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Los desplazados


Melrose Moody
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Milagrosamente, en Palermo

 

Antes de que me diera cuenta, el autobús nos dejó en el aeropuerto. No estaba acostumbrado a coger aviones, asi que cuando ocupé el asiento contiguo al de mi madre, la miré con el ceño fruncido. Una cosa es qeu supiéramos conducir vehículos, y otra ofrecernos abiertamente a llevar un avión. Sonreí ligeramente a la azafata, que asintió con una sonrisa divertida, como si le estuvieran gastando una broma.

 

Pero cuando apenas comenzaba a acomodarme en el asiento, una voz anunció que habíamos llegado. Con 6 horas de antelación.

- demonios! - murmuré. - - No os preocupéis, nadie va a llamar a la policía. - les dije, guiñándoles un ojo. Antes que nadie, me levanté, poniéndome la mochila a la espalda.

 

Puse a Elentari en brazos de Sagitas. No iba a trabajar con ella encima, asi qeu le tocaría hacer de abuela mientras yo lidiaba con unos muggles que comenzaban a murmurar, sorprendidos.

- Fuera...Fuera, venga, vamos - dije, echando a las chicas del avión, antes de situarme frente a la puerta del mismo, evitando que, incluso la azafata, pudiera salir.

 

- Bien, bien, ruego por favor que me atiendan atentamente pasajeros - anuncié, en voz bien alta, para que todos escucharan. - Agradezco su participación en esta prueba sorpresa....

 

Un par de minutos más tarde salí del avión, con la varita de nuevo oculta en el bolsillo trasero derecho de mi pantalón, reuniéndome con la familia.

- Solucionado. Vamos a ver esas sirenas?

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-Sirenas, sirenas... pues mientras no sean tan feas como me han comentado... es broma, es broma!

Aseguró la bruja comenzando a mover las manos rápidamente por delante de ella ante lo que había dicho su sobrino y lo que acababa de presenciar que había terminado por hacer en el avión; le dirigió una mirada curiosa, hacía bastante tiempo que no le había visto actuando como el honorable señor director de Accidentes, así que incluso intentando retenerlo no había podido evitar dejar escapar una sonrisa cuando le había visto aquel acto de desmemorización

Algo que parecía casi como una voz olvidada de la época en la cuál todos trabajasen para el departamento y fuera Heliké la encargada de ese asunto, aunque se lo habían añadido a ella cuando la bruja había dejado por su embarazo; hasta parecía que aquel evento había sido un aviso de lo que estaba por venirles a todos y se preguntó cuantas sorpresas más se iban a preparar para recibir

-Pues qué bueno que has evitado estas cosas... realmente no quería vermelas con los de azul, que ya tenemos historia -bufó y se colocó las manos en la cadera, mirando en otra dirección -a dónde vamos ahora, Sagitas?... tú eres la que sabe de todo esto en realidad...

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¡En Palermo!

 

Arrugué el entreceño ante la acusación de mi hermana sobre que yo era la culpable de que el avión se hubiera adelantado. ¿Pero cómo se creía ella que yo había podido ser la causante de tal movimiento en un giratiempo, a ver....? Gruñí por lo bajo.

 

-- ¿Por qué crees que fui yo? ¿Eh? ¿Tú me ves capaz de... de... interrumpir mágicamente el rumbo de un aeroplano internacional? ¿Es que yo he hecho alguna majadería alguna vez que te dé pie a creer en mi culpabilidad?

 

Bueno, pensándolo bien, sí, pero no viene al caso. Suspiré ante la acusación "infundada" y recogí los platos de comida que nos había traído la azafata y que no íbamos a poder comer por culpa del adelanto del avión. Abrí mi bolso y metí los platos en él.

 

-- ¿Qué pasa? No se van a echar a perder, no? Van en tuppers así que me los llevo al hotel. Sólo por si Lucrezia se vuelve pesetera y no entra el buffet libre. Más vale prevenir.

 

Bufé un poco más fuerte. Hayame le estaba explicando a su novia que yo había trastocado los las leyes de no-sé-qué tiempo y espacio para comprame una bota o nó-sé-cuántos.

 

-- ¿Para qué iba yo a querer una bota? Tengo dos pies. Y además, no hay pruebas que me delaten. Digo... Yo no fui, hermana.

 

Me senté de nuevo en mi asiento porque aún no habían abierto las puertas, supongo que el Piloto debía de estar dando explicaciones sobre lo ocurrido.

 

-- Seguro que les está explicando lo de las corrientes de aire en la atmósfera que iban a favor, empujando y que por eso hemos llegado antes. -- Sonrisa amplia, apretando mi bolso para que la azafata no me quitara los platos que había metido dentro. -- Yo puedo conducir de todo, Lissette, si se deja. Fui profesora de Estudios Muggles, estudié mucho de transportes nativos.

 

Justo Hayame decía lo mismo a la muchacha.

 

-- Eso, pues claro, yo aprendo primero y así lo enseñaba en mis clases. A ti no te enseño, por criticarme. Aunque... ¿Qué sabes tú de los Ovnis? ¿Crees que existe el Área 51?

 

Pero el movimiento de Matt me distrajo y por eso tomé a la niña, dormidita, mientras él se dirigía a algún sitio.

 

-- ¿A dónde vas, cielo? -- dije, con voz muy tierna, melosa, bajita, para no despertar a mi nieta. Juro que no reí para no despertarla pero ver a los muggles creyéndose la mentira barata de Matt me provocó muecas para evitarlo. -- Ay, Matt... Creo que como Director de Accidentes debieras tener salidas más rebuscadas que esa.

 

Me levanté, la puerta abierta y el cielo azul de Palermo a la vista.

 

-- Espero que Lucrezia haya mandado a alguien para recibirnos. Las sirenas no son feas. Son bellísimas. Las he conocido y realmente son impresionantes como mujeres. Bueno, los hombres también son... Ejem...

 

Nota: no hablar de los sirenios delante de Matt. Es tan parecido a Jack que a veces me corta hablar de ciertas cosas porque me parece estar siendo observada por mi marido. Bueno, sólo hasta que le miro a los ojos, que son de color diferente.

 

-- Vamos a donde nos indique la de Médici. No creo que se haya olvidado que nos ha invitado a conocer a sirenas. Y si no hay nadie, pues nos vamos al mejor hotel que esté cerca de una playa y la esperamos tomando el solecito.

 

Y pensar que habíamos salido con lluvia de Londres...

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En Palermo

 

Me crucé de brazos, frunciendo el ceño mientras miraba a Sagitas. No se me escapaba la risita de la tía Hayame, supongo que recordando los momentos en que, como el departamento de accidentes, nos movíamos por Londres para realizar nuestro trabajo. Yo también echaba de menos aquellos días.

- Que? Hace tiempo qeu no lo hago, vale? Además...se lo han tragado. Tampoco ha sido tan grave, no?

 

Comenzamos a caminar, llevando yo las cosas de mi madre para que ella pudiera seguir cargando a mi hija, que dormía tranquilamente. Buscábamos a alguien que hubiera enviado Lucrezia a buscarnos, aunque, cuando Sagitas comentaba el aspecto de las sirenas, me di cuenta de que se callaba. POr qué no hablaba de los sirenos? A saber...

 

- Deberíamos buscr a...

 

Pero reparé en un señor con un traje negro, qeu parecía casi un uniforme, llevando un cartel donde figuraba un nombre.

- Creo que viene a buscarnos - señalé con la cabeza.

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Rumbo al Hotel donde nos espere Lucrezia

(eso espero. Eso espero...)

 

Gruñí.

 

Sólo lo justo para que mi nieta no se despertara. Pero vamos, que tenía motivos para hacerlo. Si bajar del avión y avanzar por aquellos pasillos, con el ruido de la gente escandalosa que hablaba sobre lo extraño que era que el avión hubiera llegado con adelanto, no fuera suficiente para enturbiar su sueño, no iba a ser yo quien la incomodara con mi insulto. Al ver a aquel hombre, claramente un chófer, con un traje negro y gafas oscuras, sosteniendo un cartel que también claramente iba dirigido a mí, me puso de mal humor.

 

-- Recordar que mate a Lucrezia pero después de habernos pagado.

 

Y es que en el cartel ponía, con letras violetas:

 

"¡Eh, tú, payasa!

Ya era hora de que llegaras"

 

Sin duda, aquel hombre venía a buscarnos. O, al menos, a buscarme a mí. Tal vez Lucrezia no supiera que traía a tantos familiares como había conseguido sacar de la cama cuando leí su nota.

 

Saludé al chófer y le pasé la pañalera para que la cargara. Era una de color rosa con ositos mediadoras y micropuffs dibujados en colores verdosos. Cuando llegamos al coche, el hombre murmuró algo de que no cabrían tantos bultos en el maletero y bufé.

 

-- Anda, Hayame, arregla eso, que tú sabes. Así no me acusarás a mí de estar usando la varita a cada momento.

 

Me colé en el asiento de atrás, con la niña en los brazos, aún dormida. Yo ya estaba lista para llegar a ver a Lucrezia Di Médici. A ver qué era lo que tenía que decirme sobre las sirenas.

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En Palermo con la famillia... (Oren por mi)

 

El mago solo se habia dedicado a mirar en todo momento lo que su hermana y su familia estaban haciendo con ese viaje... por dios santo... el estatus magico habia sido violado como 38 veces tan solo al momento de llegar a ese punto... si alguien iba a matar a alguien ese iba a ser sherlock a su hermana... otra vez... pero eso era otra historia... algo dramatica, pero muy divertida... o al menos el mago se reia cada vez que lo recordaba...

 

--No... hace falta que usemos mas magia hermanita...--

 

Dicho eso ultimo ya mostrando los dientes y una sonrisa de loco asesino apunto de sacar el cuchillo, por lo cual haciendo señas a hayame de que no saque la varita, el mago miro como su vieja moto magica acaba de llegar... encima de una plancha de transporte muggle... lo cual soltando una sonrisa el mago unicamente pudo sonreir al verla... su primera moto magica... recordaba sus horas extras en el profeta para poder pagarla... tal vez existan modelos mas recientes y rapidas, pero esa chopper con su ángulo de lanzamiento mayor, con horquilla más larga, moto de mil y un batalla sin duda alguna podia batallar aun las demas motos...

 

--Yo las sigo... y asi habra mas espacio para el resto del equipaje... que curiosamente... no veo por ahi el mio... si lo empacaste verdad @??.--

 

Decia el mago entrecerrando los ojos y encendiendo la moto el gran leon rugio una vez mas... por lo cual montandose en ella, sencillamente espero a que se decidieran subir e irse...

 

--Si aguien quiere irse conmigo tambien es bienvenido.--

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La bruja bufó y rodó los ojos ante las indicaciones del otro mago y sin más, sacó la varita y dió una rápida sacudida en dirección del maletero antes de volver a agitarla para que al menos las maletas de quienes irían en el coche pudiesen ingresar

-No seas tan amargado, a quién te crees que le das órdenes?

Bufó con hastío mientras movía la cabeza para que Lisette siguiera a Sagitas al interior de aquel coche que finalmente los llevaría a dónde debían; le pareció que Ashley llegaba desde otro vuelo, dió un suspiro de alivio porque esa otra rubia parecía que se iba a perder de por poco la visita a la investigación de las sirenas y la pudo ver que también se iba a donde estaba Sagitas. Obviamente a todas las hermanas siempre les gustaba ir juntas a todas partes

-Ya fuí la encargada de desmemorizar antes, aunque ahora ese es trabajo de Xell pero psss hacer una que otra cosita aquí y allá con nuestro director de departamento presente, es una salvaguarda muy efectiva -dijo y le guiñó un ojo a Matt con una sonrisa traviesa antes de ella misma meterse en el coche también donde Sagitas y entonces, se puso a buscar alrededor -qué?... estos coches muggles no tienen de esas cosas que te dan bebidas gratis?... si vamos a la playa yo quiero beberme una rusa!!

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Lisette había seguido las indicaciones de la bruja pelirroja, asintiendo varias veces mientras que seguía como le decían a Sagitas para subirse en aquel coche que la sorprendía

De igual manera había comenzado a reír al escuchar lo que decía Sagitas acerca de que ella era inocente del asunto del avión y del hecho de que hubieran llegado tan rápido

-Está bien, la verdad es que yo lo prefiero así porque aún no he tenido la oportunidad de marearme y enfermarme como sé que lo cuentan varios, dicen que viajar en aviones muggles es aterrador

Le explicó a la Potter Blue que mostraba una vez más porqué erala voz del liderazgo en la familia mientras que las otras hermanas tenían un comportamiento un poco más despreocupado

-Hayame, deja de pelearte con la familia o si te van a terminar arrestando va a ser por armar escándalos... y no, no creo que este sea de esos coches que te dan comida gratis

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http://i.imgur.com/7WhajUW.gif ♥ TE AMAMOS SAGITAS ♥

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El mago recostado en el manubrio de su moto, miro al cielo al ver cómo le hacían la barba a lo que parecía ser su jefe y suspirando un poco el mago sencillamente bostezó... Eso de esperarlas ya no era tan divertido como al principio... Con lo fácil que era pedir otro vehículo... No se suponía que lucrecia pagaba?...

 

--estamos todos?...--

 

Decía el mago mientras encendía nuevamente su moto, ronroneaba como si acabara de salir de agencia, cosa que le provocó una sonrisa al mago y sin decir más se colocó el sombrero...

 

--y bueno como se llama el hotel?... Me puedo adelantar?... Las botanas se están acabando...--

 

Decía mientras ingeria la última bolsa de papitas que le quedaba... Bueno al menos aún le quedaban otras 3 sodas y 4 sandwiches, pero con esa familia no era muy probable que le alcance ya que seguramente llegarían hasta el anochecer al hotel... Ya solo falta que venga la policía muggles y nos arresten... Otra vez...

 

--Hermanita... Por favor no quiero otro incidente como en Nueva York con esa moto que tuvimos a toda la fuerza policiaca detrás de nosotros, mira que para que nos tuvieran que mandar las fuerzas especiales es porque si abusamos...--

 

Decía el mago mientras se tocaba la frente al recordar todo eso... Ese día habrá muerto como 3 veces de puros infartos al corazón...

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Hayame le gruñó unos momentos a Lisette por lo que decía y entonces, le mostró su lengua en una clara rabieta por no poder hacer lo que quería; mira que ella también ya quería que se moviera aquel coche super elegante y que había metido ya las maletas de todos, haciendose la distraída para que ninguno de los muggles viera que el maletero se había expandido al grado de que de haberlo deseado hubieran podido apretar a un elefante bebé...

Pero por dentro, realmente se sentía levemente intrigada

Porqué Lucrezia habría querido llamar a Sagitas a investigar acerca de las sirenas cuando seguramente tenía a un montón de personas que lo harían hasta gratis y sin necesidad de pagos familiares? entornó los ojos, sentía mucha desconfianza sobre todo sabiendo el pasado de aquellas dos brujas, le parecía más bien que aquello podría ser una excusa para desaparecer a Sagitas bajo un nuevo ataque, ahora que todos ellos estaban a la orden del día...

Lo mejor era que tomara aquello con pinzas y la vigilara de cerca

Muy de cerca

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