Voodoo Dolls (MM B: 113092)

[Alexander Fox]

Alexander era un hombre lo suficientemente curioso como para ser un peligro en esa tienda tan llena de artilugios desconocidos, cualquier cosa que le generara tanta curiosidad que la tomaría para revisarla, realmente la señorita Tauro no debería dejarlo solo y menos con Sean quien no podría controlarlo, pero comprendía que la llegada de Jeremy y de Sherlock, la había alejado y ahora iban a sufrir una consecuencia por la actitud del pelirrojo.

 

-Jajajajaja ¡Increíble! – exclamó al ver a Sean casi desaparecer, no le había importado el regaño, es más su sonrisa se volvió más traviesa al verlo tan enojado - ¿Cómo funcionará esto? – preguntó e intentó tocar el artilugio, pero tuvo dudas, no quería volverse un fantasma como él, eso podría ser un problemas, así que decidió solo admirarlo curiosamente.

 

- Mm… ¿te quedaras así para siempre? – Mencionó e intentó tocarle el brazo, pero a diferencia de lo que pensó no lo atravesó, su presencia y aspecto eran los de un fantasma pero lo físico permanecía allí, eso quería decir que no estaba convertido por completo – ou… hubiera sido genial si atravesaras cosas – la decepción se escuchó en su voz, y perdió el interés, dándole la espalda e ignorando cualquier cosa que pudiera decirle.

 

-Probemos con otras cosas – y como niño comenzó a buscar otro objeto para ponerlo en manos de su compañero, perdiendo el hilo de buscar la profecía y fue cuando se encontró con un extraño reloj que se dio cuenta, había una magia muy extraña… - ¿quieres probar? – parecía tener una magia diferente, no era viaje en el tiempo afortunadamente, pero si aquel artefacto pudo cambiar la apariencia de Sean, este podría hacerlo también.

 

@ @@Tauro M.

[Sean -Ojo Loco- Linmer]

Mi enojo paso de a poco a la incredulidad, Alexander se estaba divirtiendo con mi situacion y pensandolo con serenidad era esperable. Pero como no estaba nada sereno en ese estado mi ira llego a cotas inimaginables. Pero que poder hacer en ese estado, era semitransparente y azulado y si en verdad era fantasma no podria ni golpearlo. Asi que ademas de ira se unio lo de frustracion. Por suerte no todo estaba perdido ya que tal vez intentando ver si era exactamente un fantasma Alexander intento tocarme y.....misterio...aun era palpable...o sea fisico...

 

O sea...pero....que ya no era ni lo uno ni lo otro...al menos como fantasma...y siempre viendo en positivo...podria colarme en el baño de chicas...ahora asi....aun palpable lo tendria dificil....ademas..nada de atravesar paredes. En serio...que mas podria salir mas. Por suerte Alexander no me daba tiempo de llorar de mi miseria...ya que el estaba empeñado en seguir probando objetos.....esta vez un reloj...pero no...ahora no me tocaria a mi.

 

Asi mientras se acercaba a un reloj raro y que sentia magico...pues lo empuje contra el. Que sufriera entonces en sus carnes lo que pudiera deparar ese objeto a ver si asi estabamos a mano -Upss lo siento....-fue mi disculpa

 

@@Alexander Fox

[Tauro M.]

De nuevo alguien más la distrajo, pero esta vez fue un golpe y nada más y nada menos que de su socio, la última persona que ella se moría por ver. Le dirigió una mirada de odio, una que solo utilizaba cuando estaba a punto de lanzar un hechizo en su contra, pero la voz de la profecía resonó en su cabeza y bajó la guardia. Solo ahí cayó en cuenta que se había alejado de Alexander y de Sean.

 

-- Ni aunque mi vida dependiera de ello te seguiría --respondió tosca a Jeremy.

 

La pregunta de Sherlock la sacó de sus pensamientos. Se volvió a él con cara de incredulidad y tuvo que pedirle que repitiera la pregunta. Estaba distraída.

 

-- Eso... --se quedó un momento pensativa --No recuerdo cuando lo trajimos, pero no todo lo que está aquí lo hemos conseguido nosotros, es decir, a veces simplemente llegan viajeros, verificamos que el producto sea original y lo compramos a buen precio. ¿Por qué? ¿Deseas comprarlo? --lo cierto es que no tenía por qué justificar por qué tenía ciertas cosas, el negocio no funcionaba así, ella simplemente les hacía llegar la mercancía que necesitaran sin importar su origen. Ella tampoco hacía preguntas, no le hacían falta, con tal de que hubiese una buena suma de dinero en medio. Aunque claro, la información también se vendía.@

 

-- Mejor vamos a buscar al resto --dijo para dar terminada con el tema, a menos que estuviera más interesado en conocer los efectos que los medios que utilizaban para conseguir los objetos. Buscó a Alex y Sean, algo que no fue muy dificil pues los dos estaban haciendo buen ruido.

 

-- ¿Se divierten?

 

@@Jeremy Triviani @ @@Alexander Fox

[Alexander Fox]

Alexander deseaba seguir usando a Sean como conejillos de indias, estaba interesado en el efecto de la diversidad de objeto que estaban alrededor de ellos, y más el que tenía ahora sujetado, pero sorpresivamente su compañero parecía completamente negado a seguirle el juego, porque empujó el artilugio obligando al pelirrojo a tomarlo, no quería imaginar a la señorita Tauro si por estar jugando rompían algo, además… seguramente le tocaría pagarlo a él.

 

Sintió como una magia lo rodeaba y a los segundos pudo apreciar como su mano que estaba sujetado el reloj se había vuelto más pequeña y no tenía las marcas que se caracterizaba, observó a su compañero para ver que ahora tenía que alzar la cabeza para mirar su rostro… ¿Sean era mucho más alto que él ahora? Tocó su rostro curiosamente para sentir como sus rasgos se habían suavizado.

 

Era claro, un niño… había regresado a ser un niño, se sintió incomodo si no mal recordaba su cabello estaría más corto, y no tendría ninguna cicatriz que había conseguido con los años, además que todo él resultaría más pequeño.

 

-Ah… creo que esto se nos salió de control, ¿Cómo quitar estos efectos? – murmuró cuando comprendió lo que había pasado, estaba claro que el reloj lo había rejuvenecido, pero podía sentir que solo en apariencia, todavía sentía los dolores de los años que llevaba encima – ¡Ah! Señorita Tauro – exclamó escuchar su voz, para intentar esconderse detrás de Sean, algo poco práctico, debido a la transparencia de su amigo.

 

- jajaja… bueno solo un poco – mencionó con su característica sonrisa traviesa, al ver a la dama recordó que ellos debían estar en una búsqueda, no intentando probar cada cosa que había en el lugar – ahmm… ¿nos ayudaría? – preguntó intentando ignorar que todo en parte era culpa de él.

 

@ @@Tauro M.

[Sean -Ojo Loco- Linmer]

Si....al fin la venganza. Nada como ver que otro la estaba pasando mal, cuando ese otro me habia fastidiado con anterioridad. Venganza o Karma daba igual, lo cierto es que ahora Alexander estaba hecho todo un bebe no pude evitar sonreir. Por suerte la felicidad no duro mucho y ni burlarme pude ya que llego Tau, sorprendiendome en mi estado fantasmal y a Alexander en estado bebe con un set de ropas que ya no iban acorde a la edad. Ante la mirada de la peliazul me senti algo desnudo...supongo que en ese estado era algo obvio ya que se podia ver a travez de uno.

 

-Tau, traiste algun pañal contigo. -dije bromeando- porque a este ya la ropa no le sirve.

 

Si y ahi estabamos...por cierto no era que una de las profecias hablaba del tiempo???....acaso se referia a ese reloj que habia usado Alexander. Por Merlin de cuando aca tenia tan mala memoria???. O sea podria recordar la mayoria de las tallas de lenceria de las chicas que conocia para regalar por San valentin y apenas si me acordaba de lo que minutos atras decia una profecia. Mal iba.

 

-En fin Tau encontraste algo???....por cierto sabes algo del artefacto que me puso asi???

 

@@Alexander Fox@@Tauro M.

[Jeremy Triviani]

Muchos días después...

 

Jeremy estaba nuevamente cubriendo el turno que le correspondía en el negocio. No sabía dónde andaba Tauro y varios días habían pasado desde la última vez que la había visto. Seguían peleados. ¿No? Bueno, siempre peleaban, pero la última vez había sido fuerte. Ella casi lo había dejado morir en el Ático, envenenado como un animal al que no lo quieren y le practican la eutanasia. Frunció la ceja pensando en esos últimos momentos, donde había visto su vida pasar frente a sus ojos, en apenas segundos.

 

-Un cliente trajo una muñeca poseída, señor -Lo interrumpió Nessbit con la voz suave que tenía.

 

-Hazle una recibo y envuelve la muñeca para regalo-Respondió el vampiro, continuando haciendo lo que estaba haciendo... Nada.

 

-Pero no quiere comprarla, no es de la tienda, él la trajo y dice que mato a toda su familia. Ya la deje en el taller, señor - Dijo paciente la elfina.

 

-¡Esta bien! -Levantó la voz produciendo eco en los rincones de la habitación, luego se puso de pie para ir a ver qué pasaba con esa muñeca. No lo dejaban ni pasar un tiempo solitario en paz - Llama a Tauro, dile que el negocio está prendido fuego -Ordenó sonriendo - Y Nessbit... -Esperó a que la elfina lo mirará antes de agregar - Lamento haberte gritado. Hoy estoy un poco irritado.

 

No espero respuesta, sino que salió en busca de la muñeca maldita. La hallo sobre la mesa de trabajo. Su extremidades de cristal se unían por el típico saco con relleno de todas las muñecas antiguas. El vampiro apenas sentía una pequeña vibración cuando pasaba la palma de su mano cerca de la superficie donde empezaba el juguete. Saco la varita y probó dos contraencantamientos antes de notar que llevaba un hechizo poderoso.

 

-¡Nesbitt! -Llamó en voz alta. Necesitaba saber quién había traído aquel objeto. No le parecía mera casualidad que estuviera allí.

 

 

@@Tauro M.

[Tauro M.]

¿Que donde estaba Tauro? Bueno, eso es un misterio, tal como aquella vez donde una tal Jessie empezó a preguntar por ella como si la conociera de toda la vida. Ella no acostumbraba a dar explicaciones y no empezaría ahora, por lo que tampoco se molestó en dejar a su sucio una nota donde explicara que se iba a ausentar unos días, al menos así aprendería a hacerse cargo de las cosas sin que ella tuviera que perseguirlo. Pero ya era tiempo de volver, no le quedaba de otra más que afrontar su realidad y dar la cara pues aun tenía asuntos pendientes por resolver, además de que estar un tiempo lejos de Jeremy le ayudaba mucho a su salud mental.

 

Y fue como mandado del cielo, o del infierno, pero le llegó la nota enviada por la elfa conocida como la Señora Nesbitt que decía que el local estaba prendido en fuego y ella lo creía. Dio un largo suspiro antes de pensar en su siguiente movimiento y pensó en todas los ejercicios de respiración aprendidos antes de volver a tener que verlo.

 

Se apareció directamente en Voodoo Dolls, aprovechándose de una de las ventajas de ser dueña y así no se hacía notar. La carta era una completa exageración pues el local ni estaba en llamas ni se estaba cayendo a pedazos, lucia tal cual lo había dejado solo que quizás con un poco de polvo. Nesbitt ya era una elfa muy anciana y quizás lo más prudente sería contratar algún elfo de medio turno. Le comentaría eso a Jeremy.

 

-- ¿Me explicas bien cual es la urgencia? --lo interrumpió cuando este estaba en mitad de un trabajo.

 

@

[Maida Black Yaxley]

Negó con la cabeza mientras su reflejo asentía, o bueno, eso imaginaba. Sus ojos azules habían perdido cierto brillo, o era que la sombra grisácea que comenzaba a asomarse alrededor le habían quitado todo indicio de vida. ¿Estaba enferma? No, ella no se enfermaba. Aunque quisiera. Total, meterse en la cama no parecía una mala jugada, esconderse bajo las cobijas y esperar que la vida decidiera un día rescatarla, o no.

Apiló los documentos que necesitaba para aquella entrevista con el dueño del local y apuntó la varita para hacerlos pequeños, no gustaba de llevar carteras. Se ajustó un cinturón de cuero y volvió a sentirse incómoda, ese vestido se ceñía demasiado a su figura, pero al menos era de color oscuro, así que pasaría desapercibida. Su cabello, cosa mágica había amanecido liso, así que decidió llevarlo suelto. Su credencial colgaba de su cuello y no había nada más que verificar, por lo que tenía que dejar de dudar y comenzar a caminar hacia su destino.

Se desapareció tres segundos y apareció frente a Vodoo Dolls en cuestión de un minuto, inhaló con fuerza antes de entrar. Necesitaba dos cosas, confidencialidad y eficacia, recurrir a las formas de magia oscura menos confiables le resultaba incómodo, pero finalmente, a eso habían llegado sus preocupaciones acerca del destino de su primo. Escondió la credencial entre el escote discreto de su vestido y trató de poner la cara de una joven universitaria muggle, cero preocupaciones reales.

Ingresó al recinto y la piel expuesta se le erizó, las estanterías le robaron la mirada y la sonrisa que tanto había practicado se esfumó de su rostro. Era curioso, finalmente la esencia de Maida era demoníaca, por mucho que ella ni lo representara ni lo quisiera, sin embargo, se asustaba sencillamente con lo el mínimo atisbo de magia oscura. Irónicamente, era mortífaga. Se aclaró la garganta, llamando la atención de una elfa de aspecto bastante, ¿estrafalario?

— Disculpa, ¿quién atiende aquí? —preguntó de pronto.

[Jeremy Triviani]

El local estaba impecable sorprendiendo a Jeremy en su primera recorrida de ojos. La vieja elfina no dejaba que el polvo se acumulara en ninguno de los rincones, a pesar de su avanzada edad. Era digna, lastima que el vampiro estaba queriéndola reemplazar por un muggle que con el cerebro modificado era extremadamente competente para las tareas generales del lugar. Ademas de que casi no consumía tiempo a la hora de cumplir con los encargos. El mayor problema era convencer a su socia de que aceptara esa nueva adquisición para el bien de todos.

-¿Estuvo Tauro por estos lados? -Le pregunto a la Señorita Nesbitt sobresaltandola por el tono de voz. No lo había visto aparecer.

-No, amo. Desde mucho tiempo que no viene.

-¿Entonces... No sabes nada de ella? -Pregunto intrigado. ¿Donde demonios se había metido? No podía vivir de viaje cuando tenían un negocio que mantener. Bueno... el tampoco había estado mucho por esos rumbos pero tenia una muy buena excusa en cambio Tauro... ¿Cual?

-Solo le llevo los libros contables para que pueda repasarlos... tenemos una lista de espera con los pedidos especiales -Respondió la elfina con tono de preocupación - De muchos meses. amo.

-Vale, esta bien -Jeremy hizo un gesto de la mano restandole importancia al trabajo acumulado - Escucha Nesbitt, ve a buscarla ahora mismo y dile que... -¿Que podría hacer venir a la bruja al instante? - ...Que estoy vendiendo mi parte del negocio a gente extranjera.

La mirada de Nesbitt era desaprobatoria.

-Te prohíbo que le digas que es mentira de ninguna forma, ni con señas ni con escritos ni con señales mentales. Nada. -Agregó pensando que estaba cubriendo todas las posibilidades.

-Si, amo -Dijo la elfina desapareciendo con un pequeño ruido.

Jeremy aprovecho ese momento para poner dar vuelta el cartel de abierto y ponerlo en cerrado antes de irse a la oficina que mantenían para reuniones importantes con clientes adinerados. Sirvió dos vasos de Whisky y dejo uno para la bruja tras el escritorio, antes de sentarse con el suyo en el asiento de las "visitas". Esperaba que no tardara en llegar porque tenia muchas cosas que preguntarle. Su reputación había aumentados esos días y su rostro empapelaba todos los diarios con su candidatura a Ministro de la Magia.

[Dana Gryffindor]

Shelle Gryffindor

 

Habían pasado años desde que abandonó Londres dejando atrás a su familia y abandonando así a sus hijas. No buscaba el perdón, bien sabía la bruja que no era merecedora del mismo, mucho menos de @@Tauro M. a quien había visto por última vez en la fortaleza mortífaga dejándola sin un adiós en los labios.

 

Su hija ya no registraba sus pasos y bien merecido lo tenía, sin embargo el corazón de la pelirroja se encontraba presionado por el dolor de su ausencia y esperaba volver a acariciar los sedosos cabellos color turquesa de su hija.

 

Sabía que aquella vieja tienda de antigüedades le pertenecía a Tauro aunque se decía que hacía tiempo que la dueña no concurría al local, aún así la periodista atravesó la avenida, cruzó el callejón y deseándolo con todas sus fuerzas se encontró frente al cartel de Voodoo Dolls. Estuviera o no su hija allí, la bruja tenía la esperanza de encontrar un viejo relicario que había dejado allí hacía mucho tiempo, quizás Nesbitt lo había protegido como se le fue encomendado.

 

Su garganta ardía, hacía días que no se alimentaba y el aroma a sangre no-humana despertaba en ella un deseo aterrador. La oscura bruja vio el cartel de cerrado pero aún así ingresó con una llave que aún conservaba. No veía a Nesbitt por ningún lado pero se quedó contemplando un cuadro que portaba un curioso pergamino devenido por el tiempo con un texto en sánscrito que recitaba fragmentos sobre la reencarnación de Brahma. La bruja acomodó su larga y ondulada melena dejándola caer sobre su hombro.

 

@