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Centro de Reclutamiento de la Orden de Arqueomagos (MM B: 112993)


Mackenzie Malfoy
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No te preocupes por el desorden, fue mi error no avisar con anticipación mi visita. Disculpa la descortesía.— responde notando que su voz se encuentra un poco seca por los nervios

Una mueca se dibuja sutilmente en su rostro, la cual se desvanece rápidamente. El escenario que más temía se hacía realidad ¿qué le respondería a la bruja? ¿qué hacía allí? Ni él mismo lo sabía. Su maestro poco le había dicho. En realidad, le había dicho nada. Goderic conocía a la bruja por la Orden del Fénix y por su pasado como Warlock, asunto que su maestro claramente desconocía o no hubiese realizado aquella aclaración sobre el apellido Malfoy.

Estaré agradecido si me pudieses dar un poco de agua.— quizás así podría tener un poco de tiempo para pensar mejor las cosas.

Por una extraña razón, la postura y vestimenta cómoda de la bruja solo hace que se sienta más incómodo. Su mente acostumbrada a tomar decisiones rápidamente comienza a trazar los distintos caminos que podría elegir. La primera opción, y la que más le gustaría elegir, es simplemente inventarse una excusa, pedirle información importante de la Orden del fénix o algún asunto similar. También, en esa misma línea, podría justificar su salida aludiendo a la gran cantidad de trabajo pendiente que puede observar a simple vista. Un «Veo que tienes mucho trabajo, mejor vuelvo otro día» podría ser de utilidad.

La segunda opción resulta más fácil de imaginar, no hacer nada y cumplir con su objetivo inicial. Obedecer a su maestro, decir unas palabras generales del motivo del porqué está ahí y esperar que Mackenzie fuese lo suficientemente perceptiva para identificar el motivo de su visita. Motivo que él mismo desconocía. En caso contrario, resultaría en un momento incómodo pero ¿qué tan grave podía ser pasar un poco de vergüenza?

Sabe que es poco probable ejecutar la primera opción. Nada bueno saldría de desafiar a su maestro. Está seguro que no importa las veces ni cómo suplicara que se aclare, el mago se mantendría en silencio absoluto. Tan sabio y tan terco. Solo quedaba resumir la verdad pero ¿qué tenía permitido decir? Tampoco tenía deseos de andar divulgando las enseñanzas o forma de vida de aquél pueblo. «En los aprietos que me mete» piensa con cariño.

Pues el motivo de mi visita es... extraña. — dice mientras se ríe algo nervioso.— Para serte sincero ni yo estoy muy seguro del motivo. Si trato de resumir... alguien muy querido para mi y que me ha enseñado mucho, me dijo que viniera a verte y que tu sabrías reconocer... ¿cómo lo dijo? ¿la chispa en mi?

Después de unos breves segundos de silencio decide agregar un poco de información y contexto. Quizás podría ser de utilidad.

Hablábamos de la dualidad de la vida. Cómo hacerte más fuerte hace crecer también tus debilidades, por ejemplo, al subestimar a tu oponente. También que no hay luz sin sombra, vida sin muerte, que no existe el bien ni el mal y esas cosas. ¿Te recuerda a algo? ¿o mejor me voy porque solo te estoy quitando el tiempo?

Acaba con una broma para relajarse un poco aunque tampoco se sentiría ofendido si le invitaran a salir de aquel lugar. Bebe un sorbo de agua mientras espera que lo que acababa de mencionar fuera suficiente para darle alguna pista sobre su visita sino... realmente no sabría qué hacer ¿quizás ofrecerle ayuda con su trabajo acumulado como disculpa por ocupar su tiempo? Suspira.


@@Mackenzie Malfoy Editado por Goderic Slithering

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Observa al mago mientras le sirve el agua que le ha pedido. Tiene la sensación de que Goderic no se siente del todo cómodo. Quizás no traiga noticias agradables para la bruja y le cueste anunciarlas o quizás sea otra cosa. Por un momento, Mackenzie recuerda al líder que una vez fue y sabe que el mago que tiene delante no es un don nadie en la Orden del Fénix. Es alguien con una historia y mucho peso en el bando. ¿Qué hace allí? Al fin y al cabo, ella es una Malfoy. Su pasado mortífago es más que notorio y, lo peor, jamás se ha molestado en explicar a nadie en el bando los motivos de su ingreso. ¿Y si en la Orden del Fénix dudan de ella? ¿Y si la consideran una espía? Para ser honestos, Mackenzie tampoco conoce las razones que la llevaron a entrar en la Orden del Fénix. Después de descubrir aquella profecía y de renunciar a su puesto de Viceministra, sabiendo que era la única forma de darle a la magia una oportunidad, se había sentido liberada por fin de la carga de la política, libre del yugo que durante años no se había dado cuenta que la estaba axfisiando. Decidió entonces probar nuevos caminos. ¿Porqué? Ni ella misma lo sabía. Pero sí era muy consciente de que sus intereses en el bando estaban más allá de salvar viejecitas o desdichados ciudadanos, igual que tampoco cuando estuvo en la Marca sus intereses se habían centrado en acosar a muggles o desangrar aurores. Entonces, se había movido más por política. Ahora quizás se moviera más por... ¿por qué? No lo sabía. La realidad es que no lo sabía y que si alguien del bando dudaba de ella y quería hacerla entrar en ese terreno pantanoso, probablemente no sabría cómo salir del fango.

Se da cuenta de que el mago se está tomando su tiempo para responder y, en ese momento, teme lo peor, teme la pregunta que no sabrá responder. Carraspea, bebe un sorbo del whisky de fuego, tratando se serenar sus pensamientos. Y es entonces cuando las palabras de Goderic la dejan atónita. Mackenzie Malfoy, a estas alturas de tu vida deberías haber aprendido ya que los miedos oscurecen la inteligencia.

—¿La chispa? —Repite, atónita, comprendiendo por fin el motivo de la visita de Goderic, dándose cuenta por fin de lo que ha estado claro ante sus ojos desde hace mucho tiempo y no ha sabido ver. — ¡Vaya, Goderic! En realidad, en tu caso es obvio que no se trata sólo de una chispa. ¿Cuánto tiempo hace que controlas la magia antigua? Supongo que alguien te ha estado instruyendo o no seguirías vivo.

Lo extraño es que Mackenzie no se hubiera dado cuenta antes. Y más extraño todavía que nadie le haya informado del caso. ¿Qué otro arqueomago lo ha estado entrenando? ¿O es otra razón la que ha mantenido a Goderic con vida? Lo que resulta obvio ante Mackenzie es que está ante alguien no sólo capaz de percibir la magia antigua, sino también de controlarla. ¿Cómo se le ha podido pasar por alto durante tanto tiempo?

Sonríe ante las últimas palabras del mago, aunque le extraña que en ningún momento de la conversación haga referencia a la magia antigua o a la arqueomagia.

—Que va, no me quitas tiempo —responde. —En realidad, de vez en cuando necesito a alguien que me refresque el día cuando me obsesiono con una investigación —extiende la mano por la habitación, como si el caos desordenado que la rodea fuera la prueba más palpable de lo que está diciendo. —La dualidad. Sí, tiene mucho que ver con la chispa de la que te habló ese alguien que comentas —remarca la palabra con delicadeza, aunque es obvio que Mackenzie desea saber más sobre tal persona. —La magia antigua es dual. En ella hay principio y fin, luz y oscuridad, fuerza y debilidad, viaje y destino, acción y reacción, causa y efecto.... El mundo está hecho sobre patrones duales y la magia antigua bebe en las mismas fuentes que la creación. No todos pueden percibirla. La mayoría de los muggles sienten la magia antigua como una especie de sensación mística, de trascendencia, de conexión con lo espiritual. Esta magia es tan fuerte que ni siquiera el Estatuto puede esconderla del todo de ellos. Pero al mismo tiempo, la magia antigua es misteriosa y, curiosamente, tampoco muchos magos son capaces de discernirla en plenitud y acaban percibiendo de ella poco más que lo que notaría un muggle ante su presencia. Obviamente, ese no es tu caso. Pero no quiero aburrirte, estoy segura de que ya conoces bastante bien la dualidad.

Hay algo extraño en la actitud de Gode, algo que desencaja, pero le cuesta un tiempo darse cuenta de qué es.

—Dices que no sabes el motivo de que estés aquí, que alguien te mandó venir a mi... —duda si continuar, porque le parece sorprendente lo que va a decir y, sin embargo, es lo único que haría encajar la historia de Goderic. —¿Es posible que nadie te haya hablado nunca de arqueomagia? En verdad que me sorprendería, porque tengo la sensación de que ya eres capaz de controlar la magia antigua, diría que ya has sincronizado con ella. —Lo observa durante unos minutos y decide aventurarse. —¿Oscuridad?

 

@@Goderic Slithering

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Nota la reacción de Mackenzie sobre la chispa y se sobresalta. Se sorprende no por reconocer sobre un término que, para él, resultaba tan vago como la chispa sino por las palabras que dice después ¿Magia antigua? No sabía muy bien a lo que se refería pero de alguna forma si lo hace. Quizás, solo quizás, su maestro tampoco tuviera idea. Lo que había aprendido era más bien una filosofía de vida, más que conocimiento teórico. Sin embargo, exactamente no tenía claridad de a qué se refería con magia antigua ¿quizás aquella sensación extraña que sintió en aquella cueva era rastros de magia antigua?

Goderic se encontraba levemente molesto aunque no lo demostrara en la superficie. No podía soportar el encontrarse en la ignorancia. El no poder dar respuestas certeras a la bruja, no saber sobre la arqueomagia, la magia antigua, ni siquiera le podía dar el nombre de su maestro porque no lo sabía. Todavía podía recordar como recibía la misma respuesta sin importar cuantas veces lo preguntara: «Mi nombre se perdió cuando me convertí en patriarca. Llámame como prefieras, patriarca, líder, guía, el sinnombre, cómo se te ocurre jaja».

A pesar de su confusión inicial, coloca suma atención a las palabras de Mackenzie. Comprende de la dualidad pues es la filosofía que practica aquel pueblo que lo acogió. Sin embargo, su relación con la magia antigua le era desconocida pero no le es difícil de asimilar.

No, no sé sobre la arqueomagia... Puedo deducir más o menos a partir del nombre pero sinceramente no tengo idea.

El mago no sabía que su chispa comenzó a desarrollarse con las enseñanzas de aquél pueblo. Una enseñanza vaga y más filosófica que teórica. Enfocada netamente en la dualidad y en el trato y respeto a la magia, más que a la arqueomagia o magia antigua. También desconoce sobre el origen del pueblo, si es mera casualidad o un arqueomago fue el fundador. Sin embargo una cosa es cierta: la filosofía respecto a la dualidad era muy similar lo que llevó a despertar la chispa del mago.

Toma otro trago de agua mientras Mackenzie parece estar pensando en algo. ¿Oscuridad? No entiende su pregunta. Trata de recordar algo que le sirva de guía para poder responder. Oscuridad. Podría ser la razón por la que siempre se vió atraído por la Orden Oscura. Había más que eso. Cierra los ojos y recuerda los tres meses encerrado en una cueva. Sin luz, solo oscuridad. Todavía puede recordar la desesperación inicial, pero lo que más recuerda era aquella alucinación (o lo que él cree que fue). Recuerda al niño, a los lobos y su pregunta ¿a qué lobo dejas morir?

» ¿Vas a dejar morir de hambre a tu lado oscuro? ¿dejarás morir tus miedos? ¿Quieres vivir sin miedos aunque eso termine rompiendo la balanza? El miedo es necesario para avanzar. El miedo te permite sobrevivir. ¡El miedo te invita a proteger! Si crees que puedes vivir sin él no sabes nada de la vida. El miedo a la muerte te invita a tener cuidado, el miedo a perder algo te hace atesorarlo ¿quieres ser indiferente? Si quieres serlo debes dejar morir a este lobo, pero sentiré más pena por ti que por él.

Sí, fue aquel día donde aprendió que incluso las cosas «negativas» tienen su lado «positivo». Aquel día aprendió a amar la luz y la oscuridad que residen en sí mismo. Entendió sobretodo que la oscuridad persé no era mala sino quién la utiliza. No está seguro de la respuesta que le dará a Mackenzie pero fluye naturalmente. Nunca ha utilizado magia antigua, o no conscientemente, como para responder con certeza pero su instinto y su alma le dan una respuesta clara.

Sí, oscuridad.— espera unos segundos para agregar.—Aunque ¿hay alguna forma de probarlo?


Off.-

@@Mackenzie Malfoy perdon la demora

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Era menester para el demonio encontrarse con la Malfoy, quizás el tiempo en la soledad y oscuridad le había ayudado en sus estudios de la arqueomagia, admitía que el comienzo uso artefactos malditos, pero los engranes del tiempo habían dados sus giros necesarios y ahora regresaba por medio de sus habilidades de los guerreros Uzzas. El portal se creó cercano al centro de reclutamiento, de este salió el Luxure con un atuendo negro de lino y su cabello suelto, con cada paso acortaba la distancia, pero en su manos no se observa su varita.


-Espero que no sea tarde.


Menciono y toco la puerta del local, ingreso con mucha preocupación y cauto. En ello pensó escuchar una conversación, para ampliar el alcance de ese sonido uso sus amuletos, no podía comprender el descuido, pero fue interesante al menos unas palabras, pero no conocía de todo el contexto.


-¿Interrumpo?- Indago y arqueo su ceja. – Lady Malfoy. – Y clave mirada en su acompañante. –Y Usted Señor, no deseaba molestar, solo vengo a continuar los estudios, aunque creo que he avanzado de la última oportunidad que cruce por la puerta. – En eso me acerco al joven. –Luxure, Demian.- Me comenzaba alejar de aquellas personas. –Si no es molestia leeré unos libros, nuevamente pido perdón por la interrupción.

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—¿Probarlo? —Mackenzie se extraña por la pregunta. Desde luego Goderic es un caso bien extraño. Por un lado, sus sentidos le dicen que el hombre que tiene ante sí, es un arqueomago pleno, capaz de controlar gran cantidad de magia antigua, sin que ésta le mate y que ha experimentado ya la primera sincronicidad, por lo que, indudablemente, no debería de tener dudas sobre las fuerzas primordiales con las que sincroniza. Por otro lado, por sus propias palabras deduce que no tiene ni idea de lo que es la arqueomagia, que no sabe que controla la magia antigua y que nunca ha experimentado una sincronicidad. — Sí, sin duda se puede probar —responde dubitativa.

 

Apunta con su varita a las dos figuritas de buda que suele usar con los que se inician en arqueomagia, pero detiene el encantamiento convocador antes de que salga de su varita. No, sin duda necesita algo más potente para terminar de entender lo que ocurre con Goderic. Los budas son objetos de arqueomagia con una carga baja de magia antigua, perfectos para iniciarse cuando aún no se controlan grandes cantidades, pero Mackenzie está convencida de que lo mejor en este caso sería estar cerca de las fuentes primordiales y, a falta de ellas, mejor tomar objetos alfa con una carga de magia antigua extraordinaria. Se levanta de la butaca y camina hacia una estantería cuando una voz conocida la sobresalta a sus espaldas.

 

—Hola Demian, me alegro de verte —saluda la bruja. —Hace mucho que no te veía por aquí. Espero que Sebastian lograra que te deshicieras de aquel monstruoso objeto que llevabas contigo la última vez que nos vimos —Mackenzie enarca una ceja, en un gesto de aprensiva interrogación, recordando aquella abominación, un objeto capaz de robar a los guías ancestrales de los arqueomagos y encerrarlos por siempre en el mundo de las sombras. Para ella, perder a Enigma sería como perder su propia alma.

 

Se aparta de la estantería mientras Demian saluda a Goderic, alegrándose de que el Luxure se haya dado cuenta de la interrupción.

 

—Luego nos vemos, Demian —se despide cuando el mago abandona la estancia en busca de alguna biblioteca para leer.

 

Con precaución, la bruja levanta una salvaguarda contra oídos indiscretos, cuando el mago se marcha y, ya de paso, encierra la habitación en un aura de seguridad que la hará impenetrable, mientras esté hablando con Goderic. Si va a mostrarle aquel objeto, desde luego no quiere a nadie merodeando por ahí. No olvida tampoco que Demian es mortífago o, al menos, lo era mientras Mackenzie militó en la Marca Tenebrosa.

 

Se acerca a la estantería de nuevo, pronunciando dentro de su mente los encantamientos protectores que esconden y guardan una caja fuerte de alta seguridad. Unas hileras de libros de apartan, dejando a la vista el hueco que guarda la cámara secreta. Mackenzie extrae de ella un objeto con la forma de una perfecta esfera de algo más de un palmo de diámetro. Camina hacia Goderic, sujetándola con ambos manos y la deja con cuidado encima de la mesa. La bola está hecha de un material translúcido, parecido al cristal y, en su interior, se muestran hilos de luz de un blanco cegador, girando en caótico movimiento alrededor de un negro vacío, que se intercala entre las vetas luminosas. A veces, el baile de luz y oscuridad, crea sombras difuminadas en el interior de la esfera, otras veces, blanco y negro se muestran tan puros que se vuelven opacos, creando formas sorprendentes, que vuelven a deshacerse en aquella alternancia infinita de blancos y negros.

 

—Esto es una Esfera de la Creación. Una de las pocas que existen hoy en día. La encontré en un yacimiento sumerio de unos 8.000 años de antigüedad. Algunas leyendas sitúan su procedencia en el mismísimo Jardín del Edén. —Su mano señala la esfera, remarcando su importancia, mientras su rostro muestra un no disimulado escepticismo —bueno, los mitos tienen su importancia. ¿No es así? Al fin y al cabo, todo el simbolismo se nutre de ellos. ¿Y qué sería de la magia sin el simbolismo? El caso es que esta Esfera de la Creación se llama así porque contiene las dos fuerzas que dieron lugar a todo lo que vemos y conocemos. Luz y oscuridad. O, si lo prefieres, Presencia y Vacío, Acción y Reacción, Todo y Nada. En definitiva, la dualidad creadora, que no tiene nada que ver con el bien y el mal, porque la moralidad pertenece al ámbito de las acciones humanas, es ajena a la creación.

 

Se da cuenta de que puede soltar uno de sus agotadores discursos y teme cansar al mago con erudiciones que quizás no le interesen, por lo que decide resumir. Al fin y al cabo, Mackenzie está segura que Goderic comprende más de lo que el mismo cree o, al menos, más de lo que dice comprender, ya sea consciente o inconscientemente.

 

—Gode, es extraño que no sepas nada de arqueomagia, puesto que estoy segura que la has practicado ya, aunque no lo sepas. La arqueomagia es la ciencia que estudia la magia antigua. Ese conocimiento proporciona la habilidad de poder controlar esa magia. Y la magia antigua no es otra cosa que la fuerza primordial que dio origen a todo lo creado, en sus dos vertientes, luz y oscuridad. En algunos lugares, objetos y seres la magia antigua, el impulso de la creación, sigue presente. En realidad, la magia antigua está por todas partes, pero no siempre hay concentraciones suficientes de ella para poderla manejar.

 

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Para alguien que nunca hubiera oído hablar de arqueomagia, aquel resumen debía de ser farragoso y Mackenzie teme que Gode se haya perdido o peor aún, que lo haya aburrido y dormido con un discurso ininteligible.

 

—Bueno, no te aburro más. Esa esfera es uno de los pocos objetos que contiene ambas fuerzas y en cantidad tan potente que si utilizaras toda la magia antigua que contiene, podrías causar un cataclismo. Así que ten cuidado y no intentes controlarla con la varita. Podrías extraer magia antigua y utilizarla del propio objeto, pero no te recomiendo que lo hagas sin práctica, es un objeto demasiado poderoso. La forma más segura es que trates de conectar con tu guía ancestral y sintonices a través de él con el objeto. Él te protegerá. En cuanto sientas esa sincronicidad, verás si es luz u oscuridad la fuerza primordial que inspira la chispa que llevas dentro, Pero si tuvieras dudas, la propia esfera te lo mostrará, puesto que sólo podrás utilizar una de las fuerzas que contiene. Tu mismo verás si tu magia precisa de la luz de esa esfera o se nutre mejor y es más poderosa utilizando los oscuros hilos de vacío.

 

Duda si debería hablarle de los guías ancestrales o si tendría que explicarle más o incluso transformarse ella misma. Si estuviera Sebastian, sería mucho más fácil, puesto que es raro que su guía ancestral se aleje mucho de él. En cambio, con Enigma las cosas no son tan simples. Siempre está dispuesto a la conexión, pero casi nunca se muestra a los demás y obviamente encerrar a Enigma en un lugar cerrado como un despacho, es algo que Mackenzie jamás pretenderá. En cualquier caso, al pensar en Enigma, ante un objeto tan poderoso como la Esfera de la Creación, no puede evitar la conexión que surge a continuación. Su mente y la de su pegaso se vuelven una sola y la silueta de Mackenzie adquiere un leve aura violácea. Podría controlar el aura, disimular la transformación, con el objeto que lleva al cuello, pero no lo hace. Ya le ha contado sus secretos a Goderic, mejor que los vea en plenitud. Lo que no puede controlar es el brillo de unos ojos que ya no tienen su tonalidad verde habitual, sino que lucen un cegador violeta. La fuerza del objeto es tal que varios signos rúnicos grabados a fuego aparecen en su frente y sus manos.

 

En ese momento, mientras está transformada, sincronizando con la fuerza de la oscuridad que emana del objeto, la avidez por controlar y utilizar esa magia es tal que no puede resistirse. Procurando tomar solo una minúscula cantidad de la magia antigua que contiene el objeto, extiende la mano y unos pocos filamentos de pura negrura se desprenden de la Bola de Creación y giran en torno a Mackenzie, que los utiliza para formar un látigo de fuego.

 

Sintiéndose un poco extraña, por haberle mostrado a Goderic uno de sus secretos mejor guardados, detiene la sincronicidad y vuelve a mirar a Goderic desde unos iris tan verdes como esmeraldas.

 

@@Goderic Slithering

 

 

Off: Ahora me retrasé yo. Perdón que tuve una semana horrible.

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Permanecía recargado sobre aquel muro, aunque se encuentra algo lejano al local, puede apreciar sin problema el local donde Mackenzie suele enfrascarse a lecturas y pláticas con magos, sean aspirantes o conocedores de la Arqueomagia.

 

El tiempo no lo siente avanzar, pero no le preocupa aguardar, por comodidad, también recarga la planta de su pie izquierdo sobre el muro, no hay mucho movimiento por la calle, unos cuantos transeúntes que pasan sin mirarle... en el transcurso de su vida, aquello es algo normal, la indiferencia que las personas muestran hacia los que son diferentes y que no quieren entender, ni conocer, quizás porque piensan que no son necesarios en el mundo, tal vez... pero Ryvak a veces cree ser como un fantasma, y es posible que por eso pasa desapercibido.

 

Por costumbre da una mirada a su reloj de plata de pulsera, ha transcurrido un significativo lapso de tiempo, lo que explica que el ojimiel tenga un ligero malestar, hace bastante que no prueba alimento y no porque carezca de galeones, es nuevamente esa falta de interés por ir a algún local, o más bien, tener un encuentro que por ahora es algo indeseable, enfrascado en pensamientos que dan vuelta en su cabeza, ha dejado de prestar atención a su necesidad básica, por lo que lleva su mano al interior del bolsillo interno de su capa, ahí porta una pequeña bolsa de celofán con unos dátiles sin hueso, no son la gran cosa, pero al menos le atenúan aquel malestar, los mastica lentamente, son frutos que tienen aquel sabor que le hacen recordar los viajes realizados a sitios desérticos, da gracias por la falta de arena, solo que los frutos despiertan aquel deseo de beber, aún sin ganas de marcharse, echa mano de su varita mágica, un Aguamenti para invocar agua que no es fácil beber de aquel chorro de agua que brota de la punta de su varita, pero se las ingenia.

 

Transcurren otros tantos minutos mientras él vigila, es cuando ve llegar a aquel mago conocido, le observa como se desenvuelve con seguridad y entra al local, Ryvak respira profundo llenando sus pulmones de aire para tranquilizarse, cree suponer el motivo de su visita, podría ir también pero quiere evitar enfrentamientos innecesarios y sigue sin humor de ver a nadie.

 

No tiene como entretenerse, lo cual hace más complicado aguardar por algún cambio pero después de todo, se jacta de ser paciente... demasiado a decir verdad. De entre sus ropas extrae una daga de oro negro, solo es una replica y no la original, el nombre grabado en uno de los lados de la hoja con gran filo, esta escrito con runas antiguas de una época muy antigua y el Dracony no tiene libros o pergaminos que le ayuden a descifrarlas, hubo meses atrás, que Anthony le narró sobre aquella daga, del tiempo en que se llevaron a cabo las elecciones inglesas más recientes, pero de lo que no ahondaron en aquella reunión. Y ahora sopesa si debe ir a hablar con ella o aguardar un tanto más a una mejor oportunidad.

Editado por Anthony Ryvak Dracony

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Siente cierto alivio cuando la bruja menciona que si existe un método para probar. No desconfía de sus instintos, ya que gracias a ellos ha salido ileso de varias misiones tanto en la Orden del Fénix como en sus trabajos en el SMS, pero esta vez necesita la seguridad. Una magia poderosa implica riesgos incluso para quien la maneja y, por lo que había entendido de las palabras de Mackenzie, los arqueomagos utilizan una magia muy poderosa. No quiere terminar herido ni quiere dañar a otros solo por no asumir su ignorancia.

Su atención se centra en las dos figuras a las cuales la bruja apunta con su varita. Espera unos segundos y nada pasa ¿un hechizo había salido mal? ¿el mago tenía que ver algo en los budas? Teme que aquella haya sido una prueba y él la haya fallado. Se concentra en los objetos tratando de descubrir algo cuando la Malfoy se levanta de su butaca y le desconcentra. No sabe qué estaba sucediendo, su mente traza cientos de posibilidades que acaban en nada cuando un joven aparece.

Un gusto

Supone que el mago no podía ser simple si se paseaba por aquel lugar como si fuera suyo pero no por eso fingiría una falsa amabilidad. No presta mucha atención a la conversación que tiene el recién llegado con Mackenzie, no deseaba interrumpir y, probablemente, tampoco entendería. Siente un cierto alivio cuando se aleja. No sabe porqué pero sentía una cierta incomodidad cuando el joven estaba en la cercanía. No era una incomodidad porque sus secretos fuesen escuchados porque para él ni siquiera eran secretos, era como si su aura lo repele. «Quizás las misiones con los sacerdotes están haciendo que aprenda a leer auras» piensa aunque sabe que es solo una característica derivada de unos instintos afilados.

Agradece cuando ve que el lugar ahora se encuentra seguro contra nuevos visitantes. No quiere más interrupciones. La conversación hasta ahora no había sido muy larga sin embargo, ha aprendido mucho y se encuentra gratamente interesado en el tema. No quiere perder tiempo, sabe que la bruja es una mujer ocupada y no puede quedarse demasiado por lo que cada segundo era esencial. No obstante, no cree que las razones para que la exviceministra erigiera aquellas defensas sea precisamente para contentarlo, quizás revelaría algún secreto.

Observa la esfera cristalina con fascinación. Escucha atentamente a su interlocutora pero no despega los ojos de la bola, aquellos hilos lumínicos bailando en un compás hipnótico alrededor de un negro profundo aunque quizás decir alrededor era un error pues hay momentos en que se entremezclan, se unen pero manteniéndose separados. Sin duda, aquel objeto era una delicia a la vista. No le sorprende las palabras de Mackenzie, una esfera tan maravillosa debía tener una historia extraordinaria detrás. «La belleza de la dualidad» piensa.

Reticente, aleja su mirada de la esfera para mirar a la bruja cuando ésta se manifiesta incrédula sobre su ignorancia sobre la arqueomagia. ¿Qué podía decir? Hay cosas difíciles de aceptar y él no tenía cómo demostrarlo, por lo que solo debe esperar que le crea. Sin embargo, no se detiene demasiado en pensar en aquello ya que la información sobre la arqueomagia era más importante. Pone atención a cada palabra como si por no oír una, causaría que se arrepienta toda su vida. Se dispone a contradecir a Mackenzie y decirle que no había forma que aquella explicación le fuese aburrida cuando ésta continúa detallando la función de la esfera, por lo que mantiene silencio y no la interrumpe.

Agradece tener una mandíbula firme sino seguramente llegaría al piso luego de ver la transformación de Mackenzie. No le sorprende que hiciera un látigo de fuego a partir de la oscuridad, lo que le sorprende son las runas que destacan por su piel, los deslumbrantes ojos violetas y aquella aura que emanaba. No se atreve a preguntar si aquella era la sincronicidad por un infantil e infundado temor a desconcentrar la bruja. Solo está seguro que de ser aquella una manifestación de la sincronicidad, nunca la había tenido.

Siente que hay muchas preguntas atoradas en su mente esperando por salir. Sabe que el momento ideal es este, cuando había vuelto sus ojos a la normalidad, pero su sentido de la aventura reacciona más rápido y potente que su sentido lógico.

¿Puedo?

Antes de siquiera confirmar una respuesta afirmativa su mano ya se encuentra cerca de la esfera. Su mente parece flaquear como si su fuerza psíquica estuviera siendo absorbida por algo. No, absorbida no era la palabra correcta... era un llamado. Algo lo invitaba a establecer conexión. Sus ojos que se encuentran clavados en la esfera, siente como la oscuridad se apodera de todo el ambiente, sabe que no es real sino una manifestación de su mente.

En la oscuridad, reconoce un pequeño claro ¿cómo no hacerlo? Estuvo en aquella cueva por tres meses. Allí, bajo la tenue luz, se encuentran dos lobos que lo miran con una mirada satisfactoria como si al fin aquel crío que cuidaron se volviera alguien digno. Se acercan mutuamente hasta estar al alcance de su brazo. Desconoce cuál es su tamaño real, lo cierto es que ahora sus ojos se encontraban a la misma altura. Al ser un amante de cualquier animal, siente inevitablemente deseos de acariciarlos pero se abstiene.

Nuestros nombres son Skoll y Hati.

Reconoce aquellos nombres de la mitología nórdica. Skoll, un lobo que perseguía al sol; Hati quien perseguía a la luna. Ambas criaturas temidas en la antigüedad, tratadas como entidades malignas. Cada vez que leía aquella historia en particular no comprendía el porqué eran temidas ¡eran los encargados de regular el día y la noche! ¿Qué pasaría si Skoll no existiera? ¡el día sería eterno! Los animales no tendrían descanso, la temperatura sería anormal destruyendo la vida como la conocían. No sabe si aquellos lobos frente a él son exactamente lo mismo de aquellas leyendas pero asume que no está del todo errado.

Somos tus guías. Bueno, soy. Nos podemos manifestar como dos entes distintos pero a la vez somos solo uno. — sus figuras se difuminan, entremezclándose hasta formar un solo ser, un gran lobo gris oscuro.

Con aquellas palabras no necesita preguntar con qué elemento está relacionado. Lo sabe. Siempre lo supo. Siente la oscuridad de la cueva recorrer por sus venas. Recuerda los consejos de Mackenzie, por lo que devuelve al ambiente una gran proporción de la oscuridad que siente. Abre los ojos, observa sus manos y ve como una aura iridiscente lo rodea. El aura es de un color dorado oro, a veces brillante y potente como el mismo sol, a veces más delicada y opaca como la luna.

Incluso con sus estudios en runas antiguas no es capaz de entender los símbolos que se manifiestan en la piel de sus manos. No está seguro de manejar la magia oscura tan bien como Mackenzie por lo que simplemente no se atreve a recrear su espada de fuego ¿Qué hechizo estaba familiarizado y no causaría gran daño en caso de salirse de control? De la esfera surgen pequeños hilos negros que empiezan a revolotear y mezclarse hasta tomar la figura de una pequeña ave negruzca que, luego de unos segundos en el aire, se posa en sus hombros.

Al ser su primera vez manifestando aquella transformación, teme mantenerse en aquella forma por demasiado tiempo por lo que su aura lentamente comienza a desaparecer al mismo tiempo que la ave se deshace. Mira a Mack con agradecimiento por ayudarle a entender la base que le faltaba y abrir su mente a un nuevo mundo, además en su mirada había una pizca de incertidumbre como esperando la aprobación de la bruja. Sabe que para profundizar más en aquel conocimiento tendrá que recurrir a la Malfoy, necesitaba asegurarse de que era digno de recibir aquel tratamiento.


@@Mackenzie Malfoy

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Entre los arqueomagos existe un dicho. A menudo lo utilizan para justificar la ausencia de respuestas ante el gran misterio que conforma la magia antigua. No obstante, en aquella ocasión, Mackenzie no puede evitar pensar en él, mientras Goderic acepta la conexión y se transforma. No preguntes a la Verdad, pues la luz ciega sus respuestas y la oscuridad esconde sus razones. Tan sólo asómbrate con su misterio.

Goderic es un misterio para la Malfoy, pero empieza a pensar que preguntar no servirá de nada, a pesar de que se muera de ganas de obtener respuestas. Quizás sea también un misterio para sí mismo o quizás su reserva se deba a otras razones. Para empezar, le sigue resultando asombroso que en todos estos meses de convivencia en el bando, no se haya dado cuenta de su condición de arqueomago ni haya advertido la chispa en él. Pero lo que más le asombra es que resulta indudable que, aún sin él saberlo, Goderic ha sido instruido en magia antigua y conoce lo suficiente de ella, no sólo para controlarla, sino también para sincronizarse con ella. Es un arqueomago de pleno de derecho y Mackenzie desearía saber más que nada quién ha sido el instructor misterioso de Goderic. Porque, consciente o inconscientemente, es indudable que lo ha tenido.

Hace mucho tiempo, mucho antes de que conociera a Percival y Viviana, mucho antes también de que sus padres se dieran cuenta del poder de Mackenzie, la bruja también tuvo un instructor misterioso. Ha pasado tanto tiempo que apenas distingue ya cuánto hay de realidad en su recuerdo y cuánto de añadido posterior, fruto de la melancolía, la añoranza y el engaño del tiempo. Aún así, Mackenzie no olvida al dragón que se le aparecía en sueños de niña. Quizás ni siquiera fueran realmente sueños, o como explicar si no, la misteriosa aparición de Solveig, su varita, después de uno de los encuentros con aquel dragón. Años más tarde, tras ser instruida por Viviana y Percival, Mackenzie pensó que volvería a ver al misterioso dragón, pensó que sería su guía ancestral, que retornaría a ella, para susurrarle su sabiduría, para acompañarla en sus soledades, para ser el guardián de sus lágrimas escondidas, igual que lo había sido de niña. Pero Enigma, su verdadero guía ancestral, demostró lo equivocada que estaba. Nunca terminó de entender el misterio de su dragón y ahora, al ver a Goderic transformarse y sincronizarse delante de ella, no puede dejar de pensar en él, aunque no sabe porqué.

Un aura dorada envuelve a Goderic, que luce majestuoso, brillando en el mismísimo poder de la creación, mientras manipula los hilos de oscuridad para formar un ave, negra como la noche, que va a posarse en sus hombros. Antes de que la hermosa criatura desaparezca, una previsora Mackenzie extiende su mano y dirige un imperceptible hilo de oscuridad hacia ella. Es un encantamiento inofensivo para la criatura, pero si el mago ha sido totalmente sincero, como sospecha la bruja, el colgante que reposa ahora en sus manos, le puede ser de gran utilidad a Gode en el futuro. Pocas cosas hay tan poderosas como la comprensión y aceptación de uno mismo y el encantamiento que acaba de realizar Mackenzie se nutre de ese poder, emanado del cambio operado en Goderic, de su transformación, fruto de una comprensión y aceptación plenas.

—Toma —le dice, entregándole el colgante, que es una réplica en miniatura del ave que él mismo acaba de conjurar y hecho desaparecer. —Si algún día necesitas utilizar una gran cantidad de magia antigua y no estás en el lugar adecuado para realizar la sincronicidad, este colgante te servirá para ocultar tu transformación a los demás.

Recuerda las runas que ha visto formarse en la piel del mago y siente de nuevo deseos de preguntar por la historia que hay detrás de aquel hombre, a quien siente que aún no conoce bien, a pesar de ser compañeros de bando. No es sólo la afinidad que puede producir compartir ideales ni tampoco el hecho de compartir la chispa de la arqueomagia e incluso la sincronicidad con la oscuridad. Hay algo en el aura que ha visto formarse a su alrededor, algo en las runas que ha invocado, algo incluso en su silencio, que produce una sensación de empatía en la bruja, como un instinto de cercanía, de afinidad, como pocas veces antes ha sentido. Mackenzie no es dada a dejarse llevar ni mucho menos a fiarse de los demás y sin embargo.... En ese momento, es plenamente consciente de que está confiando y dejándose llevar, porque esa afinidad es mucho más fuerte que su instinto altivo y receloso.

— Aunque me gustaría saber tu historia, no voy a preguntarte por lo que hasta ahora has querido callar — le dice. — Sólo te diré que me alegro si has conseguido encontrar las respuestas que buscabas. De cualquier manera, si me necesitas para cualquier cosa, ya sabes dónde estoy. — No hables con nadie de esta habilidad o nos pondrías a todos en peligro. La mayor parte de las veces, cuando utilices pequeñas cantidades de magia antigua, no necesitarás sincronizarte, pero en cualquier caso, el colgante que te he dado, te permitirá ser discreto, si tienes que hacerlo.

Duda si debería advertirle sobre la runa que ha visto en su frente. Una runa tan poderosa que aún la hace estremecer.

—No he visto a tu guía ancestral, supongo que será tan esquivo como el mío. — Sonríe y añade— si algún día conoces a mi amigo Sebastian, verás lo sociables que pueden llegar a ser. Sea como sea — inspira con fuerza antes de seguir — no me extrañaría que tu guía estuviera relacionado con los lobos. Guárdalo para ti, si quieres, pero debo advertirte de que en tu frente he visto una de las runas más poderosas que existen, la runa del Lobo, también llamada el Guardíán de los Cielos. Tus aspiraciones son elevadas y tu poder también. Cuídate, sin embargo, de la tentación de ir más allá de lo que nos está concedido.

Espera que Goderic entienda la advertencia. No es que Mackenzie haya sido nunca reacia a ir más allá de lo que se considera correcto, pero hay límites con los que uno debe tener cuidado. Es hora de guardar de nuevo la Esfera de la Creación, por lo que se levanta y vuelve a dejarla en su lugar secreto, activando los encantamientos que la protegen. Sólo después deshace también las salvaguardas que han estado protegiendo sus palabras y actos, para notar en ese momento la presencia de alguien que aguarda muy cerca, un arqueomago al que hace tiempo que no ha vuelto a ver.

—¡Vaya! Creo que voy a tener visita. Es un arqueomago al que hace tiempo que no veo y creo que está esperando fuera, aunque quizás no quiera entrar.

En realidad, a la bruja le extraña que Anthony no haya entrado todavía. Igual sólo quiere visitar la Escuela o la biblioteca.

—La verdad es que dentro de poco voy a necesitar ayudar de todos los arqueomagos posibles. Entre todo el desorden de mi despacho, quizás te hayas percatado antes de que ando detrás de una vieja leyenda. La Atlántida se me ha resistido durante demasiado tiempo. —Mackenzie señaló el libro que reposaba encima de la mesa —una vieja historia a la que pretendo dar caza. Aunque... bueno, quizás tenga que esperar un poco. Vera, a la que tu también conoces, me ha pedido ayuda con cierto asunto que, dados los últimos acontecimientos, es bastante urgente. Parece que urge cambiar la ubicación de cierto lugar — le guiña un ojo a Goderic, suponiendo que entenderá que aquel lugar es nada más y nada menos que el Templo de los Paladines.

 

 

@@Goderic Slithering

 

@@Anthony Ryvak Dracony

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Ryvak no está totalmente consciente del tiempo que transcurre, su mente va de un hecho pasado a otro tratando de explicarse el hoy, el ahora. Algunos de los ancianos con los que llegó a conversar, le dijo muy convincente que no hace falta "vivir el pasado" después de que está ya transcurrió, se toma lo que se aprendió, tampoco hay que perder el sueño por lo que sucederá en el futuro, porque esté llega a ser como aire que nunca estará en las manos... solo queda vivir el hoy, es lo más preciado que se tiene en la vida y es por eso que se le llama "presente" porque es un regalo que se nos otorga...

 

Ryvak tiene el mismo problema que muchos otros jóvenes... es inexperto...peor, es demasiado joven, con mil interrogantes sin respuestas, ahora sabe que es su culpa el presente que ahora posee, hizo elecciones, algunas muy malas, generalmente lo son porque es muy impulsivo, demasiado impaciente, también demasiado necio y orgulloso...

 

Lo bueno es que solo arrastra su propia vida al desastre... sin afectar a nadie más, y eso es un consuelo que le hace sentir fortaleza por ahora. Tiene bien identificado en que fallo, así que usa ese saber para orientar a los niños magos que visita y a los cuales aconseja, tratará de que no incurran en los mismos errores, esperando que sus vidas sean más plenas, más significativas... más felices.

 

Rosa con las yema de los dedos aquellas runas grabadas en la hoja de esa daga de oro negro... considera importante conocer que significan... quizás debiera enfocarse en ello....

 

Sus músculos están alterados, se percata que le duelen por estar tan rígido, se estira y un gran alivio le hace exhalar ante la agradable sensación. También es consciente de que si no hace nada, no habrá cambio, o tal vez si pero no aquel que trata de obtener... puede que no sepa si será lo mejor, pero tiene que intentar.

 

Guarda la daga en el bolsillo interno y pausadamente se dirige a la puerta del local, sus pasos son cortos, como queriendo retrasar el momento de llegar, sus ojos miel fijos en la puerta, ahora que al fin está por tener este encuentro, cree que podrá explicarse.

 

Las palpitaciones de su corazón le llenan de ansiedad, sonríe a @@Mackenzie Malfoy que no está con el mago que Anthony vio ingresar al local, sino a otro joven mago que le rodea un aura muy parecida a los que Dracony sabe y reconoce como arqueomagos... aquello le llena de alegría.

 

-- Buenas tardes -- Saluda y cierra la puerta, sobre sus labios flota esa leve sonrisa y se acerca a ellos. -- Mucho gusto, soy Anthony Ryvak Dracony, me alegra verlos. No vine antes, porque intente buscar por mi cuenta, pero hay una pieza única con runas grabadas que no he podido descifrar... Mackenzie ¿sería mucha molestia pedirte que me permitas consultar tus manuscritos? creo posible que ellos me ayuden con la tarea.

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La puerta no estaba cerrada y Anthony finalmente se había decidido a entrar. Observó el gesto de reconocimiento en el recién llegado al notar la chispa en Goderic. No le extrañó, durante mucho tiempo Anthony había estado buscando magos con esa misma chispa por todo el planeta. No era de extrañar que fuera un experto reconociendo la habilidad en los demás.

 

—Buenas tardes, Anthony, me alegro de verte. —Señaló al otro mago en la sala y añadió —te presento a Goderic Slythering, que como bien supones es un experto arqueomago.

 

Cuando Anthony comenzó a hablar sobre una pieza única, Mackenzie observó el bulto en el bolsillo interno del mago, que había quedado mal disimulado. Se preguntó si llevaría ahí la pieza de la que hablaba y si, por casualidad, estaría hablando de la daga que le preocupaba la última vez que se vieron. Meses atrás, Anthony le había relatado una historia sobre una antigua y extraña daga. Había pertenecido a Merlín, quien la forjó para someter a un peligroso y temible mago. El inlujo de la daga había mantenido la malignidad de aquel mago oscuro bajo control, hasta que éste había conseguido librarse de alguna forma del control de la daga. Fue entonces cuando ésta llegó a las manos de Anthony, quien le había relatado también como el arma había ido pasando de mano en mano, a través de los siglos y todos aquellos que la habían poseído, muggles y magos, habían acabado en desgracia.

 

Por la razón que fuera, el mago no había querido enseñarle entonces la daga, como tampoco ahora le estaba mostrando la pieza de la que hablaba. Aunque no terminaba de entender las razones, respetó su reserva y se centró en la pregunta que le acababa de hacer.

 

—No hay problema en que consultes los manuscritos sobre runas, Anthony. Tienes varios en la biblioteca y en aquel estante —señaló la segunda balda de una estantería de madera de ébano, junto a la balconada que daba a la Plaza del Duomo— tienes varios tomos de runas más extrañas y complejas. Están clasificados por épocas históricas. Puedes echarles un vistazo si quieres y si necesitas mi ayuda, ya sabes que las runas se me dan bastante bien.

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