Jump to content

• Una epidemia en Hogwarts •


Ellie Moody
 Compartir

Publicaciones recomendadas

En ocasiones, una frase ronda por su pensamientos, aunque no tiene la menor idea de su origen. Nunca le ha preguntado a nadie por ella, ni tampoco se ha molestado en investigarla; se deleita de curiosidad por algunos minutos, echada en la cama o a mitad de alguna clase, pero luego se concentra en otra cosa y simplemente la idea se desvanece. «Hogwarts siempre estará allí para darle la bienvenida a casa». Quién sabe que pueda significar aquello, que parece más bien un acertijo, pero le gusta aparentar para sí misma que intenta descifrarlo. Por supuesto, Harriet Granger le da vueltas a la oración aquella noche en el Gran Salón, la primera cena de su último año en el colegio. Prefiere pensar en aquella tontería, en lugar de prestar atención a lo que sucede a su alrededor.

 

Para nadie es un secreto que el último par de meses han sido bastante tensos, en la comunidad mágica. Ni siquiera ella es capaz de ignorarlo. Durante el verano, sus padres no le permitieron ir a Ottery St. Catchpole, a visitar a sus familiares mágicos, ni tampoco pasear por el Callejón Diagón o incluso el tranquilo pueblo de Hogsmeade. A pesar de que su padre es un squib, le presta mucha atención al acontecer en el mundo mágico y su madre simplemente cumple su papel de progenitora sobreprotectora. Su consuelo es que, conversando con sus amigos en el tren de regreso a Hogwarts, la historia parecía ser la misma. No se perdió de nada, afortunadamente. Muchos negocios del Diagón y del Knockturn permanecían cerrados, pues sus dueños habían abandonado Gran Bretaña. Las familias también dejaban sus hogares o, por el contrario, se recluían en ellos tras una gran variedad de encantamientos protectores. Si bien todavía no había otro ataque de parte de fuerzas extranjeras, el pan de cada día eran las escaramuzas. Y también habían rumores acerca de qué países apoyarían a Bulgaria y a sus aliados, y qué otros defenderían a Gran Bretaña... pero ese tema resultaba más aburrido para ella. Lo cierto es que, en el fondo, le hubiera gustado ver de primera mano lo que sus compañeros con cierto temor relataban.

 

Aunque, ahora que lo piensa, quizás lo viviría en el colegio. No puede evitar notar que la masa de estudiantes es menor y mucho más silenciosa. Puede escuchar, en lugar de risas, gritos y regaños por parte de los profesores, el tintinar de los cubiertos contra los platos, algún estornudo o tos, un comentario desanimado...

 

—Este será el año más aburrido de todos —se lamenta Harriet con un profundo suspiro.

 

—¿De verdad? ¿Eso es lo que te preocupa? ¿Que sea aburrido? —le pregunta Demetria, la prefecta de Gryffindor. A ella le hubiera gustado serlo... pero de todas formas, no es que le emocione la idea de tener responsabilidades extras. «Aunque dicen que los baños de los prefectos son fantásticos».

 

—Discúlpame por querer algo de emoción en mi vida —replica, apartando su plato para apoyar la cabeza en el mesón—. Ya tuve suficiente aburrimiento durante las vacaciones...

 

—Considérate afortunada. ¿Acaso no sabes que el nuevo Ministro...?

 

Pero Harriet deja de prestar atención. ¿Qué le importa a ella el nuevo Ministro? ¿Si no les gusta, por qué lo eligieron? Levanta el rostro y, sin disimulo, comienza a recorrer con los ojos el resto del comedor. Lo único bueno de que hayan menos estudiantes, es que hay menos Slytherins con los que lidiar. Quizás también haya menos competencia, en la copa de quidditch de ese año; ya se dio cuenta de que no está el buscador de Hufflepuff, ni el capitán de Ravenclaw. A los de primer año evidentemente no los conoce, pero parecen ser divertidos; uno comenzó a estornudar y los otros lo están imitando, seguramente burlándose de él... aunque de forma amistosa, espera. Sin poder evitarlo suelta una risita.

 

—... mi padre, que es extranjero, tuvo qué... espera, ¿de qué te ríes? —Demetria asoma la mirada por encima de su hombro, hacia donde Harriet observa distraídamente.

 

¿Acaso comienza a necesitar gafas, o es el cansancio? Porque pareciera que, con cada estornudo, los niños cambian de lugar los unos con los otros. Incluso uno aparece sobre la mesa, justo sobre el puré de papas. «Lo que pasa es que te estás volviendo loca», se dice. Enderezándose, se frota los ojos y vuelve a observar. Demetria se ha echado a correr hacia ellos, pero se tropieza cuando uno aparece justo frente a ella. No puede evitar pensar en los dodos, que engañaron a los muggles, haciéndose creer extintos cuando lo que hacían era desaparecer a voluntad. «Aunque dudo que ellos tengan algún tipo de control en lo que sucede...». Decide levantarse y acercarse, para ayudar pero también para averiguar qué sucede.

 

Escucha con claridad los comentarios que levanta aquella escena, todos sugiriendo lo mismo.

 

—¿Ya nos están atacando?

 

—¿Es Bulgaria o uno de esos países?

 

—Por esto había que limpiar la comunidad mágica, ya ves...

 

Pero quizás lo mejor sea no prestarles atención.

NHCeJlw.png
iB5wHYG.gif
T7t3MEE.png
sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Hogwarts - Estadio

Lord. Asdruval Licaón

Profesor de Vuelo

 

Me encontraba en el estadio y caminaba por la suave grama, los aires de misterios e ilusiones a ttraerían a jóvenes este nuevo año escolar. Y era un pesar que en este tiempo de incertidumbre todo el mundo vivía en la terrible angustia. Por el momento era acompañado de un cuervo , el cual posaba en mi muñeca con una nota para esos nuevos selectos a jugar y experimentar el arte de los Juego Mágicos, era por ello que había motivado algo más de lo aparente e instaurado una pequeña copa, aunque debería hablar antes primero con las autoridades. Y con varita en mano y sutil movimiento, ordenó al ave volar y llevar mi mensaje.

 

-Vuela...- Hice pausa. -mi vieja amiga, despliega tus alas al horizonte y trae esperanzas a las nuevas generaciones.- Observe al horizonte y dejaba de hablar.

 

Note como en cada pliego del vuelo del cuervo se alejaba más y más, me dejaba cercano a un baúl con todo el equipo necesario, me preguntaba si en equipos te nuevo año escolar se realizaría una copa, era posible organizar algo con los viejos equipos estudiantes contra los nuevos y si los demás profesores estaban de acuerdo crear entre nosotros un equipo de apertura. Evocaba en mis memorias ser buscador, sin embargo a mi edad y mis dolencias no sería bueno.

 

En ello me gire y guarde la varita, extendía mi mano y pronuncia las simples palabras para elevar mi escoba negra, la monte y surque el firmamento, sentía la brisa en mi rostro y mi capa ondula, quizás no era un jefe de casa, no obstante siempre recompensaba a Ravenclaw con alguno que otro punto extra.

7VZGWBY.jpg

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Sophie Evans Malfoy

La barca de Sophie fue de las últimas en llegar a la orilla. Al desembarcar, buscó a su hermano Derek con la mirada. Él había ido en una de las primeras y ahora se encontraba en primera fila, junto al Guardián de las Llaves, ya a punto de entrar, por primera vez, en Hogwarts. Derek siempre se las ingeniaba para estar en primera línea de todo. Aún no habían pisado Hogwarts y ya había hecho un montón de amigos. Ella tenía a Hoppes, su cachorro de Kneazle, pero no era lo mismo.

 

Miró por el rabillo del ojo al grupo que acababa de descender de la barca, junto a ella. Todos estaban alegres y no paraban de hablar, mientras que a ella las palabras no le salían, sólo podía pensar en el Sombrero Seleccionador. Estaba muerta de miedo. ¿En qué casa la pondría? Con Derek no había dudas, seguro que acababa en Slytherin, como su madre y el yayo. Se parecía tanto a ellos... siempre tan resuelto y seguro de sí mismo. Curioso, porque físicamente no era como ellos ni como ninguno de los Malfoy. Tenía un aire salvaje, con ese pelo tan moreno y los ojos oscuros, profundos como pozos. A veces, mamá parecía perderse en ellos y se ponía triste. Sophie no lograba entenderlo. Ella, en cambio, era igual que su madre cuando tenía su edad. A veces la gente que venía a casa confundía las viejas fotografías y pensaba que eran de ella, cuando en realidad, era su madre la que aparecía en ellas. Pero ese era todo su parecido con los Malfoy. Ella carecía de su seguridad, su resolución, su agudeza mental. Seguro que el Sombrero la pondría en Hufflepuff, la casa a la que van los que nadie más quiere.

 

Sophie se estremeció al cruzar las puertas de Hogwarts. La brisa del lago había formado una corriente helada al abrirse la puerta. Mientras la fila de alumnos de primer año avanzaba hacia el Gran Salón, ella se arrebujó en su capa y abrazó a Hoppes, tratando de ganar algo de calor. Y de consuelo.

 

- ¿Cómo te llamas? - Era una de las chicas que habían ido con ella en la barca. Tenía el pelo tan negro como el de Derek, pero era muy largo y lo llevaba sujeto en una trenza. Sus ojos eran azules y límpidos.

 

- Me llamo Sophie. ¿Y tú? - Respondió con timidez.

 

- Danna. Soy mestiza, medio Lupin, medio muggle -Se presentó con una sonrisa.

 

- Yo soy Malfoy. Bueno no, soy Evans. Da igual. Es una larga historia.

 

- Puedes contármela, si quieres.

 

Sophie se arrebujó aún más en su capa y negó con la cabeza. Acababan de llegar al Gran Salón y la muchacha aprovechó para sentarse en la mesa, junto a dos chicos que no parecían tan habladores como Danna. No tenía ganas de hablar. ¿Qué diría el yayo si el Sombrero Seleccionador la colocaba en Hufflepuff? A menudo había oído decir a su madre que esa era la casa de los inútiles. Seguro que terminaba allí.

 

- No has dicho una sola palabra en todo el rato. No eres muy habladora que digamos -Danna estaba decidida a no dejarla en paz. Se había colocando justo enfrente de Sophie, resolviendo así el intento de ésta de dejar a la otra de lado.

 

Sophie negó con la cabeza, encogiéndose aún más, mientras por el rabillo del ojo observaba como Derek no paraba de reírse y hablar. ¿Cómo podían ser dos hermanos gemelos tan diferentes? Ojalá se hubiera puesto más cerca de Derek. Él hablaría por los dos y ella podría seguir a solas con sus pensamientos, sin que nadie la molestara.

 

- Mi abuelo dice que la guerra era inevitable -estaba diciendo Derek en aquellos momentos.

 

- ¿Tu abuelo sabe más que el gobierno de Gran Bretaña? - Le replicó un chico rubio con gafitas gruesas.

 

- Mi abuelo era el Ministro de Magia, idi***. Y mi madre la Viceministra. Claro que saben más que estos novatos que acaban de elegir -Ya estaba otra vez Derek presumiendo de familia. ¿Porqué tenía que ser así? Sophie se hundió más en su capa, rogando porque nadie se acordara que ella era la gemela de Derek. Bueno, tampoco es que lo hubieran comentado mucho. Derek tenía otras cosas en la cabeza, aparte de su hermana y, en cuanto a ella... bueno, ella tenía muchas cosas en la cabeza, pero no solían salir de ahí. No desde que su tía Lyra muriera y regresaran a vivir con su madre. Con su tía sí solía hablar mucho. Era todo muy diferente entonces.

 

- ¡Ey! ¿Qué es ese alboroto? - Preguntó alguien, señalando una zona del Gran Salón donde varios alumnos se habían concentrado y hablaban atropelladamente.

 

Sophie miró también, preocupada.

 

- ¡Vamos a ver! - Propuso Derek, levantándose de la mesa.

 

- ¿Vienes, Sophie? - Le preguntó Danna.

 

- No, yo me quedo. No quiero meterme en líos -respondió Sophie.

 

Danna se levantó deprisa para ir junto a los otros, pero no llegó muy lejos. De pronto, empezó a flotar y a elevarse hacia el techo del Gran Salón.

 

- ¡Bajadme! ¡Bajadme de aquí! ¿Qué es esto?

 

Sophie miraba horrorizada. Se levantó deprisa, sin pensarlo dos veces, y apuntó a Danna con la varita.

 

-¡Descendo! - Sólo logró que que Danna se elevara más y empezara a girar como una peonza. Parecía un Billywig.

 

Sophie corrió a buscar ayuda. Un poco más allá había unas chicas mayores. Seguro que ellas sabrían qué hacer.

 

-¡Socorro! -Gritó.

yqvll1m.gifO3zbock.gif
firma
iRyEn.gif4ywIp1y.gifXuR0HEb.gifZmW4szS.gif
bfqucW5.gif
Come, my friends,
Tis not too late to seek a newer world.
Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Randall Bones.

 

-¡Randy! ¡Randy!...- la voz de una niña se oía por toda la sala común de Gryffindor, aunque ni tan niña, era quizás alguna de las tantas que suspiraban por el joven mago de quinto año. No era menor cuando sabías jugar al Quidditch y te lograba ir bien en un par de asignaturas- ¡te vas a perder la ceremonia del sombrero!, digo... ¡nos perderemos la ceremonia del sombrero, ya no hay nadie aquí abajo!

 

-¡Ya voy!- respondió el muchacho mientras terminaba de abrocharse las agujetas del zapato, o era eso o estaba un tanto pegado en el brillo negro del empeine, luego en la base color plata de una lámpara y finalmente en su propio reloj atado a la muñeca. Sacudió su cabeza y se observó al espejo.

 

Era un tipo delgado y en formación, después de todo solo tenía quince años aunque muy próximo a los dieciséis. Mantenía un cabello castaño bastante alborotado, pero que le daba su toque al ser un prometedor jugador del deporte en escobas- No era tan hábil con la varita pero sí lo era con la quaffle-, su tez era blanquecina aunque hacía poco había viajado con su madre muggle y su padre mago a playas caribeñas, lugar donde tomó cierto tostado en la piel. Sonrió a su propio reflejo, con una dentadura perfecta y destellante, casi como si le fueran a tomar una foto para portada.

 

-¡Randall!...- esta vez golpeaban a la puerta, era la misma bruja.

 

-Ya voy Samantha...

 

-Me voy sola, ¡adiós!...

 

-Espera... ¡Uy que guapa!- exclama el muchacho al salir de la habitación de los chicos para alcanzarle por la cintura y voltearle para darle un pico en la boca.

 

-Se supone que es la mujer la que demora, Randall Bones...- sonrió coqueta la bruja.

 

-Tenía que verme bien, ¿no crees? - sonrió el chico, de hecho, casi nunca dejaba de sonreír. Costumbre para la prensa deportiva.

 

-¿Bien para mí?- preguntó la chica.

 

Randall rodó los ojos y volvió a embaucarla con otro beso. ¡La edad!, ¡¿el amor?!, a esa edad uno andaba a flor de piel, aunque sin juzgar los contextos, la niña era bastante atractiva. De cabello ondulado y oscuro, tez blanca, ojos amarillos y facciones delicadas; a veces con el sol, podían apreciarse un contorno de suaves pecas en sus pómulos; sus labios eran rosa y bastante tentadores. Llevaba un colgante de oro al cuello, una reliquia familiar a la que extrañamente y sin quererlo, el joven Bones ponía más atención.

 

-¿Te gusta?- preguntó ella. Él asintió tan rápido como est****o- es de oro, me lo ha dado mi madre por el cumpleaños...¡al que no fuiste! - el chico seguía pendiente de la cadenilla y su pequeño colgante, una patita de gato tallada en oro blanco- ¡Randy!, te estoy hablando..

 

-Sí sí, está...Precioso ¿me lo prestas?...

 

-¿Prestártelo?, ¡es de mujer! . Además ¿para qué lo querrías?...

 

-Eh...mmm... para que todos se den cuenta que estoy... ¿contigo?- mintió el muchacho, él solo sentía deseos de custodiar aquel brillante objeto- ademas, ¡qué importa si es de mujer!, ¿dónde queda lo inclusivo y todo eso?...

 

-Si te portas bien en la cena, podría pasártelo para que te de suerte en el próximo partido contra Ravenclaw...- le dijo, pero el muchacho se había pegado en una figura de plata que adornaba una pequeña mesa de pared- ¡Bones!, ¿qué te pasa? estás raro...

 

El chico pareció volver a sus cabales por unos segundos...

 

-Nada... nada nada. Vamos al gran salón, de seguro el banquete comenzará en breve...

 

-Si no alcanzamos a ver la ceremonia del sombrero seleccionador...

 

-Si alcanzaremos a ver Samy...

 

¿Samy?, él nunca le llamaba así. Al menos con eso mantuvo feliz a la chiquilla de camino al banquete.

ISh3z7l.gif

1yVXGup.png
xV0xd.gifmdbNxIw.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Lord. Asdruval Licaón

Profesor de Vuelo.

 

Siempre tarde, a pesar que era uno de los que enseñaba llegaba tarde a todo, algunos decían que era por mi edad y otros porque perdía mi tiempo en el arte de volar, sentir esa sensación y algo grata a nuestro pensamiento. En este sentido salgo presuroso y vuelo hasta la entrada, allí me doy cuenta que en el lugar hacia el jefe de la casa de Ravenclaw algo enfermo ¿que tendría? ¿Sería algo grave? En verdad no estaba seguro.

 

-¿Acaso estas bien?- Pero mi voz fue como eco. El cuerpo de ese pequeñín callo al suelo, levanto y voy hasta la enfermería. Al llegar le comento a ella lo que había sucedido y ésta me informa que el profesor había caído en un coma o algo así. -Es imposible, si en la mañana estaba bien.- Le réplico, pero ella me comento que quizás era una alergia o algo que le había pasado. En ese momento optamos por callar y que alguien más asumiera las clases de encantamientos. El secreto se comenzo a producir entre los pasillos, solo pensaba que para ese momento se estaría eligiendo los nuevos estudiantes.

 

-Profesor. - Me dice ella. -Esta despertando.- Me acerco a él y veo como se siente muy débil. - Licaón.- Expresa con fuerza. -Toma el cuidado de la casa de Ravenclaw. - Intente colocar escusas. -Ya avisare al director. - La enfermera me pide que lo deje descansar, pero yo no podía suplir en sus clases, pero si la profesora de estudios muggles ella ya la había dado el año pasado.

 

En ello me gire y fui rumbo al gran comedor, les suplicaba a los cuadros que no comentarán nada. No sabia el tiempo que me había tardado, pero al llegar en pleno caos postró mirada en los Gryffindor que siempre me habían caído mal.

 

Apenas si intento ocultar los rastros de sangre, pero a mi encuentro va el celador tan importuno como siempre, me alejo de este y sigo mi camino con el resto de profesores. En ello me detengo y bajo a una estudiante (@@Mackenzie Malfoy )

 

-¿Se encuentra bien?- Indague y buscaba con la mirada a los responsables.

7VZGWBY.jpg

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Lady Perfect

La cena apenas estaba comenzando pero ya varios alumnos de primer año de Gryffindor habían empezado con sus tonterías apareciendo en diferentes partes de la mesa como si mancharse las capas con puré de papas y salsa de pavo fuera lo más divertido del mundo.

 

—Se portan como unos animales, no entiendo como pueden creer que son mejores que nosotros— comentó mientras se llevaba una cucharada de puré a la boca —es obvio que este año ganaremos la copa—. Su compañera al lado parecía no prestar atención a sus acertados comentarios, pues se encontraba inmersa en una discusión con otros dos alumnos sobre el nuevo Ministro.

 

Es una boba, quiere aparentar ser conocedora del tema. Era obvio que el tema era importante pero es que acaso no podían hablar de otra cosa; ese tema ya la tenía harta puesto que a pesar de ser una gran conocedora del tema mucha gente había criticado su posición y la habían tildado de incoherente.

 

—Los bobos son ellos— dijo en voz baja para si misma. Estaba a punto de comerse otro poco de puré cuando de repente empezó a sentir un comezón en la nariz. Una niña de primer año empezó a reírse a su lado y a comentar algo con sus amigas, estaba a punto de lanzarle un hechizo cuando sintió que algo le ¿Colgaba? de la nariz. Era una raíz como de papa...

 

Con todas sus fuerzas y con mucho miedo intentó arrancarla pero esto solo ocasionó que empezarán a crecer más rápido y de mayor tamaño. Cuando intentó huir del salón del gran salón, sin llamar la atención y cubriéndose el rostro era demasiado tarde; todo el grupo de alumnos de Slytherin de quinto año la había rodeado incluido el perfecto y lindo Tomas. Ahora nunca se fijaría en ella.

http://i.imgur.com/qClqFUW.gif http://i.imgur.com/DTLrpb3.gif


dPaP4jv.png


http://i.imgur.com/9Dhn2wv.gif http://i.imgur.com/X0kpm.gif


Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Sagitas, magizoóloga :

 

Me froté las manos tras haber dejado un soplido en ellas, como si mi aliento fuera suficiente para apartar el frío extremo que sentía en ellas. Volví a meterlas en el agua, agitando la superficie para atraer al calamar gigante que vivía en el lago de Hogwarts. Ambos gestos resultaron inútiles; el animalito no apareció y mis manos resultaron más ateridas que antes.

 

-- ¿Y dices que había rastros de tinta en la orilla del lago? ¿No puede ser una broma de... los chicos...? -- le pregunté al Guardián de las Llaves.

 

Mi mirada se dirigió hacia la silueta del castillo. Hasta allá llegaban los rumores de gritos. Era la primera noche. Seguro que los chicos que había visto antes llegar en los botes estarían ya en el Gran Comedor y los chillidos eran la alegría de estar en el gran colegio. Recordé por un instante mi primer día y mi ratoncito, la única compañía que entré conmigo. El resto de mi vida había quedado atrás. Ahora, uno de sus descendientes jugueteaba en "Mega Ayudas", siendo la mascota de mi hijo Ithilion.

 

Suspiré y volví al presente. El Guardián de las Llaves me había abandonado antes para enseñarme el lugar y ahora había vuelto, tras acompañar a los chicos de los botes en su primera entrada a Hogwarts. La Dirección de la Escuela me había mandado llamar para que echara un vistazo al calamar; la criatura parecía estar enfermo.

 

-- Está bien. Echaré un vistazo. Con suerte tendré un par de horas antes de que me muera congelada.

 

Me cambié la ropa que llevaba puesta por un traje que aguantara el calor interno gracias a un hechizo sencillo que había incorporado a uno muggle de neopreno. Había añadido también un Impervius a aquella materia y ahora podría resistir más tiempo en el agua sin congelarme, a pesar de lo que le había dicho al Guardián. Le hice un guiño antes de lanzarme al agua. En un principio, iba a aplicarme el casco burbuja allá fuera pero, ¡qué caray!, para algo era animaga. Compartiría el placer con el calamar y me convertiría en cachalote a su lado.

 

Si es que lo encontraba...

 

Me lancé al agua con la varita en un portavaritas en el muslo. Esperaba que no le pasara nada al animalito. ¿Se acordaría de que hacía años le lanzaba mendrugos de pan mientras estudiaba a la sombra del roble que había junto al lago?

kNTUx8c.gifsf6Sw.gifHdDMuO2.pngXXBPo79.gifKRLtVZp.gif

D69M3Vr.jpg

  tOWLU4S.gif  KhGckEc.gif.6e9b2b71e2797bafac6806b66df1d1b0.gif     Icr0JPz.gif

0jsC0dL.pngWliKSjc.pngckkcxVm.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

Casita Snape. Ottery


La bruja se encontraba en aquellos momentos haciendo una larga serie de revisiones en las cajas que tenía en el ático más cubierto y elevado de esa casita, ampliada mágicamente en su interior aunque todo seguía siendo de la misma madera vieja que cuando la había comprado y heredado; no quería cambiar casi nada de lo original, aunque había tenido que hacerla crecer casi como la madriguera de los weasley por la gente que ahora pasaba cada cierto tiempo, por fuera seguía viendose como la pequeña vivienda muggle en la calle de la hilandera

Incluso empezaba a considerar seriamente algo que su hermana le había dicho, sobre hacer otra construcción diferente...

Pero en esos momentos, eso no era lo que la tenía preocupada y gruñendo mientras fruncía el ceño cada cinco minutos, al grado que sus propias mascotas se mantenían levemente alejadas, temiéndose un mordisco

Se trataba de Akira

Su pequeño Akira

El niño cada vez crecía más y más, la última vez que lo había visto era un bebito y ahora, estaba mayorcito aunque no tanto... pero si había una diferencia entre cuando lo hubiese dejado con Zapphyre, y ahora que estaba por recuperarlo; había sido un gran lío, enterarse de todo, ir a reclamar su robo (o lo que ella sentía como tal), gritarle a toda su familia que no entendían como ella estaba tan rabiosa mientras seguían sin pillar que no lo había abandonado y lo tenía ya todo calculado...

Pero al menos, Xell había entendido su corazón y estaba dispuesta a llevar el papeleo necesario para que Akira regresase con su madre

Sin embargo, había algo que todavía no estaba del todo arreglado y eso era lo que en esos momentos la tenía con los nervios a flor de piel; y es que mientras no le dieran aviso de que algo hubise cambiado...

-Maldita sea... Czesar... Czésar!!

Comenzó a llamar al elfo, bastante irritada y gritando al grado que algo de polvo se desprendió del techo cuando este cimbró con fuerza

-Dónde está el acta de nacimiento de Akira?... CZÉSAR!!

:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

B9rYupA.png



http://i.imgur.com/7WhajUW.gif


Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Catherine "Cat" Frost - Alumna de 5° año de Hufflepuff

 

Cat caminó nerviosa mientras se acercaba al grupo que esperaba subir al Expreso de Hogwarts, lanzó un suspiro y miró hacia la rubia que la acompañaba.

 

—¿Me recuerdas por qué debo volver a clases? —la bruja puso los ojos en blanco ante su pregunta, repetida por novena vez… desde que bajaron del bus muggle.

 

—Cat, nadie sabe lo que eres en el mundo muggle, pero tus padres sí, le prometí a mi sobrina nieta que te cuidaría, y cuidarte implica que te mande a clases, necesitas formarte, además niña, solo te faltan tres años para terminar.

 

—Solo tres años —remedó Cat con los pelos de punta, ¡tres años! ¿cómo podía a Kimberly parecerle poco tres años? Sí, ir a Hogwarts tenía sus grandes ventajas, amaba pociones, le encantaba jugar al quidditch y aunque el est****o sombrero la había mandado a una casa que ello pensó sería aburrida, no podía negar que pertenecer a Hufflepuff tenía sus ventajas.

 

—Tía Kim, pero si no me dejan acercarme a la magia en mis vacaciones y ni pasearme por el Callejón por culpa de los ataques a los magos británicos ¿por qué es seguro ir a clases?

 

A Cat le gustaba la escuela, lo que no le gustaba es que sentía que la estaban encerrando para que se mantuviera alejada de los peligros de estar en el mundo mágico.

 

—Cat, agradece que no te meten en un internado muggle, no hay nada más seguro que Hogwarts —o eso esperaba, había resistido la guerra contra el innombrable —así que deja de quejarte.

 

—Pero el resto de Inglaterra se defiende ¿no? ¿No podemos hacer nosotros lo mismo?

 

—Tienes 14 años Cat…

 

—Quince, cumplí quince en Junio tía Kim y por cierto te perdiste mi fiesta —aprovechó a reprochar la adolescente —eso sí, tu regalo fue precioso —dijo mostrando el dije que colgaba de una cadenita dorada en su cuello.

 

Kim puso los ojos en blanco y suspiró aliviada a la vez, Cat no lo sabía pero había hecho traer el dije desde Uganda, Nyaring había utilizado la magia ancestral para crear un amuleto protector para la pequeña Frost. La Black nunca había tenido que hacerse cargo de niños hasta que sus parientes muggles la contactaron, al descubrir que una de sus miembros tenía magia. Ella había pensado que se había perdido la magia en su familia cuando ella fue transformada en vampiro y se había equivocado. Claro que mantener fuera de problemas a una adolescente era, como acabaría descubriendo, un verdadero dolor de cabeza.

 

----*-----*----

 

La verdad que el viaje había sido aburrido, muchos de sus compañeros habían desistido de asistir, y Cat comenzaba a preguntarse si ella no había estado equivocada, quizás sí fuera a haber acción en Hogwarts. Ella era una buena golpeadora y podría haber aspirado al puesto de capitán, pero se lo habían ganado, pero este año el capitán no se había hecho presente, quizás tuviera suerte. Eso claro, si Rowerta, la buscadora estrella, no se lo ganaba.

 

—¿Todo en orden Frost? —le preguntó el prefecto de Hufflepuff mientras ella seguía cómodamente estirada en el asiento del tren, con las piernas sobre las maletas. Echó la cabeza hacia atrás, dejando caer su melena rubia y sonrió.

 

—Todo en orden Chat —el mago río, ella siempre le acortaba su apellido Chatfield a Chat para bromear que solo una h los separaba.

 

---*----*----

 

Cat dejó en su dormitorio su baúl y su mascota, Perlé era un bello crup, su tía Kim había hecho magia en él para que los muggles no notaran su doble cola y que no tuvieran que cortarla. Por eso a Cat le caía bien su tía, aunque a sus padres les diera miedo por ella haber vivido tantos años y verse tan jóvenes como en los retratos familiares de antaño, pero eso la hacía aún más interesante para Cat. Además, era amiga de su madrina mágica, aunque no entendía por qué debía tener una y veía poco a la bruja, aunque Kim siempre le contaba sobre la Potter Black y Scarlet. Era muy raro eso de que hubiera dos almas en una sola bruja.

 

Mientras bajaba corriendo con su túnica al Gran Salón notó la fila de los nuevos estudiantes, no era tan larga como otros años, pero al menos había nuevos ingresos. Quizás se vieran obligados a recurrir a ellos si como había dicho Rowerta eran tan pocos este año y faltaban varios en el equipo. No era cuestión de elegir a los flojitos que no habían logrado aprobar las pruebas de Quidditch, quizás entre los nuevos hubiera algún talento oculto.

 

Cuando llegó al comedor no fue mucho el tiempo que tuvieron para cenar, aún se estaban formando las filas de los estudiantes que debían ser seleccionados por el sombrero cuando el estruendo comenzó a formarse. Cat observó con asombro lo que ocurría, varios niños nuevos tosían y desaparecían o cambiaban de lugar.

 

—Pero ¿qué demonios? —dijo la rubia poniéndose en pie y apoyándose en la mesa para elevar su metro sesenta y poder ver mejor qué ocurría al otro lado del salón.

 

En ese momento una prefecta corría y tropezaba a lo bestia con un niñito nuevo, bueno, no era su culpa, Cat había alcanzado a ver como el niño se aparecía de golpe frente a ella. ¿Desde cuándo los de primero podían aparecerse, y en Hogwarts? Otra joven que conocía del Quidditch corrió a socorrerla y un grito la hizo girar hacia donde estaban los nuevos, una chica de trenzas giraba como un trompo o un billywig. Eso no estaba nada bien. Una chiquilla asustada chillaba pidiendo auxilio.

 

Cat corrió hacia ella, buscando su varita en el bolsillo de su túnica, pero a llegar ya el profesor de vuelo había bajado a la niña voladora.

 

—Profesor Licaón ¿qué está ocurriendo? —preguntó la rubia mirando a las dos jovencita de primer año cuya expresión era de terror.

Editado por Darla Potter Black
Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

Casita Snape. Ottery

Czésar


El viejo elfo doméstico intentaba ser paciente pero a veces, aquello era sumamente difícil cuando su ama se ponía de tan mal humor y empezaba a gritar por todos lados como si la servidumbre de aquel hogar se hubiese vuelto repentinamente sorda; hacía poco que se les había incorporado un segundo elfo doméstico a la causa, pero este estaba tan desacostumbrado a lo que hacía la Snape y que no era en contra de ellos que solía ocultarse para luego, castigarse fuertemente pensando que todo aquello era por su culpa

Czésar solo rodaba los ojos esperando tener mucho más paciencia con él que con su ama, tomando en cuenta de que se trataba de un elfo doméstico bastante joven

-A ver para cuando comienza a acostumbrarse...

Murmuró Czésar mientras que se acercaba a donde solo se veía la retaguardia de la pelirroja metida en una de las cajas más grandes de papeles que había en la casita Snape y resopló a través de las narinas; a veces esa mujer era tan graciosa, incluso estando enojada como se veía que lo estaba pero es que parecía que lo hacía a propósito

El elfo negó un par de veces con la cabeza y chasqueó los dedos, apareciendo ese papel y el del pequeño bebé Severus en una de sus manos, imaginando que al final la bruja iba a querer los dos; mejor adelantarse a que hubiera más gritos y esperar que ello tuviese un efecto más apaciguador en la bruja que parecía al borde de un ataque de ansiedad

Czésar carraspeó un par de veces y agitó las actas de nacimiento con una mano

-Esto es lo que busca, ama?

:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

B9rYupA.png



http://i.imgur.com/7WhajUW.gif


Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Guest
Esta discusión está cerrada a nuevas respuestas.
 Compartir

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.