Libro de la Sangre

[Gahíji]

Se dio cuenta de lo mala idea que había sido sugerir que probaran la marca de sangre desde el principio. La muchacha que más rabia parecía tenerle y que él no conseguía entender obligó al Leoncillo que le atacara con el hechizo más terrible que conociera. Cuando escuchó la maldición asesina saliendo de sus labios, apretó los suyos propios con furia. ¿Estaban locos?

 

No pronunció palabra alguna pero, en cuanto aquella maldición se acercaba a él, se vio desviada hacia el cielo dejándolos a todos inmóviles. Frunció el ceño tan fuerte que casi le dolió la frente.

 

— ¿Estáis locos? ¿Estás loca? —bramó, mirando a Felicity. Sin poderlo evitar, dio varios pasos hacia ella, con gesto amenazador—. ¿Quieres jugar a esto, de verdad? Si levanto mi varita hacia ti, niña est****a, te convertiré en polvo antes de que te dé tiempo a parpadear. A ti y a tus est****os comp...

 

Las palabras murieron en sus labios cuando alguien le rozó la mejilla. Parpadeó varias veces mientras sentía que la ira se apoderaba de él. Casi inmediatamente sintió la influencia de Nkuku, que apaciguó los oscuros pensamientos que pasaban por su mente.

 

— Fuera de aquí. Todos. ¡Fueraaaa, he dicho! —gritó, fuera de sí. Alzó la varita y los apuntó, alternando entre unos y otros—. ¡Desapareced de mi vista, u os harán llegar a casa en una caja de madera! ¡FUERAAAAAAA!

 

Los gritos resonaban en el aire con tal fuerza que parecían los rugidos de un dragón enfurecido. Al parecer, Nkuku tendría bastante tarea aquella tarde...

 

Convencido por la calma de su sirviente, Gahíji gruñó una vez más y les dio la espalda. Si seguía mirándolos durante un segundo más, los haría explotar ahí mismo.