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. Mansión Di Médici . (MM B: 113112)


Lucrezia Di Medici
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El viento me llego de frente y escondí un poco el rostro para evitar que me diera de lleno en el rostro, cubrí con mi mano libre al pequeño Moonclaf para evitar que el viento le causara frió. ya tenia sus ojos cerrados y parecía dormirse, ¿seria entonces que las criaturas bebes eran como los bebes humanos que necesitan dormir mas de de 12 horas al día?

 

Moví mis brazos de manera que hice que pudiera reposarse en mis brazos para dormir plácidamente en ellos, ese extraño sentimiento maternal se había apoderado de mi de nuevo, eran tan singulares y tan lindos estas pequeñas crías era maravilloso poder tenerlas cerca y lograr ver su crecimiento .

 

La suave de voz de Lucrezia menciono mi nombre y aunque no tenia muchas ganas de socializar, no quería hacerle una grosería a ella que en medio de tantas cosas, había sido tan amable conmigo, salí caminando despacio de la sombra que me ocultaba y camine hacia ellos despacio y llegue hasta donde estaban ellos.

 

- Ya estoy aquí Lucrezia

 

Afirme mientras le sonreía

 

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Ministre de la Magie Français // 🌙 dulce asesina by Mael

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La bellissima Lucrecia no estaba sola, otra mujer estaba hay y la llamo. Claro que presentaría mis respetos a la mujer, debía ser una familiar.

 

- Por supuesto queridísima prima

 

Los pasos que nos separaban eran pocos, los di pronto, en sus brazos tenía una criatura por lo que no pude besarle la mano. Con prontitud le bese ambas mejillas

 

- Un placer conocerla señorita, soy Lex Grindelwald, vengo a conocer a la familia, pero no tenía idea que tuvieras dama de compañía querida prima.

 

De nuevo me hice al lado de la rubia, encantado de la presencial de las dos mujeres, no todos los días tienes la oportunidad de rodearte de mujeres bellas.

 

- Lucrecia quisiera que fueras mi guía en Inglaterra, la familia de mi padre aún no la conozco.

 

Hable pensativo por la molestia para con la familia. No sabia si era bien visto por mi padre estaba siempre enojado y hablaba de la familia, de más que confíaba en mi familia paterna motivo por el cual estaba allí con los Médicci

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Confiada que Lucrezia estaba allí,me mantuve tranquila delante de aquel hombre desconocido. Se acercó con decisión y beso mis mejillas, lo que me causó sorpresa, nadie solía acercarse lo suficiente. Si nombre no le fue conocido, pero si tenía un aspecto familiar y un comportamiento muy similar al de Lucrezia, asumió entonces que era su familiar.

 

-Selene Ariane Dumbledore señor Grindelwald un gusto conocerlo

 

Después pregunto si eta si daba de compañía, tanto llamó esto la atención que mi rostro lo evidenció de inmediato. Permanecie en silencio unos segundos, los suficientes para ver que este caballero hablaba con seguridad y no era una broma.

 

-No soy su dama de compañía, soy amiga de la señorita Di Médici

 

Asegure con tranquilidad, el estaba a un costado de Lucrezia y yo hice lo mismo al lado contrario

 

No comente nada acerca de su charla solo me dedique a arruyar al pequeño Moonclaf que están en mis brazos

 

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Un casi imperceptible bostezo, apenas audible, la quitó abruptamente del ensueño que experimentaba en su cabeza mientras acariciaba al pequeño hipógrifo. Lucrezia levantó replicante la mirada y se encontró nuevamente con Ariane, quien minutos atrás había enviado finalmente la misiva dirigida a Luna. Al parecer la Dumbledore había hecho uso de sus grandes dotes para el trato y el cuidado de criaturas, pues el pequeño mooncalf había encontrado un cómodo y cálido escondite en los brazos de la chica y había sucumbido al sueño ante su maternal abrazo. La joven aristócrata sonrió al ver a la tímida criatura embozar un gesto plácido, tan poco común en seres con casi nulo contacto con el humano.

 

- Vi la lechuza salir de los establos. Es un buen ejemplar, llegará en un abrir y cerrar de ojos. - le informó a la mujer mientras colocaba sus manos sobre sus rodillas para incorporarse mejor.

 

Di Médici volvió a dirigir sus azules ojos a Lex, quien se había presentado finalmente como un Grindelwald, indicio de sus intenciones en Ottery que la tomó por sorpresa. Los Grindelwald no eran muchos en aquel pueblo e incluso poco se sabía de ese linaje una vez dicho apellido pasó a ser sinónimo de muerte, caos y épocas oscuras para la sociedad mágica. Escudriñó una vez más en él mientras éste se disponía a presentar sus respetos a Ariane. Clavó su mirada en la ancha espalda del hombre como si pudiese atravesar su piel para allanar sus secretos, aun a sabiendas de que éste no podía devolverle la mirada. La blonda italiana observó mientras Lex le daba dos respetuosos besos a Ariane en las mejillas.

 

Un Médici, por más alejada que estuviese su rama en el árbol genealógico, siempre tendría un hogar tanto en aquella mansión como en la Villa florentina que Lucrezia visitaba asiduamente. Las sucesivas divisiones, tragedias, separaciones y quiebres que había vivido la familia a lo largo de la historia habían provocado, más por temor a perder el status puro que por convicción, que en la actualidad los miembros desperdigados por el mundo tendiesen a buscarse y unirse, a veces a regañadientes. Sin embargo, aquello no significaba que no tuviese que echarle un ojo a Lex hasta identificar sus motivos para pisar su propiedad ¿Por qué no ir primero a visitar a los Grindelwald? Lucrezia no era desconfiada; era precavida.

 

- ¡No! Claro que no es mi dama de compañía. No tengo tan mal gusto…- la blonda italiana le dedicó una socarrona mirada a Ariane, expresando con la sutilidad de su sonrisa cómplice que aquello era una broma. - Ariane es una buena amiga de la familia y aunque no porte el apellido, tiene en mi mansión también un hogar.

 

Aunque lo dijo a la nada restándole importancia a la desubicada acusación de Lex, Di Médici lo sopesó por unos segundos con liviandad y sorna. Ariane era una mujer espléndida pese a su condición vampírica y debía admitir que, si su relación se ciñera a otro contexto –quitando la existencia de Thiago del medio- posiblemente hubiese disfrutado de su bello cuerpo. Sin embargo, la historia que las conectaba a ambas no le permitía ver a la Dumbledore con intenciones lujuriosas. Estaba satisfecha de haber entrado aquel día en una incipiente amistad con la mujer, que prometía un futuro como mínimo interesante. Le dedicó nuevamente un gesto empático a Ariane, apenas curvando sus carnosos labios, y se acercó a Lex.

 

- Claro que te ayudaré a adaptarte a Inglaterra, aunque debo comentar que no llegaste a este país en su mejor momento. Mientras, vamos a dar un paseo.

 

Cuando los tres se vieron a pocos metros de los establos, cuyos fuertes cimientos de madera de pino relucían con el reflejo de los rayos de sol, Lucrezia alzó con un elegante movimiento su varita. El blanco del mármol que conformaba su mango centelleó con fulgor propio entre sus delgados dedos. Hizo una circular floritura dirigiendo la punta de su arma mágica hacia el centro de la doble puerta que conformaba la entrada al recinto y acto seguido ésta se abrió de par en par, golpeando las paredes que la ladeaban y produciendo un ruido característico de la madera. Vestigios de paja y heno se elevaron en el aire por el efecto arrastre de aquel brusco arrastre.

 

Solos unos segundos más bastaron para que el primer aethonan, Kahil, saliera haciendo gala de su ligero y vistoso trote para el cual se había entrenado desde sus primeros meses de vida; lo siguieron Abi, la yegua alada que tenía la preferencia de Lucrezia, y un hipógrifo adulto de gran porte que había adquirido al Concilio en los días previos. Este último fue el primero en adelantarse con su característico ímpetu hasta donde se encontraban las dos brujas y el mago, agachando su cabeza al alcanzar su posición como un gesto de sumisión. Confiada del comportamiento adiestrado y sereno de la criatura, la blonda italiana caminó unos pasos sin prescindir de su postura elegante y acarició con parsimonia las grisáceas plumas de la bestia.

 

- ¿Quién se suma?

 

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Off: Descripción de las criaturas.

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Las aclaraciones que la señorita Ariane que no era la dama de compañia de la prima Lucrezia causaron en mi algo de risa, en las damas nobles como mi prima debian estar acompañadas de una mujer. Ella era tan segura, que no necesitaba de eso. La mujer ademas debia ser de otra famlia noble, aunque de menos categoria.

 

- Me disculpo por lo que dije, sera un placer escoltarlas.

 

Camine junto a ellas hasta donde Lucrecia y Ariane iban, un edificio de madera, lustroso y bien terminado, nada comparado con los establos comunes . Varios ejemplares de Aethoans reposaban alli, estaba impresionado de la cantidad de animales que tenia la mujer, era una amante de criaturas singulares.

 

- Prima, si me permitas que asi te llame, tienes una magnifica cantidad de ejemplares. Mis padres en suecia tiene algunos caballos arabes y una pareja de Hipogrifos, creo que querian aparearlos pero aun son muy jovenes.

 

Movia su mano izquierda mientras se explicaba, añoraba el hogar en Suecia, pero su mision aqui era de importancia. Necesitaba la ayuda de su prima para lograrlo y por demas no estaba que ella me influenciara para lograr tanto como ella hacia, queria tener mis propios logros y no depenser del buen nombre de mi familia.

 

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- Claro que puedes decirme “prima”, aunque me siento más cómoda con Lucrezia o Lucre, dado que apenas te conozco. - le respondió a Lucrezia restringiendo el tono de su voz para no sonar hostil frente a su sorpresivo familiar.

 

La blonda italiana se adelantó unos pasos con medida lentitud y agachó ligeramente la cabeza al pasar por al lado del hipógrifo, mostrándole el respeto necesario que aquella especie tanto anhelaba de quienes quisiesen montarse sobre su lomo. Acarició su suave plumaje gris y hundió tanto su palma como sus dedos entre las plumas de grueso estandarte hasta llegar a su áspera piel, sobre la cual deslizó su mano para producirle una grácil satisfacción. Al ver el inequívoco y visible disfrute del animal, impreso en su mirada notablemente alegre, la Médici lo rodeó con elegancia y se colocó a su lado.

 

- Tengo varios ejemplares, si, y eso que no has visto ni la mitad de las criaturas que habitan aquí. Soy una amante empedernida de las criaturas mágicas, como toda persona de alta alcurnia. Demuestran poderío. - exclamó sobrada, dejando dilucidar su carácter altivo.

 

Colocó ambas manos sobre el lomo del hipógrifo, una sobre el pelaje equino y otra sobre el plumaje de águila, y se impulsó con suma facilidad para montar al animal. El movimiento en el aire al abandonar el suelo fue excelso, ligero como una pluma, y demostró su experiencia indudable para la equitación. Se acomodó sobre la criatura, juntando sus delgadas piernas a ambos lados para lograr estabilidad, y colocó ambas manos sobre el comienzo del cuello del hipógrifo. Le indicó con una leve presión sobre su piel que avanzara y éste respondió instantáneamente haciendo magnífico uso de todo su porte prepotente.

 

- Este ejemplar es nuevo, se llama Razz. Buena masa muscular, excelente estructura ósea, buen estado de salud ¡Hop! - exclamó con euforia al final, inclinando su columna ligeramente hacia atrás.

 

La alada criatura respondió al instante a aquella vocal instrucción de su ama, un alarido que levantó en réplica las orejas del hipógrifo. La fuerza del animal se redireccionó a sus patas traseras, que respondieron inclinándose cuando Razz levantó las patas delanteras abruptamente en señal de advertencia a Ariane y Lex. Luego, aun sostenido en su parte posterior, el hipógrifo comenzó a batir sus fornidas alas para elevarse en el aire. Alrededor de su alzada figura se formó una ínfima capa de polvo que se levantó desde el suelo, llamada por la fuerza centrífuga que generaba el aleteo. Lucrezia respondió a todo aquello con una sonrisa placentera dirigida a los presentes.

 

- ¡Tomen los aethonans! Solo permiten que se monte gente de su mismo género. - indicó elevando su voz lo suficiente para que se escuche entre el vaivén del viento generada por las alas de la criatura,

 

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  • 2 semanas más tarde...

Lucrezia parecía ser una experimentada a jinete, con habilidad subió al lomo del hipogrifo, yo busque al Aethoan macho su colo marrón oscuro de imponentes alas marrón y negro, ojos penetrantes.

 

Acerque la mano despacio hacia él era un bello ejemplar, acaricie su cabeza y lento lleve la mano hasta su cuello, sus crines negras largas y gruesas, pase la mano por su ala recogida y llegue hasta su lomo. Me saque la chaqueta de paño y la deje aun lado junto al bastón,con un saltó hábil subí al lomo del Aethoan y con una orden vocal alzó las alas para despegar, batió fuerte las alas y empezó a elevarse. Observe desde lo alto todo el amplio terreno de la Mansion. La propiedad tenia una gran ubicación y muy organizada, su distribución era bastante estrategica, al lado de Lucrezia quería aprender eso.

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El viento estaba cada vez más fuerte mientras avanzaban las horas del día, había notado ese detalle en que más tarde del día corría más el viento. El pequeño Moonclaf dormía plácidamente en mis brazos y Lucrezia junto con su primo Lex estaban montando el hipogrifo y el Aaethoan, respectivamente. Se les veía bastante divertidos en su vuelo, pero yo no estaba muy animada a hacerlo, debía regresar a casa.

 

Estaba algo avergonzada con Lucrezia, además que debía permitir que ellos dos como familia convivieran y empezarán a fortalecer su relación de familia. Lucrezia se le veía una

Mujer muy solitaria, pero estaba segura que ahora que la familia crecería con mis hijos y con su primo, tal vez hasta algún día al lado de Thiag, todo iría mejorando para ella y por supuesto yo no la abandonaría jamás... Había aprendido a entenderla y la cuidaría.

 

Busque el lugar en donde el Moonclaf podría estar con criaturas de su clase pequeños animales como el, pero no sabía exactamente en donde. Uno de los elfos que estaba trabajando en el viñedo no estaba muy lejos camine hasta donde el para pedir indicaciones de donde poner al Moonclaf. Se asustó un poco al ver que me Acercaba, cosa que yo no esperaba, pero le hablé con voz suave y amable.

 

-Buen día, podría por favor indicarme donde es el hábitat de este pequeño Moonclaf?

 

Su mirada era confusa pero su mano temblorosa me mostró el camino

 

-Gracias

 

Voltee dirigiéndome hacia aquel lugar, no conocía mucho de animales a decir verdad, pero tenía la intención de adquirir algunos para disfrutar de su compañía. Dejé al pequeño Moonclaf en su lugar y después de besar su cabeza inicie el camino hacia la casa. Mire una o dos veces atrás oara ver si Lucrezia logra verme para despedirme, pero le dejaría una nota.

 

Camine volviendo por el camino y por supuesto dejando en claro que volvería a esa casa a donde mi amiga Lucrezia.

 

Tomé mi bolso de cuentas saque una pluma tinta escribi rápidamente.

 

Querida Lucrezia:

 

Agradezco infinitamente toda tu amabilidad, tu mansión es bellísima. No me despedí porque pienso regresar pronto y además debes atender a tu invitado.

Gracias por todo, volveré pronto.

 

Tu amiga

 

Selene Ariane Dumbledore

 

 

Salí por la puerta principal con una gran sonrisa, rumbo al Chateu

 

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Ministre de la Magie Français // 🌙 dulce asesina by Mael

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Era un día soleado... se preparaba para salir a buscar unas botas nuevas a su tienda

muggle favorita en el momento en que llegó una lechuza con un pergamino envuelto de

manera poco uniforme.

Abre el pergamino y se da cuenta de que es una invitación para reunirse con una familia,

¿Habrá sido aquella de la que lex le estuvo hablando hace tiempo?, le dijo que era parte de

esa familia, sin embargo, ella no estaba muy segura.

Sus recuerdos no eran los mismos desde aquel accidente... solo era fácil para ella recordar

sus canciones y como tocar sus instrumentos favoritos.

Cuando por fin se decide a ir a aquella mansión, se da cuenta que la lechuza lleva una cinta

de un color diferente en una de sus patas.

Toma su maleta y se acerca para quitarsela como un último favor a ese bello animal y en

menos de 3 segundos aparece en la puerta de la mansión Di Médici.

¿En serio? ¿Era necesario un traslador?

Los trasladores nunca le gustaron, siempre le daban una sensación de mareo y vacío en el

cuerpo.

Suspira y se sienta sobre su maleta tomándose un tiempo antes de averiguar como entrar...

AnneM. Lovegood :D

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El viento acariciaba con una suavidad vigorizante la rigidez de sus facciones. Unos delgados mechones que se habían soltado de su complejo peinado se agitaban al son de la ventisca que rozaba su rostro. El impulso que el hipógrifo había tomado al abandonar el suelo hizo de su vuelo se volviese fluido y veloz. Se elevó varios metros más en el aire y surcó el cielo hasta quedar por encima del alto techo de su mansión. La brisa otoñal se agolpó en sus pulmones mientras disfrutaba de las vistas. Amaba ser una jinete. La bestia se precipitó unos pies hasta posar sus garras en las tejas coloniales de un opaco color negro que cubrían toda la extensión del techo. Estiró su cuello con un movimiento enérgico y abrió su pico para emitir el característico sonido de su especie donde se percibía una palpable alegría por emprender vuelo nuevamente.

 

- Hermoso paisaje…- susurró la aristócrata mientras sus manos acariciaban la cabeza del animal, hundiéndose en su grisáceo plumaje para lograr rozar su áspera piel.

 

Las vistas desde el punto más alto del techo permitían ver gran parte de Ottery, extendiéndose más allá de los amplios y vistosos terrenos de la Médici; lograba ver incluso la borrosa silueta entre la bruma de la mansión “Ojo Loco” Potter Blue, aquella en la que había vivido antes de comprar al banco Gringotts aquella propiedad donde había alzado su hogar. El transcurso presuroso de la jornada había apagado progresivamente el azulado color del cielo, tiñéndolo de unas tonalidades entre anaranjadas y rosáceas que auguraban el inevitable atardecer. Si en aquel momento hubiese tenido a mano su cámara fotográfica hubiese capturado para siempre la imagen que se presentaba con su divina gloria ante sus azules ojos. Simplemente se tomó unos segundos más para guardarla en algún lugar de su memoria a sabiendas de que Razz pronto volvería a retomar su vuelo.

 

Percibió cerca la presencia de Lex montado sobre el lomo de un encantado Kahil, que había visto truncada su rutina de entrenamiento al desaparecer de aquel pueblo su jinete original. Sin embargo, la blonda italiana notó al instante la ausencia de Ariane ¿A dónde habría ido la Dumbledore? Lo descubriría luego. Hizo un distintivo ademán con su mano indicándole a su acompañante que la siguiera y emitió entre sus carnosos labios un ligero silbido. El hipógrifo elevó sus amarillentas garras en el aire inclinándose hacia atrás, obligando a Lucrezia a sostenerse con fuerza de su cuello para no deslizarse sobre su lomo y caer, y volvió a batir con marcada fuerza sus alas. Soltó por fin las tejas, donde el filo de sus garras se había marcado, y tomó nuevamente altura. Fue entonces que la aristócrata notó con cierta curiosidad una presencia femenina en la entrada de la mansión. El sentido de alerta se activó instintivamente en su cabeza ¿Acaso la Orden había obtenido su ubicación?

 

La blonda italiana volvió a elevar su mano izquierda y encorvando el dedo índice le indicó a Lex que la siguiera antes de volver a tomarse de su montura. Los delgados dedos de Lucrezia presionaron con fuerza sobre el cuello de Razz y éste respondió al instante a su orden. El animal se precipitó en picado hacia el suelo, surcando el aire a tal velocidad que el viento generaba en los oídos de su dueña un silbido molesto. Finalmente aterrizó con una marcada elegancia que pareció disonante con la brusquedad con la que llegó allí y fulminó con su bestial mirada a la desconocida mujer que allí esperaba, sentada sobre sus maletas. Sin embargo, Lucrezia ordenó al hipógrifo que no actuara hostilmente contra la recién llegada dejándose caer con soltura sobre uno de sus lados, tomando la posta en aquella inquisición. La Médici recuperó en un instante su compostura, alisó los pliegues de su falda que se habían arrugado durante el vertiginoso vuelo y se acercó con su estilizado andar hasta la muchacha. Apenas escudriñó con su mirada antes de alzar la voz con un tono supinamente severo.

 

- ¿Quién eres?

 

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