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Prueba del Libro de los Ancestros


Khufu
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El Uzza contempló aquel espacio. Era más amplio de lo que había imaginado. El espacio había sido inundado por la arena pero aún se veían los restos de cierta arquitectura clásica. De las 12 columnas laterales y 8 frontales, conservaba 3 en alzada. El resto del edificio estaba diseminado por el suelo, casi todo desaparecido entre las dunas de arena formadas por el viento.

 

Cada columna se separaba unos 5 metros la una de la otra. Khufu entrecerró los ojos y movió uno de sus dedos de manera que remolinos de arena rodearon a ambos. No sonrió pero al Uzza le apetecía traer problemas a la pareja. En cuanto el aire les dejara, no recordarían que lo eran y se verían como dos enemigos acérrimos.

 

- Vosotros dos, hoy morirá alguien en la arena.

 

Iba a ser muy exigente en esta prueba. Un Uzza invierte años de su vida en el aprendizaje de aquellos poderes que se reflejaban en los libros. Los londinenses parecían tener prisa para todo, no sabían esperar y madurar el esfuerzo que requería su aprendizaje. Odiaba el Segundo contrato que les obligaba a atender a aquellos extranjeros que les hacían perder el tiempo. Una leve sonrisa cruzó por la faz del Guerrero: atender sus peticiones pero no aprobarlos ni velar por sus vidas.

 

- Es vuestro turno para demostrar que sois dignos de este libro. Os evaluaré desde la distancia, no voy a intervenir. El ganador volverá a la Plaza del Árbol. El perdedor permanecerá aquí, enterrado. Nadie lo recordará, ni siquiera yo perderé mi tiempo en rememorar el nombre de un muerto. La aventura empieza ahora. Están rodeados de los cuatro cangrejos de fuego que les han traído hasta aquí. Uno es amigo de cada uno y les ayudarán, los otros dos les atacarán cada 4 turnos a los dos a la vez. Tendrán que defenderse de ellos así como de su contrincante.

 

Para hacerlo interesante, y sin avisar, el Uzza golpearía el suelo cada 6 turnos con su varita en el suelo. El báculo azulado se retorcería antes de lanzar un Confundus a cada uno del que tendrían también que sobreponerse antes de proseguir la batalla.

 

Aquella lucha prometía...

 

 


---------------------------

  • El duelo tendrá una duración de una semana
  • Pasadas 24 horas sin respuesta del contrincante, los ataques se considerarán impactados.
  • Pasadas 48 horas sin respuesta del contrincante, se considerará abandono (reprobará).
  • Los hechizos permitidos son los de la lista de neutrales y los libros de hechizos hasta el libro presente.
  • Nos guiaremos por las reglas de Duelos y Asaltos 1vs 1.
  • La prueba durará 1 semana a partir de la apertura del tópic.
  • Las dudas sobre la prueba podrán ser realizadas en el tópic de dudas y consultas del propio Libro.
  • No es importante ganar sino demostrar que se usan bien los hechizos del Libro.
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Kaori.

Los congrejos de fuego los guiaron hasta lo que en la antigüedad seguramente fue un hermoso coliseo, más el pasar del tiempo y de las inclemencias del tiempo y quizá, algún desastre natural, habían convertido el lugar en solamente ruinas. Había tan solo tres columnas de pie, y el resto de la edificación estaba esparcido por todas partes, mismas que la arena se había encargado de sepultar poco a poco.

La pelinegra estaba algo distraída observando el lugar, buscando con la mirada al guerrero y preguntarle una duda que le acababa de surgir sobre el libro, más no tuvo tiempo de formularla pues un remolino de arena la envolvió y a pesar de que se aferró a la mano de su esposo, nada pudo hacer, fue absorbida por el torbellino que finalmente la liberó a una distancia considerable de donde inicialmente estaba.

Cuando el guerrero volvió a hablar Kaori enarcó una ceja, tenía entendido que nadie podía morir durante las clases > pensó la mujer, más por la actitud que había tenido el hombre durante toda la clase lo dudaba. Se puso en pie con algo de dificultad y levantó la mirada hacía el mago al cual se enfrentaría en el duelo final, se sintió sumamente extraña, como si algo se hubiera apoderado de ella y de sus emociones, sentía que el Black Lestrange era su enemigo más no recordaba porque exactamente.

Escuchó atenta las indicaciones del Uzza y un escalofrió la recorrió al escuchar que el plan era que uno de los dos no saliera con vida de ese lugar. El cangrejo de fuego que la ayudaría se coloco cerca de ella, a su derecha, listo para recibir las ordenes de la bruja, más ella tenía otros planes para empezar el enfrentamiento. Quería irse de ese lugar cuanto antes.

—Cinaede — dijo entonces. Aries empezaría a sentir de inmediato el efecto del veneno gaseoso, el gas invisible que producía aquel hechizo penetraría las vías respiratorias del mago cortándolas, aquel solo era el primer paso pues de no contrarrestar el veneno, este pasaría a la sangre provocando parálisis del sistema nervioso y posteriormente la muerte.

A pesar del sentimiento de odio, que no se sentía nada natural, la pelinegra deseaba que el mago se defendiera de sus ataques y que sobreviviera, algo contradictorio dado que era su enemigo. Confundida por esa maraña de sentimientos que tenía, no bajo la varita y tan solo esperó a que Aries se curara del veneno y la atacara.

—Esto se siente mal…— murmuró más para si misma que para otra persona, odiar al Black Lestrange se sentía mal, pero, no podía evitarlo.

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El veneno del Cinaede estaba haciendo estragos en su cuerpo, la garganta se le estaba cerrando producto del mismo gas venenoso, por lo que buscó su varita en uno de los bolsillos de su chaqueta negra que completaba el conjunto de unos pantalones de cuero y unas zapatillas deportivas todo del mismo color. Al tener su varita en las manos, miró los ojos de su rival y se sorprendió al ver que se trataba de una mujer muy linda que le hacía desear protegerla en lugar de atacarle.

 

-Anapneo. -dijo con el último hilo de voz antes de que no pudiese hablar.

 

De inmediato el malestar de su garganta desapareció ya que el efecto del hechizo le permitió liberar su garganta de aquel malestar que estaba sintiendo. El cangrejo aliado se colocó a la mitad de la arena ubicado al lado derecho de donde él estaba, si Aries le pedía atacar a Kaori este lo iba a hacer sin problema alguno. Estaba pensando quitar los últimos residuos del gas venenoso de su cuerpo, pero en su lugar decidió invocar a un señor del caos.

 

Se concentró lo más que pudo y toda su magia se enfocó en un movimiento de sus manos, aquellos movimientos que hacía eran para invocar a un señor del caos, posiblemente con un poco de suerte lograría aparecer a la ninfa, pero algo en el movimiento de sus manos fue erróneo por lo que frente a él apareció una hermosa mujer con la mirada oscura era la hechicera que buscaba con su embriagante sensualidad y belleza hacer que este cayera producto de sus encantos. Para ese momento, el Black Lestrange pensó en curación, el malestar del gas venenoso se había ido, en su lugar había quedado envuelto en los encantos de la hechicera.

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Kaori.

La respuesta por parte del mago no se hizo esperar. Como era de suponer lo primero que hizo fue liberarse, al menos en parte del gas venenoso que la pelinegra le había enviado, mediante un Anapneo. Ella se disponía a atacarlo más cuando vio la poción de las manos del Black Lestrange y la energía que estaba reuniendo, pensó que quizá era mejor esperar a ver que señor del caos invocaría.

Invocar a aquellos seres imponentes, poderosos y sumamente caprichosos, era como un juego de azar, a veces podrían significar una gran ventaja y en otras ocasiones, como le estaba sucediendo al adversario de la Delacour, una desventaja notable. Una hermosa hechicera apareció cerca del mago quien no tardaría en caer presa de los encantos y si no hacía algo pronto le daría el beso de la muerte.

—Finite Incantate— dijo la pelinegra al ver que el hombre no se movía y que la hechicera estaba peligrosamente cerca. Esperaba que el efecto de su hechizo fuera suficiente para que el mago saliera del transe en el que estaba —Lo siento bonita… pero seré yo quien acabe con su vida — comentó son una sonrisa.

En realidad, no estaba del todo segura del verdadero motivo por el cual había lanzado ese hechizo si por que de verdad deseaba matarlo ella mismas o por que algo en su interior la impulsaba a protegerlo. Movió la cabeza como si deseara que esos pensamientos la dejaran tranquila y poder concentrarse en atacar.

—Vara de Cristal —la varita de la bruja empezó a crecer de inmediato hasta ser del tamaño de un bastón, era de un cristal irrompible, en tonos negros como la noche y carmesí como la sangre —Sectusempra —dijo y lo que en primera instancia debía ser un rayo, se convirtió en un efecto gracias a la vara de cristal. Los efectos serían los mismos, heridas sangrantes que requerirían que Aries se curara para no morir desangrado.

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Estaba envuelto en la belleza de la hechicera, las decisiones que había tomado iban a repercutir de una gran forma en lo que pasaría en el duelo, estaba a punto de besar a la hechicera, cuando sintió el Finite incantatum que le lanzó su adversario que lo hizo prestar atención al duelo, su mirada que segundo antes parecía estar en un sueño, ahora era dura. Estaba molesto por lo ingenuo que había sido, creyendo que podía controlar cualquier fuerza del Caos, por lo que se limitó a estar más pendiente de la hechicera que lo rondaba que de su propia rival.

 

Gracias. —se limitó a decir y volvió a mover su varita, listo para el siguiente ataque, justo cuando Kaori empezaba a hacer su vara de cristal, él en el mismo momento colocaba un cerco de luz luminosa en tonalidades azules como si de fuego se tratará, pero en su lugar aquel cerco era capaz de absorber el sectusempra que le había lanzado su oponente, tras decir:

 

Obsistens.

 

Tras ver como el cerco de luz detenía el hechizo, volvió a caer en los encantos de la hechicera, pero esta vez fue capaz de el mismo lanzar el hechizo que finalizaba aquel estado en el que lo había puesto la hechicera, para eso sólo tuvo que pensar Finite incantatem. Tras aquel Finite, la Hechicera desapareció molesta al no conseguir matar al joven que la había convocado.

 

—Ahora si podremos llevar un duelo decente, eso creo. —agregó mientras su cangrejo de fuego comenzó a atacar al cangrejo aliado de ella.

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Kaori.

—De nada… —Respondió al agradecimiento que el mago le había dado por haberle salvado del beso de la muerte de la hechicera. Misma que aún lo rondaba esperando que el Black Lestrange cayera nuevamente presa de sus encantos.

La pelinegra hizo un puchero al ver como Aries creaba un cerco luminoso alrededor de él que para suerte de él y desgracia de la bruja, lo libró del sectusempra que le había enviado. Observó al cangrejo de fuego que estaba cerca de ella y quizá era hora de ponerlo a atacar, más aún no lo hizo, > pensó y de la vara de cristal salieron despedidos una andanada de filamentos de fuego, uno tras otro fueron en disparados en dirección de Aries. esperaba que esa vez su hechizo funcionara y diera en el blanco, quemandolo.

> pensó acto seguido para que el siguiente hechizo que hiciera el mago, Aries, fuera mal pronunciado y no tuviera efecto alguno.

—Yo también espero lo mismo —respondió la pelinegra al comentario del joven y al ver como el cangrejo que lo ayudaba se disponía a atacar, ella hizo lo mismo —Ve, bichito, cumple con tu misión y mata al cangrejo de fuego —dijo señalando al animal que se acercaba peligrosamente.

Por un momento se quedó observando tratando de saber cual de las dos bestias sobreviviría al combate, pues era claro que una de las dos no saldría con vida, era una pena que los Uzzas los usaran de esa forma, aquellas criaturas eran únicas.

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Algo en la mujer frente a él, hacía que deseara con todo el corazón acercarse a ella y robarle un beso, avanzó un par de pasos decidido a hacerlo, pero algo en el fondo le frenó. No estaba ahí para conocer a quien seguro después de esa gran batalla se convertiría en su compañera de viaje y vida. Así que en su lugar hizo que su varita se transformara en una vara de cristal en un color rosa claro o rosa bebé con pequeños detalles en verde incandescente que lo hacía único.

Vara de cristal… —cuando su varita alcanzó el tamaño deseado y justo unos segundos después de que ella atacara con unas flechas de fuego, el siseo en forma de contra ataque. —Desmaius.

Lo que debía ser un rayo plateado, fue completamente un efecto, haciendo que la mujer de cabellos negros cayera inconsciente ahí en medio de lo que parecía ser un gran coliseo. No se había movido lo suficientemente rápido para quitarse de encima las flechas de fuego y una de ellas se clavó en su ropa, empezando a generarle quemaduras en su cuerpo, así que de inmediato apunto su varita que había vuelto al tamaño normal y siseo.

Aguamenti.

Un chorro de agua brotó de la varita de madera apagando las flechas de fuego que se habían incrustado en su cuerpo. Logró quitarse las flechas de su cuerpo tras haber apagado el fuego en ellas en lo que la mujer se recuperaba del desmayo al que él la había inducido, en ese momento, los cangrejos que parecían estar esperando su momento empezaron a avanzar al medio del campo de duelo, donde se estaba llevando otra pelea de cangrejos de fuego.

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Kaori.

Desorientada por haber estado inconsciente por un momento, la pelinegra lo primero que hizo fue comprobar que aun tenía su varita que de hecho aun era del tamaño de un bastón. Algo confundida y aliviada de que el Black Lestrange no se la hubiera arrebatado, se puso en pie. Los cangrejos de fuego seguían enfrascados en esa batalla que no tendría un final feliz, pero se habían alejado considerablemente de donde ella estaba, lo cual agradecía ya que no deseaba que algo del popo en llamas que se estaban arrojando, le cayera a ella.

—Bien jugado chico lindo —dijo la pelinegra y es que en realidad el mago le resultaba muy atractivo y sentía una fuerte atracción hacia él, como si tuviera un imán que hacía que deseara conocerlo más, saber mas de él.

Aries para ese entonces ya se encontraba aplicando un aguamenti para apagar los filamentos de fuego que le habían impactado. Una escena que en lugar de agradarle pues era su enemigo y debía acabar con él, le provocaban ganas de correr hacía él y ayudar a sanar las heridas y de hecho dio un par de pasos hasta que el segundo cangrejo de fuego se atravesó en su camino.

—Rayos… —Murmuró la bruja que en ese momento recordó las palabras del guerrero. Aquella criatura mágica iba a atacarla por lo que no tenía más remedió que defenderse. —Kansho —dijo sin pensarlo mucho, el popo en llamas que le estaba lanzando la criatura mágica fue absorbida y devuelta de inmediato ocasionando graves quemaduras al pobre cangrejo de fuego que ya no tuvo más ganas de seguir atacando a la mujer.

> pensó entonces la bruja y una hermosa daga de se materializo en su mano —Immolo oppugnare—dijo para luego clavársela a si misma en el brazo, demasiado cerca del tatuaje de una runa que en ese momento no recordaba que significaba y tampoco recordaba habérsela tatuado. El mismo daño que la daga le hizo a la joven bruja, se vería reflejado en el Black Lestrange.

La sangre comenzó a manar de la herida y lo más lógico sería que se la curara, más la mirada de la joven estaba puesta en la runa. Podía haber atacado al mago con una gran variedad de hechizos, pero ¿Por qué había elegido precisamente usar la daga? ¿Por qué herirse tan cerca de la runa? ¿Qué significaba? Eran las preguntas que en silencio se estaba formulando.

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Bien jugado chico lindo.

Aries estaba sintiéndose atraído por la fémina de cabello negro frente a él, por lo que le dedico una sonrisa mientras esta caminaba acercándose a él, no habían podido estar juntos por que un cangrejo de fuego se había interpuesto entre ambos, justo a 3 metros de ella, pero a 6 metros del Black Lestrange. El otro cangrejo se colocó casi a la misma distancia que el que había impedido el avance de la mujer de cabellera negra con descendencia asiática, sólo que estaba a 3 metros de él.

Mi nombre es Aries Black Lestrange, tu futuro esposo, pero eso dejaremos que tú lo descubras…—le dijo aquella frase, sin recordar que justo así se había presentado con ella cuando recién se acababan de conocer. La miro sacar la daga de plata llamada Kansho para protegerse del ataque de la criatura, justo en ese momento pronunció:

Maldición.

Haciendo que el siguiente hechizo verbal de la mujer saliera incorrecto. Parecía que el cangrejo de fuego sólo atacaría a la mujer, pero en eso la criatura mágica que estaba más cerca de él comenzó el ataque, por lo que imito a la mujer con su idea del Kansho. Así que una daga de empuñadura de plata con varias incrustaciones de diamantes y esmeraldas apareció en su mano izquierda, con la cual detuvo el ataque del cangrejo, un segundo más tarde, el mismo poder mágico de la criatura fue regresado al doble haciendo volar al cangrejo con su propio ataque sin ganas de volver atacar al metamorfomago.

Cuando Kaori apareció la daga del sacrificio y se realizó un corte en su brazo derecho este no apareció en el brazo de él, gracias a que por la maldición ella había pronunciado mal el ataque, generando sólo el daño en el propio cuerpo de la Delacour.

Lo lamento bonita, aún tengo que sanarme mis heridas por mis malas decisiones.

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