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• Una epidemia en Hogwarts •


Ellie Moody
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Le pareció ciertamente divertida la reacción de la castaña ante la sugerencia de extraerle sangre a los infectados. Tenía un mero concepto, pero seguramente acabaría por ser demasiado, incluso para él.

 

Buena pregunta, yo pensaba en amputarles un brazo o causarles cortes para asegurar la máxima cantidad. Podría hacerlo de la forma muggle, porque en esa clase perdí mucha sangre, pero....Bueno, necesitaría una jeringa, y no hay de eso aquí.

 

Se rió de su propio chiste, porque quizá la Yaxley no lo entendería. Eso le hizo cuestionarse si en la enfermería empleaban prácticas médicas no mágicas ante casos que no requieran una varita o una poción. Pero eso ya lo preguntaría más tarde, quizá en una época en la que no estuvieran en medio de un contagio que parecía acecharlos a todas horas.

 

Curioso que menciones por qué no estoy infectado. Extraño, considerando mi fragilidad humana.

 

Por un momento, desvió la mirada grisácea de su acompañante hacia sus manos. Cerró los puños, como intentando asir algo, conforme la metamorfomagia hacía lo suyo para pasar de unas manos cuya grasa era nula, que los nudillos sobresalían, a unas más regordetas como de bebé y viceversa. Tenía una teoría, pero era eso, un mero concepto.

 

Lo atribuyo a mi metamorfomagia, al estar mutando constantemente las células de mi cuerpo, supongo que dificulto atraer alguna infección. encogió los hombros, realmente le molestaba un poco no haberse especializado en primeros auxilios, pues ahora le parecía de utilidad. Pero no sé, podría estar contagiado de esa cosa ahora mismo. Como asistente del ministro, no puedes darte el lujo de contraer una enfermedad así.

 

Resopló, recargando el hombro derecho sobre el marco de la puerta. Hizo una mueca ante la incertidumbre.

 

Ahora que lo recuerdo, podría haber sido la comida. Fui de los pocos que no probó bocado. Y fue mera suerte, estuve a punto de.

 

 

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¿Por que si habían problemas en Hogwarts Darla no me había hablado? esa pregunta pasaba por mi mente una vez mas cuando recorrí mis pasos hacía la salida del pasillo donde me había adentrado, tal vez era algo del grupo en el que estaba ahora y por eso no había podido, dude un poco si mi presencia estaba bien.


Bueno ya estaba aquí al menos tal vez podría ayudar a algún alumno o profesores para controlar la histeria que había notado al llegar al colegio, esperaba pronto llegaran los del ministerio o los que debían encargarse de esto, la verdad es que el ministerio hace mucho había dejado de ser lo de años atrás.


Unos taconeos en el pasillo llamo un poco mi atención se notaba que eran de mujer, tome la varita y la apoye en mi pierna mientras caminaba los últimos, la voz de Darla venía del otro extremo, -Si, soy yo- sonreí un poco, aunque preocupado, -¿Estas bien? sentía que tardabas mucho por eso viene a ver si estabas bien y me encontré con un caos- señalé a Darla mientras guardaba mi varita de nuevo.


-¿Sabes que ha ocurrido aquí?, ¿En que puedo ayudar? me he topado con unas chicas enfermas por el pasillo, vengo de allá y no hay nadie- seguí el camino hacía las escalera esperando me siguiera.

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Por favor, coincidamos en que sacarles una extremida es un método demasiado agresivo por unos mililitros de sangre —dijo en tono de broma—, ¿jeringa? Jamás me extrajeron sangre no tengo la menor ideade cómo se hace de la manera mágica o muggle.
Encogió los hombros, aunque no era para sentirse orgullosa. Maida rozaba los veinticinco y seguía sin conocer el uno por ciento de lo que la tecnología o costumbres muggles podían ofrecerle. Había intentado el curso, pero quizá ponerla a trabajar en un multicine no había sido lo mejor para la personalidad de la bruja, se sintió demasiado abrumada, tanto, que terminó llorando en el vestuario de personal. Volvió a cruzarse de brazos, un segundo, deshizo el nudo y blandió la varita para murmurar un hechizo y aparecer entre sus dedos un libro de Enfermería muggle con los principios básicos. Oyó a su vez lo que Eobard le decía acerca de la metamorfomagia, jamás había tenido uno cerca o conocido a alguno. O capaz no sabía que lo era. Dejó el libro en paz y se dedicó a observarlo, asumiendo que a él no le molestaría.
¿Empezó hace poco? —preguntó curiosa mientras se acercaba— ¿Duele? Tengo una poción que podría ayudarte si presentas algunos síntomas, la hice a base de la poción matalobos, por lo qué si de algo estoy segura es que contra el dolor de las mutaciones, funciona.
Trató de poner una sonrisa divertida y juguetona, pero no estuvo segura de lograr el resultado. Lo que sí era gracioso de observar era la soltura con la que Maida se comportaba frente al Black Lestrange, le sucedía con pocas personas fuera de su círculo familiar, supongo que podía considerarse que el muchacho era un amigo. Lo tenía a poco menos de medio metro y acercó su mano a los brazos del joven.
— ¿Puedo? —preguntó para observar con mayor detalle los cambios en el cuerpo del chico, no quería hacerle sentir un bicho raro, pero ver estas cosas de personas especiales era una oportunidad en un millón— Déjame decirte que no creo que tu condición "humana" sea lo que te salvó de la epidemia, pero a lo mejor el tema de la metamorfomagia, así, de todas maneras, sería mejor no comentarlo demasiado, sigue siendo algo muy raro entre nosotros y tomando en cuenta que apenas va apareciendo en tu sistema, alguna persona malintencionada podría tomarlo como una debilidad.

 

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  • 3 semanas más tarde...

En las Mazmorras

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El hombre que aguardaba junto a la Snape mantenía moviendo las llamas donde habían recostado al bebé-salamandra que parecía bastante más cómodo en el fuego que en los brazos de sus padres; realmente esas no eran las condiciones en las que esperaba visitar aquel colegio, en realidad, nunca había tenido ninguna intención de volver a moverse por aquel sitio y le fastidiaba en parte también porque parecía que los del exterior habían aprovechado para cuestionarle de todo.

Aunque quizás el hecho de estar cubierto todo el tiempo con una capucha no lo ayudaba en lo absoluto y tan solo lo hacía ver mucho más sospechoso que cualquier otro.

Pero entonces el grito de la bruja le hizo voltear con alarma, tan solo para verla... o al menos lo que podía, al haberse puesto esta de pie mientras intentaba verse algo por delante suyo; casi se talló los ojos por la sorpresa de lo que estaba viendo y de lo que se estaba perdiendo hasta que con un carraspeo pudo hablar nuevamente

-Tu cabello... -dijo despacio y por lo bajo a lo que los ojos rojizos de la mujer, ahora repentinamente con un brillo azul lo observaron con pánico creciente

-Qué tiene mi cabello?

-Esta... creciendo y se esta volviendo plateado... -dijo finalmente aquel hombre para luego, resoplar aún más fastidiado -parece, señora Snape que se esta convirtiendo por algún motivo... o quizás por este extraño virus, en una especie de demiguise gigante- alzó una ceja y comenzó a pregntarse si no era un buen momento para que él saliese de la habitación antes de salir contagiado de igual manera

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Emitió un chillido de nerviosismo al enterarse que Maida tampoco tenía mucha idea de procedimientos médicos. No podía culparla, con la magia uno se acostumbraba a curarse las heridas con un toque de la varita y tal. Así que, en el entendido de que ambos querían extraer muestras de infectados, quizá lo mejor era conocer cómo hacerlo, por lo que estuvo de acuerdo con la literatura que la Yaxley había invocado para informarse.

 

Al menos, hasta que interrumpió su lectura para analizarlo. Sí, probablemente había sido mala idea mencionar que era un cambiaformas.

 

Resultó que lo he sido toda la vida, sólo que lo hacía de forma inconsciente. explicó, rememorando el cambio brusco del tono de su cabello entre su infancia y adolescencia. Aunque, entiendo que no sólo nacen, sino que también se hacen. El punto es, que no duele...Bueno, depende de qué tanto cambies, supongo. El malestar es menor que usar poción multijugos, pues.

 

Ladeó la cabeza a ambos lados. Antes de descubrir su habilidad, había empleado dicho brebaje, resultando en una de las experiencias más desagradables para su cuerpo, una vez que mermaron los efectos. Encontraba graciosa la curiosidad de la asistente del actual ministro de Magia, aunque no podía culparla, en todo ese asunto de contagios, un metamorfomago era lo más normal. Accedió a la petición para analizar sus extremidades superiores.

 

¿Debilidad? Eso sí que tiene gracia, bastante tendría ya con la miopía y el astigmatismo. Quiero pensar que la comida tuvo algo que ver, vayamos a investigar después de esto, ¿qué opinas?

 

Hurgó entre sus bolsillos hasta encontrarlas. Dos jeringas, objetos de los cuales había preguntado a la castaña si conocía, obteniendo respuesta negativa. Le entregó una de ellas, y ante la posible mirada de extrañeza que le dedicaría, más de lo que ya hacía sabiendo que el Black Lestrange sufría de mutaciones, decidió explicarle cómo funcionaba.

 

Las usan en los hospitales muggle. Debes quitarle la tapa, e insertar la aguja señaló la parte puntiaguda de la misma, una fina estructura metálica. , en el brazo de la persona, y tiras del émbolo para extraer la sangre. O, al menos, así vi que lo hacían. El chiste es encontrar la vena, de eso no tengo mucha idea. ¿Vamos a ver si dejé atrás a algún alumno?

 

 

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