Jump to content

Asenath vs Lucrezia di Médici


Asenath
 Compartir

Publicaciones recomendadas

Si a Asenath ya le parecía que sus pupilos ingleses eran algo estirados, la visión de aquella mujer de porte noble y un poco soberbio la hizo pensar un poco más en a quién le estaban enseñando la magia sagrada de los Libros. A pesar de lo reacia que era a entregar parte de sus conocimientos, hasta el momento ninguno de los magos y brujas que habían pasado por las manos de un Uzza habían sido tiempo desperdiciado. Sí, quizá alguno fuera un poco menos merecedor que otro, pero no todos los Guerreros pensaban lo mismo que ella.

 

-Bienvenida señorita di Médici- saludó, utilizando los pocos buenos modales que guardaba para los occidentales-. Yo seré su maestra en esta clase del Libro de la Fortaleza. Mi nombre es Asenath- se presentó, con aquel marcado inglés que tenía debido a que, a pesar de hablarlo hacía tiempo, le parecía menos agraciado que su propia lengua-. También seré su contrincante, por lo que espero que haya estudiado el Libro- agregó.

 

La había citado en un área poco poblada de la ciudad de El Cairo. Suelo de piedra, edificios pequeños de construcción precaria, una fuente de la que manaba un poco de agua cristalina y el cielo abierto eran el escenario de aquel encuentro que tenía como finalidad enseñarlo algo de su magia a su aprendiz. Allí no había transeúntes, ya que a la llegada de la bruja italiana se habían activado unas barreras mágicas que mantendrían a otros magos, brujas y muggles lejos del área. A su vez, dichas barreras no le permitirían a la señorita di Médici salir de la batalla hasta que Asenath lo considerase propicio.

 

En sí, el área abarcaba una superficie aproximada de mil metros cuadrados, equivalentes a una media estándar de una cuadra, pero la zona libre, en la que actualmente se encontraban ubicadas ambas mujeres, era mucho menor, de alrededor de cien metros cuadrados, una plazoleta en la cual solían colocarse puestos de ventas callejeras.

 

Acomodándose la armadura que solía llevar puesta, confeccionada en su totalidad por cuero de tebo, escamas de dragón y plata, consistía en un peto, falda, hombreras, muñequeras y tobilleras hasta la altura de la rodilla, dejando sus pies descalzos, lo que le permitía estar conectada con la tierra y mayor movilidad, así como sentir los elementos.

 

-Cuando esté lista, usted comienza y yo la sigo- tomó posición de combate y esperó, varita en mano.

 

 

****

Bienvenida @@Lucrezia Di Medici Di Médici

 

Te dejo algunas indicaciones:

 

  • No existen los límites de tiempo entre respuesta y respuesta. Por tanto, la regla de hechizos impactados desaparece.
  • En el tercer turno, la pupila será atacada por rocas que caen de los edificios, teniendo que defenderse.
  • Duración del duelo: Del 06 de septiembre (inclusive) al 22 de septiembre, constando de, al menos, seis rondas.
  • Nos guiaremos por las reglas de duelos existentes.
  • Hechizos: Neutrales, Graduados, y los Libros de Hechizos hasta Fortaleza. (Con especial hincapié en este último).
  • Están prohibidos los Off. Consultas, dudas o sugerencias, al topic correspondiente.
Editado por Asenath
qAht3tZ.png
Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

  • Respuestas 7
  • Creado
  • Última Respuesta

Top participantes en este tema

Le encantaba la sensación del viento acariciando con cierta rudeza sus pómulos y su silbido como único sonido al sobrevolar el territorio. Sus bucles dorados bailaban libremente al cruzar a gran velocidad entre las bajas nubes que cubrían el cielo de El Cairo. El sol impactaba con ímpetu sobre la blanquecina piel de su rostro, sobre sus difusas pecas y la sonrisa que esbozaba como muestra irrevocable de aquella placentera experiencia. Era su mente la única ocupada en otros menesteres como la memorización de los hechizos del Libro de la Fortaleza.

 

Abi, la Aethonan hembra sobre la que Lucrezia iba montada, lanzó un sonoro relinchido que delató la cercanía al punto de aterrizaje; comenzó a aminorar la velocidad de su vuelo progresivamente, colocando sus blancas alas en posición recta para planear en el aire con gran ligereza. El viento, cada vez soplando con menos fuerza a medida que ganaba lentitud, hacía ondular su suave y marrón crin con un vistoso vaivén. Pocas veces la criatura abandonaba los boscosos jardines de la “Ojo Loco” Potter Blue y a su pareja Kahil, pues su dueña era reticente a exponerlos a peligros que pudiesen afectar su belleza.

 

Las herraduras de plata que la Médici le había colocado al animal golpearon con firmeza la piedra que conformaba aquel suelo, generando un sonido característico que se repitió rítmicamente mientras endurecía su musculatura para aterrizar. Abi volvió a relinchan a modo de advertencia, moviendo su cabeza de lado a lado y clavando sus negros ojos en la extraña que se erguía a unos metros de su dueña; ésta acarició con cuidado un punto de su lomo para infundirle tranquilidad y dejó que los pelos de su crin bailaran entre sus dedos. Si algo admiraba Lucrezia de aquellas criaturas era su capacidad innata de detectar el peligro.

 

La aristócrata descendió de la criatura con un salto elegante y grácil. Aquel día había decidido llevar su vestimenta de equitación, proporcionándole una practicidad de la que los abultados vestidos victorianos que solía llevar carecían, que consistía en botas de escamas de dragón, un negro pantalón de delgada tela ajustada a sus delgadas piernas y una blusa blanca suelta al cuerpo. Alzó la varita con un firme movimiento de su brazo, como los que solían efectuarse a modo de protocolo antes de empezar un duelo, y realizó una casi imperceptible floritura. Una cinta negra se desprendió de la punta y ató su rubia cabellera en una trenza cosida baja bastante tirante.

 

- Asenath es un nombre muy exótico, me gusta. Mi familia solía tener sirvientes con nombres así antes de que conociéramos lo que un elfo doméstico era, claro.- comentó sin ningún rastro de culpa por lo poco modesto de sus palabras.

 

Fue en ese instante, cuando comenzó a realizar ese andar altivo que la caracterizaba, que notó como había atravesado una barrera mágica. Volteó su rostro con un sutil movimiento y chasqueó la lengua contra su paladar dos veces como una señal dirigida a su aethonan. Ésta interpretó rápidamente la indicación y volvió a tomar altura, haciendo que sus fornidas alas blandieran el cálido aire de Egipto. Una vez que Abi se alejó lo suficiente de la escena, Lucrezia volvió a centrar completamente su atención en la Uzza. Ésta se hallaba a unos seis o siete metros.

 

- Será para mi un placer comenzar este juego.- vociferó, regalándole a su contrincante una media sonrisa desafiante.- Morphos.

 

Bastó un movimiento abierto de su blanca varita para que el efecto de aquel hechizo diera resultado: el grueso peto que portaba la Guerrera Uzza como parte de su ridícula armadura perdió al instante su forma, adoptando la fisionomía de una avispa de mar que vio amenazada su vida al estar fuera del mar y enroscó sus delgados tentáculos en el abdomen de Asenath; éste animal marino era una medusa ampliamente conocida por la mortalidad de su veneno, capaz de matar a una persona de contextura promedio en pocos minutos. Sin embargo, lo que más disfrutaba contemplar la blonda italiana eran los segundos previos a la muerte: la hinchazón, la desesperación del ahogo y el ritmo cardíaco apagándose de un segundo a otro.

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

La guerrera comprendió de inmediato con qué clase de estudiante se había encontrado. Hizo una mueca de desagrado ante lo que podría haber sido alguna especie de halago o, por el contrario, un insulto sin más. No conocía del todo la cultura de aquella muchacha, no en profundidad en realidad, pero su primera impresión de ella había sido la acertada al parecer: una altanera hija de la burguesía occidental.

 

Sin mucha presentación de por medio, como ocurría con otros pupilos que había visto en las clases que dictaban sus compañeros guerreros, la bruja de cabello rubio, vestida con ropas de equitación, le lanzó un hechizo que mutó su peto en un animal marino conocido como avispa marina. De inmediato, el pobre animal se apretó en torno al torso desnudo de Asenath, liberando el veneno que poseía en sus delicados tentáculos.

 

-Espero que haya leído el Libro de la Fortaleza, señorita, porque es lo que vinimos a utilizar en este duelo- comentó.

 

El animalito la picó y, acto seguido, murió, volviendo a convertirse en su peto. La Uzza se tomó un breve momento para acomodarlo de nuevo en su lugar antes de tomar un trozo grande de tela roja de su falda y con un Morphos susurrado, convertirlo en un bezoar que tragó para revertir los efectos del veneno. Su mirada fue de nuevo hacia su alumna, la que parecía bastante contenta con su accionar en aquel comienzo del duelo y la apuntó con la varita.

 

-Lo imprescindible para ser una buena duelista no es saberse todos los hechizos de memoria o hacer florituras actuadas con la varita, sino sentir la magia que atraviesa el cuerpo, sigue viaje hacia la varita y sale de ésta formando poderosos hechizos. Recuérdelo- agregó, con aquel tono marcado que la hacía ver aún más exótica de lo que ya era-. Incárcerus- pronunció.

 

El efecto salió de su varita y convirtió el poder en tres gruesas cuerdas que volaban a gran velocidad hacia su oponente. Lucrezia se vería atada de piernas y torso, al tiempo que una de las cuerdas se ataría a su cuello con la suficiente fuerza como para no permitirle hablar, más no iba a asfixiarla, ya que por más tentadora que fuera la oferta, Asenath no tenía intención de matar a su contrincante, sino enseñarle el poder de la magia que residía en aquellos tomos que su pueblo adoraba. A su vez, quería mostrarle a la rubia que, al ir ganando conocimiento en Libros, ganaría conocimientos en cultura y, quizá, cambiara un poco aquella altanería que poseía. Por supuesto, Asenath no confiaba en ningún extranjero y no le guardaría rencor ni cariño al terminar aquel encuentro.

qAht3tZ.png
Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

El uso de armaduras incluso le era extraño a ella, una mujer que mantenía la idiosincrasia de alta cuna del Renacimiento en pleno siglo XXI. Nunca había portado una ni visto a los guardias de Villa Médici hacerlo, simplemente las usaba como ornamento para su propia mansión; directamente le parecía poco práctico para una actividad donde imperaba la agilidad y los reflejos como eran los duelos. La protección que un peto, por más consistente que fuese, podría promocionar no se equiparaba con la necesidad constante de moverse y ella lo había probado. El peto lo había


- Tranquila Asemurath- respondió al comentario de su rival, haciendo hincapié en la adrede mal pronunciación de su nombre.- No hay duda de ello.


Lucrezia observó como la avispa marina moría por su exposición a aquel ambiente poco prospero para su supervivencia y el peto volvía a ser peto. Morphos era, quizás, uno de sus hechizos favoritos y de los que consideraba más útiles; crear simulaciones de criaturas con el fin de atacar a sus víctimas le ahorraba manchar sus manos de sangre. No hay que confundir: a Di Médici le encantaba el fluir rojizo de la sangre sobre la piel magullada de sus rivales. La aristócrata, sin embargo, gustaba de escapar al esfuerzo de lanzar hechizo tras hechizo tras hechizo.


Blah, blah, blah…era lo único que la italiana pretendía escuchar de la boca de una ruda Asenath. Los aires de sabiduría y superioridad era algo que Lucrezia solo permitía en ella misma. El monólogo de su tutora le resultaba inconducente, falto de ideas nuevas ¿Que los movimientos exagerados eran inecesarios? <Posiblemente, pero que elegantes son> sentenció la dama en su fuero interno, mientras clavaba su mirada con más interés en la fornida guerrera Uzza. Notó como se libraba del efecto del veneno justo cuando su corazón comenzaba a acelerarse por su efecto y como se preparaba para contraatacar.


<Salvaguarda Mágica> restringió su voz en su mente, invocando el efecto de aquel hechizo del Libro de la Fortaleza que había ensayado en la soledad de su habitación en los días previos. Era sin dudas el conocimiento que más le llamaba la atención dentro de la antigua magia Uzza: las posibilidades que podía idear dada la intangibilidad de su cuerpo eran casi ilimitadas. La aristócrata era tan consciente de ello que cuando las cuerdas invocadas por su rival la atravesaron sin lograr impactar su cuerpo ni siquiera embozó un gesto de sorpresa. Éstas golpearon el suelo varios metros tras de ella y allí se quedaría, inerte.


- ¿Quieres magia Uzza, Cleopatra? Te la daré. Espejo de Niebla- exclamó, alcanzando la varita en un movimiento todavía más marcado para irritar a su rival.


El efecto fue inmediato. Aquel hechizo le daría una apariencia con la que Lucrezia ya contaba, pero potenciada por medio de la magia: un aspecto imponente, majestuoso, respetable. Podría jugar con poderes fuera de su alcance. Sonrió con sorna sabiéndose superior en aquella situación y le guiñó uno de sus azules ojos a Asenath, invitándola a efectuar su siguiente movimiento, mientras caminaba lentamente de lado hacia su derecha.

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Asenath hubiera preferido que le lanzaran algo que acabara con su audición, para no tener que escuchar la palabrería que decía la joven. Sólo por aquella forma altanera de dirigirse a ella y pronunciar mal su nombre adrede, podía desaprobarla si quería. Pero Asenath no iba a hacerlo. No. Quería que aquella muchacha demostrara si realmente era buena en duelos o sólo era un montón de dinero.

 

La Salvaguarda fue buena, al menos estaba utilizando los hechizos del Libro de la Fortaleza. Esquivó sus cuerdas a la perfección, habiendo salido el hechizo justo a tiempo. Quizá había estado practicando, no como la mayoría de sus pupilos, que preferían enfrentarse a la sorpresa que les deparaban los duelos. Rodó los ojos, cansada de Di Médici, pero no dijo nada. No de momento. Enarcó una ceja al ver a Lucrezia pronunciar un Espejo de Niebla y, por un momento, pensó que quizá tendría una buena rival... Pero no fue así. La joven se había equivocado y eso ahora la dejaría en desventaja. El hechizo servía para inducir a un estado hipnótico al contrincante, quien creería que el conjurador era un mago o bruja de gran poder, habilitándolo a lanzar hechizos más poderosos aún. Sin embargo, como todo conjuro equipable, debía estar acompañado de otro hechizo, lo que Lucrezia parecía haber olvidado al leer la definición en el libro. En lugar de haberse concentrado en insultarla, podría haber estado más atenta a su duelo.

 

-Expelliarmus- el rayo salió de su varita e impactó en la rubia mujer, lanzando su varita por los aires entre unos tres y cinco metros, desarmándola justo cuando se estaba por desatar un obstáculo en la arena-. Embrujo punzante- otro rayo salió e impactó en el rostro de Lucrezia. También había pensado en lanzarle otro tipo de hechizos para hacerla callar, pero pensó que desconfigurar aquel rostro tan bello y soberbio haciendo que se hinchara y causándole un poco de dolor, no estaba nada mal-. Apresúrese- susurró, cuando un estruendo comenzó a levantarse en medio de la plaza en la que se encontraban.

 

Asenath caminó unos metros, acortando distancias y esperando a que la joven bruja hiciera su siguiente movimiento. No sabía si iba a poder ver bien debido a la hinchazón de su rostro. Por supuesto, la intención de la Uzza no era matarla ni herirla de suma gravedad, sólo enseñarle lo bien preparada que debía haber estado. Cruzó las manos delante de ella, a la altura de su falda, esperando.

qAht3tZ.png
Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

La aristócrata era consciente que aquella herida dolería más que cualquiera provocada por un hechizo en medio del duelo; el errar en sus conocimientos de los libros Uzza de una manera tan burda fue un golpe casi mortal a su ego y una situación difícil de enmendar. Durante unos segundos la segura expresión en su rostro se apagó, dejando leer en sus ojos lo que sintió en aquel momento: vergüenza. Una vergüenza por su accionar que experimentaba como una daga clavada en su pecho, como algo que no podría perdonarse con facilidad. Si Lucrezia se permitía ser exigente con los demás no podía ser menos con ella misma. Sin embargo, aquel cuestionamiento propio debía esperar, porque su rival había efectuado su siguiente movimiento.

 

<Salvaguarda Mágica> repitió con contundencia en su fuero interno, en una demostración a su rival de que había tomado en serio la indicación de utilizar lo que había extraído del Libro de la Fortaleza. El movimiento de su mano fue ínfimo pero, por el contrario, el efecto lo experimentó en todo su cuerpo, que en un instante perdió su masa. Su cuerpo se había vuelto intangible de tal manera que el rayo que se había desprendido de la varita de Asenath lo cruzó de lado a lado sin asestarle. Siempre se preguntaba dónde irían a terminar aquellos hechizos que fallaban su objetivo.

 

Sus labios dibujaron una ligera sonrisa que denotaba su tranquilidad en el exacto instante en que la tierra parecía agitarse al punto de casi resquebrajarse. Las pequeñas edificaciones a su alrededor comenzaron a sentir la brusca vibración en la estructura sus cimientos y en las paredes se formaron de un segundo a otro pequeñas grietas zigzagueantes, como ríos que se unían sobre aquel material precario. La arena sobre los techos caía como una catarata hacía el suelo a medida que las casas cedían. El primer estruendo no se hizo esperar y de repente una lluvia de piedras amenazaba con impactar sobre su delgado cuerpo. Sin embargo, gracias a la circunstancial intangibilidad de su anatomía, las piedras no impactaron contra la blonda italiana.

 

- Protego.- vociferó, extendiendo su brazo al frente con un movimiento firme.

 

Un escudo semitransparente de color anaranjado se materializó frente a Lucrezia justo un segundo antes de que el embrujo punzante la alcanzara. Éste absorbió el rayo, como sumándolo a su circular forma espectral, y finalmente se desvaneció al ver cumplido su objetivo. Di Médici mantuvo su blanca varita en la misma posición, apuntando a donde creía ver a Asenath en medio del viciado ambiente que las rodeaba, y alzó su otra mano de forma que ambas quedaran a la misma altura, en una clásica postura de duelo.

 

- Fue mi error, me distraje por el poco brillo de tu armadura ¿No querrás que te consiga otra?- vociferó, entre desafiante y seria.- Prosigue.

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Asenath recreó la misma mueca de desagrado de momentos atrás. No estaba frente a una mujer con moral, ni siquiera con modales y saltaba a la vista por mucha entrada elegante que hubiese hecho. Sus labios se retorcieron de disgusto pero pronto esbozaron una sonrisa complaciente, no por nada formaba parte del pueblo Uzza y expresamente los Directivos Ingleses le habían solicitado ayuda, o más bien cátedra para sus aguerridos brujos y hechiceras. Era una total pena y desperdicio de buen tiempo estar impartiendo el libro de la Fortaleza a tan nefasta criatura.


Cuando alguien se escudaba tras palabras irreverentes, malos modales y ataques mordaces solamente demostraba ser débil en el fondo, carente de argumentos viables hasta para ofender. Era la primer alumna nociva que le tocaba así que inhaló profundo el aire fresco con un poco de polvillo que llegó de las rocas que se desprendían de lo alto de un edificio justo sobre la cabeza de Lucrezia, quien con habilidad había desvanecido su cuerpo para evitar el expelliarmus, y matado dos pájaros de un tiro, y destensó los músculos.


No acabaría ese enfrentamiento sin enseñarle una cosa o dos.


-Morphos- Murmuró.


La camisa holgada de Di Médici se transformó en una pequeña araña venenosa que rápidamente inyectó su ponzoña en la zona media de la espalda donde uno no llega ni a rascarse. Nlo habría podido evitar que le picara y se lanzara lejos de su anatomía antes de ser aplastada.


-Sectusempra-


El rayo atravesó la distancia dispuesto a impactar en el muslo izquierdo de Lucrezia. Abriría heridas dolorosas y profundas, sangrantes, tales que podrían causar una rápida infección. Había comenzado el duelo con tranquilidad y calma pero el constante repique de sus palabras habían hecho agitar las aguas de Asenath, estaba un tanto irritada y quizás bajo presión la muchacha aprendiera mejor, o simplemente aprendiera. Ahora bien, sería un reto digno de ver el cómo se protegería de aquel rayo, además de tener que decantarse por el corte mortal cercano a una arteria o el veneno que recorría su sistema.
qAht3tZ.png
Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

La mueca en la cara de Asenath no le pasó desapercibida. Lucrezia respondió a aquel gesto de hartazgo con la extensión de la sonrisa entre desafiante y burlona que había llevado en su blanco rostro casi la totalidad del duelo. Estaba logrando lo que quería. Si algo se olvidaban de impartir a sus alumnos los que se atrevían a enseñar aquel arte mágico era la importancia de la manipulación psicológica durante el enfrentamiento ¿Por qué ocasionar la desestabilización del oponente con maleficios, cuándo podía hacerse con las palabras?

 

Médici era consciente de estar en clara desventaja ante los poderes Uzza de la mujer de brillantes ojos grises. Sin demostrarlo en su actitud que rozaba lo pedante sentía respeto por la habilidad mágica adquirida por aquel ¿Clan? De hecho, por tal motivo aceptó recibir instrucciones por parte de éstos guerreros: para adquirir los conocimientos necesarios para ganar nivel duelístico. Si bien en su juventud había sido instruida para la batalla, la ampliación del abanico de hechizos para su uso era algo provechoso.

 

- Sectusempra.- exclamó con pronunciación airosa.

 

El verdoso haz de luz salió expulsado de la punta de su blanca varita, atravesando la distancia entre ambas, cortando el aire con un casi imperceptible sonido. Al impactar de lleno en el pecho de Asenath una sonrisa de profundo placer se dibujó en los carnosos labios de Lucrezia, quién contempló la consecuencia de su ofensivo movimiento. Cortantes heridas se formaron en la piel morena de la guerrera Uzza, dejando libre el paso a la sangre que comenzó a brotar y manchar su antigua armadura. Sin dudas necesitaría una curación rápida o caería inconsciente y lo último que quería Lucrezia era verse en la obligación de asistir a aquel…ser.

 

No hizo falta escuchar con claridad el siguiente movimiento de Asenath pues el cálido viento golpeando su abdomen hizo lo suyo. El picor en medio de su espalda fue instantáneo, precediendo el ardor que comenzó a recorrer su cuerpo por debajo de su piel por los canales de su sangre. En otra situación la aristócrata hubiese esperado para extraer el veneno de su organismo, pero la cercanía con su corazón hacía que el sentido de urgencia se apoderara de ella. Tomó una pequeña piedra que se había posado en su hombro, un último desprendimiento irrisorio de los edificios, y la sujetó en su mano libre.

 

- Morphos.

 

La pequeña piedra se transformó al segundo en un bezoar, que Lucrezia no tardó en llevarse a la boca. Odiaba con todo el asco acumulable en sus 29 años aquella cosa originada en el estómago de una cabra. El hecho de no poder saber exactamente qué la conformaba hacía que su ligera misofobia se intensificara. Sin embargo, era consciente que era un antídoto ideal para combatir al veneno que hasta ese momento recorría su cuerpo. Y así fue: la ponzoña de la araña que había invocado la Uzza desapareció de su sistema circulatorio, sin dejar vestigios de su existencia. Con el suficiente disimulo para que Asenath no lo detectara, dejó escapar entre sus labios un suspiro de alivio.

 

Curación pensó la aristócrata con una simple floritura de su varita, haciendo que su punta quedara apenas a unos centímetros de su pecho. Las heridas cerraron al instante, uniendo su blanca piel cortada una vez los hilos de sangre que se desprendían de éstos fueron absorbidos. La costosa tela de su equipo de equitación, sin embargo, permaneció atravesada por aquellas tajaduras que dejaban intuir las cicatrices bajo ella. Al retroceder un paso, para retomar su elegante postura defensiva con la diestra sosteniendo la varita y la zurda acompañando su equilibrio, notó como su holgada blusa apareció bajo su pie. Había pisado a la araña invocada momentos atrás.

 

- Esto es para que veas que te presto atención, Cleopatra. No me tomes tirria, que se nota en la cara.

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Guest
Esta discusión está cerrada a nuevas respuestas.
 Compartir

Sobre nosotros:

Harrylatino.org es una comunidad de fans del mundo mágico creado por JK Rowling, amantes de la fantasía y del rol. Nuestros inicios se remontan al año 2001 y nuestros más de 40.000 usuarios pertenecen a todos los países de habla hispana.

Nos gustan los mundos de fantasía y somos apasionados del rol, por lo que, si alguna vez quisiste vivir y sentirte como un mago, éste es tu lugar.

¡Vive la Magia!

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.