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Libro del Caos - Septiembre


Bakari
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Bakari se encontraba con la vista perdida en el paisaje ante sus ojos, perdido en sus pensamientos a la espera de que apareciera su pupila, una nueva bruja era la que ahora buscaba la manera de usar el caos a su favor tratando de acceder a los poderes del libro que los Uzza resguardaban desde hace siglos con el único propósito de que su información llegara a las manos capaces y mentes hábiles de unos pocos, porque para ser honestos no todos tienen el temple necesario para conocer el caos y seguir cuerdos en este mundo.

 

Había regresado a su territorio y aunque las clases de aquel libro ahora las dictaba en Uagadou para este primer encuentro con la Malfoy había escogido otro escenario, el continente africano era basto en paisajes así que ahora se hallaba en un paraje poco conocido, a sus espaldas se alzaba una gran montaña de roca rodeada de varios arboles de diferente tamaño que se elevaban imponentes contra la roca.

 

Un espacio de unos 20 metros de diámetro era lo que separaba a la montaña del borde del risco donde el se hallaba justo ahora, desde allí se podía apreciar una cascada que vertía en un gran rió, claro que desde ese rico era una caída de unos diez metros así que era mejor no tentar la suerte. A su alrededor se oía el rumor de los animales de la zona así como el susurro del viento que golpeaba el rostro del Uzza cubierto de las marcas de sus antiguas guerras, tanto internas como externas.

 

Aquel lugar era perfecto para aquel libro, podías tener la vista de todo el horizonte más no ver nada en realidad más allá de lo simple, era como estar frente al caos, tan amplio en conocimientos pero tu sigues sin ser capaz de ver más allá de el, porque el caos te nubla la visión y desespera la mente si no puedes lidiar con el. Ahora solo era momento de esperar la llegada de aquella bruja.

 

Reglas

 

  • No existen los límites de tiempo entre respuesta y respuesta. Por tanto, la regla de hechizos impactados desaparece.
  • Duración del duelo: Del 06 de septiembre (inclusive) al 23 de septiembre, constando de, al menos, seis rondas.
  • Nos guiaremos por las reglas de duelos existentes.
  • Hechizos: Neutrales, Graduados, y los Libros de Hechizos hasta el Libro del Caos. (Con especial énfasis en este último).
  • Están prohibidos los Off. Consultas, dudas o sugerencias, al topic del Libro del Caos

 

 

 

 

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Se apareció en el lugar indicado para su clase con Bakari y, al momento de contemplar el paisaje que la rodeaba, sintió una punzada de remordimiento. Si lo hubiera sabido, habría acudido antes y habría aprovechado para practicar su hobby preferido, la escalada muggle, antes del comienzo de su clase. Ahora contemplaba aquella montaña y no podía evitar pensar en cómo serían las vistas desde su cumbre, tras haberla escalado a golpe de piolet, mosquetón a mosquetón.

 

Se permitió por instante sentir, aunque sólo fuera en su imaginación, la adrenalina del momento, el viento cortando la cara, sus pies peligrosamente anclados en pequeños salientes, la frialdad de los clavos y mosquetones al rozar sus manos, el sudor del esfuerzo y del miedo consciente, la voluntad fijada en cada paso, la sensación de presente y la consciencia vital. Amaba la escalada muggle y todas aquellas sensaciones que provocaba en su interior. Y, tras deleitarse aquellos breves instantes en ellas, Mackenzie se acercó a donde estaba Bakari y examinó el lugar que el Guerrero Uzza había escogido para practicar el Libro del Caos. Un lugar agreste y lleno de vida. La naturaleza crecía a su aire en las faldas de la montaña, salvaje y límpida, superando los riscos y acantilados. No muy lejos se oía el sonido de un gran torrente de agua y la Malfoy no tardó en descubrir la cascada debajo del borde del risco donde se encontraba Bakari, cayendo impetuosa sobre un sinuoso río, que atravesaba la montaña.

 

- Hermoso lugar, Bakari. Buen día. -Saludó Mackenzie al Uzza con una ligera inclinación de cabeza.

 

Llevaba el Libro del Caos con ella y, cuando reparó en él, se percató de que podía leerlo e incluso entenderlo. Más aún, algunos recuerdos de sus primeras conversaciones con los Guerreros Uzza, cuando los visitó por primera vez en su Tierra Natal, antes de que éstos aceptaran enseñar a los británicos, volvían a ella desde algún lugar recóndito de su mente, como si hubieran estado vedados a su memoria hasta aquel preciso momento.

 

Observó los hechizos que el libro contenía. Algunos eran meras modificaciones de acciones propias o ajenas. Era evidente que esos hechizos no suponían acciones adicionales a las que uno tenía derecho en un duelo. Simplemente, introducían el factor azar en los efectos que producían esas acciones, previas o posteriores. En cambio, el Señor del Caos era distinto. Para bien o para mal, invocaba a una criatura del caos. Una criatura que tendría su propio recorrido, ajeno a las acciones del invocador, por lo que, sin duda alguna, la invocación del Señor del Caos era una acción en sí misma, al igual que en cualquier duelo lo era la invocación de cualquier criatura.

 

Le resultaba extraña la forma de invocar las fuerzas del caos. ¿No había ningún objeto para invocar al azar? ¿Se hacía meramente con el pensamiento? No tenía mucho sentido. ¿Acaso se utilizaba la varita para invocarlas? Con el Señor del Caos tendría sentido, pero no le veía sentido alguno con el resto de los hechizos del libro. ¿Una mera palabra añadida a un hechizo? Eso tendría sentido en la Rueda del Caos. Si de lo que se trataba era de aumentar o disminuir el poder del hechizo que se lanzaba, lo lógico era equipar el hechizo del caos al hechizo que se deseaba amplificar. Y, sin duda alguna, eso había que hacerlo al momento de lanzar el hechizo y el caos se manifestaría con el lanzamiento. No podía ser anterior al lanzamiento, porque de serlo, ¿donde estaban las fuerzas del azar si uno ya sabía, de antemano, que su hechizo sería más poderoso o menos poderoso? Obviamente, eso implicaría que uno podría adaptar el hechizo a conveniencia, elimando el caos. No, en el caso de la Rueda del Caos, Mackenzie veía claro que el caos debía manifestarse después de haber lanzado el hechizo.

 

En cambio, con los otros hechizos, parecía que el azar debía funcionar al contrario. Primero debería manifestarse el azar, cuando afectaba a acciones previas del contrincante o bien cuando determinaba acciones posteriores propias. Y lo mismo ocurría con el Señor del Caos.

 

Sintió, de pronto, que aquel libro era mucho más complicado que el resto de libros de hechizos que había tenido la oportunidad de estudiar hasta entonces. Tendría que probarlos todos, con calma y cuidado, para ver cómo debían funcionar cada uno de ellos. No importaba si se equivocaba y Bakari le ganaba el duelo. Su objetivo era aprender.

 

- Espero Bakari que me ayude con este libro. Es bien complicado y me gustaría ser capaz de ver bien sus posibilidades.

 

Se situó a una distancia de 10 metros del guerrero y le dedicó una inclinación de cabeza en señal de respeto, antes de apuntar con la varita hacia Bakari para lanzar su primer hechizo.

 

- Cinaede. Rueda del Caos. - Había decidido comenzar a experimentar con uno de los hechizos que le parecía más diferente al resto. Al contrario que los otros, ese hechizo sólo parecía tener sentido si el caos se equipaba a la acción y el azar se manifestaba a continuación. Según decía el libro, el azar se manifestaría a través de un número que se dibujaría en el aire a la vez que se lanzara el hechizo. Si el número era mayor o igual a 7, su Cinaede tendría un efecto crítico y sería el doble de potente de lo normal. Si el número resultaba menor o igual a 4, su Cinaede sería débil, lo que derivaría en que su efecto fuera la mitad de potente que lo normal. Y si el número era un 5 o un 6, la rueda no producirá ningún efecto y su Cinaede tendría su potencia normal.

 

Esperaba que Bakari no se enfadara si algo salía mal y que su padre no dejara de sentirse orgullosa de ella si, por casualidad, entre tanta experimentación, algo se torcía.

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Bakari devolvió la inclinación de cabeza a Mackenzie Malfoy y le indicó con un gesto que comenzara el duelo.

La mujer siguió escrupulosamente el protocolo de un duelo, lo que le hizo dibujar una leve sonrisa en el rostro. Aquella joven había sido educada en las antiguas costumbres, no como las nuevas generaciones de niñatos que creían que los formalismos no servían para nada. Le agradaba su porte elegante y su buena disposición para aprender, que se notaba a la legua.

 

- No te preocupes, joven. Estamos aquí para ayudar. - Respondió el Guerrero Uzza a la petición de Mackenzie, captando el leve atisbo de concentración en el rostro. No le había dado ninguna indicación y suponía que la bruja estaba concentrada tratando de descubrir los poderes del libro. Aquello era bueno. El conocimiento obtenido por uno mismo se grababa a fuego y mucho antes que aquel que se obtenía a través de explicaciones ajenas. Ya habría tiempo de explicar cada uno de los hechizos.

 

De pronto notó que la concentración desaparecía del rostro de la bruja y se tornaba en determinación y Bakari supo que Mackenzie iba a iniciar el duelo.

 

Le sorprendió su acción. Hasta entonces, todos sus alumnos habían invocado al caos, antes de lanzar los hechizos, cualquiera de los hechizos del libro. Pero Mackenzie lo había hecho al revés y Bakari sonrió con satisfacción. Esa joven entendía el poder del caos. Pero aquello sólo era el principio, le quedaba mucho por aprender.

 

Aquellos pensamientos se filtraron en apenas un segundo, pues el Cinaede le impactó prácticamente al instante y su efecto había salido crítico.

 

Bakari se ahogaba. Sabía que un sólo apnaneo no bastaría para abrir sus vías respiratorias. Necesitaría 2 apnaneos y 4 episkey, repartidos en dos turnos. Demasiado. Probablemente estaría muerto en nada. Pocas veces utilizaba la Rueda de la Fortuna. A juzgar por su experiencia, el poder del caos nunca daba resultados positivos con ese hechizo. Le parecía un hechizo inservible, pero.... bueno, cuando uno está ya prácticamente muerto, ¿qué opciones quedan?

 

Invocó la Rueda de la Fortuna, para volver el tiempo atrás y que la acción de Mackenzie desapareciera, como si nunca hubiera sucedido.

 

Cuando el Caos se materializó, comprobó que, una vez más, para variar, aquello no había surtido efecto.

 

¿Podía considerarse una acción un poder del caos de tan baja probabilidad? Muchos dirían que no lo era, pero Bakari sabía que sí lo era. Era sólo que aquel hechizo estaba defectuoso, las fuerzas del caos deberían poder jugar en ambos sentidos y no siempre en el sentido negativo que solían acaecer.

 

- Apnaneo - Dijo como segunda acción, pues sabía que no sería justo no computar la Rueda de la Fortuna como acción, a pesar de su baja probabilidad. - Muy bien, Mackenzie. Ese hechizo crítico tuyo me destrozó de una. Comencemos de nuevo. Esta ronda la ganas tu. - Farfulló el Uzza, con la respiración entre cortada, pues no había podido utilizar el segundo apnaneo que le habría hecho falta. Después, tocó el amuleto de su muñeca y al momento quedó curado.

 

Una vez reestablecido, el Guerrero respiró hondo y se concentró en el Poder del Caos.

 

- Tu turno, joven.

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Mackenzie se sorprendió de la fuerza que llegó a alcanzar su Cinaede. Prácticamente había matado al Uzza de un impacto. Éste había actuado muy sabiamente, dando la primera ronda por finalizada y comenzando una segunda. Después de todo, si uno de los dos contrincantes tenía ya comprometidos tres turnos en lo que lo único que podía hacer era curarse, poco sentido tenía ya seguir con el duelo, era mejor empezar de cero.

 

La Malfoy observó cómo el Uzza se reestablecía por completo utilizando los poderes de su amuleto y se quedó impresionada. Era evidente el poder que tenía toda aquella magia conseguida por el Pueblo Uzza a través de los años.

 

Cuando Bakari le dio la orden, Mackenzie se dispuso a empezar de nuevo el duelo. Esta vez probaría el Señor del Caos. Sería divertido qué criatura aparecería.

 

- Señor del Caos. -Pronunció.

 

La invocación que se materializó ante ella le hizo dibujar un gesto de puro disgusto en el rostro. ¡Un troll! Toda la suerte que había tenido antes, se había evaporado y ante ella tenía una criatura dispuesta a aporrearla en los siguientes 3 turnos con un mobiliarbus o un mobilicorpus. No es que aquello la fuera a matar, pero sería ciertamente molesto.

 

No tenía más acciones, pues al haber empezado nueva ronda, era de nuevo su primer turno. Su única acción se había consumido en aquella invocación caótica. Así que sólo le restaba esperar los embistes del troll.

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El Guerrero observó a la Malfoy cuando ésta invocó al Señor del Caos. Se esperaba que el Caos se aliara con aquella poderosa bruja, teniendo en cuenta la suerte con la que lo había invocado con anterioridad. No fue así y a Bakari le sorprendió comprobarlo, por más que supiera de sobras que las fuerzas del Caos son impredecibles y que tienen tanto poder para encumbra a los débiles como para aplacar y vencer a los poderosos. Nadie controlaba el Caos, ni siquiera la Divinidad.

 

Viendo el troll que había surgido ante la bruja, pensó que había llegado el momento de ponerle a la Malfoy las cosas difíciles. El aprendizaje siempre era un camino duro.

 

- Cinaede. - Apuntó a la Malfoy.

 

El rostro de la Malfoy adquirió un tono azulado, cuando el gas invisible que penetró en el acto en sus vías respiratorias, cortándolas. Muy pronto pasaría a la sangre, provocando la paralización del sistema nervioso y circulatorio y, en consecuencia, la muerte, a no ser que Mackenzie actuara antes.

 

- Señor del Caos - Era hora de invocar también él a esta poderosa entidad. Se sorprendió al descubrir que el Caos se había aliado de su parte en este ocasión. Una hermosa Ninfa apareció ante él. Sabía que su belleza era sanadora y que aquella entidad producto de las fuerzas del Caos le dotaría de poderes curativos extraordinarios. Esta vez la Malfoy tenía al Caos en su contra. Era hora de ver si sabía defenderse.

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Las cosas se le estaban complicando. Notó el efecto del Cinaede en sus vías respiratorias y sabía que tenía que hacer algo rápido si no quería morir axfisiada. Apenas podía hablar, por la falta de respiración, pero aún así tenía que hacer algo para defenderse. No podía dejar que las cosas fueran a más. Si algo le estaba enseñando aquella clase con el Guerrero Uzza era que el Caos era peligroso e impredecible.

 

El troll que había surgido antes de su propia invación del Señor del Caos se acercaba hacia ella peligrosamente. Tenía el garrote en la mano y por lo que decía el libro del Caos el poder de su porrazo sería equivalente a un mobiliarbus o a un mobilicorpus. A saber lo que le iba a lanzar aquella mole de carne y huesos. Tenía que darse prisa.

 

- Maldición - Pensó, apuntando con su varita a Bakari. No podía dejar que el Uzza invocara a las fuerzas del Caos o las cosas se complicarían aún más para ella.

 

Casi no tenía respiración, por los efectos del Cinaede del Uzza. Debía abrir sus vías respiratorias cuanto antes. Cuando se apuntó a sí misma con su varita para abrirse las vías respiratorias, observó como el Uzza intentaba convocar al Señor del Caos, pero el efecto de aquella Maldición desvirtuaba exitosamente el hechizo. El Señor del Caos había sido contrarestado, afortunadamente para la bruja.

 

- Apnaneo -Pensó.

 

Notó en el acto como su respiración se restablecía y lo agradecíó con toda su alma. Era muy desagradable notar que el aire no entraba en tus pulmones. No obstante, sabía que eso no sería todo, aún tenía que curarse el efecto del Cinaede en su sangre y la fuerza del Uzza era muy poderosa, por lo que tendría que utilizar dos hechizos de curación. Además, había un troll en las inmediaciones que, cuando le saliera de aquella cabezota sin cerebro, le lanzaría un mobiliarbus o algo parecido.

 

Notó el impacto del cuerpo de un conejo en su pantorrilla y respiró aliviada. Afortunadamente, los trolls eran muy torpes y aquel est****o sólo le había lanzado un conejito. Como mucho, le saldría un pequeño moretón en la pantorrilla, pero con lo que ya tenía encima eso era poca cosa que curar.

 

- Curación - Volvió a pensar. Con ello, lograría disminuir el efecto en sangre del Cinaede.

 

No había tiempo para más hechizos, era el turno de Bakari. Mackenzie se preguntó qué haría el Uzza a continuación.

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