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Voodoo Dolls (MM B: 113092)


Tauro M.
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Tauro se sonrojó ante el asombro de Matt, pero no lo culpaba. Los ingleses poco se solían interesar en otras culturas, llegando inclusive a menospreciar otros tipos de magia, pero ella no era así y en parte se lo debía al modo en el que había sido criada. Su madre acostumbraba a llevarla consigo a varios de sus viajes y si no estaba con ella, la dejaba por varios días en alguna aldea o la mandaba a cualquier otro lado donde la fueran a cuidar y sobre todo enseñar, de ahí a que desarrollara ese gusto hacia la variedad. Si Tauro pudiera escoger otra profesión por la cual sintiera vocación, sería algo relacionado a investigar los distintos tipos de magia.

 

— Nos gusta mantenernos informados, de lo contrario no podríamos satisfacer las necesidades de nuestros clientes —intervino. Por supuesto que al mago no se le había pasado por alto el hecho de que faltaba una de las estatuas.

 

— Sí, claro que la tenemos, es solo que tenemos una elfina a la que le encanta limpiar y se le olvida regresar las cosas a su lugar —dijo con pesar. La elfa doméstica estaba ya muy entrada en edad, pero aun así se rehusaba a dejar de servir y bueno, a Jeremy y a ella no le incomodaba su presencia, además de que había venido junto con la compra del lugar, hubiese sido muy injusto hacerla marchar —Pero no se preocupe, ya mismo la mando a buscar. ¿Se las quiere llevar ya o prefiere que se lo entreguemos en su casa?

 

Tauro tuvo que llamar varias veces a la Señora Nesbitt hasta que atendió el llamado. Le dio órdenes de buscar la pieza faltante y empacarlas junto con sus hermanos y hermanas. También le aseguró a Matt que estarían bien y le pidió acompañarla de regreso hacia la caja registradora.

 

— Si está interesado en algo más, nosotros se lo conseguimos —aseguró, asegurándose de escoger un camino diferente a su regreso, pues había notado la incomodidad del mago con el anterior recorrido.

 

La señora Nesbitt encontró a Ku en la sección de amuletos, más específicamente donde se encontraban los de origen egipcio. Allí un mago se encontraba curioseando. Ni corta ni perezosa hizo que cargara con tres de las estatuas, mientras terminaba de envolver a la cuarta y le pidió que lo siguiera. Ella era una elfa demasiado peculiar.

 

— Aquí están todas —dijo hacia la peli-azul.

 

— ¡Perfecto! Puedes regresar con los demás invitados. ¡Y esta vez asegúrate de que compren algo! —exclamó alzando la voz, de manera innecesaria claro, pues apenas y se había alejado. Se percató de la presencia del otro y se preguntó por qué Jeremy no le había consultado sobre contratar a alguien más.

 

— Aquí está su producto. Las puede ver por usted mismo —pese a que estaban envueltas el material era transparente, por lo que todavía podía apreciar sus detalles.

 

@@Syrius McGonagall @@Oliver Gaunt

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No era cualquier coleccionista. Oliver solía comprar objetos pequeños para sumar a la decoración de su hogar. Los elegía dotados de una belleza un poco dudosa a otro ojo, pero perfectamente imperfectos a los suyos. Solían ser objetos de acabado toscos, o con pequeñas fallas en la pintura. Pero para él hablaban de un artista joven con problemas de movilidad, de un anciano cansado de vender sus creaciones en el puerto. Una pequeña historia que se armaba en la mente para darle sentido a esos errores.

 

Estaba buscando la elección perfecta, cuando una elfina rompió la magia del momento. Parecía ser muy eficiente y de edad avanzada. Oliver se vio sosteniendo unas estatuillas, siguiendo los pasos de la pequeña dependienta, como un soldadito que sigue al comandante hacia la línea de batalla. Lo absurdo de eso, hizo que sonriera y prestase atención al sombrero de la elfina. No dejaban de agradarle la vestimenta que solían elegir los elfos para ponerse. Todos eran ridículamente tiernos al parecer del Gaunt.

 

Oliver se encontró dándole las piezas a una mujer de cabello azul, para que a su vez, ella se lo entregara a un hombre. Se quedó a un costado viendo el intercambio de dinero. Podía ver el perfil delicado de la bruja.

 

-Tienen una excelente colección de amuletos egipcios –Dijo rompiendo el silencio - ¿Poseen algo de dragones?

 

 

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— ¿Disculpe? —inquirió cuando el que pensaba era el nuevo empleado hizo un comentario relacionado a los amuletos. Fue allí que cayó en cuenta de que se trataba de otro cliente más que había sido víctima de los excesos de confianza de la elfina. Rápidamente se disculpó, no quería que se sintiera ofendido por su confusión, por suerte a él no pareció importarle, porque siguió preguntándole por algo más.

 

— ¿Dragones? —sus ojos brillaron de emoción —Son mi cosa favorita en todo el mundo, me atrevería a decir —. A Tauro le resultaba fácil emocionarse y demostrarlo cuando hablaba de algo que realmente le gustaba y no podía ocultarlo, así que mientras Matt tomaba una decisión aprovechó ese momento para seguir con la conversación —¿Qué exactamente está buscando respecto a los dragones? —esta vez su actitud cambió, así como los dragones eran su criatura favorita en el mundo, era muy recelosa cuando le preguntaban por partes que solo se podían obtener con las criaturas ya muertas.

 

— Señorita, los magos a los que me mandó a cuidar dicen que se van, que volverán otro día para comprar algo —anunció Nesbitt. Tauro reprimió una mueca de enojo, pues no era la primera vez que lo hacían. Era consciente de lo importantes que eran y las influencias que le podían asegurar en algún momento en caso de necesitar un favor, pero su paciencia para con ellos estaba llegando a su límite.

 

— Para otra ocasión será —dijo en un tono que no pretendía aparentar amabilidad. Por unos muy breves segundos una sonrisa retorcida se dibujó en su rostro. Ya los obligaría a volver.

 

@@Oliver Gaunt

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A Oliver no se le escapó el brillo de los ojos ella al responder. Eso le agradó tanto, que devolvió una sonrisa. Cualquier persona que tuviera por afición algo relacionado a dragones seria alguien a tener en cuenta entre sus futuros contactos. Para eso estaba en Inglaterra. Las ansias de exigirle que le cuente todo lo que sabía para armar un debate sobre el tema, en pleno negocio, no hizo más que incrementarse al oír la pregunta.

 

-Nada en particular - Se sinceró - Pero en encantaría ver algunas piezas que tuvieran de ellos. Escamas fosilizadas, huesos antiguos, hasta partes de uñas o dientes -Enumeró con los dedos - Hace mucho tiempo se hablaba de una leyenda sobre un dragón Dorado. El más sabio entre los dragones que habitaban el mundo, tenía el poder de los cuatro elementos y poseía un halo de protección que rodeaba su cuerpo, le que le permitía anular todo tipo de hechizos que quisieran lanzar.

 

Sin notarlo, Oliver se había acercado más a donde estaba la bruja, inmerso en la historia que tanto le gustaba compartir, anhelando por datos que aún no estuvieran en su conocimiento. Al darse cuenta de su error, dio un paso atrás para incluir al hombre a su lado. No debía olvidarse que la persona en cuestión, estaba gastando galeones, que él no. Tenía prioridad. Se armo de paciencia esperando su turno. Sin dejar de mirar a la señorita, que terminaba de hablar con la Elfina.

 

-Esperare por acá, si no le molesta.

 

 

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La respuesta del hombre le transmitió tranquilidad, sentía que sus palabras eran sinceras. Además, la historia que le contaba, ¡quería saber más! Tauro adoraba ese tipo de historias, todas las relacionadas a los dragones en general y a toda criatura mágica en realidad. Reprimió una risita. ¿De donde había salido ese personaje? Ahora le daba curiosidad, pues era la primera vez que lo veía por esos lados.

 

— Debo confesar que ha captado mi atención y eso es algo muy difícil de conseguir. Si me lo permite, en un par de minutos estoy con usted —hizo una pausa, no conocía su nombre —Tauro —se adelantó presentándose —Mi elfina le puede ir mostrando nuestra colección personal de dragones, aunque me temo que no poseemos productos para comercializar, todo lo que está en esta tienda se ha conseguido bien porque los dragones han muerto de causas naturales o por la imprudencia del hombre, lamentablemente —dijo con cierto resentimiento, luego añadió: —Mi gran sueño es encontrar un Dragón Azul.

 

Nesbitt empujó con sus pequeñas manitas al mago, empujándolo por las piernas hasta llevarlo a donde ella quería, sin dejar que pusiera resistencia. Podía ser anciana, sí, pero era bastante eficiente, aunque a su ritmo, para hacer lo que le ordenaran. Tauro no conocía el pasado de la elfina, ella parecía haberse olvidado de varios detalles sobre la vida con sus antiguos amos, pero la bruja sospechaba que sus recuerdos le habían sido borrados. Aun así, no había signos de que hubiese sido maltratada, tal vez Nesbitt pertenecía a una familia que simplemente buscaba salvarla.

 

@@Oliver Gaunt

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-¡Oh! El dragón azul... -Exclamo cuando la elfina lo fue empujando para guiarlo a otro sector del establecimiento - Oliver - Reveló su nombre, dejando de poner resistencia y siguiendo el camino que dejaban los pequeños pies de su guía. Los ojos del hombre se iban para todos lados, evaluando la importancia de las piezas que lo rodeaban. El choque de culturas se profundizaba a medida que se adentraba en el lugar.

 

El paseo termino en una expositora donde se podía ver piezas únicas de dragones. El ojo experto de castaño pudo notar a primera vista el valor monetario de la colección. La soberbia de las piezas lo impresiono tanto como agrado y desagrado en partes iguales. No toco nada, pero se inclino curioso sobre el vidrio evitando apoyar su peso en la delicada superficie. Lo que mas le llamaba la atención era un pedazo de piel escamosa, que contenía gemas incrustadas esparcidas en desorden. Oliver contuvo el aliento. Las pieles con gemas eran una rareza extrema por la antigüedad que poseian. Los dragones en la actualidad ya no solian tenerlas para protegerse.

 

-Elfina -Llamó con urgencia, pero parecía haberse ido a seguir con los recados.

 

Quería tocar con el tacto esa piel, pero la vitrina estaba cerrada y no se le ocurría intentar abrirla a la fuerza. No estaba entre sus habilidades ser un vulgar ladrón. Por lo que se tuvo que contentar, esperando que lo atendieran, esperando tener suerte y que fuera la mujer de pelo azul, quién lo hiciera.

 

 

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Tauro había quedado muy interesada en aquel mago de nombre Oliver, le interesaba escuchar lo que tenía para contar y creía haber encontrado a alguien que podía saber incluso más que ella en lo referente a los dragones. Lamentaba no haberlo podido acompañar, pero tenía otro cliente que atender que aun parecía estar considerando su primera propuesta. En vista de que eso le podía tomar algo más de tiempo se disculpó con él, asegurándole que podía encontrarla en otro lado de la tienda en cuanto hubiese tomado una decisión.

 

— Nesbitt, te dejo a cargo, si necesita algo más no dudes en decirme que vendré de inmediato.

 

Para la bruja no fue difícil dar con el paradero de Oliver, sabía exactamente a donde lo había llevado su elfina. Desde una distancia prudente lo observó con curiosidad, parecía un niño en un parque de diversiones y ella se sintió como la feliz dueña del lugar, orgullosa de todo cuaánto poseía.

 

— Y bien, Oliver, ¿algo que haya llamado tu atención? —dijo a sus espaldas, mientras observaba la llamativa piel escamosa protegida tras una vitrina. La pieza por sí sola valía muchísimos galeones, aunque para ella se trataba más que de dinero, de hecho ahora que conocía a un experto en el tema confiaba en poder ayudar a buscar la forma para que la genética de los dragones actuales pudiera recuperar algo de sus ancestros y para ello necesitaba lo que estaba allí. Hizo aparecer un manojo de llaves especiales, pasó al lado del mago y abrió la vitrina —Puedes tocarla.

 

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-Lo que más llama mi atención es la piel. Parece ser de los primeros dragones que habitaron en el mundo. Cuando el cuerpo de ellos poseían gemas que los protegían de ataque, mas en la parte de -Comento.

 

No la había escuchado llegar, solo sintió su mirada unos segundos antes de que rompiera el silencio. Se dio vuelta para verla acercarse, moviéndose a un costado para darle acceso a la vitrina. El entusiasmo empezaba a crecer, solo contuvo el aliento sin darse cuenta, hasta que abrió el vidrio para dejarlo curiosear a sus anchas. Bajo la atenta mirada. El hombre no se asustó, sino que se quitó la gorra para que nada le impidiera la visión.

 

-Gracias - respondió acercándose por fin a la piel de manera más entusiasta. No la tocó al principio, porque estaba informado que algunas pieles tenían encantamientos aún perduraban, aunque el dragón hubiera muerto mucho tiempo antes - ¿Me permites hacer magia? Es solo para hacer una comprobación que no dañare la piel.

 

Saco con cuidado la varita esperando la respuesta de la bruja. Llevaba mucho tiempo queriendo poner en práctica unos estudios herpetológicos, que le respondieran entre muchas cosas, porque los dragones de la actualidad, eran menos poderosos que los de antes.

 

-La piel parece ser quitada de un ejemplar vivo, que no tardo en morir. Solían tener piedras preciosas en su vientre como protección extra –Expuso mirando más en detalle, aun sin poner las manos sobre ella.

 

 

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Tauro abrió los ojos sorprendida y sacó a relucir su instinto protector. Una cosa era dejarlo tocar el ejemplar, algo que no le hubiese permitido ni a su socio, por lo descuidado que podía llegar a ser y hacerlo con un extraño, alguien a quién apenas acababa de conocer iba en contra de todo lo que transmitía la bruja. Ahora, permitirle hacer magia. ¿Y si lo estropeaba? Negó con la cabeza.

 

— No estoy tan segura de ello. Me aseguro de conservarla en perfectas condiciones, no quiero que nada la dañe —le explicó. Toda magia dejaba rastro y no se le ocurría qué hechizos pensaba usar el Mago, quién le aseguraba que no dañaría la piel.

 

El comentario que le siguió hizo que su mirada cambiara de preocupada a triste. Aquel Dragón había muerto en manos de comerciantes del mercado negro que buscaban hacerse ricos arrancándole las piedras, no conforme con eso lo habían dejado a su suerte, esperando a morir. Los humanos podían llegar a ser muy crueles y despiadados cuando querían. Su semblante se suavizó.

 

— Si antes me dices qué hace el hechizo y lo pruebas en alguien más, quizás te deje hacerlo. Es más, lo puedes probar en mí —si le causaba algún tipo de reacción alérgica tenía pociones que la curarían, confiaba en sí misma y en sus capacidades.

 

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Oliver asintió con una sonrisa. Le agradaba mucho. Él no esperaba una afirmación a lo primero. Debería ganarse su confianza para que pudiera seguir obteniendo respuestas sobre aquella piel tan antigua. No había visto ninguna así, con gemas incrustadas, lo mas cerca que había estado de ver algo pareció había sido en Marruecos de una colección privada de un jeque multimillonario. Él solo la había conseguido porque le gustaba el único rubí que tenia en el medio de las escamas. Aquel era rojo y parecía brillar con el fondo blanco del color del reptil alado.

 

-No te preocupes, era un hechizo que no hace daño alguno. Funciona como el Prior Incantato en las varitas. Aunque este, te permite saber si la protección alrededor de las piedras, sigue activa aunque su portador este muerto. Si lo hace, se notara los hechizos que usaron para derribarlo -Explico mientras miraba a los ojos de la mujer.

 

El silencio no se hizo pesado, mas bien aprovecho aquel, para rascarse los pelos de forma inconsciente para intentar peinar lo que la gorra le había desacomodado. No quería pensar en el aspecto que estaba dando. Se decidio rapido a demostrarle que no sufriria daño nadie.

 

-Mira, úsalo tu contra mi. Es fácil, no pasara nada porque soy humano y mi piel no posee magia -Continuo - El hechizo es "Tum Incantato" solo me iluminara un segundo con una estela color violeta claro y se disolverá, si llegara a tener un escudo mágico, se formaría el hechizo que me derribo frente a nuestros ojos como espectros de luz.

 

Le sonrió para darle aliento. Él sabia que no sufriría daño, pero ella no. Espero paciente.

 

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Editado por Oliver Gaunt

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