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Prueba de Metamorfomagia.


Amara Majlis
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Amara vio aparecer frente a sus ojos al tercer caballero tras haber logrado salvar a una criatura en peligro, aunque no estaba conforme con el método utilizado, no era quien para enseñarle a como librar las batallas sin hacer daño a otras personas, más cuando quizá aquel hombre había merecido morir por querer dañar a inocentes que no tenían manera de defenderse.

Bienvenido, imagino que ya sabes que sigue. ¿Quieres vincularte con el anillo de metamorfomagia?

La puerta a espaldas de Majlis se abría una vez más, en espera de que el joven Gaunt entrara para de esa forma vincularse con el anillo de aprendiz. Ya con la entrada del vampiro al portal sólo quedaba por esperar a Beltis, a la cual le estaba tomando más tiempo que a sus compañeros en aquellas pequeñas pruebas que les había puesto antes de la prueba final, por lo que, tras una pequeña emoción de dolor y sufrimiento en comunicación con su anillo de arcana, vio que sucedía dentro de la prueba de Beltis.

El portal resultaba ser tan caprichoso muchas veces, que había decidido que aquella prueba por la que pasaba Beltis en ese momento resultara parte de su prueba final. No podía ponerle fin a aquella atroz guerra, eso lo entendía muy bien tanto Amara como el portal mismo, pero si podía ayudar a llegar a un sitio más seguro a aquellos niños que ahora la seguían.

Majlis pudo ver unos 10 niños entre los 14 y los 3 años, en un principio, pero entre más avanzaba se iban sumando más niños a invitación de estos primeros 10, y aunque no conocían a Beltis y jamás habían hablado con ella, los ojos de ella decían que estaba lista a darlo todo por ellos, por salvarles.

«Vas muy bien, recuerda que los niños necesitan descansar»

Le recordó mientras la animaba a continuar con tan noble labor, de los diez niños que eran un inicio, ya se habían triplicado, dejando un total de 30 niños y niñas aproximadamente. A varios metros de distancia, se encontraba la entrada de un búnker que había sido puesto ahí mediante magia, debían recorrer poco menos de un kilómetro bajo tierra para llegar a un tipo refugio donde se encontraban un grupo de personas, todos ellos magos y brujas con especialidad en primeros auxilios que ayudarían a tratar las heridas de los niños. Sólo hasta que llegara a ese punto, se encontraría frente a Amara.

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- Sí, deseo realizar la prueba

 

Crazy observó a Amara una última vez antes de avanzar. La Arcana lo miraba serena, casi con compasión, y no dejó de sorprenderle la diferencia de su personalidad con los otros arcanos que había conocido. Estudió durante unos instantes el portal frente a él, estaba tejido con hebras de poder muy complejas, sus conocimientos de fulguramagia le permitieron identificar algunas que indicaban un viaje a larga distancia, pero fue incapaz de reconocer la mayoría y eso le sorprendió. ¿Tanto le quedaba todavía por aprender acerca de los saltos?

 

Al cruzarlo apareció en un gran corredor repleto de puertas, parecía alguna clase de edificio gubernamental. Cada puerta tenía una pequeña placa metálica con un nombre y un cargo grabado, leyó la primera "Ioana Andonova - Auror". Lo comprendió al instante, estaba en el ministerio de magia Búlgaro. ¿Qué buscaba de él aquella maldita pirámide? ¿Unas tensas negociaciones que desembocaran en la paz por todos ansiada? Sintió que no era algo que pudiera ofrecer, era un guerrero, no un diplomático.

 

- Supongo que debo recuperar la profecía - dijo quedamente - Sabes que solo conozco una manera

 

Como si la pirámide respondiera a su afirmación, una pequeña bolsa apareció en una mesa cercana. Dentro encontró su varita de roble quemado, su daga y las diversas joyas y artilugios mágicos de los que se había desprendido. Comprendió el mensaje, de forma que entró en el despacho de Ioana.

 

Dentro había una bruja de pelo rubio, alta y desgarbada, leyendo con el ceño fruncido un pergamino. Levantó la vista al sentir la puerta y sus ojos se abrieron de forma desorbitada. Durante un instante eterno ambos se observaron, inmóviles. Finalmente la bruja habló en inglés con fuerte acento:

 

- Señor ministro - dijo simplemente -

 

- Ex-Ministro - respondió - Así que un dragón en mi ministerio, una idea magnífica

 

Ioana levantó la varita con rapidez, pero Crazy fue más rápido. Hizo un gesto hacia delante, como si clavara una lanza, y el escritorio de la bruja estalló en mil pedazos, como si un gran mazo invisible lo hubiera golpeado. Ioana terminó incrustada en la pared con todos los huesos del cuerpo rotos y vomitando sangre, parecía que la hubiera atropellado el autobús noctámbulo.

 

- Una idea magnífica, desde luego - repitió Crazy observando en silencio sus estertores -

 

Transformarse le resultó sencillo esta vez, como si la furia sorda que lo embargaba le ayudara a empujar sus músculos y obligar a su cuerpo a cambiar. Al cabo de un par de segundos tenía el rostro de Ioana, y un golpe de varita bastó para copiar también su vestimenta. Salió del despacho en silencio y cerró la puerta cuidadosamente. En el pasillo lo esperaba un mago enjuto y de aspecto nervioso, le habló en Búlgaro con voz trémula:

 

- ¿Qué ha sido ese ruido, Ioana?

 

Crazy trató de imitar el rictus seco y cetrino de la mujer.

 

- Malas noticias, las he pagado con el armario

 

El mago tragó saliva, no parecía sorprendido, lo cual encajaba con el nerviosismo con el que se dirigía a la bruja.

 

- Tengo que llevárselas inmediatamente al jefe, ¿Está en su despacho?

 

- En la sala de juntas al final del pasillo, están estudiando la profecía por enésima vez - sacudió la cabeza con frustración - Esa familia renegada será nuestra ruina

 

Crazy resopló con desprecio y avanzó en la dirección que le había indicado a través del corredor. Fue leyendo las placas disimuladamente, y cuando finalmente alcanzó una que rezaba "Sala de Juntas", se detuvo. Invocó un pequeño portal frente a sus ojos que se abrió en el techo de la habitación, y observó el interior durante unos instantes. Dentro había cuatro magos de pie alrededor de una mesa circular, en el centro había una pequeña esfera de cristal que supuso que sería la profecía.

 

- Muy conveniente - susurró -

 

¿Qué era aquello? ¿Una realidad alternativa creada para que hiciera aquello a lo que no se había atrevido? ¿Una en la que decidía luchar en vez de sacrificarse? ¿Una en la que no era derrotado? Esperaba que no se tratara de su propia realidad, porque lo que estaba a punto de hacer significaría muchas muertes.

 

Entró en la habitación y los cuatro magos se giraron al unísono hacia ella. No reconoció a ninguno, así que no eran diplomáticos de alto nivel, pero algo en su talante le indicó que eran gente con poder, quizás aurores, quizás inefables. El más viejo, de unos sesenta años, lo observó de arriba a abajo.

 

- Ioana - dijo - ¿Qué ocurre?

 

- Están atacando el ministerio - respondió secamente - Ingleses, en el vestíbulo

 

Los otros tres magos mascullaron maldiciones en búlgaro y se estorbaron unos a otros tratando de alcanzar la puerta, pero se detuvieron cuando el viejo realizó un gesto con la mano.

 

- La profecía es más importante - dijo sin apartar sus ojos de los de Crazy - Nos la llevámos a la cámara subterránea

 

Crazy sonrió

 

- Avada Kedavra

 

Un destello verde mandó al suelo inmóvil a uno de los otros tres, empuñó la daga con la mano izquierda atravesó un pequeño portal negro que creó frente a él, la punta del puñal surgió justo en el cuello de otro de los magos, atravesándole la yugular. El anciano pronunció un hechizo que no supo reconocer y Crazy se hizo intangible con una salvaguarda mágica, justo a tiempo para evitar una lluvia de lanzas de hielo que se incrustaron con fuerza en el suelo a sus pies.

 

El otro mago vivo lanzó un rayo en su dirección, del que Crazy no tuvo tiempo que protegerse. Las runas mágicas grabadas en las mangas de su túnica brillaron con un resplandor cegador al recibir el impacto y, aunque Crazy se cayó al suelo con violencia, absorbieron el ataque. Sin tiempo a pensar, trazó un arco con la varita y lanzó una llamarada de color esmeralda en su dirección. El mago invocó un hechizo protector, pero el fuego lo atravesó como si fuera de papel y lo prendió en llamas. Quedaba uno.

 

- ¿Te han comprado, Ioana? - dijo el viejo - ¿Desde cuando?

 

Crazy sonrió, su transformación había sido lo suficientemente buena después de todo.

 

- No pienso seguiros en este camino que solo lleva al suicidio

 

El viejo dejó escapar un gruñido salvaje y gritó "vulk", un tremendo lobo de hielo surgió de su varita, salvó la mesa circular de un salto y se abalanzó sobre Crazy, director a su cuello. El fulguramago invocó un portal justo frente a él y el otro extremo estaba justo detrás del búlgaro, de forma que el animal le clavó su gélida dentadura en la espalda. El viejo dejó escapar un grito y cayó al suelo, sangrando profusamente.

 

Crazy agarró la profecía rápidamente y echó un último vistazo a su rival.

 

- No me guardes rencor

 

E invocó otro portal justo debajo de sí mismo, cayendo a través de él y desapareciendo. Mientras lo hacía, se preguntó qué acababa de hacer. ¿Acababa de recuperar la profecía logrando que pareciera la traición de una agente búlgara? ¿O había sido todo un producto de la magia de la pirámide? Pronto lo descubriría.

Sapere Aude - Mansión Malfoy - Sic Parvis Magna

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La desaparición fue inútil. Tan inútil como desentenderse de la mano de uno de los niños más pequeños. No tenía más de cuatro años y agarraba a la bruja con una fuerza casi imposible para su edad. Respiró profundamente tratando de descifrar la maraña de sentimientos que se agolpaban en su pecho. Sentía una profunda pena, tan profunda como desgarradora. También sentía rabia. No entendía lo que estaba sucediendo en ese pueblo, tampoco sabía si todo aquello estaba ocurriendo realmente en alguna parte del mundo o era parte de una fantasía creada para probar sus habilidades. Aún así, ficción o realidad, aquello era cruel.

 

Se preguntó si en algún momento las batallas que había librado habían tenido víctimas como aquellas. Probablemente. Vivía en un mundo lleno de contradicciones y ella no estaba libre de su naturaleza imperfecta. Había intentado no ser injustificadamente cruel, aunque muchas veces -tantas que perdió la cuenta- había justificado cosas atroces y terribles. No era buena, era tan egoísta como aquellos que habían ordenado el ataque a un pueblo que a duras penas sobrevivía en condiciones normales. ¿Qué quería la arcana de ella? No iba a terminar la guerra, no podía salvar a todos los pueblos muggles que estuvieran bajo el bombardeo de sus gobiernos. De hecho, los muggles eran los que no querían que los magos intervinieran en sus problemas.

 

Apenas sabía qué hacer con esos niños.

 

«Vas muy bien, recuerda que los niños necesitan descansar»

 

La voz de la arcana surgió justo cuando dudaba. Volvió la vista a los niños.

 

- Necesitan curarse.

 

Tomó al pequeño en brazos y se puso a caminar en dirección al riachuelo. La prueba se estaba alargando y todavía no llegaba a la pirámide. ¿O era eso la prueba? Se sentía como tal. La piel le escocía donde tenía heridas, echaba en menos su magia y el tacto de la varita, era una tontería porque aún sin ella podía hacer magia. Cuando miró atrás se sorprendió al ver que ahora eran un grupo bastante grande, unos treinta niños la seguían como si ella fuera una especie de vendedor de caramelos. Al menos los niños se iban ayudando, la seguían sin rechistar, sin oponerse, por pura voluntad.

 

Cuando llegaron al riachuelo, se sentaron, bebieron y descansaron. Beltis aprovechó para hacer curaciones básicas gracias para que no perdieran extremidades, arregló huesos y detuvo hemorragias sin que ninguno dijera nada ante los hechizos. Sin embargo, ninguna de sus curaciones les quitaría la angustia de verse solos en el mundo. Tendrían que aprender esos trucos por su cuenta. Cuando acabó se fue a lavar las manos y vio un camino escondido entre las rocas de la quebrada. El camino se veía solo desde ese ángulo y parecía llevar a una especie de cueva.

 

Se puso en pie de un salto y subió la pequeña cuesta. Desde abajo parecía mucho más difícil de subir, pero era todo una ilusión, ese camino había sido escondido mediante magia. El camino era ancho y se perdía al interior de una cueva bien iluminada. Varias antorchas se encendieron en cuanto puso un pie en el interior, la luz se perdía y parecía que la cueva no tenía fin. Los niños la siguieron hasta la cueva sin rechistar, sin quejarse si quiera, como si fuera lo más normal ver antorchas suspendidas en el aire por hilos invisibles. Preferían eso a las bombas. Beltis volvió a sentir la mano del niño en la suya, así que se puso a andar. Cualquiera que a viera liderar a ese grupo de muggles se reiría de ella.

 

Al cabo de un kilómetro de silenciosa caminata se toparon con una puerta doble del color de la roca en la que estaba escavada. Sin duda era una obra mágica, así que llamó con sendos golpes. Escuchó el sonido del mecanismo metálico al otro lado y algunas voces. La puerta se abrió.

 

- ¿Cuántos sois?

 

Antes de que Beltis pudiera responder varios medimagos y curanderos salieron a recibir a los niños que la habían seguido hasta allí. Fueron entrando mientras el ruido de la guerra resonaba sobre ellos. La bruja regresó a su apariencia habitual pero nada de eso sorprendió a los niños. Sí a los magos y brujas, quienes la miraban con recelo desde sus boxes.

 

- ¿Estamos bajo el pueblo?

 

Preguntó al ver varias puertas como por la que había entrado. Los magos y brujas estaban ocupados atendiendo a una gran cantidad de heridos que entraban sin parar por las puertas. Una bruja de acento norteamericano le dijo que sí y siguió realizando complejas curaciones en la pierna de un soldado muggle. Beltis se detuvo en medio del caos. El pequeño hospital bajo tierra no daba abasto, estaba abarrotado de heridos y de magos que iban de un lado para otro sin descanso. Nuevamente se sintió inútil. Sin varita sus curaciones no pasaban de ser sencillas.

 

Como si alguien le hubiese leído la mente, vio un pequeño paquete plateado sobre una mesilla libre. Rápidamente lo tomó y lo abrió encontrando su varita y cachivaches mágicos en el interior. ¿Eso significaba que había superado la prueba? ¿Podía regresar? Miró al rededor. Los niños estaban bien atendidos, y aunque les quitaran el recuerdo de ese día, nunca iban a poder hacer nada ahora que habían perdido a sus familias. No podían hacer mucho para evitarles la guerra. ¿Era eso lo que quería la arcana? ¿Solo eso?

 

Se acercó al soldado en cuanto la bruja terminó. Se notaba que iba bien armado, no como los campesinos que hacían lo que podían para defenderse. Le puso el pulgar sobre la frente y le infringió la marca de sangre. El rostro del muggle se relajó, sus pupilas se dilataron y adoptó una expresión perdida. Beltis se acercó a él, un soldado de buen nivel dentro de su organización podría darle información importante. Sin hablar le hizo saber qué necesitaba de él. Quería el paradero de su líder, el escondite de sus secuaces.

 

- En las montañas, a diez kilómetros de aquí -su inglés era casi perfecto- dirección norte.

 

Beltis cerró los ojos para ver lo que él veía. El vínculo era fuerte pero duraría poco tiempo, le mostraría solo una imagen del hombre al que buscaba. Solo quería saber dónde y cómo era. En cuanto lo supo, invocó la daga del sacrificio y le hizo un corte en el costado, sin que los magos se percatasen.

 

- Yo juro que no volveré a hacer daño a nadie -Beltis pronunció el juramento de sangre mientras el hombre abría los labios en un gesto de dolor- Vivirás hasta que vuelvas a matar.

 

Guardó la daga y se puso en pie. Abrió un portal hacia las montañas, a la casa de barro que ocultaba al líder de los soldados que se alzaban contra su propia gente. Entró transformada, llevaba la apariencia y las ropas del soldado herido, con una espesa barba negra y una especie de túnica de algodón. El portal se cerró a su espalda y dejó a los niños atrás. La casa era baja, hecha para pasar las noches cuando se llevaban los animales a pastar a otras tierras. Sin embargo, no había animales.

 

Se acercó hasta escuchar voces salir de las ventanas. Entró con la varita en mano. A lo lejos alguien gritó un nombre dirigiéndose a ella y la bruja contestó con un rayo que lo tiró al suelo, muerto. Otro hombre salió detrás. Otro hombre cayó al suelo. Beltis no dejaba de pronunciar la maldición asesina a todos los que se encontraba en esa casa. Uno a uno, en todas las habitaciones. Hasta que llegó a la habitación del viejo hombre que había ordenado el ataque. Antes de que pudiera decir palabra alguna, la navaja que llevaba Beltis se le clavó en el pecho.

 

- Miserable -dijo entre dientes- Mereces algo peor que la muerte...

 

Beltis abrió un portal al inframundo a la espalda del hombre y lo empujó al vacío. Cuando el portal se cerró, el silencio se hizo en la casa. Solo se escuchaban voces salir de los radiotransmisores sin que nadie contestara. La bruja desapareció para volver frente a la arcana.

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Al fin. La pregunta que tanto había estado esperando llegó.

 

- Si Arcana. Deseo vincularme con el anillo de la habilidad.

 

Respondió de manera segura.

 

El recorrido que había logrado hacer iba a dar sus frutos cuando cruzara aquella puerta que le preparaba la habilidad. Era todo un misterio y nunca se sabía que es lo que podía llegar a tocar.

 

Recobró el aliento e intentó mentalizarse para lo que iba a venir. Miró a sus alrededores para saber si alguien más estaba por llegar pero la respuesta fue negativa.

 

Se enfiló hacia la puerta que le había tocado y entró con todas las ganas.

 

El primer vistazo, de la escena que le presentaba la prueba, era un paisaje completamente cubierto de nieve. Las grandes ramas de los áboles estaban congeladas y recubiertas de hielo que terminaba en puntas filosas. A lo lejos, se podía ver el humo que salía de las chimeneas de la veintena de casas que había debajo de la colina. Había aparecido encima de una zona montañosa, no tan alta, pero que le permitía ver que había un pueblo debajo de la misma. Ahora, no sabía en qué ubicación geográfica estaba.

 

Le tomó unos veinte minutos descender hasta la planicie. Entre resbalones y agarradas de emergencia, pudo llegar a terreno más seguro y plano en donde la hierba no había sido consumida por el hielo invernal. Pasó caminando por al lado de una laguna, que ahora, era un espejo perfecto de agua congelada.

 

La sortija de aprendiz había aparecido en el dedo anular de su mano derecha. No sabía en que momento, antes de cruzar el portal, se había materializado ahí. Se sentí un poco más seguro al tenerlo consigo ya que sabía que no estaba solo y que, ante cualquier situación de riesgo, contaría con la ayuda de la Arcana.

 

¿Qué era aquél lugar?

 

A medida que se iba interiorizando en el pequeño pueblo más conocido se le hacía. Algunas construcciones de madera de pino se le hacian bastante familiares aunque, aún, no podía descifrar de qué lugar se trataba. Tampoco porqué lo había enviado la puerta allí.

 

¿Qué es lo que debía hacer?

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Crazy Awards 2018:

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Majlis veía la prueba de Crazy mientras le parecía incorrecta el uso de su habilidad y por primera vez se sentía como si le fuera a dar un arma impalpable a alguien que iba a utilizar aquella virtud para algo atroz, aun así comprendia que él portal le estaba haciendo ver que no toda la gente iba a usar la habilidad para hacer el bien sin lastimar a otros y que Crazy no había utilizado la metamorfomagia por un capricho, sino por la vida de toda una comunidad mágica a la que siempre cuidó de ella. Así que para cuando Crazy apareció frente a ella, en sus manos se encontraba la profecía que había tomado del ministerio Bulgaro, esperaba que aquello le diera la respuesta a lo que se había preguntado al interior del portal.

Felicidades Sr Malfoy, usted se ha vinculado satisfactoriamente al anillo de Metamorfomagia.

Después de aquellas palabras lo dejo marcharse, a los minutos de que él abandonó la pirámide, una Beltis con algunos rastros de la guerra a la que la había enviado el portal aparecía frente a ella. No sabía si debía decirle que se había vinculado al anillo de Metamorfomagia, ya que la bolsa de plata había aparecido a mitad de la prueba como si eso le indicara que podía marcharse de aquel lugar, pero en cambio siguió adelante buscando la forma de como parar aquellos ataques y eso le hacía tan feliz.

Mi niña, usted ha sido de las pocas personas que han hecho uso de los poderes de los Uzza en una prueba de habilidad, me alegra ver que aquellos poderes bélicos no sólo sirven para dañar. Felicidades, ya eres un metamorfomago.

Y como había pasado con el Malfoy, ella también se fue de la pirámide. Sólo quedaban dos personas para salir del portal, le echó un ojo al vampiro, vio cómo su prueba iba empezando, pero también sintió la angustia de no saber qué hacer en ese momento entonces intervino a través de su cabeza con un pensamiento muy claro que no le quedarían dudas de lo que debería hacer en ese lugar tan desolado.

«Busca la respuesta en tu corazón, te sabrá guiar sobre esta prueba. Eres un buen hombre, vas a encontrar la salida»

 

No podía darle más pistas, él debía encontrar la forma en cómo iba a vincularse con el anillo.

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De repente el bullicio de las calles del pueblo se acalló por completo. La voz de la Arcana se había echo escuchar en su cabeza.

 

"«Busca la respuesta en tu corazón, te sabrá guiar sobre esta prueba. Eres un buen hombre, vas a encontrar la salida»"

 

¿Qué significaba aquello? Acaso, ¿otro acto de buena voluntad estaba por llegar?

 

A estas alturas, Emmet, estaba un poco perdido pero no podía dejar que todo el esfuerzo que había hecho se fuese por la borda por un simple acertijo (bastante complicado) que lo apartaba del último paso antes de vincularse con el anillo.

 

Volvió a prestar atención al lugar pero, esta vez, de manera más detenida. Quizás eso le ayudara a recordar un poco a donde estaba y el porqué el portal lo había llevado allí. De repente, un hombre salió despedido por la puerta de una taberna que estaba cruzando la calle. Parecía una típica pelea de borrachos salvo por la mujer, que no parecía estarlo, ahora golpeaba al masculino tirado en el piso cubierto de nieve.

 

Se acercó, como quien no quería la cosa, y haciendo que veía la vidriera de la tienda de bufandas intentó escuchar la conversación. Por lo poco que pudo percibir, antes de que el hombre quedara inconsciente en la gruesa capa de nieve, la mujer hacía meses que estaba buscando a su pequeño hijo desaparecido. Aquél hombre parecía tener que ver con ese tema por la manera en que al fémina se había abalanzado contra él.

 

- Joven ... joven

 

Los ojos del vampiro abandonaron la escena sangrienta y se enfocaron en la anciana que le hablaba.

 

- ¿Comprará algo?

 

La voz aguda de la mujer de pequeño porte le taladraba los oídos al inmortal.

 

Se quedó sin decir nada por unos micro-segundos. Pensó que aquella oportunidad sería excelente para ahondar en el tema de las desapariciones.

 

- ¿Podría ayudarme a entender lo que acaba de pasar?

 

Dijo sin más y sin responder la pregunta de la mujer. Pero, para su sorpresa, le hizo una seña para que la siguiera hasta dentro del local. El lugar era bastante antiguo pero muy bien ambientado y decorado, cosa que no se hubiese imaginado al ver a la anciana que lo atendía.

 

- Verá, hace unos tres meses están desapareciendo chicos en el pueblo - la mujer se metió detrás del mostrador y se sentó en su silla para quedar a la altura del vampiro - La escena que acabas de ver es común desde ese tiempo. Muchas madres desesperadas que buscan sin parar a sus pequeños desaparecidos pero sin logro alguno - bebió algo de la vieja taza que tenía enfrente - Esa taberna, justo aquí enfrente, tiene la mala fama de juntar a varios de los criminales y hombres sospechados de algún tipo de delito ... éste ya es el cuarto que envían al hospital esta semana - aclaró la mujer.

 

Entre frase y frase el vampiro intentaba atar cabos sueltos ya que su prueba final podría estar relacionada con lo que estaba contado.

 

- Y dígame ... ¿se sospecha de alguien?

 

Preguntó.

 

- Este pueblo tiene una maldición desde hace años. En resumen, cada cincuenta años comienza la reunión de las brujas, o aquelarre como le dicen. Las desapariciones ocurren de noche y comentan que las brujas encantan a los hombres para poder lograr los secuestros. Luego, éstos, se los entregan en la entrada del bosque que seguramente viste cuando ingresaste al pueblo.

 

Cuando el vampiro escuchó aquellas palabras el vampiro supo que se encontraba en uno de los pequeños pueblos de Irlanda en donde habían sucedido los hechos que la mujer comentaba. A su reino habían llegado comentarios pero, en ese momento, no le había dado importancia. Ahora, la situación parecía ser grave.

 

El vampiro se retiró sin despedirse. Pero dejó algunas monedas de oro en el mostrador de la anciana.

 

Parece que había llegado el momento de transformase en mujer y rescatar a aquellos chicos.

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Majlis miraba con atención la esfera del Gaunt, pudo ver la historia que le contaban y lo que había pasado antes, al parecer aquel pueblo odiaba a las brujas, ¿cómo es que alguien que era un vampiro y un mago iba a lograr que lo que fuese que sucediera en aquel pueblo dejara de pasar. Más aun, como lograría que los habitantes del pueblo dejaran de quemar a las brujas o lo que fuese que provocara que los niños desaparecieran.

Por otro lado, le acababan de notificar que debería volver a dejar su país natal para ir al oriente, cerca del Colegio de Magia y Hechiceria Mahoutokoro, por lo que debía empezar a recoger sus cosas para proceder a cambiar de residencia una vez más, más no podía irse de aquel lugar hasta no ver a sus pupilos fuera del portal. Así que debía averiguar cómo es que iban.

Regresó a ver la prueba de Emmet y sonrió, al parecer había encontrado una idea de cómo debía hacer las cosas, Ya sólo le quedaba convencer al portal para dejarlo salir de ahí y estar vinculado con el anillo de la habilidad, últimamente olvidaba decirle a sus alumnos que a partir de ese momento ellos quedaban vinculados a través del anillo, que usaran la habilidad con sabiduría, probablemente le diría eso a Emmet cuando saliera del portal.

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Había estado investigando el problema desde hacía unas horas. Habiendo abandonado el local de la anciana fue hacia la taberna, no sin antes adquirir el aspecto de un hombre desaliñado y que estaba siendo buscado por la policía local por algunos robos. Lo reconocieron de manera fácil dentro del antro por lo que no fue complicado para él lograr obtener la información que quería. Cada uno de los detalles que esperaba escuchar, los trajo consigo grabados en la memoria para que no se escapara ninguno.

 

Ahí mismo, le había mostrado la imagen de una de las mujeres que estaba sospechada (y confirmada) de hacer actos de brujería pero que había desaparecido hace tiempo escapando de la hoguera. Esa podía ser la excusa perfecta que tenía el vampiro para poder ingresar al aquelarre que se estaba gestando en la planicie de la montaña; ese fue otro dato que obtuvo de una de las camareras del lugar.

 

Había rentado un pequeño cuarto que daba, una de las ventanas, al lugar hacia donde tenía que dirigirse. De esa manera, se le haría mucho más fácil salir sin ser reconocido y más estando en forma de una de las mujeres más buscadas del momento.

 

Había recuperado sus pertenencias mágicas por lo que podría utilizar sus poderes para facilitar la misión de rescate.

 

- Fulgura Nox

 

Conjuró. Un portal se abrió en el medio de la habitación. El mismo lo llevaría hacia la base de la montaña antes de ingresar a la planicie en donde se haría la reunión de las brujas.

 

Miró una vez más la imagen de la bruja para imprimir la imagen en su memoria. Con el anillo de la habilidad resultaba mucho más fácil poder realizar la transformación. Ahora el vampiro era exactamente la mujer que estaba siendo buscada, la bruja que ahora querían quemar estaba en el pueblo pero nadie sabría que era el vampiro haciendo uso de la habilidad. Se exponía a ser atrapado pero nada ni nadie se interpondría entre su trabajo y él.

 

Con algunos ropajes de mujer que había podido conseguir, se vistió, completando la transformación de manera exitosa. Repasó algunos movimientos finos para que no quedara a la vista que no era una mujer.

 

Varita en mano, cruzó el portal y logró divisar una columna de humo que venía desde el lugar donde estaba su objetivo. ¿Cómo reaccionarían las demás al verla? Seguramente, la habían estado buscando y esperando porque por lo que había escuchado, la bruja en la que se había convertido era una de alto rango dentro de aquél aquelarre. Eso le facilitaría aún más las cosas ya que las demás brujas inferiores deberían respetar lo que se imponía del alto mando.

 

La reunión había empezado. Una docena de brujas estaban entre la multitud y otra estaba encima de una piedra hablando y realizando la apertura de la ceremonia. Jamás se habría imaginado el poder ver un aquelarre en vivo y directo. Aún no iba a aparecer en escena hasta no encontrar a donde estaban los niños. Su olfato de vampiro podía percibir la sangre joven y sabía que estaban por algún lado.

 

Había llegado el momento. La multitud se había expresado ante la pregunta de la bruja mandante y los niños habían aparecido detrás de ésta.

 

- ¡¡UN MOMENTO!!

 

Entró en escena como si nada. De la manera más natural posible, caminó hacia el "escenario" sin dejar de percibir los gestos de sorpresa de las brujas y como susurraban su nombre entre las mismas.

 

- Elsa ... pe ... pe ... pero

 

La anciana tartamudeaba ante la sorpresiva aparición de la bruja.

 

- Si hermana, soy yo. ¿Pensabas que me perdería la reunión?

 

Intentó que saliera lo más natural posible. El vampiro se colocó al lado de la anciana, desplazándola e intentando no perder de vista a los niños. Ahora que estaba ahí tenía que lograr trazar su plan mientras hacía tiempo en la reunión.

 

- Ustedes dos, traigan a los niños y colóquenlos de este lado.

 

Le indicó a una bruja regordeta y a otra flacucha. Tenía algo en mente y era lo que tenía que hacer porque no esperaría a que las demás se dieran cuenta de que no era la mismísima Elsa.

 

- En esta ceremonia, haremos algo distinto. Esta noche me he propuesto elevar el pacto que tenemos con el señor infernal. Esta noche haremos el pacto de la sangre de luna.

 

De algo había servido conocer la historia de las brujas y todo lo que vino nuevamente. Aquél pacto solo podía ser llevado acabo por una bruja de alto rango en la escala del señor de las tinieblas. Iba a aprovechar eso que tenía para crear un elemento distractorio y poder escapar.

 

Las caras de sorpresa y miedo de algunas daban a entender que querían salir volando de ahí pero eso sería tomado como una actitud de irreverencia cuya pena era la muerte en las llamas.

 

- La que no quiera llevarlo acabo que se exprese ahora. Caso contrario ya no habrá marcha atrás.

 

Dijo, asumiendo completamente el rol de bruja superiora.

 

- Preparen el sacrificio.

 

Ordenó.

 

El grupo de unos diez pequeños, cinco niñas y cinco niños, se hizo escuchar mediante los llantos de sustos. Cuando supieron que ahora les tocaba a ellos entrar en escena.

 

- Comienza la ceremonia. Yo me encargaré de preparar el platillo.

 

Le encomendó a la otra mujer. Esto le haría ganar un poco más de tiempo. Se acercó al grupo de niños, los miró y les sonrió. Se alejó un poco de ellos. Sacó del bolsillo de su vestido el anillo contra miradas indiscretas para que nadie pudiera percibir lo que estaba por hacer. Abrió otro portal, lejos de las miradas de los demás, que le permitiría escapar con el grupo de niños hacia el cuarto que había rentado. Se quitó el anillo y volvió hacia el grupo de pequeños. Las brujas estaban distraídas haciendo los cánticos comunes de aquellas reuniones para lo que aprovechó de desatar a los pequeños

 

- Ya estamos listas, hermana.

 

Le avisó la mujer. Asintió y volvió al podio.

 

- Está todo preparado aunque me temo que la reunión se verá interrumpida.

 

Ese era el momento. Tomó el frasco de polvo de oscuridad peruana, lo destapó, lo lanzó al aire y con su varita lo explotó. Todo se oscureció en el momento. Las brujas comenzaron a enloquecer y muchas, ante el desconcierto, intentaban entender que pasaba.

 

- Lumos Máxima

 

Alumbró el camino y condujo a los niños hacia el portal. Espero a que todos cruzaran, cuando ya no quedaba nadie, se adelantó y cerró el portal, llegando a la habitación con los pequeños.

 

Entre llantos y sollozos, el vampiro intentó calmarlos y explicarles que ahora era libres. Les indicó el camino y uno a uno fueron saliendo de la habitación.

 

Otro portal se abrió. Y ese no lo había conjurado él pero sabía lo que significaba. Lo cruzó y volvió a la pirámide donde estaba la Arcana.

 

- He finalizado, Arcana. ¿Ha sido exitosa la vinculación?

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Crazy Awards 2018:

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Perdóneme, Arcana, la velocidad es un talento que va y viene. Después de todo, soy humano, es parte de la esencia de la raza.

 

Por fin abrió los ojos. La estancia circular era sin duda majestuosa, no había visto cosa igual antes, ni siquiera durante su breve travesía para encontrar la Fuente de la Justa Fortuna. La serpiente que adornaba el suelo bajo sus pies le intrigaba, era como un ciclo infinito. Pero poco tiempo tuvo de maravillarse con la decoración, pues Amara ya lo estaba esperando. Tenía apariencia de haber buscado algo con premura, pero al final, no había logrado hallarlo. No la culpaba, a veces ni él sabía dónde tenía la cabeza.

 

Entiendo. Sé que es un viaje de cierta forma sin retorno, al menos, si decido salirme, desaparecerá para siempre. Así que, sí, entiendo, y quiero vincularme con la habilidad de Metamorfomagia.

 

Le emocionaba poder desarrollar más la capacidad de cambiar de forma, y emociones así rara vez las expresaba. Podía verse en sus ojos, de tonalidad grisácea, un cierto brillo celeste, como un pigmento, producto de ese anhelo. La Arcana lo notaría, no tenía duda, por lo que no se molestó en ocultar esa expectativa a obtener su primera vinculación. Así pues, tras recibir indicación para cruzar por la puerta, de siete, que correspondía a Metamorfomagia, vació su mente de todo lo que había vivido hasta el momento.

 

Sus pasos comenzaron a hacer eco, mientras se introdujo en la aparente oscuridad al interior de la puerta. Conservaba el anillo que le había dado Amara, por lo que, al igual que en la primera etapa, lo estaría supervisando de cerca, sin tener que estar en cuerpo presente. El vapor salió de la nada, y pronto redujo su visibilidad, para después tropezarse con el costado de un cubo de basura. Maldijo por lo bajo, sosteniéndose el pie derecho. Levantó la mirada: Estaba justo dónde quería estar.

 

Hora de terminar lo que inició hace más de diez años. Perdóname, madre, cuándo te cuente esto, seguro me matas.

 

Emergió del sombrio callejón que servía de punto discreto para que los funcionarios aparecieran. Lo había visitado un par de veces, cuando Hivolt lo llevaba al trabajo. Pero quién salió de ahí, con dirección a uno de los primeros rascacielos de Nueva York, no fue el joven Black Lestrange, sino Mía. El muchacho había alterado su apariencia, adelgazando un poco su figura que de por sí era algo atlética; lo que más le costó, fue hacer que su cabello creciera a más de media espalda, sin mencionar la tonalidad rubia que le caracterizaba.

 

Caminaba con cierta dificultad, debido a que tuvo que encogerse un par de centímetros, y no terminaba de acostumbrarse a la apariencia de su madre. Recordaba que Badru la había adoptado con tal facilidad, que en su momento, de verdad creyó que se trataba de la matriarca de la familia. Así pues, con la barbilla en alto y un intento de imitar la gracia con la que se movía, se coló en Woolworth Building.

 

Vengo a ver al senador Edward Thawne. Me está esperando.

 

El Black Lestrange no lo creía. ¡Se había colado a la institución que había girado una orden de aprehensión a su persona! Peor aún, con la seguridad que tenía el MACUSA para permitir el acceso, creyó que sería su fin. Pero no fue así, y en cuestión de minutos se encontró ascendiendo la escalinata principal con despreocupación. El reloj que indicaba la exposición mágica parecía estar en reparaciones, razón por la cual, el guardia se debatía entre darle el acceso a las oficinas.

 

Lo siento, señorita, no podemos dejar pasar a nadie sin su varita. Identifíquese, por favor. dijo el vigilante, mientras pasaba una mano por su mejilla. Parecía llevar días sin dormir bien.

 

Intentó una jugada arriesgada, que realmente no esperó que funcionara. Esbozó una sonrisa gentil, aprovechándose de la tonalidad rosa palo que sabía que usaba su madre. A juego con los ojos verdes y la perfecta forma ovalada del rostro, el otro no pudo resistirse a sus encantos, por lo que finalmente le permitió el acceso, con la advertencia de que no deambulara por el corredor como turista.

 

No tardó en hallar la oficina de la persona a quien buscaba, afortunadamente, todas las puertas tenían el apellido de sus ocupantes. Apenas cruzó la correcta, y se halló con una estancia circular, como el interior de una torre de ajedrez, emitió una risita por lo bajo, cubriéndose con el dorso de su mano derecha. Thawne interrumpió su lectura, sentado detrás del escritorio, y de inmediato adoptó una postura de desconcierto.

 

Señor Thawne... Buenos días. susurró con voz tranquila, pasando sin ser invitado. Respaldado por su atractiva apariencia, aprovecharía la momentánea confusión. Usted no me conoce, pero yo a usted sí. Al menos, conocí a su padre, Hivolt. Y a su primogénito, Eobard.

 

El rubio casi se va de espaldas cuando escuchó los nombres de ambos. No sólo, porque Eobard era su medio hermano, un hijo de tantos que el fallecido Hivolt había dejado en Norteamérica, sino porque era de los principales encargados en darle seguimiento a sus actividades en el extranjero. Se pasó una mano por la frente, ahora perlada en sudor.

 

¿Quién es usted, y cómo sabe de Eobard? Es un individuo catalogado como no grato para el gobierno mágico de Estados Unidos... Cualquier información, nos sería benéfica.

 

Eobard volvió a reír, camuflando su tono en el de Mía. Negó con la cabeza, cerrando los ojos por un momento. Apenas los abrió de nueva cuenta, se percató de que Eddie Thawne en serio estaba interesado por saber cómo es que alguien de la nada llegaba a su oficina, y le hablaba de dos personas que, a efectos de papeleo oficial, estaban muertas.

 

Es simple. Digamos que sé del paradero de quién usted menciona. Pero no sólo eso, sé de su historia. De cómo él tuvo que huir del país, gracias a un fallo de su propio padre. ¿Curioso, no? Quizá, de no haber caído de la gracia del MACUSA, Eobard ocuparía este puesto.

 

Lo encontraron culpable de poner en peligro el Estatuto Internacional del Secreto en Nueva Orleans. Creo que se justifica a la perfección.

 

Sacó un folder mediano, de tonalidad oscura, con la leyenda de "Cancelado". No contenía muchos documentos, pues el Black Lestrange no los veía desbordarse. Alcanzó a leer un poco de su contenido; era su registro como ciudadano norteamericano, así como reportes de mal comportamiento en Ilvermorny, y fotos suyas en Rusia. ¡Su expediente!

 

Creo que culpable es un tanto exagerado, senador Thawne. continuó con el tono de voz de su madre, tranquilo, pero a la vez, desafiante. ¿Qué tal si escuchara otra versión? Una, de un testigo en el lugar, desde luego...

 

Ante la negativa de Thawne a responder más a alguien que no se había identificado, Eobard se levantó de golpe, echando la silla para atrás. Eddie pareció esperar un ataque, porque ya había llevado la mano a uno de los cajones de su escritorio, quizá dónde guardaba su varita. Hizo una ligera mueca de dolor al volver a recuperar su estatura habitual, así como ganar algo de peso en su figura. El cabello, si bien quiso regresarlo al corto habitual, optó por dejárselo a medio cuello, con la tonalidad castaño-rubio que había exhibido en meses recientes.

 

Hola, hermanito. ¿Me extrañaste?

 

¡Eobard! ¿Qué demonios te pasa, viniendo aquí disfrazado, y con un precio por tu cabeza? el senador enloqueció, levantándose de su asiento para propinarle un golpe en el hombro.

 

Acto seguido, le dio un abrazo fuerte que casi le quiebra las costillas. Había pasado tiempo. Perdieron el contacto después de que se marchara a Europa, pero Eobard y Eddie habían mantenido una relación cordial de hermanos, a pesar de que el Black Lestrange no era de la familia. Sabía que era senador, así como también que era responsable de su captura.

 

Sabes a qué vine, Eddie. No puedo quedarme mucho tiempo. Vengo a testificar por ese caso de peligro al Estatuto Internacional del Secreto, pero no seré Eobard.

 

¿Entonces, quién?

 

Bueno, hasta dónde recuerdo, la versión que le dieron al gobierno, fue que Hivolt se retiró a vivir una vida pacífica con su familia, ¿no? Es hora de limpiar el nombre de Eobard Aldrich Black Lestrange.

 

Black Lestrange esbozó su característica sonrisa burlona, en cierta forma, parecida a la de Mía. Esa que hacía cada que se le ocurría un plan brillante. Pondría a prueba su capacidad de cambiar su forma en intervalos cortos de tiempo, y además, sería capaz de darle fin al ciclo que tanto lo había perseguido durante años.

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Emmet había logrado vincularse con éxito, y para cuando empezaba a ver imágenes de la prueba de Eobard, el vampiro ya se había ido, aquellas imágenes sólo significaban que empezaba a hacer uso de la metamorfomagia. Amara miraba la escena en la que le pedían su varita, sólo esperaba que él recordará que se encontraba sin esta desde el inicio de la prueba, pero no hubo necesidad de que ella le diera una varita por que sin ayuda pudo salir del percance coqueteandole al de seguridad que parecía querer invitarla a tomar un café cuando esté avanzó hasta el elevador.

 

Amara sonrió y se alegró de que el joven de seguridad, no invitara a Eobard a una cita, pero estaba llevando tan bien la metamorfomagia que si ella hubiese sido visitada por el mago con la apariencia de su madre, caería redondita en la tetra. Dejó que el mago siguiera actuando, quizás debía solucionar algo que no podía hacer con su propia apariencia, por lo que apareció un poco de jugo en un vaso y comenzó a beberlo mientras esperaba.

 

Todo parecía ir de acuerdo a los planes del Black Lestrange, pero cuando este dejó de usar la metamorfomagia para fundirse en un abrazo con un joven unos años mayor que él, le pareció un tanto extraño, así que se comunicó con él a través de la mente para preguntarle si estaba seguro de seguir por aquel camino su prueba y si era que necesitaba de su varita.

 

"¡Animo joven Eobard!"

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