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• Una epidemia en Hogwarts •


Ellie Moody
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Azkaban

 

Me encontraba en solitario por ciertos incidentes ocurridos los días anteriores, pero aún estando aquí comenzaba a escuchar rumores de que @ se preocupaba por la educación o que @ fuera la nueva líder de la Marca Tenebrosa y todo ello para mí era solo un rumor, confinado a pasar el resto de mi vida en este lugar me era muy tentador. Por otro lado, se escucho como el gran acidentoso @@Matt Blackner lideraba a la población que no seguía más a un ideal y era considerado el verdadero Ministro Británico. En contrapartida alguien surgía en las sombras como líder de la Orden del Fénix y eso si era un chiste ¿quien gobernará un grupo ante tantos magos tenebrosos al poder?

 

Y sin embargo, pasó el día y la noche, pero no estaba seguro de como se encontraba la comunidad, admitía que en ocasiones me escribía con mi tío y él me comentó sobre su cargo en Hogwarts, al parecer se marchó de Ilvermoney para estar más cerca de mí y todo era patético desde mi perspectiva. De igual forma, los dias, semas y años se pasaban como algo que mi mente no podía conseguir y eso era porque me rodeaba una oscuridad adsoluta.

 

-Si...-En ocasiones hablaba solo y eso era producto a la soledad, lo que me guardo es qué aun allí Sia me acompañaba, en rara ocasión me parecía entenderla o era mi necesidad egocéntrica que me dejaba escuchar lo que anhelaba. - No... - Inclusive lanzaba varias carcajada y eso producía que los guardias pensaran mandarme a una institución psiquiátrica, pero no estaba mal de la cabeza, al menos del todo, solo planeaba mi escape de este lugar y si solo recuperaba un objeto, sería libre. Aunque, entre las paredes me parecía escuchar en ocasiones un siseo.

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Bosque Prohibido

Figura Cubierta

Ya había pasado demasiado tiempo desde la última vez que estuviese en aquellos terrenos, viendo aquel castillo e imaginando lo que podía haber sucedido en el Gran Comedor durante su mejor época; las luces, el ambiente caldeado, la emoción de los estudiantes que empezaban nuevamente con el año escolar y los que presenciaban por primera vez tal cuál toda la magia que les rodeaba y a personas muy poderosas que les compartirían algo de lo que sabían...

Todo eso convertía a Hogwarts en un lugar bastante especial que muy pocos sabían apreciar en su totalidad y lo que significaba, ser aceptado en una escuela como aquella, donde solo una poca élite en cuanto a poderes disfrutaba de espacio

Si uno hacía cuentas... eran demasiado pocos alumnos estudiando como para que esos fueran todos los magos ingleses

Había tan pocos afortunados...

Él había sido uno de ellos

Un fuerte estornudo salió de entre su capa y finalmente sacó al bebé que llevaba consigo y que tenía una expresión extraña, viéndole al rostro y frunciendo el ceño

-No me llenes de babas -dijo haciendo una mueca de desagrado mientras observaba al bebé... y entonces, el alma se le cayó al piso -demonios...

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—Oye tú, ¡Gryffindor!

Harriet se detiene y, con cautela, devuelve la mirada a quién aparentemente se dirige a ella. «Pfff. Ollivander». A pesar de que él nunca ha sido su estudiante, sí ha escuchado los comentarios de sus compañeros de casa, que parece aprovechar cualquier oportunidad para restar puntos especialmente a la casa Gryffindor. Sin embargo, conoce al mago más allá de las murallas de Hogwarts, aunque él seguramente no lo recuerde. Poco antes del comienzo de clases, Eileen y ella se toparon con él en el Callejón Diagón; cuando se refirió a ella como "mini-Eileen", se dió cuenta de que el mago era una persona bastante particular... Y también se dió cuenta de que su mentora no era una persona tan aburrida como lo parecía, pues de otro modo, ¿por qué tendría ese tipo de amistades?

Harriet se ve obligada a detenerse. Aquel es su último año en Hogwarts y quiere que Gryffindor se lleve la copa de casas, por no mencionar que no necesita arruinar su popularidad.

—Oh, creo que me confundí —repone Harriet, con una sonrisa inocente. Está bien, nunca pensó que resultaría a la primera. Además, si es fácil es aburrido—. Quizás debería ir a la enfermería, no vaya a ser que alguien me haya contagiado de... Alguna de esas enfermarse que andan dando vueltas...

 

No puede evitar pensar en aquella niña dando vueltas en el aire. Aprieta los labios para no sonreír, aunque en su fuero interno festeja su ocurrencia. «¡Dando vueltas! Tengo que contarle ese chiste a Peter, él si lo sabes apreciar, porque seguro Demetria no lo entenderá».

 

—Con su permiso, profesor Ollivander —dice Harriet, exagerando un tono educado.

 

A esas alturas, el Gran Salón se ha vaciado bastante. Los estudiantes aparentemente sanos han subido a los dormitorios, aunque se ha ordenado a los prefectos que los observen muy cerca para detectar cualquier anomalía. Los estudiantes afectados, en mayor o menos medida, se agruparon y están en su mano a la enfermería. Es a aquel grupo al que se une Harriet, poniendo su mejor cara de enferma, la cual ha venido perfeccionando desde que iba al preescolar. No presta atención a los niños que se escabullen al Gran Salón, y las figuras de autoridad están lo suficientemente ocupadas como para reparar en ellos. Aunque camina con los enfermos, Harriet se asegura de mantenerse a una distancia prudente, pues las cosas que comienza a observar la preocupan de verdad: pieles escamosas, pústulas luminosas en medio de la frente, incluso hay una chica cuyo cabello y vello corporal se ha tornado plateado y ahora comienza a verse traslúcida, como un fantasma. Sí, es divertido... Pero no puede ignorar la preocupación que comienza a surgir en ella. ¿Acaso tendrán que poner a Hogwarts en cuarentena? ¿El año escolar está en peligro?

 

«¿Nosotros estamos en peligro... De verdad?».

 

En la enfermería, el escenario es peor. Observa a un niño que parece un sapo, otro con vello rosa y otro que no tiene la idea de qué parece, pero está bien feo.

 

—Hey... —Harriet aprovecha que el personal de enfermería no da abasto a la situación, para acercarse a la camilla de alguien que ha reconocido. Es Peter, quién está acostado de lado— ¿Qué sucedió? Sabes, no te ves tan mal... —comenta, intentando levantarle el ánimo. Y es cierto. El chico luce perfectamente normal.

 

—Yo... No quiero hablar de eso... ¿Tu estás bien?

 

En eso, una de las enfermeras se acerca con un pantalón y un pote de alguna pomada.

 

—Aquí tienes, un pantalón a prueba de llamas y un poco de pomada para aliviar el ardor... Ya pedimos que se preparen un baño especial... —Peter no para de hacerle gestos desesperados a la enfermera para que no digan más, pero ella se da cuenta (o decide darse cuenta) cuando es tarde.

 

«Ouch». Harriet aparta la mirada, sonrojada.

 

—¿Le puedo ayudar en algo, señorita?

 

—Me siento mal —responde Harriet, volviendo a su cara de niña enferma—. Débil, mareada, confundida...

 

De inmediato es puesta en una camilla y le dan una pócima, que por supuesto no tomará. Desde ahí, puede estudiar el escenario. Además de las enfermas, están presentes la mayor parte de los profesores, incluidos los jefes de casa. Harriet observa cómo un joven preocupado habla con ellos, y, poco a poco, en sus rostros se refleja el terror. No le parece que sea sólo por una enfermedad un tanto divertida... Del bolsilo de la túnica, extrae disimuladamente una oreja extensible, de esas que venden en las tiendas de bromas.

 

—Nosotros nos encargaremos de la situación en el Gran Salón —dice la jefa de Gryffindor, con los jefes de Hufflepuff y Slytherin a cada lado—. No quería hacerlo, pero... Quizás debamos informar de la situación oficialmente al Ministerio de Magia. Llamar a San Mungo, al Departamento de Misterios... Y a los Aurores.

Editado por Eileen Moody

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Bosque Prohibido

Quizás escribir artículos no era lo de ella, llevaba días con su mano derecha débil y, en cierta forma, cada vez que abría y cerraba su puño sentía como el dolor se centraba en la flexión de sus dedos. Suponía que era normal en personas que no estaban acostumbradas a dictar sus ideas a un vuelapluma, sólo debía acostumbrarse. Si bien, poseía dos de esos objetos pero le causaba tristeza verlas trabajar arduamente, escribiendo y borrando cuantas veces ella quería. De cierta forma las veía como una especie de criaturas mágicas aunque no existían teorías acerca de esto, menos alguno que sostuviera que éstas tuvieran vida propia y, por consecuencia, podían llegar morir. Por otra parte, sabía que eran sólo objetos animados pero la sola idea de creer que tenía sentimientos, le afectaba.
— He llegado un poco lejos —dijo, al verse dentro del Bosque Prohibido que dependía de Hogwarts.
A pesar de los escasez de luz, desde la distancia donde se encontraba podía observar el colegio y cómo la luz que reflejaba la luna permitía ver sólo los detalles más característicos. No recordaba cuando había sido la última vez que había cruzado alguno de los pasillos pero sí cómo se sentía. Había llegado hasta ahí con la idea de familiarizarse con la naturaleza, observar las características de las especies que habitaban. Sólo llevaba su varita encima ya que planeaba evaluar mediante el método de observación.
Hasta ese momento todo marchaba bien, había logrado ver diversos tipos de plantas que eran para el consumo de las criaturas que vivían allí y, para su suerte, no se había topado con centauros, lo que también podría significar un mal augurio debido a ellos sólo se ausentaban cuando presentían que ocurriría algo malo, o eso era lo que tenía entendido. También podrían estar cumpliendo las órdenes de algún ente superior que los obligara a esconderse por el comienzo de clases. No podría determinar con exactitud el comportamiento de esas criaturas, pero decidió dejar el asunto de esa manera, sin buscar más respuestas.
Llegó hasta la orilla del lago, creyendo que de esa manera tendría la oportunidad de observar algunas de las criaturas que habitaban dentro. A pesar de la llegada de los meses de otoño, podía sentir el aire frío que, en cierta forma, provocaba el agua. Dudó unos segundos en aproximarse, pero luego tomó aire y se decidió. Los transportes de los alumnos de primer año ya habían cruzado, por lo tanto, se podía ver un lago en calma formando olas leves y reflejando el cielo nocturno. Era un paisaje completamente maravilloso.
De repente un estornudo se escuchó detrás de ella—. ¿Quién está ahí?
Se exaltó, no sólo por eso, sino porque el volumen del murmullo que provenía del castillo se incrementaba cada vez más. Algo no estaba bien. Apretó su varita con fuerza y se giró para observar lo que parecía ser una figura cubierta a unos metros de ella, dentro del bosque prohibido.
— Te vi, repórtate de inmediato —pidió, aunque no tenía la autoridad para pedir eso.
A su vez, el ruido de las olas indicaba la presencia de una criatura, específicamente, de un calamar gigante.
Editado por Sherlyn Stark

 

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Bosque Prohibido

Figura Cubierta

Fantástico

No solamente ahora estaba cargando a un pequeño bebé que mostraba todos los signos de que algo raro estaba pasando sino que una voz se dirigía a su persona de forma autoritaria, sin darle tiempo a ocultarse de ninguna forma; aquella persona maldijo por lo bajo mientras que arrebujaba mejor aquel bulto de lo que era el bebé y lo escondía nuevamente en las profundidades de su capa, esperando que se quedara lo mas quieto y silencioso posible aunque si se le daba otra vez por estornudar...

Entre la opción de fingir demencia con sordera y retirarse a esconder al bosque o presentarse a la chiquilla... parecía que no había mucho que hacer

Siempre podía terminar aquello con hechizos y ya se disculparía con la vampiro y su amiga acerca de sus acciones aunque... porqué diablos se tendría que disculpar, si terminaba defendiéndose y defendiendo al bebé?

Con ese pensamiento molesto en mente, avanzó despacio de modo cauteloso, mostrando una mano enguantada libre por fuera de la ropa hasta quedar a cinco metros de la chica, de forma que al menos pudiese ver que no le estaba agrediendo

-Podría tener cuidado con esa varita señorita?, es de mala educación hablarle de esa manera a las personas a menos que tuviera que pensar que pretende asaltarme sin ningún motivo -dijo la voz gruesa y suave, despacio mientras que apenas y un ligero brillo en sus ojos delataba que estaba observando a la bruja delante suyo

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Bosque Prohibido - Cabaña del Guardián

Lord. Asdruval Licaón

Profesor de Vuelo

 

Lentamente despertaba y allí en una esquina estaba el guardián sentado en un pequeña silla de madera, tomaba un poco de ron o una bebida fuerte, en el caldero humeaba y desprendía un agradable aroma. Era su rostro robusto y canoso, al verme despertar fija su mirada en mí, sus canes me observaron y allí escucho su voz ronca, ese hombre era alguien de experiencia y se conocía el bosque como la palma de su mano.

 

-Profesor ¿Qué hace tan tarde en este lugar?- Hace pausa y nota que tengo algunas heridas y mi varita se encontraba quebrantada por la mitad. - ¿Qué ocurre? - En ello sacando otra varita, una vieja tradición familiar me comienzo aplicar los hechizos de sanación, recordaba que esta se la había quitado a un carroñeros en tiempo del Señor Tenebroso.

 

-No lo recuerdo, solo me pareció ver una figura y la seguí hasta un claro.- En eso me comenzaba a levantar con fuerza. - Pero considero que debemos ver quién es. - El guardián me expresaba que yo no me encontraba bien para salir, que mañana sería mejor y así podía examinar los hechos. - ¿Pero le reconoció? - Ante ello negué. - Sólo se que es poderoso y maneja gran poder de Magia en las Artes Oscuras, sentí un frío como nunca antes. - El Guardián se levanto. - ¿Escucho profesor? - Indagó y era crujir en la madera, las ventanas se comenzaron a congelar, la atmósfera se coloco tensa.

 

En ese instante tocaron la puerta y todo regresó a la normalidad. - ¿Quien es? - Preguntamos los dos a la vez y nadie respondía, volvimos a preguntar y ocurrió lo mismo. En ello acordamos a salir y ver quien era, pero al abrir la puerta no era nadie ¿Qué fue eso? Y en ello me llega una carta que el profesor de transformación había recaido, que tubo una recuperación fugaz y ahora casi pensaba que pudiera morir, em el mismo expresa que habían llamado o tenía pensado suspender las clases ante la epidemia y que Hogwarts pudiera estar en cuarentena ¿Acaso seria todos los terrenos? Y Lamentable si, era posible dar clases a los que aún estaban sanos y los enfermeros estarían resguardados y apartados.

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Avelin Ritcher

Enfermería de Hogwarts

 

 

Aquel era el quinto año consecutivo en el que Avelin trabajaba como enfermera en el prestigioso Colegio Hogwart de Magia y Hechicería. Después de terminar sus estudios en el mismo colegio no había dudado un segundo en aceptar la oferta de poder trabajar en lo que consideraba su segundo hogar.

 

Adoraba todo de aquel lugar, nada era aburrido ni monótono, a pesar de conocer los escasos limites que ofrecía la magia, nunca dejaba de sorprenderse por los curiosos y poco usuales casos que entraban por la puerta de la enfermería, convirtiendo cada día en un reto y en un nuevo aprendizaje para ella.

 

Ahora un nuevo curso escolar daba inicio, lo que significaba que era cuestión de días para que la enfermería comenzara a llenarse de desafortunados estudiantes con dolencias y accidentes diferentes. Avelin estaba en la enfermería, revisando todo el material con el que contaban y haciendo un recuento de las cosas que hacían falta, revisando las camillas y las pociones curativas con las que contaban. No faltaba mucho para que los estudiantes llegaran y diera inicio el primer banquete del curso.

 

*****

Ese sin duda había sido un record, usualmente los primeros accidentados comenzaban a llegar a la enfermería después de una semana, de uno en uno, de manera gradual después salían unos y otros nuevos ingresaban pero sin duda aquello estaba fuera de todo lo que habia vivido hasta el momento. Una noche, la enfermería no habia durado ni una noche, cuando los estudiantes comenzaron a invadirla a montones. Ella misma habia visto los primero casos en el Gran Comedor y había asistido a unos cuantos chicos, llevándolos directamente a su lugar de trabajo, ahora, todas las camas de las primeras dos salas estaban ocupadas y los estudiantes seguían ingresando a la estancia.

 

Avelin corría de un extremo a otro, ayudando a todos los chicos que se encontraban en el lugar, algunos de los alumnos flotaban en el aire, por lo que la bruja los habia tenido que amarrar de los tobillos a las bases de las camas; otros tantos aparecían y desaparecían por todo el lugar haciendo que cosas cayeran por todos lados, provocando choques con otras personas que corrían en busca de ayuda; otros tantos comenzaban a mostrar características de algunas criaturas mágicas.

 

Aquello sin duda era una epidemia, algo nunca antes visto por la Ritcher, ella y el resto del equipo medico hacían lo que podían pero lo que sea que estuviera pasando se estaba extendiendo rápidamente por el colegio. ¿Cuál sería el origen de todos aquellos sucesos? Avelin no estaba muy segura de contar con una cura especifica si es que aquello era resultado de algún virus o enfermedad, tendrían que hacer unos cuantos experimentos para dar con la cura.

 

Por el momento, seguiría administrando pociones y aplicando hechizos para tratar de contrarrestar o minimizar los síntomas que presentaban los alumnos. A punto a un chico con la varita, amarrándolo nuevamente a la cama. Aquel sin duda era un inusual comienzo de año.

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Azkaban

 

El clima comenzó a cambiar una tormenta se desató, los guardias comenzaba a preocuparse pues la luz comenzaba a fallar, en ocasiones se esperaba de un momento a otro un apagón en general y así ocurrió, en ello la plena oscuridad se abrió paso por cada celda y la opción fue dejar que los dementores pasará por los pasillos, al menos eso era la idea y lo que no fue planeado fueron una serie de explosiones.

 

Y allí me enteré de lo que ocurría, cuando mis guardián habían muerto y una luz cegadora alumbra mi rostro, al parecer los búlgaros habían atacado o era los egipcios que venían a mi rescate, el hecho que fue un grupo y no estaba del todo seguro si eran los Mortífagos o un grupo enemigo de Gran Bretaña. Aunque me fue grato el instante que me liberaron de mis grilletes.

 

-Libres... - Se oía en gritos. - Hermanos son libres, ahora necesitamos que se unan a nosotros contra el tirano que se cree Grindelwal y ha declarado la guerra a todo el mundo. - En ello capte era un grupo terrorista independiente ¿Acaso sería la Orden dek Fénix reclutando integrantes a su organización? Y un pensamiento lo negaba, dado que no hablan de Lealtad y Sacrificio, sino de Guerra Abierta y esa propuesta me pareció interesante.

 

Había tomado una varita de los cadáveres, le pude distinguir pues los pasillos se encontraba iluminados por una luz de gran inmensidad, en otro momentos y a la manera que veía observa el patronum de un cuervo, en las celdas prisioneros devorarse entre si por sangre o carne, que miseria ser vampiro o licantropo, algunos tuve que matar.

 

Llegué a un borde y observe el chocar del agua contra la estructura que me encontraba, como la brisa y las gotas colpean mi rostro, no pude evitar soltar una risa y salir disparado como una estela oscura, rápidamente otras me siguieron y rápidamente una fuga en masa se creó, los dementores se encontraba alejados por esos encantamientos.

 

°`°`°`°`°

 

Casa de los Gritos

 

Era extraño el motivo y el deseo de mi tío, una vez me comentó que si lograba escapar era bueno que fuera a este sitio, además era cómodo sus habitaciones y de cierta forma existí un pasaje que contacta con Hogwarts.

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Kaori M.

 

La bruja apareció en el bosque prohibido, tan cerca como el hechizo antiaparición que tenía el colegio se lo permitió. Sabía que ese lugar era conocido por los diferentes peligros que ocultaba, por las criaturas que ahí habitaban, no era un terreno para quedarse por mucho tiempo, así que empezó a caminar, no había recorrido un tramo muy grande cuando escuchó ruidos que nada tenían que ver con los que hacían los animales que habitaban en el bosque.

 

Se detuvo de inmediato y observó a su alrededor en busca de lo que sea que aproximaba, sacó su varita por si tenía que hacer uso de ella, entonces lo vio. Era un mago que al parecer tenía mucha prisa en abandonar el lugar, demasiado sospechoso como para dejarlo pasar sin más. En un impulso nada prudente de su parte, la bruja de cabello castaño se dejó ver.

 

El mago al verse descubierto empezó a correr para poner distancia entre él y ella, parecía llevar algo en una de las manos, fue tan solo un destello que la bruja logró ver cuando la capa se ondeó. Con la forma que había adoptado se sentía lenta, maldijo por lo bajo y a sabiendas que estaban a punto de llegar al límite que abarcaba el hechizo antiaparición, dijo —Incarcerus — las tres cuerdas salieron despedidas de su varita, pero no lograron su cometido, tan solo lo rosaron en el momento justo en el que el extraño hombre desaparecía.

 

—mi****…— dijo con la respiración agitada, se tocaba el costado derecho pues sentía una aguda punzada de dolor a causa del esfuerzo que había hecho. Se puso en cuclillas para revisar las cuerdas que reposaban en el suelo y ahí estaba. Un frasco con los restos de una pócima, no la reconoció a simplevista, así que optó por guardarla e investigar luego de que se trataba, primero tenía que averiguar que estaba pasando en el colegio, Hobb no le había dado muchos detalles.

 

¿Por qué no había optado la apariencia de un joven con un estado físico envidiable? Se preguntó cuando finalmente salió cerca del campo de Quidditch. No hacía falta que se respondiera a esa pregunta, no tenía del todo claro que era lo que pasaría con su bebé si cambiaba de esa manera su cuerpo y ante la duda, optó por protegerlo. Había mucho silenció para ser un colegio lleno de jóvenes, tan solo un par de alumnos rezagados que se apresuraban en volver al castillo.

 

—¡Hey! Esperad un momento...—dijo la castaña llamando la atención de uno de los chicos que la miró con desconfianza.

 

—¿De dónde has salido? ¿Y tú uniforme? —le preguntó sin acercarse. Debido al extraño encuentro con aquel desconocido, Kaori había olvidado por completo transformar su ropa.

 

—Acabo de llegar... —empezó a decir la bruja procurando posar su mirada en la del joven mago y hacer uso de la legeremancia. Las imágenes que obtuvo fueron confusas, como si fueran sacadas de algún cuento para niños que al final se estaba convirtiendo en uno de terror, o de una broma que salió mal.

—Debes regresar a tu sala común de inmediato —empezó a decir el muchacho que se interrumpió debido a un estornudo, un estornudo que literalmente lo hizo desaparecer. —¿Qué? ¿Por qué has puesto esa cara? —preguntó y su voz sonaba alarmada.

 

—Creo que deberías ir a la enfermería —dijo ella mirando al lugar en el que se suponía estaba el joven ya que de ahí provenía su voz. Un nuevo estornudo y volvió a aparecer. Ella aprovechó el momento para seguir obteniendo información de los recuerdos recientes del mago

 

—Bueno al menos no me han salido llamas por el trasero como a Peter —intentó bromear mientras le daba la espalda y empezaba a caminar —si aún no estas enferman debes ir a tu sala común —dijo de forma mecánica, claramente estaba en estado de shock.

 

—Si. Solo espero a una amiga que ha ido al baño —mintió —es más iré a buscarla...—añadió.

 

Estaba empezando a odiar a Hobb por haberla escogido para esa misión. Suspiró. Debía pensar que hacer si seguir con esa fachada de alumna o adoptar su verdadera forma y llamar a varios miembros del bando que creía que pudieran ser de ayuda a los alumnos y personal del colegio, que, claramente estaban algo sobrepasados con la epidemia que estaban viviendo.

 

Tomando ya la decisión sacó entonces el galeón falso que siempre llevaba consigo y envió un corto mensaje. “Hogwarts. Ahora. Quidditch.” El mensaje iba dirigido a varias personas que creía serían de mucha ayuda. @ @@Bodrik @ @@djvash Asturias @ @

Editado por Valkyria Karkarov B.L

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Los últimos días estuvieron un poco más agitados de lo normal en el Callejón Diagón, con estudiantes y sus padres comprando las cosas de último momento para el inicio de clases. A pesar de que la afluencia no era mucha en comparación a los años anteriores, fue un soplo de vitalidad para el lugar, en el letargo de la guerra. Ellie vendió bastantes libros de segunda mano y sets de pociones; arregló escobas voladoras, recordadoras y cámaras fotográficas mágicas. Fueron días fructíferos, aunque poco tiempo tuvo para avanzar en sus proyectos personajes; sin embargo, lo cierto es que no le molestó demasiado. Ese día, justamente un domingo, decidió tomárselo libre. Mañana, al comenzar la semana, retomaría de lleno su trabajo. Pero por ahora descansaría.

 

La noche la sorprendió en su recamara, repasando uno de los escritos de las brujas de la familia referente a Magia Antigua, mientras una compresa caliente alivia los dolores menstruales de su vientre. A pesar de que todavía es temprano, comienza a sentir los párpados pesados; se le ocurre que podría dormir ahora y así despertar más temprano el día siguiente, quizás aprovechar la mañana para una caminata por el bosque o más lectura. Sin embargo, mientras coloca el libro en la mesa de noche, una lechuza se posa en el marco de la ventana abierta. Tiene una carta en el pico y reconoce desde antes de tomarla el sello del Ministerio de Magia.

 

—Pero si renuncié al Ministerio —murmura Ellie.

 

Al leer la carta, se da cuenta de que no es un error. Sí, la directora del Departamento de Misterios es consciente de que ella ya no trabaja allí, pero es consciente de su trayectoria como inefable y por eso solicita su apoyo en un asunto urgente, debido a la escasez de empleados del departamento. No habla mucho acerca de lo que sucede, algo a lo que está acostumbrada tratándose de la cabeza del Departamento de Misterios; sólo dice que fue informada acerca de una situación extraña en Hogwarts que quizás los inefables podrían desentrañar. Ellie dirige una mirada su cama, que la espera tibia y cómoda... La mira largamente, y entonces suspira. Rápidamente se cambia el camisón por una túnica negra, se calza un par de botas de charol y recoge su cabello pálido en una trenza. Además toma su capa de viaje y un sombrero de bruja.

 

«Algo extraño en Hogwarts», repite para sus adentros, mientras sale hacia el balcón. No quiere arriesgarse a realizar un viaje tan largo en escoba, así que simplemente cierra los ojos, visualizando los límites del castillo y, lentamente, coloca un pie por encima del otro. Entonces termina de dar la vuelta sobre sí misma y desaparece con un estrenduoso sonido.

 

No podría aparecer dentro de Hogwarts, por supuesto, así que el resto del camino lo realiza en su Saeta de Fuego, que se trajo en la mano. Espera no tener ningún problema con la institución por infiltrarse en el castillo a aquellas horas, cuando ya los estudiantes deben estar en la cama, pero se supone que es urgente. Está todavía en el aire cuando siente que el galeón falso que siempre lleva consigo comienza a saltar en el bolsillo de su túnica. Aunque es peligroso, se apresura a tomar la moneda con una mano —de modo que sólo sostiene la escoba con la otra— y observa el mensaje que ha aparecido en donde antes estaba el número de serie de la moneda. Frunce el ceño. ¿Qué puede estar sufriendo en Hogwarts, que la Orden hizo un llamado al respecto?

 

Aprovecha que está cerca del campo de Quidditch para aterrizar allí. No hay nadie conocido, sólo una joven regordeta, seguramente una estudiante... O quizás alguien más

 

—¿Hola? —musita, al bajarse de la escoba— Vine a... Ehmm, vine a ayudar

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