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Aritmancia - Encantamientos.


Jeremy Triviani
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Profesor: Jeremy Askar Triviani.

Alumnos: Zoella Triviani Yaxley, Thomas Clairmon y Aine Malfoy.

 

 

 

El vampiro aún no se acostumbraba del todo a dar las clases en aquella escuela que parecían ruinas en el medio del Amazonas, llamada Castelobruxo. Era una belleza de lugar, muy tropical, demasiadas flores perfumadas inundaban el aire y lo que más sufría cuando le tocaba dar clase era el calor. Al haberse criado en medio de la nieve, le había costado muchísimo acostumbrarse al clima londinense, ni hablar de ahora que debía soportar las temperaturas elevadas en aquel continente sudamericano.

 

El aula que le habían cedido para la clase, tenía largas mesas de trabajo con bancos a sus lados. En el fondo una estantería tallada en la misma pared de piedras rusticas, contenía variedad de ingredientes y objetos para llevar adelante cualquier tema que se precisara. Una pequeña biblioteca con tomos viejos de lomos gastados que habían perdido el color, se encontraban delante de la puerta de entrada y a su izquierda, una pizarra color verde. La iluminación eran por ventanales abiertos en la roca que no contaban con vidrio, dejando pasar el aroma floral de exterior.

 

Jeremy tenía en su mente una clase formada, pero bien sabía que las cosas podrían modificarse al último minuto con el interés de sus alumnos. Un profesor solo era la mitad del aprendizaje. Espero a sus alumnos parado en el fondo del aula cerca de los materiales. Llevaba una camisa blanca de mangas cortas, y un jeans chupín color negro con zapatos a juego. Nada de túnicas ese día. Hacía demasiado calor. Y además, lejos de manejar el color negro de antes, aquella escuela usaba un verde esmeralda muy llamativo.

 

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Nada más aparecer, la humedad del ambiente se hizo notar, arrancando un gesto de molestia en la mujer. El olor del verdor que pintaba el paisaje la invadió. Las sacerdotisas tenían un nexo con la naturaleza, pero quizá Ainé no lo sentía tan latente. Ella había decidido apartarse de sus orígenes en el pasado y había corrompido su esencia, había faltado a sus enseñanzas y ahora era una extraña para el medio. De igual forma que lo era en un mundo mágico que ya la había olvidado. El tiempo era amo y señor y no esperaba por nadie. ¿Cómo podía pretender qué iba a esperar por ella?


Viserion tiró de la túnica de lino crudo, llamando la atención de su dueña y ella respondió acariciando el pelaje tupido bajo la oreja.


— No creo que te dejen entrar conmigo. Ve, da una vuelta. Estaré bien —el cánido bufó, pero respetó el mandato y se perdió entre la maleza. Ella, anudó el pelo en un moño alto, sin ningun rigor, dejando caer algunos mechones azules y ensortijados.


Entró al aula y se decantó por uno de los asientos. No tardó en avistar al fondo de la habitación, quien imaginaba presidiría la jornada.


—Buenos días —saludó al hombre que esperaba en la sala y cruzó la estancia ocupando uno de los bancos centrales, donde esperaba no perderse de nada y aguardó a que la clase diera comienzo.

 

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La varita relucía a plena vista. A Thomas no pareció importarle, volvió a tomarla y siguió lustrándola con un fanatismo que rozaba la obsesión. Tenia la mente a kilómetros de sus manos. Estaba rememorando lo que había pasado la semana anterior cuando luego de un acto de magia en publico, para juntar algunos galeones, siguió a una mujer para saciarse de su sangre. El impulso había acabado con todo el autocontrol que llevaba desarrollando desde el encuentro con su gemela, Frankie, ella le había enseñado a mantenerse en constante dominio de su sed de sangre. Adelantándose a los ataques en vez de sucumbir a ellos. En aquel momento había logrado su cometido, pero había fallado con ese impulso. Se había alimentado hasta ver como la vida se escapaba de los ojos de la mujer. La primera victima de la que era cociente.

 

-No puedo hacerlo -Susurro a la varita, sintiendo la pesadez de la culpa extendiéndose, de nuevo, por todo su cuerpo. Las lagrimas de sangre y dolor, fueron bajando de sus ojos por las mejillas hasta caer en pequeñas gotas sobre la lustrada varita, manchando la delicada cera. El pantalón caqui con tirantes, también se vio comprometido cuando absorbió el liquido. Tenia una clase a la que asistir, pero las fuerzas no le daban para levantarse e ir. Siguió sentado en el piso hasta que las lagrimas se secaron en el rostro y solo quedo un recuerdo de ellas marcadas en su piel. No las borro, sino que guardo el resto de cera que no había utilizado y se puso de pie para irse. Pedir un traslador publico a Brasil, no era tarea fácil. El profesor le había dejado uno en la puerta de la antigua universidad.

 

En el camino hacia el traslador, Thomas se compro un helado de chocolate, con unos galeones que había ganado a primera hora de la mañana. El truco de la carta golpeadora, seguía siendo el que mas gustaba al publico. Tenia pensado convencer a su gemela, que lo ayudara a crear unos complementos que pudieran mezclarse con el truco principal. No tenia idea como hacerlo, ella era muy inteligente para esas cosas. El pelinegro solía decirle que se había llevado la inteligencia de los dos, y a él solo le había quedado la guapura. Eso hacia que Frankie rompiera en carcajadas escandalosas, antes de que un empujón los llevara a una pelea física donde terminaban lagrimeando de la risa. Luego de tocar el traslador por accidente con el pie, pensaba que era una lata ordinaria, Thomas se vio trasnsportado a Castelobruxo.

 

A la sangre del pantalón, se le sumo la tierra al tocar el piso. La varita se le había escapado de la mano rodando por el pasillo, el morral de tela, donde tenias los útiles escolares, se había abierto al caer perdiendo dos rollos de pergamino. Thomas se apuro a guardar todo antes de correr para agarrar la varita que había quedado en la puerta del aula. Percibió la presencia de las dos personas antes de verlas por completo al ingresar. Conocía al hombre.

 

-Hola soy Thomas Clairmont ¿Es el aula de Encantamientos?

Editado por Thomas Clairmont

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Llevaba rato ignorando al Malario, quien no paraba de cotorrear mientras saltaba en el colchón de mi habitación. Estaba tardando en arreglarme y recién salía de una larga ducha, la noche se me había hecho bastante larga, no había parado de pensar en la visita con Thomas a la tienda de varitas en Diagón, me había tentado de escupir toda la verdad frente a sus ojos, pero en el momento que la emoción surcó sus ojos me acobarde, tragándome todo intento de forjar el deseado lazo que no teníamos. Ese lazo madre-hijo que tanto anhelaba hacer con mis tres hijos, pero hasta el momento se me había hecho tan difícil.

 

- ¡Callate! - espeté a la criatura saltarina mientras le lanzaba un cepillo, siendo eso lo primero que mi mano tomó. El pequeño elfo esquivó con éxito el objeto y se bajó de la cama, acercándose a mi para traer una de las pelucas que usaba - Va tarde a su clase, bola ocho - se montó en un banco y coloco la pequeña peluca sobre mi pelona. Por mi parte lo alejé de un empujón, acomodando la peluca violeta que había escogido, peiné el flequillo que esta tenía y me dispuse a caminar sin la toalla hasta mi closet.

 

Luego de colocarme la ropa interior, comencé a observar a ver que podía ponerme. Según la nota, las clases de conocimientos comenzarían a ser en Castelobruxo, una antigua escuela escondida en las selvas amazónicas de Brasil. Recuerdo haber escuchado sobre las supuestas ruinas amazónicas, que en efecto era lo que los muggles brasileños observaban mientras paseaban a sus alrededores. Luego de vestirme con un fresco short de estampa militar y una blusa negra maga corta, tomé el soporte que había comprado para mi varita y la acomodé en mi muslo, me recordaba mucho al soporte de armas que usaban los muggles.

 

Mirándome una ultima vez en el espejo, acomodé un poco la blusa que se subía y tomando la nota emprendí mi viaje a Castelobruxo. Aparecer a sus alrededores fue fácil, lo recordaba de las numerables fotos que había visto en los libros, y con paso decidido me encaminé al salón que señalaba en la nota.

 

Fue difícil encontrarlo, pero luego de algunos minutos llegué, sabía que era la correcta porque observé como Thomas cruzaba el umbral. Y recordé cuando me dijo que pronto cursaría ese conocimiento. Un nudo se formó en mi estomago, nudo que creció al ver a Jeremy parado al otro lado del salón. Cerré mis ojos, y entré - Si Thomas, este es el aula - Contesté, pasando por su lado pasa sentarme en las sillas del fondo, ignorando hasta ahora la presencia de la bruja desconocida.

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-Buenos días -Saludó Jeremy a su primera alumna, a quien vio colocarse en los bancos del medio.

 

Decidió esperar unos minutos más antes de empezar la clase, aun faltaban alumnos y quería darles un margen de tiempo para que llegaran. Conocía a una de ellas, y sabía lo que tardaba en buscar la peluca adecuada para cada situación. No podía negar, que a pesar el tiempo, lograba sorprenderlo a toda hora. ¿Siempre sería así? Esperaba que lo fuera. Aún les quedaba milenios por compartir.

 

-Hola, Thomas -Respondió Jeremy viendo a su ex tutoriado, con el rostro manchado de sangre - ¿Te encuentras bien?

 

Su preocupación se vio desviada cuando Zoella respondió la pregunta del chico y él la vio por primera vez en el día. Quiso sonreírle, pero cambió de opinión, concentrándose en el chico que se sentó sin problemas en el banco junto a la pelivioleta. Ambos eran muy similares en características y aquello no le gusto al vampiro. Pero nuevamente decidió no decir nada… por ahora.

 

-Bienvenidos a la clase de Aritmancia y Encantamientos -Les dijo empezando la clase - Mi nombre es Jeremy Askar Triviani, y les impartiré esta dos materias. Antes de empezar quiero que me respondan un par de preguntas. Señorita Malfoy ¿Sabe que es la Aritmancia o en que se basa su estudio? ¿Porque decidió tomar este conocimiento? ¿Qué es lo que más le interesa de ella? -Le preguntó a la primera mujer antes de mirar a los dos del fondo - Thomas y Zoella ¿Porque decidieron tomar esta clase? ¿Tienen algunas sugerencias con respecto a donde quieren enfocar la clase de Encantamientos? ¿Conocen de qué trata la materia?

 

 

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Una vez me senté, sentí la presencia del joven mago a mi lado, sentándose conmigo como compañero de mesa. Giré mi rostro hacía el y le regalé una sonrisa, sonrisa que se desvaneció al ver la sangre en su cuerpo. Fruncí el ceño y con mis ojos le pregunté si estaba todo en orden. Era raro, ese instinto de protección estaba bastante activo a su lado, justo como me pasaba con Frankie y en su momento con Ada. Y por segundos me imaginé como hubiese sido todo si Jeremy hubiese estado a mi lado durante todos estos años, con nuestros hijos, el nudo subió hasta mi garganta y no supe que hacer. Deseaba gritarle que yo era su madre, y que el mago idi*** que hoy es nuestro profesor es su padre.

 

No, hoy no quería provocar drama o cosas por el estilo, sin embargo, mi cuerpo pedía a gritos soltarlo todo, sin pensar en todas las consecuencias que ello conllevaría. Escucharlo hablar me hizo volver al lugar, la clase, eso era en lo que debía concentrarme ahora y olvidar los problemas que me rodean por unos minutos. Sus preguntas me hicieron reír un poco y tomando la voz de mando al levantar la mano me dispuse a contestar.

 

- Decidí inscribirme en esta clase, para ver al sexy profesor pero en cambio me conseguí contigo - solté a buenas a primeras para luego reírme - ​No, mentira. Me inscribí para mejorar mi técnica de encantamientos, ya que al practicarlo pues lo hice ma y me quedé si cabello - quité la peluca que decoraba mi calva - además de aprender un par de cosas más que me sean útiles. ¿Sugerencias? No, me gustaría aprender el máximo posible del tema y lo poco que conozco de la materia es que se enfoca en el movimiento y utilización de hechizos además de su correcta pronunciación - finalicé mi monologo y me dispuse a colocar la peluca en su lugar nuevamente.

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Jeremy espero paciente que los otros dos alumnos respondieran, pero ambos parecían estar pendientes de otra cosa. Por lo que después de esperar unos prudentes minutos, movió la varita señalando una piedra lisa del tamaño de su palma, golpeándola con lentitud, consiguió convertirla en un traslador que los desplazaría un par de metros a otro recinto de la enorme escuela. Antes de avisarle a Zoella, que lo acompañara, hizo lo mismo con otras dos piedritas para Thomas y Aine. Por si decidían volver a participar de la clase.

 

-Me agrada tu calva -Le dijo con una sugerente mirada antes de ir hasta ella -Nos desplazaremos hasta adentrarnos en la Selva Amazónica. ¿Estas listas?

 

No espero respuesta, agarró a la bruja del brazo antes de sentir el tirón debajo del obligo que los convertía en viento antes de dejarlos con fuerza en medio de la amazonia. Jeremy casi pierde el equilibrio pero logró quedarse de pie, sosteniendo a Zoe con firmeza para que no caiga al suelo, junto a la peluca, que si cayo.

 

-Déjala, no la juntes… -Le pidió soltándola con cuidado - Intentaremos que tu pelo vuelva a crecer de forma natural. Para usar los encantamientos debes concentrarte mucho, usando la varita de forma correcta. Ya que se necesita una pronunciación correcta de la palabra y un movimiento preciso. Un pequeño error desviara el resultado.

 

Estaban en una planicie rodeados de árboles, donde había piedras y vegetación espesa. El calor se podía sentir muy húmedo en el aire. Haciendo que pronto la ropa se les pegara al cuerpo. Jeremy odiaba ese clima, pero desde hacía un tiempo que todo lugar a donde iba parecía ser que tenían altas temperaturas, las que apenas podía soportar, sin sentir un gran fastidio.

 

-Practicaremos el encantamiento “Crecepelo” - Le dijo antes de mostrarle el movimiento correcto al encantamiento que debía usar con la varita. Lo repitió varias veces para que la bruja lo captara con la vista - Debes concentrarte bien, porque lo practicaras sobre mí, si no aparece Thomas - Frunció la ceja antes el peligro al que se exponía, ya que Thomas no estaba a la vista, por el momento- ¿Estas lista?

 

Estaba convencido que si ella lo practicaba sobre él, tendría más cuidado. Pero era Zoella y un mundo de posibilidades se abría con ese simple hecho.

 

 

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El rubio escuchó atentamente lo que dije y espero paciente a que los otros dos respondieran, y luego de un rato lo vi girarse y encantar tres piedras. Me levanté de mi puesto, suponiendo que me haría una señal y así fue. Me acerqué al pasillo mientras el caminaba hasta quedar cerca. Una sonrisa ingenua apareció en mi rostro, y cuando me dispuse a contestar me tomó del brazo y sentí ese tirón en el fondo de mi estomago, bendito seas Jeremy. Los trasladores me parecían la cosa más desagradable en mi cuerpo, me llenaban de sensaciones nada agradables.

- No, no estoy lista - contesté alejándome de la cercanía de su cuerpo para agacharme a tomar mi peluca, peluca que me pidió no me colocara. Lo miré extrañada y la guardé en mi bolsillo trasero a regañadientes. Me crucé de brazos mientras prestaba atención a las palabras del mayor de los hijos de Candela. Me pensé su propuesta, de hacerme aparecer nuevamente el cabello y una incertidumbre al respecto. Me había acostumbrado a estar sin el, aunque sí, puede que me haya enojado la perdida de mis pestañas y cejas, pero no extrañaba el resto de vellos que había en mi cuerpo, en especial los de ciertas zonas que eran un tanto molestos.

Resoplé mientras lo observé mover la varita, por mi parte bajé mi mano hasta mi muslo para tomar mi varita del soporte y erguirla frente a mi, presté completa atención al delicado movimiento de su mano y muñeca, lo repetí después de verlo un par de veces, y cuando me dio la propuesta de usarlo en el una sonrisa maliciosa cruzó mis labios - ​¿Puedo localizar este hechizo en na zona en especifico? - pregunté, mientras me acercaba un poco más a su cuerpo mientras lo observaba a los ojos.

Acerqué la varita a sus cejas, y mientras hice el movimiento tal cual me enseñó pronuncié el encantamiento - Crecepelo - y de un momento a otro, su ceja derecha comenzó a crecer mientras que la izquierda se quedó vacía, todos los vellos se cayeron al mismo tiempo. Solté una carcajada mientras me retorcía de la risa, sosteniendo mi estomago - Lo siento - repetía entre risas, hasta que caí al suelo retorciéndome sobre la tierra.

 

A los minutos me calmé, me levanté del suelo y lo observé intentando no reírme más - Soy un fracaso, mejor que quedo calva de todos los vellos existentes - comenté, riéndome otro poco más.

 

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-Puedes usarlo en una zona particular, solo si te concentras -Respondió asintiendo, viendo como la bruja empezaba a prepararse para practicar el hechizo.

 

Jeremy no había notado la cercanía de su hermana hacia él, pero tampoco se corrió ni un centímetro. Sintió que ella empezaba a utilizar el encantamiento de forma correcta, pero con una pequeña desviación en la mano, lo que hizo que su ceja empezará a crecer de forma desbordaba, cubriendo todo su ojo derecho, mientras que el izquierdo brillaba por su ausencia. Quiso fruncir ese lado para demostrar su molestia, pero apenas se notó por su falta.

 

-¡Dije que te concentres! -Grito mientras veía a la bruja que se revolcaba en el suelo, muerta de la risa por su aspecto -¡jo.der! -Continuó antes de lanzar una risa y unirse a la hilaridad.

 

Lejos de arreglarlo, Jeremy ayudó a Zoella a ponerse de pie, y le entregó la varita que había perdido en el suelo. Escucho las palabras de ella, y negó con la cabeza, haciendo que todos sus cabellos se movieran a la par.

 

-Debes focalizar tu mente -Intentó armarse de paciencia - Cualquier desviación en la muñeca, provoca cosas diferentes. La práctica es la que hace al maestro, así que vuelve a hacerlo conmigo, pero visualizando aquí dentro... -Le tocó con la mano el costado de la calva en una suave caricia -Lo que quieres conseguir. Acuérdate que los encantamientos son uno de los procesos más laboriosos de aprender en la magia. Se utilizan a diario, y aunque tú no te des cuenta, utilizas muchos casi sin pensarlo.

 

 

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Editado por Jeremy Askar Triviani

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Tomé mi varita que Jeremy me tendía luego de ayudarme a ponerme de pie, lo vi negar con la cabeza con su expresión divertida. Verlo así, incluso con una ceja calva era guapo, de una manera graciosa pero lo era. Concentré mi mente como me indicó y mis ojos se fueron perdiendo en los suyos mientras me explicaba hasta que hubo un momento dónde sólo observaba sus labios moverse, sin concentrarme más que en sus expresiones y facciones, en su mirada y en como cada porción de su rostro estaba en perfecta armonía con los demás.

 

Su mirada inquisitiva hacia mi repentina mudes me hizo salir del trance, giré mi rostro apenada y juraría que si por mi cuerpo corriera alguna gota de sangre viva, se hubiese concentrado en mis mejillas en un bonito colo carmesí. Relamí mis labios y bajé la mirada, ¿como había sido posible que me hubiera vuelto a perder en su simple mirar? Hacía meses no me pasaba, y era por ello mismo que tomaba distancia de su cuerpo, pero estando en la soledad del bosque, a su lado, me lo hacía difícil.

 

- A ver si entendí - comenté dudosa, levantando mi mano que temblaba de nerviosismo por su penetrante mirada que me escudriñaba. Quise lanzar el encantamiento, pero me dio miedo embarrarla y solo pude bajar mis brazos rendida, soltar un suspiro y cubrir mi rostro con mi mano libre - Me lo pones difícil Jeremy, más cuando te me quedas mirando así, de esa forma que tanto de debilita y me hablas tan lento y suave, justo como hace tantos años hacías. Me haces que quede como una tonta hipnotizada por ti - Admití sin más, gruñendo frustrada - Creo que tomar esta clase contigo es una mala idea - sentencié, sin siquiera mirarlo.

 

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