Libro del Equilibrio

[Zoella Triviani]

Al fin, lo que tanto había esperado estaba aquí. La prueba del Libro del Equilibrio. La clase había estado bastante reñida y luego de un par de inconvenientes al fin Khufu me había dado la noticia de que debía empezar la prueba final de todo. Había colocado en mi cuello todos los amuletos de los libros ya cursados y del actual, igualmente con los anilllos en ambas manos. Rasqué mi brazo mientras escuché las instrucciones del guerrero, debía revivir a un cadáver que murió y sacarle toda la información de lo sucedido. Sus instrucciones fueron claras, debía escabullirme por la morgue, revivir a muerto y salir con la información del interrogatorio.

 

Activé mi Anillo de Salvaguarda contra oídos indiscretos antes de adentrarme entre los pasillos del lugar. Corrí un par de metros y me escondí entre las habitaciones para evitar ser vista. Cuando me quedaban pocos metros para llegar un guardia se percató de mi presencia, corrí hasta acercarme a su cuerpo e implantarle la Marca de Sangre mientras pronuncie en su odio - Obedire - en el costado de su cuello tres lineas de no más 5 centímetros parecidas a una garra se formaron, marca que se encargó de hacerlo caer a mis servicios y total control. Con mis ojos señalé la puerta que protegía la entrada a la zona donde guardaban los cadáveres y mediante mis pensamientos le ordené abriera dicha puerta.

 

Una vez la puerta fue abierta para mi, crucé el umbral y antes de cerrarla le ordené que siguiera el camino por donde venía, cuando estaba a un par de metros, le señalé con mi varita y pronuncié el conocido rayo desmemorizante - Obliviate - rayo el cual borraría cualquier recuerdo de la ultima media hora. Me giré nuevamente y active mi Anillo de Escucha para escuchar cualquier voz o ruido que hicieran en el perímetro.

 

Esperé unos minutos, los cuales no escuché nada, y me adentré a la fría y oscura habitación de autopsias, habitación donde se encontraba el cuerpo inerte del hombre que había sido envenenado. Me acerqué y lo observé un poco entre las penumbras, la expresión de su rostro era de dolor puro. Tomé mi Amuleto de la Resurección, coloqué dicho colgante con forma de esmeralda que comenzó a emitir una luz fluorescente bastante fuerte en la oscuridad de la habitación. Cerré mis ojos y aparté la mirada hasta que dicha luz dejó de generarse.

 

- Lumos - pronuncié, y el hombre comenzó a abrir los ojos para luego empezar a alterarse - Calma, estás bien - Pronuncié, sosteniéndolo por los hombros mientras él tosía desesperado. Parece ser que un cinaede había sido usado en su contra. Conocía los efectos de tal hechizo, y sabía el gran dolor que causaba. Así que ayudé al hombre a incorporarse, y vi como la sabana que cubría su cuerpo caía, dejándolo completamente desnudo. Él, al percatarse de ello soltó un grito para cubrirse, por mi parte le dije que se callara en un tono severo.

 

- A ver, señor. Me llamo Daniela Gonzales y vengo a interrogarle sobre lo sucedido. Necesito su testimonio sobre el suceso y que me diga, que lo ha puesto en esa situación - El hombre, por su parte cayó unos segundos antes de lanzarse a llorar desconsoladamente. Masajeé mi sien mientras le tomaba por el hombro - Estará bien, pronto se le sacará de aquí - susurré, intentando calmarlo.

 

- Estuve en el lugar equivocado - comenzó a decir, mientras respiraba dificultosamente - Habían una pareja en un callejón y el hombre le lanzó lo que parecía un rayo verde a la mujer, rayo que se consumió el cuerpo, grité preso del pánico y el tipo conectó su mirada con la mía. Era una cabeza más alta que usted y tenía unos ojos oscuros como la noche. Vino hasta mi y pronuncio unas raras palabras, luego solo sentí una sensación de ahogo hasta que ya no supe más de mi cuerpo. ¿Me permiten una llamada a mi esposa? Necesito avisarle que estoy bien - terminó de relatar para hacer esa simple petición.

 

Por mi parte, tomé mi varita y tras pronunciar un Nox. Señalé al hombre y pronuncié - Desmaius - Para ver su cuerpo caer inconsciente nuevamente en la camilla de autopsias. Mientras extraía el amuleto de su cuerpo, repasé sus palabras y al entender que lo tenía todo simplemente me desvanecí de la escena para aparecer frente al Uzza, en el campo de entrenamiento.

 

- Lo tengo todo - susurré, mientras apretaba el colgante entre mis manos y lo guardaba en mi bolsillo. Sus poderes ya habían sido usados y ahora debía esperar una luna completa antes de poder usarlo otra vez.

[Khufu]

Zoella había finalizado su tarea así que Khufu abrió un portal que le permitiría ir hasta su campo de entrenamiento en donde continuarían la clase. El guerrero estaba muy interesado en observar su evolución, dado que hasta el momento había demostrado mucho interés y buen manejo de los hechizos del libro. Ahora solo quería garantizar que era capaz de utilizar los amuletos del mismo adecuadamente y con éxito.

 

- Cuidado con la criatura - Al cruzar el portal sería atacada con un leopardo que solo podría evitar con sus amuletos y objetos, no con hechizos. Además debía usar solo aquellos otorgados con el Libro del Equilibrio. Khufu estaba convencido de que sabría exactamente qué hacer o él mismo tendría que salvarla de una muerte casi segura.

 

Sin embargo, no eran todas las sorpresas que la esperaban. Khufu había soltado una araña venenosa capaz de matarla en menos de 5 minutos de no encontrar el antídoto. La misma había logrado picarla mientras se defendía del leopardo y esperaba que tuviera todo lo necesario para salir viva de eso. De nuevo, solo esperaba que superara el obstáculo con los amuletos del Libro del Equilibrio, es decir que los tuviera todos con ella.

 

El guerrero no le pondría más tareas por el momento. Tenía suficientes cosas para entretenerse y evitar la muerte pero era lo que tenía que cumplir al haber decidido tomar las clases de los guerreros uzzas.

[Zoella Triviani]

Me encontraba en el pasillo en busca del campo, recientemente había desaparecido de a morgue cuando un portal me trasladó al campo de entrenamiento donde el Uzza se encontraba. Tenía la adrenalina a flor de piel, junto a las ganas de pasar cada obstáculo que Khufu pusiera ante mis capacidades. La clase era demás exigente a cualquier otra que hubiese cursado, sin embargo, no me quitaba las ganas de demostrar que era merecedora de mi aprobación y así lograr el perfecto enlace con el libro y sus poderes.

 

Cuando terminé de pasar por el portal escuché la advertencia del guerrero, y al girarme a mi costado un leopardo venía a toda velocidad hacía mi. Me quedé pensando algunos segundos en que usar, mientras la criatura cada vez estaba más cerca de mi. Pero cuando se encontraba a dos metros de distancia recordé que podía usar. Pensé en las Semillas de Hielo mientras le apuntaba, y de la punta de mi varita salió un viento helado que paralizo al leopardo, recubriéndolo de hielo.

 

Suspiré aliviada, hasta que sentí el fuerte dolor de la picada en mi tobillo. Cuando bajé la mirada una araña venenosa estaba a un paso y venía con intenciones de picarme nuevamente. Por suerte, en mis dedos tenía los anillos entre ellos en Anillo antiveneno, que servía para combatir cualquier veneno común.

 

Con mi pie pisé y pateé la araña, que salió despedida hacia unos arbustos que se encontraban a dos metros de donde estábamos. Levanté la mirada nuevamente al Uzza, y giré mi rostro hacia el leopardo congelado mientras esperaba cualquier otra cosa que Khufu pudiera idear para la prueba.