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Pociones


Maida Black Yaxley
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Flemático y silencioso, continuó haciendo un intento por responder el cuestionario sobre pócimas. Moderadamente difícil. De cierto modo, Garry no era del tipo de hechiceros que memorizaba las pociones según su preparación, aunque si por sus ingredientes y las cualidades que estos aportaban al brebaje en cuestión, o al menos es lo que intenta en su estudio actual. Lo malo estaba en que, ya entrados en el tema, habrían de existir volúmenes, pergaminos, grimorios de autores con o sin nombre, autorizados o no por el ministerio de magia, todos con algún método de preparación o ingredientes distintos para, según esto, tener el mismo resultado.

 

Eso es algo que ha visto muchas veces antes, por lo que, para resolverlo, parecía ser más práctico entender mejor los ingredientes y sus propiedades, de ese modo era cuestión de formularse un poco como podían emplearse juntos y conseguir algo consumible o por lo menos útil. Ciertamente este proceso no lo ha llevado a encontrar un nuevo método para, como ha dicho Malfoy, soportar reparar un hueso sin agonizar o algo como eso, pero por lo menos no le ha fallado para resolver pociones de cajón, y habría bastado su habilidad para cubrir el puesto de medimago hasta sus últimos días como criminal de guerra.

 

Elaborar pociones es una práctica verdaderamente absorbente, entre preparar brebajes y buscar ingredientes para ellos podría pasarse él la vida (o lo que le resta de ella) y bien o mal preparada, piensa Garry, que siempre se consigue tener algún resultado, un avance o un hallazgo, no había pasos malos cuando se revolvían ingredientes en un caldero; salvo tal vez por aquellos que hacen explosión o te envenenan con solo su aroma. Como fuera, esos eran riesgos que a alguien como el brujo Ollivander no asustan ya, no tanto como volar alto en una alfombra voladora o usar uno de esos armarios evanescentes.

 

Entonces, con todo lo anterior en mente, si las preguntas en el cuestionario hablaban de un ingrediente podría no tener problemas para responder, aunque sí que los tenía para reconocer cosas como: “Profesor de pociones durante los primeros años de Dean Thomas”. ¡Por Merlín! ¿Quién en esta vida era Dean Thomas?, por lo menos no alguien que Garry recuerde destacar en algún tema que a él le resulte interesante. Inspeccionando la pregunta quizá el profesor que ha dado pociones durante el primer año de Dean Thomas si lo sea. De cualquier modo, ¿cómo saberlo? Sin duda la prueba resultaba ser algo sencillo y al mismo tiempo bastante frustrante.

 

Es una ventaja para él también que los demás han comenzado a explicar sus respuestas. Él parece tener un conflicto interno en el instante en el que la pócima matalobos está en boca de todos, o en la mayoría, y no por la familiaridad que tiene con esa endemoniada poción que detesta tanto, si no más bien porque de pronto no cree que sigue el hilo de ideas que hay entre los participantes de la clase. No cree que sea intencional tampoco, pero Black lo ha confundido tanto en su… ¿explicación? ¿duda? ¿aclaración? ¡Aporte!, que casi pasa por alto la brecha que el director de inquisidores ofrece para terminar al fin con esta prueba.

 

―…Los ingredientes son caros porque pueden encontrarse complicados de conseguir, sospecho, seguramente por la fiereza o la escases-, modula su voz para que no desaparezca de pronto cuando habla, aun entretenido en rellenar el pergamino, levanta la mirada hacia Black, le gusta escucharlo hablar, es casi todo lo que él no es cuando lo hace por su cuenta. En cambio, su voz que es un zumbido continuo y grabe, sigue explicándose. ― ¿C-calentamiento Global dice? De eso algo debe haber también, sin embargo, creo que es lo que usted trata de instruir invitándonos a ser…innovadores, ¿sí?-, esta vez apenas se detiene en observar a Maida, aparentemente incomodo por sostenerle la mirada a ella. ―…He leído sobre injertos de vegetación sin propiedad mágica que florecen con características “inusuales”. Yo supongo entonces; que las rosas blancas, en el jardín de la reina, no son rojas aun solo porque no se ha usado el barniz correcto.

 

Lo ha probado también en plantas mágicas, estas revolturas normalmente con fines oscuros para alterar el orden natural de la flora mágica, él aún tiene una rara cicatriz en su pierna derecha de aquel lazo del diablo alterado que los acorraló en la madriguera, es lamentable haberse deshecho de toda esa información.

 

Vaciló un momento y observó brevemente a Maida primero y luego al Black, como si necesitara de su permiso (también fuera de la oficina de inquisidores) para poder continuar hablando, aunque el gesto es tan corto que tampoco hay una oportunidad de que se le interrumpa.

 

Los huevos de Ashwinder se usan para pócimas de enamoramiento o, breves también, su consumo solo alivia la fiebre, eso dicen algunos libros, otros aseguran que son ingrediente en pociones que curan síntomas como la fiebre o algo como eso-, <<versiones, versiones, versiones>>, Garry cree que todas son tan útiles, todo depende de que es lo que exactamente quieras remediar. ―La coclearia es quien consigue el efecto de confusión en la poción cerebro de mermelada o el filtro de confusión-, es consciente de que en realidad no ha explicado sus respuestas, pero ¿qué más puede decir sin extenderse tanto?. ―E-es curioso, mucho en verdad, el efecto que tiene sobre alguien que sigue afectado por una poción de amor, es más, yo agregaría el filtro de amor o pócimas para enamorar en pociones para confundir-, fingió un gesto de espanto que no engaña a nadie.

El crisopo se usa en la elaboración de la pócima multijugos, pero sobre si se hierven por veintiún días, se asan o se usan solo sus alas, dependerá de los otros ingredientes-, <<agregar contenido a la exposición>>. ―El crisopo es un…insecto verde-, se rascó la nuca, ¿por qué no tiene discursos históricos ahora? aunque fuera irreal, si se equivoca al hablar es lo menos importante, por lo menos mientras no tenga el caldero entre manos. ―Y aunque no sé por experiencia propia si su cola también, el cuerno de Erumpent segrega fluidos explosivos, por supuesto es un material caro, por la dificultad que tiene para adquirirse. No debe ser sencillo (o legal) quitarle el cuerno a una criatura como esa, supongo.

 

Aparentemente agotado, luego de una larga exhalación, finalmente dejo de hablar y se removió apenas para entregar el pergamino contestado.

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Maida caminaba de lado a lado escuchando a Garry, el alumno que aunque parecía de aquel modo, no había llegado tarde. Le alcanzó uno de los pergaminos sin decirle nada acerca de sus métodos.

 

No comprende porque a estas alturas, uno podría pensar que sabe hacer todas las pociones de mundo mágico tomando en consideración una sencilla guía de procedimientos —sonrió de lado quedando en medio de la clase—, sin embargo, hacerse el viaje de ida y vuelta a la tienda por una poción que podría tener una alternativa casera, parece, a mis ojos, un desperdicio de tiempo. Yo siempre cargo una poción herbovitalizante y un bezoar conmigo, sin embargo, a día prefiero caminar ligera y es ahí donde las leyes aplicables a pociones, mezcladas con un poco de herbolaria, se vuelven bastante útiles, las pociones a este nivel, y lo que les pido yo ahora, requieren que piensen más allá de lo que están acostumbrados y no dudo que puedan hacerlo.

 

Recibió los pergaminos de sus alumnos, mientras estos describían sus respuestas, obviando por completo la primera poción que debían haber preparado, no estaba por hacer contacto visual con ninguno de ellos, pero su necesidad de reprenderlos, hizo que frunciera el ceño hacia Aaron, al único al que podría increparle algo sin ponerse colorada.

 

Completamente de acuerdo, ocho horas para un hueso, es demasiado tiempo. Ahora, no recuerdo haber puesto en el examen nada de alguna enfermedad mágica, pero gracias por el dato —comentó con cortesía, ladeando la cara y aprovechando para darle una ojeada a Martin—, la versión más muggle y romántica jamás contada, pero cierta, me gusta mucho esa historia. Lo que me lleva a los más terrible, eso de utilizar sangre de unicornio, es fatal, algún día quizá tendremos algo que pueda reemplazarlo sin tener que amenazar constantemente su especie.

 

No habló de nada de que tuviera que ver con la poción matalobos, para no perder la ilación de lo que intentaba hacer con ese grupo de estudiantes. Era importante permanecer concentrada y con los puntos sobre las íes, tenía que ser lo más profesional que podía, aunque eso no haya impedido que se llevara una mano al pecho, y sus ojos se vieran un tanto horrorizados por los recuerdos.

 

A mí, a mí no me gusta la hidromiel —comunicó entre risas, incorporándose un poco—, eso de hervir una mandrágora daría más problemas de los que crees, Aaron, si no lo haces en el tiempo justo, terminarías envenenándote.

 

Ignoro por completo lo que decía de los hombres lobo y agradeció en silencio que ella no tuviera que lidiar con la falta de memoria de Aaron. También agradeció que Garry terminara su tarea a tiempo y diluyera el tema de conversación a ingredientes más sencillos. Narraciones cortas y bastante acertadas en su mayoría.

 

Veamos, si, las rosas de la reina o los ojos de sapo, pulverizados no, cortados, sirven para diferentes cosas —apuntó caminando hacia el centro— la genialidad está en saber para qué cosas. Por cierto, la poción que tenían que formar ustedes tres —dijo señalando a Garry, Aaron y Martin— servía para inducir la euforia, estoy a tres segundos de bajarles algunos puntos por no haber tenido ni la intención de hacerla, a menos claro que alguno cambie mi manera de pensar.

 

Suspiró, no había mucho más que enseñarles a esos cuatro, no porque lo supieran todo, sino porque era el momento exacto que ella esperaba: la experimentación, la innovación. Era cierto lo que decía Garry, ella quería que sus alumnos buscaran soluciones con sus propias ideas, nada saca de ningún libro de texto

 

Ahora, veremos que tanto han entendido de este intercambio de ideas sobre múltiples soluciones y que tanto recuerdas acerca de pociones —tamborileó sus dedos sobre la mesa y sonrió a la nada—. Crazy, harás una poción que alivie los malestares de una mordida de vampiro, que intente detener la conversión y/o que no termine por matar a la víctima. Martín, lo tuyo es mucho más sencillo, haremos una poción que sirva para deshidratar a una persona. Aaron, te pido algo que borre la memoria en momentos específicos de la vida y no todo de un porrazo, y tú Garry, harás una poción que nos ayude a crear interminables monedas de oro falso. Tienen el resto de la clase para intentarlo o al menos armar el proyecto, estoy consciente que muchas de estas cosas no pueden ser logradas en tan corto tiempo, pero metámosle el bichito de la investigación a nuestras cabezas, ¿si?

 

Y sin decirles nada más se sentó sobre la mesa y tomó el tercer frasco sin respirar siquiera. Ya no faltaba mucho más para estar en su cuarto y con las notas listas para la dirección.

Editado por Maida I. Yaxley

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Una poción que revierta los efectos de la mordedura de un vampiro, esa sí que era buena. Durante siglos los mayores expertos en creación de pociones del mundo mágico habían tratado sin éxito de lograr algo así, y si bien Crazy tenía talento para las pociones, no era lo suficientemente arrogante como para considerarse mejor que sus excelsos predecesores. Y sin embargo... ¿No era un fracaso en sí mismo el no intentarlo? Quizás lo que se requería para lograr hazañas imposibles era no considerarlas imposibles en primer lugar.

 

- Bueno, si lo consigo me haré todavía más rico, si es que eso es posible - dijo divertido -

 

Se recostó en su incómoda silla de madera y dirigió la mirada al techo, zambulléndose en sus pensamientos. ¿Por dónde empezar? Repasó una a una todas las pociones que conocía, sus ingredientes, los venenos y los antídotos... Nada parecía aplicable, nada relacionado. Quizás debería probar otro punto de partida, ¿Qué inoculaban los vampiros en sus víctimas para convertirlos? Sangre, todos los estudios coincidían en que era una maldición sanguínea la que los transformaba, exactamente como le sucedía a...

 

- ¡Los hombres lobo! - dijo triunfante - Ambas maldiciones se transmiten por una mordedura

 

La poción matalobos parecía entonces un buen punto de partida, estaba hecha en su mayor parte a base de acónito. No era un brebaje que consiguiera revertir la maldición, pero sí lograba neutralizarla durante un tiempo, atemperar sus efectos. De forma que con mucho cuidado se puso a machacar acónito en un mortero, hasta que de la pasta resultante logró destilar una pequeña cantidad que vertió en un caldero. Se trataba de un líquido muy venenoso, por lo que lo diluyó en partes iguales de alcohol y agua destilada que puso a hervir a fuego lento en el caldero.

 

- Bien, esto servirá de base y creo que aliviará los malestares de la transformación

 

Sin embargo, necesitaba algo que revirtiera la transformación, algo que ni siquiera Damocles había logrado con su matalobos. Mientras removía el caldero con una cuchara en el sentido contrario de las agujas del reloj, trató de recordar las enseñanzas de su tío Abraxas. ¿Cómo revertir una maldición? No, su tío le hubiera dicho que lo estaba enfocando mal, no se trataba de un embrujo, era alguna clase de fluido en la sangre lo que transformaba a la víctima, por lo que se parecía más a un veneno que a una maldición. ¡La tercera ley de Golpalott! ¿Y qué destruía la sangre de vampiro?

 

- ¡El ajo! - se rió ante lo sencillo de la respuesta -

 

El ajo era capaz matar a un vampiro si lo ingería, de forma que aplicado en el torrente sanguíneo de la víctima debería ser capaz de destruir la sangre vampírica inoculada en su organismo. Machacó dos dientes de ajo y una vez convertidos en una pulpa blanquecina los agregó al caldero, que al cabo de unos instantes alcanzó un color purpúreo. Consideró que la mezcla necesitaba hervir al menos media hora a fuego lento, de forma que se dispuso a esperar.

 

Sin embargo todavía le seguía faltando algo. Golpalott establecía claramente que todos los efectos debían de ser contrarrestados, ¿Además de la conversión, qué efecto producía la sangre de vampiro? El letargo, todas las personas afectadas se sumían poco a poco en un sueño que se tornaba cada vez más profundo, ralentizando los latidos de la víctima hasta que finalmente se le paraba el corazón y renacía como un vástago de la noche. ¿Y qué contrarresta los efectos del sueño profundo? La respuesta acudió rápidamente a su encuentro, de forma que recopiló los ingredientes de la poción herbovitalizante y vertió en el caldero sangre de salamandra, cinco espinas de pez león, moco de gusarajo y jugo de bayaboom. Le pareció que la mezcla era muy espesa, así que la diluyó con un chorro de hidromiel.

 

- Y sin embargo falta algo todavía...

 

Observó el líquido mientras lo removía, se había tornado de un color azulado que de alguna forma no le parecía apropiado. Contenía todos los ingredientes necesarios para contrarrestar el veneno, pero quizás faltaba el método. No se trataba únicamente de destruir la sangre corrupta, eso curaría el vampirismo matando a la víctima, si quería sanar de verdad tenía que sustituir la sangre. ¿Y cuales eran los ingredientes de la poción reabastecedora de sangre? Los repasó mentalmente y abrió los ojos con una súbita expresión de sorpresa, ya que todos le resultaban muy familiares.

 

- Diablos, son muy similares a los de la poción herbovitalizante - esbozó una sonrisa irónica - ¿Hemos tenido la respuesta delante de nuestras narices todo este tiempo?

 

Y sin embargo ambas pociones diferían en tres ingredientes que, o eso esperaba, serían los responsables de lograr la sustitución de la sangre. Uno era el acónito, lo cual ya constituía la base de la poción y le indicó que iba por buen camino. Los otros dos eran el polvo de pulpo y el cuerno de unicornio.

 

- ¿Los dos o solo uno? ¿Y en ese caso, cual?

 

Supo que casi había terminado, la poción borboteaba con un oscuro color granate, tenía la textura idónea y no parecía admitir muchos más ingredientes antes de cortarse. Lo que decidiera ahora determinaría el éxito o fracaso de su empeño. El polvo de pulpo se agregaba a las pociones para potenciar su fuerza, probablemente era lo que lograba que la poción reabastecedora desplazara la sangre original, lo que la impulsaba con ese afán renovador. El cuerno de unicornio era un antídoto contra venenos muy fuerte, probablemente incluído en la poción como antídoto universal contra el veneno en la sangre que pretendía renovar. Y sin embargo, en este caso, no necesitaba más antídoto que el ajo.

 

- Maldita sea, ya lo tengo - dijo, y agregó una medida de polvo de pulpo -

 

La poción cesó su borboteo al instante, aclarándose poco a poco hasta adoptar el tono rojizo de la sangre y manteniéndose en una humeante calma, transmitiéndole con su serenidad que era momento de apagar el fuego. Lo hizo y suspiró, repentinamente cansado, habían pasado dos intensas horas y a su alrededor se acumulaban una veintena de frascos, algunos todavía sin abrir. Se puso a recogerlos mientras una pregunta le martilleaba incesante en la cabeza.

 

¿Funcionará?

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¿Cambiar tu forma de pensar, Maida?, mejor ir a la guerra que está por venir (sí, es un guiño), pensé bajo una sonrisa torcida a medida que seguía su andar con la mirada. Oí atentamente las indicaciones siguientes, ¿poción del olvido?, no, ella no me dejaría o más bien dicho, no nos dejaría realizar algo tan básico. ¿Algo que borre momentos específicos y no todo de un porrazo?, al menos podría utilizar de base algunos ingredientes de aquella poción que se me había venido primero a la cabeza.

 

-¿Puedo sacar un libro de la estantería?- no esperaba una negación en respuesta, así que básicamente pregunté una vez que tenía un gran ejemplar en mi mano, después de todo, si me resultaba bien, lo anotaría al margen para que otros indagasen en mi creación. Volví a mi puesto y tomé asiento una vez acomodada la cola del chaquetón victoriano que caía luego por el taburete. Abrí el índice- veamos...¡vaya! ¿cuántos años tendrá ésta cosa?- sostuve en voz alta sin querer atropellar uno que otro comentario, pero aquellas hojas carcomidas por la humedad, manchas de quizás qué cosas; ¿distinguía sangre?, ¿aceites y cuánta esencia?, el olor a viejo me hizo arrugar un poco la nariz. Deslicé el dedo por el alfabeto hasta dar con la poción del olvido- valeriana, baya de muérdago, agua del río ...¿qué?- cuestioné en un susurro al cabo que alternaba miradas a la estantería; debo innovar, debo innovar. Me repetía constantemente.

 

Si aquellas gotas del rio lethe tenían propiedades para olvidar cosas, solamente tendría que buscar alguna alternativa que me me permitiese, más que nada, enfrascar recuerdos, mantenerlos intactos, para que se fragmentaran del todo y no se olvidara la situación "de un porrazo"; volví a sonreír sin que nadie pudiese notarlo. De todas formas ni sabía si alguien me estaba prestando atención. Me puse de pie nuevamente, el taburete chirrió al moverse sobre el piso, observé a Maida y Sagitas con una mueca en son de disculpas y me acerqué hasta una esquina donde había reconocido el pilar que se alzaba cubierto por una tela, ¡era un pensadero!... ¡qué cosas estaba por experimentar!, saqué mi varita y enarbolé en dirección a una estantería que contenía frascos de todos los tamaños; llegó uno pequeño hasta mi diestra. No sabía como condensaría el contenido vaporoso del pensadero pero sin duda alguna logré sacar un poco de aquél para taparlo con la yema del dedo. Curioso fue el producto, tal vez por el calor corporal, tal vez por haberlo tapado de inmediato ¡no tenía idea! pero habrían dos o tres gotas al llegar a mi puesto. Complacido, dejé mi ingrediente estrella a un lado.

 

-Sigamos... a ver- susurré nuevamente mientras apoyaba la sien en un puño cerrado que terminaba por apoyarse en el codo; una posición bastante floja como también cómoda para un lector promedio- de la valeriana necesito el tallo, ingrediente estándar...-agité la varita con otro accio, un par de frascos cayeron a lo lejos pero una bolsita llegó hasta mí con lo requerido-...¡lo siento!...-exclamé y me rasqué la barbilla mirando al infinito- ¿de dónde sacaré esas bayas?...

 

Habían tres tiradas en el mismo estante de donde había conseguido el frasco que contenía el contenido del pensadero, pero parecían estar muy maduras, tal vez un tanto mohosas, sin embargo no tenía chance y le tiempo transcurría más rápido de lo que quisiera. Otro varitazo y ¡paff! ...creía tener lo necesario. Esperaba que funcionara o podría volar el cerebro de alguien, quizás al punto de hacerle creer que era una gallina o mucho peor, volver a algún estado fetal.

 

Agregué una gota del frasquito que mantenía condensado el contenido del pensadero, pero al caer, si es que logró caer, se evaporó. ¡Demonios!, ¿qué haría?... ¡Sí!, lo congelé con un básico hechizo y con cuidado dejé caer un granito de hielo que pareció mantenerse ¡debía hacerlo todo muy rápido!. Puse el tallo de valeriana -fue uno y no dos como expresaba la receta de la poción del olvido- y tomé las tres bayas en mi mano para exprimirlas a puño cerrado sobre el caldero, cuando una gota de ellas dio con el granito de hielo una chispa de un intenso color turquesa expelió desde mi caldero. No sé porqué, pero prendí la llama tan rápido como comencé a ondear la varita sobre lo que parecía ser un gas que comenzaba a oscurecerse hasta tornarse azabache. Mayor fue mi impresión cuando, al enarbolar la varita sobre la nebulosa para crear un pequeño torbenillo que terminaría por entrar en un frasquito, se volvió gris ¡casi platinado! y luego de empuñar el cristal, se condensó en unos diez milímetros que parecían ser una pasta color turquesa....¿habría resultado?, ¿cuánto de ello sería necesario para lo que me había ordenado la profesora?, ¿en quién lo probaríamos?... yo no quería olvidar nada...

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El silencio que Black había mantenido luego de entregar su pergamino acababa de romperse, alzando primero la mano y luego, tras un chasquido, captando la atención de la bruja, deslizó el pequeño frasco resguardado bajo su túnica, para sostenerlo entre sus dedos.

 

—Creí que no sería del todo prudente exhibirlo porque… —«He sorteado unas cuantas normas…», pensó, pero sin decirlo—, no ha sido fácil fabricarla, a decir verdad. Pero aquí está, el elixir para inducir a la euforia.

 

Se incorporó lentamente y caminó hasta Maida, alcanzándole aquel brebaje que lo había mantenido en vela la última noche.

 

Los intercambios entre sus compañeros y la profesora fueron enriquecedores, pero la nueva tarea que ella les había mandado, no parecía resultar del todo sencillo. Black empezó a pensar y un sinfín de ideas, una más loca que la otra, avanzó en su mente, chocando entre sí. Recordaba una historia, una historia muy oscura vinculada a la deshidratación; pero no sólo se trataba de la necesidad de beber y beber agua, sino también de padecer los recuerdos más turbulentos que se tornaban en completas pesadillas muy vividas.

 

—La pócima de la desesperación… —murmuró Black, para sí mismo, en un susurro que no oyó nadie más que él. Esa era la idea, la idea principal, sobre la cual intentaría elaborar la poción que requería Maida.

 

Fue hacia los armarios, donde Aaron ya había extraído uno de los libros.

 

—Espero que haya más de una copia de ese, o tendré que quitártelo —le dijo entonces al otro Black, con la voz seria pero con una clara intención de humor. Lo conocía de vista, sabía que llevaba su misma sangre, pero hasta aquel momento no había intercambiado palabras con él.

 

Para fortuna de ambos, el galés encontró el mismo ejemplar desvencijado en el armario. Pero no sólo eso, también otros volúmenes que resultaban interesantes en exceso, recordando en parte con los que contaba en la biblioteca personal del castillo Black. Demoró varios minutos en hallar el libro que mencionaba algo sobre la pócima de la desesperación.

 

Con los ingredientes en su cabeza, fue ganando tiempo encendiendo su caldero de cobre, a un fuego lento. A juzgar por lo que quedaba de clase, Black estaba seguro que alcanzaría un resultado; no sabía si decente o mediocre, pero algo obtendría en aquel experimento. Cuando el calor fue el suficiente a su juicio, colocó el ajenjo aplastado por su mortero en el caldero. Unas burbujas se dejaron notar cuando la mezcla empezó a adquirir temperatura. También agregó pétalos de asfódelo, en polvo, y esencia de ortiga. Agitó su varita, para empezar a mezclar de forma más constante el brebaje; eran sólo los primeros pasos. Con aquello, los sentidos en general empezarían a dormirse dentro de quien probara la pócima.

 

El siguiente paso era colocar los huevos de Ashwinder, que aunque no viniera al caso, se trataba de uno de los ingredientes principales para los filtros de amor. Una pizca de menta también era requerida, pero no mucha, o anularía la necesidad de deshidratar, los clave en aquella combinación. Del color amarillo fue pasando al naranja, y luego al verde y entonces… Black empezó a revolver en sentido inverso a las agujas del reloj, aumentando un poco más la temperatura. El violeta que ahora reflejaba su rostro, cuando miraba aquella sustancia algo espesa, lo sorprendió. Estaba improvisando y sorprendiéndose a partes iguales.

 

Por último, agregó dos ingredientes que eran utilizados en el antídoto contra la comezón bucal. Con ello, no sólo la poción deseada acababa de terminarse, mediante la agitación de su varita, sino también alcanzaba un color azul marino cuya liquidez lo invitaba a probarla. Fue fuerte y se contuvo.

 

Pasando su mano derecha por la frente, denotando el esfuerzo y la concentración utilizados, se hizo a un lado cuando Maida se aproximó a él.

 

—Sinceramente, no sé si he logrado el objetivo… Pero creo que la pócima de la desesperación de la cual me he basado, ya no ocasionará pesadillas a quien la beba. —Miró a la bruja, reconociéndola de cerca.

 

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―Monedas de oro falso-, repite para si mismo. ―Oro falso...

 

Sobre la mesa colocó un caldero de barro casi al instante que el mechero debajo de éste se encendía Con un fuerte Chispazo que inmediatamente fue manipulado por el brujo se cuestiona a sí mismo mientras observa la Flama azul si el caldero que ha escogido es el correcto; no es más grande que unas quinse o dieciocho pulgadas de diámetro, sin embargo, es lo suficientemente profundo para manejar alrededor de dos litros de líquido dentro de él. Funcionaría, supone, asi que deja de prestarle mas atención a elloy de entre su mochila busca algunas cosas entre objetos y materiales propios, algo que carga para elaborar algo sencillo por si se llega el caso de ocupar una, por suerte para él, o más bien para otros, eso no ha sido necesario.

 

Junto al caldero que ya se va calentando, si nada aun en su interior, coloca una varilla larga de manera que bien podría parecer una varita, salvo por sus extremos aplanados que están, además, algo descostillados. Junto a eso, monta un mortero tan pequeño que no debe caberle nada más qué algunas pocas especies. Sobre esos dos únicos objetos sobrepasó un pequeño cuadernillo destartalado, quizá lo esta por el tiempo, por el mal uso que se le ha dado durante el mismo, o simplemente porqué hay una creencia incierta de que todos los grimorios deben tener esa apariencia para validar su contenido.

 

El libro parece tan hinchado, como si se hubiera mojado anteriormente, está despintado desde la cubierta o pigmentado con distintos colores de sustancias indecifrables en algunos de sus páginas, eso se puede ver aún cuando el libro está cerrado. El volumen está envuelto con un cordón que parece hecho por una trenza de algas, pero a su vez es tan rígida y aspera que a él le esta costando desatar el nudo que se encuentra en un costado para abrir el grimorio. "Alq..."; es lo único que se puede leer bien de lo que queda deltítulo, seguido de un espacio donde alguien pareció tallar con una superficie concava, pues el cuero de la cascara casi se pela y deja ver la primera página, luego de eso, solo esta la letra "a" seguido de un dos en íes romanas. Dónde debería ir el nombre del autor, sólo hay un símbolo extraño y lo que parece un ojo dibujado sobre el cuerpo de una res que se mueve según el ruido que detecta a su alrededor.

 

No parece más sorprendido con eso, no tanto tal vez cómo la primera vez que lo encontró en una tienda de baratijas en el callejón Knockturn, así que se consentra más en desarmar el nudo sin romper la cuerda, sobre todo por que ya escucha a los demas calderos hervir en clase. Cuando finalmente lo logra, sus manos ojean entre sus páginas arrugadas y viejas buscando entre ellas algo que seguramente ya sabe dónde está. Las puntas de los largos dedos del brujo, se detienen de vez en cuando en algunas páginas, cómo si encontrará de pronto otra cosa que le pudiera resultar útil, sin embargo, tan rápido como sus pálidos ojos repasan las páginas, la descartan. Inclusive, por un instante se ha detenido para sacar, de entre las páginas, lo que parece ser una pluma de un aspecto escamoso y la guardarla en uno de los bolsillos de su nada elaborado traje.

 

Finalmente, cuando en la parte superior de las páginas el título se refiere a la fabricación de su propio oro falso, sobre la mesa descansa también el libro.

 

No es un secreto para nadie, o él supone que no lo es, que los alquimistas han estado trabajando en fórmulas distintas durante siglos con el elemento oro y sus propiedades, e incluso la fabricación del mismo (entre muchos otros elementos naturales. La práctica podria ser tan vieja aun mas, incluso, de que se supiera de la existencia de una piedra filosofal, un material tan buscado y estudiado por tantos; alquimistas, brujas, seres no magicos. Se trata de una sustancia alquimica capaz de transformar metales base en oro, además claro de ser usada para elaborar el elixir de la vida. Sin embargo, ademas de que comenzar un estudio de la misma piedra ahora le llevaría demaciado tiempo, lo que él busca finalmente no es eso, si no mas bien conseguir oro falso en monedas. Mucho de ello en monedas, según Yaxley.

 

Por supuesto que el tema no es tam diferente tampoco, y como resultados anteriores de la ciencia alquimica, posiblemente considerados fallidos alguna vez, dio origen también a la creación de este elemento que comparte aparente similitud con el oro, extraídos de otros recursos. Oro falso.

 

O algo como eso.

 

Asi que luego de detenerse a leer el tema completo, el caldero sobre el fuego ha comenzado a humear apenas, él apaga el mechero a tiempo antes de que inunde con humo el aula y de que la base del caldero se torne de un rojo brillante. Aún vacío hace el caldero hacia aun lado con el cuidado de no quemarse con él, trabajará con ellos asi por ahora, el mismo calor que ha adquirido le ayudará. Luego de asegurarlo en una base mas estable, al fin se aleja de la mesa de trabajo en busca de algún material que le haga falta segun las instrucciones. Elaborar oro falso no es lo complicado, supone, la preparacion de ahorita le ayudaría a convertir metales en oro, o eso espera que haga, pero mientras busca algo más abajo de los estantes, se pregunta aun como puede darle forma de monedas.

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