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Natural Poison (MM B: 112609)


Hessenordwood Crouch
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Estaba dudosa si ir o no ir a la cita, claro estaba que aquel cliente era muy importante para su negocio. Pero aún no podía sacarse de la mente que era una especie de trampa, alguien la había seguido y estaba investigando en lo que trabajaba.

 

Sacudió la cabeza para quitarse las ideas paranoicas que se inventaba y cruzó el callejón para entrar al lugar donde se habían citado, el muchacho era quien la citó. Por lo que ella para no levantar sospechas usaba una poción multijugos que la hacia verse mayor de lo que era en realidad, cabello castaño y ojos color miel. Su ropa era muy normal unos vaqueros y una camisa blanca con algún dibujo muggles, nada fuera de lo común. Sin embargo no veía a nadie con la descripción de aquel chico por ninguna parte.

 

Eso era lo malo de hacer todo mediante cartas, no podías confiar en alguien que no habías visto todavía, volteó alrededor y sólo se encontraban otras tres personas en el lugar y ninguno era a quien buscaba.

 

@@Syrius McGonagall

 

Off: disculpa mi tardanza es solo que no sabía cómo empezar jejeje xD

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Matt Ironwood.

 

 

Recorrió esa selva exuberante que era la sala que recibía a los clientes al llegar el negocio, tomo cada pequeño sendero que partían en varias direcciones de ida y de vuelta buscando a la mujer pero no la podía encontrar. ¿Habría cancelado? Esperaba que no, después de todo era una oportunidad que no debía desperdiciar.

 

Sus zapatos ya se encontraban manchado de la tierra negra que parcialmente cubría el suelo de madera pero no le importaba, Kelcey no parecía ser una persona que le diera mucha importancia a la imagen, solo quería esas semillas. El mago se agachó mientras pasaba por debajo de un planta que se estiraba al techo con unas amplias hojas verdes del tamaño libros mientras regresaba por el sendero que tomó.

 

Se estaba comenzando a impacientar, quizas todo hubiera sido un chiste, una broma para la risa de la mujer, engañar a los de fuera cada vez que salían de su isla podría ser una tradición. Sacudió la cabeza tratando de alejar esos pensamientos, simplemente se había retrasado era solamente eso.

 

El sonido de unos pasos a un par de metros de distancia, un par de senderos hacia alla le indico que había alguien mas ¿Kelcey? Tendría que comprobarlo, Matt apuro la marcha hacia los pasos y al doblar por otro sendero que recorrió con anterioridad se encontró con una mujer… pero no era Kelcey. De hecho no la conocía, de todas formas se acercó a ella.

 

-Disculpa – llamó su atención - ¿De casulidad no ha visto a una bruja de cabello negro y ojos azules? – preguntó el Ironwood observando a la mujer. Fue terminar de hablar cuando una tercera figura apareció detrás de ello, su llegada fue tan silenciosa que el castaño no se percató de su arribó hasta que la voz con el fuerte acento de Kelcey sonó tras su espalda.

 

Se giró y allí estaba, enmarcada en esa aura de misterio y foraneidad vestía una larga túnica colo crema que se sostenía en la cintura con un delicado cinturón de runas, su cabello caia largo y espeso color de la noche tras su espalda y sus ojos claros parecían observar el alma del resto. Una digna aparición.

 

-¿Trajiste el dinero? – Kelcey observó al mago.

 

-Si – el mago asintió.

 

La mujer sonrió – Bien, mi pueblo necesita de esas semillas, en la isla no pueden crecer por el clima, nos estas dando un gran mano y como agradecimiento yo te daré respuestestas – la bruja acercó sus manos a la cintura y se quitó dos runas de sus cinturon – Su pasaje, ambos – entregó las runas tanto a Matt como a la otra mujer que no tenía nada que ver con aquella reunión.

 

-Gracias – el Ironwood tomó la runa que era mas pesada de lo que parecía – Pero ella no viene conmigo – trató de socorrer a la pobre bruja que de una extraña forma terminó involucrada en aquella reunión –Simplemente nos encontramos… -

 

Pero no pudo continuar porque Kelcey lo interrumpió – También es bienvenida – zanjó el asunto con una agradable sonrisa – Ambos -

 

 

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Parecía que nunca llegaría su contacto, se estaba impacientando al esperar sin que llegará. Por lo menos ya llevaba unos diez minutos sin ver a nadie queen reconociera, se puso a caminar por el lugar admirando las plantas y flores que llenaban todo el espacio.

 

Estaba absorta en sus pensamientos, cuando un chico le tocó el hombro preguntándole un par de cosas —Oh Hola— contesto de buena manera, aún no estaba al borde de los nervios y eso era bueno, dado que nunca le había gustado esperar —No, disculpa no eh visto a nadie con esa descripción...— tan pront termino de decir aquellas palabras, que una mujer justo como la que el chico buscaba comenzó a hablarles a los dos. Por lo visto no era la única hacsiendo negocios en aquel lugar, al parecer ya varió había tenido aquella idea.

 

Cuando la chica le entregó Una runa, no sabía que hacer con ella. ¿Había estado mal su contacto? ¿A quién esperaba era una mujer y no un hombre? No lo sabía y aquella situación le resultaba un tanto extraña, miro al chico que le había preguntado antes y se veía totalmente descolocado.

 

—¿A dónde vamos si se puede saber?— inquirió la bruja y miro a los dos sin saber que más decir, ella no iría a ninguna parte sin saber antes hacia donde y menos si no sabía si es a chica era su contacto con quien debia encontrarse.

 

@@Syrius McGonagall

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  • 3 semanas más tarde...
Asintió modestamente mientras que desde el mezanine tiene una mejor vista del local, está al menos de acuerdo con Bel en esto; sinceramente él no es un fanático de la elaborar pócimas ni mucho menos del cuidado de plantas o vegetales, mágicos son peor aún que los que no lo son, sin embargo, el Natural Poison no era un mal lugar tampoco, es decir, el sitio tiene espacio suficiente para almacenar muchas de las cosas que los aficionados a los brebajes mágicos puedan necesitar, además de que parece estar en la mejor ubicación que se pudo encontrar a todo lo largo y ancho de ese callejón, al menos para sustentar la vida de todas estas especies de plantas que se cultivan para la venta, aun cuando algunas de ellas ni siquiera son nativas o no pertenecen a los climas londinenses. Era evidente de que a esto se le había invertido ingenio.


No obstante, él no quiere tener que ensuciar su elegante traje con tierra de abono para esto.


Hessenordwood arrugó inconscientemente el puente de la nariz ante la idea, no es un gesto feo como tal, rara vez los gestos del hombre lo son, de eso se ha cuidado mucho, y en esta ocasión, es más bien como si se lo estuviera pensando aun cuando la decisión estaba tomada. Y es que, aunque la compañía de Bel Evans le es indiferente (aunque particularmente más soportable que la de algún otro mago o bruja), él puede hace excepciones. Para cada una de sus palabras, para cada uno de sus trucos, él tendrá un gesto lindo para ella. Es su trabajo después de todo y cree que, aunque los habitantes del viejo continente no son tan fáciles de conquistar como los americanos, él puede llegar a hacerse bueno esto también.


–Me alegra que lo notara, señora Evans, habemos burócratas muy vanidosos hoy en día también-, bromeó cómodamente ajustándo el cuidadoso nudo que lleva en la parte más alta de su corbata. Eso ha sido más un intento por ablandar las intrigas de Bel sobre su forma física, aunque no se esperaba que eso fuera un tema tan prontamente importante, una fachada despistada podría servirle si era necesario. –Entonces, es solo eso…-, tarareó observando el modo en el que las mandrágoras parecían darse cuenta finalmente de su presencia y, por la reacción de ellas, Hess imaginó que esto sería mucho más complicado de lo que Evans exponía. Quizá ella no quería asustarlo antes de comenzar. –Es bastante sensato-, mascullo alzando las cejas, no parecía muy preocupado si ella le escuchaba o no.


El resto de las cosas que ella dijo Hess las escuchó sin mucha más atención realmente, no hace más que observar con esos pálidos y planos ojos las cosas que ella apunta mientras habla, no la va a interrumpir, por supuesto, pero cada cosa que ella dice es cada vez peor que la anterior y a Hess le quita las pocas ganas que ya de por si apenas tenía por estar ahí. Desde luego, la señora Evans no paga su servicio, él no tiene directamente una obligación hacia con ella, es más, podría tratar de explicarle, del modo más ameno, que justo tiene a un par de clientes mas que atender para antes de que la tarde caiga, y después contarle quizá un poco sobre esa cita que tiene mas noche, con una guapa recepcionista del hospital que visto esta mañana por el expediente de Ollivander.


–Así será-, defendió casi distraídamente. –Todo lo relacionado con el señor Ollivander a partir de ahora lo verá y lo hablara primero conmigo y por supuesto que lo escuchara también primero de mí antes de alguien más-, aquello también salió automático, como si estuviera con cualquier otro cliente. Hess repara en lo que dice, se da cuenta de que no tiene algo más allá que esos papeles en la mesa para que ella le confié tanto, y aun así ella no habría puesto mas protesta sobre su palabra. Parpadeó rápidamente tratando de buscar el rostro del Bel para ver si es que ella no ha mal interpretado algo de lo que verdaderamente trata de decirle, pero lejos de eso, ella se encuentra ya bajando las escaleras del mezanine.


Debo advertirle señora Evans-, se apuró a seguirle escaleras abajo. –Que no tengo buena mano con las plantas…o los animales…o la suciedad…-, bajo el brazo lleva el plano de la planta principal y detalles del sótano del negoció, y solo cuando llega hasta el primer piso, lo extiende. –Yo recomendaría mejor llamar a un servicio contra plagas y seres indeseados-, levantó la vista, de alguna manera se las ingenia para parecer completamente inocente, convincente. Es fácil, porque a pesar de su físico, la apariencia tan pulcra y estéticamente bien cuidada de Hessenordwood, no lo hace parecer tampoco un hombre de aventura lo que simplemente vanidoso encajaba mejor con él. –Puedo ayudarle con eso si quiere, de hecho, justo en mi agenda tengo un par de contactos de confianza que pueden ayudar.


Se porta agradable con ella de todas formas, independientemente de los intereses de Hess, independiente de que no quiere tener que ensuciarse las manos por ella, puede hacerlo. Entonces, esta vez es él quien se adelanta y pasa de largo a Evans tomando un camino que apenas parece existir entre unas raíces viscosas que han florecido unas sobre otras solo para buscar la trampilla que se esconde en el piso cerca de un criadero de horklumps. El gesto simpático de Hess antes de agitar de su barita para solo hacerlas aun lado es de total disgusto ante el ruido que la raíz causa, Hessen se las imagina igual a un puñado de tripas intestinales desangrándose por todo el suelo.


–Comenzar con el chequeo es lo mas eficiente ahora-, a pesar de todo su aparente desprecio no se escucha afectado, su voz sigue teniendo el mismo acento cortes, elegante y neutro que ha mantenido durante todo su encuentro con Evans, aunque también es amable, todo como si Hess fuera una especie de robot de relaciones humanas. Quizá demasiado profesional tal vez. –Los bichos se lo podemos dejar a los expertos-, suelta el plano y este inmediatamente flota delante de él, Hess no le despega los cristalinos ojos que se pasean por él mientras tantea los bolsillos de su saco y pantalones en busca de algo mas que su barita que ya llevan también en la mano. –Hoy mismo quedan todos los contactos fechados para el servicio y acondicionamiento del sitio-, de la solapa apenas abierta de su traje sale disparada un vuelapluma y él en canta el pergamino que se desliza sobre su hombro para quedar junto a la cabeza del hombre, listos para tomar nota. –Entonces, nosotros deberíamos comenzar con el sótano, ahí es aún más íntimo-, le sonrió con galanteo, luego simplemente dio media vuelta y con la varita desbloquear la trampilla que lleva al sótano.



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Bel Evans Ollivander

 

Un intermediario vanidoso no era lo que esperaba de alguien cercano a Garry, pero a su vez era inesperada la palabra que con más frecuencia podía resumir mucho de lo vivido con él. A medida que Hess y yo nos internábamos en la compleja maraña en que las plantas habían convertido al Natural Poison, más allá de la combinación embriagadora del aroma de flores y hojas de todos los colores imaginables, nuevas interrogantes surgían respecto a mi acompañante, ahora que con cuidada elegancia y bajo la ¿máscara? (me negaba a verlo como la real motivación) del pensamiento racional, había encontrado la manera de eludir las tareas en las que le había pedido ayuda.

 

¿Por qué su amabilidad no alcanzaban mi interior? ¿Por qué sus sonrisas no bastaban para ganar mi empatía? ¿Era el problema Hessenordwood Crouch, o lo era lo que representaba él, con su ropa impecable, sus zapatos lustrosos y pulcros y su cuidado físico? ¿Lo sería su apellido? La confusión lejos de menguar, parecía aferrarse más y más, justo como los horklumps en el suelo del local, a los que con evidente asco, el hombre había hecho a un lado para alcanzar la trampilla, oculta por la salvaje naturaleza. No era la primera vez que lidiaba con hombres de su estilo, de hecho, en el tiempo en que P-ko se había empecinado en que pensase en el "futuro del legado Evans" (un eufemismo bastante elegante para pedirme que me casara bien con algún heredero local de Ottery), ver a tipos como él en las fiestas, cenas y demás eventos privados reservados para la élite mágica era la moneda corriente.

 

Ni en ese entonces ni ahora había podido encajar adecuadamente en esos espacios. En los tiempos fuera de Inglaterra, la idea de que la marginalidad de Garry me hubiese seducido, a ratos se me hacía una idea tan poderosa (y provocadora de culpa) que la había abrazado como una verdad, aunque por suerte luego sucesivas reflexiones y sesiones con fantasías patentadas matizacen tal concepción. Pero Garry era indiferente también, un poco como él, pero si se comprometía con algo...

 

Ajá, eso tenía que ser. Ese "ensuciarse las manos", material y metafóricamente, había sido parte intrínseca de mi vida y la de Garry, aun cuando en mi caso la motivación fuera ponerle fin a esa guerra mágica que siempre encontraba formas para reinventarse. Y si bien no podía calificarlo de "cualidad", me generaba una inexplicable admiración, incluso si la persona lo empleaba en espectros más bien dañinos. Ahora, por contraste, la facilidad con la que Hess quería mostrarse limpio de todo, en una sociedad cayéndose a pedazos, con remiendos y parches cada vez más notorios e insuficientes, no podía sino provocarme fastidio y desconfianza.

 

Si no le parece ayudarme, bueno, llame a esos "expertos". Supongo que tiene razón en que pueden hacer el trabajo más rápido y eficientemente. Supongo que ya habrá ocasión, a futuro, de comprobar en qué aspectos tiene usted "buena mano".

 

¿Qué espacios frecuentaba ese hombre? ¿Tendría poderosas conexiones? Dependiendo de donde te posicionaras, la guerra podía tener sus ventajas. De alguna manera, por ejemplo, un aura de gloria y heroísmo con el que estaba lejos de sentirme identificada, había terminado rodeando muchas de mis acciones en la Orden del Fénix. Y a gente como Crouch, con los privilegios suficientes para ir por la vida en una cómoda burbuja ajena a los demás, parecía que le había sido sencillo mantenerse preservado de pérdidas irreparables, y hasta mostraba una increíble seguridad en sí mismo (o algo por el estilo) para conservar un aire de desinterés que nada tenía que ver con la palabrería que le brotaba de los labios sin aparente esfuerzo, alternada a sus corteses modales.

 

¿Está seguro que más íntimo es mejor para usted? tercié de repente con una sonrisa, siguiéndolo por aquella estrecha escalera y tratando de acostumbrar la vista a la oscuridad de aquel espacio más allá de la trampilla— debo decirle que no lucía relajado hace unos momentos, cuando me tenía muy cerca. Y ciertamente, me parece el tipo de persona que controla al mínimo detalle y no permite a otros ver más allá de lo que quiere mostrar.

 

El plano marcaba la presencia de un túnel en ese espacio, pero no fue hasta que lo atravesamos que comprobamos su estrechez y extensión. Hess apenas cabía por él, y su ancha espalda era todo lo que podía ver delante de mí, aun cuando tampoco es que pudiese ver mucho, pues una capa de polvo bastante gruesa recubría todo, y un molesto picor provocado por eso, me obligaba a ir restregándome los ojos cada tanto, con el dorso de la mano. No podía dejar de imaginar, lo terrorífico que ese espacio podría ser en completa oscuridad, pero afortunadamente, la luz que emitía la punta de la varita del mago, ayudó a que pudiésemos avanzar sin mayores dificultades, hasta que llegamos al subterráneo.

 

El lugar rezumaba humedad, y con cada respiración el olor a tierra mojada se colaba directamente hasta los pulmones. Hess todavía seguía indemne, probablemente por un notable hechizo impermeabilizante aplicado a sus ropas y zapatos, pero yo era un desastre andante con la ropa manchada de barro, y las zapatillas mojadas y enlodadas también. A pasos de nosotros, el estanque podía apreciarse, y algunas variedades de plantas que todavía no alcanzaba a distinguir asomaban desde él. El impulso por acercarme, pronto fue más grande que mi prudencia, y terminé asomando la vista a la superficie, de aspecto tranquilo aunque las aguas tenían una consistencia semejante a la brea.

 

No parecía haber nada más, hasta que de repente, un sonido incapaz de provenir de planta alguna, se dejó escuchar del interior. Retrocedí entonces, inquieta y levemente asustada, y volví la vista a Crouch ¿él sabría de eso?

 

Es gracioso que dijera que no quería ensuciarse, y hayamos terminado aquí en el lugar más húmedo y abandonado del negocio. ¿O es que acaso hay algún encargo especial que quiera mostrarme? — eché un vistazo completo alrededor, percatándome entonces de ciertos materiales que también solía ver en Baker— Quizá me esté aventurando, pero está claro que este lugar era algún tipo de laboratorio ¿tiene idea de qué podía haber estado experimentando Garry aquí?

 

No me preocupaba estar a solas con él, aunque si lo pensaba mejor, era evidente que estábamos lo suficientemente lejos, como para que arriba, nadie pudiese notarnos, ni remotamente.

 

@@Hessenordwood Crouch

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Si no le parece ayudarme, bueno, llame a esos "expertos"- dice ella. “De nada, señora Evans”, piensa Hess solamente con media sonrisa casi reprimida en la boca mientras comenzaba a bajar por el estrecho túnel que debía conducirlos al sótano. Habitualmente él tiene demasiada paciencia con este tipo de personas, no sería tan próspero en ninguno de sus negocios si no lo hiciera, sin embargo, también tiene ya suficiente éxito en su trabajo como para dejarse humillar, explotar o pisotear por ellos y sus exigencias absurdas en relación a los servicios que Hessenordwood otorga. A estas alturas de su carrera laboral se considera que ya puede darse el lujo de mandar al diablo a los comensales irritantes si se le daba la gana, no obstante, su estancia en Inglaterra es tan demasiado nueva aún y no está tan pulida como lo era en Nueva York y California, que tampoco puede tomarlo todo a la ligera. Tonto era él que aun prefiere hacerse cargo personalmente de estas cosas, ¿debería comenzar a hacerse de más manos para apoyar su trabajo? Parecía que sí.


Y de nuevo ahí estaba, resoplando otra sonrisa perezosamente, aunque no menos divertido, aún si ella no puede ver el gesto (porque avanza por delante de Bel), pensándose en qué otras cosas puede ser verdaderamente bueno. No era que le ha mentido a ella totalmente tampoco, es tan bueno en lo que sea como cualquier otro mago de su edad, pero las actividades cotidianas en la vida de Hessen, aun en la de cazar bichos o personas, lo hacen algo más hábil en cosas diferentes a esto de cuidar vegetales y preparar brebajes. Así que, si sonríe nuevamente, es porque realmente le causa cierta simpatía la poca sutilidad que hay en la suspicacia de Evans hacia con él, lo que resulta desfavorable ya que solo consigue que el mago redoble los escudos por si ella tiene las intenciones de sacarle algo de información que no concierne a su trabajo con Ollivander.


Porque el hecho de que ella no contuviera magia en su interior no la hace alguien menos peligrosa, de eso está más que seguro.


Aun así, no tomará represalias de ningún tipo si Bel Evans le juzga a él como una persona sospechosa de lo que sea, incluso una mala, las personas aquí lo son, todas ellas, son extrañas, desconfiadas, abusivas, extorsionadoras, manipuladoras y el resto de cosas que hacen que cualquier inocente sucumba ante algún sentimiento podrido, y no les culpa, las circunstancias eran duras contra ellos, aún si habrían sido ellos mismos los causantes de todo esto, porque eso es algo que ha visto por tantos años, ¡por Merlin! su existencia misma como demonio dependía solamente de ello, de esa característica autodestructiva que poseen los humanos y su contradicción de querer arreglarlo todo viviendo solo un poco más en la suciedad que han construido para ellos mismos.


Así que Hess ha tenido que aprender a camuflarse en la tiranía de estas ciudades, y si ha sido corrompido por ellas también, bueno, él se justificará sosteniendo que ha sido simplemente un superviviente más de toda esta catástrofe. Porque no se sobrevivía por mucho tiempo ocultándose de las verdades.


La voz de Evans llega a sus oídos nuevamente y lo toma por sorpresa, tal vez porque esta demasiado concentrado en lo que puedan encontrar por delante de ellos, él no quiere ser atacado por alguna especie de trampa contra intrusos.


¿Cómo dice?¿Sí estoy seguro de venir aquí?-, en algún momento se detuvo bruscamente, la visión de Hess nunca ha sido tan buena, sin embargo, le agudiza otros sentidos y justo ahora cree haber sentido el vibrar del suelo como si alguien más los acompañara por el estrecho túnel. —Yo diría que, si quisiera ser manoseado, al menos podría invitarme a un lugar menos expuesto. No me mal entienda, el mezanine era un lugar excitante, pero que puedo decirle, soy alguien tímido algunas veces-, hablaba tan sencillamente normal que apenas la broma se asomaba en sus palabras. —A no ser que prefiera que nos quedemos arriba y hacer publicidad a la vista de cualquiera-, su varita hizo entonces una floritura y un par de chispazos rojos se lanzaron hacia lo más oscuro del túnel, en algún punto la oscuridad los tragó, ¿qué tan profundo era esto? —Le aseguro que vendrá gente a preguntar, aunque no creo que estén interesados en la botánica.


Por un segundo más corto, vaciló su siguiente paso, no muy convencido de que aquello que parece que los sigue se ha ido por completo, y continuó la marcha hacia adelante con Bel detrás de él, hablando ahora sobre el tipo de persona que cree ella, o no, que es Hessenordwood.


Bueno, solamente si su matrimonio no fue tan horrible que terminaron por detestarse entre ustedes, debería entonces sentirse segura de que su exesposo deje a cargo sus pendientes legales a una persona que controla bien los mínimos detalles, ¿no cree? ¿se imagina que fuera yo un libro abierto? -, negó frunciendo el puente de la nariz, ¿quién en su sano juicio querría ser eso además? siendo este un lugar tan peligroso, solo se podría intentar estar a salvo dentro de uno mismo. —Sería un abogado terrible, nadie me contrataría, estoy seguro-, resopló una risa, no era necesariamente una confesión, pero cree al menos que puede darle ese gusto a Bel Evans.


Finalmente, la boca del túnel se dejaba ver y Hess imaginó que, aunque lo angosto del pasillo no era un sitio cómodo para él, lo que fuera que se encontrara del otro lado del túnel no sería mejor a esto.


Pero usted está pasando demasiado tiempo pensando en mí, señora Evans-, habló relajadamente, mientras se esfuerza por que la luz de su varita alumbre más allá del camino que les queda por delante. —No crea que no me halaga, pero creo que por ahora no estamos hoy aquí para conocernos íntimamente usted y yo, ¿verdad? No, por supuesto que no-, apenas lanzó una mirada por encima de su hombro, realmente no puede hacerlo por más tiempo o corre el riesgo de dar un mal paso y que toda esa galantería se le escape en un movimiento ridículo para recuperar el equilibrio de vuelta. —Aunque entiendo que debe continuar teniendo dudas e intrigas que, por supuesto, no tengo consentimiento profesional para responder, pero le daré lo que tenga, siempre que pueda claro-, mantuvo la conversación en un tono más casual, aunque no deja de sonar automático.


Finalmente llegaron a la parte más profunda del lugar, debieron haber bajado casi seis o siete metros por un camino tan demasiado inclinado y fracturado por lo que no se espanta de que Evans esté hecha un desastre cuando lo pasa de largo. Aquel lugar está iluminado naturalmente, seguro con magia o tal vez algún truco de espejos que filtra solo la luz justa por encima de ellos. Aun así no deja de ser un lugar oscuro, por lo que, luego de asegurarse de que lo que se a que ha crujido bajo sus pies no es un animal o una planta, Hessen lanza destellos de luz hacia diferentes direcciones, sobre todo las lanza apuradamente frente a los pasos de Bel Evans para iluminar su camino ya que al parecer la curiosidad de ella puede más que su prudencia para moverse en lugares engañosos. De alguna forma esa mujer lo pone nervioso y se imagina que, de descuidarse ahí abajo, terminará por arrastrarlos hacia aquel estanque mohoso al centro de la habitación.


Algo como eso podría explicar finalmente un poco el estado actual del señor Ollivander. Y Hess necesitaba tanto una buena cuartada ahora.


Bajo la mirada de Hessen no hay mucho que decir, él apenas puede distinguir lo que hay a su alrededor, parte por que aunque es mejor su visión sin tanta iluminación, sigue encandilado por las luces que desprende su varita, lo otro debe ser más que nada por lo indiferente que le parece el lugar, tan húmedo y viscoso por donde lo vieras. Por otro lado Bel parece saber mejor por donde meterse y con un chasquido de sus manos Hessenord prepara nuevamente el vuelapluma para anotar cualquier cosa relevante que la mujer diga.


Yo no he dicho explícitamente que no quisiera ensuciarme las manos, señora-, volvió a sonreír esta vez distraído tratando de limpiar la suela de su zapato con lo que sea que ha pisado allá atrás. —Es más bien que no sabría qué hacer con todo esto…-, mintió, aunque no del todo, entre lo engreído que puede llegar a hacer explotando sus mejores trucos y atributos, también sabe reconocer dónde era mejor no meter las manos. Bueno, casi siempre sabía hacerlo. —Tuve incluso que contratar alguien que se hiciera cargo de los patios y las cosas que crecen alrededor de las tierras de Ollivander-, ya está comenzando a hablar de más, pero tampoco es información que Grelliam o Katrina hubieran clasificado. —Debería ir a conocer al muchacho, es muy…energético, aunque es joven, seguro no tiene aún suficiente experiencia, alguien con mejor gusto, o que tal vez conoce mejor el lugar, podría ayudar.


Se giró entonces para encontrarse también con el rostro de Bel, no era esta una invitación tal cual, pero la mujer Evans está involucrada en demasiados documentos escritos aun por el mismo Garry, tendría que batallar un buen rato hasta que Ollivander mejore, y por la última vez que pudo verlo, esto sería quizá más tardado. Así que invitarla a la Heredad es lo mejor que se le ocurre hacer ahora, él sugiere que ella se haga cargo poco a poco, no va a presionarla para hacerlo, por supuesto ese no es el estilo del Crouch (no cuando vende casas o arregla testamentos claro), pero si la influencia de Smith o Jane (rostros más familiares para Evans) conseguían hacer que Hess pueda volver a casa con dos a tres horas de sobra, él aceptaría toda la ayuda que fuera.


El siguiente par de preguntas de ella lo saca por completo de sus pensamientos. Claro que él no sabe qué cosas podría estar experimentando Ollivander ahí, ¿no se suponía que ella le conocía de más tiempo? Incluso antes de esta mañana Hess apenas había leído y memorizado el expediente de Garry con el Natural Poison, no es que hubiera sido descuidado con ello, pero aunque el patriarca de Ollivander pueda pagar muy bien, él no era tampoco su único cliente, ni su única actividad. Así que tanto él cómo la señora Evans tendrán que disculparlo por no cargar con un kit de detective consigo a esta cita. Pero qué locura.


Aquel ruido que se había escuchado antes y que espantó en un principio a Evans nuevamente los interrumpe, y Hess de nuevo tiene ese sentido de alerta golpeándolo, aunque es difícil percibir el qué es.


Estoy acá por algo más, si, si quiere llamarlo “un encargo” está bien-, confesó finalmente. —Aunque eso nada tiene que ver con usted-, alzó las cejas en un gesto de fingida sorpresa, pero no parecía tampoco que fuera algo importante. —Sin embargo, eso también es información clasificada-, guiñó a la mujer, espera que en algún momento ella llegue a entender la finalidad que tiene Hessenordwood entre ella y Garry. —Órdenes de Ollivander-, aseguró antes de arrojar un puñado más de tenues destellos. —Ahora bien, no hay especificaciones aquí en el plano de un laboratorio, en todo caso hay uno allá arriba, sabe a lo que me refiero, el lugar donde se preparan pocio-...-, el ruido se repitió y lo interrumpió nuevamente al hablar. El demonio se congeló por un segundo, aquel sonido lo había escuchado esta vez cómo un susurro sobre su nuca.


Sin duda, no estaban solo ellos dos ahí.




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  • 2 semanas más tarde...

Intentar concentrarse en lo que sea que contuviera el estanque era una tarea difícil, aun cuando las luces de la varita del mago, estuviesen ayudándome a reconocer más y más variedades de plantas, todas sin esa rara habilidad de emitir gruñidos, como el que había provenido del estanque. Más sencillo resultaba en cambio vislumbrar hacia donde se encaminaban las palabras que Hessen estaba dando, contando de su dificultades y la manera como se había hecho con un nuevo empleado para cuidar los terrenos de la heredad. No era que no supiera nada al respecto, Hannity me había confiado unas cuantas cosas, pero en la expresión de él, comprendí que hacerme cargo del Natural Poison, era probablemente el primer peldaño para que me adentrase en muchas otras tareas más.

 

Y el asunto tenía que ser una preocupación genuina para Crouch, porque agotado de bromear respecto a si estaba pensando demasiado en él, o comentar sus preferencias sobre ser manoseado en privado y no en público, como una forma de atraer clientes nuevos al herbolario (y tomando en consideración su supuesta timidez), estaba atreviéndose por fin a confesar que tenía más de una razón para estar allí, aunque no pudiese confesarla, por ser Información clasificada.

 

— No tiene que contármelo, si Garry se lo ordenó, estoy seguro que debió tener sus motivos.

 

De cualquier forma, no tenía sentido intentar desentrañarlo tampoco cuando aquella amenaza invisible se cernía sobre nosotros, acechante. Por un momento evalué si Hessen volvía a tomarme el pelo al mencionar el laboratorio que yo también había visto en la planta superior, pero cuando un nuevo gruñido lo interrumpió y observé en sus ojos, por fin, auténtico desconcierto, comprendí que verdaderamente, el hombre no sabía la clase de cosas que podía haber estado guardando Garry allí.

 

Acércate a esta pared— murmuré despacio tanteando el rugoso material del que estaba hecho ese muro— y alúmbralo con tu varita.

 

Si era peligroso el contenido, no me cabía duda que tenía que haber desplegado protecciones en el recinto, para confinarla y que no escapase hacia el exterior. El único problema era que, carente de magia como me encontraba ahora, ya no era capaz de distinguir aquella clase de protecciones, y aun si lográbamos encontrar un mecanismo para exponerlas, solo un conocedor de maldiciones y artes oscuras, podía identificar qué clase de naturaleza buscaba replicar y/o contener.

 

— Describe lo que ves, aunque no lo entiendas.

 

Con una creciente frustración de no ver más que un muro húmedo, abrí más los ojos y observé alrededor, para al menos poder alertar a Crouchs si el ente volvía al ataque. Cada tanto, inquieta, observaba fugazmente que el mago parecía haber reconocido en el muro unas marcas, pero sin una confirmación de su parte, no podía bajar la guardia. Los segundos siguieron sucediéndose, mas cuando una vibración a nuestros pies me indicó que un nuevo ataque venía en camino, me volví hacia Hessenord más que dispuesta aadentrarme a su mente, si con eso conseguía saber que había visto y porqué demoraba tanto en comunicármelo.

 

Pero no hizo falta que lo hiciera porque el sonido creció, y mientras empujaba por instinto al mago hacia un lado con todas mis fuerzas, sentí como era transpasada por lo que simulaba ser una ráfaga de viento, que emanaba un olor pútrido y apestoso como el del dióxido de azufre. Insconsciente, permanecí inmóvil durante un minuto y en cuanto reaccioné, con las manos crispadas por el espanto, comencé a pellizcarme frenéticamente para comprobar que no estaba soñando.

 

Y no lo estaba, pero de de repente recordé donde es que había experimentado antes un olor tan particular.

Y había sido en sueños.

 

— ¿Cuánto tiempo suele dormir Garry, señor Crouchs?— pregunté en un hilo de voz, sumergida en las tinieblas de recuerdos que ilusamente creía haber dejado atrás.

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  • 1 mes más tarde...
Obedeció a Bel sin argumentar nada esta vez, no está muy seguro de por qué, pero lo hace y se acerca al muro dando pasos entrecortados con el pie derecho siempre por delante. Hessen es tan alto en esa habitación que levantar su varita hace que el piso bajo los pies de ambos pierda claridad, por lo que de pronto siente la sensación de que un mal paso lo arrastrará al suelo o a uno de esos pozos podridos de hierbas muertas. Vaya-, debió haber murmurado involuntariamente cuando al fin distingue algo, porque luego de eso Evans le pide que describa lo que puede ver, pero, por el contrario a sus palabras, Hessen entiende lo que hay ahí, en gran parte lo hace, sin embargo, no es algo tan fácil de describir.


A medida que se acerca y va iluminando mejor lo que parecen solo rasguños sobre el muro; la visión de Hessen automáticamente parece ajustarse a esa espesa luz, y su demoniaca mirada le evidencia una serie de símbolos rúnicos o marcas de lo que debe ser brujería antigua en los bordes de una figura central dibujada en el muro que parece enmarcar una especie de portal. Que sus ojos se aclaren ante aquella visión es de mucha ayuda, pero no puede ser desde luego una buena señal tampoco. Aun así se apresura a intentar interpretar, leer o aunque sea memorizar todas aquellas (o la mayoría) escrituras o símbolos de antiguas lenguas mezcladas.


Quien fuera que intentara invocar aquella criatura se quería asegurar también de que nada ni nadie pudiera descifrar con facilidad el mensaje.


—...Solo hay un portador a la vez-, murmura los primeros símbolos que comienza finalmente a entender. —Pero más de un recipiente-, entrecierra los ojos cuando nota al final de la oración una marca que, a diferencia de las demás, parece haber sido añadida al final, es de otra forma, tiene un trazo diferente y hasta hay marcas rojizas en los bordes de esta, como si le hubiera costado sangre dibujarla ahí, ¿pero que era? —¿Se arrepentía? No, no, no. Esto es otra cosa, habla de ¿un recipiente? como…-, debe ser que está demasiado atento descifrando el mensaje para mantener el equilibrio y Evans consigue sacarlo del alcance de la inusual y podrida ráfaga de viento que los ataca de pronto como si tuviese vida propia.


Se tambaleó tratando de no resbalar con el viscoso suelo que parece que derrama algo desde el interior de sus grietas, el mago no sé da tiempo de recuperarse y la mirada cristalina del demonio aun esta falta de color cuando corre a buscar a Bel.


¿Señora Evans?-, tienta, ella no se mueve, no hace ningún ruido y ni siquiera parpadea y Hessenord rápidamente se alarma por ella. Comienza a buscar entre sus cosas algún amuleto que Garry le hubiera ofrecido antes de abandonar su habitación esta mañana. —Señora Evans, ¿está usted bien?-, se acercó lentamente a la mujer escuchándose genuinamente preocupado. Cuando sus miradas se encontraron nuevamente Hess había recuperado entonces el azul más eléctrico en sus ojos. —Tranquila, ya, ya pasó, está aquí conmigo-, casi se le cae al suelo la varita mientras intenta tomarla por los brazos para que deje de pellizcarse, solo así, con la luz tan cerca entre ellos, es que por primera vez en lo que llevan de conocerse Hess pudo ver mejor el rostro pecoso de Bel Evans, el que ahora parecía estar atrapada en dos realidades al mismo tiempo.


Bel finalmente reaccionó y Hess parecía de verdad aliviado por ella (o quizá era por él mismo). Esa del muro es una magia muy oscura, reconoce, diferente a la que hay allá arriba, cuando entraron al local hace unas horas y el polvo que todo lo cubría consiguió que todo volviera a la vida. Hess la registra rápidamente como algo familiar, pero no necesariamente por parte del demonio y el hecho de que se relacione más a su parte humana le estremece.


¿Cuántas horas duerme él?-, parece altamente desconcertado por la pregunta, aún más porque es lo primero que ella puede decirle, pero de cualquier forma, y sean cuales sean las intenciones de Evans con esto, Hessenord no considera tampoco que sea una pregunta peligrosa. —Ahm, creo que es más sencillo contar las horas que está despierto, señora-, responde con tranquilidad a pesar de todo lo que acaba de pasar, aunque su rostro puede reflejar mejor su inquietud, sin duda Hess está haciendo un intento por mantenerse tranquilo.


Él mismo había recomendado que los primeros meses de la rehabilitación del muchacho Ollivander no se recurriera a la magia para su pronta recuperación hasta que el brazo, con la marca del beleño, terminara de sanar, por lo que el proceso había llevado más tiempo del que tal vez los magos acostumbraban. Por supuesto que las noches de luna llena solo habían conseguido que el proceso fuera aún más lento, aunque Hessen aun podía decir animadamente que al menos, siendo una maldita criatura nocturna, parecía pasar las horas de la noche durmiendo entre los densos matorrales que rodean los terrenos de la heredad Ollivander.


Solo despierta un par de horas al día, aunque la última vez que lo vi finalmente se había animado a salir de la habitación para flotar un rato en el estanque-, porque básicamente había sido así, Garry era como una tabla sobre la superficie del amplio estanque hasta que la piel de sus extremidades se arrugaron tanto como una pasa. Hessen lo había ayudado entonces a salir de ahí y devolverlo a su habitación. —Y claro, usted sabe, durante el ciclo él tampoco…-, lo que fuera que los acechara ahí abajo comenzaba a amenazarlos nuevamente, Hess apenas notó que aún sigue sosteniendo a Bel por los hombros solo por que aprieta el agarre cuando cree sentir que algo se desliza bajo sus pies. —Creo que deberíamos continuar esta charla allá arriba-, sugirió, no tienen mucho tiempo realmente ahí abajo, pero no pondrá en riesgo la vida de un no mágico (y la de él mismo tratando de ayudarla a ella) solo para cerrar esto.


Ya podrían volver a bajar cuando estuvieran mayormente preparados.


No soltó a Bel de inmediato, esperó hasta recibir una respuesta más humana de su parte, algo que le indicara que estaba en mejores condiciones para intentar escapar si algo se interponía en su camino, si no, Hess tendría que disculparse con ella por cargarla sobre sus hombros para buscar salir de ahí. Cuando finalmente obtuvo la respuesta que quería, o algo cómo eso, Hessen asintió mientras con un par de palmadas a los costados de sus brazos se apartó de ella. Hay algo en lo profundo del demonio (aunque nunca lo admitiría en voz alta) que siente cierto interés por los cuerpos de los humanos, siempre tan suaves y frágiles. Y dedicó una última mirada al muro que tienen por detrás, sin embargo esta vez, sus ojos no le muestran mas nada.


Anda rápido, no se detenga por nada señora-, Hessen comenzó a caminar en dirección opuesta, se han zarandeado tanto que cuando el mago apunta el camino hacia adelante le cuesta un poco más reorientarse en busca del camino ascendente hacia la salida.


Están ahí tratando de avanzar cuidadosamente cuando desde sus espaldas algo comienza a llamarlos entre susurros. Hessen se gira para asegurarse de que Bel le siga el paso, pero aquellos ruidos que al principio parecen sollozos desde la oscuridad pronto comienzan a escucharse como una voz un poco más clara. Aunque lo que dice para el demonio sigue siendo inentendible, pero por la palidez tan rápida que sube al rostro de Bel, Hess se imagina que solo ella puede entender el significado de ese sonido.


De pronto otra de las líneas que ha leído al borde del portal tiene un significado más;


“...Y buscará siempre lo que quiere, y lo obtendrá corrompiendo primero su corazón, luego la mente y finalmente el cuerpo…”


¿Qué o a quién podría estar escuchando Bel llamándola desde aquella oscuridad? Hessen no se iba a quedar a averiguarlo.


Escúchame, eso no es real…-, él la sujetó por el brazo, ella no está retrocediendo ciertamente, pero tampoco avanza hacia él. —Eso que escucha, no es quien usted cree, es un…-, esta vez la ráfaga de viento podrido no falla y arremete contra el mago. Es más la sensación horrenda que deja en el cuerpo que la misma fuerza del viento lo que consigue que Hessen se suelte del agarre de ella y provoca que su varita salga perdida volando hacia cualquier otra dirección, dejándolos con la tenue luz de un hechizo de iluminación extinguiéndose lentamente a cada segundo lejos de su invocador. —¿Señora Evans, puede oírme?-, apenas puede hablar, ha retrocedido un par de pasos, tan solo un par de ellos y no le ha llevado más que segundos reponerse de las náuseas, pero cuando levanta la mirada ella está alejándose de su campo visual, hacia la oscuridad.


Algunas veces no entiende cómo o cuándo es que funcionan sus poderes demoníacos, pero solo por una fracción de segundo, sus ojos le muestran como no es Bel quien se mueve por sí sola, si no algo tirando de ella hacia la oscuridad.


¡¿Bel?!-, comienza a avanzar hacia su dirección, pero algo entre sus pies le impide alcanzarla.



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  • 3 semanas más tarde...

Bel Evans Ollivander

 

La evasión del dolor podía venir en múltiples empaques: un amor efímero, un apetito de poder desmedido, el mero escapismo, o como había sido mi caso, una adicción. Caóticas, como un remolino de colores, mis memorias de aquellos días posteriores a mi partida de Ottery, se entremezclaban con la voz de Hessenordwood que buscaba arrancarme de aquella postración y del control del misterioso ser que habitaba ese lugar, y que con toda seguridad, Garry había tenido que enfrentar en su momento. El corazón se me encogió entonces, al imaginar a mi amada persona allí, rendida y dispuesta a alimentar con su cuerpo y su magia, a la voraz criatura de naturaleza desconocida y destructivo poder, a cambio de algo que posiblemente había dado por perdido.

 

— Quizá solo en sueños alcanzaba lo que no tenía en la realidad.

¿Era demasiado egocéntrico creer que volver a verme, había sido el (imposible) deseo que había terminado atrayendo a ese ser de oscuridad? ¿O esa idea no era más que una proyección de mis propias motivaciones? No tenerlo, de la forma en que quería tenerlo, me había llevado a consumir fantasías patentadas, capaces de inducir sueños vívidos donde podía construir un ser amado a la medida de mis expectativas, y el paliativo resultaba eficaz proveyendo gratificación, hasta que los sueños empezaban a resquebrajarse, cuando tomaba conciencia que esa no era la verdadera heredad, y descubría que mi deseo había estado desde el comienzo, fuera de mi alcance, apartado en el espacio de las cosas que nunca podrían darse.
Era muy consciente de todo eso, pero el ataque había mermado mi espíritu y mi voluntad. Y aunque escuchaba lo que Hess decía (y realmente estaba mucho más atenta a lo que tuviera para decir, que a su agarre, un tanto brusco, sobre mis hombros) me paralicé a la entrada del túnel, cuando lo que en un inicio había creído que era un llanto, se convirtió en una discreta y seductora propuesta queda al oído:
"Yo puedo cumplir el deseo inconfesado, que tu corazón a anhelado por tanto tiempo. Si me dejas entrar, tu mundo soñado se hará realidad"
Ese ser realmente lo sabía. Por qué me había enamorado de Garry de la forma en que lo había hecho, y por qué él, entre el mar de gente que había conocido en Ottery, había sido el único capaz de quebrar el invisible cerco de púas con que protegía mis sentimientos, de cuantos tenía a mi alrededor. Como un eco lejanísimo, la voz de Crouch advirtiéndome que aquello no era real se perdía frente a la atmósfera de hogar de la Heredad, con flores jamás marchitas, con Hann sonriente llamándonos a cenar, y con mi propia mente cautiva y dispuesta, en cuerpo y alma, a obtener el poder para que todo eso se cumpliese.
Pero entonces, la propia energía oscura e informe, que me esperaba al final de ese camino abierto en la ensoñación, ahogó un grito al comprobar mi falta de magia. Y aquel brevísimo lapso de duda, posibilitó que la alucinación se rompiese y viera ante mí, el mismo cuarto senegoso de aguas putrefactas, y al pobre Hess lidiando con una fuerza que tiraba de él y conseguía hacerlo trastabillar a pesar de su tamaño y su fuerza.
Si hasta ese momento no había sido más que una carga, era momento de intentar salvarle, por muy loco que pudiese ser el método.
— Saldremos de aquí, asía sea a la mala ¿me oyó? — a contracorriente, con aquellas aguas apestosas llegando más arriba de las rodillas, avancé hacia él— En la medida que somos seres pensantes, la criatura se alimenta de lo que nuestra mente y memoria almacena. Pero si le colocamos frente a alguien despojado de su ser racional, puramente instintivo ¿que podrá obtener? Nada.
Era arriesgado y podía estar equivocándome, pero a esas alturas era peor quedarme de brazos cruzados. Así que cerré los ojos, y me concentré en ignorar la voz y vaciar de pensamientos mi mente para no alimentarle. Solo entonces, y empujada por el apetito depredador, poco a poco mi forma humana fue perdiéndose y mi forma animaga se hizo presente. Cada segundo contaba, y no tenía ninguna garantía de la resistencia de Crouch, pero suponiendo que podía tolerar perfectamente una mordida, lo tomé de la pierna y comencé desde allí a arrastrarlo hacia el exterior.
Él había tenido razón desde un inicio en que contratar a alguien más para limpiar el lugar era necesario, pero por supuesto, jamás iba concederle ello en voz alta.

 

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  • 2 semanas más tarde...
¿A la mala?-, parece verdaderamente confundido por lo que Bel le dice, ¿qué era “salir por las malas” para ella? ¿Incendiar con fuego maldito todo el sótano del Natural Poison? no era una mala idea, pero Hessen tampoco lo encuentra una opción válida.


En ese instante pudo sentir entonces como lo que sea que lo ha atrapado de la pierna comienza a tirar de él de nuevo con más fuerza hacia abajo. El demonio cree que debe partirse en tres para poder entender mejor lo que pasa; por un lado está ese brazo jalándolo hasta el fondo, por otro, Bel Evans y su extraño comportamiento luego de regresar del aparente trance o encuentro, y en un último, está esa cosa oscura saliendo de aquello que hasta ahora Hessen describiría cómo una especie de cripta.


Aún con todo eso encima, Hessenordwood rescata que, dejando de lado que él no utilizaría el término criatura para referirse a lo que sea eso que los está atacando ahora, el razonamiento de Bel sobre el comportamiento de aquel ente era demasiado acertado, como si hubiera experimentado algo como esto antes. Y ni siquiera el mismo Garry, que lo había sufrido en carne propia, lo había terminado de razonar del todo aún.


Hessen asintió a lo que ella decía con cierta impaciencia, su rostro es una mezcla de entendimiento y frustración por toda aquella actuación heroica que ella adopta de pronto, porque está agradecido con ella de que entienda que es peligroso que continúen ahí abajo, pero él no necesita de su ayuda para salir de ahí, necesita que Bel se salve por cuenta propia mientras él (que es entre ellos el de las habilidades mágicas vigentes) procure hacer que eso no los mate a ambos mientras escapan.


Ella cambia de pronto de forma entonces y todo lo que se mueve frenéticamente en la mente de Crouch se paraliza.


Maldito Ollivander, no ha mencionado nada de animagia de intermedio, por supuesto que él pudo haberlo imaginado, a pesar de la advertencia de la falta de magia en Evans (lo que es inusualmente fascinante) el demonio no ha perdido del todo la esencia de magia en el alma de ella. Quizá era eso lo que le daba tanta desconfianza de la mujer. Hess había pensado en un principio que se debía a la marca maldita de ella (por supuesto que se ha dado cuenta) o quizá a algún talismán mágico que cargara consigo, pero esto —Uff— definitivamente era diferente y por alguna razón él casi se siente emocionado por ello. Aunque eso no tiene que ver con nada de lo que está pasando aquí ahora.


Así que cuando siente los dientes del animal en su tobillo, evidentemente, protesta al respecto. Se queja, apenas lo hace ciertamente, pero lo hace, no entiende por que la figura animal de Bel se le ha lanzado de aquel modo en lugar de escabullirse y escapar, él mientras tanto se enfoca en encontrar su propia varita entre sus cosas, pues la que ha perdido allá abajo no es más que la resanada de Grelliam.


¿Qué haces? Suéltame…no podemos dejarlo así-, insiste, la animagia es algo que ha visto tan pocas veces en su vida (al menos presenciar el cambio) que casi parece haber olvidado que es Bel Evans el zorro que tira de la manga de sus pantalones. —Escucha ¿Evans?-, parece confundido, la verdad se siente algo ridículo hablando con un animal, pero entiende que aunque es muy real sigue siendo Bel. —La varita de Garry ha caído por aquel lado, cogela y corre, nada o patalea a la entrada, yo iré tras de ti, pero necesitamos bloquear el...-, el animal entonces gruñe y con un último mordisco (que consigue pellizcarlo) arranca de su pierna el lazo del diablo que se ha estado enredando en él todo este tiempo. —Ah, con que eso era. Bueno...gracias… ahora ve-, apura.


Ya con su propia varita en mano debe darse prisa para encararse con ese ente, debe ser rápido y considerar las conclusiones a las que Bel ha llegado por más de una razón, entre ellas, bueno, esta el hecho de que él también es una especie de ser sobrenatural posiblemente creado de alguna materia mucho más oscura de lo que esa cosa frente a él está conformada, y aunque está casi seguro de que no puede ser consumido por ella, ¡por el mismo Satán!, lo mejor era no averiguar qué es lo que podría resultar si eso no era una verdad absoluta. Sin mencionar que ya hay más de una cosa demoniaca profanando su cuerpo humano.


Vamos Barbatos, sácame de aquí-, masculló apretando fuertemente los dientes, sus ojos han palidecido tanto que parece que no hay nada más que blanco en ellos y su rostro, que a pesar de todo no pierde el peculiar encanto, parece figurar una mueca de dolida angustia. —Porque quien quiere entrar no pertenece a este mundo, te pido que lo detengas-, conjura al fin en un latín perfectamente pronunciado, casi como si fuera tan natal para él como lo era el inglés británico a pesar de sus tantos años vividos en américa. —Obsistens-, añadió finalmente, intentando una combinación de magia que en cualquier momento pudiera resultar mal.


De la punta de la varita estalló una onda verdosa cómo el destello del flash de una cámara fotográfica, la luz que de apoco se convierte en un color mucho mas oscuro, como la mezcla de algún negro brillante, creció a lo largo y ancho del muro y avanzó hacia adelante empujando a aquel ente de vuelta a la cripta.


Contempló el logro, pero Hessen también sabía que para sellar habría tenido que usar aquella runa de sangre que ha visto al final de los escritos tallados en el muro. El llanto de aquello le advierte entonces que solo se ha enfurecido más y de un apurado salto Hessen se dispone a correr hasta la salida.


Corre-, indica a la figura del caberu que cree ver, a pesar de la advertencia del mago, esperándolo al pie de las escaleras.


La carrera así arriba casi parece de película de terror muggle, corre lo más rápido que puede pero el camino se ha distorsionado en una inusual unión de realidades que los escalones irregulares hacen que se tropiece de tanto en tanto, sin embargo, se las arregla para casi seguirle el paso al animalillo de cuatro patas que corre por delante de él.


Cuando consiguen llegar a la trampilla es casi gracias a un último salto, apenas puede respirar, aturdido más por el repentino exceso de luz en esta nueva habitación que lo encandila inmediatamente que por la carrera que han hecho. Con la ayuda de su varita se apura a cerrar nuevamente la trampilla del suelo e invocando en su izquierda una daga del sacrificio Hessen se arrastra de regreso a la puerta y sobre ella recarga todo el peso de su cuerpo.


Y corta profundamente.


La herida en su mano es una larga línea que cruza la mitad de la palma y en la pálida piel la sangre que brota a chorros es de un bonito rojo brillante, casi sobrenatural. Él se apura entonces, con las manos temblorosas a trazar un pentagrama con la daga acompañado de clásicas runas de protección y sellado y les da fuerza activándolas con su propia sangre, es un escudo bastante simple, pero aun en el apuro no quiere quedar como un usuario frecuente de magia de la sangre delante de Evans.


El silencio entre ellos se prolonga, esperando a que suceda algo mas, algo que les indique que las protecciones que han puesto servirán por mientras. El golpe que recibe de la nada la puerta del sótano empuja a Hessen con la fuerza suficiente para hacerlo retroceder y caer sentado sobre el suelo sucio del local, pero aun así la puerta no cede. Una, dos, tres veces mas lo hace y todo es nuevamente silencio entre ellos.


Entonces, un caberu ¿eh?…-, su voz es débil, quizá por la falta de aliento, quizá por el susto, o el abuso de magia oscura (él duda que sea por esto último). —Quizá es muy pronto para decirlo, pero creo que eso no le va muy bien…-, arruga el puente de su nariz con una sonrisa y, finalmente como si no quisiera de verdad tener que hacerlo, baja la mirada a la herida ahora sangrante llena de lodo y astillas en su mano, Hessenorwood palidece tan rápido que pareciera que cualquier momento fuera a desmayarse, o a vomitar.


Él no tiene estómago para estas cosas tan sucias.


Me temo que hay nuevas cosas que tenemos que hablar ahora, ¿verdad? Si, desde luego, ¿le gustaría un poco de té, señora Evans?-, hace el esfuerzo por mantener el encanto, pero sus manos tiemblan tanto que apenas puede sostener a Barbatos para conjurar alguna curación.



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