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-¡Crucio!-Grite una y otra vez a quien fue mi aprendiz más confiable en el Departamento de Transportes y Deportes Mágicos. -Luxure, vamos al atrio y deja a ese mocoso.- Me comenta el búlgaro. -Que el chiquillo destruya el banco,mira que esta legión demonios desea unirse a los hombres lobos y acabar con aquella institución bancaria donde trabaja la pelirroja (@@Darla Potter Black ) y el sangre sucia (@@Seba Granger ) , por lo que sería curioso distraer la atención de los aurores. - Le conteste y creaba un portal para que los llevará a ese lugar. -imperio - Y le ordene a ese muchacho acabar con aquel sitio.

 

En cambio me dirigía con una célula de seres tenebrosos al Ministerio de Magia y Hechicería, pero no era el único, dado que nos encontramos distribuidos por toda la ciudad matando, secuestrando y destruyendo todo a nuestro pasos , y como era aún el Director de Transporte y Deportes Mágicos me era fácil violar la seguridad y dejar pasar a tanto criminal y enemigo británico que deseaba. Por ello, la muerte venía con nosotros y la sangre de muchos hacían en las calles.

 

Era curioso que cuánto auror viniera en nuestra contra caía. Y con mi magia avanzada de los Guerreros Uzza me ayudaba a protegernos y controlar a los ciudadanos, por lo que no hacía distinción en edad para matar o mandar a matar a otro ser. Las criaturas de naturaleza tenebrosa nos apoya y esperaban la orden en salir del escondite que se encontraba en el atrio. (@@Mackenzie Malfoy , @ .)

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- Se vienen tiempos de angustia, aunque nada que una buena taza de té no pueda solucionar, querida prima… y Eileen, por supuesto.-


Exclamó la Granger mientras se dirigía por primera vez hacia Eileen, a quien no había visto desde que había llegado, era como si hubiera tenido un lapsus de ceguera temporal [?]. El punto es que ya se encontraban las tres sobre la mesa de la cafetería, como si fuera una sala de espera de algún hospital. La ojivioleta quedó observando fijamente hacia la entrada, como si alguien fuera a aparecer de repente a darle las noticias que, al menos ella, no quería escuchar. “¿Saldrían las cosas bien?” Era lo que solía preguntarse desde que los rumores habían comenzado a esparcirse por toda la comunidad mágica.


- Tal vez mi punto de vista sea bastante pesimista con… todo esto. – Dijo la bruja al cabo de un rato. La taza de humeante té de menta había llegado, a lo que comenzó a echar uno, dos, tres cubos de azúcar. - Tantos años con lo mismo ¿qué es lo que las hace pensar a ustedes que las cosas van a ser diferentes? Es decir, el problema no es cambiar a una sola persona, el Ministro en este caso. Todo esto es un sistema, bastante complejo de hecho, el decir que cortar la cabeza va a solucionar a todos los que siguen las órdenes es una total mentira. – Bebió un sorbo de té y continuó.


- El problema son las personas, queriditas.- Exclamó con un pequeño tono de broma. - Lo ideal es que el puesto lo obtuviera el que menos ansía el poder. Lo cual es como… encontrar una aguja en un pajar. – Se había emocionado con la opinión acerca del tema, ahora nadie podía detenerla [?].- Por ejemplo, Zahil es probable que quisiera ser la Ministra solo para que al Congreso de Adivinación le dieran más presupuesto y claro, que tomaran más en serio la importancia de lo que las nieblas del futuro nos deparan a todos. –


- Le falta más azúcar…- Dijo la ojivioleta en un susurro. Volvió a echar otros tres cubos de azúcar y un poco de leche. - El punto de todo esto es… que al final, el poder no está hecho para que cualquiera lo posea, no es tan simple. Por alguna razón, parece que todos enloquecen cuando creen tener el control de algo. – Después de lo dicho, soltó un suspiro que probablemente las mesas de al lado pudieron escucharla. Esas cosas la agobiaban, lo único que esperaba era que todo acabara pronto y así cada quien podía seguir con su vida.


- Había decidido dejar todo esto a la expectativa Za, creí que sería divertido todo esto verlo desde el asiento de alguien que no logra ver lo que hay más allá de las nieblas que giran en la bola de cristal. Sin embargo, la curiosidad me gana.- Sonrió y se frotó las manos con emoción. - Como líder vitalicia, deberías hacernos el honor de mostrarnos una lectura de lo que va a pasar con todos nosotros ¿Los Granger pasaremos hambre? ¿Los del Congreso de Adivinación nos quedaremos sin trabajo? ¿La comunidad mágica estará a salvo? ¿El ganador será una persona buena o mala? –


Valeskya sabía que todas esas preguntas eran difíciles de resolver, no siempre se podía ver con claridad lo que estaba a punto de suceder, había muchos factores que influirían en esas elecciones, lo que no estaba segura, es que incluso ella, estuviera dispuesta a tomar iniciativa y votar por cualquiera que fuera el candidato.



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Nicole vio como la chica con la que habia chocado sonría de manera divertida, comentaba algo aún con la sonrisa en su rostro y miraba a Nicole. Solo después de que la Delacour mencionara su anterior encuentro en la Libélula Encantada fue cuando el cerebro de la Evans conecto las neuronas necesarias para recordar dicho acontecimiento. De verdad que algo malo sucedía con ella, desde su regreso a la comunidad mágica londinense el recordar rostros y nombres de la gente que conocía, al principio se lo habia atribuido a su ausencia prolongada y ahora le echaría la culpa a la carga de trabajo que tenia en el departamento.

 

Nicole sonrió en dirección a Dennis -Ahora me acuerdo de ti, lo lamento de verdad- lo decía en serio - últimamente, con todo lo que esta pasando, he tenido mucho trabajo y tengo la cabeza en miles de cosas a la vez, no se si lo mencione cuando estuve en el centro pero trabajo dentro del Departamento de Cooperación Mágica Internacional y soy la representante londinense, así que con todo el asunto de la guerra, ya te imaginaras como esta mi departamento.

 

La gente seguía llegando, ellas se encontraban a la mitad de todo aquel ajetreo -¿Te parece bien si nos ponemos cerca de la pared?- Giro sobre sus talones regresando por el mismo camino que habia tomado para llegar ahí, hizo una seña a la bruja para que la siguiera, esquivando a magos y brujas que apenas llegaban a realizar sus votaciones. Llegaron al lugar, en donde estarían un poco más tranquilas del gentío que visitaba el atrio aquel día.

 

-Esto es una locura ¿Cuándo fue la última vez que viste a tantos magos y brujas reunidos en un solo lugar?- miro las filas de votaciones -Y bien dime ¿Vienes a votar? O acaso es porque alguien te postulo, recuerdo haber visto que tu nombre ha salido dentro de las primeras postulaciones- como acto reflejo, levanto la mirada hacia las pantallas, ahora mostraban el historial de Sagitas y su trayectoria como directora de Accidentes -O ¿también trabajas en el ministerio?

 

La Crowley miro nuevamente la pantalla, ahora en esta se proyectaba la trayectoria de Aaron Black Lestrange, un nombre más que no conocía, no tenía ni idea de quien era el chico, aunque las cualidades que presentaba la pantalla se veían bastante bien y prometedoras para el futuro del Ministerio, a pesar de eso no podía estar cien por ciento segura de si su voto final sería para él, el hecho de no conocer su trabajo de primera mano la hacia dudar.

 

 

@@Dennis Delacour

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Atrio. Saliendo del Ministerio

Ya no hacía falta esperar de ninguna manera y en verdad estaba cada vez más harta de aquel enorme vestido, al que ahora le humeaba un pedazo debido a un rebote de otro hechizo que le había dejado humeando las puntas

Finalmente la pelea entre todos los magos había terminado pero no precisamente porque ellos hubieran entrado en razón para calmar las aguas sino porque la propia seguridad del Ministerio había comenzado a encargarse de los alborotadores, llevandose a unos cuantos (especialmente los que habían comenzado con las peleas) y dejando advertencia a los que, aún en medio de todo empujaban a los guardias mientras buscaban una venganza que, a falta de varitas ahora querían llevar a cabo con los puños

En verdad que a veces los magos y las brujas tenían ese modus especial de transformarse en muggles por cuenta propia y había muggles que bien podrían ser magos y brujas derechos si así se pudiera...

Colocó una de sus manos en la bolsa del enorme vestido que llevaba y asintió una vez cuando sintió el suave tirón del hombre que la iba guiando hasta una de las chimeneas que se alejaba de todo aquel gentío y que permanecía a salvo de toda persona, puesto que todos estaban demasiado concentrados en las elecciones y los que seguían discutiendo por sus candidatos

-pero qué ingenua es la multitud cuando no tienen un verdadero guía que les lleve de la mano...

Musitó muy bajito y si su hermana menor le dirigió una mirada de extrañeza por aquella frase, la Snape no lo dejó ver en el reflejo rojo de sus ojos que continuaban observandolo todo

Dejando finalmente al elfo, con un crujido aquellas tres personas se desvanecieron en la chimenea, para hacer lo mismo... pero esta vez, rumbo a la Casita Snape en Ottery

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Frente al banco


Miré el antebrazo de Darla cuando escuchaba sus palabras donde había visto la marca de su bando la primera vez en aquel parque de la academia que tanto extrañaba, lugar donde nos habíamos reencontrado para no separarnos mas, llevé mi mano con timidez a su brazo y lo acaricie con cariño donde sabía que estaba aquel extraño tatuaje encubierto para los ojos curiosos.


-Algunas veces había pensado preguntarte si sentías algo aun, pero las dudas y no querer molestarte con eso me hacían retroceder- susurré a Darla cuando besaba su mejilla. Suspiré un poco al ver su expresión, no sabía si ella querría regresar si realmente todo esto regresaba, solo sabía que apoyaría la decisión que tomara.


La palabra guerra me causaba un poco de escozor, sabía que en algún momento tendríamos que vernos enfrentados a ella para bien o para mal, mas con los egos variados que habían en el mundo mágico, todos querían ser mas poderosos y no les importaba a quienes se llevaran entre las patas, y quisiéramos o no el mal se estaba apoderando de esta sociedad.


Revise el pergamino que me enseñaba Darla, sorprendido también con su nombre en el y el de muchos otros conocidos con el transcurso de los años, algunos por trabajo, otros por bando y otros por amistad, la observé levantando un poco la ceja, no me gustaba que ella dudara de sus capacidades, -Tu eres capaz de eso y mas, no te niego que no me gustaría perderte, por que ser ministra creo que lleva mucho trabajo, pero se todo lo que has hecho en los últimos años, por favor no dudes de ti- arrugué el pergamino en la mano derecha.


-Si quieres ir a casa nos iremos, pero te acompaño si quieres ver como sigue esto de las votaciones- levante el pergamino arrugado en mi mano, me causaba duda que así tan fácil dejaran que alguien mas asumiera todo lo que por años habían hecho otros.




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Castillo Triviani

 

No tuvo que pasar mucho tiempo hasta que la guerra fue primera plana en todos los periódicos de Europa, muy probable era que en unos días más la noticia llegaría a oídos del mundo entero. Regresó a Inglaterra en cuanto supo acerca de la renuncia de los Malfoy, ese dúo llevaba ya tantos años en el poder que su memoria fallaba en recordar fechas exactas, pero que hubieran decidido dimitir de forma tan abrupta y repentina no podía augurar nada bueno para el futuro de Gran Bretaña. De alguna forma se las había ingeniado para permanecer incógnita en el Castillo Triviani, luego de su última fiesta de bienvenida ya no estaba del todo convencida de querer que sus familiares se enterasen de su llegada. Llevaba días sin ser vista más que por los Chucks, quienes por cierto tenían estrictas ordenes de no decírselo a nadie.

 

Pasaba su tiempo espiando, leyendo los periódicos que Candela desechaba, escuchando ávidamente la información que los elfos podían ofrecerle del mundo exterior; aunque ahora con las votaciones para Ministro y el resurgimiento de los bandos era claro que ya no podía seguir escondiéndose entre las sombras de su castillo. Antes hubiera jurado que nadie estaría mejor preparado para una guerra que ella misma, sin embargo los recientes sucesos habían dejado mella en el espíritu de la mortífaga… especialmente la caída de la Marca Tenebrosa. Se encontraba ligeramente aturdida, algo perdida, sin un rumbo fijo en el hilo de sus pensamientos ni una idea clara de cual sería su rol en todo esto.

 

Sentada en el suelo abrazada a sus rodillas, reclinada en la pared no muy lejos de la puerta que da a la cocina, Alyssa escuchaba con atención esperando captar algo de información por parte de su sobrina. @@Candela Triviani se encontraba a tan solo unos metros de ella aunque sin saberlo, desayunando en las cocinas del castillo leyendo el último ejemplar de El Profeta como todas las mañanas. Pero algo diferente sucedió ese día, un cambio en la rutina. La Matriarca recibió una carta del Ministerio de Magia Inglés.

 

- Ve y dile a Matthew y a Jeremy que me encuentren en el Ministerio. Necesitaré excusas y, quizás, conejillo de indias. ―proclamó Candela entre sus directivas a los elfos ― Y que Zoella no se mueva de aquí, deberé tener un testigo que me haya 'visto' en el castillo, de forma permanente.

 

Alyssa se quedó petrificada en su precario escondite mientras escuchaba el breve intercambio entre su sobrina y el elfo, pues algo de lo que estaba escuchando le preocupaba inmensamente. Conocía a Candela desde que era una horrible recién nacida y se creía capaz de asegurar que jamás le había visto tomarse nada en serio, nada alteraba su inescrutable calma, nada hacía mella en su carácter seguro y confiado (una característica personal que había heredado de su hermana sin duda). Hasta ahora al menos. Por primera vez en los años que conocía a la Zingara le veía ligeramente preocupada por algo, lo suficiente como para tomar medidas preventivas en cuanto a la seguridad del castillo y la familia.

 

En cuanto escuchó el característico sonido de su desaparición la Black cerró los ojos y desapareció tras ella, siguiendo su rastro rumbo al Ministerio de Magia.

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Czésar

En cuanto el elfo doméstico vió a su ama desaparecer con aquel enorme hombre y la hermana de esta rumbo a algún lugar a donde estaban reuniendo a todos los familiares de la señorita Sagitas, el elfo asintió dándose cuenta de la importante misión que tenía ahora: asegurarse de que las boletas con las elecciones de sus amas fueran entregadas tal y como debía de ser

Se lamentó de que el amo Esparta hubiera fallecido y que la mansión de este se hubiese perdido en la nada, todavía acumulando polvo y telarañas ya que nadie la habia heredado y Czézar había sido entregado a las nietas de este coo parte de la herencia al morir

Pero sus últimas órdenes habían sido las de obedecer a sus nietas con todo su amor y eso era lo que haría

Así que los pequeños piecesitos del elfo se removieron entre la gente que cuchicheaba nuevas cosas y aguardó pacientemente en la fila de magos y brujas que habían estado dejando sus votos en las urnas; algunos de estos le veían con extrañeza, algunos como si fuera demasiado atrevimiento para un ser servil de su condición el hacer fila para dejar unos votos y por supuesto que hubo quién le cuestionó el que hiciera aquello y se rió por este motivo

Pero él tan solo enseñaba el sello en el anillo de su ama y las cartas poder de la Peverell y la Snape y eso era todo

La gente entendía que estaba ahí por órdenes y como para los magos ese tipo de cosas ahí sí tenían sentido, ya le dejaban estar pero no por eso las miradas incómodas se detenían

Czésar solo rodó los ojos

Humanos

Finalmente y después de tener que volver a enseñar el anillo de oro y esmeralda con el sello de su ama y las cartas poder, el elfo dejó los votos correspondientes en su lugar y después de una reverencia, no de servilismo pero de pura educación, se retiró al borde de una de las paredes sabiendo que tendría que repetir el proceso quizá en un par de horas más:

Ya sabía lo que continuaría y estaba más que dispuesto, así que se convirtió en un ente invisible, algo propio de la magia de los de su raza y aguardó a las elecciones finales

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Hacía un rato que había soltado el periódico y paseaba por aquella sala que servía para las reuniones de las cuatro socias. Aunque de esas solo había habido una en la historia del negocio, que ella recordase. Ahora más bien era el lugar donde dejaban todos los papeles, carpetas y demás a la espera de que alguna de ellas se dignara a ordenarlos. Y esa solía ser Sagitas. claro.

 

Recordar a su amiga hizo que se llevase una mano a la frente, adoptando un gesto de cansancio. Parecía estar cerca de ser ministra... la simple idea la hizo sonreir. Frente a ella tenía a otro candidato que también conocía, Aaron. Un mortífago, uno de los suyos. Aquella idea eran tan tentadora como la de imaginarse a la Potter Blue en el despacho del ministro. Se sobó las sienes suavemente, aunque comenzó a aumentar el ritmo hasta que prácticamente se arañó la piel. Paró y abrió los ojos sin saber en qué momento los había cerrado, los cuales se posaron sobre la cafetera roja que descansaba sobre una estantería de metal. No recordaba quién había llevado ese cacharro hasta allí pero, de repente, le apetició mucho beber un café. Preparó aquel aparato y pulsó un botón que provocó que empezara a hacer un ruidito: y luego el café comenzó a caer.

 

*****, he olvidado el vaso —murmuró, chasqueando la lengua. Agarró uno de los que había apilados junto a la cafetera, de plástico, y pronto empezó a llenarse. Cuando alcanzó el punto que Anne deseaba, lo tomó y volvió hacia la mesa, donde lo depositó. Tomó asiento en una silla y se recostó, mirando de reojo el periódico. ¿Cómo irían las votaciones? Un mortífago al frente del Ministerio... o su mejor amiga, que tenía un poder mágico brutal... se avecinaban unos cambios en la sociedad de lo más interesante.

 

De repente, un grito a su espalda la hizo saltar de la silla como si se tratase de un gato callejero. Al hacerlo, empujó la mesa varios centímetros haciendo que una pila de papeles cayera al suelo; la silla donde había estado sentada hasta hacía un segundo cayó estrepitosamente; y ella estaba apuntando hacia la figura que había junto a la escalera con la varita en alto y todos los músculos de su cuerpo tensos, alerta. Cuando comprobó de quién se trataba, se relajó con gesto de fastidio.

 

Demonios, Sagitas, ¡cualquier día me vas a matar! —bramó mientras comprobaba el resultado de su sobresalto—. A este paso no voy a ver nada, porque me dará un infarto con tus entradas triunfales. Ya no tengo edad para estos sustos, mujer —un movimiento de varita bastó para que los papeles volvieran a apilarse y la silla se recolocara. Milagrosamente el café seguía en el vaso. Lo tomó para beber y, en cuanto éste rozó su boca, alejó el vaso con los ojos abiertos como platos—. Ufff, esto parece recién sacado del infierno. ¿Qué decías de las elecciones?

 

La examinó dándose cuenta por primera vez de lo que estaba pasando. Su amiga acababa de ir a buscarla para charlar del tema en lugar de hacerlo en el Ministerio, en el debate. Y eso significaba que... que... Un plan acelerado se formó en su cabeza. Con disimulo, selló mágicamente las ventanas y las puertas de salida.

 

Son mucho más que rumores... en realidad creo que sería muy divertido. ¿Nos conseguirías alguna subvención para el negocio? Venga, gánate mi voto —bromeó, removiendo el café y soplándole de vez en cuando—. No te preocupes por ese tipo, resulta que la importación de materiales está un poco chunga estos días, con este lío político que tenemos... así que requiero de... ayudantes. La bolsa no estaba demasiado llena, solo llevaba lo estipulado a cambio de unos cuantos ingredientes para las varitas. Eres consciente de que no se fabrican solas, ¿cierto? Así que no seas cotilla y déjame velar por la prosperidad de nuestro local. ¿Café?

 

Le señaló la cafetera con la cabeza. Con un poco de suerte, entretendría a Sagitas lo suficiente como para que no le diera tiempo a ir al debate. Lo sentía por ella porque la quería mucho y conocía mejor que muchos sus habilidades y aptitudes para aquel puesto pero... el deber quedaba por encima de cualquier otra cosa. Apretó el puño izquierdo instintivamente. Cualquier acción quedaba justificada si era en beneficio de su bando.

 

 

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Mansión Ojo Loco:

 

Estaba nerviosa, no me gustaba que mi madre saliera de casa, no importaba cuan fuerte e importante fuera ella, no importaba cuan experta era en la magia avanzada ni que tan bien fuera como sacerdotisa, ni tampoco lo experta que hubiera sido ni que hubiera pasado la mitad de su vida luchando primero en la marca con mi padre y sus aliados y ahora con los de la orden. Para mi seguía siendo mi madre y después de las noticias, las explosiones y todo lo que estaba ocurriendo fuera estaba nerviosa a mas no poder.

 

Miré a Sean con los ojos grandes: mas por preocupación que por sus palabras... ahora mi cuasi marido también iba a salir, empezaron a temblarme las manos. Sabia de sobra que Sean podía cuidarse solo en cualquiera que fuera el tiempo que estuviéramos pero sabia de sobra que cualquiera que fuera aliado o cercano a mi madre podría ser un objetivo sobretodo ahora que había sido nominada como uno de los candidatos a ministro de magia, me levanté de la silla para agarrar la mano de mi marido.

 

Respiré tratando de calmarme y le besé como la primera vez que lo había hecho, sabia a tostada sin jalea, manzana verde y amor del bueno, solté la mano de mi prometido cuando escuché la voz de Xell, sonreí:

 

-Creo que lo mejor será que te quedes con nosotros, los niños y los elfos no saben defenderse si no es con magia instintiva y yo lo tengo fatal en un duelo como para siguiera intentar proteger sola la casa, no tengo arsenal para defender este lugar y me vendría bien alguien con buenos conocimientos de duelos.

 

@ @@Xell Vladimir Potter Black

Editado por Perenela Arya Grindewald Potter Blue

Siempre seré tu hija... Reiven Grindewald te quiero // NiqQIUZ.gif

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Toloveus Clearandbrightly

Guardián de los Votos

 

 

El Cayado de Toloveus Clearandbrightly, Guardián de los Votos, acababa de recitar con su rasposa voz los nombres de los candidatos que pasaban a la primera vuelta de votaciones. Acto seguido, las pantallas ministeriales se llenaron de imágenes de los candidatos ensalzando la trayectoria que les había llevado a ser elegidos por la Comunidad. Era un gran honor tener la confianza de la comunidad mágica y más aún en aquellos tiempos revueltos y con tantas guerras, ya venidas. ¿Qué haría el nuevo Ministro de Magia para conseguir la paz? A Toloveus le hubiera gustado conocer la respuesta a esa pregunta, pero mucho se temía que el mundo estaba demasiado loco y quizás no era la paz lo que más deseaba.

 

- Buen día señor... Aaron Black Yaxley. Creo que me ha llegado un mensaje de su parte...- Toloveus se giró hacia el hombre que le hablaba y descubrió que se trataba nada más y nada menos que de uno de los candidatos más sólidos-... ¿cree que el ministerio esté a salvo con toda ésta gente aquí dentro?, digo... tengo cierta información, dicen que la vida de los candidatos corre peligro...

 

- Las medidas de seguridad se han reforzado, se lo aseguro Candidato Aaron. No hay lugar más seguro que el.....

 

Justo en ese momento, Maderus, el atento cayado de Toloveus, empezó a girarse en todas las direcciones, emitiendo un extraño sonido de alarma, tan rasposo y grave como su voz. Toloveus frunció el ceño más molesto que preocupado. Un grupo de magos se habían liado a atacarse los unos a los otros y los hechizos volaban sin control en todas las direcciones. ¡Hasta maldiciones imperdonables!

 

- Lo siento caballero, es sólo un altercado, pero se lo aseguro, aquí dentro no corre peligro alguno. - Evidentemente, Toloveus no tenía muchas ganas de confirmarle al candidato de que sus sospechas sobre un posible grupo dispuesto a asesinar a los candidatos también le habían llegado a él. No era cuestión de alarmar a la población. - Maderus, avisa a seguridad -ordenó a su cayado- y diles que hay también una célula de magos tenebrosos en las cercanías.

 

 

 

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* * * * * *

 

 

Habían pasado los días y Toloveus agradecía haber podido ir solucionando todas las inicidencias que se habían producido. El proceso de elecciones estaba transcurriendo con normalidad, dentro de lo que cabe, puesto que las guerras seguían su curso y parecía que nadie hacía nada por solucionarlas. El vacío de poder era un mal terrible. Afortunadamente, si todo transcurría con normalidad, en pocos días más tendrían un nuevo Ministro de Magia. Seguro que él se encargaría de ponerle fin a las contiendas y ganar la paz para todos los habitantes de Gran Bretaña.

 

Era la hora de dar los nombres de los dos candidatos finalistas, que concurrirían a la ronda final de votaciones. Maderus y las pantallas estaban listos para dar los nombres del mago y la bruja en los que la comunidad mágica más confiaba para dirigirlos y gobernarlos.

 

El cayado se iluminó, ufano y orgulloso y comenzó a dar saltos en el suelo, haciendo resonar cada uno de sus golpes en el pulido suelo de marmol.

 

- ¡Pom! ¡Pom! ¡Pom!

 

Tres avisos para que toda la comunidad mágica estuviera alerta. Las pantallas quedaron en blanco durante unos breves instantes, hasta que unas letras mágicas comenzaron a prenderse en ellas, despacio, saltarinas, relucientes. Al mismo tiempo, la voz grave y rasposa de Maderus, emitió los nombres de los candidatos con una sonoridad y musicalidad que nadie habría creído posible para su timbre de voz.

 

- Y los candidatos elegidos para la última votación a Ministro de Magia son... -pronunció Maderus con solmenidad.

 

- Sagitas E. Potter Blue y Aaron Black Yaxley

 

- Habitantes de Gran Bretaña - sí, por raro que pareciera, la voz rasposa y grave de Maderus sonó en los oidos de cualquier habitante de Gran Bretaña (así de mágico era él xD)- es la hora de elegir a nuestro próximo Ministro de Magia. Que la sabiduría guía vuestra decisión.

 

Maderus cayó y volvió a tornarse un tranquilo cayado de madera en el que se apoyaba la figura encorvada de Toloveus. Éste lo apuntó hacia las enormes pantallas y las imágenes de los dos candidatos volvieron a inundar el Atrio, sustituyendo los nombres que hasta ahora podían leerse en las pantallas.

 

Toloveus envió dos origamis esta vez. Ahora sí esperaba y en su mensaje casi reclamaba un discurso por parte de los dos finalistas.

 

En realidad, Toloveus, envió tres mensajes. Pero el tercero era una esfinge secreta a Vuelapluma.

 

@ y @ @

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Come, my friends,
Tis not too late to seek a newer world.
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