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Estudios Muggles


Sagitas E. Potter Blue
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Agosto... Vacaciones... Verano... Playa... Era maravillo tener un mes de total descanso y sólo pensar en hacer siestas. Mis pensamientos eran de pura nube de algodón, allá tumbada sobre una toalla y con un libro de hechizos típicos de las cumbres del Perú, regalo de mi hermana Amya. ¡Amaba las vacaciones y no tener nada que hacer!

Mi sonrisa de oreja a oreja desapareció en cuanto me comunicaron que tendría clases este mes. ¿Cómo que... ? ¿En agosto...? Enarqué la ceja y le tiré un mendrugo a la pobre lechuza que me traía la notificación con los nombres de las dos alumnas que venían a clase. Menos mal que Harpo, mi elfo, es mucho más atento y le dio alguna golosina para que volviera sin rencores en futuras ocasiones.

Mis deseos de vacaciones se veían en peligro pero si algo me caracteriza es la capacidad de improvisación. Así, mi sonrisa volvió a mi faz a la vez que la idea de la clase se forjaba en mi cabeza. Me puse a escribir de forma apresurada en un papel a cuadritos arrancado de una libreta. Era algo difícil usar un bolígrafo de los muggles, mi caligrafía no era muy buena ya que siempre usaba la vuela-pluma.

-- Harpo, lleva estos curriculum's al Ayuntamiento de Liverpool. Entrégalos en mano a la Concejala de Turismo, Deporte y Otros Eventos y dile que se lo envía Sagitas. Ella entenderá...

Mi travesura estaba realizada, así que ahora, con más calma, rellené la lechuza para los tres alumnos que me acompañarían en mi aventura:

De : Sagitas Ericen Potter Blue


Para: @ + @ +@@Pik Macnair


Asunto:


Os he conseguido trabajo para este verano. Os espero mañana a las 10 de la mañana en las Liverpool Aquatic Centre. Llevar bañadores de cuerpo entero de color rojo. Allá os darán todo el material que necesitéis. Mantener el trabajo durante todo el mes será el requisito im-pres-cin-di-ble para aprobar la asignatura de Estudios Muggles, así que nada de varitas ni cachivaches mágicos que puedan delataros. Os estaré vigilando a la sombra de alguna palmerita del lugar.


Sagitas.

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Las vacaciones no era algo que le arrancarán una sonrisa de los labios, jamás fue adepta a visitar las playas en esa época del año. Prefería la soledad de esos sitios paradisíacos, perderse en ese inmenso mar azul, aspirar el aire salado y no pensar en nada más que hundirse en lo más profundo de sus pensamientos. El golpeteó de un pico la saco de su agradable ensoñación, había olvidado por completo el aspecto que tenía las lechuzas y lo quisquillosas que se ponían, sino obtenía una golosina a cambio del mensaje entregado. Le miraba con recelo y diversión, no era capaz de negarle un caramelo o algo más antojable a tan gentil ave porque se lo merecía— Ve sin rechistar —le obsequió una lóbrega sonrisa viendo como se perdía en el firmamento.


Menuda noticia la que contenía la misiva, ataviarse con un bañador de cuerpo entero y no llevar nada relacionado con la magia. Eso de estudiar a los muggles, no le causaba la más mínima gracia, pero se había montado en el barco y era demasiado tarde para desear encallar en puerto, ya que la marea le estaba conduciendo hacia Liverpool Aquatic Centre. Sospechaba que tendría que desempeñar alguna labor muggle, porque para ir solo con un traje de baño, no le pasaba otra cosa más por la cabeza. Conocía poco o nada a la profesora Sagitas, jamás le interesó demasiado indagar en la vida de los que serían sus profesores por un lapso de tiempo tan corto.


Colocando dentro de una mochila ropa para cuando terminará su aventura, no dudo en echar unas sandalias de tacón alto. Jamás andaría con chanclas por la calle, revisando que estuvieran dentro de la bolsa de viaje, no olvidaría el bronceador y de paso el protector solar, no deseaba ponerse como un camarón por culpa del sol. Calzándose con unas sandalias de tacón bajo, cubría su cintura con un pareo color salmón claro tirándole casi a durazno, cubriendo sus piernas sin dejar demasiado a la imaginación. Mirando por hombre derecho, se despedía de su varita mágica, nada de magia o cosas que tengan que ver con eso. Repitió en su mente, deseaba aprobar esa clase a como diera lugar y esta vez no se rendiría tan fácilmente.


Saltando por la ventana de su habitación, abandonaba los terrenos de la mansión Black Lestrange, montándose en su moto emprendía el camino hacia el sitio que era su destino. Iba justo a tiempo ahora si, tomo la precaución de calcular con antelación cuanto le tomaría llegar y los contratiempos que se le podrían presentar en el camino. Exceso de trafico, algún accidente inesperado o lo peor, no dar con la dirección y tener que pedir indicaciones. Poniendo los ojos en blanco, aceleró el vehículo con precaución mirando a ambos lados, respirando profundo miraba de cuando en cuando, el mapa enviado por la Potter Blue. La ruta era la correcta y no tardó demasiado en dar con el Liverpool Aquatic Centre, bajando de la moto dejaba en casco sobre el asiento, adentrándose busco con la mirada a la joven que esperaba por ella.


—Justo a tiempo —le saludó con una reverencia, notando que solo estaban ellas dos y les tocaría esperar si o si al otro par de alumnos.

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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No sabía en que momento había pensado en que cursar Estudios Muggles, durante el mes de agosto sería la mejor decisión. Si la última vez que intentó cursar ese conocimiento, había terminado hospitalizada en un centro médico muggle, en donde en vez de ayudarla casi la matan. ¿Quería exponerse nuevamente a ese riesgo? Sabía que la vida era un riesgo y que morir, en su condición era algo básicamente imposible, pero el punto era que en esos instantes, estaba dudando sobre cursar o no la clase.

Meditando sobre las posibilidades que tenía de cancelar su asistencia, negó con lentitud. No podía hacer eso, porque de hacerlo estaría perdiendo únicamente de nuevo dinero y esa no era la idea, así que sería mejor prestar atención a la lechuza que recientemente había llegado con una carta de Sagitas, dando las indicaciones a seguir.

— ¿Un trabajo? ¿otro trabajo? Esa bruja esta loca, que cree que tengo tiempo para ir a ofrecer mis servicios a esos tontos muggles. —soltó con frustración.

Tenía suficiente carga de trabajo en el Banco Mágico de Gringotts y la idea, de desplazarse hasta el Centro Acuático de Liverpool, no era algo atractivo y no por estar rodeada de indeseables, sino por el simple hecho de tener que retrasar trabajo que tenía en la institución financiera para atender el trabajo que su adorable profesora había conseguido para ellos. La única opción que tenía, era trabajar de noche en el Banco y por el día en aquel sitio.

Mirando fijamente el traje de baño de una sola pieza de color rojo que tenía delante de ella, negó con lentitud porque tendría que usar esa anticuada prenda, pero nada más podía hacer, así que en un vano intento de arreglar su atuendo se colocó un short de color negro y dejó que sus rubios cabellos fueran sueldos en diversas ondas, y sus pies, quedaron enfundados en unas sandalias casuales.

Era momento de partir, así que en un simple bolso colocó una muda de ropa de color blanca y verde, que seguramente podría usar en algún determinado momento. Aprovechando que no había prohibido usar la magia para llegar, apareció a las afueras del centro deportivo, envuelta en una voluta de humo negro, al ser tan temprano, no existía presencia de muggles y afortunadamente nadie lo notó.

—Hermana, que casualidad encontrarte aquí. —soltó saludando a Juve con una sonrisa en los labios— ¿Sabes que haremos exactamente? ¿ha llegado la profesora? —añadió con un intento de tranquilidad que no tenía.
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— ¿Trabajar en verano? —dijo en alto, con los ojos como plato— ¿yo… trabajando?

El Macnair soltó una carcajada y lanzó la carta a la cama, sin creer lo que leía. Conocía muy poco a Sagitas, pero la veía muy capaz de hacer lo que había escrito. El problema de todo esto era Pik, muy poco de trabajar y menos de soportar a los demás. Se llevó las manos a la cara y se dio unas palmaditas, intentando alejar la risa nerviosa.

Tomó una gran bocanada de aire y soltó un suspiro igual de grande. Trabajar en un lugar muggle. En lo que había caído. La realidad era que no le interesaba en nada ese conocimiento, lo único que le importaba era que el Ministerio de Magia se enterara que había cursado esa clase para poder subir de rango social y adquirir un mayor nivel mágico en la sociedad, porque por lo visto ahora uno no podía ser vago y poderoso al mismo tiempo. Como había decaído todo.

Antes de desaparecer sacó su varita e hizo un par de movimientos con esta, haciendo que la túnica que llevaba cambiara a color rojo y se convierta en un traje de neopreno. Le quedaba bastante ajustado, para algunas personas seria mucho el descaro del Macnair. Sonrió para si mismo y desapareció de la mansión, con la mente fija en la dirección escrita en la carta.

Apareció en un baño, donde nadie podía verlo. Salió de este y se percató de un par de figuras que conocía. Alzó una ceja y se acercó a ellas.

— ¿Aquí es donde están sirviendo margaritas y dando shots de tequila gratis? —dijo mientras se jalaba un poco el cuello del neopreno—. Sin alcohol no creo que vaya a sobrevivir hoy.

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No sabía cuánto tiempo habían estado esperando en la entrada del centro acuático y no había llegado Sagitas, así que suponía que tendrían que comenzar a resolver por sí mismos la situación. ¿Tendrían que buscar a la encargada o encargado del centro? ¿ellos los buscarían? ¿sabían de su llegada? Meditando aquellas posibles cuestiones, soltó un bufido, hacía un poco de calor y no le era para nada agradable estar en ese sitio rodeado de personas muggles y mucho menos, tener que trabajar más de lo normal.

 

El silencio de su hermana, le inquietaba un poco así que espero a tener un poco de su atención, antes de siquiera comenzar a intercambiar algunas palabras. Tenía mucho que hablar con ella, y más ahora que un anillo adornaba su dedo anular y anunciaba su reciente compromiso. Era tan extraño denominarse así misma una persona comprometida, que soltó una pequeña risotada de nervios y prestó nuevamente atención al lugar en el que se encontraba en cuanto notó como la figura de un mago conocido se acercaba.

 

—Deberían, al menos margaritas para relajar el ambiente… ¿les dijo alguna indicación extra? —preguntó esperando tener un poco más de lucidez en el instante en que arribó Pik.

 

Saludándolo con un rápido movimiento de cabeza, espero a que terminara acercarse, para comenzar a pensar en qué era lo siguiente que tendrían que hacer. Porque era obvio que ninguno de los tres deseaba trabajar, pero quizás podían explorar un poco el lugar y con ello, encontrar algo en que perder el tiempo, ¿sería tan difícil hacer eso? Esperaba que no, así evitaban el motivo por el cual se encontraban allí.

 

— ¿Quieren dar un pequeño paseo? Conozcamos nuestro centro de trabajo. —soltó con diversión en la voz, esperando a que la siguieran comenzó con la caminata.

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Les había dejado hacer. Como les había dicho en la lechuza que les había mandado, les estaría vigilando en la sombra. Los tres habían llegado a la hora pero no se habían atrevido a entrar al centro. Supuse que estaban poco acostumbrados a solicitar un trabajo o hubieran entrado a anunciar su llegada al trabajo. Así que suspiré y busqué un lavabo donde metamorfosearme de manera que entré como Sagitas y salí como una pecosa pelirroja algo regordeta. Me puse la camiseta blanca y el pantalón rojizo y fue en su búsqueda, con un silbato colgado del cuello y una carpetita metálica. Menos mal que mi amiga la concejala me había facilitado todo para que mis alumnos pudieran trabajar en aquel centro.

 

-- ¡Buenos días! ¿Son los chicos de la Señorita Potter Blue? -- les pregunté en un tono chillón. Al menos uno de ellos se alejaba. La reconocía, la Directora de Gringotts, que casi mato en la anterior clase; esperaba que le fuera mejor esta vez. -- Llegan tarde, ya debieran estar en la piscina. Síganme.

 

Me permití dirigirles hacia las taquillas del staff. Les señalé una estantería con camisetas blancas de diferente tallaje junto a pantalones rojos.

 

-- Elijan una taquilla donde deben dejar todo lo que traen de la calle. Ropa y bisutería dentro, nada de móviles ni objetos que puedan dañar a los visitantes. A la piscina sólo pueden entrar descalzos. La camiseta blanca siempre la han de llevar puesta; sólo se la quitarán en caso de tirarse a la piscina. Al acabar el turno, devuelven la ropa o se las descontaremos del sueldo. Hay tres piscina, la olímpica, la mediana y la de niños. Se distribuyen como quieran. Su trabajo es sencillo, 8 horas soportando al público. No se puede morir ninguno, así que al tanto del agua todo el tiempo. A parte de eso, poco más, no se puede comer ni beber fuera de las zonas señaladas, todas alejadas un mínimo de 3m de las piscinas. No se puede correr por el recinto ni se puede usar pelotas ni flotadores excepto en la de los niños. Todos los que entren han de pasar por las duchas y, sobre todo, si alguien se hace pies en el agua, lo sacáis inmediatamente. ¿Queda entendido? Pues venga, a trabajar, que las taquillas se abren en 10 minutos y ya debéis estar en vuestros puestos.

 

Les miré para ver si me habían entendido. Esperaba que sí porque iba ser un día tedioso.

 

-- ¡Ah, sí, se me olvidaba! Sonrisa de oreja a oreja; no quiero recibir quejas de vosotros o no volveréis mañana.

 

Di media vuelta para escabullirme. Nadie sabía que era yo, por supuesto. La única pista que me delataba era la "S" tatuada en mi tobillo pero... ¿cuánto conocían los tres alumnos a su profesora?

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Negó con la cabeza ante la pregunta de Mía, supuso que la carta enviada por Sagitas era idéntica para los tres. Se dispuso a seguir a la Black Lestrange para ver si encontraba algo a los alrededores, pero en ese mismo instante una voz chillona hizo que se cortaran sus pensamientos y se detuviera antes de dar otro paso. Una chica les llamó la atención y los acusó de llegar tarde.

—Si alguien ha llegado ha sido usted —respondió el Macnair, mirando de arriba a bajar a la mujer— ya llevamos aquí un rato esperando que alguien nos atendiera.

Si algo le molestaba a Pik era llegar tarde, así que no iba a tolerar ninguna clase de comentarios al respecto de alguien y menos viniendo de una muggle. La siguió de mala gana hasta las taquillas, donde se dedicó a explicar que eran lo que harían durante el día. ¿Qué tenía que ver todo aquello con una clase de conocimiento? Tendría que enviarle una clase a Candela, evidentemente el nivel había estado bajando y una institución como aquella no podía permitirse este estilo de clases.

—Me encargo de la olímpica —dijo mientras cogía la camiseta blanca de mala gana y salía de las taquillas, no si antes mostrarle su enorme sonrisa a la chica del staff.

Escogió la piscina olímpica porque supuso que era donde las personas con más experiencia nadarían. La de niños tenía que ser un desastre todo el día, gritos a todo hora y padres muggles estresados. La mediaba tendría que ser donde más gente iría, las personas sin hijos aunque estarían todos los adolescente borrachos, no era de su agrado esas personas.

Al llegar a la piscina olímpica supo de inmediato que estaba recién limpiada, el aroma a alcohol estaba por todas partes. Aún no había llegado nadie, pero sabía que era cuestión de minutos para que se llenara y comenzara el desastre.

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Había comenzado a caminar lentamente por el contornó del complejo, cuando tuvo que detenerse de golpe, debido a la voz chillona y molesta sobremanera que acaba de preguntarles si venían de parte de Sagitas. ¿Lo hacían? Pues no realmente, estaban allí únicamente porque deseaban aprobar el conocimiento y adquirir más poder mágico, pero no podían decir eso o serían juzgados de ser interesados, negó de manera imperceptible y giró lentamente. Colocando en sus labios una sonrisa, intentó no carcajearse ante el comentario de Pik.

 

—Solo se nos informó que teníamos que estar aquí, así que nuestra culpa no es… —soltó con molestia, pero siguió a la bruja, mirando a su hermana añadió— ¿Cómo le explicó que realmente no me interesa este trabajo? —espero obtener una respuesta, pero como no fue así, continuó con la caminata.

 

Se introdujeron hasta la parte en donde solo personal autorizado tenía ingreso y una vez allí, les pidió que dejaran sus cosas, así que sin otro remedio, así lo hizo y se puso la blusa blanca que le tendió y las sandalias. Al parecer, el traje de baño era solo necesario para entrar a la piscina, pero tenía que usar el resto del tiempo la blusa, al menos su piel no sufriría tanto daño y estaba segura, que ninguno, de lograr que los muggles se mantuvieran lejos de la alberca sino sabían nadar.

 

En cuanto estuvieron cerca del sitio, vio como el Macnair se apañaba la olímpica, algo que no le molestó porque ella prefería irse hasta la fosa de clavados, ahí solamente los que realmente sabían se atreverían a entrar.

 

—Me pido la fosa de clavados. —añadió con tranquilidad.

 

Con zancadas lentas, llegó hasta el sitio elegido y una vez allí, observó la profundidad, de cerca de quince metros, era lo suficiente para algunos buenos clavados y más, para aquellas escaleras que tentaban a los expertos a probarse en valentía y capacidades. Así que dejando que el olor a cloro llegará hasta sus fosas nasales, se sentó en una pequeña silla que estaba cerca de la fosa y esperó pacientemente. Era el sitio elegido, al menos el que le correspondía como guardavidas de aquel sitio.

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—Genial, no me puede tocar nada mejor que lidiar con los críos —poniendo los ojos en blanco, intentaba comerse su veneno. Falta de practica en ella, por lo que se les escapó de los labios —Llegamos en tiempo en forma, no nos íbamos a poner a saltar de un lado a otro como liebres descarriadas o ¿si?—colocando sus brazos en jarra sobre su cintura prosiguió—Yo creo que no—encogiéndose de hombros, esperaba no ahorcar algún crío que le sacará de sus casillas. ¿Para que demonios trabajaría de guarda-vidas?, si tenía todo lo que deseaba a sus anchas. Pero parecía que su terquedad, le volvía a ganar esa partida sin remedio.


—Intentaré no comerme algún niño o volarle la cabeza con un remo —riéndose por debajo miraba a su hermana y luego a Pik. Menuda tarea la que les habían encomendado, cuidar la vida de seres que poco o nada debían importarles. Contendría sus ganas de clavarles los colmillos a varios de ellos, olvidando que su hora de comida debía ser aderezada con varios litros de sangre. Colocadose la camiseta blanca, recordó que no llevaba objetos muggles, salvo el pareo que cubría la parte baja de su traje de baño. Ni loca se lo sacaría de encima, no dejaría que nadie mirará sus piernas o que algún chiquillo aprovechará para colgarse de ellas, al hacer alguna pataleta o algo parecido.


—Nos van a descontar, pues ni que nos fueran a pagar una millonada o ¿si?—jugueteaba con la idea de hacerse millonaria, si claro sacando a mocosos del agua sin esfuerzo alguno. Sin duda se iba arrepentir de todo aquello, pero si empleaba sus dotes en oclumancia, quizás suprimiría todos esos sin sabores que estaba a poco o nada de atravesar. Encaminando sus pasos hacia la piscina para niños, gritos y alaridos le daban la bienvenida a la vampiro. Una horda de críos estaban nadando animadamente dentro de la piscina, lanzando una pelota de colores, gritando el nombre del que era tocado por la misma, recordándole un juego muggle conocido como “encantados”.


Si lograba mantenerlos jugando por un largo rato y lejos de los problemas, no le costaría nada aguantar 8 horas. Aunque si deseaban que ella formará parte de todo aquello, pues se quedarían con algo más que un palmo de narices, jamás pudo soportar a los niños y ese empleo, no le haría cambiar de parecer, ni aunque le ofrecieran un millón de libras esterlinas o una suma más alta que esa.

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Las primeras dos horas fueron sencilla. La gente estaba llegando, se ponía cómoda donde querían, se quitaban la ropa, estiraban los músculos, se duchaban y luego se lanzaban a nadar como si fueran delfines, de un lado a otro. Todos menos uno, que intentó lanzarse antes de ducharse.

— ¡Eh, tu! ¡El del traje de baño verde! —gritó el Macnair cuando el chico estaba a punto de saltar, todos en la piscina se callaron— llega a lanzarte a la piscina sin ducharte y veras como más nunca vas a volver a poner un pie acá ¡Y no me retes! Que no sabes de lo que soy capaz. A ducharse.

El chico se detuvo en seco y tras un par de segundos fue directo a las duchas, más por miedo a lo que dijo Pik que por seguir las reglas de la piscina. El Macnair se acomodó de la alta silla donde podía ver a todos, pensando que debía controlar su lenguaje para no sonar tan… diferente para los muggles, había notado como varias personas empezaron a mirarlo de reojo y comentar tras lo que había dicho.

—¿Y estamos aquí para comentar lo que digo o para nadar? —preguntó en alto, mirando a las personas que cotilleaban— ¡A nadar! ¡De lado a lado! Que si van a hablar se van para la otra piscina, aquí la gente viene a entrenar.

Parecía un coach motivacional. Alguna muggles se fueron de la piscina olímpica a la general, mientras que otros fueron directo a ducharse para empezar a nadar. Pik sonrió complacido y se recostó de la silla, complacido por su trabajo.

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