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Prueba de Legilimancia #9


Rosália Pereira
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- ¡Llegaste!

 

Habían pasado los días que Rosália indicó en su momento.

 

Así, estaba ella con los pies chapoteando en el lago. Sentada en lo que parecía ser un muelle bajo, con un par de zapatos a su costado. Había vuelto a su estilo personal, un vestido claro. Le estaba sentando tan bien la primavera que hasta se ponía un poco perezosa, sólo para tomar un poco más de sol. Y eso que los días en Inglaterra estaban siendo estupendos: cielos despejados, vientecillo leve, temperaturas templadas.

 

- Por lo que vi hace unos días, este no es tu primer rodeo precisamente. Generalmente son tres pruebas hasta llegar a la pirámide ¿sí? Todo es bastante simple, verás.

 

Se Levantó de donde estaba sentada y llevó a Gatiux hasta la punta del muelle donde había un pequeño barquito. En el centro del mismo había un recipiente. Lo podríamos describir como una maceta de hierro oscuro, con una tierra de igual tonalidad.

 

- A lo largo de tu camino existen tres guardias. Para que te dejen pasar y puedas seguir caminando tendrás que activarlas. ¿Con qué? Con agua de conciencia. Imagínala como un recuerdo, pero como sabemos, la conciencia no está hecha solamente de memorias. Ahora, hay una condición. Cada una responde a una pregunta en específico sobre tu experiencia en estos tiempos, verás:

La primera maceta, una vez regada se expandirá en un gran árbol que te llevará a través del lago. Lo que ella quiere saber es, ¿qué elementos en tu primera visita se compartían entre John, tú y yo?

La segunda se encuentra a la entrada de un sendero a través del bosque. Cuando la actives, un túnel de ligustrina se expandirá para protegerte. En este caso, la pregunta es ¿qué elementos de lo exterior te llevaron a cortar la primera vinculación?

Por último, en la entrada del laberinto, una enredadera te guiará por el mismo hasta la pirámide si le cuentas lo siguiente: ¿qué elementos eran sólo tuyos en la última intervención? Y, ¿cómo pudiste darte cuenta qué era verdad y qué era mentira?

 

Suspiró.

 

- Recuerda nuestra pequeña aventura y te será sencillo. Te estaré vigilando. Sigue cuidando el anillo que te di.

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Mientras caminaba hacia el lago, Gatiux se preguntó si la Arcana la reconocería. No habitaba ninguna de las dos pieles con las que había interactuado junto a la otra mujer, de apariencia mucho menos exótica que la actual. Por primera vez en los últimos tres días volvía a ser la Gatiux que todos conocían, la que tenía una larga cabellera violeta, la piel tostada, los ojos amarillos como un felino y todas las curvas que la caracterizaban.

 

Debería tener sueño, se había pasado los últimos tres días buscando lo que llevaba en aquella pequeña caja de madera lacada, pero había tomado unas cuantas pociones estimulantes para no sentir el cansancio. Tenía el ánimo bien alto, como si pudiera conseguir todo lo que se propusiera, tal vez si pensara que la suerte estaba de su parte realmente sería así.

 

Apenas tuvo tiempo de una ducha rápida y de vestirse con lo más cómodo que encontró, nunca sabía donde te iba a escupir el portal aquel tras llegar a la pirámide. No quería tener que correr con unos tacones altos y un vestido largo poco práctico, por lo que se había puesto unas mallas ajustadas oscuras, unas deportivas cómodas, una camiseta y una sudadera de color rosa claro. El resto que pudiera necesitar lo llevaba en una pequeña mochila que colgaba en su espalda, encantada para que cupieran unos cuantas pertenencias y cachivaches.

 

Le sonrió a Rosalia cuando estuvo lo suficientemente cerca de ésta, cuando ella le saludó. Gatiux inclinó suavemente la cabeza, a modo de saludo respetuoso hacia aquella de la que tanto había aprendido en los últimos días. Se encogió de hombros azorándose un poco cuando la Arcana afirmó que no era la primera vez que hacía algo así. Acabas aprendiendo ciertas habilidades cuando desarrollas la mala costumbre de que se te peguen en las manos cosas ajenas.

 

- Como te prometí, aquí está lo que acordamos -sacó del bolsillo frontal de la sudadera la cajita que traía- Dentro está la semilla de sauce boxeador que da flores de cerezo. Espero poder venir a verlo algún día cuando haya florecido en todo su esplendor.

 

Caminó detrás de Rosalia mientras admiraba el lago que tenía en frente. Ya había pasado en dos ocasiones sobre el mismo para llegar a la pirámide. El corazón de la Malfoy vibraba de espectación por no saber lo que le aguardaría de allí hasta que llegara al Ouroboros, siempre era distinto y de alguna manera se relacionaba con el camino que le había llevado hasta allí.

 

Escuchó atentamente las instrucciones de la Arcana, mirando la pequeña embarcación y al pequeño recipiente con tierra que la esperaba dentro de la misma. Asentía de vez en cuando, las órdenes eran claras pero temía olvidarse de alguna llegado el momento. Sacó una pequeña hoja y garabateó las palabras esenciales para asegurarse de que llegado el momento no se quedara sin saber qué hacer ante lo que le presentaran. Guardó la hoja doblada en el sujetador, sólo por si acaso.

 

-Está bien, Rosalia. -respondió Gatiux mientras le guiñaba el ojo- Supongo que nos veremos en un rato.

 

La banshee montó en el barco y tras desatar la cuerda que lo unía al muelle le hizo un gesto a la Arcana llevándose el anillo que le dio unos días atrás a la sien. Lo había colocado en el índice de la mano derecha. El agua comenzó a dirigir el barco y la figura de la Arcana fue empequeñeciéndose a la vista de la Malfoy mientras se alejaba.

 

No muy lejos del punto inicial, el barco se paró de repente, como si la corriente mágica se hubiera acabado de pronto. Suspiró y agarró la maceta con ambas manos mientras se concentraba y dejaba la mente viajando unos días hacia atrás mientras buscaba la respuesta a la pregunta que le había dicho Rosalia que necesitaría para llegar al otro lado.

 

Metió las manos en la tierra. Y las uñas se le llenaron de ésta. Estaba suelta y tenía un tacto áspero. Agachó la cabeza y escondió el rostro entre sus palmas ahuecadas.

 

(¿Qué elementos en tu primera visita se compartían entre John, tú y yo?)

 

(Para aplicar la Legilimancia teníamos que estar en igual estado de conciencia. Compartíamos la borrachera y... estar despiertos.)

 

Cuando abrió los ojos y alzó la cabeza. entre las manos de Gatiux había agua. Dejó caer aquel agua sobre la tierra de la maceta, que la absorbió y de la misma comenzó a surgir un árbol que crecía a un ritmo frenético hasta tal punto que empezó a temer por la integridad de la embarcación en la que estaba subida. Cuando paró de crecer fue como si el árbol atrayera sobre si mismo el viento, dirigiendo la barca hacia la otra parte del lago.

 

Aunque creyera que no lo iba a soportar por el peso, la barca la dejó sana y salva en la otra orilla. Gatiux bajó grácilmente en la misma y comenzó a andar hacia donde ella recordaba que seguía el camino hacia la gran pirámide. Pronto los árboles empezaron a juntarse unos con otros. El bosque que le había dicho Rosalia estaba próximo. Gatiux buscó la segunda maceta con cuidado, ya que podría confundirse con el color de alguno de los troncos más oscuros. Estaba allí donde parecía que la tierra estaba más pisoteada, marcando un camino entre un par de árboles.

 

Se sentó junto a la maceta en posición de meditación.

 

(¿Qué elementos de lo exterior te llevaron a cortar la primera vinculación?)

 

(El sonido rítmico de unos pasos que se acercaban, no pertenecían a aquel entorno, se escuchaba diferente como si no perteneciera al mundo que me rodeaba. Una cerradura que se abre y una puerta abriéndose.)

 

Dejó caer el agua que se había vuelto a formar entre las palmas de sus manos ahuecadas. Justo al dejar caer el líquido, se oyó como las hojas golpeaban unas con otras, alzándose frente a Gatiux marcándole un sendero claro por el que debía discurrir para llegar a la entrada del Laberinto. Caminó a paso ligero, a media carrera por temor de que si tomaba demasiado tiempo, la ligustrina comenzara a desaparecer y se quedara perdida en medio del bosque.

 

Los árboles comenzaron a espaciarse nuevamente, dejando a la vista un gran claro frente a unos setos altísimos y tupidos. La entrada del laberinto y más allá podía verse la Gran Pirámide.

 

(¿Qué elementos eran sólo tuyos en la última intervención? Y, ¿cómo pudiste darte cuenta qué era verdad y qué era mentira?)

 

La voz de Rosalia resonaba en la mente de Gatiux con la tercera pregunta. Esta vez un hilo de voz salió de entre sus labios, respondiendo a la pregunta que latía en el aire. Era como si estuviera allí mismo y pudiera tocarla con la punta de los dedos. Posó la yema de los dedos sobre la entrada del laberinto. Allí aguardaba una planta que no pertenecía al mismo.

 

- Eran míos el escenario donde se celebraba el evento, los pequeños detalles de cómo se decoraban las mesas y lo que llevé puesto en el día en que estuve allí realmente. Sentí el mismo amor y orgullo que sintió John al ver a la novia. Pero no podía saber si era real o no, aunque se sintiera como tal. Fue al estar fuera de su conciencia, al transformarme en ella, y ver como el rostro de John se convertía en horror lo que me confirmó que había sido cierto y era a quien estaba buscando.

 

Al escuchar la respuesta de Gatiux la planta cobró vida de repente. Comenzó a crecer y a serpentear por la pared del laberinto a toda velocidad, girando en un lado y a otro, cruzándose por el suelo cuando debía de ir en otra dirección. Gatiux no dudó en ningún momento de la guía, la seguía a la carrera, sin pensar en algún momento que la planta quisiera cansarla hasta acabar por desorientarla. Al final la enredadera se detuvo en la pared del mismo, y cuando la banshee de cabello violeta alzó la vista estaba frente a la Gran Pirámide.

 

Acarició la enredadera a modo de agradecimiento con suavidad.

 

Ascendió las escaleras mientras suspiraba para calmar el ánimo. Casi no podía creer que estuviera allí otra vez. Tras la segunda vez pensaba que no volvería a pisar aquel lugar, sin embargo esta vez había sido tan natural. Por fín un Arcano que no le bufaba al escuchar su apellido o le miraba mal porque sus intenciones no eran las de un caballero de brillante armadura. Era una de esas vivencias de las que se atesoraban con el paso del tiempo, ella lo sabía.

 

Gatiux llegó por fin al salón circular, en el centro del mismo un ouroboros rodeando una estrella, y en cuyo centro estaba Rosalia esperándola. Inclinó la cabeza a modo de saludo mientras se acercaba con una sonrisa en su rostro. Aguardó frente a ella en silencio.

«I'm a villain, and villains don't get happy endings.»
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  • 1 mes más tarde...

Rosália no tenía prisa alguna, pero en su fuero interno reconocía que la espera se le estaba haciendo eterna. No necesitaba concentrarse para saber porqué estaba pasando Gatiux a cada momento, ni tampoco dudó ni por un instante que no tardaría en alcanzar la pirámide.

 

Aún así, esperó todo lo pacientemente que pudo paseando con lentitud por la sala, con ambas manos sobre su regazo. Se detuvo en el centro cuando la mente de su pupila estuvo más cerca y, finalmente, miró hacia la entrada en el preciso momento en que la bruja llegaba. Le sonrió suavemente, casi con cierta ironía. No había esperado menos de ella en ningún instante.

 

Bien —le dijo. Gesticuló suavemente con la cabeza para que la siguiera—. Ven aquí. Conservas el anillo que te di, ¿cierto? No lo pierdas, porque ahora es cuando más lo vas a necesitar —se detuvo junto al portal que daba acceso a la prueba de Legilimancia, el cual había visitado ya innumerables veces junto a otros aprendices—. Bien, mi deber es preguntártelo una vez más. ¿Quieres enfrentarte al Portal, querida? De ser así... solo entra, no tienes más que hacer aquí fuera. Pero recuerda...

 

Dejó que el silencio las envolviera por un momento, intentando que la bruja fuera consciente de la importancia que tenía lo que iba a decirle a continuación.

 

... recuerda que si entras y no consigues que tu anillo de aprendiz se convierta en el de habilidad no tendrás más oportunidades. Yo confío en tus capacidades, pero eres tú quien debe estar segura. Así que piénsalo por un momento antes de tomar una decisión. Recuerda también que ese anillo nos mantendrá unidas y, si lo necesitas, yo iré a por ti. Pero eso conllevaría lo mismo que te decía antes... así que reservémoslo solo para una emergencia muy grande —guardó silencio por un instante, mirando fijamente a la mujer—. Y bien, ¿te animas a entrar? Demuéstrame lo que has aprendido, Gatiux. Confío plenamente en tu poder.

 

Y dicho aquello la dejó decidir en silencio y con los brazos en jarras. Había llegado el momento de la verdad.

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