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Prueba de Animagia #23


Suluk Akku
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Cuando Dennis arribara al típico escenario donde cada mago y bruja Londinense partía para transitar la prueba final de Animagia o cualquier habilidad con la que quisiera hacerse, se encontraría con la espalda de Suluk y no con su típica sonrisa cálida y arrugada por los años. Era la primera vez que la Arcano no recibiría a uno de sus aprendices con los brazos abiertos y palabras intrínsecas que deberían descifrar hasta poner el primer pie en la pirámide. Estaba cansada, decepcionada por lo sucedido con Richard y aunque no tenía intenciones de que todo aquel remolino de emociones nublase el especial y tan esperado momento de la joven mujer, notó que no podía evitarlo.

 

Oyó sus pasos, el suelo bajo sus los pies de Delacoue era pedregoso, se asemejaba al ronroneo de un gato. Volteó débilmente por sobre su hombro rozando la barbilla y, entonces, le sonrió. Aquello fue más una dulce mueca que un espasmo de felicidad por verle llegar al fin. Luego suspiró y palmeando el sitio vacío a su lado, en un grueso tronco disecado, le invitó a hacerle compañía.

 

Aun lamento mucho todo lo que sucedió en la selva, joven Delacour. Es de creer que con tantos años ya nadie puede engañarme, pero ya ve, en ocasiones los sentimientos turban el juicio de las personas, después de todo, poderosos o no, seguimos siendo humanos.

 

Frente a ellas el paisaje estaba calmo. La superficie del lago no demostraba ninguna irregularidad, el aire no arrastraba consigo sonido alguno desde la lejanía y los animales que habitaban el bosque que les rodeaba permanecían escondidos y en silencio. Quizás los rayos del sol susurrasen algo al oído de Akku que cambió de dirección sus orbes grises, se la veía melancólica, más agotada de lo normal. Y muchos más lejos, atravesando con el pensamiento el tramposo laberinto, se alzaba imponente y dorada, la pirámide.

 

Pero aquella vez no sería tan sencillo como siempre, las puertas del laberinto se encontraban cerradas. Suluk acabó por girarse completamente rumbo a Dennis con una caja entre manos, que apareció mágicamente, y le pidió con amabilidad que depositase dentro todas sus pertenencias de valor mágico.

 

—Tranquila, al final de la jornada, sea cual sea el resultado, te serán devueltas. Es aquí, en el corazón de éste sitio encantado, donde tú deberías demostrar por qué crees ser merecedora de la habilidad y por tanto solo puedes valerte de ella.

 

Dicho ésto se puso en pie. Señaló el cielo despejado comentando de forma tranquila que las puertas del laberinto estaban cerradas y su primer prueba se encontraba allí dentro ¿Cómo lograría entrar? no había barca para cruzar el lago, ni ningún medio de transporte acuático que le permitiese trasladarse, Delacour debería hacerlo por aire o nadar y arriesgarse a ser devorada por alguna criatura marina.

 

—Deberás reunirte conmigo del otro lado. Expresó

 

A lo lejos, en lo alto, parecía que las estrellas habían decidido salir a jugar a plena luz del día. Algo pequeño y brillante, por montones, revoloteaba divertido de aquí para allá. Cientos de destellos plateados que no se quedaban quietos, más entre ellos uno destacaba, de un dorado excesivamente brillante. Aquellas eran las llaves aladas que tratarían de proteger a la única copia capaz de abrir la puerta inmensa que trancaba el paso hacia los pasillos del laberinto.

 

Dennis debía ser ingeniosa si quería hacerse con ella sin agotarse pues la prueba acaba de comenzar.

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Finalmente el día que había esperado con ansias después de haber iniciado su viaje en aquella habilidad había llegado, le había sido casi que imposible conciliar el sueño la noche anterior pensando en lo que había aprendido para poder llegar a ese momento. Cuando el sol despuntó al alba esa mañana se encontró con un par de ojos azules que seguían el recorrido de cada rayo de luz que se iba abriendo paso en medio de las sombras para dar paso a un nuevo día, un día en el que confiaba fuera beneficioso para ella y le permitiese alcanzar lo que tanto anhelaba. Ese día su vestimenta no era más que un jean algo desgastado, una camiseta blanca sin mangas y su cabello azul. Y claro sobre ella y en sus bolsillos la varita y demás amuletos con los que siempre estaba.

 

Conocía el lugar donde debía presentarse, ya antes estuvo allí logrando un buen resultado en otra circunstancia, esperaba que eso fuera premonitorio de que en esa ocasión también contaría con suerte o que el destino se pondría de su lado con tal de regalarle una nueva dicha. Llegó a los terrenos del ateneo y empezó a dirigirse al punto acordado, sus pasos empezaron a retumbar suavemente en el terreno de piedra viendo la imagen de la Arcana sentada en un tronco a la distancia a la orilla del lago.

 

Una suave brisa corría removiendo su cabello ligeramente ya que lo llevaba suelto, al acercarse lo suficiente la mujer que de seguro había escuchado sus pasos por más tranquilidad con las que los estuviera dirigiendo giró levemente el rostro indicando que se sentara mientras le daba el amago de una sonrisa que no alcanzo la curvatura de sus labios lo suficiente para ser completada.

 

Tomó asiento junto a Suluk y una vez más la mujer se excusó por lo sucedido, ahora entendía aquel gesto de la arcana, la culpa por lo que había pasado aún se arremolinaba en su mente no dejándole estar en tranquilidad con la ojiazul. — No hay nada que lamentar, cada cosa que pasa en la vida buena o mala de alguna manera tiene que suceder para llevarnos a un aprendizaje, aunque algunas cosas duelen más que otras son necesarias en la vida — dijo con una sonrisa sincera, la verdad ella había dejado atrás ya lo sucedido porque pensaba más en el ahora que en lo pasado o en los hubiese.

 

Cuando le mostró la caja pidiéndole que dejara ahí sus pertenencias un escalofrío recorrió su espina dorsal, sabía que debía ser así ya una vez lo había vivido pero eso no quitaba el hecho de que se sintiera vulnerable al dejar todo lo que la protegía de cualquier peligro, pero en ese momento era lo necesario para dar inicio a la prueba. Así como la arcana le indico abandono en la caja todo lo que portaba, ahora solo contaba con su esencia y su habilidad, aquella que tenía que explorar al máximo para tener éxito en lo que se avecinaba.

 

Debía llegar al otro lado del lado y además de eso encontrar la forma de ingresar a aquel laberinto si quería avanzar en lo que estaba buscando. El cielo de un color azul profundo contrastaba con las pacíficas aguas de aquel lago, se quitó los zapatos y con pies descalzos entro al agua quedándose a la orilla, tal vez quien la viera detenida en aquel lugar pensará que se lanzaría a nada para cruzar de aquella forma, pero simplemente estaba tratando de sentir la energía de todo a su alrededor, necesitaba cortar la ansiedad y simplemente escuchar su interior para dejarse llevar por su espíritu y encontrar la forma de equilibrar cada parte mágica de su ser.

 

La quietud del lago, la suave brisa que rozaba sus mejillas y el brillante sol que iluminaba aquel cielo azul digno de inmortalizar con una pintura le estaban dando la paz necesaria para sentir la libertad que buscaba, aquella que le hacía alcanzar grandes alturas con solo desearlo, el cielo cual si tuviera lluvia de estrellas llamó su atención pero cuando una más brillante que la otra le regaló un chispazo de energía supo que esa era la llave alada que buscaba.

 

Sonrió ante la idea de que la energía de todo la impulsaba a alcanzar su meta y dando un par de pasos con rapidez casi como si se fuera a lanzar de plano al agua un saltó la dejo en el aire agitando sus alas de azul plumaje buscando elevarse cada vez más sobre aquellas aguas, empezaba a tomar vuelo, había logrado transformarse en aquello que buscaba, que tanto podría durar o si sería capaz de cumplir lo necesario era algo que estaba por verse aún pero lo que si sabía era que no se daría por vencida hasta dar su último aliento en lograrlo.

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La Arcano observaba el ágil vuelo de su aprendiz mientras recostaba la espalda contra una de las paredes laterales del laberinto. La puerta permanecía aun cerrada y únicamente la llave alada era capaz de abrirla. Akku se cruzó de brazos y aguardó, dentro se podía oír la impaciencia de la segunda prueba, aunque debería de ser una sorpresa para Delacour. Las paredes pedregosas lentamente comenzaban a poblarse de ramificaciones verdes, una especie de lazo del diablo que aguardaba la cercanía de sus futuras víctimas para hacerse con ellas, dichas paredes resultaban poco amistosas así que Dennis debería de tener cuidado aunque Suluk añadiría que no solo aquello era con lo que se encontraría.

 

Algunos amigos de la anciana habían decidido acudir aquella tarde soleada a la prueba final de la bruja de cabello exótico. Más se trataba de criaturas que fraternizaban con la Inuit y no con desconocidos. Por ejemplo, a mitad de camino, cuando creyese que todo marchaba sobre ruedas, sería que se toparía con la trampa casi translúcida de una acromántula. Sus crías estarían desparramadas por todas las esquinas y el repiqueteo de sus enormes y peludas patas se oiría con eco, si caía en la tela de araña sería el primer bocado de los bebés en semanas.

 

Aunque si conseguía salir aireada no sería lo único con lo que le tocaría lidiar. Casi al final del laberinto se podría sentir una brisa cálida, casi hirviendo. Adormilado pero comenzando a despertar, ante la única salida, se encontraba un Bola de fuego Chino. Aquel particular dragón de toneladas, con cierta semejanza con un león, que soltaba bolas de fuego con la forma de un hongo pequeño por sus fosas nasales cuando se molestaba.

 

—¿Estás preparada, Dennis, para afrontar la prueba final?

 

Cuestionó Suluk Akku cuando por fin su pupila pisó tierra firme, antes de darle paso al cerrojo de plata.

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Las alas de un plumaje azul planeaban surcando aquel hermoso cielo tratando de alcanzar aquella llave, de no ser porque sabía que debía cumplir con su meta se habría olvidado de compromisos y dedicado simplemente a disfrutar de aquel paisaje que le brindaba la altura en la cual se encontraba en ese momento. Por eso había querido desarrollar aquella habilidad y encontrar la forma de explorar aquel espíritu animal, sentir aquella libertad de no estar atada al suelo y a sus convencionalismos era lo que más adoraba, era un escape cuando quisiera sin tener que pedir permiso, solo bastaba desearlo con voluntad para que se hiciera posible.

 

Pero ahora debía alcanzar un objetivo por lo que tomo un poco más de altura, la gran cantidad de llaves le bloqueaba el paso cuando trataba de alcanzar la indicada y no podía perder más tiempo en ello, por lo que cuando alcanzó el nivel que buscaba y vio a lo lejos el brillo que le indicaba la correcta se lanzó en picada como a veces lo hacían los grandes predadores aéreos aunque ella no fuese uno, pero eso no quitaba el hecho de tener esa determinación e ir en busca de su presa, su estrategia funcionó permitiéndole abrirse campo en medio de aquellos objetos hasta que con su pico atrapo aquella esquiva llave para volver a tierra justo a la entrada del laberinto tomando nuevamente su forma humana.

 

Escuchó justo en ese momento las palabras de Suluk, — Estoy lista para lo que sea que esté detrás de esa puerta — dijo señalando con un movimiento de cabeza hacía donde la cerradura esperaba por la llave que ahora tenía en su mano. Sin esperar por algo más que tuviera que decirle la arcana, no por falta de respeto sino porque la ansiedad de enfrentar su destino próximo la urgía a seguir inserto la llave en la cerradura girándola hasta que la puerta cedió frente a ella.

 

Comenzó a avanzar por aquel laberinto rodeado de muros de piedra que luego terminaban entretejidos en ramas y el color verdoso de la vegetación que terminaba por cubrirlas, respiro profundo tratando de darse valor conforme sus pasos se iban adentrando en esa encrucijada de senderos y peligros tal vez?. Esperaba poder manejar lo que estuviera a su paso ya que sin ningún objeto mágico en su poder todo sería más complicado.

 

Había avanzado un par de metros cuando el camino frente a ella se cerró en un montón de ramas que se cruzaban entre sí, trató de volver y tras de ella pasaba lo mismo, un lazo del diablo eso eran aquellas ramas que empezaron a enredarse alrededor de su cuerpo reduciendo su movilidad y cerrando el espacio sobre ella. No podía usar un lumos así que simplemente cerró los ojos tratando de encontrar tranquilidad regulando su respiración aunque era difícil ya que tenia esas ramas demasiado ajustadas a ella, como humana no podía moverse mayor cosa pero como ave?. Calmó sus palpitaciones a tal punto que su respiración se hizo tan suave como la de una persona cuando duerme, eso hizo que el lazo aflojara en su agarre lo suficiente para darle un hueco por donde huir, concentrándose lo suficiente se lanzó a ese espacio en su forma alada escapando antes de que el lazo reaccionara atrapandola de nuevo.

 

Voló sin detenerse por aquel laberinto regresando su mirada cada tanto para ver que ya no había peligro pero en uno se esos descuidos terminó adherida de una de sus patas a una superficie pegajosa que parecía hilo, rayos! pensó al ver como desde los extremos de aquella superficie varias patas y ojos la miraban comenzando a acercarse, porque tenían que ser arañas, por las barbas de Merlín solo me pasa a mi, pensaba mientras aleteaba tratando de zafar su pata y esas criaturas empezaban a acercarse. De pronto recordó que su pico era de los más duros de las aves y acto seguido empezó con el a golpear la rama de donde colgaba un pedazo de la telaraña que la tenia atrapada, lo rompió cuando una de las arañas llegaban a su posición, haciendo que esta cayera al suelo. Eran arañas jóvenes sin duda así que no iba a esperar por la mamá. Se alejo de allí en cuanto pudo.

 

Se detuvo un momento en medio del vuelo para volver a tocar tierra en su forma original cuando a lo lejos divisó una puerta, la salida estaba frente a ella. Pero la sonrisa duró menos de un suspiro cuando vio a la criatura que empezaba a levantar cabeza al sentir a lo lejos su presencia, volvió a transformarse en ave ya que eso la hacía más pequeña a los ojos del dragón pero ya la había visto, ahora solo le quedaba ingeniarse como iba a hacer para no terminar convertida en barbacoa por aquella criatura que estaba preparando lanzar su primera llamarada.

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El Bola de fuego Chino estaba preparado para atacar. Él tenía como propósito cuidar la única salida del laberinto, pero no porque se lo hubiese pedido Suluk con claras intenciones de dañar a sus alumnos, sino porque mientras ella no estaba allí, rondando la zona, cualquiera podría intentar penetrar los pasillos intrínsecos en busca de la pirámide, del poder que albergaba en su interior, y de la propia sabiduría que los Arcanos compartían con una escasa porción de la población.

 

Akku normalmente aprovechaba el tiempo en que sus alumnos resolvían las diversas trabas hasta las escalinatas de la pirámide para descansar, respirar aire fresco, estirar las piernas o leer algún tomo de los que tenía a medio empezar en su hogar. Incluso en ocasiones utilizaba el haz de la noche para traer a sus gigantescos cachorros y jugar un momento, los malamutes adoraban correr por la arena. Pero en ésta ocasión Dennis la tenía sosteniéndose el rostro con ambas manos y preguntándose si no había excedido la seguridad del lugar, si debería entrar e interceder antes de que el dragón le hiciera daño.

 

El corazón le latía a mil por hora, si no fuese por la experiencia que cargaba sobre los hombros y que se reflejaba en sus marcadas arrugas habría actuado por impulso. En cambio, trató de serenar su respiración y enviar una fresca brisa que demostrase su apoyo constante en dirección a Delacour, ponerse de pie ante la escalinata y hacer aparecer la varita de cristal en su mano buena pues ya casi recuperaba a su pupila.

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El tiempo parecía detenerse para la Delacour en el momento en que vio que aquel bola de fuego chino abrió completamente los ojos y depositaba su mirada sobre el ave azul que estaba a unos metros de distancia. Ella simplemente no movió ni una pluma, es más ni respiro por evitar cualquier ruido que alterará a aquella enorme criatura frente a sus ojos. Pero el dragon ya había notado su presencia y sólo esperaba el momento adecuado para volverla un cúmulo de cenizas.

 

Sentía que se había quedado pegada al suelo por más que quisiera alzar el vuelo, pero fue entonces que una brisa llegó hasta ella colandose entre las plumas de sus alas y como si fuera el impulso que esperaba alzó el vuelo justo a tiempo ya que el dragon había lanzado su primera llamarada en su dirección.

 

Rayos eso estuvo cerca, pensó cuando vio que la criatura sólo movía su cabeza siguiendo su vuelo y lanzando una nueva llama en su dirección la cual esquivo por poco y con mucha suerte. Pero a pesar de estar revoloteando frente al bola de fuego este no quitaba su cuerpo de delante de la única salida de aquel laberinto, tenía que hacer que se moviera de allí para poder salir.

 

Así que en un impolso atrevido voló lo más veloz que pudo en frente del dragon logrando evadir su cabeza hasta mantenerse elevada justo detrás de él en un sitio donde no la alcanzaba y luego con algo de osadía empezó a picotear el lomo y cabeza de la criatura. Era obvio que no le iba a hacer daño pero serviría para hacerlo mover y eso surtió efecto en que vio que se levantó para girar su cuerpo y quedar de frente al guacamayo azul que era ahora, empezó a revolotear alrededor de la cabeza del mismo esquivando uno que otro ataque.

 

En un momento en que el dragón se giro al lado opuesto se la puerta rápidamente aprovecho para volar hasta encontrarse frente a la puerta y volviendo a su forma humana la abrió para salir de aquel laberinto antes de darle al bola de fuego oportunidad de un último ataque.

 

Ya del otro lado su visión tuvo que ajustarse a la luz del lugar ya que los últimos minutos evitando las llamas del dragon el ambiente se había llenado de humo y eso irritó su vista. Pero ahora en ese lugar frente a ella al pie de la escalinata observaba a Suluk con su varita de cristal observándola fijamente. Había logrado salir del laberinto con algunas dificultades pero tal vez ahora es que empezaría su verdadera prueba.

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Y, por fin, la recuperó.

 

Con la mano libre Akku se adueñó de uno de los cristales en su cuello, lo trituró cerrando dulcemente la palma y luego sopló una lluvia de arena platinada en dirección a Dennis. Todo cansancio desaparecería, sus músculos estarían restablecidos y cualquier herida habría sido curada para poder enfrentarse a la gran prueba, el paso final. La vara de cristal vibró y por arte de magia, con un único movimiento de Suluk, se transformó en un báculo que por centímetros era superior a a Inuit, con terminaciones en madera, cientos de animales tallados en ella y casi al final, rumbo al cielo tardío, las fauces de un lobo, una criatura ancestral de la que recibía poder, fuerza y sabiduría.

 

—Debo hacerte ésta pregunta una vez más, joven Delacour, antes de que las puertas se abran para ti

 

Carraspeó, suavizó la garganta y sus cuerdas vocales emitieron un leve ronroneo.

 

—¿Estás lista?

 

Si la respuesta que obtenía por parte de su pupila era afirmativa las puertas de la gran pirámide dorada se abrirían dando paso al oscuro interior. La sala del uróboros, la leyenda de la serpiente que se comía su propia cola plasmada en el suelo que transitaría, un altar en medio, esperándola, un anillo de aprendiz la aguardaba. Cierta cantidad de puertas, que a su llegada se activarían, girando a su alrededor pero solamente una brillando solo para ella. Para Dennis Delacour, el portal de animagia.

 

La habilidad debía poner a prueba su más profundos miedos, virtudes, todo lo que conformaba el alma y espíritu de la persona que se decía merecedora de portarla. Y si ésta, casi con vida propia, la creía idónea, le permitiría salir una vez más hacia la abrupta oscuridad donde Suluk le estaría esperando para apreciar la forma que habría tomado su, eterna, sortija de animagia.

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Una vez afuera de aquel laberinto sus ojos se posaron en la Arcana, una sonrisa de satisfacción se dibujó en el rostro de la Delacour al tener su imagen frente a ella, sabía que aún no había terminado su misión pero estaba feliz de haber logrado llegar a quel punto y estar a un paso más cerca de conseguir lo que había ido a buscar en aquel lugar, estaba decidida a lograr su objetivo dejando todo en ello de ser necesario.

 

Suluk sopló una lluvia de arena color platino en su dirección y fue un equivalente como si hubiera bebido alguna poción revitalizadora y si hubiera podido usar algún hechizo de curación en su adolorido cuerpo. Ahora se sentía tan llena de energía como al momento de su llegada a la prueba ese día, con un movimiento de cabeza asintió en señal de agradecimiento a lo que la arcana acababa de hacer por ella.

 

Escuchó atentamente las palabras de la mujer y enfocando su mirada en los ojos de la Inuit y con un tono de voz que mostró más seriedad y seguridad de la que esperaba le respondió. —Estoy lista, sin duda alguna — terminó de decir y ante ella las puertas de aquella pirámide dorada empezaron a abrirse invitandola a adentrarse en las profundidades de todo lo que estaba esperando para la Delacour.

 

Pasó por el lado de la arcana dedicándole una última mirada antes de cruzar el umbral de aquella entrada y quedar sumida en una oscuridad. Sus pasos retumbaban sobre aquel piso que se encargaba de contar una historia con los grabados e imágenes que habían en el. Frente a la ojiazul un altar se alzaba en medio del lugar donde un anillo era lo único que la esperaba, se acercó al lugar y tomando el anillo lo puso en el dedo anular de la mano izquierda. De inmediato a su alrededor varias puertas empezaron a girar hasta que una comenzó a brillar deteniéndose justo frente a la joven de cabello azul.

 

Abrió aquella puerta y cruzando aquel umbral se encontró en un sitio que conocía bien, era el jardín de su hogar de crianza en Estados Unidos donde en tantas ocasiones reía en compañia de sus amigas y en otras lloraba la ausencia de sus padres. Y frente a ella esa escena se recreaba en ese momento, escuchó los sollozos proveniente de en medio de los árboles, sabía de quién se trataba así que no podía presentarse con su forma humana, de inmediato estiró los brazos al cielo y en un pequeño impulso se encontraba planeando entre aquellos árboles con sus plumas brillando bajo el sol.

 

No tardó mucho en encontrar la dueña de aquellos sollozos, sus ojitos azules estaban teñidos de rojo por tanto que habían llorado y su rostro poseía un color rosado por la pena, su cabello rubio brillaba bajo los rayos de sol que se colaban en medio de aquellos árboles que le servían de refugio, cuántas veces sintió la soledad en aquel lugar. Descendió su vuelo suavemente para no asustarla hasta hacerse en el suelo a unos pocos pasos de aquella niña que era su representación más joven. Aún no entendía porque su prueba la había llevado allí pero tal vez era que necesitaba ayudar a aquella pequeña y eso iba a hacer, ayudarla a sonreír de nuevo.

 

Cuando la niña sintió su presencia se asustó y por un instante parecía como que iba a salir corriendo, pero al percatarse que era solo un pequeño guacamayo azul que no representaba peligro alguno se mantuvo en su sitio. — qué haces aquí?, estás muy lejos de tu hogar — le dijo en un susurro, claro ella sabía de donde era originaria aquella especie ya que siempre leía sobre ellos con la esperanza de que algún día pudiera tener alas y volar donde quisiera, esa especie era su favorita y la Delacour lo había olvidado con el paso de los años pero tal vez por eso se sentía tan unida a ese espíritu animal del cual ahora poseia la forma.

 

Voló el corto trecho que los separaba posándose en el regazo de la joven quien acarició su cabeza cuando el ave la agacho frente a ella, ese gesto pareció calmar a la pequeña cuyas lágrimas cesaron. Se mantuvo en silencio unos minutos hasta que empezó a decirle el motivo de su llanto, había escuchado a sus padrinos sin que lo notaran hablar de que sus padres irían a una misión peligrosa que les podría costar la vida, recordaba que desde pequeña había sabido lo que ellos representaban y por eso siempre tuvo miedo de perderlos, su mayor miedo siempre había sido perder a su familia. Entonces recordó algo tambíen de su niñez, alzando el vuelo picoteo suavemente a la pequeña para que le siguiera cosa que hizo sin dudar.

 

Llegaron hasta un pequeño grupo de flores, en medio de ella se encontraba la verbena, esta en especial era de un tono rosado, mantuvo su vuelo sobre ella para que la niña la observará, como si una luz se encendiera en su memoria dijo — Así como esta flor puede soportar el más inclemente clima yo puedo soportar cualquier dolor y salir de el con tal de ver nuevamente tu rostro — el alma de la ojiazul dentro de esa ave se regocijaba en las palabras dichas por la pequeña, aquellas que una vez le dijo su madre cuando le pregunto si algo malo le pasaba ya no volverá a verla. La niña dibujó una sonrisa enorme entendiendo que todo estaría bien, sobre todo porque su familia era lo más importante y así como su madre siempre lucharía por ellos, fue algo que se prometió desde su niñez.

 

Como si hubiera pestañeado más de lo normal, el escenario había cambiado, ahora parecía estar en un bosque de noche y la única luz era la luna y estrellas en el cielo y varios rayos que volaban de lado a lado a unos metros de donde se encontraba. Voló en esa dirección hasta detenerse sobre la copa de un árbol escondiéndose de la vista de los presentes. Abajo reconoció a sus padres quienes eran atacados por varios magos cubiertos incluso su rostro, los superaban en número sin embargo ellos luchaban con valor.

 

Se lanzó en picada a donde se llevaba a cabo la batalla y enfilo sus garras contra uno de ellos haciéndole desconcentrar para que fuera atacado, uno menos pensó, sobrevolaba alrededor de ellos causandoles molestia y a veces algún rayó estuvo cerca de darle pero esquivo con suerte los ataques, hasta que vio cómo su madre era desarmada y su atacante se disponía a dar el tiro final, como pudo voló con todas sus fuerzas sin importar nada más y justo cuando aquel rayo salía de la varita alcanzó a posicionarse frente al cuerpo de la bruja, su promesa era todo lo que tenía en la cabeza, aquella de dar la vida por su familia de ser preciso, todo con tal de protegerlos.

 

Sus ojos se abrieron para ajustarse a la oscuridad que la rodeaba, frente a ella Suluk la observaba, pero la ojiazul no lograba descifrar su expresión. Ahora nuevamente estaba en su forma humana y en su mano aquel anillo había cambiado ligeramente como si ahora se amoldara exactamente a su dedo, la piedra de color azul brillaba reluciente y a los lados de la misma parecía que el grabado tomaba una sutil forma de alas, su mente aún se sentía confundida, solo pensaba en sus seres queridos y en lo mucho que los amaba y que usaría cada conocimiento o habilidad adquirida para protegerlos y apoyar la justicia cuando se necesitara.

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Suluk se hallaba emocionada hasta las lágrimas. El portal tenía tiempo remontando a sus pupilos hacia el centro de una memoria histórica que, la gran mayoría, deseaba olvidar. Más por el contrario de algunos, Dennis Delacour estaba demostrando poder sobrellevar un momento triste de su vida, la partida de sus padres, la separación, el rememorar que no volvería a verlos o, en su defecto, que llevaba todos estos años sin verlos. Un par de guerreros que le enseñaron valía y moral a su pequeña niña que en el presente era aquella mujer de principios. Aun así se le notaba en las facciones que estaba confundida, el cambio brusco de escenarios la mareó.

 

—Joven Delacour, bienvenida— Recitó Akku.

 

Abrazó a la muchacha de cabello azul cielo, cuando el sol cae, y sonrió. Tenía la mirada cristalina, se sentía orgullosa por tanta nobleza, aquello era lo que verdaderamente le hacía falta a un animago. Humildad. De un tiempo a esta parte, y más que nada por la colonia inglesa, solo se topaba con fanfarria, cosa que le decepcionaba. Un tótem, el animal espiritual que a cada uno protege, está ligado al alma de esa persona. Cuanto más turbia sea su esencia y más oscuras sus intenciones, más complejo sería el crear conexión.

 

En el caso de la bruja allí presente, fue totalmente natural.

 

La Inuit abrió con un simple movimiento la puerta de la pirámide para dejar entrar unos perezosos rayos de sol, fuera no hacía frío pero tampoco calor, el clima era ligeramente agradable. Olía a lluvia. Suluk, complacida, invitó a Dennis a cenar a su casa y ambas comenzaron a descender las escalinatas rumbo a la casona congelada donde la Arcano se encargaría de redactar una nota hacia la Directiva, su alumna por fin había logrado vincularse con la habilidad.

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