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Infiltración


Valky
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-Que bueno que haya llegado todo, a la tarde me pongo a mirar las cosas, espero los chicos no acomoden todo de inmediato o me tocara rebuscar- sonríe bromeando mientras me dejaba besar por mi novia.


-Hola de nuevo- dije a Kokelf que ya esperaba, -¿Vienes con nosotros?-pregunte mirando a la Potter Black, -¿O ya vas por la oficina? - miré por unos segundos el reloj, aun faltaban algunos minutos para que abrieran las puertas al publico.


Saque la llave de mi bolsillo mostrándola al duende, -¿Cuando tu gustes?- le mencione al duende que ya hacía venir un carrito que nos descendería unos 20 metros donde se encontraba mi bóveda, la verdad nunca había preguntado que tan abajo acababa esto, solo sabía que los mas ricos tenían las bóvedas mas protegidas en el fondo de la tierra.


-¿Lualu te dijo algo?, Dash me pidió el día pero no me quiso decir donde iba, andaba muy misterioso cuando salí de casa, a las corridas la verdad, pero a la Lualu no la vi en su cercanía, y eso si es raro- mencione un poco distraído a Darla.

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Darla Potter Black

 

La vampiresa asintió --estoy segura que Tommy acomodará las cosas dejándolas listas para ubicar en sus estantes pero no lo hará hasta que lleguemos amor, seguro podrás revisar todo lo que ha entrado nuevo --sonrió a su prometido mientras volvía a asentir --los acompaño, aún no es la hora de ingreso y creo que puedo dar una vuelta por las bóvedas, siempre me recuerda los paseos en trencitos --agregó bajando la voz, no sabía si a Kokelf le molestaba o no que los magos compararan sus carritos, estilo minero,según ella, con trencitos de parques de diversión.

 

Kokelf asintió, tras lo cual emitió un largo y agudo silbido parar llamar al carro que los llevaría a la bóveda del Granger. Hizo un gesto para que pasaran mientras les abría la puerta de lo que era la parte para clientes y él se instalaba un poco por detrás. En cuanto estuvo sentado el descenso inició, rápido y algo vertiginoso, Darla prestó atención, observando que si bien no bajarían mucho el primer tramo iba a izquierda y luego derecha y descendía de golpe como regresando en una suave curva. El viaje no sería tan largo.

 

--Pues la verdad no sé en qué andan, Lualú tenía que hacer unas compras élficas según ella, porque había no sé qué aniversario de la PEDDO, aunque no recuerdo bien en qué época Hermione Granger fundó la institución --comentó la bruja con no mucha seguridad, porque le sorprendía que su elfina se interesara en esas cosas, en algo más debía andar por seguro.

 

--Hemos llegado --dijo Kokelf en el momento en que el carrito se detuvo en un área en que las bóvedas tenían gruesas puertas de roble negro con números pintados en plateado, el camino parecía continuar mucho más hacia las profundidades, estrechándose, pero donde ellos estaban había un amplio pasillo de tierra, en el que cabían perfectamente pudiendo caminar sin peligro de que les chocara otro carrito que bajara, pues el que ocupaban se había desviado como hacia una dársena donde pudieran bajar sus ocupantes, pequeña, pero separada de la vía principal, para luego girar sobre sí mismo, como en una calesita y quedar dispuesto de frente para el regreso. Darla seguía preguntándose cómo no se chocaban con alguno que bajara.

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  • 4 semanas más tarde...
Darla había aceptado bajar con nosotros a las bóvedas o mas bien donde estaba ubicada la mía, igual mas tarde tendría que bajar para revisar algunos registros de unos dineros que se debían depositar desde una bóveda a otra, eso era a veces un poco tedioso, pero a la vez divertido y en parte uno conocía algunas cosas que tenían los otros.


El carro donde viajábamos dio algunas vueltas pero no muchas como con otros clientes, habían algunos que pasaban minutos para llegar a ellas pese a que los carros eran muy rápidos, pero estaban tan escondidas, o mas bien daban tantas vueltas para que fuera mas difícil que cualquier persona entrada a las bóvedas sin la presencia de un duende acreditado.


Oí lo de la PEDDO, la verdad es que nunca me había enterado mucho mas de eso, solo sabia que mis elfos eran distintos a los otros desde que habían llegado a mi servicio, así que no me había interiorizado mucho en esa ley, así que en parte me daba vergüenza decirlo.


-Seguro que después nos enteraremos en que andan los dos- tendí la mano a Darla para bajar del carro, -Muchas gracias- dije al duende cuando abría la bóveda y nos daba un tiempo para sacar lo que necesitaba.

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Habían recorrido un buen trecho con el carro, pero no tanto como cuando iban a dejar galeones en las bóvedas de los más antiguos o de mayor cargo en la comunidad mágica londinense. El carrito estilo minero se había detenido y Seba le había tendido la mano para descender, a lo cual la Potter Black sonrió y agradeció a su prometido por el gesto.

 

Kokelf se les adelantó unos pasos y utilizando la llave que Seba le había dado antes de su bóveda y utilizando la segunda llave maestra que ellos llevaban había procedido a sortearles el paso hacia el interior de la bóveda del Granger.

 

--Gracias --dijo la bruja, no quedando claro si agradecía al elfo que les había abierto una puerta en cuyo frente se veía con letras doradas algo opacas el número "86479" o si se lo decía a su novio quién le había hecho un galante gesto para que ella ingresara primero al lugar.

 

El interior al principio, cuando abrieron la puerta, se había mostrado como en penumbras, pero en cuanto la Potter Black traspasó la misma en las paredes se iluminaron todo en derredor varias antorchas, parecían de fuego eterno, aunque más bien debía ser otra cosa, dado que se habían mantenido apenas encendidas hasta que ella entró. Darla sabía que en su bóveda pasaba algo similar, las luces parecían cobrar vida cuando ellos entraban, pero nunca había logrado que alguno de los duendes del banco les revelara cuál era el verdadero origen de la iluminación, parecía ser otro de sus grandes secretos.

 

--Estoy segura que tienes razón respecto a Lualú y Dash --dijo mientras Seba revisaba sus cuentas y buscaba lo que necesitaba, Kokelf se mantenía fuera, junto al carro, dándoles la espalda.

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