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Los desplazados


Melrose Moody
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El agua que la rodea es cálida y la abraza con fuerza. Tiene sentido. Las sirenas prefieren las aguas cálidas a diferencia de sus primas lejanas, las selkies y las merrows, que optan por el agua fría. Las branquialgas le ayudan a moverse con facilidad por el agua; a pesar de que nunca fue una gran nadadora, es capaz de mantener el ritmo de la sirena y el mago. Sin embargo, no todo es bueno. Si Ellie no ha perdido la razón, es porque mantiene la mirada y los pensamientos en sus acompañantes. El mar abierto la aterra; teme lo que se oculta en sus profundidades oscuras, su extensión eterna y el hecho de que siga siendo un gran misterio para la gente de la tierra le causa una gran ansiedad. Si bien su curiosidad y su ansias por aprender la llevan a ese tipo de aventuras, no se siente capaz de enfrentarse a ese miedo. No todavía, con lo confundida que se siente.

 

El viaje le parece eterno. El corazón le late con fuerza y si no regresa es porque no quiere quedarse sola a la mitad del mar. Además, hace mucho que no hay señales de Melrose y está comenzando a preocuparse por su prima; si alguien puede guiarla hacia ella, es aquella sirena. Incluso existe la posibilidad de que su prima la haya enviado a buscarla. No se aferra con mucha fuerza a esa idea, pero quiere creer que la situación se aclarará. Tiene que creerlo, pues esa esperanza es la que, en parte, la incita a seguir nadando.

 

Lentamente, algo comienza a verse más adelante, en el fondo del mar. Le da pánico observarlo, descubrir el misterio de las profundidades, pero no tiene otra opción. Unos picos de piedra se levantan desde la oscuridad, iluminados en las puntas por cristales de colores. No puede evitar pensar en un castillo asentado en el lecho marino, aunque a medida que se acercan —su corazón late con fuerza, tiembla, tan sólo de imaginar qué criatura temible podría salir desde las sombras— al asentamiento de las sirenas. Se trata de una serie de cuevas, pasadizos y galerías de roca, iluminados con esos cristales y colores de diversos colores. Si no estuviera tan aterrada por estar en el fondo del mar, apreciaría lo bonito de las luces.

 

No pueden hacer más que seguir a la sirena. Pasan por galerías desiertas y pasadizos estrechos y sombríos, en los que Ellie no se atreve a iluminar el camino con su varita por temor a alertar a la sirena. Cruzan tantas veces, toman tantas direcciones diferentes, que no podría regresar sin ayuda. ¿Debería preocuparse? Finalmente, llegan a lo que parece ser el hall de aquel extraño lugar; aunque hay cosas interesantes de ver, su atención se centra en una sola cosa.

 

—¡Melrose!

 

Ya no le importa alertar a la sirena. Nada con rapidez hacia su prima, apresada en una burbuja dorada. Quiere hacer romperla para liberarla, pero cuando la toca con las manos una fuerza misteriosa la repele y la empuja hacia atrás. Está dispuesta a volver a intentarlo, pero entonces aparece un ruido profundo y prolongado, como el de un instrumento de aire. Abrumada, abre la boca para exigir una explicación pero sólo es capaz de emitir burbujas de aire que duda que alguien pueda entender; su idioma no está hecho para el agua.

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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La burbuja, revienta.

 

Melrose, hasta entonces con la mente muy alejada de la entera situación, reacciona. Primero es la imperiosa necesidad de aire y luego, la temible presión del mar, que amenaza con dejarla sorda. Ella lo sabe, así no esté muy relacionada con la gente del mar, no conozca sus modos. Lo sabe porque se lo advirtieron y fue también una de las razones por las cuales terminó dentro de esa burbuja: el negarse a retirarse y la necesidad de ser "conservada".

 

Desespero y luego, repentino alivio. Alguien ha hecho pasar algo por su garganta haciéndole tragar también ingentes cantidades de agua salada. No importa, la gente del agua no le presta atención. Está segura de que no ha sido Ellie la que le hizo tragar las branquialgas ¿o sí? Y luego está ese chico que vio una vez de invitado en el castillo de los Evans, Mar... no, Matt... su cabeza se niega a hacer un enorme esfuerzo y sus dedos se deslizan a su cuello. Branquias, sí, eso explica mucho de lo que acaba de suceder en rápida sucesión.

 

Se acerca para informar a Ellie enseguida -luego de hacer un movimiento con la mano para desestimar cualquier daño a su persona- pero no solo es que su vista está repentinamente empañada y todavía le duelen los oídos si no también que solo burbujas salen de su boca. Mira un tanto exasperada a ambos muchachos, hace una venia tortuosamente lenta para saludar a Matt y luego toma su varita (guardada de forma bastante inconsciente en el bolsillo trasero de sus shorts). Con penosa demora, tiene que escribir con un flagrate en movimientos pausados lo que ella sabe y sus compañeros no, lo único que ha podido deducir debido a su estadía allí:

 

Búlgaros. Visita hace tres días. Amenaza. Atacarán

Una vez se asegura que han leído las letras rojas, se encarga de borrar el rastro en el agua pero es suficiente, pues sabe que una de las sirenas lo vio. La que los condujo allí, la más tranquila y la que más le había agradado de todo el grupo, por tener menor reticencia o mañas hacia el trato con los humanos, Haydeé pero ¿qué puede eso importar en medio de una crisis? Porque está segura de que lo único que podría alarmarlos de ese modo sería el fracaso de sus negociaciones. Pronto la sirena está señalándolos y el escaso sirenio que ha podido aprender de Richard se ve visto a prueba ante una rápida sucesión de sonidos que no es capaz de hilar con propiedad.

 

Se gira hacia sus compañeros, sin saber qué hacer o qué harán ellos a continuación. Sus ojos parecen decir "¿Practicó ustedes su sirenio? ¿Entendieron lo que dijeron?"

 

@@Syrius McGonagall @

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Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

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- Te mato - gruñí.

 

Elentari era buena. Claro, que como bebe, no podía ser demasiado mala. No podía hacer trastadas, ni meterse en líos. Pero dentro de lo que era posible, era buena. Lloraba, pero no demasiado. Parecía que le gustaba comer y dormir, aunque a veces también prefería quedarse despierta toda la noche, o parecía preferir dormir únicamente en nuestros brazos.

 

Dormir poco nunca había sido un problema para mi, pero no es lo mismo cuando lo qeu te despierta es tu hija, llorando, a pesar de que nos turnáramos, el otro no conseguía dormir. Asi qeu tras lo que habían sido un par de noche sin dormir, al fin había logrado dormir a la niña.

 

O al menos, había sido asi hasta qeu alguien se había puesto a berrear y a gritar desde la biblioteca. Como con un resorte, me levanté de la cama, con un pantalón corto negro y una vieja camiseta gris, sin mangas, que utilizaba para dormir y tomé a la pequeña de los Potter Black en brazos, antes de que los lloros fueran a más y acabara haciendo una competición con su abuela, de la que además del color de pelo parecía haber sacado también los pulmones.

 

- Dime por qué demonios estabas gritando y por qué no debería maldecir a nadie ahora mismo. - pedí, aun gruñendo mientras mi hija aun sollozaba.

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La bruja dejó que aquellos dos hermanos hablaran de sus asuntos personales mientras que volvía a abrazar su almohada personal y veía como interactuaban su hermana y aquel chico; últimamente lo veía mucho por todas partes, era curioso porque rara vez veía a la misma persona por todos los sitios en los que andaba, de vez en vez, aquello era sospechoso

Unas pocas veces?

Eso se lo creía pero en más de una ocasión ver a la misma persona y justo por los sitios donde la familia comenzaba a frecuentarse y a reunirse para hablar? eso ya era para encender alarmas rojizas; pero de todas maneras sabía que Sagitas era muy poderosa y ella podía hacerse cargo si así lo necesitaba o que los llamaría si tuvieran que hacer algo al respecto, los llamaría a todos en bandada

Pero cuando se ponía de pie y se sacudía el pijama para preparar las maletas e irse, un muy molesto Blackner entraba en la habitación y casi amenazaba con lincharse a todos los que estaban en aquel lugar

-Owowowow! -dijo la Snape a su sobrino por la cara que tenía -tranquilo, vaquero!... no hay motivos para maldecir a nadie, tu madre nos ha gritado a todos para que vinieramos -le dijo con varias gotitas de sudor cayendo por su nuca

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Mansión Potter Black:

 

Entré en la mansión con la idea de sorprender a la tía Sagitas con la noticia de las sirenas pero me sorprendió ella a mí sabiendo más noticias que yo. Parecía comprender perfectamente lo que le pasaban, diciendo que estaban triste porque les obligaban a irse a una ciudad muy lejana. Su tono me enfadó.

 

- ¡Sé dónde está Palermo, tía! Era buena estudiante de geografía. - No la creí mucho cuando dijo que fuéramos allá que pagaba la tía. - ¿A qué tía te refieres? ¿A la tía Hayame, la tía Amya? ¿Tú...?

 

Su nombre lo dije en plan burla, dándole a entender que no creía que fuera ella. Despúes me di cuenta que hablaba de otra persona por la forma en que la criticaba. Pero no dijo su nombre. ¿A qué otra tía se refería?

 

- Yo me apunto a ese viaje a Sicilia con gastos pagados, tía pero no me digas después que lo he de pagar yo.

 

Me agaché a tiempo para esquivar un almohadón que voló hacia la tía. Era la tía Hayame, quien entró en pijama, ofreciéndose a ir de viaje si no chillaba. Me hizo gracia y sonreí un poquito.

 

- Sí, hay algo interesante: ¡Sirenas! - entró la tía Lisette pidiendo silencio y me encogí un poquito. - Perdón, tía, no quería gritar No quería despertar a los niños.

 

Aunque no había sido yo, sí había entrado al principio en la casa con la voz muy alta, a pesar de lo tarde que era. La tía Hayame no hizo mucho caso a su novia y le preguntaba a la tía Sagitas porqué íbamos a Italia y porqué parecía irritada. Entró alguien comiendo un bol, enarqué una ceja. ¿Era el tío Sherlock? ¿Comiendo un bol de cereales?

 

- Yo también quiero, tio.

 

Volví a agacharme porque la tía Hayame debe coleccionar almohadones y lanzó otro al tío. En la familia debíamos tener buenos reflejos. Se pusieron hablar de la abuel a Antara y sobre los orígenes de la familia.Pero yo prefería saber cuanto antes si nos íbamos o no a ITalia.

 

- ¿Entonces te apuntas, tío Sherlock?

 

¡Por fin! La tía Sagitas nos comunicó que pagaba Lucrezia di Medici. ¿Ella era tía mía? Esta familia es bien grande y no conocía la mitad de sus ramas. Pêro si pagaba ella, para mí era bastante.

 

- Pues lo interesante de las sirenas es que ...

 

La tía Sagitas no me dejó seguir y se puso a hablar ella. Suspiré; siempre era la protagonista.

 

- ¿Preparamos las maletas, tía? - Aún no me quedaba claro, con tantos botes que pegaba, criticando a la señorita Lucrezia. Me acordaba de ella y sentía mucha curiosidad sobre el motivo real por el que nos invitaba. - Así, vamos... Tú, Hayame, Lisette, el tío Sherlock y...

 

Quedé cohibida con la entrada del primo Matt con la más pequeñita de la familia.

 

- ¡Elentari! ¿Te despertamos? - Me acerqué a ella, intentando quitársela de las manos a su padre. - ¡Pero qué niña más bonita! Tu abuela es una gritona, Elentari. ¿Me la dejas?

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-Entonces ese es el nombre de la niña?

La vampiro pelirroja estaba bastante impresionada por lo que estaba diciendo su sobrina acerca de la bebé que llevaba Matt con él y que había nacido en Santos Mangos hacia un tiempo; tenía que admitirlo, no había revisado el acta de nacimiento y debido al ataque que había ocurrido en su negocio aquel día, junto con la llegada del misterioso cuadro, su vena de curiosa se había retenido

Pero solo por poco tiempo, estaba segura de que en cuanto el peligro pasase, ella volvería a ser la misma demente de siempre

Si, eso

-Alguien ha visto a Heliké? -preguntó al recordar a la madre de aquella niña y en especial porque por lo general, esa vampiro nunca estaba lejos de la familia -al menos Lisette dice algo que es cierto -miró hacia Xell en aquellos momentos -Ashley va a querer acompañarnos en el viaje a Italia también aunque supongo que vamos a tener que comenzar a vestirnos de forma más elegante porque ya ves, los italianos son muy frufrufru en lo referente a la ropa y el dinero que las familias que viven en su país, tienen

Dijo y rodó los ojos como si el hecho de estar rodeada de puros snobs le fuera a pegar algo

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En la Potter Black (ya nos vamos, un momentito más sólo...)

 

Lissette parecía entusiasmada con la idea de ver las sirenas. No me atreví a desengañarla. Aquel era mi trabajo y tratar con aquellos animales no era tan fácil. Era mejor que ellos estuvieran en las zonas de ocio y me dejaron a mí el estudio de las criaturas.

 

-- ¿Crees que Ashley también vendrá? Vamos, que me falta sólo la otra hermana para ser "Las Cuatro Mosqueteras Mágicas en Italia" -- bromeé, aunque la sonrisa desapareció enseguida. -- ¡Oye! Yo no tengo enaguas, ¿me tienes por una vieja?

 

A punto de gruñir de nuevo, el chillido de Sherlock, mucho más fuerte que los míos, me hizo parar y enarcar una ceja, sorprendida. Su forma de recordarme el último affaire con él y los fantasmas, me hizo sonreír.

 

-- No, tranquilo, hermano. Ahora sólo me dedico a un sólo fantasma, a tu cuñado Jack. El resto, son historia. Y no, mano. No sé nada de tu familia... -- sentí algo de lástima al no poder informarle de nada sobre ella.

 

Ahora sentí otro gruñido y vi que entraba Matt con Artagracia, mi querida nueva nietecilla, aunque Helilké y Matt le hubieran puesto otro nombre.

 

-- Shhhh, quien despierte a mi pitufilla, lo mato -- dije a todos, sin recordar que la que pegaba gritos en la casa era yo. -- No maldigas delante de la niña, hijo. Después nos quejamos que digan cosas feas cuando hablan cuando nosotros se las enseñamos.

 

Di un paso hacia ella para cogerla pero Xell se adelantó. Fruncí los morros y tuve que saltar, lo siento.

 

-- No se llama Elentari, se llama Artagracia. -- Mi gesto bipolar cambió a una sonrisita de mimos. -- ¿Nos la llevamos a Italia? Venga, mañana todos a primera hora en el Autobús de la Agencia que nos vamos al aeropuerto, espero que no nos pongan pegas para salir de Inglaterra con lo que está cayendo.

 

Palmeé un par de veces (flojito).

 

-- Venga, que nos vamos...

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PB con Sagitas @Xell Vladimir y @@Hayame Snape Potter Black

 

Miré un momento a Xell y Hayame, a la vampiro porque afirmaba que solo había gritado Sagitas. Y a la rubita, porque quería coger a la niña. Al final suspiré y cedí, pasándole a la pequeña, que aun sollozaba. Le pasé con cuidado el pequeño bulto, y reconozco que me sentí un poco extraño al perder el pequeño peso de los brazos.

 

- Si, Elentari. Aunqeu a su abuela le gusta llamarla de otra manera. - comenté, intentando chinchar a mi madre.

 

No pude evitar bostezar mientras me frotaba los ojos, cansado. Parecía que Sagitas estaba planeando un viaje a alguna parte de Italia, y pretendía que fuéramos y además, llevaramos a la niña. Ladeé la cabeza, mirándola sorprendido. Con la situación del país, tal vez fuera bueno alejarla de Ottery, pero...en el Noctámbulo?

- Helike aun duerme. No ha llegado a despertarse. - comenté a la pregunta de Hayame, mientras miraba a Xell con mi hija. Sabia que Sagitas estaba enfadada porque ella se había adelantado a cogerla.

 

- vale, iremos a Italia, pero si me dices a que demonios venía tanto griterío. - le regañé.

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-Ah!

La bruja abrió mucho los ojos, especialmente porque finalmente comenzaba a percatarse de que finalmente y después de tanto tiempo, estaba viendo a su muy desaparecido director del departamento; frunciendo el ceño y de muy malas pulgas, agarró mucho mejor su almohada y después de girarla se la aventó a su sobrino con un gesto de querer darle una buena mordida en un brazo

-Túuuuu, jefe abandonador!!

Dijo de primera instancia para luego, dejar escapar un suspiro porque sabía que Matt también estaba de muy mal humor en esos momentos y quizás bastante desvelado por lo que oía del llanto de su bebé; no le convenía que se pusiera a gritarle a ella también o le arrojara un maleficio, pero si estaba muy preocupada y en la ausencia de él habían sucedido tantas cosas en el departamento!

-De hecho... hay una situación Matt, de la que debes de saber, solo por si acaso cuando vayamos allá... -carraspeó la Snape, luciendo extraña con ese tono de voz y el pijama -mientras no estuviste en el departamento, tuvimos unos cuantos problemas con Italia... solo creí que merecías saberlo...

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Matt Ironwood.

 

 

Los laberínticos y oscuros pasadizos que se adentraban en la enorme montaña submarina finalizaron en un gran recamara tallada por acción erosiva del océano, Matt si apenas podía distinguir el techo de roca que se cernía sobre el pequeño grupo. Ellos tres no era los únicos en aquel lugar, un pequeño grupo de gente del agua se mantenía firme cerca de un de unas sillas talladas en roca.

 

El mago trató de descifrar algo en los adustos y fríos rostros de aquel pueblo oceánico pero fue incapaz de hacerlo, si eran bienvenidos o no dependería de lo que esos seres hicieran a continuación.

 

Pero antes de que alguien pudiera emitir movimiento alguno a su lado pudo distinguir como Eileen salía disparada hacia un lateral de la habitación, fue solamente en aquel momento que el castaño vio la enorme burbuja dorada que flotaba en un rincón oscuro de la recamara y lo mas siniestro de todo fue descubrir que dentro había alguien, una mujer.

 

La escocesa liberó a la chica de su prisión mientras Matt se acercaba nadando con la bolsa de branquialgas en la mano, olvidándose por un instante de la gente del agua o ignorando si tenía siquiera permiso de moverse. Solo cuando estuvo cerca y trataba de deslizar las verdes hojas babosas por la garganta de la bruja cayo en la cuenta de que se trataba de Melrose, una conocida de la Orden.

 

Solo cuando el efecto de las branquialgas comienza hacer efecto en su cuerpo la mujer se tranquiliza y saluda al par de magos, indicaba con un gesto que todo esta bien y Matt se permite a si mismo bajar la guardia.

 

Era molesto la incapacidad de hacerse entender con palabras, era de lo único que lamentaba una vez se encontraba bajo el agua pero como muy pronto Melrose mostró, existían formas de comunicación que podían utilizar.

 

Leyó con detenimiento las brillantes palabras rojas que flotaba delante de sus ojos <<Búlgaros. Visita hace tres días. Amenaza. Atacarán >>

 

Se volteó con el ceño fruncido hacia Eileen a su lado, ¿Sabría la mujer de lo que Melrose hablaba? La gente del agua comenzaba a inquietarse, podía oír como intercambiaban palabras en un idioma que el castaño desconocía pero por el tono de las voces parecían estar ansiosos y preocupados.

 

El largo toque del cuerno que resonaba desde el exterior se detuvo y tras unos segundos de inquietante silencio toda la montaña tembló.

 

 

@ @

 

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