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Voodoo Dolls (MM B: 113092)


Tauro M.
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La explicación de Oliver sonaba convincente, pero no lo suficiente, ella aun permanecía escéptica y el debió notarlo, tanto así que se ofreció como voluntario para probar el hechizo del que tanto había estado hablando. En eso, Nesbitt volvió a acercarse, esta vez para entregarle una nota dejaba por una pareja de esposos a los que Tauro intentaba ayudar. Ambos eran licántropos que no habían podido tener intimidad pues siempre que lo intentaban sus instintos se salían de control y lejos de intimar aunque fuese con salvajismo, rompían todo antes de ponerse a pelear. Pese a todo seguían juntos, quizás la condición que compartían o porque realmente se amaban. Tauro había intentado ya varias cosas, pero aun tenía un as bajo la manga.

— Entregales el amuleto aquel con forma de luna, diles que lo utilicen durante su encuentro y por nada del mundo se lo quiten, eso debería ayudarlos a permanecer en su forma humana mientras lo mantengan cerca de ellos. Diles que lo usen como collar —la elfina asintió sin entender bien de qué hablaba, pero su único trabajo era entregar el recado y tomar el dinero.

—Lo siento, el trabajo aquí nunca termina —espetó, retomando la conversación con el mago —Está bien, lo usaré en ti y dependiendo del resultado te dejaré usarlo en el ejemplar —. Le parecía un trato justo. Tomó el brazo derecho de Oliver y recitó: —Tum Incantato —La luz violeta le iluminó la piel, pero nada pasó. Esperó unos segundos más para saber si algo más ocurría, pero el resultado fue el mismo —. Tum Incantato —volvió a recitar, esta vez en su propio brazo. La piel de los humanos y demonios era diferente, pero al igual que antes nada extraordinario ocurrió.

 

—Está bien, lo puedes intentar, pero que sepas que me quedaré muy cerca.

 

@@Oliver Gaunt

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Oliver noto la resistencia en el rostro de la bruja a pesar de sus explicaciones sobre el hechizo. Estaba por darle más detalle cuando la elfina interrumpió una vez más la reunión para que entregar una misiva. Mientras ellas arreglaban las cosas, el paseo su mirada por el resto de objetos de la vitrina, hasta encontrar un lindo diente de color negro. Parecía ser un colmillo propio de un dragón adulto. Calculó a simple vista, que tendría unos siento sesenta años cuando murió. Pero no se quedó con eso, estaba empezando a sentir unas extrañas pulsaciones en el medallón que llevaba debajo de la remera. Era apenas imperceptible, pero el podía sentirlo sobre su piel. Una vibración pequeña, pero constante.


Miro hacia todos lados, antes de volver la vista a Tauro que le estaba hablando. Negó con la cabeza, ya que apenas la había escuchado.


-Disculpa, me perdí un poco -admitió sin pena - Creo que debemos dejarlo para otra ocasión, donde te sientas más segura. Por lo pronto, quiero invitarte a cenar -La seguridad de sus palabras iban acompañadas de una mirada precisa a los ojos claros de ella - No conozco a muchas personas en Londres, y pronto deberé cursar en Hogwarts para tener derecho a ejercer mis conocimientos en esta tierra.


El Gaunt no sabia porque tenia la necesidad de contarle todo lo que había hecho o dejado de hacer, como si quiera que lo conozca mucho mas de lo necesario. No iba a culparla si salia corriendo. Eran dos extraños. Se estaba tomando muchas libertades.



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Tauro casi que pudo percibir que después de tener toda la atención del mago, ahora se hallaba medio ausente. Se calló para ver si lo notaba y efectivamente fue así. Lo miró con cierto recelo, había dejado a un cliente bastante importante para ir a atenderlo y ahora estaba disperso. Quizás había accedido demasiado rápido a enseñarle aquella muestra, de nuevo, a un completo desconocido. Lo miró con desaprobación, cambiando enseguida de actitud. Sin importar lo que le hubiese dicho ahora último, ya no tenía ganas de dejarlo experimentar. Abrió la boca para decir algo, pero Oliver se le adelantó.

 

— ¿Cenar? —estaba confundida y contrariada —Yo... eh... —realmente la había dejado sin habla. Aquello había sido totalmente inesperado y no sabía por qué estaba nerviosa. Se tomó su tiempo antes de darle una respuesta, mientras tanto en silencio volvió a encerrar en la vitrina la valiosa piel del dragón.

 

— Es una petición bastante rara —sintió un quejido en otra parte del local. Suspiró, aquel no podía ser otro sino su socio y como ya lo conocía podía adivinar que se disponía a salir para dejarle toda la carga laboral a ella.

 

— Acepto. ¿Me esperas? —era una actitud muy inusual en ella, pero ante situaciones extremas, medidas desesperadas. Después de todo solo se trataba de una cena, nada más, le preguntaría un poco sobre sus estudios, viajes y dragones y por qué había decidido venir a Londres a estudiar —¿A donde vamos a ir?.

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Oliver percibió el enojo de la mujer y no le extraño que quitara la muestra de alcance para volver a guardar en la seguridad de la vitrina. Lamento haber perdido la oportunidad de estudiar una pieza tan única como lo era aquella. Sin embargo estaba seguro que no era el momento adecuado para pedirle permiso de nuevo. Debería esperar, o en todo caso, jorobarse por pecar de lento. Los pensamientos se evaporaron cuando respondió con una afirmación su invitación a cenar.

 

-Si, te espero -Manifestó de inmediato - Haz lo que tengas que hacer, yo seguiré dando vueltas por aquí. Hay muchas cosas que pueden entretenerme durante tus obligaciones -Se encamino hacia otra de las vitrinas que poseía mascaras africanas -Cenaremos en mi hotel. No esta lejos de aquí.

 

No se volvió a ver por donde iba, estaba impaciente por cenar con ella. No podía entender porque ni que necesidad de conocerla le surgió en aquel momento. Muchos menos podía entender porque había desviado su objetivo de averiguar las cosas sobre su profesión en pos de su deseo de compañía. No iba a negar que la mujer era notable, pero su comportamiento para con ella, estaba distante de ser el correcto. Tendría que esforzarse en la cena para no dejarle una mala impresión. También para poder averiguar que era lo que tanto le llamaba la atención sobre ella.

 

Saco de debajo de su camisa el amuleto de poder, vació en esos instantes, y lo estudio con mas detalle. Solo el parecía distinguir una pequeña vibración como si algo de magia hubiera sido activada de un momento a otro. Estaba mas allá de sus capacidades entender a que se refería. Lo dejo a la vista, mientras ponía sus manos en los bolsillos, mientras observaba una careta de madera, con pinturas de colores vividos y plumas que parecían ser de Augurey.

 

 

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Una invitación al hotel. ¿Sería apropiado? Lo inspeccionó con disimulo, se vía inofensivo y ella no era cualquier persona de la cual se podrían aprovechar fácilmente, en cualquier sentido. Volvió a escuchar a Jeremy y eso para ella la hacía olvidarse de actuar como acostumbraba, parecía que estaba huyendo y si el vampiro se daba cuenta de ello no la dejaría en paz. Debía pensar en una excusa perfecta, después de todo no le resultaría raro de escuchar que iría a cenar con un potente cliente que quería saber más sobre los dragones y cuando insistiera en acompañarla, lo engañaría con algo más.

 

— En tu hotel será —. Se despidió sin nada más qué decir, con toda la intención de evitar a su socio y dar con la elfina, a la que le dejaría encargada la explicación antes de marcharse.

 

— Nesbitt, qué bueno que la encuentro. Debo salir con el joven de allá, es posible que compre una gran cantidad de artefactos antiguos, pero no se siente cómodo hablando de negocios aquí. Si ves a Jeremy dile que me fui.

 

— Señorita Tauro, el Señor Jeremy se encuentra justo a...

 

—¡No es necesario! —la interrumpió —Llevo mucha prisa. Nos vemos.

 

Ni tiempo le dio para cambiarse de atuendo, tampoco es que tuviera mucho tiempo para pensarlo. Buscó de nuevo a Oliver y lo encontró curioseando.

 

—¿Vamos? —era extraño, por más que intentara buscar uno y mil motivos para desconfiar, es como si lo conociera de antes, aunque físicamente no le recordaba a nadie. Al principio lo atribuyó a su afinidad por los dragones, pero ahora parecía ser algo más y estaba interesada en averiguarlo.

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Oliver la espero entretenido en los estantes de las Mascaras africanas. Noto los detalles bien trabajados en la madera, tenia pedazos de huesos pequeños pegados de tal forma a la superficie, que formaban una sola pieza única y singular. Su mente recordó el significados de ellas "Metáforas para el bien y el mal, los muertos, los animales, la naturaleza y cualquier otra fuerza que se considere más poderosa que el hombre mismo", Aunque aquellas no parecían ser de alguna iniciación, ya que raras vez sobrevivían ese tipo de mascaras a la ceremonia en el final. Pero si parecía ser de algún rito agrario o de veneración a una deidad. Quiso tocarla como le había pasado con la piel de dragón. Su necesidad de usar el tacto para completar las sensaciones eran un defecto que tenia que aprender a controlar. Para su suerte, sus manos seguían en los bolsillos, quietas.

 

Se había casi olvidado de donde estaba hasta que la voz femenina lo hizo volver al presente. Sonrió al sentirse avergonzado por el vuelo de su mente. Desde que Oliver había volado, por primera vez, sobre el lomo de un dragón no había vuelto a ser el mismo hombre. Sus sueños, después de eso, jamas habían tocado el suelo. Siempre apuntaba alto, donde esperaba que la persona que mas le habia importando en su mundo, lo estuvieran viendo. Siguió a Tauro a la salida del local, pensando por primera vez, que tenia suerte de que hubiera aceptado. Anhelaba tener compañía.

 

-¿Te gusta el Brandy? Tengo uno añejado... digamos que un Napoleón para los No Maj -Dijo caminando al lado de ella hasta la puerta de ingreso, la cual abrió para dejarla pasar, o eso intento. Parecía ser que no podía abrirla. Por mas que hiciera fuerza, la puerta parecía tener un hechizo para permanecer cerrada - ¿Tienen código para abrirla? -Preguntó sin creérselo del todo. Parecía ser que el socio de la mujer no los dejaría irse de ahí a ninguna cita.

 

 

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Tauro realmente no era una conocedora de licores, ella más bien era de esas que si acaso, bebía socialmente, o cuando tenía encuentros con su madre, donde necesitaba un poco de licor en su organismo para poder conversar con ella. Curiosamente cuando estaba en presencia de su socio, quién decía que le generaba estrés, no sentía la necesidad de beber.

 

— No sé si me guste, pero estoy abierta a intentar cosas nuevas —Aquello salió en la manera que no esperaba, de verdad no intentaba coquetear con él, al menos no de momento, pero al darse cuenta del efecto de sus palabras se encogió de hombros y sonrió. Como todo un caballero Oliver se adelantó para dejarla pasar, pero la puerta no cedía.

 

— ¿Pasa algo? —. Ella lo intentó también y lanzando un largo suspiro se giró sobre sus pies en dirección opuesta a la salida —Me parece que antes tengo un asunto que arreglar. Si gustas seguirme, estás invitado, pero probablemente el especátulo que vayas a presenciar no vaya a ser de tu agrado.

 

— Jeremy Askar Triviani —pronunció, arrastrando cada palabra —Sé que estás ahí. Deja de esconderte y comportarte como un niño. ¿Hay algo en particular que me quieras decir? Necesito el tiempo y tú me estás retrasando —. Ella fácilmente pudo haber hecho explotar la puerta de un solo hechizo, pero en presencia de Oliver prefería mantenerse serena y calmada.

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Jeremy estaba pinchando con un alfiler de punta gruesa, el estómago de una muñeca budu con cabello azul, ojos de botones del mismo color y una sonrisa diabólica formada con hilo grueso de color rojo. Se encontraba apoyado en una de las mesas de trabajo, en el sector de los Voodoo, donde creaban aquella magia negra dentro de los cuerpitos rústicos de los títeres. Sonrió al escuchar a la bruja. ¿Se pensaba que la dejaría ir así como así en medio del horario laboral? Ni por todo el maldito oro de Gringott. Espero hasta tenerla en su campo visual.

 

-No te vas a ir. Ahora llega un grupo de personas y esperan que contactemos con un familiar muerto, para que entre en uno de los muñecos - Dijo guiñándole un ojo - de todas formas ¿Quién es el ca.bron? Es muy joven para ti...

 

El vampiro agarro la muñequita pinchada y la colgó en uno de los estantes con un cartelito que decía Tauro debajo de ella. Le gustaba cómo estaba yendo el negocio. Estaban en buena racha. A la gente parecía atraerle las cosas que se mezclaban con las artes oscuras o que rozaban la fina línea que separaba la vida de la muerte. Ellos solo explotaban el mercado aprovechando la curiosidad del momento. Además a Jeremy le servía para experimentar con la magia negra que tanto le gustaba.

 

-No puedo dejarte ir -Continuó aprovechando que la demonio estaba en shock - Tenemos cosas que terminar. ¿No sabes el dicho muggle que dice "El que se acuesta con chicos amaneces meado" -Volvió al tema que tanto le interesaba y molestaba en partes iguales.

 

 

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Editado por Jeremy Askar Triviani

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Tauro estaba acostumbrada a la especial forma de ser del vampiro, pero que fuera un gilipol.las delante de otros la sacaba de quicio. Observó a la muñequita con la cual jugaba, pero no le prestó demasiada atención, ¿acaso se creía que iba a manipularla con algo como eso?

 

— Te ruego que me disculpes por el comportamiento de mi... socio. Fue picado por una pitón cuando pequeño y desde entonces no se cansa de escupir veneno —Lanzó una mirada asesina a Jeremy, quién siguió provocándola — Tú has llegado el procedimiento un millón de veces y sin mí, estoy segura de que lo podrás hacer una vez más y si te sientes muy solo, pídele a la Señora Nesbitt que te acompañe.

 

La bruja creyó que el asunto quedaría zanjado en ese instante, pero qué equivocada estaba. Las bromas con respecto a su edad poco le importaban, pero tampoco era su asunto opinar sobre con quién se acostaba. Vio en ese momento la oportunidad perfecta para echarle en cara lo que NO había pasado entre ellos, pero de nuevo se contuvo. Miró a Oliver y con la voz más calmada que pudo encontrar, le respondió:

 

— Aunque no es asunto tuyo decidir con quién me acueste o no. Oliver sin duda me ha cautivado, es un hombre conocedor de muchas cosas e interesante y estábamos a punto de hablar de negocios en un lugar más privado. ¿Acaso no quieres seguir pagándote los lujos? Entonces déjame hacer lo mío —todo aquello se lo dijo únicamente a él, cuando se acercó para pasar su lado, con la excusa de que iba a arreglar algo que había quedado mal puesto en una repisa —Y por mío también me refiero a mis propias necesidades. Es más, hoy ni me esperes. Así que si no te molesta —esta vez su mano fue a su varita, la cual apuntó directamente en las costillas —déjame ir.

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El castaño siguió a la bruja por los pasillos del negocia hasta dar con una sala muy peculiar. No entendía bien que estaba pasando, pero al escucharla nombrar a un hombre, supuso que no terminaría en nada bueno. La habitación era un excelente taller manual. Le recordó una talabarteria, donde en algún momento lejano, había sido tan ingenuo para ir a pedir que le construyeran una silla para montar un dragón. Jamas repitió esa experiencia. Llevaba en una parte de su pecho, la quemadura de un Longhorn rumano por semejante estupidez.

 

Oliver escuchó con semblante serio, las provocaciones del hombre. Su cuerpo se tenso al ver venir un enfrentamiento. Tuvo que apelar a toda la paciencia que fue capaz, para no responder con el mismo tono grosero. Cuando vió que sus manos estaban en puño, las volvió a meter a los bolsillos para que no se vieran y se quedo ahí plantado cerca de la entrada. No tenia muy en claro que hacer. El socio parecía ser de las personas mas desagradable que había, al contrario que Tauro, que era muy cálida.

 

-Lo disculpo si ustedes me disculpan a mi, los dejare solos para que puedan arreglar los pendientes que tienen -Dijo sin moverse del lugar. No pensaba irse hasta que la señorita le diera el permiso - ¿Prefieres que te espere?

 

 

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