuro a lanzar el primer ataque, o mas bien dicho una buena defensa a cualquier primera acción que pudiese lanzar Xell. Movió la varita sutilmente, casi como si se estuviese acomodando, mientras en su mente pensaba “salvaguarda mágica’”. Debería ser suficiente para protegerlo de cualquier ataque que le lanzaran, ya que atravesaría limpiamente su cuerpo.

La única pregunta que le quedaba era saber cuanto tenia que durar el duelo para considerar que había aprendido algo de esa clase.

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Caminaba tras Dennis preocupada por los ruidos que se oían a nuestras espaldas. Había comprobado que no era el lugar paradisíaco que había prejuzgado cuando la vi. No sé porqué había imaginado un lugar más para descansar. Aquello era una clase de un libro, no podía ser esa la idea, de tener un lugar tranquilo donde aprender. No culpaba a nuestra profesora pero ansiaba que un día pudiera gozar de una clase con paz y armonía, sin tantos sobresaltos.

 

Y sobresaltos tendríamos pues se oían los ruidos de criaturas al acecho. Eso me llenaba de desasosiego. Al menos, cuando llegamos a la zona de duelo, Dennis dijo que allá estaríamos a salvo de las criaturas que habitaban la isla, con ello consiguió que me relajara un poco. Se trataba de una zona despejada, los árboles, rocas y plantas donde pudieran esconderse, quedaba fuera del perímetro de lucha.

 

Escuché atentamente las palabras de Dennis y, tras su silencio, esperó algo más. Pero no vio más que movimiento en su compañero. Apolo se alejó hacia un lado del cuadrado de manera que nos separó una distancia prudencial. Se me daban mal las medidas pero noté que él estaba algo más adelantado de la mitad del cuadrado en el que estábamos, a 8 metros, dejándome a mí menos para el final del espacio delimitado por la arboleda. Me encogí de hombros. No me gustaba batirme en duelos y sólo quería salir de allá bien, así que era mejor empezar.

 

Apolo empezó con algo pero no sentí nada. Le observé pero tampoco vi nada en especial hasta que un rayo de luz lo atravesó como si nada, casi como si no estuviera allá, como esas imágenes que se ven reflejadas en los Patronus, que son pero no están... Al principio no supe lo que había pasado pero después recordé que era similar a lo ocurrido cuando nos atacaron aquellas criaturas de arena.

 

- ¡Has hecho un Salvaguarda! - exclamé, feliz de reconocerlo. Tal vez no era normal hablar durante los duelos pero aquel era meramente académico y se supone que estábamos allá para aprender. Reconocer un hechizo también es aprender, creo...

 

No estaba muy segura de la funcionalidad del hechizo antes de recibir un antes, al menos que fuera de protección, puesto que duraba sólo una acción y, por tanto, en cuanto dijera el siguiente hechizo, desaparecería. Pero eso me dio la idea de hacer lo mismo.

 

- Avis - un corrillo de palomas grises revolotearon al instante alrededor de mí, prestas a interceptar cualquier hechizo que pudiera alcanzarme. Era una protección que no me gustaba mucho usar. Solía asustarme cuando las aves desaparecían en el aire, si eran alcanzadas. Amaba demasiado las criaturas vivas como para dejar que sufrieran, aunque éstas fueran creadas por magia. No sabía cuantas eran, calculé deprisa que unas 10 ó 12.

 

No soy adicta a atacar a la gente. Me molesta la frialdad con las que muchos usan la varita para hacerlo. Soy sacerdotisa, amante de la vida y, aunque fuera un duelo de práctica, prefería no ser agresiva, al menos al principio de nuestro encuentro. Aquel muchacho no me había hecho nada como para lanzarle algo que le hiciera daño. Así, señalé con la varita a Apolo y le sonreí, pidiéndole perdón con mi sonrisa.

 

- Silencius - el efecto le dejaría mudo momentáneamente y limitaría un poco sus hechizos posteriores.

 

Yo sabía que el libro de la Fortaleza tenía dos hechizos nuevos que practicar, el Salvaguarda y el de Curación, éste último sólo una vez; tendría que ir con cuidado en su uso. Sin embargo, ninguno de los dos era apropiado en los inicios del duelo, mejor esperar el momento oportuno para su uso.

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No esperaba demasiado, pero le sorprendió que Xell fuera capaz de ver su estrategia. Después de todo, no había demasiados hechizos en el libro de la fortaleza que pudiesen funcionar en una batalla. Entonces, ¿qué hacer? Había tenido duelos antes, pero ninguno tan limitado como ese: por un momento hasta se le había ocurrido lanzarle el libro.


Pero no estaba seguro de que fuera legal hacer algo así; una cosa era dañar a alguien con magia dentro de los limites y luego empezaba la ejecución de propuestas más… creativas. Pero no era su plan tampoco, Xell no le había hecho nada aún. Solo había cancelado su primer golpe defendiéndose. Necesitaba deshacerse de esos pájaros antes de que se volvieran problemas, ¿pero ¿cómo?


De momento no se preocuparía de ellos, al menos mientras supiera que hacer. Se le había ocurrido una solución al mirar de reojo por un momento su libro. Y es que no era el único que tenia en su poder; su libro del aprendiz también contenía magia bastante poderosa, lo suficiente para dar vuelta las tornas del duelo. Pero nunca lo había probado antes, ¿serviría en un primer intento? Solo había una forma de descubrirlo.


Agito la varita rápidamente, y sintió una corriente de aire que lo rodeo ligeramente. Era como si el libro supiese que iba a ser utilizado, por que salió de su mochila apoyada en un tronco del claro y movió las paginas rápidamente hasta el que pensaba utilizar.


Espejo de la niebla exclamo con voz clara, sintiendo un tirón de su varita cuando brillo en un tono azulado.


El viento se hizo mas potente aun, soltando una corriente que revolvió su cabello azul e hizo que sus ojos empezaran a brillar con fuerza. Fue como si el claro se hubiese convertido en el ojo de un huracán: aunque nada pasaba junto a ellos los arboles se habían empezado a revolver. Fue como si una explosión de magia hubiese salido de su cuerpo, y luego otra más.


De pronto se sintió poderoso, como si pudiese utilizar cualquier ataque que se le ocurriese. Podía sentir la magia recorrer su cuerpo, y fuera lo que fuera que veían Dennis y Xell ya no era el mismo Apolo que había comenzado el duelo. Iba a detener aquellos pájaros, antes de que pudiese utilizarlos.


Orbis Bestiarum — musito sintiendo como su hechizo salía disparado con mas potencia que de costumbre. El anillo dorado se envolvió alrededor de uno de los pájaros, que empezó a picotear a Xell. El resto no podía ser controlados con su ataque, pero uno era todo lo que necesitaba para distraerla.


Se sentía invencible, lo suficiente para recibir el ataque de Xell para silenciarlo mientras avanzaba y comenzaba a acercarse a su oponente lentamente. Cuando estuvo a 5 metros se preparo para lanzar su siguiente ataque, que esperaba pudiese evitar que el duelo escalara a otro nivel.


Tal vez tenia mas poder, pero aún no había perdido su esencia. En su mente pensó "curación" solo para protegerse de cualquier daño residual que hubiese quedado desde ante de comenzar el duelo.

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Creo que no debiera hacer duelos. Cuando hay animales de por miedo, olvido todo y me pongo a jugar con ellos. Había lanzado una invocación con el Avis sólo como medida defensiva y, sin embargo, me había quedado embelesada con su vuelo. Me entraron tantas ganas de extender los brazos y cantar, que olvidé que enfrente tenía al joven Apolo quien, como yo, practicaba los hechizos de los libros. Me puse a jugar con las palomas grises, moviendo la varita de un lado al otro viendo como ellas se movían según mi ritmo.

 

Yo diría que fue sólo un instante, Sin embargo, la voz clara del muchacho y el brillo azulado de su varita interrumpieron mi baile con los animalitos voladores. Sentí la potencia de su hechizo y busqué mentalmente qué hacía aquel "Espejo de la Niebla" que había pronunciado de forma comprensible. Reconozco que me asusté. Supe enseguida el poder que estaba surgiendo de aquel hechizo.Supe que se venía encima un gran contraataque y que no podía hacer nada contra él.

 

Sentí miedo. No me gusta batallar pero tampoco me gusta morir; sabía que el siguiente hechizo, ya que era Equipable y, por tanto, iba a lanzar algo de gran poder, superior al que él podría usar en otras circunstancias, iba a ser temible. Esa es la sensación. Sentí temor. Es por eso que reaccioné de forma inconsciente, sin apenas pensar en qué hacía.

 

Apenas sentí sus palabras pero noté que las palomas, todas, se envolvían en un anillo dorado y me atacaban. Eran 10 ó 12 palomitas grises pero todas formaban un único ente, lo que le pasaba a una, les pasaba a todas. No estoy segura de si Apolo quiso encauzar a una con su hechizo pero todas se lanzaron contra mí.

 

Me cubrí la cara con las manos, asustada que aquellas criaturas adorables se lanzaran contra mí. No sé bien como lo hice pues pensé que necesitaba ayudarme contra aquellas picudas aves y pensé en un Salvaguarda Mágica. Me quedé quieta, esperando sentir como desgarraban mi piel pero no sentí nada. Me había hecho intangible. Las aves no podían atacarme, al fin y al cabo eran producto de una invocación y yo era ahora ¿nada? contra lo que atacar.

 

Me sentí mal, muy mal, al ver como aquellas aves atacaban y atacaban una y otra vez mi imagen sin conseguirlo. No sé qué hizo Apolo mientras las aves se cansaban pero le vi acercarse. Supongo que ahora, tan cerca, mis ojos furiosos brillarían. Él no sabría qué pensaba de lo que me obligaba a hacer pero no podía permitir que aquellas aves siguieran atacándome. Me autoconvencí: sólo eran aves invocadas de forma mágica, por muy lindas que fueran, no existían como animales reales, no eran más que un ente con forma animal porque así funcionaba el hechizo.

 

- Evanesco - dije al señalar a una de ellas. El hechizo fue instantáneo, la ave señalada conservaba el anillo dorado por el que se encontraba sometida al poder de Apolo y, al recibir el efecto, desapareció, a la vez que la totalidad de las otras. Me quedé triste y con la varita en alto, esperando lo que tuviera que hacer mi contraatacante.

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Y ahí estaba, la oportunidad que estaba esperando para un ataque directo. Al protegerse de su distracción la había dejado a merced de cualquier ataque, justo para intercalarlo. Pero le sonaba antideportivo intentarlo; primero porque le estaba costando toda su concentración mantener el efecto del espejo de la niebla, y por qué aún tenía encima el efecto del encantamiento silenciador.


Mas aun, le sonaba bastante antideportivo atacar si no había recibido un ataque. Pero tenia que hacer algo antes de que fuera demasiado tarde, así que justo antes de que las hiciera desaparecer intercalo un Aguamentí. Lo pronuncio en voz alta, o al menos lo intento, y aunque nada salió de los labios de Apolo sabía que su acción haría desaparecer el silencius que lo mantenía sin poder hablar.


El encantamiento de agua salió disparado de su varita; y aunque se había imaginado un poderoso chorro de agua solo consiguió liberar un poco que no alcanzo a tocar a Xell. Su intención había sido mojarla, al menos para lograr una victoria moral, pero estaba demasiado lejos. El agua no produjo ningún efecto real sobre ella, o sobre el escenario, no importa cuanto la intento impulsar con la mente. Sabia que pasaría, y aun así quiso intentarlo nuevamente.


Sus ataques acuáticos eran de las mas poderosos que conocía, modestia aparte. Podía usar el poder de las olas para combatir todo tipo de problemas, una habilidad única que había ido desarrollando con el paso del tiempo. Pero había algo en los duelos, en cualquier tipo de duelo que hubiese realizado. Como si hubiera reglas detrás de ellas, que impedían ciertos tipos de magia o los inhibían totalmente. Era un tipo extraño de magia, que solo tenia una explicación. Si uno quería vivir entre magos, debía hacerlo de esa forma o no hacerlo. Y podía entenderlo.


Su siguiente ataque debía ser mas poderoso, al menos para dar la ilusión a Dennis de que de verdad querían combatir. Parecía que tanto Xell como el habían llegado a un acuerdo tácito de no dañarse, pero ¿qué pensaría su profesora si no luchaban en el duelo para ganar e imponerse sobre el otro? Tal vez podía lanzar algo moderadamente dañino, pero para el esos ataques solo eran una rueda de hechizos sin sentido que se lanzaban al oponente. Y el hubiese preferido romper esa rueda.


Y justo cuando tuvo ese pensamiento, su anillo Detector de enemigos se encendió. Pudo sentir el llamado de alerta en su propia mente, ¿pero el enemigo estaba frente a él? No se había activado con su compañera de clases, pero eso solo significaba que había otro peligro. Agito la varita para ver de donde venia su inminente ataque.


Pero no tuvo tiempo para poder pensar en su siguiente ataque, por que un temblor en el suelo casi lo hace trasbillar. Fuera lo que fuera que estaba pasando, por un momento pensó que lo estaba haciendo su oponente. Pero ella se veía igual de confundida que él, y cuando se dio cuenta el suelo se estaba resquebrajando bajo tierra dejando vislumbrar un montón de escamas. Era la única explicación que había porque no había estado creciendo nada en ese claro mas que arena y pasto; porque bajo ellos había una horrible criatura que parecía haber despertado de su sueño.


Apolo no la reconoció, pero era tan grande como un basilisco de seguro. Tenia escamas y colmillos y tenia la forma de una serpiente gigante. ¿Podía ser que lo fuera? Y no solo era uno, estaba claro que eran una pareja, aunque parecía que solo uno había captado su atención. Apolo salto justo a tiempo para esquivar el latigazo de su cola, y hecho a correr esperando que la criatura o siguiera. Si Dennis y Xell podían lograr detener a la otra criatura el podía detener al otro basilisco, pero no se le ocurría nada en el calor del momento.


Estaba asustado, lo suficiente para empezar a correr con más fuerza al único lugar que se le ocurrió seguro para él: la playa estaba a solo unos cuantos metros, y cuando sintió la arena bajo sus zapatillas supo cómo podía detener a la criatura. Pero sabia que para lograrlo debía alejarse lo suficiente de Xell para que ya no se considerara dentro del duelo. Solo esperaba que funcionara.


Agito la varita al mismo tiempo que el basilisco se abalanzaba sobre él, disparando al aire un cañonazo de agua del mar. Jamás hubiese tenido tiempo para poder tanta agua de la nada, pero tenia el mar como su aliado. Su estampida de agua (¡Aquos Cixsternos!) salió como un encantamiento no verbal que disparo toda el agua que salto directo al basilisco, protegiendo a Apolo sumergiéndolo en la corriente. Abriendo los ojos dentro del agua pudo ver que el basilisco había sido atrapado en la corriente deteniendo su ataque, y ahora era arrastrado mar adentro mientras él se mantenía en la arena.


La razón era que había guardado su segundo hechizo duelistico para luchar contra el basilisco. El agua no lo arrastraba por que usaba todo su poder mental en mantenerse lejos gracias a la Salvaguarda Magica que había utilizado solo unos segundos antes que el agua lo tocara, para reconectarlo al duelo, y que hacía que el agua lo traspasara como si fuera un fantasma.


Logro evitar otro latigazo del Basilisco que lo hubiese lanzado volando por la arena mientras la criatura desaparecía bajo el agua. No lo lastimo, pero la experiencia fue suficiente para atontarlo por varios segundos. El basilisco no regresaría por lo pronto bajo el peso de toda esa agua hasta que se calmara, donde su encantamiento automáticamente se detendría. Ya lo había probado antes en otro momento, en otro lugar, pero, aun así, le agradecería a Dennis mentalmente por la locación que había elegido.


Si es que no averiguaba que los Basiliscos eran cosa suya. Pero tenia un duelo al que regresar. Así que se apresuro en volver al claro.

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