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Nuevo Sistema de duelos


Arya Macnair
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Duelo básico.

Modelo nueva reforma

 

Al comenzar el duelo cada mago/bruja contará con una base de “puntos” como los que se muestran a continuación. Estos irán variando a medida que sea herido u ocupe equipables, en el futuro, para sanar.

 

Barra de daños:

Daño Leve: provocará 10 de daño.

Daño Grave: provocará 30 de daño.

Daño Crítico: provocará 50 de daño.

 

Puntos de vida: 100

Puntos de poder: Nivel 23 = 10 puntos (5 por cada 10 niveles del mago/bruja. 6 adicionales luego del nivel 60)

 

Ambas brujas ingresaron por la puerta del frente. Sabían perfectamente que no les estaban observando, ni que nadie las calificaría, pero aun así se les notaba tensa. Ninguna se mostraría nerviosa ante la tentativa de asesinar a su rival, más sería posible que la rigidez en sus rostros se debiese al repentino escozor que les despertó en plena madrugada; había una misión en desarrollo, y ellas, la cara visible del objetivo cumplido ¿Por qué? Pues, quizás y solo quizás, alguien confiase en su constante desempeño dentro de un bando que les hubo conocido en pañales.

 

Arya, tan desaliñada como de costumbre acudió al cuarto cambiante con un simple equipo deportivo de grueso algodón gris y unos tenis cómodos para correr y lanzarse de una punta a la otra de ser necesario, y es que, dentro de esas cuatro paredes que pronto adoptaría camaleónicamente el aspecto de cualquier escenario que estuviese en mente de cualquiera de las dos, era una especie de ratón encerrado en una caja de zapatos con un gato. Y en éste caso, el gato era un temible león, o nada menos que Leah Snegovik.

 

Ella, pulcra, impoluta, con su típico traje de batalla. Al igual que su compañera portaba la máscara Mortífaga por el mero placer de sentirla rozar sus mejillas o el puente de la nariz. A cualquier miembro de La Marca Tenebrosa aquello le habría llevado al éxtasis luego de tanto tiempo sin saber qué hacer. Su contrincante era perfecta, estratega, hermosa y por sobre todas las cosas, cínica. Había entrado allí, aun sabiendo que era un entrenamiento, a consciencia de que le desarmaría en medio turno.

 

—¿Lista?

 

Preguntó, aunque resultaba demasiado obvio. Leah siempre estaba lista. Era algo que aún no aprendía de ella.

 

Un segundo después las paredes, el cielo raso y el suelo bajo la suela de sus zapatos comenzaron a mutar. Los metros que la separaban de la rubia se transformaron en casi nueve, ocho y medio tal vez, espejismo o no. El suelo pasó a estar cubierto de grama, tierra fértil y pequeñas rocas de éstas que te hieren las rodillas como agujas al caer. Hacía calor, muchísimo calor y el cielo sobre su cabello recogido en una alta cola de caballo se mostraba despejado, el sol les abrasaba la piel descubierta, las cocinaba a fuego lento, ralentizaba sus propios movimientos. Pronto una muralla de árboles, arbustos y troncos secos se alzó a su alrededor, unos tres metros de las dos. A lo lejos un estanque, quizás una cascada, podía oír el chapoteo del agua, el canto de los pájaros.

 

Sonrió.

 

Cualquier mago mundano no soportaría dichas condiciones que acababa de estudiar pero ellas, tanto Macnair como Snegovi, estaban entrenadas para soportar las peores condiciones climáticas, los más excéntricos escenarios y a los peores rivales. Porque mientras muchos siguieron con su vida como si nada hubiera pasado, en tanto La Marca Tenebrosa sufría bajo su letargo, las fuerzas de unos pocos no mermaban. Leah se perfeccionó, Arya entrenó. Estaban preparadas para dar lo máximo de sí.

 

Varita en mano, separó los pies, deshizo la sonrisa y enderezó su máscara de ónice.

 

—Seccionatus

 

Exclamó, seguido de un Semper Fidelis. Doce medialunas se dirigían a toda velocidad rumbo al tórax de la bruja. Algunas podrían errar el objetivo pero al menos unas cuatro darían en el blanco hiriendo de gravedad, piel, carne y músculo, posiblemente hueso, pero no órganos vitales. Perdería sangre, mucha sangre.

 

 

(-30 puntos) de impactar.

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Puntos de vida: 100 - 30 (recibo el Seccionatus): 70

Puntos de poder: Nivel 45 = 25 puntos (5 por cada 10 niveles del mago/bruja. 6 adicionales luego del nivel 60)



Avanzó hacia su contrincante con una mínima sonrisa torcida, apenas visible por la distancia y la sombra de la máscara, cubriendo la mitad de su rostro. Mientras andaba, golpeaba su muslo izquierdo con la varita. El ritmo era marcado, como si estuviera poniendo música a su propia marcha. Se detuvo donde creyó que era prudente, considerando a su rival, y esperó a que la sorprendiera. Aunque, si ponía atención al vestuario que había elegido, no podría sorprenderla más; la ropa deportiva, Muggle, junto a la máscara Mortífaga, era una combinación que podría lograr que a Pik le diese un Babosas mental.


El escenario cambió drásticamente en cuestión de segundos, transfigurando al punto de provocarle una extraña sensación de vértigo. Pero lo peor era el calor. Alzó la barbilla en un gesto altanero, pero en realidad no era más que la necesidad de sacar el cuello de los pliegues de la túnica de combate. La tela era pesada, fuerte, capaz de aguantar rozaduras, cortes y ciertas quemaduras. Sin embargo... no estaba hecha para ser cómoda. La elección de Arya era compleja. El terreno era particularmente difícil, empezando por la cantidad de obstáculos que tenían alrededor. Aún sin acercarse, eran un problema potencial.


Aún a la distancia pudo ver la preparación de Arya. Cómo llenaba de aire sus pulmones, la forma en que iba acomodando los pies hasta que su postura le otorgaba firmeza y cómo cuadraba los hombros para lanzar un hechizo. Pero no le preocupó, sabía que tenía cierto espacio de tiempo para actuar, más que todo porque sabía perfectamente con quién se estaba batiendo en duelo. Le habría gustado que pudiera ver su expresión por debajo de la máscara o al menos sus ojos, con ese brillo de maldad que dejaban en claro que no se lo iba a poner fácil, pero se limitó a ensanchar la curva de los labios y dejarle ver sus dientes alineados en una sonrisa de confianza pura.


El hechizo de la pelirroja salió tras una floritura precedida por el silencio y la concentración de quien lo ha invocado múltiples veces, a la perfección. Las medialunas atravesaban la distancia que las separaba con una velocidad vertiginosa, provocando que un silbido penetrante cortara el aire hasta sus oídos. Y mientras lo hacían, ella las observaba, atenta, paciente. Cuando estaban a punto de llegar, adoptó la postura tradicional de duelo y las recibió, justo en el pecho, sin hacer nada más que apretar la mandíbula. Algunas cayeron al suelo, otras se incrustaron en la blanca tela y atravesaron su piel, haciendo que la túnica lentamente se fuera pintando de rojo.


Absorbere.


Sentenció aquello con una rápida sacudida de muñeca. La mano donde Arya portaba la varita se rompió con una violencia desmesurada, asustando a las aves que las rodeaban, haciendo que batieran sus alas y se alejaran de la ilusión de la que formaban parte. Había sido un daño grave y si no se curaba pronto, provocaría un daño leve en el segundo turno. Sin dejar de apuntarla, sacó las hojas de su piel y se concentró en cerrar las heridas de su cuerpo, mediante el amuleto de curación. Cuando terminó, se ponía ver a través de la tela las cicatrices recién añadidas a la colección.


—Aura de Poder —sobre ellas, superponiéndose a lo que Arya había creado, cayó una lluvia de estrellas—. Vamos a hacerlo un poquito más interesante.


A partir del siguiente ataque de Arya, las dos tendrían un rango más, por ser del mismo equipo. Por supuesto, siendo que solo tenían tres oportunidades, quería decir que Arya podría sacar más ventaja que ella, si es que ella le daba algún uso de cualquier forma.


—Vamos, Macnair, tengamos un duelo decente —con la mano ensangrentada la instó a continuar, como si no hubiese recibido seis hojas en el pecho momentos atrás.




(-30 puntos) Impacta el Absorbere.

(-10 puntos) de no curarse en el siguiente turno.

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Puntos de vida: 100 -30 (recibo el absorvere) = 70

Puntos de poder: Nivel 23 = 10 puntos

 

A penas el duelo comenzaba y ya sentía el dulce dolor recorrer su cuerpo. Había pasado demasiado desde la última vez. Los enfrentamientos se volvieron cada vez menos frecuentes hasta que simplemente acabó por dedicarse a la casa y al trabajo como cualquier ser mundano. Ahora mismo, en ese entonces, se sentía terriblemente viva. Sonrió a pesar del dolor, algo un poco cínico, y cambió la varita de mano tan rápido como le fue permitida la acción, hacia la zurda, para enarbolar su siguiente hechizo.

 

—Morphos— Exclamó pensando seguido en curación para subsanar la mano rota y detener el sangrado purulento próximo.

 

Sabía que de no haber actuado de aquella manera minutos más tarde podría perder la mano por completo. Y mientras sus huesos sanaban con presura, un tronco que se hallaba a dos metros y medio de Leah, al que hubo apuntado, completamente seco pero grueso y pesado, se transformó en un lobo de edad mediana, ni muy cachorro como para no causar estragos, ni demasiado adulto como para no contar con agilidad suficiente.

 

La sonrisa le duraba. El lobo acortaría la distancia de dos saltos y poco más para cerrar sus babosas fauces en la pierna con que Snegovik dominaba el equilibrio de su cuerpo, se ensañaría con ella, no se detendría hasta que los colmillos tocasen el hueso. Era una orden. Atacar despiadadamente. Y aquello le supondría a la bruja un daño leve pero molesto.

 

—¿Decente? Contigo ningún duelo es decente cariño, ésto es desventaja pura.

 

Farfulló. El aura de poder cayó sobre sus hombros y la sonrisa se volvió una sonora carcajada, la platinada le había cerrado la boca con un movimiento de varita y ésta vez no ocupó un séneca para ello. Enarcó una ceja

 

—Levicorpus

 

Agregó, con intención de colgar a su rival por los tobillos para dificultarle la puntería.

 

(-10 puntos) si el lobo la muerde

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Puntos de Vida: 70

Puntos de Poder: Nivel 45 = 25 puntos

 

 

Por suerte para sí, el tronco no solo estaba a una distancia prudente de ella, sino que estaba entre las dos, de forma que pudo ver cómo le apuntaba y el rápido proceso de cambio. Torció una sonrisa mientras lo veía transfigurar y en el momento justo en el que acababa la transformación y se inclinaba para lanzarse hacia ella en una carrera que, para cualquiera, sería mortal, apuntó. Un espiral veloz con la muñeca fue suficiente para que un anillo de oro se enredara en el cuello de la bestia logrando que su control, para el pesar de Arya, pasara a ella. El brinco que dio, en vez de darlo hacia ella, lo dio hacia el lado de Arya y, ésta vez, la Orden era impedir que apuntara, inutilizando la mano en donde portara la varita.

 

Acto seguido, su cuerpo dio un giro de ciento ochenta grados que, de no haber tenido los reflejos suficientes para hacerse una bola, le habría costado una jaqueca gracias a un fuerte golpe en la cabeza. De pronto estaba colgando a un par de metros del suelo, perfectamente estirada y sostenida por un lazo mágico invisible. El Levicorpus de Arya la había tomado por sorpresa debido a que era un hechizo que realmente no se esperaba y que no habría podido prever nunca. Pero lo que realmente le sorprendía era que, de todos los hechizos que le había abierto en abanico, hubiese elegido uno que solo buscara meterse con su puntería. Rodó los ojos.

 

Confundus.

 

Su varita vibró y, pese a que estaba de cabeza, fue capaz de ver cómo la vista de Arya se nublaba de inmediato, haciendo que se tambaleara un poco y que perdiese la única oportunidad que tendría para defenderse de lo que ella misma había creado. Se le escapó una risita cuando vio que el lobo se ceñía a la mano donde tenía la varita con su fuerte mandíbula. Aunque el daño era leve, la verdad era que no podía imaginar lo mucho que debía doler la presión de los colmillos de un lobo adulto como aquél. Pero pronto lo sabría, en ese preciso momento, cuando Arya salió de la confusión.

 

—Yo creo que no se trata de desventaja, querida Macnair —usó el tono de voz más molesto que encontró en su amplio repertorio de cosas que hacían que Arya perdiera los estribos. Si seguían así, el resultado sería el que Arya temía.

 

 

(-10 puntos) el lobo la muerde.

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Puntos de vida: 70 - 10 (mordedura de lobo) = 60
Puntos de poder: Nivel 23 = 10 puntos

 

No, no era desventaja. Ella lo sabía perfectamente ¿Es estrategia verdad? enarcó una ceja colocando sus brazos en jarra, zapateaba como reclamando algo, incluso había arrugado la nariz cuan niña a punto de soltar berrinche. Pero aquel show no deleitaría los bellos ojos de Leah, sino que sucedía en su mente mientras el confundus hacía efecto y el morphos que propiamente hubo creado le volvía añicos la muñeca. Lastimosamente los efectos que adormecían su cerebro e ideas duró poco, y entonces llegó el dolor, los gritos, retiró la mano y cambió la varita.

 

Por inercia, mientras los colmillos del animal se ceñían a su piel, músculo y roían el hueso de la diestra, la mano se le cerraba con muchísima fuerza, afianzando el mango de la vara de nogal. —¡Suficiente!

 

El animal reaccionó. El aro dorado se esfumó y sacudiendo la cabeza la bestia reaccionó. Nuevamente en posición se dispuso a atacar a Snegovik como debió hacer desde un principio. Corrió a ella, rabioso, con la sangre escurriendo por las fauces, mezclada con saliva.

 

—¡confundus!

 

Pensó el hechizo en eco al de la platinada. Colgada cabeza abajo Leah perdería la consciencia un momento, cosa que si aprovechaba le serviría instantes después.

 

—¡Atácala!

 

Ordenó lo obvio. El lobo iba directo a la pierna de Snegovik, aquella con que sostenía el buen peso de su equilibrado cuerpo. Causándole un daño leve

 

(-10 puntos) si la muerde el lobo

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Puntos de Vida: 60 (recibo mordedura de lobo)

Puntos de Poder: Nivel 45 = 25 puntos

 

Una de las cosas en las que ellas dos diferían era que, como se podía apreciar, Arya se apresuraba demasiado. Ella en su lugar era paciente, al punto de parecer una estatua en medio de un enfrentamiento. Pese a estar colgada, su postura era equilibrada, rígida, había encontrado la comodidad en su colgar y, por ende, no había peligro. Aguardó sin moverse hasta que Arya recobró la compostura y el brillo volvió a sus ojos, hasta que pudo ver a sus pensamientos aglomerarse dentro de su cabeza, todos mostrándose como un libro abierto a través de una expresión desesperada.

 

Confundus.

 

Justo antes de que Arya lograra confundirla en consecuencia, lo evitó. Incluso el lobo, que había recuperado el poder de su dueña, parecía bastante atolondrado después de que volviera a dormirla por unos segundos. Por suerte para ella, siendo una invocación, el animal aún tenía que recorrer cierta distancia antes de dar con ella y puesto a que estaba notablemente adelantada a las acciones de Arya, tenía un par de segundos para pensar en qué hacer posteriormente. Y lo supo, de inmediato.

 

Morphos —exclamó, casi al mismo tiempo en que la bestia saltaba y encontrara su muslo.

 

No pudo evitar soltar un pequeño alarido de dolor, aunque pronto apretó la mandíbula y se concentró en no permitir que saliera ningún ruido de su boca en adelante. Sus ojos, inyectados de sangre por el esfuerzo, prestaron atención. La sudadera gris de Arya había mutado en un segundo, pasando de ser de algodón, a ser la viscosa y desagradable composición fisiológica de una rana flecha azul, la cual había aparecido en su antebrazo, cerca de la muñeca, y de un saltito había llegado a las heridas abiertas en la mano de la Macnair, cortesía del lobo. Ahora, envenenada y con un daño leve, cuando Arya regresara de la inconsciencia se encontraría con la necesidad urgente de gastar una de sus acciones en consumir un bezoar, sin contar con que debía curarse de sus heridas abiertas.

 

Bajó la mirada. El maldito animal saltaba cada cierto tiempo y se las arreglaba para, con una dificultad que a ella le estaba costando aguantar, enterrar los dientes en su piel. Pero se mordió el labio inferior y trató de ignorarlo, así como ignoró la forma en que la sangre empezaba a aglomerarse en su cabeza. Solo restaba una acción más y tendría que limitarse a hechizos de tipo efecto, el Levicorpus pronto afectaría su puntería, pero aún tenía una más...

 

(-10 puntos) Envenenamiento por criatura tipo X.

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Puntos de vida: 60

 

Puntos de poder: Nivel 23 = 10 puntos

 

—Morphos

 

En un abrir y cerrar de ojos su ropa hubo mutado. No le parecía extraña aquella estrategia, conocía a Leah de memoria, lo triste era que aun y con todos esos años estudiando sus movimientos, no conseguía vencerle. En su mente, borrado por el exilio de La Orden del Fénix, flotaba el recuerdo de una última batalla, un enfrentamiento en donde, siendo solamente ella, abandonada por quienes decían ser sus compañeros e iguales, había conseguido cargarse a tres altos rangos del bando contrario. Un bando al que ahora pertenecía, del que nunca debió descarriarse puesto que jamás le negaron la mano.

 

Se podría decir que ellas se odiaban, e incluso que se estaban matando con gusto, más ambas comprendían que aquello no era más que un entrenamiento. Los años se le escurrieron por entre los dedos, ya no eran niñas, aunque Snegovik nunca lo hubo sido. Más bien, ella ya no era una niña, el dolor por la pérdida de Oniria era una herida cicatrizada y por más que eternamente en la mirada cristalina de la vampiro perdurase la acusación por casi haber matado a Baleiro, se podría decir que convivían, semper fidelis.

 

De una sacudida había lanzado bien lejos la rana flecha. El veneno le ardía mientras corría por su torrente sanguíneo. La herida de la mordida resultaba a cada segundo más insoportable pero contaba aun con tiempo para curarse. Por lo que apuntando a una roca de pequeño tamaño junto a su pie la convirtió en un bezoar y se la tragó sin pensarlo dos veces al tiempo que su lobo mordía una última vez a Leah en la muñeca con que portaba la varita provocándole un nuevo daño leve. Pronto desaparecería y volvería a ser nada más que un tronco seco e inmenso

 

—Suficiente...— murmuró, su cuerpo estaba entero, amen de su muñeca, pero tenía la mente agotada.

 

Y miró por sobre el muslo de su compañera colgada, sabían que le estaban mirando y sintió pena.

 

(-10 puntos) si la muerde el lobo

Editado por Arya Macnair

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