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Prueba de Oclumancia #14


Aailyah Sauda
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Sauda se envolvió un poco mejor en sus coloridos ropajes, pues el sol aún apenas alumbraba el suelo de aquellas tierras y la humedad de la noche mantenía el clima bastante más fresco de lo que había calculado. Había decidido que era hora de prescindir de su apariencia juvenil para recibir a su última pupila, Heliké, con su auténtico aspecto. Era una mujer muy alta y delgada de piel y pelo oscuro, aunque éste no solía verse al llevar la cabeza habitualmente cubierta con turbantes, tal y como era costumbre en su tierra natal.

 

Sus ojos, oscuros y a la vez cálidos, denotaban sabiduría y paz, y estaban enmarcados por un montón de arrugadas que dejaban adivinar su avanzada edad. Aguardaba a que su pupila apareciera a la hora a la que la había citado... aunque aún quedaba un ratito para que el sol iluminara el lago.

 

Mientras llegaba el momento, la anciana preparó un bote en la orilla y frunció el ceño. Normalmente hacía que sus pupilos demostraran su fortaleza física cruzando el lago a remo pero... Heliké estaba embarazada. ¿Cómo iba a permitir sejemante atrocidad? Decidió eliminar los remos y que la mujer buscara la forma de hacer que el bote se moviera, mediante magia, hacia la otra orilla del lago. Estaba segura de que daría con la forma sin problema alguno.

 

Tras este escollo, debería adentrarse en el bosque que rodeaba la pirámide para enfrentarse a un gorro rojo que habían soltado allí unos días atrás. Estaba escondido y deseoso de encontrar una víctima con la que cebarse... pero Sauda sabía que Heliké no tendría problema con él.

 

Un poco más adelante, en un claro de aquel bosquecillo, la arcana había dejado unas plantas cuyo polen nublaba los sentidos de quienes respiraran aquella sustancia. Sería la primera vez que la Vladimir necesitaría hacer uso de la oclumancia en aquel camino hacia el Portal, y la anciana sabía que no habría problema.

 

Tras cruzar el claro y algunos árboles más, la pirámide se alzaría ante la chica, cuya última prueba para alcanzar su objetivo sería precisamente ser capaz de separarse de su varita y comprender que, para hacer oclumancia, no necesitaba más que su magia interior. Para ello, Saka había dejado un cesto de mimbre flotando ante la entrada de la pirámide.

 

Ella esperaría a su pupila en el interior a pesar de que le había dicho que la vería en la orilla. Pero sabía que ya no la necesitaba: confiaba en su poder y en lo que había aprendido con ella. Sonriente y viendo cómo los primeros rayos de sol comenzaban a reflejarse en el lago, desapareció para dejar a su alumna comenzar su andanza hacia el Portal.

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Aún recordaba las palabras del día anterior que le había dedicado la arcana " Sé que conoces el lugar porque ya has pasado alguna vez por allí" casi estuvo a punto de reírme pero por respeto a ella me contuve. Tanto ella como yo, sabíamos que había estado más veces; unas cuatro en realidad y ahora estaba ahí en una quinta ocasión para ponerme a prueba y ver si era considerada digna de obtener el anillo de la oclumancia. Me sería muy útil como todas las demás, eso seguro e iba a dar lo máximo de mí para llegar hasta el final. No sabía porqué, pero estaba segura de que lo conseguiría. Pero por supuesto, no dudaba en que, la arcana me haría pasar obstáculos antes de llegar a la Pirámide. No es que la conociera lo suficiente, el resto de Arcanos así lo habían hecho en sus respectivas habilidades.

 

Pero es que además, me sentía además de relajada, descansada. Todo gracias a una botellita que me había dado Sauda para permitirme un buen descanso, se lo agradecí mediante un susurro al dedicarme palabras cariñosas. Se me hacía raro que me tratara de esa manera, pero igualmente le hice caso con las indicaciones dadas y había dormido tan bien, cómo hacía siglos que no lo hacía. Pero aún así desperté de golpe con las energías renovadas. El sol aún no había salido todavía aún las estrellas se veían esplendorosas esa noche despejada y eso ya era raro en Ottery. Pero no podía obviar que echaba de menos las observaciones nocturnas. Y además no supe porqué pero tenía un buen presentimiento, quizás iría bien el día.

 

Me levanté de la cama calentita, mi marido descansaba como siempre profundamente dormido, miré el minutero del reloj y mascullé varias palabras malsonantes, eran las seis de la mañana y aunque tenía tiempo de sobra casi siempre llegaba con el tiempo justo. Al menos, el día anterior, cuando había llegado a casa le había dicho a la elfina que me prepara la ropa más cómoda que tenía y que estaba preparada y colocada encima de una silla. Suspiré y me fui directa al cuarto de baño. A pesar de darme una ducha rápida y a pesar de tomarme ese brebaje los nervios empezaban a fluir pero el agua templada consiguió calmarlos durante un rato. Siempre me pasaba cuando tenía que hacer ese tipo de pruebas. Ya lo había hecho algo parecido en los libros de los Uzzas y en los Arcanos pero era algo que no podía evitar.

 

Me sequé el pelo con la varita y me puse un traje pantalón chaqueta de lino, con una camiseta blanca, el resto de prendas era de color crema. Aunque no era muy acorde con la ropa que llevaría me puse unas zapatillas cómodas de deporte. Até el pelo en una cola de caballo alta así al menos no me molestaría. Recogí el morral de cuero y lo guardé en uno de los bolsillos, quizá no pudiese usar lo que contenía pero, lo llevaba por mera costumbre y por seguridad además de llevar un poco de oro en su interior. Cogí mi varita de álamo que descansaba en la mesita de noche y cogiendo un trozo de pergamino que había encima de la mesa de trabajo, garabateé un par de líneas con una pluma y tinta para avisar a mi esposo he indicarle dónde estaría el resto del día. Quería evitar más sustos de los necesarios. Me giré sobre mis talones y me aparecí delante de la Universidad. Esa era una de las ventajas que tenía al casarme con el patriarca de la mansión.

 

Con paso seguro y firme llegué justo a tiempo para empezar las primeras pruebas. El sol todavía no estaba en lo alto así que aún debía de ser temprano y había llegado más pronto de lo calculado, pero tampoco me importaba mucho, era mejor pasar todo de una vez, que esperar a la hora señalada y hacer el tonto en la espera. Los minutos a veces conseguían ponerme nerviosa. Al llegar hasta la zona del lago para cruzarlo vi el bote pero no vi los remos...

 

- ¿Y ésto? -pregunté en voz alta - ¿cómo se supone que voy cruzar sin remos? -di un puntapié con una piedra y ésta cayó al agua. Esperé unos segundos y una ligera brisa recorría el lugar que hizo que el vello se me pusiera de punta. Rápidamente pensé "¿y porqué no? Tengo varita, y no me dijo nada de no poder usarla" sonreí de medio lado y me senté cerca de la popa. Seguro que no le sorprendería para nada el método pero, no perdía nada con intentarlo. Aunque lo había visto en otras ocasiones era más bien un ciclón de aire y se usaba mucho como ataque, pero el embrujo sería usado en ésta ocasión para otros fines.

 

- Bueno, quizá así vaya más rápido - y tras ésto lancé una risilla. Sabía que estaba sola, pero no dudaba que la Arcana me vigilaría en cada paso que diera en ese sitio, por describirlo de una manera más amable. Así que agarrando el borde de la barca y con la varia de álamo en mi mano derecha y viendo unas nubes no tan lejanas y, que, esperaba que diera resultado... Moví mi arma como si fuera un látigo y grité.

 

- ¡Ventus! - el giro de mi mano y el movimiento del palo hizo que, tras decir el embrujo al instante se creó un tornado en miniatura, que había tocado tierra y se movió ferozmente hasta mi posición absorbiendo tierra primero y luego el agua hasta desplazarse al líquido como una tromba marina, aguanté el brazo en alto, mantiendo la dirección del efecto atmosférico y así desplazando la barca con cierta rapidez hasta llegar al otro extremo del lago. Con otro movimiento más y éste había desaparecido. En cuánto me bajé de ella, me temblaban las piernas pero veía como la popa estaba algo destrozada por la fuerza del viento... Suerte que había dado el conocimiento de meteorología.

 

- No sé si me escucharás, pero lo siento arcana - dije con un gesto pillo- es un mal menor, seguro que puede arreglarla... -suspiré y dije en un susurro- vamos allá, entonces...

 

Con paso seguro y mucho más contenta de lo que había salido de casa esa mañana, fui con la varita en ristre vigilando alguna trampa que quedaría por el lugar, no me extrañaría nada, la arcana no pondría las cosas fáciles eso seguro. Caminaba despacio como cuando iba a cazar y tenía los sentidos alerta por si se presentaba algún peligro, eso me ayudaba a pensar las cosas con mayor claridad y no ser tan impulsiva pero ahí estaba yo para otra cosa, por supuesto. Alcé la vista y maldije a todos los demonios del infierno... Era un bosque común y corriente pero, oscuro. Me recordaba mucho al que rodeaba al viejo y milenario de Hogwarts. Intentaba desplazarme con el suficiente silencio, sentía que tenía miles de ojos observándome y a pesar del buen presentimiento de la mañana éste se había esfumado al adentrarme en ese tenebroso. Porque además tenía esperanza de que Sauda no me pusiera acromántulas, más que nada, porque eran difíciles muy difíciles de dominar y en Animales Fantásticos y dónde encontrarlos no es que tuvieran una buena clasificación ministerial; directamente, eran peligrosas, mucho y no tenía precisamente, paciencia para aguantármelas... Y sin poder evitarlo, recordé una anécdota de mi tía/suegra Sagitas con una de ellas... tuve que tragarme la carcajada que casi lanzo y continuar hacia adelante...

 

Seguía desplazándome con cuidado pero a lo lejos divisé una extraña luz, como un farolillo en el camino a lo lejos. No podía otear mucho porque parecía que las ramas de los árboles se iban haciendo más espesas a cada paso que daba. Susurré un hechizo "lumus" y la punta de mi varita se encendió y gracias a eso conseguí dar con un pequeño camino que parecía hecho por los animales del bosque. No sabía si ese era el sendero correcto para llegar hasta la Pirámide, más tarde, tendría que usar el encantamiento brújula para asegurarme de que llegaría. Maldecía porque las zarzas iban deshaciendo un poco la ropa que llevaba, hasta que de repente, un bicho no más grande que un gnomo me asaltó de lleno me amenazaba y gruñia si eso se podía decir así. Tenía un aspecto feroz y estaba segura de que intentaría matarme al menor descuido, pero seguramente se sorprendió al ver que era una bruja. En mi cabeza se formuló lo siguiente "un gorro rojo".

 

Aproveché la ocasión y recordando uno de los libros de hechizos de los Uzza, pensé para mí:

 

- Orbis Bestiarum -el hechizo no verbal, conjurado en mi mente y con un movimiento de mi varita fue efectivo. El ser quedó a mi merced y de mostrarse amenazador y con ganas de hacer daño, se mostró dócil como un corderillo, gracias a mis conocimientos de cuidado de criaturas mágicas, le indiqué mediante telepatía que me protegiera durante todo el camino... Seguí andando con mucho cuidado con el gorro rojo por compañía y por fin, llegué hasta un descanso del bosque. No había ramas ni árboles a su alrededor estaba muy bien delimitado y parecía como si alguien lo hubiese limpiado previamente. Susurré "nox" y se apagó la pequeña luz que me había "dado compañía" hasta ese momento. El sol parecía estar en lo alto del cielo, como si fuese mediodía, pero tampoco podía asegurarlo.

 

Caminé un poco más y uno de los rayos del sol se filtraron por los árboles y dio de lleno a unas plantas que no me había fijado antes. No podía asegurar si ya estaban colocadas cuando había accedido, pero era cierto que no debía demorarme mucho más en llegar hasta la entrada de la edificación; en dónde se haría la siguiente prueba y más importante de todas. Una suave brisa movió toda la hojarasca en dónde estaba situada. Un suave aroma entró por mis fosas nasales y éstas, parecían intentar escarbar en mi interior... como si quisieran acceder a mi mente...

 

- Ah no, esoo sí quee noo - dije en voz alta, cabreándome en todo lo que podía maldecir en esos instantes. Sentía cierto mareo y lo que no quería era desfallecer al primer intento, había arriesgado lo suficiente para llegar a ese instante y susurré- oclumens - sentía como cuando en las primeras nociones de oclumancia, la arcana me indicaba como proceder. Había dejado mi mente en blanco recurriendo a todo lo que recordaba, dejando que, una neblina de protección se crease dentro de mi cabeza como una caja fuerte que usaban los muggles para proteger sus más valiosos secretos. Además de eso, el amor de mi marido, el cariño hacia a mi familia, me ayudaba a proteger mi cabeza de esa incursión venenosa que pretendía robarme mis recuerdos, la neblina se hizo más densa como una pared blanca y sin grietas. Seguí deslizándome con cuidado, con los ojos cerrados, llevándome alguna torta con las ramas pero sin dejar de pensar en lo que más quería y esbozando una ligera sonrisa y acariciando mi tripa. Seguí caminando un poco más, hasta que, tras pasar ciertos ramajes y darme un buen golpe con una rama en las espinillas, me hizo abrir los ojos.

 

Ya estaba otra vez dentro del lugar arbolado, había pasado sin dificultades por las plantas, lamentaba si había pisado alguna, pero era sin querer. Aunque eso sí, mirando mis ropajes por la parte inferior estaba hecho jirones... Menos mal, que no llevaba ninguna prenda de marca ni nada por el estilo. Iba lo más sencilla posible para la prueba para poder pasar todo lo que había hecho hasta ahora. Pero a pesar de ello, mirando hacia arriba no estaba tan tupido como parecía veía la punta del edificio en dónde tendría que ingresar y eso me daba ánimos de seguir hacia adelante. Me apresuré un poco más e indiqué al gorro rojo que volviera de nuevo a su lugar. Estaba contenta de ganar todo lo que había hecho hasta esos momentos así que, sin pausa ni dilación me encaminé hasta a ella y ahí estaba. Grande y esplendorosa como la recordaba de muchas otras veces. Antes de subir los escalones, divisé un cesto de mimbre y sabía que tenía que dejar todas mis pertenencias. Saqué el morral de cuero en dónde llevaba todo lo que necesitaba y también puse en ella mi arma mágica. Sentí cierta pena por hacerlo, pero sabía que no me permitirían llevarla al interior...

 

La hora de enfrentarme al pasado o al futuro, estaba delante de mis narices. ¿Conseguiría llegar hasta el final? Yo tenía la esperanza de que así fuera.

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  • 2 semanas más tarde...

Sauda, desde donde se encontraba, esperó para ver cómo iniciaba Heliké su camino. Le costó poco descurir que podía usar la magia, y pudo percibir su duda cuando la utilizó para poder cruzar el lago.

 

Tampoco el gorro rojo supuso el mayor de los problemas para ella, y las plantas soporíferas fueron una ligera distracción para la Vladimir, que pronto estuvo junto al cesto donde debía dejar sus pertenencias. Y aunque la mujer sabía que era un trance difícil, Heliké dejó sus cosas y quedó a la espera de saber qué hacer. Sauda sonrió.

 

Aquí, entra —pronunció en voz alta, animándola a acompañarla en el interior de la pirámide. Cuando vio la figura de su pupila, sonrió y le indicó que la siguiera hasta la sala de los portales, donde estaban las siete puertas que permitían la prueba de cada habilidad a los postulantes que se presentaban allí a demostrar sus conocimientos. Sauda se apoyó en su vara de cristal, que era tan sobria como ella misma—. Bienvenida a la pirámide, querida, te has desenvuelto muy bien ahí atrás. Pero ahora vamos a algo completamente distinto... bueno, mejor dicho, "vas". Yo esperaré aquí mientras te enfrentas al Portal y le demuestras que eres digna de llevar esto.

 

Al pronunciar las últimas palabras, Sauda hizo aparecer en la palma de su mano izquierda un anillo de aprendiz para Heliké, que dejó que tomara de su mano. Suponía que la muchacha ya conocía aquel proceso, pero era su deber recordárselo.

 

Este anillo de aprendiz es lo que te conectará a mí durante la Prueba. Si necesitas salir, yo iré a buscarte pero, recuerda... eso significará el final para ti en tu intento de ser oclumante. Si, por el contrario, consigues vencer al Portal... el anillo se transformará en el de habilidad, y quedarás vinculada al mío propio para siempre. Y serás oclumante, claro está —le explicó, enseñándole su propio anillo cuando lo mencionó—. Así que, por última vez, Heliké... ¿estás preparada para enfrentarte al Portal? Si es así... adelante, querida. Protege tu mente y regresa convertida en una oclumante hecha y derecha.

 

Aguardó unos segundos para que ella respondiera en los que no perdió la sonrisa ni por un instante. Sabía que la mujer podía hacer frente a aquello sin problema alguno.

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Asentí con la cabeza con una sonrisa y avancé hasta dónde me indicó Sauda. Conocía el lugar de visitarlo en otras habilidades así que, tampoco es que me sorprendiese lo que había dentro de la Pirámide. A decir verdad, estaba ansiosa de que me diese el permiso de acceso para entrar al lugar que me correspondía, y hacer la última prueba de habilidad. Pero aún así desconocía por completo lo que el portal me deparase para enfrentarme quizás a mis temores más profundos, o llevarme incluso a un pasado que casi ya ni recordaba, por pasar tanto tiempo en un mundo de paz.

 

Observé con detenimiento lo que me enseñaba la profesora. Era cierto que lo ansiaba, pero también era verdad que debía demostrar el valor para llevarlo. Pero aún así estaba dispuesta a todo por conseguirlo. Esperé que terminara su pequeño discurso y esbocé una sonrisa.

 

- Claro que estoy preparada para entrar señora - dije, manteniendo el pose en mi cara- y, ha decir verdad esperaba que el resto de las pruebas para llegar hasta aquí fuesen más complicadas y, se lo agradezco - comenté asintiendo con la misma sonrisa- así que, son su permiso voy a entrar al interior -cogí el anillo el anillo de aprendiz y lo puse en el dedo. Sabía que era ligeramente diferente al que obtendría pero no importaba. También era cierto que esperaba no tener que pedir auxilio por si pasaba alguna cosa. El portal podía ser bastante duro sino se estaba preparado... Le dije:

 

- Bueno, creo que ya es hora. Espero ser digna de llevar el anillo de oclumante -me despedí de Aailyah con un movimiento de mi mano y entré por la puerta que me correspondía... Por el momento todo era blanco, sin ningún tipo de identificación; pero, poco a poco empezó a cambiar todo...

 

***

 

Al principio no había reconocido el lugar en dónde estaba. Mi mente estaba confusa y yo tampoco adivinaba en qué época podía situarse el mágico lugar. Tenía que reconocer que, tenía algo de pavor. Sí, miedo a lo desconocido y a lo que suponía que pasaría en esos instantes. Pero al mismo tiempo que la magia hacía su efecto, me sorprendió ver cómo mi tripa de embarazada había desaparecido y también la ropa que llevaba. Era la típica del siglo XVIII. Me sorprendió porque esperaba que fuese de una época más cercana. No entendía que quería decirme ese lugar. Pero a unos pocos metros había un cartel en dónde me indicaba el lugar. Era en Francia. Bufé cansada, había olvidado por completo esa época y, a decir verdad, no me gustaba para nada. Era todo demasiado complejo.

 

Cerca de la ciudad de París había tumultos día sí y día también. La Revolución había surgido del propio pueblo cansado de pasar hambre, mantener a la gente del Rey y pagando impuestos desorbitados. Más tarde reconocería que, mi participación en todo ésto había sido un error y simplemente, debía mantenerme al margen. Reconocía el tiempo. Las gentes pedían a voz en grito matar al rey y a la reina (Luis XVI y María Antonieta) que los veían como enemigos del pueblo a batir. Había surgido una nueva asamblea de gobiernoy los había mantenido presos desde su fuga, para llegar a la vieja Austria, origen de 'madame déficit (la esposa de Luis).

 

Era bastante peligroso andar por los caminos sin ningún tipo de protección, pero era vampira y podía defenderme bastante bien sin el uso de una varita. Pero sonreí al ver cómo llevaba el anillo de la prueba. Al menos eso me tranquilizaba y, estaba segura de que, Sauda, estaría viendo todo el proceso en un lugar seguro. Aún así seguía inquieta, mucho. Mi mente iba trayendo imágenes de esa época olvidada y, a decir verdad, no me gustaba para nada. Había luchado en favor del Rey, estaba segura de que, su poder (en ese tiempo) era lo que más le convenía al pueblo, mantenía el reino en pie y tenía derechos tanto divinos como de heredero de su familia y los "desalmados" de la Asamblea Nacional y otras instituciones surgidas tras la toma de la Bastilla, no hacía más que, creer en el poder de su Majestad, que hasta ese momento había menguado bastante.

 

Caminaba despacio por la pequeña villa cercana a la capital. Debía tener cuidado. En esos momentos, era la "espía" del viejo Régimen y, si me pillaban podía tener desagradables consecuencias, como por ejemplo, que mi cabeza cayera en un cesto de mimbre. Que fuese vampira no tenía la "inmortalidad" asegurada al cien por cien. Pero sabía que, además, no debía de cambiar nada de lo pasado. Debía hacer que las cosas fluyeran como había ocurrido aunque en mi cabeza acabaran borradas por ese pasado tumultuoso. Pero lo que no me acordaba era que, un pequeño ejército de soldados al servicio del pueblo venía en mi busca.

 

- ¡Usted! - gritó uno en un francés que había comprendido bastante bien- queda apresada por dar servicios al rey, traicionar la Revolución e intentar hundirla. Queda excluída de todos sus derechos penales, hasta que no se le asigne un abogado - sonreí de medio lado mientras me tiraban al suelo y ponían cadenas en mis muñecas. Me habían dado tal puñetazo en el estómago y en la boca, que se me había partido el labio. Había tenido que escupir un poco de sangre, pero había recibido más golpes todavía. Cuando desperté después de la paliza recibida descubrí que estaba en una celda. Una celda cochambrosa y aún estando tirada en el suelo, llegaban los fétidos aromas del suelo y la escasa luz del lugar. El engranaje de una puerta pesada se escuchó a lo lejos. Quizás hasta tuviese algún tipo de salvación...

 

- Aquí la ciudadana -había dicho mis nombres completos y sonreí, recibí nuevamente otra bofetada - ¿le parece gracioso? Hemos descubierto que, en su documentación aparte de ser italiana, tiene documentos importantes y graves para el servicio de la nación. La nación y los poderes del estado provienen del pueblo. Creo que será mejor que se lo recuerden... - el soldado sonrió con cierta ironía y negó con la cabeza. Ordenó a otro que me sacara de la celda y dando varios traspiés y por los hombros me pusieron en otra que era más limpia, por así decir. Sin darme casi apenas cuenta el hombre del ejército, sumergió mi cabeza en un barreño de agua congelada, casi no podía "respirar". Los pulmones me dolían y necesitaba aire... Cuando sentía que me asfixiaba me habían vuelto a sacar de ella...

 

- Mondieu - me escupió en la cara y yo sonreí nuevamente. Otra bofeda. Debía de tener sendos cardenales en ambas mejillas. Estaba tan metida dentro de ese momento histórico que, casi ni me daba cuenta de que era la prueba - usted, tiene visita. Nos dará todo lo que necesitamos para apresar a los aristócratas que sabemos que están escondidos. Nos dará toda la información y cada uno de los lugares en dónde esos mamarrachos están ocultos para llevarlos delante de la ley -intenté decir algo pero recibí otro puñetazo - cállese... le dije que no tenía derechos -sentía que la cabeza me daba vueltas y tenía ganas de vomitar... Ojalá acabara todo pronto... Acariciaba el anillo y que, por suerte mis apresores quizás, no se hubiesen dado cuenta de que lo llevaba encima. Mejor para mí...

 

A pesar de sentir los ojos hinchados y a la poca luz que podía percibir en esos momentos, pude divisar quien llegaba. No lo conocía pero casi lanzo un grito. Su cara me recordaba un montón a la de Lázarus, aunque por suerte en ésta ocasión, no tenía nada que ver con él. Pero a lo mejor, fuese uno de los suyos, un mercenario pagado por él. Pero, hasta bien podía ser que fuesen gemelos. En el tiempo que había estado con mi mentor, tampoco me hubiese dicho nada al respecto... Pero debía tener temple y esperar a que llegara lo que tuviese que llegar. El hombre traía un maletín y venía bien vestido. Tal y cómo correspondía a esa época.

 

- Dejarnos a solas. Ésta mujer... no es lo que creéis - ¡menudo alivio el escucharlo! Bueno la verdad es que, tenía toda la razón. Mis captores se fueron del lugar dejándome a solas con ese tipo - vaya vaya, no esperaba encontrarla tan pronto. Éstos señores me han dicho que, me pagarían una buena fortuna si les daba la información que necesitaban así que... - elevó sus hombros y sonrió con ironía - vamos a ello... ¡mírame! - no entendía a qué se refería. Yo apenas podía ver su rostro pero recordaba como era. Un tipo guapo, guapo sí, con pocas luces y un malnacido.

 

- Antoine -esbocé su nombre con un hilo de voz. Sentía las mejillas calientes he hinchadas. ¡Me había costado un mundo decir eso y ahora maldecía porque el dolor parecía que me hacía caerme presa del desmayo - no sabía que estuvieses por aquí...

 

- Ya ves querida, nuestros caminos tarde o temprano se encuentran - sentía la ira en mi interior. Ese era un mensaje propio de Lázarus. Pero lo miré al frente con la barbilla levantada y con cierta luchería que, sabía que le cabrearía. Pero mantenía él manteía una pose burlesca. Y aún así, sentí como con su mirada intentaba escarbar en mi interior, rebuscando en mis recuerdos. Susurré un ligero 'oclumens' bajé por un segundo la vista para reforzar mis defensas. Levanté un muro de consistencia de pared y neblina blanca. Había cambiado todo por algo completamente diferente que no tenía nada que ver...

 

Escuché una gran carcajada - ¡eso sí que no me lo esperaba! - sonrió nuevamente, lanzando otra risa más potente- bien, vamos a probar con ésto - me agarró del mentón y me obligó a mirarlo fijamente a los ojos, aproveché la ocasión en pensar en mi marido y en toda mi familia, para crear una fuerte densidad. Tal y cómo me enseñó la Arcana durante las clases. Notaba como la pared de niebla se iba haciendo mucho más densa cada vez que el intruso intentaba acceder a la información en mi cabeza. Nuevamente, otra risa tras terminar la incursión.

 

- ésto va a ser divertido -dijo y yo la miré airada. Lástima de no desatarme, le daría una buena zurra si no estuviese tan débil de mente. Pero al mismo tiempo, me sentía fortalecida gracias al anillo que portaba- vamos a probar otra cosa, madamme - sonrió ligeramente y atrajo la silla en dónde estaba sentada, hacia a él con brusquedad y sin delicadeza. Ahora lo tenía a escasos centímetros de sus ojos. Antoine se reía, en mi cara, seguro se mostraba el gesto contraído a causa de la rabia- si encuentro lo que quiero, no dude que haré pagar su tración. Los que traicionan a la revolución lo pagan con la vida - ahora fui yo, a pesar de sentir cierto dolor en el labio, la que sonrió. Eso me dio fuerzas.

 

Escarbaba dentro de mí como un gusano comiéndose la carne podrida. Pero aproveché el momento. Tras la niebla inicial le enseñé lo que quería ver. Me mostré tal y cómo quería que creía él a quién era leal. Le mostraba como le entregaba varios documentos a un importante miembro de la Asamblea y me felicitaba por ello. A pesar de ser de noche y con la luz de las velas, tomamos una copa de vino. Pero, ¿me creería? Esperaba que sí, no era un tipo demasiado inteligente.

 

- Aggg. ¡No puede ser! -protestó- ¡Guardias! ¡Liberad a la prisionera! - gritó, los hombres lo miraron desconcertados - no sé qué documentos tendréis pero lo que yo he visto...Bueno, no es ninguna traidora.

 

- Disculpe pero, nuestros informadores dicen lo contrario...

 

- Paparruchadas. Seguramente sea contraespionaje. Ella no es vuestra espía, deberéis buscar en otro lugar - los guardas asintieron con la cabeza y me sacaron las cadenas, para luego, trasladarme hasta las afueras del lugar. Notaba el aire fresco en mi cara y eso aliviaba mis heridas. Fui caminando lo más rápido que pude y llegué hasta a un riachuelo cercano. Bebí como no lo hubiese hecho durante siglos. Después, me tumbé en la hierva y me quedé completamente dormida.Para cuando desperté, me encontré nuevamente un espacio en blanco... No tenía heridas, y sentía las pequeñas patadas de la niña. Sonreí más abiertamente y salí por el portal nuevamente de regreso...

 

- creo que, lo he conseguido, ¿no? -pregunté con voz dudosa - no recordaba esa parte, lo he pasado fatal - dije en voz baja, protestando- pero a pesar de ello no consiguió lo que pretendía. Le di una información falsa - y tras éstas breves palabras a la arcana, lancé una carcajada- pero usted, ya me dirá el resultado - le comenté con una sonrisa, al terminar.

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  • 2 semanas más tarde...

Sauda cerró los ojos durante un momento y esperó.

 

Esperó a que su pupila hiciera frente a todo aquello por lo que el Portal quisiera hacerla pasar. Y ella lo supero con creces, haciendo que la mujer abriese los ojos justo cuando Heliké emergía por la puerta que había atravesado un poco antes.

 

¡Querida, enhorabuena! —le felicitó, dando un paso adelante hacia ella—. ¿Que yo te diga el resultado? No querida... baja la mirada hacia tu anillo, y comprueba tú misma lo que has conseguido.

 

Esperó a que lo hiciera y luego, mientras asentía con la cabeza, le sonrió.

 

Vi lo que hiciste, excelente desenvoltura la tuya ahí dentro. ¡Me has dejado de piedra! Estoy muy feliz por ti, querida mía, de verdad te lo digo. Ahora recuerda: la Oclumancia es una magia que puedes seguir aprendiendo día a día, no sientas que lo sabes todo por portar ese anillo. Jamás dejarás de aprender, ni tampoco de mejorar. Tu anillo está ligado al mío, así que siempre que lo desees podrás venir a buscarme para consultarme algo. O para visitarme simplemente, mi hogar estará abierto para ti permanentemente. Cuidate, Heliké, y protege siempre tu mente. No hay nada más importante para un mago en estos tiempos.

 

Dicho aquello, la arcana hizo una pequeña inclinación en su dirección y caminó hacia la salida, en silencio y sin mirar hacia atrás.

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